ANGLICANISMO Y ECUMENISMO

Desde el siglo XIX la Comunión anglicana ha participado en lo que hoy llamamos ecumenismo. Desde el comienzo del >movimiento ecuménico moderno la presencia anglicana ha sido particularmente activa1. Las distintas iniciativas pueden resultar confusas si no se comprende la complejidad de la misma Comunión anglicana (>Anglicanismo, >órdenes anglicanas).

En 1886 en Chicago la Iglesia episcopal protestante, que era y sigue siendo anglicana, adoptó cuatro proposiciones como «partes inherentes del sagrado depósito (de la fe cristiana)». Dos años más tarde, en la conferencia de Lambeth, fueron ligeramente modificadas y pasaron a ser conocidas como el Lambeth Quadrilateral. No obstante, como indica el preámbulo, estas se entendían como una base sobre la cual podía empezarse a trabajar en pro de la unidad: «Que en opinión de esta Conferencia, los siguientes artículos constituyen una base sobre la cual, con la bendición de Dios, se puede avanzar hacia la reunión en una misma casa: a) Las Sagradas Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, en cuanto que "contienen todo lo necesario para la salvación", y en cuanto que son la norma y criterio último de la fe. b) El credo de los apóstoles, como símbolo bautismal; y el credo niceno, como profesión suficiente de la fe cristiana. c) Los dos sacramentos ordenados por el mismo Cristo, el bautismo y la cena del Señor, celebrados con las mismas palabras usadas por Cristo en su institución y con los elementos ordenados por él. d) El episcopado histórico, adaptado en cuanto a los métodos de su administración a las necesidades de las naciones y los pueblos llamados por Dios a la unidad de su Iglesia». Con el tiempo el Quadrilateral dejó de ser una base sobre la que iniciar las discusiones para convertirse más bien en una base sobre la que fundar la unidad2.

La apertura a las labores ecuménicas en la Comunión anglicana se debe en no escasa medida a su sentimiento de ser al mismo tiempo católica y reformada. En el pasado esto condujo también a la expresión de la «teoría de la rama», latente ya en el joven J. H. >Newman: «Nosotros somos los católicos ingleses; en el exterior están los católicos romanos, algunos de los cuales se encuentran también entre nosotros; en otros lugares están los católicos griegos»3. Expresión más temprana de esto se encuentra en la oración del obispo Lancelot Andrews (+1626) por «la Iglesia católica oriental, occidental y británica». Pero dónde y cuándo se expuso por primera vez la «teoría de la rama» se desconoce. Su forma extrema, consistente en afirmar que la Iglesia de Cristo está constituida parcialmente por las Iglesias católica romana, ortodoxa oriental y anglicana, fue condenada en una carta del Santo Oficio a los obispos ingleses en 18645.

Además de participar en el movimiento Vida y Trabajo desde 1925, en Fe y Orden desde 1927, y en el Consejo Mundial de las Iglesias desde 1948, la Comunión anglicana ha estado implicada en importantes diálogos bilaterales.

En Escandinavia el diálogo con los luteranos empezó en 1909. En la mayoría de los temas doctrinales se han alcanzado acuerdos, y la hospitalidad eucarística es normal (>Intercomunión). En la década de 1980 las discusiones con las Iglesias luteranas, no episcopales, giraron en torno a la noción de episcopé. La sucesión no se ve primariamente como una cadena ininterrumpida de ordenaciones, sino como el mantenimiento de la continuidad de la fe apostólica en el ministerio de la presidencia eclesial6.

