Temor

(pófioQ [phóbos] angustia, temor; q>ofi¿o\ia.i [phobéomai] asustarse, espantarse; cpofiEpóq [phoberós] terrible, espantoso

I Phóbos significa angustia, temor, y, al igual que el verbo correspondiente phobéó, asustar, atemorizar (intrans. estar asustado), se utiliza en el griego de la época micénica (linear B). A veces este grupo de vocablos designa también el temor ante los dioses, el temor sagrado, pero en general la actitud respetuosa ante la divinidad se expresa con el grupo de vocablos relacionados con oéfiopai [sébomai] (moéfíaa [eusébeia], o la actitud contraria: iaéji&itx. [asébeia]); cf. WFoerster, art. aéfiopm, ThWb VII, 146 ss; cf. -• piedad, religión).

II 1. En la versión de los LXX, aparte de los significados antes citados phóbos puede designar también el que o lo que es de temer (en hebreo paliad, pavor, espanto); en Gn 31,42.53; Is 8, 13, esto se refiere a Dios. Aquí el verbo se utiliza únicamente en voz media, al igual que en el NT (a excepción de Sab 17, 9), y significa tener angustia, asustarse, atemorizarse (en sentido intransitivo, con la preposición ánó [apó]: Lv 26, 2; Dt 1, 29 etc.), y en sentido transitivo, con el significado de temer, tener miedo, con complemento de persona o de cosa: Nm 14,9; Prov 13,13 (a los pueblos extraños; al precepto); Lv 19,3; Prov 24,21 (temor respetuoso a los padres; al rey). El adjetivo phoberós, terrible, espantoso, tremendo (utilizado en el griego profano desde el s. V a. C.) se aplica espec. a Dios y a sus obras (Sal 65, 3 LXX); el sustantivo <pó¡intpov [phóbetron] (también q>óf¡t¡9pov [phóbéthron]), horror, espanto, utilizado raramente, se encuentra p. ej. en Is 19, 17 LXX; Justino Apol. II, 8, 7 (en el NT: Le 21, 11). 2. A diferencia de la actitud religiosa del griego, la característica fundamental de la actitud del israelita ante Dios es que el hombre sólo puede ponerse ante él en actitud de amor y temor, ya que Dios es grande, poderoso y terrible (Dt 10, 17 s; cf. 1 Cr 16, 25) y se vuelve hacia el hombre benignamente (Dt 6, 5.13). De ahí el frecuente «no temas» (Gn 15, 1; Jue 6, 23; Is 44, 2 y passim), con el que Dios se dirige al hombre y que penetra también en el NT. Pues la gracia y el amor de Dios no suprimen la gravedad de su exigencia; él exige la obediencia total por parte del hombre (Am 5, 6 s; Os 6, 6), ya que su amor no ha de agotarse en un puro sentimiento, sino que ha de mostrarse a través de sus obras, al igual que ocurre con el amor de Dios (cf. Is 41, 13 y passim). Pero lo que predomina es el temor; el temor de Dios se convierte en la legislación del pentateuco en el motivo esencial de la obediencia (Lv 19, 14.32; Dt 13, 11; 17, 13 etc.) y determina la actitud religiosa fundamental de la piedad veterotestamentaria, como aparece con especial claridad en Sal, Prov y Eclo(cf. Sal 103,11.13.17; Prov 1, 7; 23,17; Eclo 1,11 ss y passim). Por eso el hombre justo que confia en Dios no teme a sus enemigos, ni tampoco tiene miedo en medio de la tribulación (Sal 27; 46, etc.). Dada la frecuencia con que aparece el grupo de tpofieíaDm [phobeisthai], los vocablos afines oéfiopou [sébomai, atemorizarse y wÁoip'éoptxi [eulabéomai] precaverse, a diferencia de lo que ocurre en el griego profano, se emplean raramente en la versión de los LXX.

III 1. El uso neotestamentario de este grupo de vocablos coincide con el de I y II. Son objeto de temor, en Le 1,12; 2, 9; Mt 28, 4: las apariciones de ángeles; en Le 21, 26: las catástrofes del fin del mundo; en Heb 2, 15: la muerte; en Rom 13, 3: los apyovxzq [árchontes], los que mandan; en Jn 7, 13; 20, 19: «los judíos». La construcción cpófloq K«¡ xpófiog [phóbos kai tramos], temor y temblor que aparece ya en los LXX (Ex 15, 16 y passim), designa originariamente el temor en el sentido de angustia (1 Cor 2, 3: temblando de miedo NB; cf. Me 5, 33). En algunos textos puede considerarse como frase hecha que indica sumo cuidado o escrupulosidad (así NB a propósito de 2 Cor 7, 15: escrupulosa atención; Flp 2,12: escrupulosamente). De un modo análogo, en Eclo 4,17 phóbos y deúía. [deilía] aparecen juntos y significan timidez, desaliento; el sustantivo deilia se encuentra en el NT en 2 Tim 1, 7 (espíritu de cobardía), el verbo ó&iháio [deiliáo], ser pusilánime, cobarde, en Jn 14, 27 (cf. Dt 1, 21; 3 Mac 6, 19 y passim). El grupo de vocablos relacionados con phóbos es empleado en el sentido de temor respetuoso ante Dios, p. ej. en Hech 9, 31; 2 Cor 7, 1; Col 3, 22 (cf. también Ef 5, 21, referido a Cristo); como reconocimiento de la autoridad humana (maridos, amos), en Ef 6, 5; 1 Pe 2, 18; 3, 2.16. Phobeisthai, asustarse, atemorizarse, puede ir acompañado de apó (Mt 10, 28; Le 12, 4 y passim), pero también puede utilizarse en sentido transitivo con complemento de persona o de cosa (Mt 14, 5; Heb 11, 23 y passim; el objeto del temor es aquí el poder que hay detrás del pueblo, del mandamiento, de los fenómenos de la naturaleza). Con el significado atenuado de recelar o temer, el verbo aparece, p. ej. en Hech 23, 10; Gal 4, 11. La expresión (pofiovusvoc TÓV QEÓV [phoboúmenos ton theón], temeroso de Dios, se aplica en Hech 10, 2.22; 13, 16.26 a los no israelitas que eran adeptos a la religión judía (-> prosélito, temeroso de Dios). El adjetivo phoberos, pavoroso, horrendo, espantoso, se encuentra en Heb 10, 27.31; 12,21.

