Pertenece a las características esenciales del hombre en cuanto ser racional el intentar
esclarecer el mundo que le rodea, con sus manifestaciones, formas y acontecimientos, así
como las normas de su propio comportamiento respecto a él. La experiencia sensible
junto con los actos intelectuales de la reflexión y la ponderación son los medios que
conducen al conocimiento, a la profundización, al saber. Originariamente, tanto
a.io&ávo-¡XOLI [aisthánomai]
como yivcboKw [ginóskd], designan la percepción de un objeto deconocimiento por los órganos de los sentidos. Pero, mientras que el grupo de términos
relacionados con uíaSnoic, [aísthésis] expresaba una percepción somático-sensible, prescindiendo
del acto intelectual correspondiente a ella, los vocablos del grupo de ginoskd
desde el principio entrañaban una alusión a la comprensión y ordenación de los objetos
de conocimiento en la propia conciencia. Mediante el uso lingüístico de los LXX (aunque
no sólo por él), aisthánomai quedó luego reducido a la capacidad de juicio que proviene
de la experiencia, o sea, a la sabiduría de la vida; en cambio, los vocablos del grupo de
ginóskd abarcan todo el abanico de matices de los diferentes procesos del conocimiento,
desde la percepción totalmente aislada hasta aquel conocimiento que sólo es posible a
través de una relación plenamente personal. Allí donde este proceso se ha concluido y su
resultado, hecho sustancia propia, se convierte en plataforma para seguir pensando y
actuando, paralelamente al perfecto de ginóskd, surge también oída [oída] (inf.
sidévaí[eidénai])
= saber, cuyo sentido, en cierto modo, oscila entre conocer y estar convencido;el verbo oída no posee ningún artículo propio, pero de él se estudian algunos ejemplos
típicos en el artículo ginóskd.
Dado que en nuestro contexto se trata esencialmente de determinar exactamente el
concepto de conocimiento en cuanto acto, no es posible exponer aquí el complejo
movimiento de la llamada gnosis. En aquellos puntos en los que —en parte incluso hasta
Conocimiento, experiencia (oú'a9nGi<;) 298
hoy— aparecen resabios de ella en el pensamiento y en el comportamiento teológicos y
eclesiásticos, hay que remitir más bien a las correspondientes voces o entradas (p. ej.
-> eucaristía; -> cielo; -» cuerpo; -» alma). Hasta qué punto están ligados entre sí en el
testimonio bíblico conocimiento y obediencia, saber y obrar, aparece también con
claridad en los pasajes en los que se habla de lo contrario del conocimiento, o sea, en el
art. áyvoéco [agnoéó]. Cf. también -» misterio; -> revelación; -» razón; -> verdad;
-> sabiduría.
ocicr9r]ai<; [aísthesis] experiencia; aiaSn-üt]piov [aisthetérion] sentido
I Aísthesis designa la percepción (sensible) (a diferencia p. ej. del conocimiento intelectual), la experiencia, la
sensibilidad, en el sentido de conocimiento moral, el juicio (p ej. sobre la inutilidad del deseo; asi, Epicteto), también
el sentido del tacto Aisthetérion es el instrumento de la sensación, el órgano anímico
II En los LXX, aísthesis se halla predominantemente en la literatura sapiencial (por regla general, como
equivalente de ddat (conocimiento, sabiduría), y significa una comprensión justa, que a menudo implica un
discernimiento y una decisión moral (aisthetérion designa además, por decirlo así, el órgano, el lugar en el que se
lleva a cabo el discernimiento moral, cf. Jer 4,19). Esta comprensión se subraya p. ej frente a la inexperiencia (Prov
1, 4), la indisciplina (12,1) y la necedad (15, 7). Así, el padre exhorta continuamente a su hijo a seguir la aísthesis (2,
1 ss), pues la comprensión, la sabiduría, lleva al verdadero temor y conocimiento de Dios (2, 5 ss) Ambos van tan
unidos, que, a la inversa, puede decirse, «el temor de Dios es el principio del saber» (1, 7) La experiencia de Dios y
la experiencia del mundo están mutua y necesariamente implicados.
III En el NT, aísthesis y aisthetérion aparecen una sola vez.
1. En Flp 1, 9 Pablo hace ir a la par el discernimiento (aísthesis) y el conocimiento
(-> yvcoaiQ [gnósis]), en cuanto que son dos manifestaciones o dos funciones diferentes
del amor. Mientras que el conocimiento se dirige preferentemente a Dios, el recto
discernimiento es necesario en el terreno de las relaciones interhumanas, en donde está
llamado a distinguir entre el bien y el mal y a formar un juicio válido sobre ambos (cf.
espec. v. 10).
2. En Heb 5,14, se dice de los perfectos que «con la práctica tienen una sensibilidad
(aisthetérion) entrenada en distinguir lo bueno de lo malo». El «instrumento sensible» o
los «órganos anímicos», de cosa concreta, casi se han convertido en este pasaje en una
capacidad habitual —que, evidentemente, hay que adquirir— de discernir sagazmente
entre los espíritus. Se trata de un «don» espiritual, que puede desarrollarse con la
práctica.
E. Schütz
yiváejKio [ginoskó] ver, conocer, entender, saber; yv&aiq [gnósis] conocimiento, saber;
éniyiváoKco [epiginoskó] ver, conocer, reconocer, entender; éníyvcomq [epígnósis] conocimiento
I El verbo ginósko (forma abreviada, que se encuentra a partir de Aristóteles, de yiyvojoKco [gignosko],
atestiguado desde Homero) viene de la raíz yvo- (gno-J, de la que se derivan, tanto el latín (g)noscere, ignorare,
como el castellano noto, noción, ignoto, ignorante y toda una sene de otros derivados y compuestos (al igual que en
otras lenguas románicas y sajonas) De la misma raíz se derivan también los términos capitales gnósis y
yváfin[gnéme],
que expresan la acción y el resultado de la misma respectivamente299 (yiva>GK(o) Conocimiento, experiencia
1 Como forma incoativa, el verbo designa en el griego profano
a) En primer lugar, la acción de advertir, conocer, reconocer, por medio de los sentidos, espec mediante el
sentido de la vista (sobre la conexión entre «ver» y ginosko cf Homero, Od 15, 532, 24, 217), a una persona o un
estado de cosas, por la que se llega a una ordenación inteligible de lo que ha sido conocido de este modo, en el
mundo de la experiencia (experimentar, aprender, conocer por experiencia), es decir lo conocido es (nuevamente)
confiado al sujeto cognoscente Con ello viene dada, en lo que respecta al uso lingüístico tardío, una diferencia de
significado en comparación con aiaSavojiai [aisthanomai] = percibir que de por si no ha de llevar íncondicionalmente
a la comprensión Al igual que el verbo el sustantivo gnosis (atestiguado desde Heraclito) expresa, ante todo,
el acto de conocer
b) Cuando se trata del (re-)conocirmento de un determinado objeto entre otros semejantes o que pueden ser
confundidos con el, ginosko toma, en ocasiones, el sentido de distinguir (Homero II 5, 128, 182)
c) Cuando al proceso de famihanzacion con un objeto sigue un conocimiento a fondo de el, qinosko puede
significar también conocer (Herachto, Frg 97), entender (Homero Od 16 136), saber (Democrito, Frg 198 paralela
mente a oída), ser sabedor (yvcoarog [gnostos] = un conocedor de las cosas, Platón, Resp I, 347d) y juzgar
(Demostenes, 658,23) Análogamente, se encuentra el sustantivo gnosis con su significado habitual de
conocimiento,comprensión
(Platón, Sófocles) y el sustantivo gnome, comprensión (Herodoto, Tucidides), reflexión (Jenofonte,Cyrop 1, 3, 10), espíritu y, finalmente sentencia (Aristóteles, Animal 6, 22)
d) Ginosko puede describir la relación de familiaridad con personas reconocer como amigo, querer amigablemente
(Jenofonte, Cyrop 1, 4, 27, cf gnostos = intimo, atestiguado desde Esquilo, Choep 691) Es cuestionable si, a
partir de aquí, puede entenderse el empleo de ginosko con el sentido de cohabitar, tener experiencia sexual, del que
poseemos testimonios solo de la época helenística, posiblemente nos encontramos aquí con la aceptación de un
giro lingüístico extraño al griego Es cierto que Leisegang (Gnosis, 32) indica que existe un parentesco semántico
entre ginosko y gignere = engendrar (cf yivoiia.i [gmomai] -» nacer)
e) Al conocimiento del estado de las cosas se llega también por la reflexión, la meditación y la investigación en
una palabra por el raciocinio Asi, la inscripción deifica yv<53¡ aaozov [gnothi sauton] es una llamada a la reflexión,
al autoconocimiento
f) Asi, el fallo de un tribunal arbitral o de una causa criminal, que resulta de la consideración de las
circunstancias del delito puede expresarse con ginosko (pasivo) (En cast también se habla de «conocer una
causa»)
g) A menudo carece de importancia si el objeto del conocimiento existe realmente bajo un punto de vista
cualquiera, o si solo existe en la mente del cognoscente Tal conocimiento especulativo desempeña un importante
papel, espec en el campo filosófico Sin embargo, hasta que punto el conocer dimana, también aquí, del ver de la
«vista del alma» (oiípioc xr\c. I^UCTC [omma tes psyches], Platón, Resp 533 y passim), lo muestran, tanto los
términos con los que se expresa esa acción de especular (Sewpeiv [theorein], OKOKEIV [skopein]), como el hecho de
llamar EISOQ [eidos], idea [idea] (Democrito, Platón, cf -»imagen) a lo que ha sido conocido de este modo El fin
del conocimiento filosófico continua siendo «una "contemplación", no una contemplación —claro esta— de las
manifestaciones perecederas y cambiantes de las cosas terrenas, sino de lo permanente y de lo real, que justamente
solo puede contemplarse con los ojos del espíritu» (Snell, 214) Por consiguiente, gmoskein se traduce de un modo
adecuado por adquirir conocimiento llegar a una contemplación, en donde puede tratarse asimismo de conocimientos
que pertenecen propiamente a la esfera religiosa (Herachto Frg 5, Diels)
Ginoskó apunta siempre a una comprensión de la realidad plena y de la esencia del objeto hacia el que se dirige
en contraposición con la mera opinión (SOKECO [doked] -> pensar), que puede comprender la cosa a la que se
refiere de un modo equivocado, a medias, o deficientemente (pensamiento que mas tarde quedo acuñado en la
frase yvoJoic. QEÍÓV, OD So£tx [gnosis theon, ou doxa], atribuida [problemáticamente] a Apolomo de Tiana, ep 52)
2 En el lenguaje del helenismo sigue constatándose el uso ya citado de ginosko y sus derivados No obstante,
enlazada mas o menos libremente con el uso lingüístico de la filosofía griega clasica, se va formando una aplicación
peculiar del concepto en una sene de lineas de pensamiento sincretistas, caracterizadas en particular por sistemas y