Originadas en la misma Iglesia de Inglaterra, las Iglesias metodistas han tenido diferente suerte en sus pasos hacia la unidad con los anglicanos. En las Iglesias del sur de India (1947) y del norte de India (1970), los metodistas y los anglicanos han logrado la unión, junto con otras Iglesias. En dos ocasiones, en 1969 y en 1972, la Iglesia de Inglaterra fue incapaz de ratificar un plan en dos fases para la unión entre anglicanos y metodistas, siendo el problema principal en ambos casos la postura de metodistas y anglicanos acerca del episcopado7. En 1989 se hicieron proyectos para entablar un diálogo bilateral entre la Comunión anglicana y el Consejo Metodista Mundial, con un encuentro que tuvo lugar en Jerusalén (1992).

Ya en 1931 se hizo una declaración manifestando deseos de llegar a una comunión plena entre la Comunión anglicana y los viejos católicos, el «Acuerdo de Bonn», que finalmente fue ratificado por la conferencia de Lambeth en 19588.

El diálogo con las Iglesias ortodoxas orientales (no calcedonianas: algunas armenias, etíopes, sirias e indias) empezó formalmente en 1985 con un encuentro en St. Albans, aunque ya había habido contactos previos entre 1908 y 19209. En 1987 el patriarca copto Shenouda III y el arzobispo Runcie de Canterbury firmaron una declaración conjunta sobre cristología10.

Entre los siglos XVI y XIX hubo diversos contactos entre los anglicanos y los ortodoxos, pero en su mayoría de carácter individual. Entre las dos guerras mundiales se reunió una comisión doctrinal, pero los diálogos oficiales importantes se iniciaron en 1973, dando lugar a dos declaraciones conjuntas relacionadas principalmente con cuestiones acerca de la Trinidad, la Iglesia, la tradición y la espiritualidad11. Los ortodoxos se opusieron fuertemente a la ordenación de mujeres, llegando casi a la suspensión de todo diálogo serio después de 1977. En el encuentro de Nuevo Valamo, en Finlandia (1989), el diálogo fue bautizado con el nombre de Comisión internacional para el diálogo anglicano-ortodoxo.

El diálogo con las Iglesias reformadas (congregacionalistas y presbiterianas) es relativamente reciente. La adhesión a las propias fórmulas confesionales y la ordenación episcopal han sido dos puntos de dificultad. Los anglicanos se han unido a las Iglesias reformadas en las Iglesias del sur y norte de India (1947, 1970). Ha habido numerosos ejemplos de cooperación a lo largo del último siglo entre anglicanos y reformados, con un diálogo internacional (1981-1984)12.

El diálogo con la Iglesia católica romana 13 empezó con las conversaciones de >Malinas. Inmediatamente después del Vaticano II, el arzobispo Ramsey y el papa Pablo VI establecieron la Comisión Internacional Anglicana-Católica Romana (ARCIC) con el objetivo de entablar «un diálogo serio que, basándose en los evangelios y en las antiguas tradiciones comunes, pueda conducir a la unidad por la que Cristo oró».

ARCIC I, que se reunió entre 1970 y 1981 declaró haber alcanzado un «acuerdo fundamental» en torno a la doctrina eucarística, el ministerio y la ordenación; y «cierto grado de acuerdo» en torno a la autoridad y el papado14. La conferencia de Lambeth de 1988 afirmó que las áreas de acuerdo fundamental eran suficientes «para dar el siguiente paso»; las declaraciones sobre la autoridad se consideraban «una base firme para la orientación y desarrollo del diálogo posterior sobre la autoridad». La Congregación para la doctrina de la fe dio una respuesta inicial en 198215, pero la aportación de la Congregación a la respuesta oficial de la Iglesia católica en 1991 fue en varios puntos poco positiva. Aunque reconociendo la labor de ARCIC 1, la respuesta conjunta de la Congregación para la doctrina de la fe y del Consejo pontificio para la unidad de los cristianos fue cautelosa y menos optimista que la de la conferencia de Lambeth16. Se manifestó cierto desencanto ante la incapacidad del Vaticano de reconocer el grado de acuerdo a que había llegado ARCIC; se afirmó también que la respuesta aplicaba una metodología distinta de la usada por ARCIC, sugerida a su vez por el papa Pablo VI y el arzobispo Ramsey17.

