VIRI PROBATI
DicEc
 

La expresión viri probati aparece en la Carta de Clemente (+ 100) a los corintios al tratar de los sucesores de los apóstoles, los cuales «dieron norma para que, si morían, otros hombres probados (dedokmisasmenoi andres) recibieran en sucesión su ministerio» (44,2). Texto retomado por el concilio Vaticano II así: «[Los apóstoles] nombraron a algunos varones y luego dispusieron que, después de su muerte, otros hombres probados (viri probati) les sucedieran en su ministerio» (LG 20).

En la etapa posterior al Vaticano II viri probati se ha convertido en una expresión «técnica» para referirse a los hombres casados, posibles candidatos a la ordenación presbiteral, testigos de una vida cristiana madura y contrastada. Tal realización es augurada como posible, aunque de forma limitada, por algunos teólogos. En un contexto diferente se puede recordar la peculiar situación de la Iglesia católica en la República checa, en la cual se han reconocido un importante número de sacerdotes católicos casados, ordenados antes del 1989 por razón de una situación pastoral de emergencia (Notsituation, según los obispos de aquel país, >República checa e Iglesia «clandestina»). Posteriormente, la instrucción de 1997 sobre las dificultades en la colaboración de los laicos con el ministerio sacerdotal ha suscitado de nuevo esta cuestión en algunos comentaristas. No se trata de poner en cuestión la opción general por el celibato sacerdotal, que mantiene su valor profético y cristológico, sino de posibilitar, quizá, una posible alternativa para situaciones de fuerte necesidad a partir de la seriedad y madurez que pueden representar los llamados viri probati (>Celibato del clero, >Sacerdocio ministerial, >Laicos).