TITO (Carta a)
DicTB


SUMARIO: I. Estructura literaria y temática. II.
Mensaje teológico-espiritual.


El breve escrito que forma parte de las cartas pastorales, dirigido por / Pablo, "siervo de Dios y apóstol de Jesucristo", a Tito, "mi verdadero hijo en nuestra fe común", no se distingue de las dos cartas a Timoteo sino por el destinatario. Por eso, todo lo que se ha dicho acerca del origen histórico y literario de los dos escritos precedentes vale también para la carta dirigida a Tito [/ Timoteo I-III].

I. ESTRUCTURA LITERARIA Y TEMÁTICA. También en lo que se refiere a la organización literaria y temática del texto se encuentran los mismos elementos de las dos cartas dirigidas a Timoteo. La carta a Tito se abre con la dirección y saludo inicial (Tit 1,1-4). Dentro de este pasaje inicial hay una ampliación en la cual se anuncia el tema teológico específico de la salvación por la iniciativa de Dios, el cual lleva a cumplimiento su designio de salvación "por medio de nuestro salvador Jesucristo" (Tit 1,2-3).

Sigue a este texto la exhortación pastoral inicial, en la que se intercalan amplias motivaciones de carácter teológico. Se pueden reconstruir tres grandes unidades, en las cuales se desarrolla el discurso pastoral:

1,a Instrucciones relativas al ordenamiento eclesiástico y denuncia de los disidentes o falsos maestros (Tit 1,5-2,10).

2.a Motivación teológica con referencia a la experiencia bautismal (Tit 2,11-3,7).

3.a Presentación del modelo del pastor (Tit 3,8-11).

La carta se cierra con una serie de instrucciones e informaciones, a las que se añaden los saludos finales (Tit 3,12-15). Como se ve, esta carta, en la alternancia de instrucciones, motivaciones y denuncia de los falsos maestros, sigue el modelo pastoral ya conocido por el examen de las dos cartas dirigidas a Timoteo. Se distingue por el amplio espacio dado a las motivaciones, que recogen temas y fórmulas de la catequesis primitiva, en particular bautismal.

II. MENSAJE TEOLÓGICO-ESPIRITUAL. El texto de la carta enviada a Tito se recomienda a la atención de los lectores porque propone la autoridad de Pablo en orden a desenmascarar la amenaza de los falsos maestros y exponer la sana doctrina tradicional y la praxis ética correspondiente. En apoyo de las instrucciones y exhortaciones pastorales se citan los párrafos de catequesis tradicional en que se condensa el mensaje teológico y espiritual de nuestro escrito. Como conclusión de la primera amplia instrucción, dirigida al responsable de la comunidad, sobre el modo de tratar a las varias categorías de personas en la Iglesia y sobre el modelo de relaciones familiares, se aduce una amplia motivación teológico-espiritual: "Pues se ha manifestado la gracia de Dios, fuente de salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la maldad y a los deseos mundanos y a llevar una vida sobria, justa y religiosa, mientras aguardamos el feliz cumplimiento de lo que se nos ha prometido y la manifestación gloriosa del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo, que se entregó a sí mismo por nosotros para redimirnos y hacer de nosotros un pueblo escogido, limpio de todo pecado y dispuesto a hacer siempre el bien" (Tit 2,11-14). En este espléndido texto se entrevén las etapas de la historia de la salvación, que se convierte en la base y razón profunda de un proyecto de vida cristiana coherente con la profesión de fe. Se encuentran en la contemplación de la obra salvífica de Dios, que tiene una función "pedagógica", cuatro momentos:

a) La manifestación histórica del amor benigno, "gracia", y salvador de Dios, que abarca a todos los hombres (Tit 2,11): es ésta la primera manifestación histórica y salvífica de Dios.

b) Se pone de manifiesto cuál es la vida cristiana correspondiente: en el plano negativo, es ruptura con el pasado, la mentalidad y la conducta de vida inspiradas en los criterios mundanos; en el aspecto positivo, en cambio, es compromiso a llevar una vida honesta, justa y santa (Tit 2,12).

c) Se indica luego cuál es el horizonte en el que se inscribe la vida de los creyentes: la espera del cumplimiento de la esperanza y de la manifestación gloriosa de nuestro salvador y Dios Jesucristo (Tit 2,13); ésta es la segunda epipháneia o manifestación salvífica de Dios.