En la reunión que tuvo lugar en Canterbury entre el arzobispo Runcie y el papa Juan Pablo II en 1982 se instituyó ARCIC II «para examinar, especialmente a la luz de nuestros respectivos juicios sobre El informe final, las diferencias doctrinales más importantes que nos separan», y «estudiar todo lo que estorba el reconocimiento mutuo de los ministerios de nuestras comuniones». Su primer informe fue La salvación y la Iglesia 18. La respuesta de la Congregación para la doctrina de la fe, aunque positiva, negaba sin embargo que hubiera todavía «acuerdo sustancial» en todas las cuestiones19. El siguiente informe de ARCIC fue La Iglesia como comunión (1991)20.

En el encuentro entre el arzobispo Runcie y el papa Juan Pablo II en 1989 se observó que la admisión de las mujeres al sacerdocio en la Iglesia anglicana (>Feminismo e Iglesia, >Ordenación de mujeres) «obstaculiza nuestra reconciliación, aun cuando, por otro lado, se haya progresado hacia un acuerdo en la fe en torno al significado de la eucaristía y el ministerio ordenado».

Aparte de estos diferentes diálogos a nivel internacional, la Comunión anglicana está implicada en numerosos diálogos multilaterales y nacionales, en todos los cuales se van logrando nuevas áreas de acuerdo. La alianza con otras Iglesias fracasó en la Iglesia de Inglaterra en 1982 por pocos votos; se ha intentado también en otras provincias de la Comunión anglicana, pero sin llegar a obtener resultados notables. Las razones de esto residen en parte en los problemas anglicanos con los ministerios no episcopales, así como en la preferencia dada por la Iglesia anglicana a los avances de la ARCIC21.

En el anglicanismo, como en la mayor parte de las comuniones, el ecumenismo en el ámbito de la Iglesia local se halla muy descuidado; y es en cierto modo de este diálogo y de estas relaciones de las bases de los que se puede esperar la >recepción de los sorprendentes acuerdos obtenidos en el ámbito internacional.

NOTAS:

1 A. GONZÁLEZ MONTES, Enchiridion Oecumenicum, 2 vols., Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 1986-1993; C. GARCÍA CORTÉS, La comunión anglicana y su proyección ecuménica, Diálogo ecuménico 15 (1969) 431452; E. VILANOVA, Historia de la teología cristiana Hl, Herder, Barcelona 1992, 785-790; S. RUNCIMAN (ed.), Anglican Initialives in Christian Unity, Londres 1967; K. SANSBURY, Truth, Uniry and Concord: Anglican Faith in Ecumenical Setting, Londres 1967; M. TANNER, The Ecumenical Future, en S. SYKES-J. BOOTY (eds.), The Study of Anglicanism, Londres-Filadelfia 1988, 379-393.

2 H. R. T. BRANDRETH, en HistEcumMov I, 264-266, n. 265, 2; J. R. WRIGHT (ed.), Quadrilateral at One Hundred, Cincinnati 1988.

3 Sermón 29, noviembre de 1829, Parochial and Plain Sermons 111, Londres 1891, 191-192; cf R. AUBERT, Renacimiento de una Iglesia: Gran Bretaña, en J. ROGIER-R. AuBERT-M. D. KNOWLES (dirs.), Nueva historia de la iglesia V, Cristiandad, Madrid 1977, 207-230.

4 G. V. FLOROVSKY, en HistEcumMov 1, 196, 3.

5 DENZINGER-HÜNERMANN, 2885-2888.

6 Pullach Report 1972, en H. MEYER-L. VISCHER (eds.), Growth in Agreement, Nueva York-Ginebra 1984, 13-34; Niagara Report: Consultation on Episcopé, Londres-Ginebra 1988; G. R. EVANS, Episcopé and Episcopacy: The Niagara, Report, One in Christ 25 (1989) 281-286.