concepciones muy diferentes, que, en conjunto y desde antiguo, se presentan con el complejo concepto de «gnosis»
(solo determinados grupos de esta corriente reivindican, desde dentro, la autodenommacion de gnosis y gnósticos,
cf Ireneo I, 111, 26, 3, Pauly-Wissowa VII, 2 col 1504 ss, Joñas I, 5 ss) En este contexto, en el que se trata
ciertamente de la investigación del proceso del conocimiento y de su concepto, no podemos exponer, ni siquiera de
un modo aproximativo, las características del pensamiento gnóstico, no obstante, es preciso que señalemos
algunos de sus momentos típicos
a) En el helenismo, a partir de una nueva relación con el mundo, se llega, entre otras cosas, a una duda de
principio sobre la posibilidad de un dominio «racional» del mundo y de la realidad En mayor o menor grado
experimenta el hombre el mundo y la historia como una fatalidad impenetrable, como un destino inexorable, al
que el esta sujeto de un modo impotente, como un esclavo, sin que se le haya pedido su consentimiento Mas
cautiverio que patria, su existencia histonco-mundana significa para el un estar-enajenado, un estar en la
«miseria» Por eso busca la salida y la liberación de su situación opresiva en un -> mundo extraño a el Esta salida
la descubre, entre otras cosas, en la gnosis Esta no significa aquí la penetración en las cosas mediante la razón
como ocurría en la filosofía griega, en la que la respuesta del cosmos a las preguntas de la razón era el silencio o la
Conocimiento, experiencia (yivcóaKco) 300
mentira, la respuesta del gnóstico no viene de este mundo, sino de una dimensión acosmica, de la esfera de una
divinidad diametralmente opuesta al cosmos, a través de una revelación gratuita (cf OdSl 7, 3 6) hecha al hombre
Por consiguiente, el presupuesto fundamental de la gnosis es un dualismo que separa rigurosamente a Dios del
mundo Los medios y vías utilizadas para conseguir esta gnosis ultramundana son de diferentes clases, p ej el
sacramentahsmo, la magia, la mística, las especulaciones cuasi-filosoficas, etc
b) En realidad, la gnosis es, primariamente, el autoconocimiento del hombre, de su propia esencia, sobre cuya
base el puede «comprender» su quebrantada relación con la existencia histonco-terrena y, de ese modo, conocer y
emprender el retorno hacia la -• redención Se trata de un «conocimiento» que abarca el pasado, el presente y el
futuro, «de lo que somos y de lo que hemos sido, de donde venimos y adonde vamos, hacia donde corremos y de
que somos liberados, que llevan consigo nuestro nacimiento y nuestro renacimiento» (Clemente Alejandrino,
Excerpta ex Theodoto 78, 2, según Leisegang, Gnosis, 1) El concepto de gnosis puede implicar un conocimiento
cosmológico, cosmogónico y, en un sentido mas estricto, teológico, en la medida en que todo ello es útil y necesario
para el autoconocimiento «el centro de ínteres de los gnósticos es el hombre» (Quispel, Gnosis, 29)
c) La respuesta a la pregunta que se hace el gnóstico sobre si mismo la da el mito gnóstico de la «historia
trágica» (ThWb I, 694) del «alma» (también aparecen otros términos), que encontramos bajo múltiples formas
Este mito habla del origen divino del -> alma, que, como consecuencia de una «caída» anterior a la historia, ha
sido desterrada en la materia antidivina (en el -> cuerpo) y aprisionada en ella «Asi pues, el hombre no pertenece
propiamente a este mundo su patria de origen es el otro mundo que existe mas alia de las esferas del universo
visible» (Quispel, Gnosis, 29) Por eso el hombre no puede sentirse en el cosmos como en su patria, pues, para el
alma, nada hay en común entre Dios y el cosmos Por eso obsesiona al hombre un vago anhelo desesperanzado de
escapar del mundo, que cuanto mas fuerte es tanto menos perdido se halla el en el cosmos Si se halla totalmente
sometido al cosmos, ya no hay para el ninguna posibilidad de redención, cuando ya no es portador de ninguna
«sustancia espiritual» que, a fin de cuentas, es la única que puede salvarse, perece con la materia El proceso de la
redención comienza cuando el vago anhelo desesperanzado es sustituido por una información completa sobre el
Dios desconocido ultramundano
(&yv(oaxoq \npo-~] nnxnp [agndstos (pro-)pater] p ej Epifamo, Haer I, 23, 1,ctyviooxoQ &e.0Q [agndstos theos] Ireneo IV, 20, 2) y el carácter originariamente divino de! alma, sobre la «caída»
del alma, el cosmos y su materia antidivina, asi como sobre el camino del retorno del alma consciente de si misma a
la patria divina una iluminación que toca al hombre como una «llamada» desde el exterior, como una
-» revelación divina Si la llamada halla eco en los «suyos», nada se opone ya esencialmente al retorno del alma divina
a la divinidad, a su deificación (Corp Herm I, 26a, XIII, 4) La salvación esta ya presente El retorno puede ser
vivido anticipadamente en el éxtasis (Ireneo III, 15, 2) Puede decirse «el que ha alcanzado la gnosis, es bueno y
religioso, es ya divino» (Corp Herm X, 9) La gnosis, que aparentemente es un camino hacia la salvación a través
de la liberación de lo extraño y sobreañadido, es, en realidad, una tentativa grandiosa de autorredencion, pues no
hay duda de que solo es redimida y deificada el alma que ya es sustancialmente divina El gnóstico es un
cpaasiaal^opxvoi; [physeí sozomenos],
un salvado por naturaleza (Clemente Alejandrino, Strom II, 3 10, 2, IV, 13 89, 4)d) Es asi como se llega a la actitud vital característica de los gnósticos, que ellos llaman gnosis (Ireneo I, 31, 3)
Esta se expresa en un sentimiento de superioridad para con todos los no-gnosticos y, en la gnosis cristiana, para
con los que «solo» son creyentes Característica de ella es, no solamente la reivindicación de absolutez de los
gnósticos (9EOV éyvwKevoa povoi [theon egnokenai monoi], solo ellos conocen a Dios, Clemente Alejandrino, Strom
III, 4, 31), sino también su etica (ascética o libertina) negativa, cuya motivación interna se basa en la certidumbre
que posee el gnóstico de que su autentico yo no forma parte del cosmos Consiguientemente no existe para el
motivo alguno para obedecer a exigencias supuestamente cósmicas Al contrario a través tanto de la ascesis como
de una vida libertina, el gnóstico desdeña las reglas morales —axiomas establecidos por poderes meramente
cósmicos para esclavizar al hombre (Ireneo I, 23, 3) o valoraciones puramente humanas (Ireneo I, 25, 4)— y asi
precisamente demuestra su libertad esencial frente a todo tipo de ataduras mundanas
Resumiendo la gnosis se define como una concepción que entraña una actitud vital resultante de un no a la
existencia cosmico-histonca, se expresa a través de un mito y se manifiesta en una etica negativa
II Al igual que en toda la cultura griega, en el AT el conocimiento implica la percepción de los sentidos, en
cuanto que el objeto que se puede conocer se manifiesta y se da a conocer el mismo a los sentidos Es por eso por lo
que, paralelamente a conocer, se encuentran los verbos -> oír y -> ver Ex 16, 6, Dt 33, 9,1 Sam 14, 38, Is 41,20, y es
comprensible que la versión de los LXX, siendo asi que el original hebreo usa en Jue 2, 7 rtiah = ver, en Is 26, 11
hazáh = ver, divisar, y en Neh 4, 9 (LXX 2 Esd 14, 9) sama =oir, traduzca siempre por gmoskó Los campos de
significación de los conceptos griego y hebreo de conocimiento presentan, pues, numerosas coincidencias ambos
están montados sobre la base de la experiencia sensible
1 Sin embargo, en los LXX el grupo de palabras de ginosko sale las mas de las veces como traducción de la
raíz hebrea yoda' y cubre los sentidos mas diferentes (a) Partiendo de la significación fundamental de
advertir,experimentar, percibir
(Gn 3, 7, 41, 31, Jue 16, 20, Is 47, 8, Ecl 8, 5, Os 5, 3), la percepción de objetos tales como lobueno y lo malo (2 Sam 19, 36), la derecha y la izquierda (Jon 4, 11), lleva a su distinción, ginoskd pasa entonces a
significar (b) distinguir entre El conocimiento comunicado por un tercero se convierte (c) en saber aprendido (Prov
30, 4, LXX, TM difiere el texto) (d) Esta experiencia se lleva a cabo y se realiza en un comportamiento adecuado
301 (yiváoKa>) Conocimiento, experiencia
frente a lo conocido, que procede de la familiaridad con el objeto del conocimiento A esto responde p ej el uso de
yoda' en la literatura sapiencial veterotestamentana En ella se trata de un conocimiento empírico y vital, adquirido
a través de la observación del mundo y de la vida recta «delante de Dios» (Prov 2, 6, Ecl 8, 17) También puede
expresarse el conocimiento (la familiaridad con un objeto o una situación) (e) en la posesión de una habilidad
técnica entender de algo (1 Re 7,14 [LXX 7,2], cf Gn 25,27,1 Sam 16,16 18, Is 47,11 y passim) Cuando el objeto
del conocimiento lo requiere, la percepción y la acción que de ella resulta o, negativamente, la omisión de una
acción, coinciden en un mismo acto, conocer significa entonces, entre otras cosas, (f) interesarse por y
desentendersede, preocuparse y no preocuparse por
(p ej Prov 27, 23, Sal 1, 6, 37 [36], 18, Sal 119 [118], 79), querer tratar y noquerer nada con
(p ej Dt 33, 9), reiteradas veces se habla, en sentido teológico, de un conocimiento erróneo porparte del hombre, que no le lleva precisamente a preocuparse por ello (Jer 8, 7, Sal 95 [94], 10, Is 2, 3) Conocer
puede significar des-cubnrse a si mismos el hombre y la mujer (p ej Gn 4, 1, 19, 8) en su diferenciación sexual,
también aquí coinciden una percepción primitiva, vital, de los sentidos (cf Gn 2, 23 s) con el comportamiento
reciproco que de ello resulta, conocer adquiere entonces el sentido de (g) cohabitar, relacionarse sexualmente
Cuando el conocimiento de las personas «cara a cara» no subraya el aspecto sexual, se refiere a la intima
relaciónpersonal de familiaridad
(p ej Dt 34, 10) Cuando Dios conoce a un hombre (Jer 1, 5) o a un pueblo (Am 3, 2), (h) loescoge (cf también Nm 16, 5 LXX) Este conocer calificado de escoger (-> elección) es un conocer gratuito,
amoroso, solicito (cf supra f), y es también ciertamente un conocer que espera una respuesta por parte del hombre
La peculiaridad del concepto veterotestamentano de conocimiento aflora de un modo manifiesto y ejemplar allí
donde en el AT se habla del conocimiento humano de Dios, es decir, (i) del reconocimiento agradecido y obediente
(cf 2)
