KERIGMA, CATEQUESIS, PARÉNESIS
TEOLOGÍA FUNDAMENTAL

Estos tres términos designan las formas y las etapas de un mismo proceso de evangelización, en uso desde el comienzo de la Iglesia.

1. Kerigma, substantivo derivado del verbo keryssein, designa la predicación global de la buena nueva de la salvación realizada por Cristo; es el primer choque del evangelio que resuena a través de los siglos. En lo esencial, se trata de anunciar este acontecimiento y de invitar a la conversión y a la fe.

Como el acontecimiento es único y tiene una repercusión infinita, su anuncio se parece al grito del heraldo que anuncia una victoria sin precedentes. Kerigma dice explosión, fuerza expansiva. Así, el día de pentecostés, Pedro grita en voz alta, ante la gente, la buena nueva de la salvación por Cristo, a fin de hacerla pública y oficial (He 2,14). Esta intención publicitaria se manifiesta de muchas maneras. Pedro y Pablo se dirigen a la gente (He 3,12; 3,16; 15,22). Su mensaje se propaga por todo el mundo judío y gentil. Multiplican las llamadas de atención, la urgencia de tomar decisiones: prestad oídos (He 2,14), escuchad (He 2,22), haced penitencia (He 2,38), salvaos (He 2,40). Todo manifiesta en los apóstoles el deseo de extender por todas partes y á todos la palabra de Dios. Bajo el impulso del Espíritu, se ven arrastrados por una especie de fiebre, que los obliga a anunciar, a evangelizar. ¿Cómo podrían callarse? Ha llegado la plenitud de los tiempos: "ahora", "hoy". Nada hay más importante que pueda ya producirse. Todos los hombres están llamados a la salvación. Nadie puede ser neutral.

El elemento unificador del kerigma, en sus fórmulas breves, es la persona de Jesús, identificado como Cristo y Señor (He 8,5; 19,13; 1 Cor 1,23). Si más allá de estas fórmulas sintéticas pasamos a los ejemplos de predicación que son los discursos de los Hechos (He 2; 3; 5; 10; 13), el kerigma se enriquece con estos puntos: ha llegado el tiempo del cumplimiento; está marcado por el ministerio, la pasión, la muerte, la resurrección y la glorificación de Jesús. La salvación se realiza por la fe en Cristo y por el bautismo, que opera el perdón de los pecados y confiere el Espíritu.

El kerigma no es del pasado... ni ha pasado. Hoy como ayer, el choque de la buena nueva tiene que impresionar a los hombres del mundo entero. Esta proclamación por la Iglesia (LG 26) hace eternamente presente el acontecimiento de la salvación. El kerigma actual debe resonar para que Jesús sea reconocido e identificado como el Cristo, Señor, salvador universal, centro de la historia, que invita a cada hombre a la conversión y a la fe.

2. Al primer impacto de la buena nueva sucede normalmente la catequesis, que detalla y explicita el kerigma. La catequesis presenta instrucciones más elaboradas que se dirigen a los recién convertidos, exposiciones de aspecto más didáctico en que se explican las Escrituras a la luz del acontecimiento cristiano. Por eso los primeros cristianos "eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles" (He 2,42); los apóstoles "estaban en el templo enseñando al pueblo" (He 5,25.28). Nombran a siete diáconos para poder ellos dedicarse exclusivamente "a la oración y al ministerio de la palabra" (He 6,4). Pablo se queda año y medio en Corinto "enseñando entre ellos la palabra de Dios" (He 18,11).

Sin embargo, el kerigma sigue siendo el punto de partida y la referencia constante de la catequesis. Así, la explicación de los sacramentos, las normas de vida moral, no tienen sentido más que a la luz del acontecimiento pascual.

A partir de los siglos II y III, la "catequesis" designa comúnmente la enseñanza preparatoria para el bautismo de adultos. Luego, la emancipación de la Iglesia da a las catequesis un carácter cada vez más formal: pensemos en las catequesis de Cirilo de Alejandría, de Teodoro de Mopsuesta, en las explicaciones de san Ambrosio sobre los sacramentos de iniciación (bautismo, confirmación, eucaristía), en el Discurso de san Gregorio de Nisa, en el De catechizandis rudibus de san Agustín. Nos encaminamos así hacia formas de enseñanza que anuncian nuestros catecismos modernos o contemporáneos: catecismos de Lutero, de Pedro Canisio, del concilio de Trento, de las conferencias episcopales, del Vaticano II. Se trata no solamente de preparar para el bautismo, sino de profundizar la fe de los creyentes.

3. La parénesis sólo difiere de la catequesis por la orientación, que es la de la conducta moral, y por el tono, que es el de la exhortación. Así varias cartas de san Pablo, tras una exposición doctrinal, terminan con una parénesis (Rom 12-15; Gál 5-6; Ef 4-6).

En el AT, Israel recibe el decálogo para que viva según la alianza con el Dios tres veces santo. Del mismo modo, en el NT, si los cristianos son llamados por Dios para ser hijos suyos, han de vivir según esta vocación. La vocación a Cristo tiene como corolario necesario una vida según Cristo. Los preceptos acompañan a la vocación. "Si os dejáis conducir por el Espíritu, no estáis bajo la ley" (Gál 5,18), sino "bajo la acción de la gracia" (Rom 6,14). Vivir en Cristo es adoptar el estilo de vida de Cristo; sus ideas y sus aficiones. Las exhortaciones, las llamadas a la vigilancia y a la práctica de las virtudes, los preceptos particulares de la parénesis precisan y actualizan el precepto general del amor en los detalles de la vida diaria. La apertura al amor no hace inútil cierta "señalización" para que no nos perdamos en la oscuridad y naufraguemos. Por tanto, la parénesis no es simple moralismo, sino realismo de una vida en Cristo, que no carece de normas, aunque está más allá de las normas en su impulso y en su objetivo.

BIBL.: 1) KERIGMA: FRIEDRICH G., TWNT, II, 705-734, III, 682-717; GONZÁLEZ Ruiz J.M., Kerigma, en conceptos Fundamentales de Pastoral, Madrid 1983, 542-549; GRASso D., L ánnuncio della salvezza, Nápoles 1965; LATOURELLE R., Teología de la revelación, Salamanca 19773; ID, A Jesús el cristo por los Evangelios, Salamanca 1982; MuRPHY F.X. Kerygma, en NCE VIII, 167-168; RETVGSTORF K.H., Apostolat und Predigtamt, Stutgart 19542; SCAaINI P. Kerygma, en Dizionarío di Pastorale, Asís 1980, 297-300. 2) CATEQUESIS: BARDY G., Catéchése, en Cath 11, 646 y bibliografía; LATOÚRELLE R., Teología de la revelación, Salamanca 19773; MURPHY F.X., Catéchése, en NCE III, 208.

R. Latourelle