7 J. M. TURNER, Conflict and Reconciliation: Studies in Methodism and Ecumenism in England 17401982, Londres 1985.

8 H. MEYER-L. VISCHER (eds.), Growth in Agreement, o. c., 36-38. Authority and Primacy in the Church (Agreed Statement of the Anglican-Old Catholic Theological Conference), EcumBull 73 (1985) 20-23; G. HUELIN (cd.), Old Catholics and Anglicans: 1931-1981, Oxford 1984; U. VON ARx, Autoritdt und Primat in der Kirche, ein Nachwort zur Entstehung des Textes, IKiZ 80 (1990) 12-15.

9 H. HILL (ed.), Light from the East: A Symposium on the Oriental Orthodox and Assyrian Churches, Toronto 1988.

10 Irénikon 59 (1986) 67; One in Christ 23 (1987) 341-342; cf W. TAYLOR, Convergente in Christology: Amba Bishoi 1990, Sobornost 12 (1990) 80-84; One in Christ 26 (1990) 106-111.

11 K. WARE-C. DAVEY (eds.), Anglican-Orthodox Dialogue: The Moscow Agreed Statement, Londres 1977; Anglican-Orthodox Dialogue: The Dublin Agreed Statement 1984, Londres 1984; H. MEYER-L. VISCHER (eds.), Growth in Agreement o.c., 3959. Cf P. A. BAKTIS, The Dublin Statement: Investigation and Analysis, One in Christ 25 (1989) 169-179; G. DAVEY, The Doctrine of the Church in International Bilateral Dialogues, One in Christ 22 (1986) 134-145; H. WYBREW, The Mystery of the Church in the Dublin Agreed Statement, Sobornost 7 (1985) 52-56.

12 God's Reign and Our Uniry, Londres 1984; cf A. GONZÁLEZ MONTES, Enchiridion Oecumenicum 1, o.c., xxvii-xxix, 1-2 (introducción histórica), 2-120 (documentos); II, 1-3 (introducción histórica); 4-46 (documentos); C. DAVEY, The Doctrine of the Church in International Bilateral Dialogues, a.c., 139-141.

13 B. Y M. PAWLEY, Rome and Canterbury through Four Centuries: A Study of the Relations between the Church of Rome and the Anglican Church, 1539-1981, Londres 1981; M. J. VAN DYCK, Growing Closer Together: Rome and Canterbury, Slough 1992.

14 Relación final, en A. GONZÁLEZ MONTES, Enchiridion Oecumenicum 1, o.c., 10-26 (= Diálogo Ecuménico 25 [19801300-305).

15 Irénikon 55 (1982) 36; A. GONZÁLEZ MONTES, Enchiridion Oecumenicum 1, o.c., 954-955; cf J. RATZINGER, Iglesia, ecumenismo y política. Nuevos ensayos de eclesiológía, BAC, Madrid 1987, 77-115.

16 Catholic International 3/3 (1992) 125-130.

17 A. GONZÁLEZ MONTES, Enchiridion Oecumenicum H, o.c., 600-601; cf E A. SULLIVAN, The Vatican Response to ARCIC I, Gregorianum 73 (1992) 136-147; D. BROWN, The Response to ARCIC 1: The Big Questions, One in Christ 28 (1992) 148-154; G. R. EvANS, Rome's Response to ARCIC and the Problem of Confessional Identity, One in Christ 28 (1992) 155167.

18 A. GONZÁLEZ MONTES, Enchiridion Oecumenicum II, o.c., 4-20.

19 Ib, 777-789 (texto y comentario).

20 Ib, 20-42; C. HILL, The Church as Communion: an Anglican Response, One in Christ 28 (1992) 323-330.

21 R. GREENACRE, Les dialogues bilatéraux dans lesquels la Communion anglicane est engagée, Irénikon 56 (1983) 34-45.