7.- REMEDIOS PARA
EL DESAMOR.
El amor conyugal está en crisis porque los resortes del hombre
contemporáneo se han vuelto frágiles. Se vive sin asideros, sin soportes sólidos,
en una existencia que tiende al vacío, o a la superficialidad o al ritmo
vertiginoso de vida, pero sin rumbo. Muchas vidas carecen de sentido: en ella
ondea la bandera del absurdo y del nihilismo. Desde ellas se hace dificil y
costoso entender que el amor - darlo y recibirlo - se aprende y que necesitas,
además de esfuerzos, renuncias y sacrificios.
No hay auténtico progreso humano que no tenga un fondo moral. El vacío
de ideales constituye la más amarga de las carencias. Deja al hombre flotando
en un nihilismo, en las proximidades del tedio, la apatía, la dejadez, el
abandono, la deriva; hombre deshabitado que tira por la borda su proyecto vital.
Es mucho más dificil mantener un amor que conquistarlo. Conseguir un
amor duradero hoy implica ante todo conocer la metodología
del amor para que éste se vuelva amable y penetre paulatinamente en el
interior de uno, saber que el amor no se agota en el sentimiento, sino que se
completa y se engrandece por la voluntad, la inteligencia y el compromiso.
Primer remedio: borrón y
cuenta nueva.
Para empezar a arreglar una situación conyugal dificil es necesario
esforzarse por asumir y digerir el pasado.
La incapacidad para superar un pasado dificil y / o traumático es la
llave que abre la puerta de la neurosis. Concluyendo en un cuadro semiobsesivo
de dificil arreglo.
Un sujeto psicológicamente sano debe tener resortes suficientes para
digerir el pasado, aceptarlo y mirar hacia el futuro. Una personalidad frágil,
endeble, inconsistente, incapaz de sobreponerse a los avatares previstos e
imprevistos que habrá de atravesar una vida, suele terminar mal e interpretar
la vida desde un ángulo imposible.
La facultad de mirar a lo lejos le hace al hombre escoger posiciones
moderadas y conciliadoras, que a la larga, le engrandecen.
Se suele utilizar la "técnica
de la neutralización discursiva", por la que se enumeran los puntos
biográficos conflictivos a superar, y se refuerzan con mensajes positivos
"convertirme en una persona rencorosa es mal camino", "todos los
amargados viven recuerdos dolorosos", "veo claro que se inicia una
nueva etapa: libro en blanco, ahora empiezo a pesar de todo...".
Segundo remedio: Esforzarse
por no sacar la lista de agravios.
La lista de agravios es ese inventario de pequeños y grandes errores,
fallos, defectos, y fracasos que se acumulan tras la convivencia. Suele
dificultar seriamente el diálogo.
Las razones que se podrían dar para evitar la lista de agravios son:
1)
No es constructivo.
2)
Hace vivir el pasado en el presente de modo
recurrente, lo que impide mirar hacia delante.
3)
Es neurotizante: vuelve a las personas
complicadas, heridas, acomplejadas, tensas, etc.
4)
Puede hacer que alguien quede seriamente
impedido para establecer una futura convivencia.
Tercer remedio: El respeto
mutuo en tres direcciones.
El respeto quiebra por tres flancos distintos pero complementarios:
palabra, obra y gestos. Los tres tienen una raíz común: la consideración en
el trato debe basarse en el aprecio y la dignidad de la persona.
-El respeto de palabra tiene una gran fuerza: aprender a controlarse, ser dueño de uno mismo
y no perder la calma.
En las crisis conyugales graves o en aquellas otras crónicas con gran
deterioro de la convivencia, las palabras duras, fuertes, hirientes, venenosas,
cargadas de acusaciones y descalificantes van a dejar una honda huella en quien
las recibe.
-El respeto de obra,
el maltrato o sevicias: trato cruel, con ensañamiento, salvaje, indigno de un
ser humano.
La conducta cruel descalifica al que la practica lo deja al
descubierto.
-El respeto de los gestos.
Gestos de desprecio, caras largas, aspavientos
sistemáticos de desaprobación, maneras desafiantes, modales estereotipados
negativos, posturas de hastío, etc, ahogan cualquier posible reconciliación.
El daño que ocasiona suele ser mayor que las palabras más fuertes y
descalificantes.
Cuarto remedio: para estar
con alguien hay que estar primero con uno mismo.
Hay vidas cuyo eje, cuya constante de desarrollo ha sido la
inestabilidad afectiva, lo que denota inmadurez. De ahí que la terapia a
aplicar sea el replanteamiento de las principales características de la propia
personalidad y el deseo operativo de cambiar. Ya que aquella persona que no sabe
lo que quiere, que no tiene las ideas claras sobre los temas capitales de la
vida, inestable, con criterios cambiantes, que se apunta a lo último que
conoce, o que oye o que le llega como novedad; persona con gran facilidad para
perder el control, poco realista con sus posibilidades (quiere demasiadas cosas
a la vez, estar en muchas empresas humanas al mismo tiempo) y siempre
insatisfecha.
Este sería su perfil psicológico. La síntesis de este sujeto,
llevado a un punto extremo, sería: "No
me aguanto a mí mismo, me desprecio como persona, no me soporto...."
Quinto remedio: la vida
conyugal tiene que ser argumental.
El aburrimiento es uno de los grandes enemigos de las parejas modernas.
La vida humana tiene que ser argumental: ha de tener unos objetivos, un
programa, unos proyectos, ilusiones y motivos para andar juntos.
Sexto remedio: evitar
discusiones innecesarias.
De las fuertes discusiones no surge la verdad ni la aproximación de la
pareja, por lo cual es importante saber callar en ciertos momentos dificiles.
Hay que distinguir: diálogo, diferencia de criterios y discusión.
Dialogar
es conversar, hablar de
uno y mil temas, intercambiar experiencias y opiniones.
