COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE
DicEs

 

SUMARIO: I. Panorama de las comunidades eclesiales de base: 1. Hacia la unidad terminológica; 2. Origen de las comunidades eclesiales de base: a) Origen histórico, b) Origen ideológico; 3. Composición sociológica; 4. Extensión; 5. Concepto indeterminado de comunidad - II. Problemática de las comunidades eclesiales de base: 1. Problemática psicológica; 2. Problemática sociopolítica: a) Compromiso cristiano, b) Política y policracia, e) Instancia critica de la sociedad; 3. Problemática eclesial: a) Convivencia con los poderes injustos, b) Grave deficiencia en su misión evangelizadora, c) Mantenimiento a ultranza de estructuras caducas; 4. Problemática espiritual: a) Abiertos al Espíritu, b) Encuentro con la palabra, c) "Oración comunitaria" y "eucaristía doméstica". Conclusión.

 

Dentro de la experiencia comunitaria mundial de los últimos años, en el pueblo cristiano se ha sentido también la tendencia masiva, o al menos amplia, a unirse los cristianos en pequeñas comunidades. La existencia de las mismas es respuesta a la problemática del momento. En pocas circunstancias como en ésta puede decirse que los cristianos han sido rápidos e intuitivos, han sintonizado con la situación en que vivían.

Aún es pronto para trazar la historia externa e interna de este movimiento. Como veremos, apenas si va llegando a la mayoría de edad. Ello reclama la prudencia y sensatez necesaria para que no predomine el sueño adolescente a la hora de acercanos a esta historia. No obstante, sí es posible establecer ya, sobre un esquema y unas bases aceptables, las lineas maestras de lo que llamamos comunidades eclesiales de base.

1. Panorama de las comunidades eclesiales de base

Procedamos hacia el interior de estas comunidades acercándonos desde el exterior, desde datos que pueden parecer periféricos, pero que resultan insustituibles y sumamente reveladores:

1. HACIA LA UNIDAD TERMINOLÓGICA - Hay quien sitúa el bautismo —no el nacimiento— de estas comunidades cristianas de base en Francia. Es un detalle que no vamos a verificar detenidamente. Sólo indicamos que en los comienzos de este movimiento eclesial pulularon una buena serie de nombres y adjetivos, todos ellos expresando de algún modo la intuición que sus mentores llevaban dentro, y a veces también la aversión que sus enemigos les manifestaron ya desde los comienzos. Así, se habló desde esos comienzos de comunidades "subterráneas", "nuevas", "ácratas", "salvajes", "de fe", "responsables"; se habló de grupos "proféticos", "informales", "de misión", "de reflexión", "espontáneos"; se habló de "fraternidades", "comunas", "células", "equipos", etc.

Posteriormente, los nombres se fueron decantando y ciertamente ha prevalecido la denominación Comunidades eclesiales de base' (= CEB).

2. ORIGEN DE LAS CEB - Vamos a referirnos al origen histórico y también al origen ideológico.

a) Origen histórico. Al hablar del origen histórico no puede ser silenciada una prehistoria notable: los movimientos comunitarios de otros siglos, concretamente de los ss. xi-xii, que respondieron a impulsos parecidos. Las CEB perderían una perspectiva histórica que necesitan si olvidasen esa vieja dinastía de la que son herederos, aunque no miméticos seguidores.

Si nos acercamos más al origen inmediato, encontraremos dos acontecimientos con sus fechas concretas y precisas que están en la base de este resurgir comunitario. El primero de esos acontecimientos es el concilio Vat. II: "En lontananza —confiesan las mismas comunidades— se vislumbra el impulso del Vaticano II... Probablemente ahora queda atrás, pero ahí está el impulso inicial". Esta confesión podrían hacerla suya también muchas CEB que ya con anterioridad al segundo acontecimiento, que inmediatamente mencionaremos, eran preocupación y tenían entidad en la Iglesia.

El segundo acontecimiento es el mayo francés de 1968. Es el año de la contestación no sólo estudiantil ni sólo francesa. Fue una contestación mundial y a todos los niveles. La influencia y el impacto que tales sucesos causaron se vieron inmediatamente en la vida comunitaria. Una existencia más crítica y desenfadada pedía nacer o se daba a sí misma nacimiento. Puede ser sintomático, a este respecto, que publicaciones sensibles a los movimientos de los tiempos comiencen precisamente en ese año a llamar la atención sobre las comunidades de base y sus relaciones con la contestación. Un tabú había desaparecido, abriendo la puerta a una existencia nueva.

b) Origen ideológico. Una de las comunidades se expresaba así: "La idea de formar entre nosotros una comunidad de base ha nacido de tantos acontecimientos, que nos es no solamente imposible relatarlos todos, sino incluso recordarlos"'. En efecto, no existe sólo una motivación, a no ser que deseemos manipular el sentido más profundo de estas comunidades. Manuel Useros Carretero ha enumerado, en general y buena síntesis, estas cinco razones, que captan con bastante realismo las cosas: "nueva conciencia eclesial" (pp. 47-49); "renovado sentido de la personalidad y de la fraternidad cristiana" (49-52); "insuficiencias y deficiencias del establecimiento sociológico de la Iglesia" (52-53); "proceso de descristianización y de secularización" (53-54); "preferencia por el anonimato y salvaguarda de la intimidad" (54-56).