«Si nos preguntamos por el significado central, a partir del cual resultan comprensibles las diferentes
acepciones de una raíz verbal, hemos de aducir el concepto de "conocimiento" (= Erkenntms) Las acciones
mencionadas son, para el pensamiento hebreo, técnicas de "conocimiento"» (HWWolff, EvTh 15, 426 s)
2 El conocimiento de Dios esta siempre ligado a su acción reveladora Esto lo muestra claramente la formula
que sale sobre todo en Ez (54 veces), pero también en el resto del AT «y sabrás (sabréis, sabrán) que yo soy el
Señor» Dicha formula se halla siempre en conexión con el anuncio de una acción concreta de Yahve (Ez 6, 7 13 14,
7,4 27,11,10 11 s, 12,14 s 16 y passim, después de una intimación de juicio contra Israel, Ez 25, 3-5, tras un anuncio
de juicio contra los amonitas, Ez 28, 26, 37, 6, después del anuncio de la salvación, cf también Ex 6, 7, 7, 5 17,14,
4 17 s, 16, 6 12, 29,45,1 Re 20, 13 28, Is 45, 3 6 s, 49, 23 26) En 2 Re 5,15 el sino Naaman llega al conocimiento del
Dios de Israel después de sanar de su lepra En Eclo 36, 4 se pide por la revelación de Dios a los pueblos
extranjeros, para que también ellos conozcan que no hay otro Dios mas que Yahve (cf la cuarta bendición en la
plegaria 18 de la liturgia judia)
Pero al conocimiento de Dios no solo conducen las acciones de Yahve en su irrepetibilidad pasada o futura
También el relato, el testimonio del obrar de Dios ya acaecido, en el que el pasado es hecho presente y actualizado
continuamente (Ex 10,1 s, 18,8-11), o los signos que se basan en la historia de la salvación (p ej el sábado), pueden
despertar el conocimiento de Yahve (Ex 31, 13, Ez 20, 12-20) De aquí se deduce, por tanto, que el conocimiento de
Dios surge únicamente a partir de la acción de Dios revelada y testimoniada Por eso el conocimiento de Dios y el
conocimiento de sus acciones coinciden objetivamente (Mi 6, 5) Pero de aquí se sigue también que el conocimiento
veterotestamentano de Dios no esta interesado por llegar a la esencia de Dios «en si y por si», sino que se interesa
por el Dios que se ha vuelto y se vuelve hacia el hombre actuando a través de la gracia y del juicio Conocerle
quiere decir entrar en la relación personal establecida por el
De la familiaridad con Dios resulta para Israel la exigencia de obrar de un modo adecuado a la acción de Dios
Asi, el imperativo que se encuentra en el interior de un oráculo de la salvación, «reconoced que yo Yahve (asi
originariamente) soy» (Sal 45 [46], 11), no se refiere primariamente en su contexto a que los pueblos que guerrean
contra la ciudad de Yahve deben convertirse a Yahve de un modo auténticamente religioso, sino a que ellos deben
renunciar a su rebelión, reconociendo el dominio de Yahve sobre la historia (cf Kraus, Pss I, 346) En Jer 22, 15 s,
en forma de una pregunta retorica, se interpreta explícitamente el conocimiento de Dios como la practica del
derecho y la justicia —también y sobre todo con los pobres y los desdichados—, y en Jue 2, 10 s, de un no
conocimiento de Yahve y de sus acciones, se sigue para Israel un comportamiento humano que desagrada a Yahve
Hasta que punto el conocimiento de Yahve se exterioriza en un comportamiento concreto ante Dios, lo muestra
espec el texto de Os 4,1 s, en donde, en una invectiva, tras haber dicho que no hay fidelidad m lealtad a la alianza,
se añade que también falla el conocimiento de Dios (v 1) y que todo ello lleva a la negación del prójimo (v 2) Que
el conocimiento de Dios significa también en Os un conocimiento de la acción salvifica de Yahve en Israel lo
atestigua Os 13,4 (cf también 4, 6, 5,4, 6,6, 8, 2, sobre Os cf HWWolff, EvTh 12, 533 ss, 15,426 ss, BKAT XIV, 1)
En la literatura sapiencial el -• temor de Yahve y el conocimiento de Dios son conceptos intercambiables (Prov 2,
5, Ecl 3, 14)
3 Recapitulación para el AT no se trata, como para los griegos, de un conocimiento ya hecho y cortado y
que establece distancias, ni de una contemplación, cuyo ínteres primario se orienta hacia una sistematización de lo
conocido, el conocimiento veterotestamentano procede, de una forma siempre nueva, de un contacto familiar y
constante con su interlocutor, o sea, con aquel o aquello que en un reiterado cara a cara se sitúa frente a el Cuando
Conocimiento, experiencia (yivdxjKco) 302
en el AT se hacen afirmaciones sobre Dios y sobre la creación, no debemos valorarlas como constataciones de una
situación esencial, sino como asertos confesionales que responden a la revelación de Dios En efecto, el
conocimiento de Dios no puede prescindir de la revelación de Dios, acontecida o anunciada en el ámbito vital
histonco-mundano de la criatura A través de un continuo seguir la pista de la revelación de Dios en el pasado, el
presente y el futuro, adquiere Israel el conocimiento de como comportarse con su Dios y de lo que Dios le exige en
concreto, tanto desde un punto de vista cultual como etico
4 a) En la controversia con el politeísmo, el judaismo helenístico desarrolla por primera vez un concepto
cuasi dogmático del conocimiento de Dios el conocimiento de Dios significa, ante todo, el saber de un Dios único
y la impugnación de la divinidad de los dioses paganos (p ej Jdt 8, 20, y passim en EpJer[ = Bar 6], cf también Sib
3, 429 s) En este contexto se aborda también el problema de la posibilidad del conocimiento de Dios, que, de una
manera semejante a como lo hace la Stoa, se resuelve remitiendo a la cognoscibilidad de Dios a partir de las obras
de la creación asi p ej en Sab 13, 1-9, Filón, Virt 215 s, ApBar(sir) 54, 17 s Naturalmente el judaismo tuvo que
enfrentarse también con las ideas gnosticas, asi se nos previene contra las especulaciones gnosticas sobre lo que
existía antes y lo que existirá después de este eon (cf Joñas, Gnosis II, 1, 206, Bietenhard, Himmhsche Welt, 53 s,
ademas St -B I 191 y III, 33 378) Pero esto no excluye que a la pregunta por la cognoscibilidad de Dios, pueda
darse también aquí una respuesta gnostica, como puede deducirse p ej de la expresión <p<5c
yvcoaecog [phosgnoseós],
que aparece reiteradas veces en TestXII y que es reconocible con claridad en Hen (eslav) (TestLev 4, 3,18,3, cf también Filón De Migr Abr 34 s, Som II, 226)
b) En el AT se presentan aparentes puntos de contacto con el concepto gnóstico-helenístico del conocimiento,
en cuanto que, tanto aquí como allí, el conocimiento de Dios procede de la revelaaon, pero de tal manera que, a
consecuencia de ello, el conocimiento gnóstico-helenístico no deja lugar a la historia, mientras que el concepto
veterotestamentano del conocimiento depende estrechamente de la revelaaon de Dios en el espacio y en el tiempo
c) Dentro del judaismo tardío, los textos de Qumran muestran un notable desarrollo ulterior del concepto
veterotestamentano del conocimiento, en estos textos los conceptos centrales son los de yada y da'at En muchos
pasajes el concepto de conocimiento es utilizado incluso en un sentido absoluto es uno de los bienes salvificos
esenciales, comunicados a los devotos de la secta de Qumran, asi en lQpHab 11,1, IQS 10, 9 12,11, 6 15, 1QH 2,
18,11, 28, CD 2, 4 y passim Dios mismo es el «Dios del conocimiento» (IQS 3, 15 y passim), es decir, el Dios que
posee todo el conocimiento y el único que puede comunicarlo al hombre En el conocimiento de Dios se lleva a
cabo, al mismo tiempo, un acto de predestinación (IQS 4,25,1QH 1, 7 y passim -> providencia), por consiguiente,
no se trata únicamente de un acto noetico El conocimiento humano tiene muchos objetos De un modo
especialmente frecuente aparecen como objeto de conocimiento «los misterios» o «las cosas ocultas» (1QH 12, 13
IQS 5,11), entre las que se encuentran los misterios de la creación, de la historia y del fin del mundo, revelados a la
secta Aquí se manifiesta la afinidad de los esenios con la apocalíptica judia tardía La fidelidad de Dios es
igualmente objeto de conocimiento (1 QH 9, 9 y passim), asi como la bondad de Dios (1QH 14,17), la sabiduría de
Dios (1QH 15, 12), la gloria de Dios (1QH 15, 20) o Dios mismo (1QH 1, 31) De aquí que la comunidad pueda
designarse a si misma con el titulo de «los conocedores» (1QH 11, 14, 14, 15) El conocimiento de la voluntad de
Dios en la Tora desempeña juntamente un importante papel y, tanto en la admisión en la comunidad como en la
jerarquía dentro de ella, era deasivo el conoamiento de la Tora (IQS 2, 22, cf IQS 5, 21 ss) El mismo uso se
adapto a los conceptos paralelos sákal (la raíz significa ser inteligente) ybín (en hif = entender), juntamente con los
correspondientes sustantivos Aunque hayamos indicado que, al subrayar el concepto de conocimiento, los textos
de Qumran demuestran la influencia del pensamiento gnóstico en el judaismo palestinense, no obstante no deben
olvidarse las diferencias fundamentales existentes entre ambas corrientes de pensamiento en la cosmología, la
antropología, la sotenologia y la etica
III 1 Resumen de los significados y de los textos donde aparecen
En el NT, ginosko se encuentra 221 veces (con la máxima frecuencia en la literatura
joanea 82 veces; en las cartas paulinas, sm las pastorales 46 veces) y epiginóskd 44 veces
(en los escritos de Lucas 20 veces, en las cartas de Pablo, sm las pastorales. 11 veces) Los
sustantivos gnósis y epígnosis aparecen en el NT 29 y 20 veces respectivamente (33 veces
únicamente en las cartas paulinas, la literatura joanea evita, en cambio, los sustantivos,
¿intencionalmente7) El adjetivo verbal gnostós (casi únicamente en Jn y Le) se halla 15
veces, gnómé (predominantemente en Pablo y en Ap) 9 veces
Reiteradas veces se presenta en el NT el uso general y corriente, sm que, en la amplia
concordancia entre las escalas de significación griega y veterotestamentana, se pueda
dilucidar de qué ámbito lingüístico procede el concepto Citemos, a modo de ejemplo, los
significados siguientes experimentar (Me 5, 43, Jn 4, 1, Flp 1, 12 y passim), advertir (Mt
16, 8, Me 6, 33, epiginósko, 13, 28 s y passim), barruntar (Me 5, 29 s), reconocer (Mt 7, 16,
303 (yiv(ÓGK(o) Conocimiento, experiencia
epiginosko; Le 24,16; Sant 2, 20 = aprender y passim); conocer (p. ej. Le 12,46-48; Jn 1,48);
saber (p. ej. Mt 7, 39; Jn 21, 17, junto con eidénai; Le 18, 34, junto con syniénai; Jn 13, 7,
junto con eidénai y passim); constatar (Jn 13, 35; 15, 18; 19, 4; 1 3n 2, 3.5 y passim);
distinguir (1 Cor 14, 7); entender de algo (Mt 16, 3; Hech 21, 31).
