TESTIMONIO
DicEc
 

«El testimonio de vida cristiana es la primera e insustituible forma de la misión. Más aún, el hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y en los hechos que en la teoría» (Redemptoris missio, 42). De hecho la categoría testimonio cristiano reaparece con fuerza en los textos del Vaticano II, ya que los cristianos deben «dar testimonio de aquella esperanza que está en ellos» (GE 2) y por esto se convierte en uno de los motivos dominantes en la reflexión eclesiológica contemporánea. En efecto, la palabra testimonio aparece 133 veces en los textos conciliares, más aún, la misma vocación general a la santidad (cf LG c. V) se traduce frecuentemente en clave de testimonio para evocar el compromiso de toda la vida y de toda la persona en un marco de una relación más interpersonal e interpelante.

La reflexión contemporánea sobre el testimonio pone de relieve sus tres dimensiones: la empírica, ya que la acción de testimoniar reside en reportar lo que se ha visto u oído mediante un relato o narración; la jurídica, ya que el testimonio está dentro de un proceso o de una acción jurídica, y la ética, puesto que el testimonio entraña un sentido ético, a causa de su interioridad, ya que el testigo queda implicado en su testimonio y testimonia en conciencia comprometiéndose públicamente con lo que dice. A su vez conviene discernir la posibilidad racional de un testimonio del absoluto que sea plenamente histórico y así llegar a una reflexión en clave de «metafísica del testimonio».

Por otro lado debe tenerse en cuenta que el testimonio es siempre teológico. Lo que puede variar es el gradode objetivación consciente de la realidad teológica de cada testimonio. De hecho puede existir oscuridad tanto por parte del testigo como por parte de quien lo ve. Pero la interpretación cristiana atribuye validez objetiva al testimonio, a pesar de que pueda no haber exacta correspondencia entre lo atestiguado y la vida del testigo. Y esto porque tal testimonio se realiza en el interior de una comunidad, como testimonio de esta comunidad, que en su conjunto realiza aquello que atestigua. La «santa Iglesia» es, según la comprensión cristiana, el presupuesto de que el testimonio de la Iglesia —aun cuando sea realizado por un individuo «indigno»—es realmente testimonio, es decir, realiza aquello que atestigua.

Así pues, el testimonio aparece en el marco de la relación interpersonal y acoge los interrogantes sobre el valor y el sentido global de la vida. Además aparece con una dimensión no sólo empírica y jurídica, sino también ética y, a su vez, trascendente-teológica que se puede discernir en su realidad viviente a través de indicios, signos, huellas... He aquí en síntesis un texto paradigmático de la Evangelii nuntiandi: «La buena nueva debe ser proclamada, en primer lugar, mediante el testimonio. Supongamos un cristiano o un grupo de cristianos que, dentro de la comunidad humana donde viven, manifiestan su capacidad de comprensión y de aceptación, su comunión de vida y de destino con los demás, su solidaridad en los esfuerzos de todos en cuanto existe de noble y bueno. Supongamos que irradian de manera sencilla y espontánea su fe en los valores que van más allá de los valores corrientes y su esperanza en algo que no se ve ni osarían soñar. A través de este testimonio sin palabras, estos cristianos hacen plantearse, a quienes contemplan su vida, interrogantes irresistibles: ¿Por qué son así? ¿Por qué viven de esa manera? ¿Qué es o quién es el que los inspira? ¿Por qué están con nosotros? Pues bien: este testimonio constituye ya de por sí una proclamación silenciosa, pero también muy clara y eficaz, de la buena nueva. Hay en ello un gesto inicial de evangelización. Son posiblemente las primeras preguntas que se plantearán muchos no cristianos... Todos los cristianos están llamados a este testimonio y, en este sentido, pueden ser verdaderos evangelizadores» (EN 21).

«Y, sin embargo, esto sigue siendo insuficiente, pues el más hermoso testimonio se revelará a la larga impotente si no es esclarecido, justificado —lo que Pedro llamaba dar "razón de vuestra esperanza" (lPe 3,15)—, explicitado por un anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús... No hay evangelización verdadera mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios» (EN 22).

No es extraño pues que en el Sínodo sobre el Concilio de 1985 se afirmara en clave eclesiológica que «la Iglesia es más creíble si da testimonio con la propia vida... La Evangelización se hace por testigos, pero el testigo no da sólo testimonio con las palabras sino con su vida. No debemos olvidar que en griego testimonio se dice martyrium». Con esta orientación, pues, la categoría testimonio se convierte también en clave para la Eclesiología, especialmente en su perspectiva de >Eclesiología fundamental, con sus reflexiones sobre la >Iglesia: ¿por qué?, y sobre la >credibilidad de la misma Iglesia.