d) Finalmente se evoca, con una fórmula de fe tradicional, el acontecimiento salvífico que funda el estatuto de los cristianos: él (Jesús, el Cristo) se ha dado a sí mismo por la liberación y constitución del nuevo pueblo de Dios, que está dedicado a las buenas obras, en una praxis definida por el amor fraterno (Tit 2,14). En esta perla de la profesión de fe cristiana hay que destacar los títulos de "gran Dios" y "salvador", atribuidos a Jesucristo. Son dos títulos tomados de la tradición bíblica, pero releídos sobre el fondo de la cultura y el vocabulario religioso greco-helenístico. Lo mismo vale para el término y la noción de epipháneia, "manifestación", tomado del contexto del culto imperial y de la religiosidad greco-helenística. Pero el contenido nuevo de esta terminología, derivada del ambiente y releída sobre el fondo bíblico, lo da la experiencia original cristiana. La salvación es llevada a cabo históricamente por medio de la autodonación de Jesús, el Cristo, ocurrida en la muerte, para realizar el nuevo y definitivo éxodo y la constitución del pueblo de Dios. El autor se apoya en este gesto salvífico y en este estatuto de consagración para dirigir a los destinatarios una exhortación a una praxis coherente.

La motivación teológica se reitera en un segundo párrafo, donde se resumen algunos temas tradicionales relacionados con la catequesis bautismal. También en este caso el recurso a la experiencia de fe sirve para motivar la exhortación pastoral dirigida a los cristianos para que sean ciudadanos leales (Tit 3,1-2). Para justificar esta invitación a un comportamiento honesto y justo en la vida civil y social, nuestro autor evoca el paso cristiano de un mundo de rebelión y corrupción a la nueva condición de vida, definida por la fuerza del Espíritu, prenda y garantía de la plena salvación: "Pero Dios, nuestro salvador, al manifestar su bondad y su amor por los hombres, nos ha salvado, no por la justicia que hayamos practicado, sino por puro amor, mediante el bautismo regenerador y la renovación del Espíritu Santo, que derramó abundantemente sobre nosotros por Jesucristo, nuestro salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos herederos de la vida eterna, tal y como lo esperamos" (Tit 3,4-7).

La riqueza teológica y espiritual de este texto, que recoge algunas fórmulas relacionadas con la catequesis bautismal, puede advertirse si se tiene en cuenta su estructura. Ante todo merece considerarse la articulación trinitaria del proceso salvífico. Es nuestro Dios el que, por medio del salvador Jesucristo, ha derramado mediante el sacramento el don del Espíritu. El segundo rasgo distintivo es la eficacia y gratuidad de la iniciativa salvífica de Dios. Además, nuestro párrafo se distingue de los otros textos de la tradición pastoral por la apelación explícita al hecho sacramental, el "bautismo regenerador y la renovación". La experiencia bautismal es considerada como el principio de un proceso que se desarrolla en un estilo nuevo de vida y tiene su fuente en el amor gratuito de Dios. Esta experiencia se inserta en el proceso salvífico, que tiene una dimensión universal y está abierto a su cumplimiento escatológico o definitivo. Los bautizados viven en la condición de hijos y esperan la herencia, de la cual tienen en el Espíritu un anticipo.

Estas dos muestras de la breve carta de carácter pastoral dirigida a Tito dan una idea de las características no sólo literarias, sino también de la solidez teológica y espiritual de este texto. El autor no pretende ni quiere proponer una versión original de la experiencia cristiana. En lugar de ello, recuerda los datos tradicionales, teniendo como fondo la figura autorizada de Pablo, para replantearlos con fuerza en el nuevo contexto en el que se encuentran viviendo los destinatarios cristianos. Una auténtica experiencia eclesial se define por las relaciones justas, de las cuales es criterio y fundamento el amor. De ese modo, los que viven con coherencia la experiencia salvífica inaugurada por el bautismo pueden testimoniar ante el ambiente externo la verdad del evangelio, donde se revela el proyecto salvífico de Dios en favor de todos los hombres.

BIBL.: / Timoteo, Bibl. Cf además: AA.VV., Epístola a Tito, BAC, 708-715; DENZER, Carta a Tito, en Com. B. San Jerónimo, 269-272; REUSs J., Carta a Tito. Comentario para la lectura espiritual, Herder, Barcelona 1968.

R. Fabris