INQUISICIÓN
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La inquisición fue una persecución jurídica de la herejía por medio de tribunales eclesiásticos especiales. Empezó gradualmente y escribió algunas de las páginas más vergonzosas de la historia de la Iglesia. En el siglo XII hubo muchas herejías, especialmente la de los >cátaros, y su retoño la herejía >albigense. No se trataba ya de unos cuantos individuos, sino de amplios movimientos. La reacción inicial de la Iglesia fue predicar en contra de ellos, incluso mantener debates. Con el concilio local de Tours (1163) se inició la política de persecución de los herejes, yendo en su busca en lugar de esperar a que fueran denunciados. La herejía no sólo se consideraba como una amenaza a la doctrina de la Iglesia y a la unidad de su organización, sino también una amenaza civil contra el Estado. Bajo Inocencio III (1198-1216) empezó a calificarse la herejía como un acto de traición. En el siglo XIII se nombraron inquisidores, la mayoría de ellos de las órdenes dominicana y franciscana, aunque también los había seculares. De hecho dependían exclusivamente del papa. Durante el siglo siguiente serían frecuentes los manuales para los inquisidores. En el IV concilio de >Letrán (1215) se decretó que era obligatorio perseguir la herejía, y que los obispos o señores seculares que se opusieran se verían sometidos a penas canónicas; sin embargo, el concilio de >Vienne estableció determinados controles.

A comienzos del siglo XIII se impuso la costumbre de entregar al brazo secular para que los castigara —a menudo con la hoguera— a los que habían sido encontrados culpables de herejía por el tribunal del obispo o del inquisidor. En 1231 Gregorio IX aceptó estos procedimientos. En años posteriores se fueron añadiendo otros elementos deplorables: la tortura y los castigos de infamia, destierro, pérdida de derechos civiles y políticos y la muerte. Un aspecto particularmente oneroso era la demanda de que el acusado probara su inocencia frente a acusaciones a menudo secretas y sin la posibilidad de una representación legal y una réplica efectivas. Aunque el escándalo de la inquisición medieval no tiene justificación, acaso pueda entenderse en su contexto, constituido por una cristiandad en la que estaban ligados la unidad de la fe y el orden social: un ataque contra la primera era también una amenaza contra el segundo.

La inquisición continuó existiendo en muchos lugares de Europa durante la Edad media tardía. Sufrió varias reformas, una especialmente bajo el pontificado de Clemente V (1305-1314). Fue mucho menos activa a mediados del siglo XV. Pero Pablo III (1534-1549) en 1542 estableció la Congregación de la inquisición como tribunal de última instancia para los casos de herejía; se le dio también el nombre de Santo Oficio. Aunque fundado para asegurar la pureza doctrinal, pronto se convirtió en un tribunal para las ofensas morales, y la frecuencia con que decretó la pena de muerte fue grande. Fue particularmente activa en la segunda mitad del siglo XVI. El caso de Galileo no fue un caso típico de la Inquisición. Fue juzgado y condenado por desobediencia a un supuesto mandamiento judicial del Santo Oficio. Si hubiera sido juzgado por herejía y encontrado culpable, no se le habría dado un castigo tan leve como el arresto domiciliario en su villa cerca de Florencia. La Inquisición llegó a extenderse hasta la India, y fue activa en Goa desde1560 hasta 1812: lo mismo que en América, se usó frecuentemente para proteger los derechos de patronato, y quizá actuó más en casos tales como supuesta brujería que en casos reales de herejía.

La Inquisición española fue de distinto tipo: fue promovida por el Estado en las personas de Fernando V e Isabel, y fundada en 1479 con la aprobación del papa. Iba dirigida originariamente contra los judíos —llamados «marranos»— que se habían bautizado, pero de los que se sospechaba que habían vuelto a sus antiguas prácticas. Se usó también contra los «moriscos», los moros que habían sido bautizados a la fuerza. Más tarde iría dirigida contra los protestantes y los >alumbrados. Este último objetivo hizo que personas de honda espiritualidad, como los místicos españoles, se vieran amenazados. >Ignacio de Loyola, por ejemplo, estuvo encarcelado cuarenta y dos días, como sospechoso de ser un alumbrado.

La Inquisición española fue activa sobre todo durante el reinado de Felipe II (rey entre 1556 y 1598). Temía la amenaza de los protestantes contra el Estado y que los moros se introdujeran en Europa a través de Granada. Incluso una vez pasado el apogeo de la Inquisición, hubo todavía bajo Felipe V (1683-1746) 782 autos de fe; el último fue en Sevilla en 1781. Abolida en 1808, la Inquisición española fue brevemente restaurada entre 1814 y 1834.

El proceso conducente a la pena de muerte se conoció con su nombre portugués: auto-da-fé; procesión, misa, sermón, lectura de la sentencia y entrega del acusado al poder secular. La autoridad eclesiástica «pedía clemencia» al poder secular, aunque la bula de Inocencio IV Ad extirpanda (1252) establecía duras penas canónicas para las autoridades seculares que no ejecutaban la sentencia de muerte en un plazo de cinco días; muchos verían esta apelación a la clemencia, aparentemente cínica, como un síntoma de los problemas profundos de todo el sistema de la Inquisición. A pesar de todas las concesiones que haya que hacer a las influencias políticas, culturales y religiosas que condujeron al establecimiento y evolución de la Inquisición, no cabe al final sino deplorar su existencia por el modo en que actuó. Es uno de los aspectos más negros de la historia de la Iglesia.