A estas razones, de indudable interés y sociológicamente claras, hay que añadir otras dos. Por una parte, debe recordarse la "utopia" en su más profundo significado religioso y teológico. Un buen conocedor del movimiento de las CEB ha podido decir: "La comunidad es el camino de la utopia. Por otra parte, no podemos olvidar el "snobismo". También aquí se ha podido escribir desde dentro, desde la experiencia de las comunidades de base: "No cabe duda alguna que en ello [en el nacimiento de las comunidades] se muestra una cierta 'embriaguez de lo nuevo', un demonio de la distracción, de la destrucción, que actúan conjuntamente".

3. COMPOSICIÓN SOCIOLÓGICA - Para algunos, las CEB deben tener una relativa homogeneidad". Para otros, en cambio, esto es imposible y contraproducente: "Estos grupos buscan lo más posible la heterogeneidad". Algunos afirmarán incluso que "lo propio de una comunidad es ser heterogénea".

La vida concede más credibilidad a esta segunda tendencia. En las CEB existentes no se da número ni preciso ni aproximado de participantes. Mientras hay comunidades de tres o cuatro miembros, las hay también de 50 y hasta de 220 y 500". Hay quien considera número más o menos ideal unas doce personas; en cambio, para otros este número es demasiado pequeño". Tampoco existe una edad comunitaria: en las comunidades coexisten todas las edades, desde los niños hasta los ancianos. No hay tampoco un estado comunitario: en una misma comunidad conviven religiosos, religiosas, casados —con sus niños— y laicos célibes. Más aún, hay quien piensa que éstas deberían ser las comunidades preferidas, pues ellas manifiestan mejor la plenitud eclesial al presencializarse entre ellos y en el mundo, comunitariamente, la multiforme gracia del Espíritu, que reparte a cada uno como quiere". Falta también la profesión común, la categoría social uniforme, la nacionalidad e incluso idéntica fe. Hay CEB de tipo ecuménico. Y algunas de mucho renombre.

4. EXTENSIÓN - No parece posible hacer un mapa de las CEB. Puede, ciertamente, afirmarse que es un fenómeno muy extendido en Europa y América del Norte, que comienzan ya a contar en Africa y que son legión en América Latina". Ya en 1972 se podía afirmar, referido a España: "En España hay una gama de comunidades de base... que está repartida prácticamente por todas las diócesis. Con frecuencia uno cree asistir a un pugilato en favor de una mayor radicación de comunidades en diversas ciudades. Tal es el número de las mismas que nos presentan. Y eso que, al menos en América Latina, predominan sobre todo en el campo.

5. CONCEPTO INDETERMINADO DE COMUNIDAD - Es muy difícil precisar la definición de algo vital. Y esto es lo que sucede con las CES. Por eso no extraña leer que los asistentes a una Semana de Teología no logran ponerse de acuerdo sobre el significado de comunidad cristiana de base. Como tampoco extraña el hecho de que se camuflen y escondan tras esta denominación movimientos que a otros les parece no tener nada que ver con lo que a primera vista indican. Tanto desde la derecha como desde la izquierda, parece que la imprecisión conceptual está siendo para muchos el refugio en el que disimular su derechismo o su izquierdismo.

Hace no muchos años todavía el calificativo comunitario se reservaba para el tipo de vida consagrada en la Iglesia a través de los tres votos religiosos. Sólo cuando la categoría de "comunión" empezó a popularizarse como categoría eclesiológica, pasó a las distintas iglesias locales, e incluso a los grupos particulares dentro de una misma iglesia local.

Antes se hablaba de grupos, y hoy todavía resulta difícil saber cuáles son los elementos que hacen de un grupo una comunidad, y más aún una CEB. Es más fácil escuchar o leer que "el vocablo se ha convertido en mito y se emplea y desvirtúa para aplicarlo a experiencias alejadas de todo espíritu comunitario y de base, que definir adecuadamente lo que es realmente esa comunidad y esa base, o esa comunidad de base. Incluso encontramos una dificultad importante precisamente en nombre mismo de la base. Porque la base cambia, y lo normal es poner acentos distintos según esa base, aunque siempre Dios esté en ella''.