El sustantivo gnomé aparece casi exclusivamente en su significación habitual de
puntode vista, opinión, juicio:
p. ej. en 1 Cor 7, 25 (la opinión del apóstol, claramente delimitadacon respecto al «mandamiento del Señor» y, sin embargo, comprometedora; cf. también
7, 40); Ap 17, 13 (¡IÍCLV yvdbpnv é'^eiv
[mían gnomén échein] = tener un mismo criterio = decomún acuerdo,
cf. 1 Cor 1, 10); Ap 17, 17b (noieív ¡iíav yváfinv [poieín mían gnomén]= obrar de común acuerdo,
que significa tanto como perseguir un objetivo común [ = e/criterio de Dios]); de un modo semejante se expresa también Hech 20, 3
(gínomai gnomés= ser de la opinión,
esto es, resolver).2.
La formación del concepto a través del uso veterotestamentarioA través del empleo general de la versión de los LXX, tanto en el cristianismo
primitivo como en el judaismo (de la diáspora), se establece sin duda una continuidad
lingüística entre el AT y los testigos neotestamentarios o la tradición neotestamentaria de
la predicación transmitida a ellos y asumida por ellos. Sin embargo, la diferente situación
de los testigos neotestamentarios —ellos mismos son, en parte, cristianos procedentes de
la gentilidad y se dirigen también a hombres del mundo pagano— y el contenido del
testimonio, a saber, la revelación de Dios en Jesucristo, han acentuado y modificado en
ocasiones de un modo nuevo el concepto veterotestamentario de conocimiento. El
concepto neotestamentario de conocimiento se deriva absolutamente del AT cuando
designa una relación personal entre el conocedor y lo conocido. Esto es válido de la
experiencia sexual (Mt 1, 25; Le 1, 34), pero también de los textos donde ginéskd tiene el
significado de tener que ver con alguien, p. ej. en la «fórmula de anatema del juez del
mundo» (Kásemann) en Mt 7, 23: «Nunca os he conocido», es decir, nunca he tenido
nada que ver con vosotros (cf. Me 14, 71, en donde Pedro, con palabras semejantes,
reniega de haber conocido a Jesús, por más que aquí se emplee oída). En 2 Cor 5, 21,
Pablo no quiere decir que Jesucristo no haya conocido el pecado de un modo noético;
más bien quiere decir que Jesucristo, en su persona, no ha tenido nada que ver con el
pecado; sólo dándole este sentido a ginósko, aparece con claridad la enormidad de la
afirmación: Dios le ha hecho pecado por nosotros. De un modo similar, el texto de Rom
7, 7 ha de traducirse del siguiente modo: el yo humano no hubiese tenido nada que ver
íntimamente con el poder del pecado, de no ser por la ley (cf. Rom 3, 20:
día yótp vófiovéniyvmaic,
á/iapT¡'ag [diá gár nómou epígnósis hamartías]). Finalmente, para 2 Cor 5, 16hay que admitir también el mismo significado de ginósko.
En este versículo 2 Cor 5, 16, cuyo sentido se discute, ginósko aparece 2 veces en la segunda parte (16b) En 2
Cor 5,11-21 Pablo se enfrenta con adversarios que atacan a su persona y a su apostolado, aduciendo que en Pablo
se echan de menos cualidades espirituales visibles, que lo legitimen como apóstol (p ej fenómenos extáticos v 13)
Ellos han tratado al apóstol de «fanfarrón», que se recomienda a si mismo (a lo que alude Pablo en el v 11 «trato
de sincerarme con los hombres» y en el v 12 «no me estoy recomendando otra vez ante vosotros») Pablo
responde a los reproches, entre otras cosas, con la alusión a la muerte de Cristo, realizada «por todos» y en la que
«todos y cada uno han muerto» (v 14s), y, por consiguiente, también el hombre con sus cualidades y talentos
visibles y supuestamente espirituales «Por consiguiente», prosigue Pablo en el v 16a, «ya ahora» —esto es, desde
el acontecimiento de Cristo, que significa una «desvalonzacion de todos los valores» y marca un viraje cósmico—
«ya no apreciamos a nadie por la apariencia», según una manifestación externa del espíritu y del poder, esta
afirmación ha de ser entendida como una consecuencia de la muerte de todos en Cristo, mencionada en el v 14
Para aclarar la evidencia de esta consecuencia, Pablo añade en el v 16b, por así decirlo, una «perogrullada», que lo
esclarece todo «y aunque una vez valoramos a Cristo por la apariencia —es decir, en el supuesto de que conocimos
al Cristo visible en su condición terrena—, ahora ya no lo conocemos así», es decir, no tenemos que ver con el —se
entiende— en dicha condición (nótese el cambio en el modo de la acción [en el supuesto de que le conocimos —ya
Conocimiento, experiencia (yivÓHTKo) 304
no le conocemos—], con respecto a la traducción, cf Lietzmann, Komm, 125 Georgí, 257), sino únicamente con el
Cristo invisible, resucitado, a cuyo servicio estamos Por consiguiente, ya que Cristo, en cuanto que «ha muerto
por todos» y ha resucitado, es el invisible y, por tanto es, en su soberanía, el Señor que no puede legitimarse de un
modo extenor, tampoco el apóstol y la legitimidad de su ministerio pueden ser juzgados según normas externas
visibles para todos, como todo y todos los que han muerto con Cristo «En Cristo» radica el valor de la nueva
criatura, «lo viejo» —incluso el enjuiciamiento év npotromeo [en prosópó]=según las apariencias (v 12)— «ha
pasado, existe algo nuevo» (v 17) Si se considera esta argumentación de Pablo, es claro que en 2 Cor 5, 16 ni se
afirma ni se mega que Pablo haya podido conocer personalmente al Jesús histórico El versículo nos da también
pocas referencias acerca de «la pregunta sobre el significado del Jesús histórico para Pablo» (Kummel, citado en
Lietzmann, Komm., 205)
a) La orientación veterotestamentaria del concepto de conocimiento que aparece en
el NT se destaca especialmente cuando se refiere al reconocimiento. En el ámbito
interhumano: en 1 Cor 16,18 (epiginosko); en 1 Cor 4,19, Pablo anuncia a los corintios
que, en su venida, no reconocerá las palabras de «esos engreídos» (es decir, no las
admitirá), sino lo que hacen. En Mt 17, 12, aludiendo a Juan bautista, afirma Jesús que
los escribas no le reconocieron como Elias redivivo; esto viene a significar lo que añade a
continuación: «lo trataron a su antojo». En la carta a la iglesia de Filadelfia (Ap 3, 9),
«invirtiendo una esperanza judeo-escatológica» (Lohmeyer, Komm., 36), Jesucristo promete
que vendrán judíos a la comunidad (¿étnico?)-cristiana y reconocerán que el
resucitado la ha amado (= elegido; Lohse, Komm., 30); cf. Ap 2, 23.
