CARTAS DE SAN AMMONAS
Carta I: La salud y el cuerpo[1]
Antes
que nada, queridísimos hermanos, rezo por la salud espiritual de ustedes.
Porque las cosas visibles son temporales, pero las cosas invisibles son eternas
(2 Co 4,18). Ahora veo que su cuerpo es espiritual y está lleno de vida[2].
Ahora
bien, si el cuerpo tiene vida, Dios le dará herencia[3] y ser considerado como
heredero de Dios. Dios le pagar la recompensa de todo su trabajo, porque se
preocupó por preservar todo su fruto con vida, para ser contado como heredero
de Dios. Ahora me alegro por ustedes y por su cuerpo, pues está lleno de vida.
En cambio, aquel cuyo cuerpo está muerto, no ser considerado como heredero de
Dios; más aún, Dios lo acusa cuando habla por el profeta, en estos términos:
¡Grita fuerte, no te detengas, alza tu voz como una trompeta! ¡Hazle conocer a
mi pueblo sus pecados y a la casa de Jacob sus iniquidades! Me buscan día tras
día y desean acercarse a Dios, diciendo: "¿Qué entonces? Hemos ayunado,
y no lo viste. Hemos humillado nuestra alma y no te enteraste" (Is 58,1-3).
Esto
es lo que Él les responde: Porque en los días de su ayuno se les ha encontrado
haciendo su propia voluntad, golpeando a los que están bajo su responsabilidad
y maltratando a sus enemigos; ustedes ayunan para pleitear y pelear. ¡No es
así como hoy ser oída su voz en lo alto! Este no es el ayuno que yo elegí,
dice el Señor; ya puedes inclinar tu cuello como un asno y acostarte sobre el
cilicio y las cenizas, pero no llames a esto un ayuno aceptable (Is 58,3-5).
Este es un cuerpo muerto[4]; por eso el Señor no los escucha cuando le rezan a
Dios, sino que, al contrario, al contrario, los acusa. Y además, respecto de
estos, se dice en el Evangelio: ¡Si la luz que está en ti es tinieblas,
cuantas tinieblas habría (Mt 6,23). El profeta agrega severamente sobre ellos:
Toda su justicia es como el lienzo manchado de una mujer (Is 64,6). Ahora, pues,
es un cuerpo muerto.
Pero
ustedes, queridísimos hermanos, no tienen nada en común con ese cuerpo muerto,
sino que su cuerpo está lleno de vida. Rezo a Dios por ustedes, para que los
custodie, que su cuerpo no cambie, sino antes bien que crezca con ustedes y
aumente en gracia y alegría, en amor fraterno y amor por los pobres, en buenas
costumbres y en todos los frutos de la justicia, hasta que salgan de esta vida y
nos recibamos los unos a los otros en esa mansión[5] donde no hay tristeza, ni
mal pensamiento, ni enfermedad, ni tribulación, sino gozo y alegrías[6],
gloria y luz eterna, paraíso y fruto que no pasa; y que lleguemos[7] a las
moradas de los ángeles y a la asamblea de los primogénitos, cuyos nombres
están inscritos en los cielos (Hb 12,22-23), y a todas las promesas de las
cuales no podemos hablar ahora.
Les
he escrito estas cosas a causa del amor que les tengo, para que se fortalezca su
corazón. Hay todavía muchas (otras) cosas que quisiera escribirles. Sin
embargo, dale ocasión al sabio, y se hará más sabio (Pr 9,9). Que Dios los
preserve de este mundo malvado, a fin de que estén sanos en el cuerpo,
espíritu y alma; que Él les dé la comprensión en todo (2 Tm 2,7), para que
estén libres del error de este tiempo.
Pórtense
bien en el Señor, mis hermanos muy queridos. Todo cuerpo muerto le sobreviene
al hombre a causa del amor de la vanagloria y de los placeres[8].
Notas, 1ª Carta
[1] Se conserva solamente en sirio (nro. 1), georgiano
(nro. 13, inédita), árabe (con el nro. 15) y armenio (con el nro. 2).
[2] El texto siríaco trae cuerpo, en tanto que el
georgiano, el árabe y el armenio leen fruto. La lectura cuerpo es la "lectio
difficilior", que D. Outtier y D. Regnault prefieren. Debe entenderse como
"la renovación del mismo cuerpo por el Espíritu Santo, anticipación de
la condición de resucitado"; Lettres, p. 17, nota 1.
[3] Antonio, Epístola 5,4.
[4] Lo que sigue, hasta el final del párrafo, falta
en la versión siríaca.
[5] El siríaco lee: "Dios nos reciba a cada uno
en esa mansión".
[6] Antonio, Epístola 4,12.
[7] Sirio: "Y que Él nos reciba".
[8] Georgiano, árabe y armenio traen: "Y de los
placeres del cuerpo".
Carta II: La
fuerza y la
alegría del cristiano [9]
¡A
los muy queridos en el Señor, un saludo gozoso!
