CARISMA
DicTB


SUMARIO: I. Actualidad del tema. II. Sentido del término: 1. Del griego al castellano; 2. Sentido general 3. Sentido específico; 4. Aspectos principales; 5. Listas de carismas. III. Realidad de los carismas: 1. En el AT; 2. En la Iglesia primitiva. IV. Problemas: 1. Peligros; 2. Carisma y autoridad; 3. Carismas y ministerios; 4. Estructura de la Iglesia.


I. ACTUALIDAD DEL TEMA. Por diversas razones se ha puesto de actualidad el tema de los carismas. En el concilio Vaticano II hubo discusiones bastante vivas en este sentido. Se oponían dos conceptos: el carisma como don extraordinario, milagroso, concedido por Dios de forma excepcional, y el carisma como don de gracia capaz de formas muy variadas y difundido abundantemente en la vida de la Iglesia. Prevaleció el segundo concepto (LG 12 ).Antes del concilio, e incluso después, algunos teólogos propugnaron la idea de una estructura carismática de la Iglesia, oponiéndola más o menos claramente a la estructura jerárquica. Por otra parte, un movimiento de renovación espiritual, convencido de que había vuelto a encontrar los carismas más específicos de la Iglesia primitiva, tomó el nombre de "renovación carismática", mientras que las diversas congregaciones religiosas consideran que deben su origen y su especificidad a un carisma particular. El uso de la palabra se extendió además al mundo político, que utiliza en varías ocasiones las expresiones "líder carismático" y "autoridad carismática".

El punto de partida de todo esto se encuentra en el NT. Pero no hay que confundir el punto de partida con la evolución posterior. La teología bíblica no puede pretender el estudio en toda su amplitud de la cuestión de los carismas. Su tarea se limita a la aportación del NT en este campo. Hay que distinguir los problemas del lenguaje: si en el NT la palabra griega járisma posee ya un sentido técnico y a qué clase de dones se aplica, y los problemas de la realidad: qué relaciones se pueden discernir en el NT entre carismas y ministerios, entre carismas y autoridad en la Iglesia, y en qué sentido se puede atribuir a la Iglesia una estructura carismática.

II. SENTIDO DEL TÉRMINO. No resulta fácil definir el sentido preciso de carisma, ya que este término goza de una situación compleja.

1. DEL GRIEGO AL CASTELLANO. La palabra járisma en griego es de formación tardía. En los escritos profanos no aparece antes de Cristo. Aparece pocas veces en los escritos judeo-helenistas. En el AT griego sólo es posible encontrarla en dos variantes del Sirácida (Si 7,33 Sinaiticus; 38,30 Vaticanus).Filón la utiliza tres veces (Legum Alleg. 3,78). Por el contrario, en el NT es relativamente frecuente: se utiliza 17 veces, de ellas 16 en las cartas paulinas y una en 1Pe 4,10.

El sentido general de járisma no era oscuro para los griegos, ya que esta palabra está formada de una raíz muy conocida y un sufijo corriente. Se trata de un sustantivo derivado del verbo jarízomai, que significa mostrarse amable y generoso, regalar algo. El sufijo -ma indica el producto de la acción. Así pues, járisma significa "don generoso", "regalo". Un papiro antiguo utiliza este término para designar los regalos ofrecidos a los marineros. Existe un parentesco entre járisma y el nombre griego de la gracia", járis.

"Carisma" en nuestra lengua es la transcripción de la palabra griega. Pero hay que observar que la situación semántica es distinta, por el hecho de que en español "carisma" es una palabra extraña, trasplantada aisladamente a nuestro idioma. En griego járisma no tenía necesariamente un sentido técnico, mientras que en castellano "carisma" se usa solamente como término técnico. El parentesco significativo entre járisma y járis no aparece ni mucho menos en nuestras palabras "carisma" y "gracia".