Diferencia de criterio se da cuando nuestras propias ideas se matizan, se refuerzan o
debilitan según los argumentos recíprocos.
Discusión
supone un fondo de
desacuerdo, que se intenta vencer por la fuerza o por la habilidad de la
descalificación.
Séptimo remedio: tener
una vida sexual sana, positiva y centrada en la comunicación.
Por sexualidad sana debemos
entender aquella que se desarrolla lejos de conductas patológicas como el
sadismo, la satiriasis, el onanismo, o el masoquismo; aquella que se mueve en
las coordenadas de la comunicación afectivo - sexual, con la variabilidad y
plasticidad de todo comportamiento, pero siempre dentro del marco de la dignidad
humana. Lo contrario degrada, no conduce a constituir una comunidad de amor por
mucho que se utilice esa palabra y convierte a la pareja en depravada.
Por ello es preciso alcanzar una educación sexual que sea a la vez
educación de los sentimientos y de todo lo que se mueve a su alrededor, y así
conducir su desarrollo dentro de los parámetros de la dignidad humana.
Actualmente el tema cobra unos matices muy complejos por la vía de la
permisividad que está haciendo estragos en el mundo moderno. Se ha
distorsionado tanto la libertad que en su nombre el ser humano se ve arrastrado
a situaciones insólitamente degradantes. Desde ahí tiene un largo trecho hasta
recobrar su calidad y grandeza como hombre.
El tema de la sexualidad es interminable, siendo preciso insistir en
que se viva con espontaneidad, naturalmente, dentro de una atmósfera de
comunicación.
Octavo remedio: hacer
repetidos esfuerzos de voluntad por mejorar y pulir las dificultades de la
convivencia.
Hay que llevar a cabo una "educación
de la voluntad".
La voluntad es energía, decidida disposición, empeño, tesón,
firmeza, tenacidad, insistencia que no se doblega ante las dificultades, que es
capaz de crecerse ante los obstáculos. Facultad que conduce hacia lo mejor,
aunque en principio signifique una renuncia costosa.
El que lucha está siempre alegre, porque nunca da batallas por
perdidas.
Quien no tiene voluntad, o quien la tiene frágil y quebradiza, de algún
modo nos recuerda a la imagen del "niño mimado", que al no tener
educada la voluntad se convierte en una marioneta de las circunstancias, traído
y llevado por un sinfín de estímulos que le llevan de acá para allá. El
resultado nos muestra una persona caprichosa, inconstante, voluble, frívola,
mudable, irresponsable, con poco contenido, que solo hace lo que le apetece, mal
criada, echada a perder. Con éstas alforjas no llegará muy lejos, ni en el
amor ni en ninguna otra empresa grande y seria.
Noveno remedio: echarle
a la vida sentido del humor.
Hay parejas que se pasan la vida dramatizando, que han aprendido a
agrandar los sucesos y a sacarlos de su perspectiva real. Viven la vida de forma
trágica, y la convivencia llega a hacerse insoportable, pués siempre todo está
destilando infortunio, desastre.
Hay que girar en sentido contrario. Cultivar el sentido del humor no es
otra cosa que ver el lado divertido de la vida; hay que ejercitar la risa, la
ironía, y la gracia para poder tomarse las cosas con filosofía y desdramatizar
las pequeñas y grandes incidencias de la vida. Estas estrategias combaten
eficazmente el desaliento.
Cuando se tiene sentido del humor se domina la vida y se pueden superar
las adversidades. Su carencia, vuelve a las personas suspicaces, hipersensibles,
etc.
Décimo remedio: aprender
a remontar momentos, días o situaciones difíciles.
También aquí rigen las leyes del aprendizaje: se necesita tiempo para
adquirir ciertas destrezas; todo entrenamiento sigue un camino de ida y vuelta,
de avances y retrocesos. Es la ley del efecto de Thorndike: toda respuesta se
fortalece si aplicamos estímulos "satisfactores" y se debilita por
estímulos "perturbadores".
Para que la comunicación sea efectiva se requiere que sus componentes
verbales y no verbales sean congruentes, que el mensaje emitido sea claro, nítido,
sin ambigüedades y que los contenidos no verbales apoyen a los verbales. Se
pueden y deben decir cosas fuertes pero cuidando los modales.
Undécimo remedio: saber
escuchar, aprender a dialogar y adquirir habilidades en la comunicación.
Toda comunicación está basada en un juego subterráneo de
transacciones; es un intercambio de comportamientos verbales y no verbales, de
sentimientos y reacciones vivenciales.
Para mejorar la comunicación, el terapeuta puede diseñar una "guía
de discusión" según el siguiente esquema:
1)
Cada comunicante es a la vez emisor y receptor
de mensajes.
2)
Hay que conseguir que el mensaje sea claro,
concreto y reconocible.
3)
Hay que partir de un principio: querer buscar
una solución.
4)
Aprender a eludir las áreas sensibles.
5)
Aprender a centrarse en el tema.
Duodécimo remedio: saber
utilizar la mano izquierda.
Se refiere a la diplomacia, habilidad en el trato, artesanía de las
relaciones humanas, cortesía, tacto, saber callar a tiempo y conocer cuándo se
debe hablar.
A veces evitar ir de frente y escoger un camino colateral puede ser muy
beneficioso para que la convivencia fluya mejor.
Decimotercer remedio: los
días rosas.
Se trata de que uno de los cónyuges un día cada dos semanas o al mes
procure hacer todo lo posible por agradar a la otra persona; esforzándose al máximo.
Es pués un mecanismo de refuerzo de conducta, empezando por lo que es más
facil, y siempre una vez superados los serios problemas entre ambos.
Los días rosas se contraponen a esa tendencia a centrarse en lo
negativo, en vertientes destructivas, sobre todo cuando existe cierta inundación
de conflictos que se disparan ante el más pequeño estímulo.