Si
alguien ama al Señor con todo su corazón y con toda su alma (Dt 6,5; Mt
22,37), y permanece en el temor con toda su fuerza[10], el temor le engendrar
las l grimas, y las l grimas le traer n la alegría. La alegría engendrar la
fuerza y, por ella, el alma dar frutos en todo. Y Dios, viendo que su fruto es
tan hermoso, lo recibe como un perfume agradable. En todas estas cosas Dios se
regocijar en ella =el alma con sus ángeles[11]; y le dar un guardián que la
custodiar en todos sus caminos (Sal 90,11) para conducirla al lugar del
reposo[12], de modo que Satán s no domine sobre ella. Porque cuando el diablo
ve al guardián, es decir la fuerza que está alrededor del alma, huye y no se
atreve a aproximarse al hombre, temiendo la fuerza que está alrededor de él. A
causa de esto, muy amados en el Señor, ustedes, a quienes ama mi alma, yo sé
que son amigos de Dios. Adquieran, por tanto, esta fuerza para ustedes mismos,
de modo que Satán s les tema y puedan obrar sabiamente en todas sus acciones.
Así la dulzura de la gracia vendrá sobre ustedes y aumentar su fruto[13].
Porque la dulzura de la gracia espiritual es más dulce que la miel y que el
panal de miel (Sal 18,11), y pocos[14] monjes y vírgenes han conocido esta gran
dulzura de la gracia[15], excepto algunos pocos en ciertos lugares, porque no
han recibido la fuerza divina[16]. No han cultivado esa fuerza, y por eso el
Señor no se las ha dado; pues a todos los que la cultivan, Dios se las da. Dios
no hace acepción de personas (Hch 10,34), sino que Él la da en todas las
generaciones a quienes la cultivan.
Ahora,
queridísimos, yo sé que ustedes son amigos de Dios y que, desde el momento en
que llegaron a este trabajo =la vida monástica, aman a Dios con todo su
corazón, a causa de la sinceridad de sus corazones. Adquieran, entonces, esa
fuerza divina, para que pasen toda su vida en la libertad, el gozo y la
alegría[17], para que la obra de Dios[18] les resulte fácil. Y esa fuerza que
le es dada al hombre aquí abajo, lo conducir al reposo, hasta que haya
sobrepasado todas las potencias del aire (Efe 2,2). Puesto que hay en el aire
potencias que obstaculizan el camino a los hombres y no quieren dejarlos que
suban hacia Dios[19]. Por tanto, ahora oremos a Dios insistentemente, para que
esas potencias no nos impidan subir hacia Dios, pues en tanto que los justos
tienen la fuerza divina con ellos, nadie puede obstaculizarlos. He aquí como
cultivarla[20], hasta que esa fuerza habite en el hombre: que desprecie todos
los ultrajes y los honores humanos, que odie todas las ventajas de este mundo
que se consideran como preciosas[21] y todos los placeres del cuerpo, que
purifique su corazón de todo pensamiento impuro y de toda la sabiduría vacua
de este mundo, y que pida (la fuerza) día y noche, con l grimas y ayuno. Y
Dios, que es bueno, no tardar en dárselas, y cuando se las haya dado, ustedes
pasar n todo el tiempo de su vida en el reposo y la facilidad; encontrar n
libertad delante de Dios y Él les conceder todas sus peticiones, como está
escrito (Sal 36,4; Mt 21,22)[22].
Hay
muchas otras cosas que quisiera escribirles, pero esto poco lo he escrito por
causa del gran amor que tengo por ustedes. De todo corazón, pórtense bien en
el Señor, honorables hermanos, amigos de Dios[23].
Notas, 2ª Carta
[9] Se conserva en sirio (nro. 2), georgiano (con el
nro. 1), griego (con el nro. 2) y árabe (con el nro. 9).
[10] Sirio y árabe: "Y con toda su fuerza
adquiere el temor".
[11] Cf. Lc 15,10; Antonio, Epístola 3,1.
[12] El sirio dice: "Hasta que se haya
introducido en el lugar de la vida". El comienzo de esta carta se conserva
en copto, en una colección de Apotegmas: Annales du Musée Guimet, t. 25, p. 25
(Lettres, p. 19, nota 2).
[13] Sirio: "La dulzura de Dios, en la medida que
le sea posible, producir fuerza en ustedes". Griego: "Para que la
dulzura de la gracia progrese y aumente su fruto".
[14] Griego: "La mayoría".
[15] Sirio: "Dulzura de la divinidad";
árabe: "Dulzura del amor divino".
[16] Griego: "Porque no han recibido la fuerza
celestial".
[17] Sirio: "Para que puedan trabajar en todo
tiempo con facilidad y alegría". El griego omite "gozo y
alegría".
[18] Sirio: "Toda la obra de Dios".
[19] Cf. Atanasio de Alejandría, Vida de Antonio 65.
[20] Sirio: "El efecto de la obra divina";
georgiano: "Sus obras".
[21] "Que se consideran como preciosas",
omiten siríaco y árabe.
[22] El griego sigue con la carta 3, que es la 4 del
siríaco.
[23] "Honorables hermanos, amigos de Dios",
es la lección del georgiano; sirio: "En toda obra de amor de Dios".