A nivel estrictamente teológico, expresiones tales como «conocer la voluntad de
Dios» (Rom 2, 18; Hech 22, 14), «conocer la ley» (Rom 7, 1); «conocer el veredicto de
Dios» (Rom 1, 32), no afirman un conocimiento o un saber teórico, sino el reconocimiento
obediente, que afecta a la persona, de la voluntad de Dios (cuando en Rom 2, 20, en una
exposición de la conducta del judío, se designa a la ley como la personificación del
conocimiento y de la verdad, se distingue también claramente entre el conocimiento
existencial y la verdad «teórica»). Esto se deduce también de Jn 7, 49, en donde parece
imposible admitir que «esa plebe que no entiende de la ley» no esté, en realidad,
informada sobre ella; más bien hay que decir que el pueblo es culpable de desobediencia a
la ley. De un modo totalmente análogo, en 2 Cor 10, 5 interpreta Pablo el «conocimiento
de Dios» como obediencia a Cristo. Incluso allí donde Pablo a todas luces toma prestado
el concepto de conocimiento que tiene la filosofía popular judeo-helenística, lo modela
desde un punto de vista veterotestamentario: en Rom 1, 28 (epígnósis) no se trata
precisamente para Pablo «del conocimiento de Dios en cuanto pregunta y posibilidad
que puede explorarse..., sino de la pregunta sobre si este conocimiento es auténtico
(SoKifiá£eiv [dokimázein])» (Bornkamm, Ende, 21). Cuando no se muestra la autenticidad
del conocimiento de Dios a través de una obediencia viva, la consecuencia culpable
es el juicio de Dios (noipédcoKev avxovq ó Seóq [parédoken autoús ho theós]). Lo que se
afirma en Rom 1, 21 de aquellos que, conociendo a Dios, se entontecieron en sus
razonamientos, ha de experimentarlo el pensamiento helenístico como algo en sí mismo
contradictorio. Dentro de aquel contexto helenístico, la vaciedad sería un atributo de la
theoü agnosia, o sea, del desconocimiento de Dios (Sab 13,1; -» ayvoéco [agnoéó]). Pero,
dado que para Pablo el conocimiento de Dios, va acompañado necesariamente de su
reconocimiento y del respeto debido a él, si el hombre pagano queda privado de ellos, su
conocimiento de Dios se reduce a un simple acto mental y su supuesta sabiduría se
convierte en necedad (Rom 1, 23). El hecho de que el gentil conozca a Dios, pero sin
reconocerle de un modo conveniente, se convierte en algo inexcusable delante de Dios
(Rom 1, 19.20). (Sobre todo esto, cf. Bornkamm, loe. cit., 21 s; sobre esta cuestión, cf.
también Jn 1,10; 1 Cor 1, 21; Gal 4, 8 s). Tal reconocimiento de Dios, cuando acontece, es
don, regalo de Dios, y no un habitus. Se funda en su revelación y, por tanto, tampoco
puede prescindir de ella (1 Cor 12, 8,14, 6 [cf. 2 Cor 8, 7; 2 Pe 1, 5]; también Flp 1,9; Col
305 (yivcbaKio) Conocimiento, experiencia
1, 9 s, en donde se pide que crezca el amor en el conocimiento y el conocimiento del
designio de Dios; cf. también Ef 1,17; 2 Pe 1,2 en el deseo de bendición del prólogo; 1 Cor
1, 5; Col 3, 10: nótese la forma pasiva del verbo; 1 Cor 2, 11.14). Consiguientemente, el
reconocimiento, es decir, la aceptación de la salvación, que consiste en el perdón de los
pecados, sólo puede ser asimismo un don originariamente propio de Dios (Le 1, 77). Sin
embargo, el conocimiento neotestamentario —en contradicción sólo aparente con el
carácter carismático del conocimiento— se dirige también a la voluntad del hombre a
quien ha sido dado; pues él puede desaprovechar de un modo ingrato y desobediente el
conocimiento que le ha sido otorgado, es decir, no llevarlo a la práctica. Así p. ej. los
imperativos —como todas las parénesis neotestamentarias— son una llamada a comprender
el don como una tarea a través de una situación y de una concreción siempre
renovadas: 1 Cor 14,37; Ef 5, 5; Sant 1, 3; 5,20 (cf. Le 10,11; Hech 2,36, en donde, sobre la
base del acontecimiento de pentecostés, se invita a la «casa de Israel» a reconocer al
crucificado como el Cristo; pero cf. también el imperativo en la parábola de Mt 24,43). 2
Cor 8, 9 ss se refiere asimismo al reconocimiento a través del comportamiento práctico,
pues aquí el conocimiento de «lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo que, siendo
rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza» surte efecto en la
colecta en favor de Jerusalén, que Pablo recomienda tan encarecidamente (en este
contexto no se debería exponer «el modelo de Cristo... como ejemplo de generosidad»; así
Lietzmann, Komm., 134). Es dudoso también que en 1 Pe 3, 7, en la exhortación a los
maridos a tratar a sus mujeres katá gndsin = con discreción, se apele a su inteligencia o
comprensión humana (así la mayoría de los comentaristas y traductores); se trata
también aquí probablemente de la concreción práctica del conocimiento (de Dios o de
Cristo) en el comportamiento matrimonial del marido para con la mujer (cf. ThWb I,
708).
El conocimiento en el sentido de reconocimiento es aplicado, pues, a un determinado
| comportamiento práctico del conocedor, a su transformación (Col 1, 9 s), que se ajusta a
lo conocido.
b) Aparece también un uso lingüístico típicamente veterotestamentario cuando el
acto de conocer parte de Dios. Significa entonces la elección de Dios, su obrar amoroso,
su acción selectiva en favor del hombre: 2 Tim 2,19 (= cita de Nm 16, 5); forma pasiva en
1 Cor 8, 3 (cf. infra); 13, 12; Gal 4, 9. A este contexto pertenece también Rom 11, 33. El
conocimiento de Dios es aquí el compendio de la acción definitiva de Dios en favor de sus
criaturas humanas, que abarca tanto al judío como al pagano, que triunfa sobre la culpa
y la desobediencia. A ello corresponde Rom 10, 2; en este texto Pablo reconoce que los
judíos tienen celo por Dios, pero un celo que no es katá epígnosin, no va al unísono con el
conocimiento. «Ello no quiere decir que al judío le falte una comprensión más profunda
de la esencia de Dios. El conocimiento que le falta es el conocimiento y el reconocimiento
de los caminos de Dios» (Gaugler, Komm. II, 91).
c) Sin embargo, en algunos pasajes se encuentra ginóskein más bien en el sentido de
un conocimiento teológico-teórico, que no puede ser deducido inmediatamente del
sentido veterotestamentario del concepto (cf. también III, 4). Un ejemplo de ello son los
textos de Mt 13,11 y Le 8,10, en donde se habla de un conocimiento que sólo se otorga a
los discípulos —por consiguiente, esotérico— sobre los misterios apocalípticos del reino
de Dios, conocimiento que convierte a los discípulos en intérpretes autorizados de las
parábolas, que no son accesibles a la comprensión humana (cf. Marxsen, ZThK 52, 255
ss). Y en Col 2, 2 el giro
iniyvcooiq xoo fiDffTnpíov TOÜ SEOÜ (Xpiaxou) [epígnosis toümysteríou toü theoü (Christoü);
texto incierto] = conocimiento del misterio de Dios (o sea,de Cristo) posee también, cuando menos, un matiz teórico; de acuerdo con su contenido,
apenas difiere de epígndsis theoü = conocimiento de Dios, pero el conocimiento al que se
Conocimiento, experiencia (yiváoKa)) 306
alude aquí se orienta hacia un misterio que no es cognoscible para todo el mundo, sino
que permanece reservado a los «consagrados», a quienes Dios ha dado a conocer sus
misterios (Col 1, 26).
Sin embargo, el conocimiento de un estado de cosas cuasi-dogmático, p. ej. de una
determinada doctrina sobre el bautismo, apunta también hacia la praxis de la obediencia
vivida (Rom 6, 6): el objetivo del citado conocimiento consiste en que «no seamos más
esclavos del pecado».
3. El uso de este grupo de palabras en la controversia del NT con la gnosis
Extensos fragmentos del NT reflejan la controversia con la gnosis. El evangelio de
Jesucristo era mal entendido gnósticamente de muy diversas maneras o bien se le daba
una interpretación gnóstica por parte de predicadores ambulantes (que proseguían la
predicación apostólica). Así, p. ej. a Timoteo se le advierte expresamente contra «las
charlatanerías irreverentes y las objeciones de esa mal llamada ciencia» (1 Tim 6, 20). Ap
2, 24 cita a adversarios que afirman conocer «las profundidades de Satán» o —caso de
que el autor apocalíptico haya invertido el contenido de la gnosis de ellos, juzgándolo
críticamente y expresándolo sarcásticamente— «las profundidades de Dios» (cf. Lohmeyer,
Komm., 29; Lohse, Komm, 29). Muchos puntos de las cartas paulinas (espec. 1 y 2
Cor; Flp 3, 1 ss; Col, espec. 2, 4-23; ocasionalmente también Gal), la totalidad de la
literatura joanea y Jds, hay que entenderlas sobre el trasfondo de una polémica contra los
gnósticos. En este contexto, investigaremos si y hasta qué punto el concepto de conocimiento
de los testigos neotestamentarios ha sido influido en cada caso por el gnóstico que
tiene enfrente.
a) Pablo: en 1 Cor 8, 1, en la controversia sobre el consumo de las carnes
sacrificadas a los ídolos, Pablo recoge literalmente una afirmación gnóstica: «Sabemos
que todos tenemos conocimiento». Gnosis es utilizado aquí, de modo típicamente
gnóstico sin artículo; por esta razón no puede tratarse p. ej. de un conocimiento que se
refiera únicamente al sacrificio de carne a los ídolos; más bien, «tener conocimiento» es la
premisa a partir de la cual puede derivarse, entre otras cosas, el comer sin escrúpulos las
carnes sacrificadas a los ídolos. El que tiene la gnosis, es decir, el que está «informado»
sobre el verdadero ser de Dios y sobre su propio ser originariamente divino (cf. 2 Cor 13,
5, donde Pablo, de un modo irónico, apunta al autoconocimiento del gnóstico) y, con
ello, el cosmos, juntamente con todo lo relativo a la vida y al orden histórico-terreno, lo
considera sin valor, aquel para quien la cuestión referente a la carne sacrificada a los
ídolos está ya resuelta (cf. también Flp 3, 19a y Ap 2, 20), para quien la incontinencia no
representa tampoco ningún problema (1 Cor 6, 12 ss; Flp 3, 19b; cf. Ap 2, 20), puede
considerar superada la cuestión de la resurrección de los muertos (1 Cor 15, 12; cf.