Decimocuarto remedio: saber
que la vida tiene activo y pasivo.
Cualquier evolución biográfica sola y / o compartida tiene notas
positivas y negativas, luces y sombras, transparencias y opacidades, bonanzas y
oleajes.
Las personas muy apasionadas, con tendencia a dramatizar o con una visión
sesgada y escotomizada de su vida son incapaces de reconocer todo lo bueno que
ha circulado por ellos, y se detienen especialmente en los apartados dolorosos y
se recrean muchas veces en sus contenidos.
En algún caso puede ser interesante "hacer balance" con cada
uno para ilustrar el pasado y llevar a cabo cierta educación retrospectiva que
enseñe a valorar sus segmentos y sus parcelas.
Decimoquinto remedio: frenar la tendencia a controlar vigilar e
inspeccionar al cónyuge.
Por lo general suele tratarse de una crítica menuda, poco importante,
pero persistente, casi diaria, que se acompaña de enfrentamientos paulatinos.
Lo más grave es que conduce a sentirse observado y, por tanto, mantenerse en
guardia, perdiendo espontaneidad.
La conducta se autoanaliza moviéndose en base a bloqueos
intermitentes. Por esta línea sólo va a haber naturalidad cuando no se esté
junto al cónyuge, quien fiscaliza todo su funcionamiento y mecanismos psicológicos.
Este hecho, en apaciencia insignificante, se va convirtiendo en una verdadera
tortura, que puede llevar a un final imposible y sin salida si no se arbitran
unas medidas a tiempo.
La capacidad para respetar la libertad de acción refleja un espíritu
liberal en quien lo practica y una aceptación del otro tal como es; aceptación
que comporta ayudarle a mejorar, pero de otro modo, con otros resortes, con más
tacto, usando la delicadeza como pieza intermedia.
Decimosexto remedio: frenar
el lenguaje interior negativo del cónyuge.
La ""psicología
cognitiva" se ocupa del procesamiento de la información a nivel
cerebral. Sus principales estructuras son la atención, la memoria, las imágenes
de la mente, las representaciones, el pensamiento y todos los procesos
intelectuales complejos.
En nuestro cerebro se van archivando imágenes y esquemas de nuestras
experiencias, desarrollados a partir de hechos anteriores. En una pareja en
crisis o con dificultades intermitentes es relativamente frecuente que se vayan
elaborando "estructuras cognitivas
del cónyuge críticas", negativas, acusatorias......, algo así
como opiniones progresivamente peyorativas que van dañando la imagen de la otra
persona, aunque tengan un derrotero casi exclusivamente interior.
¿Cómo se fabrican esos conceptos distorsionados?.
1)
Tendencia a hacer generalizaciones negativas
continuas.
2)
Centrarse en un detalle negativo y agrandarlo,
sacándolo de contexto.
3)
Maximalización y minimación.
4)
Pensamiento absolutista dicotómico.
5)
Adelantarse en negativo.
De esas ideas, pensamientos y recuerdos marcados por la hipercrítica
del otro van a ir emergiendo sentimientos negativos que modificarán la vida
afectiva en esa línea. Se genera un "modelo
de esquema" del otro malo, pobre, al que se le escamotea todo plano
positivo.
8.- CONCLUSION.
Como epílogo a lo anteriormente expuesto podemos sintetizar una serie
de conductas y actitudes que a modo de decálogo faciliten la convivencia
conyugal, según el siguiente esquema que nos sugiere el prof. Enrique Rojas:
a)
Decálogo para la
convivencia conyugal:
1.
Estar siempre dispuesto a dar y recibir amor.
2.
Tener muy en cuenta que lo importante es lo
pequeño.
3.
Luchar por no ser tan hipersensible en la
convivencia.
4.
Procurar evitar discusiones innecesarias.
5.
Tener capacidad de reacción tras
momentos/ratos/días difíciles.
6.
Cuidar el lenguaje verbal y no verbal;
atendiendo al respeto, comprensión y delicadeza.
7.
Poner el máximo empeño para que no salga la
"lista de agravios".
8.
Tener el don de la oportunidad.
9.
Todo comportamiento necesita de un cierto
aprendizaje.
10.
Es
necesario adquirir habilidades para la comunicación.
b)
Diez conductas
"verbales" positivas.
1.
Lenguaje habitual claro: emisor ->
mensaje -> receptor.
2.
Tener siempre una visión positiva de la vida
conyugal.
3.
Gratificaciones orales frecuentes: pequeños
elogios, palabras amables, comentarios positivos, etc.
4.
Procurar que exista un buen número de
conductas asertivas.
5.
Evitar fórmulas categóricas, tajantes:
nunca, jamás, intolerable, inaguantable, etc.
6.
Expresar más y mejor los sentimientos de
afecto, y hacerlo de forma tácita y explícita.
7.
Sinceridad, pero evitando la crudeza.
8.
Aprender a no dramatizar, a no convertir las
dificultades en asuntos insalvables. Cuidar el volumen de la voz y el tono.
9.
Que los hijos reciban siempre de sus padre los
mismos códigos de conducta (consecuencia de que están de acuerdo en la forma
en que han de ser educados).
10.
Respetar
a los hijos también de palabra, obra y gestos.
c)
Diez conductas "no
verbales" positivas.
1.
Aprender a poner buena cara, a tener gestos
faciales positivos.
2.
Cuidar expresiones faciales de afecto: caras
tranquilas, sonrisas acogedoras, miradas simpáticas.
3.
Después de un enfado, situación de tensión
o disgusto, evitar silencios muy prolongados.
4.
Es conveniente realizar algún gesto de
aproximación.
5.
Acompañar el diálogo y el seguimiento del
discurso del otro con gestos de atención y aprobación.
6.
Cuidar el aspecto físico, desde la higiene
personal al vestido.
7.
Frenar los hábitos cognitivos negativos.