2. Así pues, también en el NT el temor de Dios o el temor de Cristo (Ef 5, 21) aparecen como motivo y contenido de la auténtica actitud cristiana (p. ej. en Le 18, 2.4; Hech 9, 31; 1 Pe 2, 17; Ap 11, 18). La impresionante exhortación a temer a Dios, que puede acabar con vida y cuerpo en el fuego fyeevva [géenna]) y en cuyas manos es pavoroso caer (Mt 10, 28; Heb 10, 27), la ha hecho Jesús mismo a sus discípulos. Como lo muestra la predicación de los apóstoles (2 Cor 5, 11; 1 Pe 1, 17), esta exhortación tiene una clara conexión con la expectativa del juicio; por eso los filipenses deben trabajar por su salvación «escrupulosamente» (lit.: «con temor y temblor»: Flp 2, 12). 3. Este temor que sobrecoge a los hombres ante la presencia de Dios y de sus mensajeros (-> milagro, art. Quüfioi [thaúma]; -> éxtasis, art. acaxctaiq [ékstasis]), se muestra también claramente en los relatos de los prodigios de Jesús y de los apóstoles, y en los de las apariciones de Cristo y de los ángeles (-» revelación). Pero siempre que Dios se vuelve benignamente hacia los hombres encontramos, al igual que en el AT, la exhortación ¡ir] (pofiov [mé phoboú], «no temas»; así, en los relatos de la hija de Jairo y de la pesca de Pedro (Me 5, 36; Le 5, 10), en las apariciones del ángel a Zacarías y a María (Le 1,13.30), en la visión de Pablo (Hech 18, 9; 27, 24), en la visión de Juan en Patmos (Ap 1, 17), en la cita de Jn 12, 15 (cf. Is 41, 10.13; Zac 9, 9 s); aparece en plural en el relato del nacimiento (Le 2, 10), en el pasaje en que Jesús camina sobre las aguas (Me 6, 50 par), en la transfiguración de Jesús y en el relato pascual (Mt 17, 7; 28, 5.10). 4. Pero la exhortación a no temer se encuentra también con frecuencia en relación con los hombres y con el entorno: los discípulos no han de temer a aquéllos que sólo matan el cuerpo (Mt 10, 26.28 par); el rebaño pequeño no ha de temer la penuria (Le 12, 32); los cristianos no han de tener el menor miedo a los adversarios (Flp 1, 28), ni al sufrimiento (1 Pe 3, 14; Ap 2, 10). Pues el refugio que ellos tienen en Dios les hace superar todo temor a los hombres (Mt 10, 30 s; Heb 11, 23.27; 13, 6). 5. Las cartas del NT señalan con toda claridad el motivo auténtico que permite superar el temor: en Heb 2, 15 Cristo aparece como aquél que redime a los hombres de la esclavitud en que los tenía sumidos el temor a la muerte. En Rom 8,14 s Pablo, aludiendo a la invocación «¡Abba! ¡Padre!», habla a los cristianos del espíritu que han recibido y que les hace hijos. Pero éste, en cuanto que es un espíritu de valentía, de amor y de dominio propio, se opone al espíritu de temor o cobardía, lo excluye (2 Tim 1, 7). También en 1 Jn 4, 18 se pone de relieve que en el -> amor no existe temor; el amor acabado echa fuera el temor. Según 1 Jn 5, 3, el motivo y el motor de la obediencia es este amor y no el temor al -> castigo.

6. Al cristiano se le plantea, por consiguiente, continuamente la tarea de superar el motivo del temor por el del amor; pues, más que el temor de Dios, el compendio de la actitud cristiana según el NT es la -> fe que se traduce en amor (Gal 5,6). No obstante, la tensión existente entre temor y amor no nos autoriza a retrotraer el temor de Dios que procede de la expectativa del juicio únicamente al influjo de la sinagoga judía, ni a considerarlo como un remanente de la mentalidad judía. W. Mundle Bibl.: WLütgert, Die Furcht Gottes, ín: Theol. Stud. 1. MKáhler, 1905, 163 ss - LKoehler, Die Ofíenbarungsformel «Fürchte dich nich» im AT, SThZ 36, 1918, 33 ss - HCremer/JKogel, Biblisch-theologisches Wórterbuch der nt. Grazitat, 1923", 1115 ss - RBultmann, Theologie des Neuen Testaments, 19583, 243 s 321 s 561 - SPlath, «Furcht Gottes». Der Begriff «Furcht» im Alten Testament, 1963 - WFoerster, Art. a¿í¡Ofit>u, ThWb Vil, 1964, 168 ss (espec. 196 ss) - AStrobel, Furcht, wem Furcht gebührt. Zum profangriech. Hintergrund von Rom 13, 7, ZNW 55, 1964, 58 ss - JBecker, S S C C, Gottesfurcht im Alten Testament, Analecta Bíblica 25, 1965 - SJdeVries, Note concerning the Fear of God in the Qumran Scrolls, Revue de Qumran 5, 1965, 233 ss.

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