2. SENTIDO GENERAL. En varios pasajes del NT jarisma tiene su sentido general de "don generoso" y no puede traducirse por "carisma" sin provocar un equívoco. En Rom 5,15-16, por ejemplo, el término designa el don divino de la redención por medio de Cristo, don que Pablo contrapone al pecado de Adán: "El delito de Adán no puede compararse con el don de gracia... El delito de uno solo no puede compararse con el don de gracia, pues por un solo delito vino la condenación, y por el don de gracia, a pesar de muchos delitos, vino la absolución". En Rom 6,23 este mismo término se aplica a una realidad todavía más amplia: "El don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro". En Rom 11,29 el plural indica una gran diversidad de favores divinos: "los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables". En 2Cor 1,11 Pablo utiliza járisma para aludir a un favor divino determinado, es decir, la liberación de un peligro de muerte. En tres pasajes de 1 Cor, el doble plural jarísmata iamátón, "dones de curación" (1Cor 12,9.2$.30) sirve para designar las curaciones debidas a un don especial de Dios. En todos estos casos no se puede hablar de un sentido técnico para la palabra griega. Sólo hay que indicar que en el NT járisma no sirve nunca para designar un regalo hecho por un hombre, sino que se aplica solamente a los dones de Dios.

3. SENTIDO ESPECIFICO. En algunos textos, pocos pero importantes (Rom 12,6; ICor 12,4.31; 1Pe 4,10), es posible discernir una tendencia a darle a járisma un sentido específico. Estos textos han dado origen al sentido técnico de carisma. Pero este sentido técnico no está aún claramente definido en él NT.

El rasgo principal del sentido específico es la diversidad de esos carismas: "Hay diversidad de dones" (lCor 12,4); "tenemos carismas diferentes" (Rom 12,6). Esta diversidad debe entenderse en el sentido de que no todos tienen tal o cual carisma (cf 1Cor 12,29-30). Así pues, los carismas no forman parte de las gracias fundamentales, necesarias a todo cristiano. Son dones particulares, distribuidos según el beneplácito de Dios para el bien de cada. uno y la utilidad de todos.

De aquí se sigue la distinción entre carismas y virtudes, en particular entre carismas y caridad. Si tomamos járisma en su sentido más general, podemos y debemos decir que la caridad es un járisma, es decir, un don de Dios; más aún, el don más bello de Dios. Pero si tomamos járisma en el sentido específico de don especial, atribuido a tal cristiano y no a tal otro, entonces no podemos aplicar este término a la caridad. La caridad no es un carisma particular; la necesitan todos. Algunos autores siembran la confusión al no establecer esta distinción elemental.

4. ASPECTOS PRINCIPALES. Los dos textos más explícitos sobre los carismas (lCor 12; Rom 12) utilizan la comparación del cuerpo humano para explicar el sentido de la diversidad de los carismas. "Porque el cuerpo no es un miembro, sino muchos" (1Cor 12 14). Entre los miembros del cuerpo, la diversidad es normal, incluso necesaria. No se opone a la unidad del cuerpo, sino que, por el contrario, hace posible la unidad por medio de la complementariedad mutua. "Y si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Hay muchos miembros, pero un solo cuerpo" (lCor 12,19s). Todos los cristianos son los miembros diversos del único cuerpo de Cristo.

Pablo en Rom 12,6 y Pedro en 1 Pe 4,10 manifiestan una relación estrecha entre carismas y gracia de Dios. Los carismas son una expresión de la "multiforme gracia divina". Se sugiere, por tanto, una distinción entre los carismas, que pertenecen al orden de la gracia, y los talentos humanos, que pertenecen al orden de la naturaleza.

Afirmado con claridad el origen divino de los carismas, no se expresa siempre, sin embargo, del mismo modo. El pasaje de ICor 12,4-11 subraya fuertemente la relación entre carismas y Espíritu Santo: "Todo esto lo lleva a cabo el único y mismo Espíritu, repartiendo a cada uno sus dones como quiere" (lCor 12,11). Los demás textos, sin embargo, no hacen mención del Espíritu Santo. En 1Cor 12,28 el que se menciona es Dios; y de forma parecida en 1Pe 4,10 y 2Tim 1,6.