8.
Procurar que exista siempre una estrecha
relación entre estímulo -> respuesta.
9.
Tener el don de la oportunidad.
10.
Tener
un esquema psicológico y biográfico de la otra persona adecuado a la realidad.
V.- CUANDO LA
VIOLENCIA SE INSTALA EN LA FAMILIA Y EN LA PAREJA.
"La agresión maligna
no es instintiva sino que se adquiere, se aprende. Las semillas de la violencia
se siembran en los primeros años de la vida, se cultivan y desarrollan durante
la infancia y comienzan a dar sus frutos malignos en la adolescencia. Estas
simientes se nutren y crecen estimuladas por los ingredientes crueles del medio,
hasta llegar a formar una parte inseparable del carácter del adulto".
(Luís Rojas Marcos)
1.-Objetivo - hipótesis.
El presente trabajo pretende profundizar en las causas de la violencia,
y más concretamente en los factores que influyen en el aprendizaje de una
pautas de comportamiento basadas en el abuso de poder y cómo se desarrolla la
violencia, sobre todo la violencia hacia la mujer en el recinto del hogar.
Esto nos ha puesto en la pista del hecho que ha llevado a un numeroso número
de mujeres a acudir a los dispositivos de ayuda de la Administración Pública,
en concreto, el puesto en marcha por la Dirección General de la Mujer de la
Comunidad Autónoma de Murcia, a través del dispositivo de urgencias del 061.
Todo ello con la finalidad de conocer los factores de riesgo que desembocan en
agresión familiar, para en su caso, poder sugerir medidas sociales que resulten
paliativas, a través de un posible programa de prevención de la violencia
familiar y más concretamente de la violencia que tiene por víctima a la mujer,
o incluso a los hijos.
Al aproximarnos al tema de la mujer maltratada, podríamos plantearnos
la siguiente cuestión respecto del problema objeto de estudio: ¿ qué tienen
en común, qué condiciones comparten estas mujeres?.
Lo que nos ha llevado a formular la siguiente hipótesis: "La
mayor dependencia de la mujer de su pareja, es determinante de los malos
tratos".
Entendemos por "dependencia"
la falta de autonomía de la mujer respecto de su pareja, tanto en el
aspecto económico, laboral, cultural y emocional.
De la anterior hipótesis formulada se pueden deducir:
-
Variable independiente: la dependencia de la mujer.
-
Variable dependiente: los malos tratos.
Para responder a esta pregunta formulada, y verificar en la realidad la
hipótesis enunciada, hemos hecho un estudio bibliométrico de diversos autores
de diferente ideología que tratan este tema y nos servirá de fundamento para
dar luz al mismo y extraer conclusiones.
2.-Muestra de sujetos.
Con el pertinente permiso, pudimos acceder a la estadística del
Servicio de Atención a la Mujer Maltratada de Murcia (061), de donde pudimos
deducir el siguiente perfil de las mujeres que demandaron asistencia del
servicio en un tramo temporal correspondiente al primer semestre del año en
curso, siendo sus características las siguientes:
-
Poseen edades comprendidas entre los 25 y 40 años.
-
Nivel de estudios básicos.
-
Situación de desempleo. Sólo trabajo doméstico.
-
Nivel socio-económico bajo.
-
Procedencia urbana, con especial incidencia de
personas domiciliadas en Murcia, y su periferia metropolitana.
-
Estado civil casadas, con casos de ausencia de
vínculo conyugal.
-
La mayoría sin hijos, si bien aproximadamente
1/3 con hijos.
-
Motivaba su demanda un maltrato físico y
psicológico.
-
La mayoría cursaban denuncia contra el
agresor.
-
La mayoría demandaba asistencia jurídica,
psicológica y social; en algunos casos, médica.
-
Aproximadamente 1/3 de las demandantes de
asistencia, requerían realojamiento urgente.
Todo el trabajo de campo, revela en un elevadísimo porcentaje de la
muestra un alto índice de dependencia de su pareja, en los distintos ámbitos
anteriormente apuntados.
3.-Fundamentación teórica.
a)
Factores que incrementan la
desigualdad y conducen a los malos tratos.
Una de las causas más frecuentes de desigualdad correspondería a la
división sexual del trabajo. La mujer se dedicó desde siempre a las
necesidades puramente de protección de la especie, para asegurar la
supervivencia de la prole. Esto ha llevado a un reparto de tareas, que hoy en día
no justifica su prolongación en el tiempo a esas mismas condiciones de las que
nacieron, sino a la obtención de ese beneficio por parte del varón, pues la
conquista del poder y del conocimiento, asi como la obtención de riqueza
requieren de una libertad y autonomía que le viene asegurada por las tareas que
la mujer cubre respecto a los hijos y al hogar y que de esta manera le es
posible alcanzar a él.
Actualmente es precisamente este factor de ausencia de un trabajo
remunerado lo que le hace a la mujer depender totalmente de su marido. Factor
que agrava todavía más el caso de las mujeres maltratadas pues sin autonomía
económica la posibilidad de evitar situaciones de conflicto o de amenazas se
reduce.
Los factores estresantes producidos como consecuencia de cubrir ella
sola las tareas domésticas y crianza de los hijos sin ayuda en general del
marido, conlleva agotamiento, incomunicación, se siente desbordada, sola
especialmente en las grandes ciudades donde el tipo de construcción hace que
mucha gente viva junta pero que no se conozca. Por el contrario, si antes la
mujer en las ciudades rurales y tradicionales todavía estaba más empleada en
las tareas domésticas, esta sin embargo se hallaban más repartidas con otros
miembros femeninos de la familia llamada patriarcal. Esto hacía que el ama de
casa estuviese más acompañada y que los trabajos cotidianos fueran rodeados de
una convivencia y rituales unidos a la naturaleza y a las estaciones del año,
aportándoles la riqueza del diálogo, de la convivencia de la que hoy carecen.