también la aguda exposición de Flp 3, 10 ss); en última instancia, ni siquiera el Jesús
histórico-terreno tiene para él la menor relevancia (1 Cor 12, 3:
ává&spa '¡rjaoüg [anáthemaIésoüs];
Flp 3, 18: éx$poi xoii axavpoñ xov Xpiaxov [echthroí toú stauroú toüChristoü];
la contraposición entre espíritu y materia es aplicada por la gnosis cristianatambién a la cristología, que queda, por tanto, contaminada de docetismo). Pablo
compara este concepto gnóstico de conocimiento con el amor: «el conocimiento engríe,
lo constructivo es el amor» (1 Cor 8, 2b). El gnóstico, en su gnosis, se interesa
exclusivamente por sí mismo, por la demostración de su propia libertad superior frente a
todas las ataduras cósmicas. En cambio, el -> amor se preocupa por la edificación de la
iglesia, es decir, por la salvación del otro en la comunidad de Jesucristo, p. ej por la
salvación del «débil» o «inseguro» (1 Cor 8,9), que no posee el conocimiento (1 Cor 8, 7),
pero también por la salvación del
ióicóxnq KCCÍ cfaiioxoc, [idiótés kaí ápistos], de la personano creyente
(1 Cor 14, 23). Dado que, para Pablo, el conocimiento reivindicado por los307 (yiváaKcü) Conocimiento, experiencia
corintios es inadmisible (ellos aún no saben «conocer como es debido» 1 Cor 8, 2, cf 1
Cor 15, 34 alguna gente tiene agnosia theoü, ignorancia de Dios), se ve obligado, por su
parte, a explicar lo que él entiende por conocimiento Pablo puede dar a la gnosis
únicamente un sentido propiamente pasivo, es decir, la considera no como un conocer
sino como un ser conocido (cf también el
fi&Uov Sé yvwo&évxEQ vno Qeou [mállon dégndsthéntes hypó theoü]
de Gal 4, 9, que corrige al conocimiento humano activo), al cualno corresponde, por parte del hombre, ningún conocimiento activo previo, sino —como
p ej en 1 Cor 8, 3— un «amar a Dios» El verdadero y pleno conocimiento de Dios es
más bien objeto de la esperanza y de la -* promesa escatológica (1 Cor 13, 12) La
anticipación místico-gnóstica del fin, en el que coinciden el ser conocido por la divinidad
(Ap) y el conocimiento perfecto de Dios por el hombre (redención, p ej 2 Tim 2, 18b,
deificación), es rechazada por Pablo de un modo radical, en cuanto que niega simplemente
la existencia corpóreo-terrena Para Pablo radica «todo en la prioridad del serconocido.
, es decir, gnosthénai tiene para él el sentido de elección» (Bornkamm, I, 106)
Si, en absoluto, existe el conocimiento humano de Dios, éste sólo puede ser un conocimiento
mediato del Dios revelado en Cristo, «el conocimiento de la gloria de Dios en el
rostro de Cristo» operado por el espíritu (2 Cor 4, 6) O sea que el conocimiento de Dios
anterior a la consumación de los tiempos solo se da bajo la forma del conocimiento de
Jesucristo (Flp 3,10, cf igualmente Col 2, 2 s) Pero a Cristo ha de conocérsele, no tanto a
través de caminos teónco-dogmáticos, sino más bien en el hecho de que el hombre,
profundamente atónito, le reconoce a él como Señor (Flp 3, 8) En tal reconocimiento
radica el correlato del ser-conocido por Dios, si este falta, no puede hablarse de
conocimiento,
ei Sé xiq áyvoei, áyvosnoii [ex dé tis agnoei, agnoeitai], si no lo conoce,tampoco él es conocido
(1 Cor 14, 38) Por esto el -> amor a Dios corresponde al serconocidopor él (1 Cor 8, 3), pero el amor a Dios adquiere forma en una nueva obediencia
bajo el Señor Jesucristo, en la liberación del poder del pecado (cf
aüpifiop(pi(,o-¡XEVOQ xát Savoftw otmov [symmorphizomenos tó thanató autoü]
Flp 3, 10 y Rom 6, 3 ss),en la participación en la pasión de Cristo, en el servicio lleno de brío que proviene de la
fuerza que da la resurrección de Cristo, en el empeño constante por alcanzar la
resurrección de los muertos que ha sido prometida (Flp 3,10) El recto conocimiento, que
Dios revela en todo lugar por medio del testimonio del apóstol (2 Cor 2, 14), no es, por
consiguiente, la plenitud definitiva, un conocimiento provisional (1 Cor 13,12), pero está
orientado hacia la plenitud, es epígnosis pantos agathoú (que significa casi lo mismo que
«la práctica de todo el bien»), eis Chnstón, es decir, «hasta que él venga» (Flm 6) Dado
que la soberbia de los gnósticos de Connto no quiere saber nada de esta gnosis, Pablo les
da irónicamente el consejo de «reconocer», sólo por una vez, que lo que él escribe es
ordenanza del Señor (1 Cor 14, 37) Así pues, Pablo, en su polémica antignóstica, se
mantiene también fundamentalmente dentro del concepto veterotestamentano de conocimiento,
completándolo y actualizándolo a su vez desde el punto de vista cnstológico
b) Juan Las afirmaciones joaneas sobre el conocimiento se basan terminológicamente
sobre el concepto gnóstico de conocimiento y, de la misma manera, en general su
lenguaje y su mundo de ideas son de claro cuño gnóstico (se discutirá más adelante lo que
esto significa para sus aseveraciones teológicas), con respecto al concepto de conocimiento,
el influjo gnóstico puede probarse fácilmente, si las afirmaciones joaneas en las que se
presenta ginóskd se las considera en sí mismas separadas de su contexto aunque ginósko
pueda expresar una íntima comunión recíproca, tanto entre Jesús y los suyos, como
también entre Jesús (el Hijo) y Dios (el Padre) (Jn 10,14 s), y remita a un origen gnóstico
(JJeremias presume aquí la existencia de un semitismo, ThWb VI, 495, nota 106), sin
embargo, la identidad sustancial entre el «conocedor», el enviado de Dios que comunica
la gnosis, y aquel a quien se conoce, el Dios totalmente ultramundano, es la única que
Conocimiento, experiencia (yiváxncco) 308
fundamentalmente hace posible describir el conocimiento como comunión (-» participar).
La contraposición gnóstico-dualista entre Dios y el mundo está también en el
trasfondo, cuando se habla p. ej. de que el mundo no puede recibir el «espíritu de
verdad», porque no le ve ni le conoce (Jn 14, 17); y el odio que el mundo tiene a Jesús y a
sus discípulos (Jn 15,18; cf. 16, 3) se entiende a partir de la irreductible oposición entre lo
divino y lo humano. En esta misma línea el llamamiento de la revelación no puede ser
reconocido como tal por aquellos que no tienen como padre a Dios, sino al diablo (Jn 8,
42 ss), mientras que, a la inversa, el conocimiento de Dios incluye el de su enviado y
coincide con la redención y la vida eterna, tal como sucede en la gnosis (Jn 17, 3). Sin
embargo, este conocimiento redentor sólo se lleva a efecto a través de una «llamada»
reveladora «de fuera», a través de la venida del Hijo de Dios, que ha proporcionado el
entendimiento (diánoia) para conocer al verdadero (Dios) (1 Jn 5, 20).
Que el lenguaje joaneo, así como su concepto de conocimiento dependa de la
terminología del mito gnóstico no debe evidentemente asombrar a quien haya comprendido
que el destinatario del mensaje cristiano —por más que sea su adversario—
codetermina la forma lingüística del mensaje. Ahora bien, Jn quiere dirigirse a los
gnósticos y, por tanto, lo hace en su lenguaje; él se enfrenta con la gnosis en su propio
campo y con sus propias armas. No por eso se convierte el evangelio en un mito ni Juan
en un gnóstico. Pero examinemos lo que esto significa con respecto al concepto de
conocimiento.
Se podría hablar de un «cambio de polarización» del mito gnóstico realizado por Jn.
Mientras que la gnosis, propiamente hablando, sólo puede concebir el conocimiento
como un autoconocimiento a través del cual el hombre se hace consciente de su
extrañamiento en el cosmos, así como de su propia divinidad y de este modo experimenta
la liberación del mundo y de la historia, el conocimiento joaneo está siempre referido a lo
real. En Jn, el que está frente a frente posibilitando el conocimiento es Dios, que se
manifiesta a través de su revelación. «A Dios nadie lo ha visto jamás» (Jn 1,18); por eso
no existe tampoco ningún conocimiento inmediato de Dios, ninguna comunión directa
con Dios. Pero Dios es cognoscible en su enviado, en el Hijo (cf. sobre esto el texto, por lo
demás discutido, de Mt 11, 27 par); éste no es, como el salvador gnóstico, una figura
mitológica, sino que lleva el nombre histórico de Jesús, que le hace único e inconfundible
en el espacio y en el tiempo: el Hijo es el Logos hecho carne (Jn 1,14; 1 Jn 1,1-4). El que ve
a Jesús, ve al Padre (Jn 14, 9; 12, 45). El que le ha conocido, conocerá también al Padre,
pues desde ahora le conoce y le ha visto (Jn 14, 7). Es por eso por lo que sólo existe
comunión con Dios en la comunión con Cristo; pues, esta comunión es análoga a la
comunión de Jesús con Dios (Jn 10,14 s), comunión que en ambos planos se expresa con
ginésko.
