APOSTÓLICO/ APOSTOLICIDAD

En el credo se profesa que la Iglesia es «apostólica». El significado de esta calificación hay que buscarlo en el sentido de las palabras «apóstol» (>Apóstoles) y >«sucesión apostólica». En sentido amplio, puede decirse que la apostolicidad consiste en la armonía y comunión con la Iglesia apostólica primitiva. Para algunas Iglesias esto no supondrá más que la aceptación de las Escrituras y las formas de ministerio descritas en ellas; para otras, en cambio, la tradición de la fe y las estructuras, especialmente en lo relativo a los ministerios, será una característica esencial implicada en la noción de la apostolicidad 1. Históricamente, esta última concepción ha estado asociada a los anglicanos, los viejos católicos, los ortodoxos, otros orientales y los católicos; la otra ha sido propia del resto de las Iglesias. En décadas recientes las discusiones ecuménicas han acabado con la concepción estrecha de la apostolicidad como una «nota» de la Iglesia, para adoptar una concepción dinámica que incluye el crecimiento y contempla asimismo la posibilidad del declive. En un documento conjunto, redactado por miembros de la Iglesia ortodoxa y de la Iglesia católica, se llega al consenso siguiente: «"La Iglesia es apostólica" no es sólo una afirmación de hecho, sino que es también un objeto de fe (creo...). Como el acontecimiento de Cristo, esta apostolicidad es un don de Dios dado de una vez para siempre; su contenido no depende de lo que nosotros hagamos» 2. Tiene una dimensión histórica y otra escatológica 3, ambas basadas en el papel asignado por Cristo a los apóstoles. Por eso la apostolicidad, tal como se manifiesta en la eucaristía..., pertenece a la Iglesia en su realidad presente 4. El depósito apostólico no es un objeto inerte, sino una confesión viva, por la que cada cristiano se apropia en el bautismo la vida apostólica y la fe de la Iglesia 5. Por otro lado, la sucesión apostólica ha de verse dentro de la continuidad de la comunidad en su conjunto en la vida y la fe apostólicas; «la apostolicidad parece consistir más en la fidelidad a la proclamación y misión de los apóstoles que en cualquier forma del oficio apostólico» 6. Por último, el oficio petrino se refleja tanto en la Iglesia local (énfasis de los ortodoxos) como en la Iglesia universal (énfasis de los católicos), pero «no hay contradicción intrínseca entre estos dos aspectos» 7.

Estos avances en la comprensión de la apostolicidad pueden encontrarse en otras discusiones entre distintas Iglesias: algunos ponen más insistencia en la dimensión misionera de la Iglesia apostólica, que participa en la misión universal encomendada por Cristo a sus apóstoles (Mt 28,18-20); otros ponen mayor énfasis en la dimensión pneumatológica 8. Entre los documentos de diálogo destaca por la autoridad de sus participantes la Declaración de Lima Bautismo, eucaristía y ministerio (1982) 9. El capítulo cuarto sobre el ministerio, Sucesión en la tradición apostólica, afirma en el parágrafo 34, La tradición apostólica en la Iglesia: «La tradición apostólica en la Iglesia significa continuidad en las características permanentes de la Iglesia de los apóstoles: testimonio de la fe apostólica, proclamación e interpretación viva del evangelio, celebración del bautismo y de la eucaristía, transmisión de las responsabilidades ministeriales, comunión en la oración, amor, alegría y sufrimiento, servicio a los enfermos y necesitados, unidad entre las Iglesias locales y participación de los dones que el Señor ha dado a cada una» 10. Parece claro que la comisión prefirió usar la expresión «tradición apostólica» en lugar de «apostolicidad», pero el párrafo contiene en realidad elementos esenciales de la apostolicidad eclesial 11.

Dada la convergencia en la comprensión de la noción de apostolicidad, el problema más espinoso sigue estando en la sucesión apostólica. Pero la capacidad de los dos tipos de Iglesias «protestantes» y «católicas» de ver auténtica apostolicidad en la fe, la vida y el ministerio de las otras constituye un logro no desdeñable. La cuestión de la apostolicidad sigue siendo clave, porque se remite en definitiva al plan divino de la redención. El ministerio y el misterio pascual de Jesús han de salir al encuentro de todas las épocas a través del don pentecostal del Espíritu 12. Pero la apostolicidad designa el modo en que accedemos a este misterio y participamos en sus frutos. Forma parte del plan de Dios que encontremos la salvación en comunidad (LG 9): su gracia se transmite por medio de los hombres, de manera particular aquellos a quienes se ha encomendado el ministerio episcopal (LG 20). Por consiguiente, en su nivel más profundo la apostolicidad designa esta posibilidad de encontrarse en la actualidad con el Misterio a través del Espíritu Santo en una Iglesia entendida como comunidad ministerial que hace de mediadora sacramental del plan divino en la historia.

NOTAS:

1 Y. CONGAR, Propiedades esenciales de la Iglesia, en Mysterium salutis IV 1, 547-609; K. H. SCHELKLE, Discípulos y apóstoles, Herder, Barcelona 1965; S. PIÉ-NINOT, Apostolicidad y ministerio, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona 1998; R. E. BROWN, Las Iglesias que los apóstoles nos dejaron, Desclée de Brouwer, Bilbao 1986.

2 H. M. BIEDERMANN, Apostolizitüt als Gottes Gabe im Leben der Kirche, OstKSt 37 (1988) 38-54; T. FITZGERALD, The Eastern Orthodox-Roman Catholic Statement on Apostolicity, GrOrTR 32 (1987) 191-199.

3 J. M. GARRIGUES-M. J. LE GUILLOU, Statut eschatologique et caractere ontologique de la succession apostolique, RThom 75 (1978) 395-417.

4 H. M. BIEDERMANN, Apostolizitüt als Gottes Gabe im Leben der Kirche, a.c., nn 6-7.

5 Ib, no 8-9.

6 Ib, n 10

7 n 12.

8 Cf F. A. SuLLIVAN, La Iglesia en la que creemos: una, santa, católica y apostólica, Desclée de Brouwer, Bilbao 1995, 177-240; para documentación ver H. MEYER-L. VISCHER (eds.), Growth ín Agreement, Nueva York-Ginebra 1982.

9 A. GONZÁLEZ MONTES, Enchiridion Oecumenicum 1, Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 1986, 888-931.

10 Texto revisado según Ib, 924.

11 F. A. SuLLIVAN, La Iglesia en la que creemos: una santa, católica y apostólica, o.c., 240.

12 Cf Y. CONGAR, Propiedades esenciales de la Iglesia, o.c., 567ss.