Carta III: La humildad[24]
¡A
los hermanos muy honrados en el Señor, un alegre saludo![25]
Les
escribo esta carta como a grandes amigos de Dios, que lo buscan de todo
corazón. Es a ellos, en efecto, a quienes Dios escucha cuando oran, los bendice
en todo y les concede todas las peticiones de su alma cuando lo invocan. Pero a
quienes se aproximan a Él, no de todo corazón, sino dudando y haciendo sus
obras para ser glorificados por los hombres (Mt 6,2), a éstos Dios no les
escucha sus peticiones, sino que, antes bien, se irrita contra sus obras, porque
está escrito: Dios dispersar los huesos de los que buscan agradar a los hombres
(Sal 52,6)[26].
Ustedes
ven cómo se irrita Dios contra las obras de ellos, y no les concede ninguna de
sus peticiones; al contrario, les resiste, pues no hacen sus obras con fe sino
según el hombre. A causa de esto la fuerza divina no habita en ellos, están
enfermos en todas las obras que realizan. A causa de esto no conocen la fuerza
de la gracia, ni su facilidad ni su alegría, sino que su alma está entorpecida
en todas sus obras como por un fardo. Así son la mayoría de los monjes[27], no
han recibido la fuerza de la gracia que anima el alma, la dispone a la alegría
y le da cada día el gozo que hace arder su corazón en Dios[28]. Porque lo que
hacen, lo hacen según el hombre; de modo que la gracia no ha venido sobre
ellos. En efecto, la fuerza de Dios aborrece a aquel que obra para agradar a los
hombres[29].
Por
tanto, amadísimos, que ama mi alma y cuyos frutos son tenidos en cuenta por
Dios, combatan en todas sus obras el espíritu de vanagloria para vencerlo en
todo. De modo que todo su cuerpo sea agradable y permanezca viviente junto al
Creador, y que ustedes reciban la fuerza de la gracia, que sobrepasa todas estas
cosas. Estoy convencido, hermanos, que hacen todo lo que pueden por esto,
resistiendo al espíritu de vanagloria y luchando siempre contra él. A causa de
ello su cuerpo tiene vida. Pues ese espíritu malvado se presenta ante el hombre
en toda obra de justicia que el hombre comienza, quiere corromper su fruto y
hacerlo inútil, a fin de no permitir[30] que los hombres hagan la obra de
justicia según Dios. En efecto, este espíritu malo combate a quienes quieren
ser fieles. Si algunos son alabados por los hombres como fieles o como humildes
o como misericordiosos, inmediatamente este espíritu malvado entabla una
batalla contra ellos; y ciertamente resulta vencedor, disuelve y destruye sus
cuerpos[31], porque los incita a realizar sus acciones virtuosas con la
preocupación de agradar a los hombres y así pierde sus cuerpos[32]. Mientras
que los hombres crean que tienen algo, delante de Dios no tienen nada[33]. Por
causa de esto Dios no les otorga la fuerza, sino que los deja vacíos, puesto
que no ha hallado sus cuerpos dispuestos para ser llenados, y los priva de la
muy grande dulzura de la gracia.
Pero
ustedes, queridísimos, luchen contra el espíritu de vanagloria y oren siempre,
para vencerlo en todo; de forma que la gracia de Dios esté siempre con ustedes.
Yo pediré a Dios que, en su bondad, les dé esta fuerza y esta gracia[34] en
todo tiempo, pues nada es más excelente que esto[35]. Si ven que el fervor
divino se aleja y los abandona, pídanlo de nuevo y volver a ustedes. Pues ese
fervor es como un fuego que cambia lo frío en su propia naturaleza. Si ven su
corazón repentinamente adormecido en ciertos momentos, pongan su alma ante
ustedes, sométanla al examen de un piadoso cuestionamiento y así,
necesariamente, ella tendrá nuevamente calor y se inflamar en Dios. Porque
también el profeta David, cuando vio su alma agobiada por el dolor habló de la
siguiente manera: Derramé mi alma sobre mí mismo (Sal 41,6), me acordé de los
días antiguos, medité sobre todas tus obras, extendí hacia ti mis manos. Mi
alma, como tierra reseca, suspiró por ti (Sal 142,5-6). Así obró David cuando
experimentó su corazón abrumado y frío, hasta que le devolvió el calor y
recibió la dulzura de la gracia divina[36].
Noche
y día velaba y suplicaba. Hagan también ustedes esto, amadísimos, y crecer n
y Dios les revelar sus grandes misterios.
Que
el Señor los conserve irreprochables y sanos de alma, espíritu y cuerpo, hasta
que los lleve a su propia morada[37] con sus padres[38] que han luchado bien y
han concluido su carrera en Cristo, a quien sea la gloria por los siglos de los
siglos.
[24] Esta
epístola se puede leer en las versiones siria (nro. 3), georgiana (nro. 2),
griega (nro. 6), árabe (nro. 10).
[25] Este saludo
falta en el sirio y árabe. En el griego solamente se lee: "Salud".
[26] En la
Epístola de san Arseno (nro. 68) se encuentra la misma cita bíblica (todo el
versículo); cf. Lettres, p. 112.
[27] Sirio y
árabe añaden: "De nuestra época".
[28] Sirio:
"La dulzura que hace ardiente por Dios el corazón".
[29] Griego:
"Hace sus obras por respeto humano".
[30] Sirio agrega:
"En la medida que puede".