Entre las muchas descripciones manejadas me quedo con esta de L. Boff, que no sé si ha querido realmente retratar por encima lo que son las comunidades de base: "Una participación más vital e íntima de los miembros, insertos en una misma realidad más o menos homogénea, viviendo la esencia del mensaje cristiano que es la universal paternidad de Dios, la fraternidad con todos los hombres, el seguimiento de Jesucristo muerto y resucitado, la celebración de la Resurrección y de la Eucaristía y la construcción ya iniciada en la historia del Reino de Dios, que es el de la liberación del hombre todo y de todos los hombres.

De momento, dejémoslo aquí. Nos hemos ido acercando desde el exterior a lo que sospechamos es una comunidad cristiana de base. Por el momento es suficiente. Encontraremos en lo que sigue un análisis relativamente amplio de lo que encierra esta definición o descripción. Aunque hay que advertir que también las CEB son bastante distintas y que lo normal es que no todas se encuentren formalmente en otras. Pasa lo mismo que en otros tipos de comunidades (v. gr., comunidades religiosas) de una historia más larga y decantada: a veces no parecen de la misma familia.

II. Problemática de las comunidades eclesiales de base

A cuatro grandes capítulos puede reducirse la problemática de las CEB. Cuatro capítulos que encierran dentro de sí otros muchos, como podrá observarse. Aquí, por tratarse de un diccionario de espiritualidad, concederemos una importancia particular a esa problemática, aunque conviene advertir desde el principio que nada de lo que es humano, personal o estructuralmente, es ajeno a la espiritualidad. Desde todos los puntos de vista, y desde contextos muy diversos, podemos contribuir a pulir el concepto de espiritualidad.

1. PROBLEMÁTICA PSICOLÓGICA - En un orden lógico, el primer problema que cabe destacar es el de posibles motivaciones inconscientes de las que surge una CEB. La comunidad, por esta razón, puede estar ya en principio bloqueada o puede estar encauzada. La pregunta clave que tiene que hacerse la comunidad, en este sentido, es la siguiente: ¿Qué mundo psicológico manifiesta la comunidad o de cuál es producto?".

Otro problema, origen de muchas quiebras (siempre en el aspecto psicológico), es la heterogeneidad de la comunidad. Conviene no olvidar que esta heterogeneidad se da incluso allí donde se ha buscado y deseado la homogeneidad. Porque la heterogeneidad no está tanto en los elementos externos, que sin duda son elementos de diferenciación psicológica, como en la diversidad de otro tipo más íntimo. En este sentido, las comunidades confiesan con naturalidad: "Hemos tenido las dificultades de orden interno que puede tener cualquier grupo que se integra de personas de distinto carácter, formación, disposición y sexo. Otro condicionamiento, quizá complementario, es el de las relaciones interpersonales. Como se sabe, éste es el elemento central en la vida de todo grupo primario —y una comunidad lo es—. Toda comunidad aspira a una íntima participación interpersonal, e incluso el movimiento moderno, más moderno cuanto más compuesto por jóvenes —que son quienes más abundan en las CEB—, acentúa más esta comunidad total. Además de los problemas, incluso de índole moral, que esta tendencia plantea", es evidente que la consecución de esta meta implica una caída radical de las propias barreras no sólo de inhibición, sino incluso muchas veces de intimidad. Y esto es muy difícil de lograr técnicamente. Sobre todo en ambientes cultivados, que también debieron ser propicios a las CEB —y también lo son de hecho—, aunque no sean los preferenciales

A esta problemática, de tipo general, aunque no por ello menos importante, habría que añadir, dentro del aspecto psicológico, otras dificultades más concretas. Se piense, por ejemplo, en la figura del líder. Es una cuestión vital, que acentúa su dificultad cuando se entra en el mundo eclesial. Las CEB que fácilmente se han visto sin líderes jerárquicos —y que en cierta manera han nacido de su escasez, o han tenido o querido caminar un poco sin su compañía—han tenido que confesar que aquí estaba una de sus dificultades centrales, y que no logran superar. Porque la figura del líder es muy compleja e implica resortes psicológicos y culturales que no se improvisan.

Para superar estas dificultades se ha acudido a las más modernas técnicas psicológicas, psicosociológicas o socio-psicoanalíticas. Ello no ha contribuido siempre a la solución de los problemas que plantea la convivencia. Y no sólo en cuanto no se está de acuerdo en el momento en que debe utilizarse el planteamiento técnico de la comunidad: si en los comienzos, para que la comunidad nazca sana, o al final, cuando la comunidad ha encontrado un centro de atracción, sino quizá, sobre todo, porque hay aspectos de una vida en los que la técnica, una cierta técnica, revela las deficiencias y limitaciones de toda andadura humana. Con frecuencia las CEB han tenido que romperse porque en su seno ha nacido, a pesar de toda la buena voluntad, un nuevo fruto, que es la herida incurable en la gama de sentimientos internos que hace insufrible la convivencia seria y profunda.