A menudo los teólogos definen los carismas o "gratiae gratis datae" como dones destinados a la utilidad de los demás. La frase de 1Cor 12,7, en la que se basan, no expresa este detalle, sino que habla solamente de utilidad; y otros pasajes del mismo discurso muestran que según Pablo es posible que un carisma no sirva a la utilidad de los demás, sino sólo a la de la misma persona. Tal es el caso del hablar en lenguas: "El que habla en lenguas extrañas se aprovecha a sí mismo" (lCor 14,4). No obstante, hay que reconocer que la mayor parte de los textos insiste en el deber de poner los propios carismas al servicio de los demás. De esta manera serán también plenamente útiles a la propia persona, que se servirá de ellos para crecer en la caridad.

No hay ningún texto que exprese una contraposición entre carisma e institución. Lejos de poner por una parte los carismas y por otra las posiciones oficiales, Pablo declara en la misma frase que Dios ha establecido una jerarquía de posiciones en la Iglesia y otros dones no jerárquicos (1Cor 12,28). El vínculo que establecen las cartas pastorales entre un rito de imposición de manos y la concesión de un carisma de ministerio no puede extrañarnos, ya que se sitúa en la misma línea que el vínculo entre el /bautismo y el don del /Espíritu Santo.

5. LISTAS DE CARISMAS. Algunos textos presentan una lista de carismas. Pera nunca se trata de una enumeración sistemática. La lista de 1Cor 12,8 no se introduce como una lista de carismas, sino como una serie de formas diversas de "manifestación del Espíritu" (12,7). La frase de 1 Cor 12,28 comienza con una enumeración de posiciones fijadas por Dios en la Iglesia, y luego relaciona con ellas otros dones. En Rom 12,6s Pablo pasa de una lista de carismas a una serie de exhortaciones que valen para todos. En 1Pe 4,10s Pedro se contenta con indicar dos grandes categorías, una para el hablar y la otra para el actuar, sin entrar en detalles sobre las numerosas formas que pueden tomar los carismas. Así pues, no es posible determinar a partir del NT una lista precisa y completa de los carismas.

Entre los carismas enumerados encontramos dones sensacionales (hablar en lenguas, hacer milagros), dones ordinarios (enseñanza, servicio), ministerios jerárquicos (lCor 12 28; cf Ef 4,11) y actividades diversas (beneficencia, exhortación). Los dones sensacionales, mencionados en las listas de 1 Cor 12, provocan algunas advertencias, especialmente el hablar en lenguas. La lista de Rom 12 no alude ya al hablar en lenguas ni a los milagros; la de 1Pe 4,10s es aún más discreta. Se nota, por tanto, una tendencia progresiva a insistir más en los dones menos vistosos, que son de utilidad constante para la vida de la comunidad cristiana.

III. REALIDAD DE LOS CARISMAS. Para tratar de forma más completa la cuestión de los carismas, es necesario prolongar la investigación más allá de los pocos textos bíblicos que utilizan la palabra járisma.

1. EN EL AT. En muchos pasajes del AT aparecen dones especiales de Dios, análogos a los carismas. /Moisés, profeta sin igual (Dt 34, 10ss), libertador de su pueblo y mediador de la ley, puede muy bien ser considerado como un gran carismático. Su carisma de jefe fue comunicado parcialmente a los 70 ancianos que habrían de ayudarle a "llevar el peso del pueblo" (Núm 11,16-25), es decir, a gobernar y a administrar justicia. En tiempos de los /Jueces Dios suscitó para Israel otros jefes carismáticos, de los que se dice que "el espíritu del Señor estaba sobre ellos": así Otoniel (Jue 3,10), Gedeón (6,34), Jefté (11,29), Sansón (13,25; 14,6; etc.). El otro carisma de Moisés, el carisma profético, se manifestó a menudo de forma impresionante en la historia de Israel; en algunos casos iba acompañado del don de hacer milagros (historia de /Elías y de Eliseo: 1Re 17; 2Re 2). Pero se puede hablar también de carismas para dones menos extraordinarios; por ejemplo en el caso de Besalel, encargado de fabricar la tienda de la reunión y todos los objetos destinados al culto divino (Éx 31,2-6; 35,31-35). A veces aparece cierta tensión entre carismas e instituciones, especialmente en el caso de los profetas, que critican duramente a los dirigentes, a los sacerdotes, el culto. Pero no se trata de oposición sistemática. En efecto, los carismas pueden estar ligados a un rito: imposición de las manos (Dt 34,9) o unción (1San1 16,13).