[31] Sirio:
"¿Pero cómo destruye (sus cuerpos) y los somete de modo que pierdan su
propio modo de vida y su virtud? Cuando los incita...".
[32] Sirio:
"Cuando piensan que poseen algo por el hombre".
[33] Desde
"delante", falta esta frase en el sirio.
[34] En vez de
fuerza y gracia, el sirio trae "alegría".
[35] Este trozo
desde "Pero ustedes" hasta "excelente", falta en el griego.
[36] Desde
"Si ven que...", la traducción corresponde a la epístola 2,3 del
texto griego. Esta versión no trae la cita del versículo 6 del Sal 142; y
termina diciendo: "Así inflamó su corazón de nuevo y recibió la dulzura
del santísimo Espíritu". Lo que sigue después no se halla en el griego.
[37] Sirio agrega:
"En el reino".
[38] El sirio
concluye de la siguiente forma: "Que han terminado bien su vida para
siempre. Amén".
Carta IV: El
discernimiento[39]
¡A
los queridísimos hermanos en Cristo, un alegre saludo![40]
Saben
que les escribo como a hijos muy queridos, como a hijos de la promesa[41] e
hijos del Reino. Por eso me acuerdo de ustedes noche y día, para que Dios los
guarde de todo mal y tengan siempre la solicitud por obtener de Dios que les
otorgue el discernimiento[42] y la visión de lo alto[43]; a fin de aprender a
discernir en todas las cosas la diferencia entre el bien y el mal. Porque está
escrito: El alimento sólido es para los perfectos, para aquellos cuyas
facultades están ejercitadas por el hábito de discernir el bien y el mal (Hb
5,14). Estos han llegado a ser hijos del Reino y son contados en el rango de los
hijos[44], de aquellos a quienes Dios les ha dado la visión de lo alto en todas
sus obras, para que nadie los engañe, ni hombre ni demonio[45]. Puesto que el
fiel es cautivado por la imagen del bien, y así muchos son engañados, pues
todavía no han recibido esa visión de lo alto. Por eso el bienaventurado
Pablo, sabiendo que esta es la gran riqueza de los fieles, dijo: Doblo las
rodillas noche y día ante el Señor Jesucristo por ustedes, para que les
otorgue una revelación con su conocimiento,[46] que Él ilumine los ojos de sus
corazones, para que sepan cuál es la anchura y largura, la altura y
profundidad,[47] a fin de conocer la caridad de Cristo que supera todo
conocimiento, etc. (Efe 3,14-19). Como el bienaventurado Pablo los amaba de todo
corazón, él quería que toda la gran riqueza que conocía, es decir la visión
de lo alto en Cristo, fuera dada a sus hijos queridos. Sabía, en efecto, que si
se les daba, ya no se fatigarían más en ninguna cosa y no temerían nada, sino
que la alegría de Dios estaría en ellos noche y día, que la obra de Dios les
resultaría dulce en todo, más que la miel y que el panal de miel (Sal 18,11);
y que Dios estaría siempre con ellos para darles revelaciones y enseñarles
grandes misterios, de los que no puedo hablar con la lengua.
Ahora,
por tanto, mis amadísimos, puesto que ustedes me han sido dados como hijos,
pido noche y día, con fe y l grimas, que reciban el carisma de
clarividencia[48], que todavía no han obtenido después que entraron en la vida
ascética. Y yo, el humilde, pido también por ustedes, a fin de que lleguen a
ese progreso y a esa estatura, que no han alcanzado muchos monjes, sino sólo
algunas almas amigas de Dios aquí y allá[49]. Si desean alcanzar esa
perfección no tomen la costumbre de recibir a un monje que lo es solamente de
nombre[50] y que se cuenta entre los negligentes, sino aléjenlo de ustedes[51].
De lo contrario, no les permitir progresar en Dios y extinguir su fervor. Porque
los corazones negligentes no tienen fervor, sino que siguen sus propias
voluntades; y si vienen a ustedes, les hablan de las cosas de este mundo y por
medio de esa conversación apagan su fervor y no les permiten progresar. Por eso
está escrito: No apaguen el Espíritu (1 Ts 5,19); ya que se apaga por las
palabras vanas y las distracciones. Cuando vean tales monjes, háganles el bien,
pero escapen de ellos y no se relacionen con ellos, ya que son los que no les
permiten a los hombres marchará en la vía de la perfección en estos tiempos
presentes.
Compórtense
bien en el Señor, mis queridísimos, en el Espíritu de bondad.
[39] Nro. 4 en sirio y georgiano, nro. 3 en el griego y
nro. 11 en el árabe.
[40] En el sirio falta este saludo.
[41] Cf. G 4,28.
[42] Cf. el Apotegma, de la serie alfabética, Pastor
52; PG 65,333.
[43] El sirio trae: "Y la iluminación de los
ojos".
[44] Sirio: "Hijos de adopción"; cf. Rm
8,15.
[45] "Ni hombre ni demonio", no se lee en el
georgiano y tampoco en el griego.
[46] Griego: "Para conocerlo".
[47] Sirio: "Para que conozcan las riquezas de la
herencia de los santos".
[48] Sirio: "Que esta discreción se instale
definitivamente en ustedes".