2. PROBLEMÁTICA SOCIO-POLÍTICA - Aspecto este de suma importancia, y progresivamente más interesante desde el momento en que se asumen ya con naturalidad en la vida cristiana y en la espiritualidad las mediaciones políticas [>Mediaciones]. Es un dato reciente, que no puede quedar al margen de la consideración espiritual por más tiempo.

Tres son las ideas en torno a las cuales parece girar todo el comportamiento socio-político de las CEB:

a) La primera idea es la del compromiso cristiano. Las CEB no aceptan una especie de gueto ideológico, en el sentido de que existan para encarrilar su vida espiritual en los momentos de las reuniones que celebran. Las reuniones fuertes son necesarias, imprescindibles, pero no están cerradas a la vida. La vida es el desarrollo normal en el mundo de esas mismas reuniones. Por otra parte, las CEB han abandonado la dicotomía cuerpo y espíritu, orden material y espiritual, religioso y profano, etc. Intentan "traducir la palabra de Dios en los actos de cada día". Quieren que esta palabra ilumine todas sus acciones y actuaciones, e intentan, abierta o solapadamente, llevar esta iluminación a todo el mundo.

b) La segunda idea es la preocupación por la política y el despego de lapolicracia". Las CEB no quieren ser un partido político, ni nuevo ni viejo. Es evidente que pueden tener, y tienen, sus preferencias en cuanto a los políticos, pero no las tienen en cuanto policratas. Esto es al menos lo que ellas dicen, y a su testimonio nos atenemos una vez más.

c) La tercera idea es ésta: las CEB son una instancia crítica de la sociedad. Es decir, las comunidades cristianas de base, partiendo del Evangelio, leído en las mediaciones reales de la existencia, se han formado una idea acerca del modo concreto de llevar adelante la sociedad y están dispuestos a contestar cualquier criterio o realización que no vaya de acuerdo con esas ideas o programa. Más aún, convencidos de que la fidelidad al Evangelio les pide que sean intransigentes a la hora de juzgar ciertos programas y actuaciones, no admiten fácilmente las componendas que los poderes de este mundo establecen para que las cosas no cambien, renunciando así a lo que debe ser encarnación progresiva del Reino de Dios, que se predica y debe actuarse especialmente en los pequeños y los pobres en la liberación de sus múltiples ataduras.

Estas ideas han propiciado a las CEB unas acusaciones sociales que se perpetúan, sobre todo en las naciones en que la política es más sórdida y oscura, más ligada a la corrupción casi permanente de sus estructuras, y que suelen coincidir precisamente con las de confesionalidad más católica, lo que aumenta la rabia y rechazo profundo de las comunidades cristianas de base. En esto América Latina tiene la parte más importante.

Las fuerzas socio-políticas han sabido catalizar la contestación de estas comunidades por el camino de la acusación comunista. Las acusarán de "agitadores comunistas", cosa no siempre falsa, al menos en las palabras, ya que las mismas comunidades confiesan, a veces, tener "aspiraciones cristianas y marxistas", o que sus miembros "frecuentemente están marcados por el marxismo y, en general, por el ideal revolucionario". Otras muchas veces no sucede esto, aunque casi siempre pueda decirse que profesan ideas de izquierda, unas ideas que no sólo se profesan compatibles con el espíritu del Evangelio, sino que se presentan como las únicas que responden al Evangelio, o que al menos son perfectamente compatibles con él.

3. PROBLEMÁTICA ECLESIAL - Hay que recordar en este momento que las CEB, precisamente por ser cristianas, con quienes más relaciones mantienen es con la Iglesia institucional.

Por eso no es extraño que su principal problemática —sea o no la más abundante— sea la eclesiástica o eclesial. Y también la más enrarecida, al menos en muchas circunscripciones, a pesar de las "generosas" muestras de afecto de muchos obispos y la "benévola" aceptación de las mismas por altas instancias de la jerarquía".

Es cierto que no todas las CEB son idénticas. Pero sería difícil no constatar un denominador común. A pesar de que alguien haya podido decir desde dentro de estas comunidades: "Conozco comunidades que viven plenamente de acuerdo con la jerarquía y la parroquia' —expresión que ya encierra una amplia negatividad—, otros testimonios, probablemente más históricos y sociológicamente más importantes, señalan: "En casi todos los lugares surgen grupos espontáneos que, por lo general, no tienen en común más que su rechazamiento de las instituciones eclesiales tal cual son, expresado de maneras diferentes". Hay comunidades concretas que no tienen reparo en confesar: "Todos somos personas al margen de las iglesias existentes'.