2. EN LA IGLESIA PRIMITIVA. El carisma atestiguado con mayor frecuencia entre los profetas es el profético, es decir, el don de la inspiración. El día de pentecostés Pedro proclama el cumplimiento de la predicción de Joel, en la que Dios anunciaba: "Derramaré mi espíritu sobre todos los hombres, vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán" (JI 3,1; He 2,17). Los Hechos de los Apóstoles mencionan numerosos casos de inspiración profética, a veces colectiva (He 19,6), pero ordinariamente individual. Hay profetas cristianos en Jerusalén (11,27) y en Antioquía (13,1). La palabra de Dios se hace sentir por medio de ellos bajo la forma de predicción (11,28; 21,10s) o de comunicación de la voluntad de Dios (13,2). El don de profecía se manifiesta también entre las mujeres (21,9; cf Lc 2,36; Éx 15,20; Jue 4,4; 2Re 22, 14). Las cartas paulinas demuestran igualmente la importancia del don de la profecía en las primeras comunidades cristianas. Ya en 1Tes 5,20 Pablo alude a él, y luego lo coloca regularmente en sus listas (1Cor 12,10.28; Rom 12,6; Ef 4,11). También las mujeres pueden tener inspiraciones proféticas (1Cor 11,5). Pablo destaca fuertemente el valor del don de profecía para la edificación de la Iglesia (1Cor 14). En las asambleas cristianas, lo prefiere al hablar en lenguas.

El hablar en lenguas o glosolalia es presentado de forma distinta por Pablo y por Lucas. En He 2,4-11 Lucas indica que se trataba de reconocer lenguas extrañas. Lucas no establece una clara diferencia entre "hablar en lenguas" y "profetizar" (He 19,6). Pablo, por el contrario, los distingue con claridad (1Cor 14): el "hablar en lenguas" consiste en pronunciar palabras nuevas, que no pertenecen a ninguna lengua conocida. El que las escucha no comprende su sentido concreto (14,2.16), como tampoco el que las dice (14,14). Solamente es clara la intención general: se trata de alabar a Dios, de darle gracias, de orar (14,13-16). Es posible comparar la glosolalia con la música, medio de expresión que utiliza los sonidos sin llegar a hacer un discurso racional.

El don de los milagros se manifiesta en muchas ocasiones. Lucas refiere que "los apóstoles hacían muchos milagros y prodigios en el pueblo (He 5,12), y cuenta detalladamente varios milagros realizados por Pedro (He 3,6ss; 9,32-42) y por Pablo (14,8ss; 20,9ss). En sus cartas el mismo Pablo habla de los milagros que acompañaban a su predicación (2Cor 12,12; Rom 15,19) y de los que Dios obraba en las comunidades cristianas (Gál 3,5; .1 Cor 12,9s).

Como es natural, no se subrayan los dones menos vistosos. Entre éstos hay que citar la "firmeza" y el coraje con que proclamaban la palabra de Dios (He 4,33), fruto de la oración y de la intervención del Espíritu Santo. El don de "asistir a los necesitados" (1Cor 12,28) puede reconocerse en la vida de Tabita (He 9,36-39) y de muchas mujeres cristianas; el "don de gobernar" (1Cor 12,28), en la solicitud de muchos dirigentes de la Iglesia (1Tes5,12; 1Cor 15,15s); el "servicio" (Rom 12,7; 1Pe 4,11) tiene muchas formas posibles. La Iglesia primitiva se caracteriza por su abundante floración de carismas.

IV. PROBLEMAS. Como cualquier forma viva, los carismas tienen ante todo un aspecto positivo, pero pueden también crear problemas. Tienen que encontrar su puesto justo en la vida espiritual del individuo y de la comunidad.