[49] Griego: "Poco numerosas bendecidas por
Dios".
[50] Griego: "De mencionar entre ustedes el nombre
de un monje...".
[51] Sirio: "De la comunidad".
Carta V: La
paternidad espiritual [52]
A
los amadísimos en el Señor
Ustedes
saben que el amor de Dios exige el amor del prójimo sin cesar. Ahora bien, el
prójimo es aquel que ha sido llamado a la vocación celestial. El servidor de
Dios está orando por el prójimo noche y día, como por sí mismo. Y puesto que
ustedes también son mi prójimo, los recuerdo noche y día en mis oraciones,
para que aumente su fe y adquieran una fuerza más grande[53]. Hago esto por
ustedes, porque en Dios ustedes son considerados como hijos. Timoteo fue
considerado como hijo por Pablo, y le escribía como sigue: Te recuerdo noche y
día en mis oraciones, y deseo verte. Me acuerdo de tus l grimas y me lleno de
gozo, porque me acuerdo de la fe sincera que tienes[54] (2 Tm 1,3-5).
Ahora,
queridísimos, como Pablo hacía con Timoteo, también mi corazón desea verlos,
recordando sus gemidos y la pena de su corazón. Pero yo sé que también
ustedes desean verme y que ello les es muy provechoso. Pablo, en efecto, decía:
Quiero ir a verlos, a fin de darles alguna gracia espiritual que los consolide (Rm
1,11). Por ende, aunque están muy instruidos por el Espíritu Santo, si voy a
visitarlos, los afirmaré mucho con la doctrina del mismo Espíritu, y les daré
a conocer asimismo otras cosas que no puedo escribirles por carta.
Compórtense
bien en el Señor, en el Espíritu de bondad.
Notas, 5ª Carta
[52] Se conserva en sirio (nro. 5), georgiano (nro. 5)
y árabe (nro. 12).
[53] Cf. la carta 2 de Ammonas.
[54] Sirio: "Libre de acepción de
personas".
Carta VI: La
paternidad espiritual. La oración por sus hijos[55]
Noche
y día rezo para que la fuerza de Dios crezca en ustedes y les revele los
grandes misterios de la divinidad, de los que no puedo hablar con la lengua,
porque son grandes; no son de este mundo, y se revelen sólo a quienes tienen el
corazón purificado de toda mancha y de toda vanidad de este mundo; a quienes
han tomado su cruz y que junto con esto se odian a sí mismos, y han sido
obedientes a Dios en todo. En estos habita la divinidad y ella alimenta su alma.
En efecto, al igual que los árboles no crecen si no los alcanza la fuerza del
agua, del mismo modo el alma no puede crecer si no recibe la alegría celestial.
Y entre quienes la reciben, hay algunos a los cuales Dios les revela los
misterios celestiales, les muestra su lugar[56], mientras ellos todavía están
en el cuerpo y les concede todas sus peticiones.
He
aquí, pues, cuál es mi oración noche y día: que ustedes lleguen a ese grado
y que conozcan la infinita riqueza de Cristo (Efe 3,8), pues son poco numerosos
los que han sido hechos perfectos. Y son aquellos para los cuales han sido
preparados los tronos, a fin de que se sienten con Jesús para juzgar a los
hombres[57]. Porque en cada generación se encuentran hombres llegados a esa
medida, para juzgar cada uno a su generación[58]. Esto es lo que pido
incesantemente para ustedes en virtud del amor que les tengo. El bienaventurado
Pablo les decía, a los que él amaba: Quiero darles no sólo el evangelio de
Cristo, sino también nuestra vida, porque nos han llegado a ser muy queridos (1
Ts 2,8). Les envié a mi hijo, hasta que Dios me conceda a mí también llegar
corporalmente hasta ustedes, para que les ayude a progresar aún más. Pues
cuando los padres reciben hijos, Dios está en medio de ellos de ambos lados.
Permanezcan
en paz y compórtense bien en el Señor.
Notas, 6ª Carta
[55] Se conserva solamente en sirio (nro. 6),
georgiano (nro. 6) y árabe (nro. 13).
[56] En el sentido de mansiones celestiales.
[57] Sirio: "Para quienes son las grandes
promesas del Hijo; ellos reciben las gracias y ayudan a los hombres".
[58] Sirio: "Y cada uno de éstos es un ejemplo
para su generación, de modo que aquel que es considerado perfecto sea un
ejemplo para los hombres".
Carta VII:
El carisma de los Padres[59]
A
los amadísimos en el Señor, que tienen parte en el Reino de los cielos. Del
mismo modo que ustedes buscan a Dios imitando a su padre[60], creo que recibir n
también las mismas promesas, porque ustedes han sido contados en el número de
sus hijos. Pues los hijos heredan la bendición de los padres[61], imitando su
celo. Por eso el bienaventurado Jacob imitando en todo la piedad[62] de sus
padres, recibió de ellos la bendición; y cuando fue bendecido por los padres,
inmediatamente vio la escala levantada y a los ángeles subiendo y bajando (Gn
22,1-12). Ahora bien, desde el momento en que algunos son bendecidos por sus
padres y ven las fuerzas divinas, nada los puede turbar. Porque el
bienaventurado Pablo cuando vio esas mismas fuerzas divinas, devino
inconmovible[63] y gritó diciendo: "¿Quién me separar del amor de
Cristo?[64] ¿La espada, el hambre, la desnudez? Pero ni los ángeles ni los
principados ni las potestades, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra
criatura podrá separarme del amor de Dios?"[65] (Rm 8,35-39).
