IGLESIAS REFORMADAS
DicEc
 

«Reformadas» es el nombre que suele darse en la Europa continental a las Iglesias que son más calvinistas, ocasionalmente zuinglianas, que luteranas (Eglises reformées, reformierte Kirchen). Ya antes de finales del siglo XVI se llamaba ecclesiae reformatae a las Iglesias calvinistas. En la actualidad la mayoría son >Iglesias presbiterianas en su >sistema de gobierno. Las Iglesias reformadas, aunque reconocen el valor de la Reforma, consideran la Iglesia continuamente necesitada de reforma. El criterio para la reforma, como para la vida entera, es la palabra de Dios.

Las Iglesias presbiterianas constituyeron una organización mundial en 1875, y las congregacionales en 1891; ambas se unieron en 1970 para formar la Alianza Mundial de Iglesias Reformadas (AMIR). Se trata de un organismo que promueve el diálogo ecuménico a nivel internacional.

Aparte de las conversaciones tripartitas sobre los >matrimonios mixtos con los luteranos y los católicos, hay varias conversaciones bilaterales importantes, como las que se mantienen con la >Comunión anglicana (>Anglicanismo y ecumenismo), con los >baptistas, los >discípulos de Cristo, los luteranos (>Iglesias luteranas) y los metodistas (>Metodismo). La primera fase del diálogo internacional con la Iglesia católica se desarrolló entre 1970 y 1977, dando como resultado la declaración La presencia de Cristo en la Iglesia y en el mundo. Se logró el acuerdo en torno a algunas verdades fundamentales: «Hubo completo acuerdo en presentar la eclesiología desde una perspectiva claramente cristológica y pneumatológica, según la cual la Iglesia es objeto de una fe expresa y no puede ser adecuada y completamente descrita desde un planteamiento histórico y sociológico». Debido en parte a la amplitud y variedad de las posiciones reformadas, el informe, más que un documento de consenso, es una exposición clara de los puntos de coincidencia y divergencia.

La segunda fase dio como resultado Hacia una comprensión común de la Iglesia (1990). Se habla allí del pasado y se reconoce la necesidad de una «reconciliación de la memoria». Se logra cierto consenso sobre cuestiones centrales en eclesiología, pero dejando constancia de las divergencias en el modo de concebir la Iglesia: para los reformados, una «creación de la Palabra», y para los católicos, un «sacramento de la gracia». Se expresa la aspiración común a un incremento en la colaboración,al mutuo entendimiento y a la unidad.

Una importante contribución de las Iglesias reformadas al diálogo ecuménico es una teología de la palabra de Dios unida a una actitud crítica frente a la Iglesia, necesitada continuamente de renovación (LG 8).