Por ello, en la actualidad existen un caldo de cultivo más propenso a problemas
de pareja, depresión, etc....
Por supuesto un factor desencadenante de desigualdad entre ambos sexos
y que comenzaría ya siendo maltrato psicológico sería la educación sexista
de signo masculino fomentada desde el hogar y también por algunos grupos
sociales.
b)Personalidad del
maltratador.
¿Por qué en el marco familiar se producen estos sucesos violentos?.
¿No se nos ha presentado histórica y culturalmente el núcleo familiar como el
sitio idóneo donde cristalizar nuestras expectativas de felicidad y en el que
se han de desarrollar los sentimientos de amor y respeto mútuo?.
¿Por qué hombres que aparentemente son corteses y amables y flexibles
fuera de su familia, no se muestran así dentro de ella?.
Según el Prof. Luís Rojas Marcos, la familia constituye el compromiso
social más firme de confianza, el acuerdo más resistente de convivencia,
protección y de amor que existe entre un grupo de personas, y sin embargo
aunque nos ofrece el lugar donde cobijarnos del mundo y sus agresiones, es también
en él donde se ponen en marcha, por crearse una situación de cautiverio, las más
terribles de las pasiones y brutalidades.
Dos tipos de factores están influyendo, el personal que hace
referencia a la patología del que maltrata, y los que se derivan de la base en
la que está estructurada la sociedad con su reparto injusto y desequilibrado
del poder. Nos estamos estamos refiriendo al culto al "macho" creado
por nuestra cultura para justificar la agresión humana, es decir, rasgos como
fortaleza, agresividad, autosuficiencia, etc..., que se propagan a través de
los medios de comunicación y van calando en la sociedad y en personalidades con
excesivo dominio del entorno. Actúan muchas veces sin patología conocida sino
por incapacidades propias para encajar las frustraciones de la vida (problemas
sociales, culturales, laborales, económicos, etc....) y es cuando mediante la
agresión a la mujer se desvía la verdadera causa del conflicto y se ofrece al
hombre la posibilidad de mostrar su agresividad, entendida esta como muestra de
su virilidad. El ansia irracional de control y de poder es la fuerza principal
que alimenta la violencia doméstica.
En cuanto a los factores patológicos que influyen en la personalidad
del maltratador, podemos destacar ciertas patologías descritas en el DSM IV
como: personalidad paranoide, límite, neurótica y pasiva - compulsiva. Otras
enfermedades que pueden desencadenar la violencia es la depresión, por la
tristeza e insatisfacción que produce no tener la propia vida bajo control; uso
de sustancias tóxicas, abuso de alcohol, etc...
Según el Prof. Rojas Marcos, la agresión sádica se produce en
situaciones de cautiverio, cuando la víctima, incapaz de escapar de su verdugo,
es dominada por fuerzas físicas o psicológicas superiores. Esta condición se
da dentro del recinto de la familia. Los seres humanos tenemos una alta
probabilidad de ser torturados en el hogar a manos de personas supuestamente
queridas. Desde siempre las mujeres y los niños han sido víctimas de la agresión
maligna. Su menor fortaleza física les hace objeto de explotación y abuso.
El maltratador corresponde a un hombre cuya apariencia externa suele
ser de absoluta normalidad, a excepción de casos patológicos. Incluso
atractivo, amable, atento con los demás y educado. Suele perder sus formas
cuando por un tercero se siente descubierto en la relación con la víctima. Es
común a todos ellos un fondo de inmadurez afectiva.
En el proceso que se sigue en los malos tratos, el hombre manifiesta su
carácter violento en menor medida en el noviazgo o bien queda solapado por unas
manifestaciones amorosas en demasiada exclusividad respecto a la mujer, que no
son malinterpretadas por ella puesto que son los comienzos y pueden hasta
vivirse con aprecio.
Posteriormente la mujer descubre que el marido le va imponiendo el
alejamiento de los amigos, de la familia y le va cortando toda relación
exterior para tenerla bajo su exclusivo dominio. Luego comienza un maltrato
psicológico en el que abundan los insultos, malos modos, desprecio a cualquier
opinión, forma de vestir, hablar, se ve obligada a ceder constantemente y a que
las cosas se tienen que hacer como él diga.
La mujer vive esta situación como una anulación de su persona. La
baja autoestima aumenta. El papel de los hijos en un primer momento es de
defensa de la madre, molestando en muchos casos al padre si tiene una
personalidad celosa, y acaban siendo también objeto de malos tratos.
Los hijos al tener como modelo al padre, terminan por tratar de igual
modo a la madre. Esto es lo que hace a muchas mujeres decidirse a poner la
demanda de separación. Sin embargo, estas representan una mínima parte ya que
temen represalias del marido. Estas que no denuncian acaban viviendo la situación
como si se tratara de un secuestro y para soportar el sufrimiento se identifican
con el agresor y se anulan totalmente. Caen en las promesas del marido de que
aquella será la última vez y no volverá a ocurrir pero terminan atrapadas en
esta red. Los estudios demuestran, el último de ellos en 1999 que el 90% de las
demandas de separación corresponden a mujeres.
Ante tal situación es imposible salir si no es con ayuda externa y
cuando la mujer plantea la idea de la separación sufre en muchos casos amenazas
de muerte.. Si la separación es conseguida aparecen amenazas y persecuciones
que muchas veces llegan a cumplirse.
Estas situaciones se pueden dar en todos los estamentos sociales pero
son sufridas con mayor intensidad por las capas desfavorecidas económicamente
ya que una ruptura matrimonial conlleva carencias de todo tipo si a esto añadimos
los malos tratos, la situación se agrava mucho más.
Un motivo más de maltrato corresponde precisamente al aspecto económico
por ser de capital importancia para la independencia de la mujer ante la
separación. Debido a esto es usado por el hombre como arma para obstaculizar
dicha separación.
c)La violencia sexual.