Ahora,
pues, mis amadísimos, pidamos sin cesar noche y día que las bendiciones de
nuestros padres y las mías[66] lleguen a ustedes; y así las fuerzas de los
ángeles permanezcan con ustedes[67], para que transcurran el resto de sus días
en toda alegría del corazón. Si, en efecto, alguno llega a ese grado, la
alegría de Dios estar siempre con él, y entonces hará todo sin fatiga. Porque
está escrito: La luz de los justos nunca se apaga, pero la luz de los impíos
se extinguir (Pr 13,9)[68]. Yo pido asimismo que en todo lugar que yo vaya,
también ustedes vengan[69], y hago esto a causa de la obediencia de ustedes.
Cuando el Señor vio la obediencia de sus discípulos[70], oró al Padre por
ellos diciendo: "Que allí donde yo esté, también estén éstos, porque
escucharon mis palabras" (Jn 17,24). Y nuevamente pide que ellos sean
preservados del Maligno (Jn 17,15), hasta que lleguen al lugar del reposo. Yo
también rezo y le pido al mismo Señor, que ustedes sean preservados del
Maligno hasta su llegada al lugar del reposo de Dios, y que obtengan la
bendición. En efecto, Jacob después de la escala vio cara a cara el campo de
los ángeles (Gn 28,12), (después) luchó con el ángel y lo venció (Gn
32,24-29). Dios le hizo esto para bendecirlo aún más.
Que
Dios, a quien sirvo desde mi juventud, los bendiga (aún) más[71], y ustedes,
mis amadísimos, pórtense bien.
Notas, Carta 7ª
[59] Se conserva en sirio (nro. 7), georgiano (nro. 7)
y árabe (nro. 14).
[60] Sirio: "A sus padres en la fe".
[61] Sirio: "Los hijos reciben la bendición de
los padres...".
[62] Sirio: "La piedad de Dios".
[63] Sirio: "Fue hecho incapaz de pasión".
[64] Cf. Vida de Antonio 8 y 35.
[65] Georgiano: "Del amor de Cristo";
árabe: "Del amor de Dios en nuestro Señor Jesucristo". Se adopta la
lectura del sirio.
[66] Sirio: "Las bendiciones de mis
padres...".
[67] Sirio: "Los ejércitos de los ángeles se
alegrar n por ustedes en todas las cosas".
[68] El texto siríaco omite la segunda parte de la
cita de Proverbios ("pero la luz de los impíos...").
[69] Sirio: "Yo pido que también ustedes puedan
llegar a la mansión de la vida".
[70] Sirio: "Hacia Él".
[71] De aquí hasta el final, falta en el siríaco.
Carta VIII:
El carisma que hemos recibido de nuestros padres[72]
A
los amadísimos en el Señor
Les
escribo como a hijos muy amados, porque los padres carnales aman más a los
hijos que se les parecen. Yo también los veo (así), pues ustedes progresan
imitándome; y pido a Dios que lo que Él me ha dado, a mí, su Padre[73],
igualmente se los dé a ustedes. Rezo para que[74] les pueda transmitir los
otros misterios que no me es posible escribirles por carta. Sean fuertes en la
paz de la misericordia del Padre, de modo que el carisma que recibieron sus
padres, también lo reciban ustedes[75]. Si desean recibirlo[76], entréguense
al trabajo corporal y al trabajo del corazón, dirijan sus pensamientos hacia el
cielo noche y día, pidan de todo corazón el Espíritu de fuego[77], y se les
dar . Porque ese mismo Espíritu estuvo con Elías el Tesbita, con Eliseo y los
otros profetas. Pero velen para que no se introduzcan pensamientos de duda en
sus corazones, diciendo: "¿Quién puede recibirlo?". No les permitan
entrar en ustedes[78], sino que pidan con recta intención, y recibir n.
Yo
mismo, su padre, rezo por ustedes[79], para que reciban el Espíritu, porque sé
que renunciaron a sus vidas para recibirlo[80]. Quien lo cultiva de generación
en generación, lo recibir , y este Espíritu habita en los de corazón recto.
Yo les aseguro[81] que ustedes buscan a Dios con un corazón recto. Cuando
reciban ese Espíritu, Él les revelar todos los misterios celestiales. Porque
les revelar muchas cosas que no puedo escribir sobre el papel. Entonces estar n
libres de todo temor, una alegría celestial los rodear y se sentir n como si ya
hubieran sido llevados al reino (de los cielos), estando todavía en el cuerpo.
Ya no tendrán necesidad de orar por ustedes mismos, sino solamente por el
prójimo[82]. Porque Moisés, después que recibió el Espíritu oró por el
pueblo, diciendo: "Si tú los destruyes, bórrame del libro de los
vivos" (Ex 32,32). ¿Ven esta preocupación que tenían de orar por los
otros, cuando habían llegado a ese grado? Muchos otros llegaron también a ese
grado y rezaron por los demás.