El origen de esta contestación eclesial, casi siempre fuerte, aunque no uniforme, está en el descubrimiento de un nuevo rostro de la Iglesia y del cristiano. Este descubrimiento, en un ambiente ya de por sí contestatario como el de los tiempos modernos —sobre todo frente a los órganos presidenciales de cualquier tipo de sociedad—, produce "un juicio crítico a menudo implacable"". Esto no quiere decir que se pueda hablar de rupturas públicas, inmediatas y masivas. Las rupturas, desgraciadamente —porque la ruptura es siempre destructora—, se dan. Pero, en general, antes han mediado "repetidos intentos de actuar dentro de las estructuras establecidas"

Tres son las acusaciones fundamentales lanzadas contra la Iglesia y de donde surgen los problemas:

a) Convivencia con los poderes injustos, tanto de la política, de la economía como de cualquier otra fuerza social de mantenimiento de las estructuras opresoras de clases menos pudientes y más abandonadas secularmente.

b) Grave deficiencia en su misión evangelizadora al no transmitir a los hombres su esencia misionera y salvadora universal: "La Iglesia, en la medida en que ha perdido su capacidad de conversión incesante y de auténtica evangelización, se ha ido conformando insensiblemente con un `bautizo superficial —pero tremendamente eficaz como sanción sacralizante— de la ideología socio-política dominadora de Occidente y del paganismo servil y fatalista de los pueblos aborígenes".

c) Mantenimiento a ultranza de estructuras caducas de la Iglesia, con el consiguiente desfase de la normativa eclesiástica y la permanente vivencia de ideas y cuadros del pasado.

Es quizá esta tercera acusación la más repetida y desmenuzada, sobre todo en América Latina, donde las estructuras eclesiales son radicalmente incapaces —incluso por falta elemental de medios y personal— de seguir el amplio movimiento de las CEB. Nos detenemos a enumerar algunas de las críticas, generalmente acompañadas de propuestas y a veces de realizaciones consumadas ante el silencio de las autoridades eclesiásticas:

- Ataque a la presencia aún inquisitorial y totalitaria de los obispos, quienes hacen y deshacen, quitan y ponen a su antojo, amparados en un discutible derecho divino, que ignora las más elementales formas democráticas en que civilmente se vive o por las que se suspira —según los lugares en que estas comunidades están asentadas— y trabaja denodadamente.

- Fuerte rechazo de las actuales estructuras de la vida parroquial. La parroquia urbana, en el sentido tradicional, no puede mantenerse ya. Las comunidades de base prescinden de ella por anacrónica.

- Revisión a fondo de la marginación cultual de la mujer, del sacerdocio de los fieles y del estatuto de vida sacerdotal". Es éste un tema profundamente conflictivo, y que lo será más en el futuro. Ya hay comunidades que han comenzado aceptando, sin más, la celebración de sacerdotes casados —evidentemente como presidentes—.

- Libertad profética en la celebración de los sacramentos y muy especialmente en la celebración de la Eucaristía. En general, se piensa que se puede hacer lo que se quiera, con tal que lo que se quiera esté bien hecho. Es una libertad que existía en la primitiva comunidad cristiana, que se fue perdiendo por un sentido de uniformidad universal y de comunión vista jurídicamente. Las eucaristías piratas —tan frecuentes— tienen su encarnación más importante en las CEB.

- Intercomunión cristiana. Nuevos y profundos, aunque quizá incompletos, aspectos de la comunión eucarística postulan, en las CEB ecuménicas —que son muchas—, una profunda revisión de las normas vigentes.

La lista de problemas es amplia; y no podría decirse que es sencilla o de escaso valor. Prácticamente se pone en juego casi toda una institución secular, tímida ante los cambios, y difícil en el aggiornamento.

4. PROBLEMÁTICA ESPIRITUAL - Para un diccionario de espiritualidad —lo insinuábamos antes— esta problemática es fundamental. Indicábamos también antes, y queremos acentuarlo ahora, que nada de lo que precede es ajeno a una espiritualidad que quiera no ser abstracta o aérea, más destinada a los pájaros o los ángeles que a las personas de carne y hueso, presentes en un mundo concreto que juega con realidades [>Historia de la espiritualidad].

Y es precisamente en esta visión amplia y concreta, realista y personal de la espiritualidad donde podemos constatar sin complejos, desde la fe cristiana, una dimensión más, la dimensión trascendente, que se incorpora y ensambla con las restantes, configurando al nuevo cristiano, que tampoco aquí quiere hacer dicotomías ni andar chato por la vida.

Nos parece que los aspectos más importantes de esta dimensión pueden ser los siguientes:

a) Abiertos al Espíritu Santo. Hay dos hechos importantes en las CEB que dicen una íntima relación con la presencia del Espíritu en su interior. El primero es la relación de estas comunidades a las primitivas comunidades cristianas, nacidas el mismo día de Pentecostés al soplo del Espíritu. Muy poco tendrían que haber penetrado en ellas —en contra de lo que son sus múltiples referencias— para no captar el puesto que concedían al Espíritu Santo, principio, sostén y guía de las mismas". Esta ignorancia es improbable en un tipo de vida que, como veremos, dedica sus primeras energías al conocimiento de la palabra de Dios.