Especial mención queremos hacer en los malos tratos a la agresión
sexual.
Según Jane Dowdeswell en su libro "la violación", constata
que en más del 50% de las violaciones la víctima conoce al agresor (compañeros
de trabajo, esposo, novio, miembros de la familia....).
Los datos estadísticos de los estudios en Nueva Gales del Sur, San
Francisco y Reino Unido, demuestran que la proporción de violaciones en el
matrimonio está entre 1 de cada 7.
La agresión sexual en la intimidad de la pareja no había sido
reconocida hasta ahora como violación debido a que la doctrina legal española
consideraba el concepto de débito conyugal como yacimiento obligado entre los cónyuges
y por lo que respecta a la mujer, debía estar siempre dispuesta por razón del
vínculo matrimonial que les unía. Pero en la práctica se trataba de un
derecho del marido y del consiguiente deber de la mujer. Por lo tanto, quedaban
ocultas las violaciones que en el interior del hogar se producían.
Posteriormente depurada la ley española en esta materia tan íntima y
personal, lo que hoy puede quedar es el lastre machista de aquella mentalidad.
Actualmente es un delito también en España, el forzamiento sexual de
la esposa por su marido: el delito de violación en el que queda incurso todo
aquel marido que en la intimidad doméstica agrede sexualmente a su mujer,
delito no menor que aquel que cualquier otro varón que sin mediar vínculo
matrimonial cometa el mismo acto. Un trabajo de la Asociación de Asistencia a
Mujeres Violadas escrito por las psicólogas Soledad Galiana y Elena de Marianas
pone de relieve la importancia que para la recuperación de la víctima de
violación tiene el comportamiento de la familia bajo el influjo del concepto
que la propia familia tenga de la violación. El estudio permite afirmar que en
aquellas familias en las cuales se conserva la idea de que la mujer ha de ser
responsable exclusiva de su integridad sexual, perciben la violación como un
fallo grave de la víctima y una vergüenza para todo el grupo familiar. En
consecuencia, esta mentalidad lleva a los miembros de la familia a ocultar el
delito cometido. La víctima tiene así una fuerte resistencia natural a hablar
del suceso, sentimientos de culpabilidad, y su recuperación es mucho más
dificil que si se sintiera apoyada por su familia.
Según el profesor Rojas Marcos, al describir los efectos de la violación
dice:
"La mujer se siente
profundamente vulnerable y atemorizada ante un marido que percibe hostil y
peligroso, al mismo tiempo experimenta hondos sentimientos de vergüenza,
degradación, miedo, rabia y desconcierto. Muchas víctimas padecen el síndrome
postraumático, sufren los efectos de pesadillas constantes o de imágenes muy
vividas. Ha de enfrentarse con frecuencia a la duda que sobre su actuación
durante la agresión suelen tener hasta sus seres más queridos. El
cuestionamiento de su credibilidad llega a aturdir a la mujer especialmente
cuando tiene que afrontar la dispar interpretación que dista entre su
experiencia durante el ataque y la que suelen albergar las demás personas sobre
lo ocurrido".
Las actitudes convencionales de la sociedad suelen culpabilizar a la víctima
porque creen que las mujeres no se las puede violar si ellas no se dejan. Esta
creencia provoca en la víctima el dilema de expresar con toda su crudeza el
hecho ocurrido como si tuviera que convencer a los demás o por el contrario
distanciarse. La víctima puede también venirse abajo si en la denuncia
advierte actitudes de suspicacia y reserva por parte de policías, abogados,
jueces, etc..., por ello es de capital importancia no poner en duda la veracidad
de los comentarios que la mujer realiza ante los actos violentos de su marido.
Tampoco ridiculizar ni frivolizar, pues todo ello contribuye a silenciar la
gravedad de actos de este tipo y a eludir la responsabilidad que tenemos todos
como miembros de la sociedad. Como dice Elia Wiesel, premio nobel de la paz de
1983: "el silencio estimula al
verdugo no a la víctima".
En el fondo todas las violaciones dentro o fuera del matrimonio
responden a un comportamiento sádico de dominio y de poder.
En aquellas comunidades donde el nivel social del sexo femenino no se
considera por no darle valor, es donde se produce mayor número de delitos
sexuales.
En España, los datos registrados no hacen diferencia entre violaciones
producidas dentro del matrimonio o fuera del mismo pues se limitan a recoger el
número de violaciones denunciadas entre los años 1989 y 1992, según los datos
recogidos del Instituto de la Mujer. La cifra ascendía a un total de 16.443
violaciones. Hay que tener en cuenta que los datos manejados representan una mínima
parte ya que las mujeres no se atreven a denunciar el delito, sea por temor al
agresor, sea por la vergüenza al tener que exponer el suplicio sexual que han
sufrido.
En nuestro trabajo hemos recogido malos tratos físicos y/o psíquicos
porque ellas mismas lo expresaron, pero las consecuencias de uno y otro género
de acciones son las mismas, si bien a veces la humillación contínua, el
silencio mortificante, el enjuiciamiento o descalificaciones constantes pueden
incluso llegar a producir alteraciones aún más graves en la personalidad de la
mujer.
d)
Consecuencia de la
violencia familiar en los hijos.
Desde el principio de la civilización, los menores han sido objeto de
malos tratos, sobre todo por sus progenitores y personas cercanas al ámbito
familiar.
Durante siglos las necesidades emocionales y afectivas de los pequeños
eran totalmente ignoradas. Eran objeto de utilidad. Pasados los ocho años eran
usados como mano de obra. No faltan relatos y leyendas en las que los padres
asesinaban a us hijos.
A partir del siglo XVIII, uno de cada cinco recién nacidos era
abandonado por sus progenitores en orfanatos, o deshauciados por pobreza o
defecto físico y sobre todo si eran niñas.