Sobre
todo esto no puedo escribirles ahora, pero ustedes son sabios y comprender n
todo. Cuando los visite les expondré más completamente sobre el Espíritu de
fuego[83], cómo se debe alcanzar, y les mostraré todas las riquezas que ahora
no puedo confiar al papel.
Pórtense
bien en ese Espíritu de fuego[84], progresen y afírmense de día en día.
Notas, Carta 8ª
[72] Se conserva en sirio (nro. 8); georgiano, con el
nro. 8-9; parcialmente en griego con el nro. 4; y en árabe con el nro. 8.
[73] Sirio: "A nuestros bienaventurados
padres".
[74] Sirio agrega: "Que pueda visitarlos de modo
que...".
[75] Seguimos la lectura del siríaco. El georgiano es
bastante diferente: "Sean fuertes en la paz de ese gran fuego del que se
revistió su padre, a fin de revestirse de él también ustedes".
[76] Georgiano: "Revestirlo". Aquí comienza
el texto griego (párrafo 8 de la carta IV), que trae: "Si quieren adquirir
la gracia espiritual...".
[77] El sirio trae "Espíritu Santo".
[78] Griego (carta IV,9): "No se dejen dominar
por esos pensamientos...".
[79] El griego omite "por ustedes"; mientras
que el georgiano trae: "Rezo siempre por ustedes".
[80] El sirio literalmente dice: "Renunciaron a
sus almas...". La frase falta en el griego y en el georgiano.
[81] Literalmente: "Yo les doy
testimonio...".
[82] Lo que sigue falta en el griego que coloca aquí
la conclusión de la carta: "Gloria al Dios bueno, que favorece con
semejantes misterios a quienes los sirven con sinceridad; a Él la gloria
eterna. Amén".
[83] Sirio: "Espíritu de alegría".
[84] "De vida", trae el sirio.
Carta IX: La
perseverancia en la vocación monástica[85]
Sé
que están sufriendo penas en el corazón, porque han caído en la
tentación[86], pero si la soportan con valor, alcanzar n la alegría. Pues si
no soportan ninguna tentación, visible u oculta, no podrán progresar más
allá de la medida que han alcanzado. Todos los santos, en efecto, cuando
pidieron un aumento de fe, se encontraron frente a las tentaciones; porque desde
el momento en que recibieron una bendición de Dios, una tentación les fue
agregada por los enemigos, que querían privarlos de la bendición con que Dios
lo había gratificado. Los demonios, al ver que el alma bendecida hacía
progresos, la combatían, en secreto o bien abiertamente. Porque cuando Jacob
fue bendecido por su padre, inmediatamente le sobrevino la tentación de Esaú (Gn
27,41). El diablo, en efecto, excitó su corazón contra Jacob y deseaba borrar
su bendición, pero no pudo prevalecer contra el justo, pues está escrito: El
Señor no dejar el cetro del pecador sobre el lote de los justos (Sal
124,3)[87]. Por tanto, Jacob no perdió la bendición que había recibido, sino
que ella creció con él de día en día. Esfuércense también ustedes por
vencer la tentación, porque quienes reciben una bendición necesariamente deben
soportar las tentaciones. Yo mismo, su padre, he soportado grandes tentaciones,
en secreto y abiertamente, pero me sometí a la voluntad de Dios, tuve
paciencia, supliqué a Dios y Él me salvó[88].
Ahora
entonces, también ustedes, mis amadísimos, ya que han recibido la bendición
del Señor, reciban igualmente las tentaciones y sopórtenlas[89] hasta que las
hayan superado. Obtendrán así un gran progreso y un crecimiento de todas[90]
sus virtudes; y se les dar una gran[91] alegría celestial que todavía no
conocen. El remedio para superar las tentaciones es no caer en la negligencia y
orar a Dios, dándole gracias de todo corazón, teniendo una gran paciencia en
todo, de esta forma las tentaciones se alejar n de ustedes. Porque Abrahán[92]
fue tentado de ese modo y apareció como más agradable[93]. Por tal motivo
está escrito: Las pruebas de los justos son numerosas, pero el Señor los
librar de todas (Sal 33,20). Santiago dice asimismo: Si alguno de ustedes sufre,
que ore (St 5,13). ¡Ven como todos los santos invocan a Dios en las
tentaciones!
También
está escrito: Dios es fiel, Él no permitir que ustedes sean tentados por
encima de sus fuerzas (1 Co 10,13); Dios, por ende, actúa en ustedes a causa de
la rectitud de sus corazones. Si Él no los amara, no les enviaría tentaciones,
pues está escrito: El Señor corrige al que ama; golpea al hijo que le es grato
(Pr 3,12; Hb 12,6). Son, pues, los justos quienes se benefician con las
tentaciones[94], puesto que los que no son tentados tampoco son hijos
legítimos[95]; usan el hábito monacal, pero niegan su poder[96]. Antonio, en
efecto, nos ha dicho que "nadie puede entrar en el reino de Dios sin haber
sido tentado"[97]. Y el bienaventurado Pedro escribe en su carta: En esto
ahora se alegrar n, ustedes que han tenido que soportar diversas tentaciones,
para que su fe puesta a prueba sea hallada más preciosa que el oro perecedero
probado por el fuego (1 P 1,6-7). Se dice asimismo que los árboles agitados por
los vientos echan mejores raíces y crecen más; así sucede con los justos. En
esto, pues, y en todo lo demás, obedezcan a sus maestros para progresar.