La comunión efectiva en el mutuo conocimiento que existe entre Jesús y los suyos no
se identifica, como ocurre en la gnosis, con la deificación del hombre, con su radical
emigración del mundo y de la historia. En Jn, el conocimiento adquiere forma a través de
un comportamiento histórico adecuado a Dios y a su revelación histórica. Dado que
Dios, mediante la misión del Hijo, revela su amor a los suyos (Jn 17, 23; 1 Jn 4, 9 s) y al
mundo (Jn 3,16) y dado que el Hijo ha amado a los suyos con el mismo amor con que el
Padre le ama a él (Jn 15, 9; 17,26), el conocimiento se realiza, en todo caso, históricamente,
por parte del hombre amado por Dios o por Jesús, es decir, en el amor: «El que no
ama, no conoce a Dios» (1 Jn 4, 8). Al igual que el Hijo expresa su amor al Padre en la
obediencia al mandato de Dios (Jn 14, 31), el conocedor ha de manifestar su conocimiento
a través de la observancia de los mandamientos (1 Jn 2, 3-5), sobre todo, del
mandamiento del amor a los hermanos (1 Jn 4, 7 s; cf. 2,7 ss), a través de una conducta no
pecaminosa (1 Jn 3, 6). Así pues, ginoskd posee una doble dirección: se refiere al
309 (yivaxjKco) Conocimiento, experiencia
conocimiento del amor de Dios en la misión del Hijo (Jn 17, 8,1 Jn 3,16) y a la obediencia
del amor que se funda en el y que también puede describirse como obediencia a la
-•predicación (1 Jn 4, 6) Semejante conocimiento es ya -> vida eterna (Jn 17, 3), ya que es
una vida histórica vivida a partir de la revelación histórica de Dios. Asi pues, por todas
estas razones, el concepto joaneo de conocimiento se opone de un modo diametral y
consciente al gnóstico
Asimismo, la sorprendente equiparación de -> fe y conocimiento (naturalmente sólo
en la relación del hombre con Dios) se dirige de un modo polémico contra la gnosis, que,
cuando menos, desvaloriza la fe frente al conocimiento Si en Jn 17, 3 se atribuye la vida
eterna al conocimiento, en Jn 3,36 se atribuye a la fe En la formulación de la confesión de
Pedro (Jn 6, 69) podría intentarse aún considerar la fe como un primer paso, subordinado
al conocimiento, sin embargo, en 1 Jn 4, 16 la secuencia fe-conocimiento aparece en
orden inverso
Finalmente, Juan se defiende de la autosatisfacción gnóstica, que se complace en la
propia salvación, por el hecho de que el ser y la existencia de la comunidad en el amor al
prójimo (Jn 13, 35) y en la unidad (Jn 17, 21 ss) encuentran su sentido final en la fe del
mundo en la misión del Hijo, en el conocimiento de la revelación por medio del cosmos
Pero esta afirmación sólo es posible porque Jn no participa del dualismo gnóstico, que ve
una oposición irreductible entre el cosmos (creación) y la redención, oposición que
estaría fundada en una caída fatal Según la concepción gnostica del mundo, el cosmos es
absoluta y fatalmente incapaz de alcanzar el conocimiento de Dios, y, por tanto, incapaz
de redención, en Juan el cosmos es creación de Dios (Jn 1,1 ss, cf 1 Jn 2,14) La falta de
reconocimiento, que se exterioriza en el odio contra Jesús y sus discípulos, es consecuencia
de una opción negativa frente a la revelación (Jn 8, 42 s) y supone, por consiguiente,
una -» culpa (cf Kasemann, Forschung, 192 s) No poder escuchar la palabra de Cristo
significa, pues, «no poder conseguir el auténtico escuchar, un escuchar que no se limita
siempre a percibir lo ya sabido, a ampliarlo y a profundizar en ello, sino que está
dispuesto a percibir lo nuevo y a abandonar, por tanto, todo lo ya sabido y, con ello, su
presupuesto, la propia autocomprension El que aquí preguntase por el porque del
poder, demostraría no entender que, en esta esfera, poder y querer son una misma cosa»
(Bultmann, Komm, 240) Pero la llamada al conocimiento y a la fe sigue resonando
también para el cosmos el amor de Dios al mundo a través de la misión del Hijo, que es
ofrecido como una posibilidad válida, ha abierto una nueva realidad
Así pues, si bien es cierto que la gnosis suministra el material lingüístico al concepto
joaneo de conocimiento, no lo es menos que este, en la plenitud de su contenido, está
mucho más cerca del conocimiento tradicional biblico-veterotestamentano que de la
gnosis especulativo-mítica
4 a) Desarrollo ulterior
En la controversia con la gnosis, y distanciándose del uso veterotestamentano, ha
adquirido epígnósis una impronta especial en las cartas pastorales y, en parte en 2 Pe.
Mientras que en Pablo y en Jn la doctrina eclesiástica se desarrolla aún en la controversia
antignostica, las cartas pastorales presuponen ya una tradición doctrinal establecida y
prohiben toda discusión con la gnosis Por esto la terminología gnostica es ampliamente
eliminada y se la reemplaza por otros conceptos Así gnósis, cuando tiene antecedentes
como terminus techmcus de la falsa doctrina gnostica (cf 1 Tim 6, 20), ya no es empleado
positivamente como concepto que expresa el conocimiento cristiano En su lugar aparece
epígnósis (1 Tim 2, 4, 2 Tim 2, 25, 3, 7, Tit 1, 1), pero ahora con un acento claramente
teórico, cuasi-dogmático: el conocimiento «dogmático» de la unicidad de Dios adquiere
el mismo rango que el reconocimiento existencial del Señor, para relegar, finalmente, a
Conocimiento, experiencia (yivcóaKco) 310
éste a un segundo plano. Es por eso por lo que la conversión a la fe cristiana se describe
de un modo casi técnico con la expresión «llegar al conocimiento de la verdad»
(eic;éníyvcocriv áA.n9eítxQ éA&eív [eis epígndsin alétheías eltheín]:
1 Tim 2, 4; 2 Tim 3, 7; cf. Heb10,26; 1 Tim 4,3; 2 Tim 2,25; Tit 1,1; cf. 2 Pe 2,21; sobre el antedicho concepto de verdad
cf., entre otros, Hen[et] 105, 2; Sib Frg. 1, 20).
En un sentido teórico-técnico análogo se emplea epígnosis en 2 Pe con respecto a la
vocación. El conocimiento se refiere aquí a la tradición doctrinal ortodoxa, a la doctrina
«católica» sobre la fe (1, 2.3.8; 2, 20), que —al igual que en las cartas pastorales— ha de
manifestarse en un correspondiente cambio de vida. Es interesante el hecho de que, en 2
Pe, gnósis puede utilizarse aún como un concepto positivo de conocimiento, al lado de
epígnosis, pero no en el cap. 2, en el cual se recoge un escrito antignóstico Jds y donde sólo
encontramos el término epígnosis (2, 20; cf. 2, 21: epiginésko).
b) La confrontación de la cristiandad primitiva con la gnosis ha marcado en
muchos aspectos decisivamente la doctrina y el modo de concebir eclesiásticos.
A partir de ella hay que entender, en parte, p. ej. la evolución hacia el magisterio
eclesiástico (-> obispo), mediante el cual debía quedar garantizada la recta interpretación
de la Escritura, o también el origen del canon bíblico, que representaba una delimitación
de fronteras en contra de los escritos heréticos. La acuñación de las diferentes fórmulas
confesionales se remonta igualmente a esta controversia. Sin embargo, las influencias
gnósticas han permanecido activas más tarde durante largo tiempo en la teología
eclesiástica (p. ej. en Clemente, Orígenes, Lactancio, entre otros).
E. D. Schmitz
áyvoéco [agnoéo] ignorar, no saber; áyvórjua [agnóema] error; ayvoia. [ágnoia] ignorancia;
áyvmaía [agnosia] desconocimiento; ayvaxrzot; [ágndstos] desconocido
I/II Agnoéo quiere decir ignorar, no saber, y es empleado en toda la gama de significados del concepto griego
de saber (-> yivtbaKoi [ginósko]), pero el verbo no sólo describe algo desconocido desde el punto de vista racional,
sino que se emplea también en el sentido de errar, equivocarse (Dn 9, 15, junto a ifaxptávoj [hamartáno], pecar,
-> pecado) De un modo análogo se utiliza agnóema (en el NT sólo en Heb 9, 7), que significa, no solamente error, smo
también falta inadvertida. El sustantivo ágnoia, ignorancia, desconocimiento, no sólo se refiere a determinados
contenidos de conocimiento, sino que puede designar asimismo el no saber total en el sentido de ignorancia o de
incultura. Gnósis y sophía (-• sabiduría) designan la realidad opuesta El lenguaje de la Stoa da a entender que la
ignorancia es el origen de toda maldad, y en ocasiones llega a identificar a la una con la otra. En la terminología
gnóstico-dualista del helenismo, agnosia es, en cambio, «la falta del conocimiento necesario para la salvación, y,
por tanto, del conocimiento sobre Dios, sobre el destino del alma y sobre la conducta recta» (Bultmann, 119)
Cuando el hombre vive en la ignorancia, o no ha recibido aún o no ha aceptado la revelación que le libere de la
situación de olvido en que está con respecto a su origen
En un sentido jurídico y como desconocimiento del derecho, aparece espec ágnoia en la forma adverbial
katágnoian
(p ej Lv 22, 14) = inadvertidamente. Sin embargo, la versión de los LXX utiliza asimismo ágnoia (lamayoría de las veces traduciendo el hebreo 'ásam) en el sentido concreto de agnóema = -» culpa, falta, equivocación
(no intencionadas) (p. ej Lv 5, 18) Agnóstos, que puede tener el sentido de incognoscible y de desconocido, se
encuentra en la versión de los LXX (sin equivalente hebreo) y en Hech 17, 23 (el único pasaje en el NT) con el
significado de desconocido
III Agnoéo se presenta en el NT 21 veces (15 de ellas en Pablo); ágnoia, en cambio,
sólo 4 veces; agnosia 2 veces; finalmente los términos agnóema y ágndstos, una vez cada
uno.
1. Agnoéo significa:
a) no entender, en el sentido de no poder comprender: Me 9, 32; Le 9, 45, los dos
textos en relación con el anuncio hecho por Jesús de su propia pasión;
311 (áyvoéco) Conocimiento, experiencia
b) ignorar, no estar orientado, no saber: 2 Pe 2,12 (los malvados blasfeman de lo que
no conocen, de aquello sobre lo que no están orientados). Con este significado se usa,
sobre todo, en la fórmula
ov Mico Ü¡XS.Q áyvoEiv [ou thélo hymás agnoein] = no quiero queignoréis ( = quiero que sepáis), que aparece: en Rom 1, 13 con respecto a un proyecto de
viaje; en Rom 11, 25; 1 Cor 10, 1; 12, 1; 2 Cor 1, 8; 1 Tes 4, 13 (unida siempre al
tratamiento de «hermanos»), como anuncio anticipado de importantes conocimientos
sobre la fe que Pablo ha de comunicar a los lectores. Mediante la forma de la doble
negación, subraya él expresamente que quiere suprimir la ignorancia de los destinatarios
de las cartas comunicándoles su propio conocimiento. Asimismo, en la fórmula f\ ocyvoeíre
[é agnoeíte] (Rom 6, 3; 7, 1), agnoéo es utilizado en el sentido de no saber, habiendo
sabido antes, o bien desconocer: «¿Habéis olvidado (desconocéis) que a todos nosotros, al
bautizarnos vinculándonos a Cristo Jesús, nos bautizaron vinculándonos a su muerte?»
