DESARROLLO
DicEc
 

La idea de desarrollo adquirió mucho relieve en la década de 1960, como puede verse por ejemplo en la celebración en 1964 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Frente a la pobreza del «Tercer mundo» —la expresión data de esta época—, los sociólogos, los economistas y también los teólogos vieron una solución en el desarrollo. Algo del optimismo del desarrollo puede observarse en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo moderno del Vaticano II (GS 63-66, 69, 85).

Pablo VI, en su capital encíclica Populorum progressio (1967), se muestra crítico respecto de una teoría del desarrollo consistente en dejar que las fuerzas del mercado sigan sin más su curso, con la esperanza de que al final también los pobres se beneficien; en economía, la subida de la marea no levanta necesariamente todos los barcos. Acuñó además una frase lapidaria: «Desarrollo, el nuevo nombre para la paz». A los pocos años de la Populorum progressio, escribió Pablo VI un texto que tenía casi la entidad de una encíclica, aunque en forma de una carta abierta al cardenal M. Roy, en conmemoración de la Rerum novarum de León XIII, conocido como Octogesima adveniens. En esta carta había huido ya de este utopismo latente en el documento anterior, mostrando una conciencia mucho mayor de la complejidad de las cuestiones políticas, sociales y económicas.

Aunque pronto iba a hacer su aparición en escena en América latina la >teología de la liberación, extendiéndose luego a Asia y Africa, la visión positiva de la doctrina social católica durante esta fase del desarrollo sigue teniendo validez y sigue estudiándose todavía en Europa y en algunos países del Tercer mundo.