Ustedes
saben que al comienzo el Espíritu Santo les da la alegría en la obra
espiritual, porque ve que sus corazones son puros. Y cuando el Espíritu les ha
dado la alegría y la dulzura, entonces se va y los abandona: es su signo. Hace
esto con toda alma que busca a Dios, al comienzo. Se va y abandona a todo
hombre, para saber si lo buscar n o no. Algunos, cuando Él se va y los
abandona, quedan inmóviles[98], permanecen en el abatimiento[99] y no oran a
Dios para que les quite ese peso, y les envíe la alegría y la dulzura que
habían conocido. Por su negligencia y su voluntad propia, se hacen extraños a
la dulzura[100] de Dios. Por eso llegan a ser carnales; usan el hábito, pero
reniegan de su poder (2 Tm 3,5). Estos tales son ciegos en su vida[101] y no
conocen la obra de Dios.
Si
ellos perciben un peso desacostumbrado y contrario a la alegría precedente, que
oren a Dios con l grimas y ayunos; entonces Dios, en su bondad, si ve que sus
corazones son rectos, que le rezan de todo corazón y que reniegan de sus
voluntades propias, les da una alegría más grande que la anterior y los
fortifica aún más. Tal es el signo que realiza con toda alma que busca a Dios.
Después
de haber escrito esta carta, me acordé de una palabra que me impulsó a
escribirles sobre las tentaciones que se le presentan al alma del hombre, y que
hacen descender de los cielos a los abismos del Hades[102]. He aquí porque el
profeta clama y dice: Tú has sacado mi alma de las profundidades del Hades (Sal
85,13).
Cuando
el alma sube del Hades, por el tiempo que ella acompaña al Espíritu de Dios,
las tentaciones le vienen de todas partes. Pero cuando ha superado las
tentaciones, llega a ser clarividente y recibe una nueva belleza. Así, cuando
el profeta[103] debía ser llevado (al cielo), llegando al primer cielo[104], se
asombró de su resplandor; al arribar al segundo, se admiró al punto de decir:
"Pensé que la luz del primer cielo es obscuridad"[105], y así para
cada cielo de los cielos[106]. El alma de los justos perfectos avanza y progresa
hasta subir al cielo de los cielos[107]. Si llega allí, ha superado todas las
tentaciones y ahora hay un hombre[108] sobre la tierra que ha llegado a ese
grado.
Yo
les escribo, mis amadísimos, para que se fortalezcan y aprendan que las
tentaciones no causan daño a los fieles sino aprovechamiento y que, sin la
venida de las tentaciones al alma, ella no puede subir a la morada de su
Creador[109].
Notas. Carta 9ª
[85] Ha llegado hasta nosotros en sirio (con el nro.
9-10a), en georgiano (con el nro. 8-9) y en griego (con el nro. 4).
[86] Sirio: "En una gran tentación".
[87] Sirio: "El cetro del pecador no permanecer
en la porción del justo" (Sal 124,3).
[88] Sirio: "Esperé, recé, me mostré fuerte y
mi Señor me libró". Georgiano: "Soporté la voluntad de Dios en la
esperanza y la oración, y Él me salvó".
[89] "Sopórtenlas", falta en el sirio.
[90] "Todas", falta en la versión siríaca.
[91] "Gran" también falta en el sirio.
[92] El griego añade: "Y Jacob y Job y muchos
otros fueron tentados...".
[93] Sirio: "Y el atleta apareció como
vencedor".
[94] Griego: "Es, pues, a los justos que les
sobreviene una apariencia de tentaciones".
[95] El sirio lee: "No son elegidos (o:
autenticados)"; y el georgiano: "No son firmes en la fe".
[96]
Dynamin ("virtutem"). Cf. 2 Tm 3,5. Esta misma cita es utilizada
por san Antonio en sus Cartas III,3; V,4; VI,3 (Lettres, p. 33, nota 1).
[97] Apotegma Antonio 5; PG 65,77.
[98] Literal: "pesados".
[99] El sirio y el griego añaden: "Sin
movimiento".
[100] Georgiano: "Al amor".
[101] Sirio: "Son ciegos en sus ojos".
[102] El sirio dice: "De la tentación del alma
del hombre que ha progresado, y que desciende del grado de la perfección
espiritual...".
[103] El georgiano y el griego agregan:
"Elías".
[104] Sirio: "Primer grado" (u: orden).
[105] Cita de la obra apócrifa llamada Ascensión de
Isaías, VIII,21. El sirio añade: "En comparación con este" (=el
segundo cielo).
[106] El sirio lee: "Hasta el grado supremo de la
perfección".
[107] El sirio lee nuevamente: "Hasta el grado
supremo de la perfección". Lo que sigue, hasta el final de la frase, falta
en el texto griego.
[108] "Hombres", trae el sirio.
[109] Sirio: "A la mansión de la vida".