El segundo hecho es la referencia de estas comunidades al concilio Vat. II,como ya dijimos. Independientemente de la pobreza o riqueza pneumatológica del concilio, es evidente que ciertas afirmaciones y el reconocimiento de los carismas del Espíritu suponen una primera piedra de importancia. El hecho mismo de que muchos conozcan a esas comunidades con la denominación de "grupos proféticos" ya dice algo. Antes del concilio hubiera sido una expresión insólita. Admitida y exaltada la dimensión "profética" de todo cristiano, ya es otra cosa. Y no puede olvidarse la relación que todos instintivamente establecemos entre profetas y Espíritu Santo, que habló por ellos.

Pero, indudablemente, la prueba más patente e importante de la apertura de las comunidades al Espíritu es la conciencia de las mismas comunidades. Estas han nacido unas veces al observar "una Iglesia más preocupada por el cumplimiento del derecho canónico que por el soplo del Espíritu". Otras veces tienen ellas mismas la convicción de que nacen "en la emulación de los diferentes llamamientos del mismo Espíritu", de que "se está realizando una obra del Espíritu"; "yo me pregunto —dirá un tercero— si el Espíritu no nos está invitando de este modo a desarrollar nuestra noción de Iglesia". Hay, pues, conciencia del Espíritu en el nacimiento de las comunidades, y la hay también, que es más dificil y significativo, en la muerte de las mismas: "Después de madura reflexión y de haber orado al Espíritu, se decidió poner fin a las actividades de la fraternidad".

Es al Espíritu a quien se acudirá para pedir comprensión frente a situaciones que sin él no son comprensibles. Una persona que informa sobre el intento de vida comunitaria de una religiosa juntamente con dos mujeres divorciadas (con tres niños cada una), puede escribir estas palabras: "Como estáis acostumbradas a ver al Espíritu soplar donde él quiere, nada os podrá asombrar. Nacimientos duros, defunciones penosas, que nacen y mueren por y para el Espíritu. Y comunidades que continúan existiendo por el mismo Espíritu: "¿Cómo podrían continuar amando y sirviendo si no estuvieran convencidos de que su trabajo ha de continuar mientras el Espíritu tenga necesidad de ellos?".

Parece que la presencia del Espíritu es fuerte en las mismas reuniones, no siempre fáciles, de unas comunidades que tienen que habérselas con los difíciles problemas que antes hemos enumerado en los diversos cambios: "Las reuniones, tanto a nivel de responsables como a nivel de una pequeña comunidad, nos enseñan que los resortes humanos no son los únicos que están en obra, sino que entra en acción por todas partes la fuerza de Dios, que es el Espíritu Santo". Nada tiene de extraño, en este ambiente, que pueda decirse con una conciencia serena y convencida: las CEB son un "humilde fenómeno suscitado por el Espíritu".

b) Encuentro con la Palabra. Los miembros de las comunidades, y sus dirigentes, captan pronto la superficialidad con que el cristiano entiende sus valores fundamentales y la insuficiencia cristiana con que este hombre puede enfrentarse a la vida desde una perspectiva evangélica. Y se pone manos a la obra rápidamente. La prueba más clara aparenta ser las discusiones de grupo, pero no lo son (aunque no se niega ese valor formativo que tienen). La mejor prueba es el-catecumenado cada vez más exigente y presente desde sus comienzos en las comunidades de base80. Por eso, quizá no esté lejos de la verdad quien dice, hablando de estas comunidades, que "su fuerte es la formación", o que en ellas se da un verdadero "bombardeo intelectual". Y, desde luego, se concede mayor importancia a la palabra que al sacramento.

La palabra es leída desde la vida y para la vida; no desde la abstracción y para la abstracción: "Para nosotros, la fe está en la aceptación del mensaje de Jesús. Lo que pasa es que ese mensaje se entiende desde la vida. "Se trata de releer el Evangelio a partir de la vida real. Se pretende contrastar la fe con la propia experiencia, "buscar el modo de resolver los problemas de la sociedad partiendo del Evangelio', formarse unos "criterios [que] han surgido de la confrontación Biblia-vida"". Por eso dentro de la general valoración y estima de la Palabra de Dios, tiene todas las preferencias una "profundización de los temas evangélicos inherentes a nuestro tipo de vida.