1. PELIGROS. Los carismas vistosos suscitan fácilmente un entusiasmo desmesurado, que puede llevar a graves ilusiones. Un texto sumamente severo de Mateo pone en guardia contra estas ilusiones: es posible hacer milagros y otras cosas extraordinarias y olvidar al mismo tiempo los aspectos esenciales de la vida cristiana (Mt 7,22-23). Pablo se sitúa en esta misma perspectiva cuando observa que sin la caridad carecen totalmente de utilidad los carismas más impresionantes (1Cor 13,1-3). Una insistencia excesiva en los carismas puede crear serios malestares en la comunidad provocando complejos de inferioridad (1 Cor 12,15s) por una parte y actitudes de soberbia (12,21) por otra, poniendo así en peligro la unión de todos. En las asambleas cristianas, la sobreabundancia de las manifestaciones carismáticas puede provocar una atmósfera nociva de rivalidad, desorden y confusión.

2. CARISMAS Y AUTORIDAD. En 1Cor 14 interviene Pablo con autoridad para imponer reglas concretas sobre el uso de los carismas en las reuniones de la comunidad cristiana. Limita de forma muy estricta el uso de la glosolalia; si en la asamblea no hay nadie que sea capaz de interpretar el discurso misterioso del que habla en lenguas, Pablo no admite ese discurso; si hay un intérprete, permite que dos o todo lo más tres se expresen en lenguas (14,27s). Estas limitaciones no manifiestan un desprecio de la glosolalia en sí misma -Pablo la considera como un don de Dios muy útil para la oración personal (14,18)-, sino que se fijan desde el punto de vista de la utilidad comunitaria. Se dan preceptos análogos para el uso del don de profecía (14,29ss). También en los otros pasajes, Pablo (Ron, 12,3) y Pedro (1Pe 4,10s) dan instrucciones a propósito de los carismas. De aquí resulta evidente que los carismas individuales no pueden ser un motivo para sustraerse de la obediencia a los dirigentes de la Iglesia. Pablo usa un lenguaje muy severo a este propósito (1Cor 14,37s).

3. CARISMAS Y MINISTERIOS. Las relaciones entre carismas y ministerios se muestran complejas. No todo carisma guarda relación con un ministerio determinado. La glosolalia, por ejemplo, no está ligada a ningún ministerio, según 1Cor 14. Pero las cartas pastorales afirman un vínculo entre el carisma pastoral y un rito de ordenación (1Tim 4;14; 2Tim 1,6). Junto a los carismas pastorales hay otros carismas, no ligados a ministerios ordenados, pero utilísimos a la vida y a la expansión de la Iglesia.

4. ESTRUCTURA DE LA IGLESIA. La oposición que algunos afirman entre una Iglesia institucional de cuño judeo-cristiano y una Iglesia carismática de cuño paulino no tiene fundamento válido en los textos del NT. Al contrario, se observa una conexión estrecha entre los dos aspectos. El mismo Pablo insiste siempre en la inserción necesaria de los carismas en el cuerpo eclesial, y su forma de hablar con autoridad a los carismáticos demuestra claramente que él no considera los carismas como dones que den derecho a un ministerio autónomo en la Iglesia. El conjunto de los textos del NT nos lleva más bien a afirmar en la fe la existencia de una estructura carismático-institucional de la Iglesia, cuyo fundamento y modelo se encuentra en la institución de los doce, escogidos por Jesús (Mc 3,13ss) y llenos del Espíritu Santo (He 2,4) para formar la Iglesia de Dios.

La Iglesia no es una gran máquina administrativa, sino un organismo vivo, "cuerpo de Cristo" (1Cor 12,27; Rom 12,5; Ef 4,12), animado por el Espíritu Santo (1Cor 12,3s; Rom 5,5; Ef 2,21s). Para realizar correctamente cualquier tarea de responsabilidad en la Iglesia no basta la habilidad humana, sino que se necesita la docilidad personal al Espíritu Santo. Esta docilidad lleva consigo una actitud positiva respecto a las diversas manifestaciones del Espíritu. La jerarquía de la Iglesia no pretende tener el monopolio de los dones del Espíritu, sino que reconoce con gozo que todos los fieles reciben dones de gracia, cuya diversidad es un gran bien para la Iglesia y para el mundo (LG 12).

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A. Vanhoye