No fue hasta principios de siglo, cuando empezó a humanizarse la
actitud hacia los niños, y el problema de los niños maltratados no empezó a
tenerse en cuenta hasta los años 60 concretamente con el doctor Henry Kempe, médico
pediatra quien describió el hecho como "síndrome del niño
maltratado".
La dependencia absoluta de los niños respecto de los adultos, el uso
del poder y fuerza sobre los más débiles y que todo se produzca en el recinto
del hogar, hace que los niños sean presa facil para una amplia gama de
agresiones. Aunque existe relación entre los factores: pobreza, desempleo,
conflictos de pareja, abuso de drogas, alcohol, embarazos no deseados,
enfermedades físicas y emocionales de los niños, no siempre se produce causa -
efecto entre los factores sociales y los malos tratos. Muchos padres con estos
problemas tratan a sus hijos con bondad y comprensión.
Estas agresiones a los niños ocurren en todas las clases sociales y en
todo tipo de estados mentales, lo que ocurre es que salen más a la luz pública
los casos pertenecientes a hogares pobres o enfermos mentales, y acontecen a
puerta cerrada en los hogares de clase media - alta.
Lo que sí es común entre los adultos que cometen malos tratos, es que
fueron ellos también maltratados por sus progenitores o abusaron de ellos.
Otra característica, es la falta de empatía para vivenciar con afecto
las circunstancias de los niños.
En los Estados Unidos, a pesar de las medidas preventivas con padres
agresivos y las leyes vigentes contra el abandono y malos tratos a los menores,
1 de cada 100 niños es enviado a los Servicios Sociales por sospecha de malos
tratos y en el 90% de los casos los agresores son sus padres.
A partir de los datos presentados en el libro "El menor en España",
de un total de 10 millones de niños menores de 16 años que hay en España,
medio millón están sufriendo abusos físicos y la cifra se duplica cuando se
trata de malos tratos psicológicos.
Dentro de la violencia a los niños queremos destacar el "abuso
sexual" como tortura especialmente cruel a los pequeños. Gracias al hábito
creado de denunciar en los últimos años parece que han aumentado los casos,
sin embargo siempre se han producido estas atrocidades.
Aproximadamente el 30% de las mujeres y el 18% de los hombres dicen
haber sufrido abuso sexual en la infancia.
Los efectos psicológicos de estas agresiones en los niños que viven
en estos ambientes son: viven aterrorizados; con sentimientos de angustia y
miedo por verse amenazada su integridad física; terror a ser aniquilado. Estos
últimos síntomas se denominan "trastorno por estrés postraumático".
A partir de entonces el niño vive en un estado continuo de alerta, como si el
peligro pudiera volver en cualquier momento.
Otro efecto psicológico sobre el menor, es que tienen la necesidad de
no perder la fe en los adultos indignos de su confianza que son sus padres, y
como son incapaces de protegerse y ampararse se desconectan del mundo y se
distancian de la realidad para finalmente perder su propia identidad. Esto
ocurre por que después de sucesivas agresiones, los mecanismos de defensa y de
adaptación de la persona quedan alterados. A estos niños objeto de abusos y
malos tratos, como les es imposible eludir la realidad que viven, tratan de
crear explicaciones a lo que están viviendo y la mayoría de ellos acaban culpándose
a sí mismos pensando que ellos son malos y sus progenitores buenos. Las
consecuencias más comunes son que terminan siendo adultos con trastornos
emocionales graves, con depresiones crónicas, alteraciones del carácter,
alcoholismo, abuso de drogas, y a veces personalidad múltiple. Siendo así como
se va creando un círculo cerrado. El niño que fue agredido acaba convirtiéndose
en adulto agresor, igual que la niña, pero ésta a su vez por observación,
reproduce el papel de víctima que su madre adoptó. De esta manera la mujer
produce elecciones erróneas de pareja por las condiciones de baja autoestima
que vivió y por la repetición de esquemas familiares que ya conoce.
Sin embargo, afortunadamente podemos decir que los datos más recientes
desde 1989 sobre el índice de violencia doméstica conyugal en los países de
Occidente, ha descendido a una media anual del 5%. Igualmente los índices
generales de casos de niños maltratados están descendiendo lentamente.
El Dr. Luís Rojas Marcos atribuye este descenso a causas como son la
evolución de la condición de la mujer y el ímpetu feminista sobre los métodos
de control de natalidad. Por otro lado, la igualdad de oportunidades entre los
sexos, ha contribuido al proceso liberador de la mujer y este a su vez, a que se
produzca una mayor apertura en la mentalidad del hombre y en sus pautas de
comportamiento. Así la mujer ha
ayudado al hombre a adaptarse a una nueva y más igualitaria dinámica de
pareja. Estos modelos de relación se prestan menos a la violencia por basarse
en expectativas de igualdad.
Podemos decir, que al haberse incrementado la edad media para contraer
matrimonio, el resultado es una pareja con más madurez a la hora de la elección
de los cónyuges y de la crianza de unos hijos, y es sobre todo una pareja más
igualitaria y respetuosa mutuamente.
Esta apreciación expuesta, se confirma también con los datos
recogidos en nuestro trabajo sobre las características comunes de las mujeres
que hicieron uso del Servicio de Atención a la Mujer Maltratada, ya que prácticamente
la totalidad de ellas pertenecían niveles culturales
bajos, sin trabajo fuera de casa, o sea que dependían económicamente de sus
maridos, y las edades están comprendidas entre 25-45 años. Se puede deducir
que la relación de pareja no está basada ni mucho menos en un concepto
igualitario, y posiblemente, si se completara el estudio, al investigar en la
relación de pareja de sus padres, esta sería seguramente del mismo tipo.
VI.- ANTIDOTO A LA
VIOLENCIA.
El carácter se empieza a forjar desde el primer día de vida. Nacemos
con un temperamento, con un potencial y unos instintos y tendencias vitales que
están programadas en nuestro equipaje genético.