Es cierto que no todas las CEB se acercan a la palabra de Dios con el mismo bagaje e idéntica metodología. Hay comunidades que pueden dar la impresión de que van a acabar especulando e ideologizando el cristianismo. Cabe, no obstante, observar una seria diferencia entre el acercamiento de estas comunidades y el de las personas que pasan por científicas, sin más. Copiamos un testimonio que creemos de interés y que puede representar acercamientos serios, no especulativos: "Había que empalmar con la cultura profana y tratar de interpretarla a la doble luz de la palabra evangélica y de la experiencia vital del pueblo, del que frecuentemente los grandes pensadores no son más que sus catalizadores. Aspirábamos a ir construyendo sin prisa, y con ayuda de otras comunidades, una cosmovisión en la que entraran, sin confundirse, pero sin separarse, los conocimientos científicos, filosóficos y teológicos, como tres modos legítimos e independientes de acercarnos a la realidad (...). En todo nuestro estudio..., es Cristo quien da sentido a toda nuestra visión del mundo, el hombre y la historia, y a la vez quien nos revela el contenido último de la existencia, como Dios-para-nosotros, y cuyo nombre es comunión". Independientemente de la actitud que se adopte ante las CEB o ante algunos aspectos de las mismas, es evidente que este programa de acercamiento a la palabra de Dios dista mucho de acercamientos abstractos o puramente "científicos".

c) "Oración comunitaria" y "eucaristía doméstica". La oración, cuyo centro cristiano es la eucaristía, es un "punto de convergencia de la mayor parte de los demás aspectos del complejo fenómeno religioso". Secularmente se tiene como manifestación de un espíritu cristiano profundo y hondo, que puede caminar adelante, cualesquiera que sean los problemas en los que uno viva envuelto. Ante la imposibilidad de enumerar aquí otras muchas dimensiones espirituales, hemos creído interesante detenernos en este aspecto, que para la espiritualidad, en cualquiera de sus comprensiones, tiene indudable importancia.

Ciertamente hay comunidades más contemplativas, como también comunidades que, sin serlo especialmente, conceden una gran importancia a la oración. Pero puede afirmarse que la oración, sobre todo en su dimensión comunitaria, está presente en las CEB. Llegan momentos en que la comunidad confiesa con naturalidad: "Orar era una necesidad. Como se confiesa la "necesidad de frecuentes encuentros", se afirma también la necesidad "de la oración, porque Dios es el primero en la comunidad y es él quien le da sentido'. Ante posibles tentaciones de retraimiento, los más lúcidos mentores de estas comunidades no han dudado en afirmar: "Las comunidades de base que no cultiven un auténtico espíritu de oración individual y colectiva, no solamente ponen en peligro su identidad cristiana, sino que hacen un pésimo servicio a los intereses revolucionarios de la base tour court". Y no se trata de una oración seca ni de una oración puramente horizontalizada; al menos en los origenes de estas comunidades. No deja de ser curioso que ha sido precisamente en estos ambientes donde ha germinado y nacido un concepto de oración cristiana que hoy llama la atención y que puede ser firmada por la teoría y experiencia cristiana más decantada: "La oración es una experiencia de gratuidad". Quizá muchos, que han mirado a las comunidades de base con ojos superficiales (e incluso comunidades en sí superficiales), no pensaron que esto fuera así. Pero lo es.

Y dentro de esta oración, el centro es la eucaristía. "Una comunidad cristiana tendrá siempre necesidad del sacerdote y, sobre todo, si la comunidad es ferviente, de la celebración eucarística". No debe confundirse la fuerte resistencia de estas comunidades a la concepción tradicional de los ministerios —como antes indicábamos— con la actitud claramente positiva e ineludible de la presencia del sacerdote en ella. Hay muchas comunidades de base que no tienen sacerdote, sobre todo en América Latina. Pero su ausencia no se debe a una actitud de rechazo, sino a la indigencia ministerial y falta de sacerdotes. Precisamente si son estas comunidades las que se ponen con tanta dureza, es porque estiman que esa presencia es decisiva y no ven la posibilidad tradicional de tenerla.

¿Cómo es la eucaristía de las CEB? No hay esquema fijo y único, sin duda. El gran pluralismo que se observa en otros aspectos de las comunidades de base tiene también lugar aquí. No obstante, tres parecen ser las características predominantes:

• Naturalidad y realismo en los símbolos. "El pan es pan; el vino, vino, del que se compra en la tienda y se bebe en las comidas; el lugar, el comedor, donde se hace la vida de familia y se tienen las reuniones con los militantes del barrio".

• Carácter profético de la palabra. La palabra es muy importante en las CEB. Pedro Palabra se llama a Pedro Casaldáliga. Y la liturgia de la palabra también lo es. El Evangelio en Solentiname puede darnos una idea de cómo es esta liturgia de la palabra. Podemos hacernos una idea recordando la intervención de E. Cardenal en una de esas eucaristías al comentar Lc 23,27: "Le seguía mucha gente, y muchas mujeres que lloraban y gritaban de tristeza por él". Decía Cardenal a aquella gente sencilla con quien compartía la palabra: "Esas mujeres eran revolucionarias, y por eso se llegaron a meter allí y a solidarizarse con él. Y entre ellas iba su madre, la más revolucionaria de todas. Ella fue la que durante su embarazo había dicho: 'Los poderosos serán derribados de sus tronos, y serán exaltados los humildes, los hambrientos serán llenados de bienes, y a los ricos se dejará sin cosa alguna'. Ella era revolucionaria y comunista antes que naciera Jesús. Esas ideas ella las había recibido de los profetas de la Biblia. Y esas ideas las mamó Jesús junto con la leche'.

• Carácter pascual. La eucaristía es la conmemoración de la muerte y resurrección de Jesús como centro y símbolo de la presencia salvadora de Dios en el mundo. A esta experiencia tiende toda comunidad cristiana viva. La eucaristía es una profesión de fe cristológica, y en toda confesión cristológica es la Pascua la que se convierte en principio y lectura de la persona y la vida de Jesús. Esto lo exalta quizá sobre todo la cristología de América Latina por su preocupación por no desconectar la Pascua de los misterios de la vida de Cristo, peligro que parece ser corriente.

Quedan otros muchos aspectos relacionados con las CEB, porque éstas han removido prácticamente todas las aguas embalsadas durante siglos. Pero creemos que lo que precede presenta una panorámica suficiente.

Conclusión

Esquemáticamente hemos seguido este fenómeno posconciliar, que contesta una vida cristiana dormida, al tiempo que añora, busca, prueba nuevas dimensiones de la misma. Son muchos los problemas que estas comunidades suscitan, muchas las esperanzas, algunas indiferencias y también algunas condenas.

No vamos a sintetizar lo que precede, porque sintético es cuanto hemos escrito. Nuestra conclusión van a ser unas palabras históricas de la Conferencia de Puebla": "Se comprueba que las pequeñas comunidades, sobre todo las CEB, crean mayor interrelación personal, aceptación de la palabra de Dios, revisión de vida y reflexión sobre la realidad, a la luz del Evangelio; se acentúa el compromiso con la familia, con el trabajo, el barrio y la comunidad local. Señalamos con alegría, como importante hecho eclesial particularmente nuestro y como 'esperanza de la Iglesia', la multiplicación de pequeñas comunidades. Esta expresión eclesial se advierte más en la periferia de las grandes ciudades y en el campo. Son ambiente propicio para el surgimiento de los nuevos servicios laicales. En ellas se ha difundido mucho la catequesis familiar y la educación de la fe de los adultos, en formas más adecuadas al pueblo sencillo" (629).

Es cierto que América Latina no es Europa. Es cierto que los americanos, por boca de personas sensatas, hablan de las "deficiencias burguesas de las comunidades de base de algunos lugares de Europa". Pero, en el fondo, las comunidades de base de todo el mundo tienen suficientes aspiraciones y experiencias comunes como para que puedan sentirse hermanas.

José Manuel Cordobés

BIBL.—AA. VV., Comunidades de base y ex-presión de la fe, Estela, Barcelona 1970.—AA. VV., Comunidad de base y prospectiva pastoral en América Latina, IPLA, Bogotá 1972.—AA. VV., Comunidades de base, Marova, Madrid 1971.—AA. VV., Comunidades de base y nueva Iglesia, Acción Católica, Madrid 1971.—AA. VV., Comunidades de base, en "Concilium", 104 (1975).—AA. VV., Comunidades Eclesiais de Base, Ceris-Ed. Vozes, Rio de Janeiro-Petrópolis 1973.—Alonso, A, Comunidades eclesiales de base, Sígueme, Salamanca 1970.—Barbé, D, En el futuro, las comunidades de base, Studium, Madrid 1974.—Boff, L, Eclesiogénesis. Las comunidades de base reinventan la Iglesia, Studium, Madrid 1980.—Cardozo, D.M.O, La comunidad de base es familia de Dios, Bonum, B. Aires 1973.—Delespesse, M.-Tange, A, El resurgimiento de las experiencias comunitarias, Mensajero, Bilbao 1971.—Lepage, L. Las comunidades, ¿sectas o fermentos?, Mensajero, Bilbao 1972.—Marins, J, La comunidad eclesial de base, Bonum. B. Aires 1969.—Marine, J, Comunidad de base y civilización técnica, Bonum, B. Aires 1972.—Tamayo-Acosta, J. J., Un proyecto de Iglesia para el futuro en España, Paulinas, Madrid 1978.—Useros Carretero, M, Cristianos en comunidad, Sígueme, Salamanca 1970.—Vela, .1. A, Las comunidades de base y una Iglesia nueva, Guadalupe, B. Aires 1969.