Las influencias físicas, psicológicas, y sociales del medio,
contribuyen a moldear nuestra manera de ser. De pequeños imitamos e
incorporamos al propio carácter muchos de los rasgos que vemos en las personas
del entorno inmediato. Paralelamente, las circunstancias y experiencias, que
vivimos durante la niñez guian nuestra adaptación y nos ayudan a construir la
personalidad.
Las normas sociales y las tradiciones culturales suponen una aportación
más para forjar los ideales, valores, aspiraciones y costumbres que definirán
un día la esencia de nuestras actitudes y comportamientos.
Los expertos coinciden en que la formación normal del carácter
requiere la satisfacción razonable de ciertas necesidades esenciales: alimento,
seguridad, protección de las inclemencias del medio ambiente, calor humano,
afecto y estímulo.
Igualmente importante es la presencia estable de adultos que sirvan de
modelos y proporciones apoyo, ánimo, comprensión, sentido de disciplina,
dirección y que enseñen al menor a discriminar entre el bien y el mal. Desde
los primeros instantes, si las necesidades biológicas y emocionales se
satisfacen, el pequeño comienza a desarrollar el sentido de seguridad, la
confianza en sí mismo y en los demás. Un entorno hogareño, escolar y social
saludable estimula la autoestima, el sentimiento de pertenencia a un grupo, el
placer del juego en equipo, el sentido de hermandad, de justicia y la capacidad
de empatía, o sea , la aptitud de ponernos con afecto en las circunstancias
ajenas. Es decir, que para el desarrollo sano de la personalidad hay que tener
en cuenta el axioma básico de que el "amor engendra más amor", y por
el contrario, como hemos visto anteriormente, la "violencia engendra más
violencia".
Tradicionalmente, la prevención de actos violentos se ha llevado a
cabo a través de medidas penales, pero esto no es suficiente, es necesario
trabajar para minimizar los factores individuales, familiares, sociales y
culturales que se sepa contribuyen a la creación de actitudes violentas entre
las personas.
El Dr. Rojas Marcos, ha puesto en práctica un "programa de
prevención" basado en el modelo de salud pública, según los siguientes
pasos:
1) Definir los comportamientos violentos que se intentan prevenir.
2) Analizar las causas primarias de estas conductas.
3) Identificar los grupos sociales de riesgo (tanto los perpetradores
como las víctimas).
4) Formular los métodos y mensajes preventivos específicos.
6)
Evaluar los resultados de la intervención.
Sin embargo, en Estados Unidos, el índice de abusos sexuales
infantiles y de mujeres maltratadas ha disminuido gracias a las estrictas leyes
penales contra los perpetradores de violencia doméstica.
Rojas Marcos, al hacer un estudio de los factores que contribuyen a
formar una personalidad violenta, apunta como estrategias preventivas, comenzar
con una planificación familiar para minimizar embarazos no deseados, sobre todo
en medios adolescentes y personas inmaduras para afrontar la crianza. Nosotros añadiríamos
unos procedimientos de apoyo como la terapia familiar, y la formación
humana, para grupos considerados de riesgo, principalmente.
Otros factores preventivos de personalidades violentas serían:
cuidados prenatales y durante el parto; tratamiento precoz de los problemas
infantiles del desarrollo como trastornos del aprendizaje; impulsividad,
tendencia a robar o engañar; crueldad con los animales, etc...
La efectividad de estos programas está garantizada para edades
comprendidas entre 4 - 12 años, antes de que los hábitos se hayan consolidado
y todavía es fácil reforzar en sus personas actitudes naturales como la
compasión, desinterés, altruismo, tolerancia, solidaridad, sentido de autocrítica
y superación, empatía, etc.
El complemento perfecto a estos programas estaría en orientar a los
padres y ayudarles a que valorasen su papel tan primordial a la hora de crear
focos de valores antiviolentos en sus hogares, para contrarrestar con una
sociedad que premia el poder de los fuertes sobre los débiles, como valor de
masculinidad; el consumismo; el sexo unido a la violencia, y el desprecio a la
mujer.
CONCLUSIONES:
A la vista de los factores comunes que poseen las mujeres referidas por
la estadística aportada en el presente estudio, que a su vez hicieron uso del
servicio de ayuda a la mujer maltratada, podemos concluir que cuanto menor es el
nivel socio-económico y cultural de la mujer, mayor es la probabilidad de que
ella permita en su relación conductas vejatorias y menos resortes personales y reales (dependencia económica
del marido) posee para prevenir dichas conductas. Por el contrario, podemos
deducir que a mayor nivel socio-económico y cultural, mayores estrategias posee
la mujer para evitar situaciones que dañan su dignidad como persona, empezando
desde la correcta elección de pareja hasta si se diera el caso, la ruptura de
pareja y acudir a métodos más civilizados como es la mediación donde se
facilita resolver una situación familiar de ruptura de forma positiva y no
violenta, pues esta no tiene cabida en mediación.
Por ello, la importancia de elevar el nivel cultural de la persona en
su programa de prevención de malos tratos , así como la utilización de técnicas
adecuadas de Terapia y Mediación Familiar, que favorezcan la comunicación de
la pareja, en momentos difíciles, de crisis, y aún en los más graves de
ruptura de la misma, que posibiliten en todo caso, el entendimiento de las
partes en beneficio especialmente de sus descendientes e incluso de ellos
mismos, al dar conclusión a su unión parental, de forma civilizada y racional,
pudiendo así asumir ellos mismos su propio destino y el de sus hijos, sin que
decida un tercero por ellos, ante su propia incapacidad para ponerse de acuerdo
en lo que les conviene.
Con todo lo cual podemos concluir, que se ve refrendada por la realidad
de los hechos la hipótesis enunciada anteriormente.
BIBLIOGRAFIA
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