(6, 3). En ambos pasajes se presupone ya un saber que incluye el recto conocimiento del
hoy de la historia de la salvación en cuanto que es la hora de la conversión. Casi en todos
los pasajes citados hasta ahora se trata de un conocimiento participado de la fe en Cristo
como objeto del agnoein. Además el verbo nunca se refiere simplemente a una falta de
conocimiento intelectual, que sería suprimida de un modo automático a través de una
comunicación neutral de conocimientos, sino que aquí se utiliza en el sentido veterotestamentario:
esta ignorancia sólo puede ser alejada mediante un conocimiento que va
indisolublemente ligado a un reconocimiento existencial (cf. yiváaKw [ginoskd] I y III);
c) ignorancia equivocada: 1 Tim 1, 13, en donde el autor, considerando su pasado,
confiesa: «como lo hacía con la ignorancia del que no cree, Dios tuvo misericordia de
mí». La ignorancia es aquí, por consiguiente, el signo de su vida equivocada antes de su
-• conversión a la fe cristiana, que siempre incluye un conocimiento. Igualmente en el
sentido de faltar por equivocación es empleado en Heb 5, 2 el binomio de
ayvooovt£<;[agnooüntes]
y nXavcófievoi [planomenoi]. Se acepta la terminología veterotestamentaria,que consigna el pecado inadvertido, hecho sin intención, en contraposición al intencionado.
Pero en el contexto de la carta a los Hebreos, agnoéo amplía su significado más allá
del sentido originario de inadvertido —o sea, involuntario—, de suerte que llega a designar
de una forma más general la culpa expiable en contraposición con la no expiable;
d) no reconocer, en el sentido de cerrarse de un modo desobediente a la palabra
revelada de Dios: Hech 13, 27 y Rom 10, 3. No se trata de un mero no saber, sino de un
«entender falso, de un camino extraviado en el conocimiento y en el pensamiento»
(Michel, Komm, ai locum, Rom 10, 3). El desconocimiento y la desobediencia son
utilizados aquí de un modo paralelo; la ignorancia es el apartamiento culpable de la
revelación de Dios en Jesucristo. La ignorancia culpable de los judíos no puede ser
superada por medio del autoconocimiento humano, esto es, a partir de cualquier
posibilidad humana, sino que necesita de la dádiva misericordiosa y reveladora de Dios
en la predicación. Aquí aparece con más fuerza todavía que en la ignorancia equivocada
(cf. supra c), la vinculación veterotestamentaria entre el conocimiento (o el desconocimiento)
y la existencia (o existencia equivocada). A esto se refiere también probablemente
1 Cor 14, 38a: «El que no lo reconoce, ...». En el versículo 38b se trata, en cambio, del
conocimiento considerado desde Dios. La traducción de Lutero, «si alguien ignora, que
sea él ignorado», privilegia de un modo injustificado la forma imperativa, que presenta
una atenuación del texto primitivo, el cual resultaba incomprensible, frente a la pasiva,
que únicamente puede traducirse como «él no será conocido o reconocido», en donde no
cabe pensar sino en Dios como sujeto del conocimiento o del reconocimiento. Ahora
bien, no ser conocido o reconocido por Dios significa ser rechazado por él;
Conocimiento, experiencia (áyvosco) 312
e) ser desconocido según 2 Cor 6, 9, Pablo es desconocido, oscuro, ante el mundo, y
no cuenta para él, en cambio, es bien conocido para Dios y para la comunidad cristiana,
Gal 1, 22.
2. a) En Hech 3, 17, el término agnoia es empleado en el sentido jurídico de los
LXX La culpa de los judíos es —subjetivamente considerada— un pecado de desconocimiento
En cambio, en los otros pasajes, se emplea en el sentido judeo-estoico, en el
que hay que registrar asimismo influencias gnosticas (-> yivcooKco [ginoskd]),
en Hech 17, 30 ágnoia se refiere al paganismo pasado Desde el punto de vista de la
historia de la salvación toda la historia de la humanidad esta dividida en dos periodosantes
de Cristo y después de él El tiempo anterior a la revelación decisiva y fundamental
de Dios en Cristo se caracteriza por la agnoia que en él impera «Dios, pasando por alto
aquellos tiempos de ignorancia, manda ahora a todos los hombres en todas partes que se
enmienden» (Hech 17, 30)
b) En Hech 17,23, ágndstos significa simplemente desconocido Pablo se dirige a los
atenienses, que hasta ahora, sin embargo, veneraban al Dios desconocido, y les anuncia a
este Dios en cuanto que se ha revelado El Dios desconocido es precisamente el único y el
verdadero Dios, es el Dios del AT y de la historia de la salvación Sin embargo, la alusión
al desconocimiento no pretende justificar y excusar al hombre, sino que más bien debe
despertar la inteligencia para comprender la economía salvífica de Dios y suscitar la
alegría de la conversión
E Schutz
PARA LA PRAXIS PASTORAL
Es característico del concepto veterotestamentano de conocimiento el que, no obstante
los acentos y matices diferentes que aparecen en los distintos escritos, en su
conjunto haga converger en la recta subordinación del hombre a Dios, tanto el conocimiento
de Dios como el autoconocimiento Puede decirse paradójicamente que, por un
lado, el conocimiento de Dios solo es posible a través de la comunión con Dios y, por
tanto, bajo el supuesto de la fe, y por otro la fe sólo queda a salvo sobre la base del
conocimiento ¿Cómo ordenar recíprocamente la fe y el conocimiento que, evidentemente,
están ligados entre sí de modo indisoluble? El libro de Emú Brunner, La verdad como
encuentro, insinúa con justeza la solución del problema cuando dice que el conocimiento
de la verdad ha de adquirirse, no a través de un distanciamiento, sino únicamente
mediante un estar-imphcado, mediante la aceptación de los supuestos determinados por
Dios. Precisando, esto significa que no existe absolutamente ningún conocimiento sin
una realización, en el lenguaje de la Biblia, sin fe, sin respuesta En efecto, Dios no es aquí
precisamente un objeto de la investigación humana con el que el hombre pueda
enfrentarse de un modo soberano y que deba luego abrirse de par en par a su intelecto
observador y reflexivo El que convierte a Dios en objeto de demostración aspira a
disponer de él. Sólo que entonces justamente no se las habría con un Dios personal, sino
con un concepto, con una construcción hecha según analogías humanas, con una idea de
Dios, y, en todo caso, su actitud no tendría nada que ver con lo que la Biblia llama fe,
sino, más bien, con la religión racional, práctica, de la Ilustración Por incómodo que
pueda resultar, el conocimiento de Dios se caracteriza por el hecho de que Dios actúa
frente a nosotros de un modo soberano y, por consiguiente, sólo es conocido en la medida
en que el hombre se siente concernido por él Este conocimiento nunca se refiere
313 Conocimiento, experiencia
únicamente al intelecto Si la teología y la predicación se limitasen a entenderlo como un
proceso puramente intelectual, se pasaría totalmente por alto aquella perspectiva que se
muestra como valida, p ej cuando, a partir de su acepción veterotestamentana, se
emplea el termino «conocimiento» para designar la comunión humana mas intima
Ahora bien, es claro que la comunión es la forma practica del estar-implicado En la
medida en que el hombre, activa o pasivamente, establece una relación personal y la
consuma, su conocimiento crece a través de la experiencia Se podría preguntar incluso si
este conocimiento no depende en gran parte de una experiencia constantemente renovada
Dicho de otro modo ¿conserva realmente su valor cualitativo todo aquello que yo
«sabia» ayer, o queda reducido a ser un mero «conocimiento» en un lapso de tiempo
relativamente corto9 Si esto ocurriese asi, el recuerdo de lo conocido anteriormente por
uno mismo, ¿sena absolutamente distinto de aquello que sabemos por experiencia ajena7
Siempre podemos remitirnos al conocimiento que esta a nuestra disposición Pero ¿hasta
que punto puedo disponer del conocimiento de Dios que poseía ayer7, o, expresado en
términos mas precisos ¿en que medida puede serme útil para la opción que hoy debo
realizar7
Lo que decimos aquí a proposito de la opción vital es valido también, aunque de
forma distinta, con respecto a la vertiente intelectual del conocimiento Todo conocimiento
humano aspira a construir un sistema cerrado de pensamiento, p ej una imagen
del mundo, o, al menos, a proporcionar una segundad a los pensamientos y decisiones de
cada día, procurando que queden bien establecidas las estructuras y determinados los
limites de lo real y de lo posible Pero, ¿como puede llevarse esto a cabo si tales limites
solo pueden ser definidos de un modo provisional y si las posibilidades del futuro están
tod,avia tan indefinidamente abiertas9 ¿No habría mas bien que aplicar en mayor escala
al conocimiento de Dios lo que parece evidente con respecto a la investigación científiconatural,
es decir, la provisionahdad y relatividad de todo lo que conocemos en la
actualidad9 Cristo, que queda aquí reducido al papel de objeto, de ningún modo es un
factum históricamente cerrado ¿Como podría serlo, si, incluso de cara al futuro, sus
posibilidades rebasan las nuestras9 ¿Como podríamos concebirlo asi, si ni siquiera el
evangelio es algo ya acabado9 ¿No debe ser entonces para nosotros motivo de preocupación
el que toda sistematización definitiva del testimonio de Cristo, es decir, prácticamente
toda dogmática, pueda muy pronto ser como un banco de coral que, surgido de en
medio de la vida como forma de ella, acaba por quedar petrificado y resulta a la postre
mas peligroso que provechoso9 Y sin embargo, dado que la predicación de Cristo es, ante
todo, un acontecimiento espiritual, no podemos renunciar sin mas a tales reflexiones
sistemáticas Pero hay que velar escrupulosamente para que ningún sistema de pensamiento
y ninguna escuela puedan considerarse como definitivos o como decididamente
normativos En otras palabras hay que atender a que la relación vital con la persona del
Señor no quede eliminada y sea reemplazada por una relación con los dogmas y
conocimientos Pues, en realidad, lo que sabemos y conocemos es únicamente un
fragmento insignificante de aquella totalidad que solo es conocida plenamente por el
creador y que resulta cognoscible para los hombres únicamente a condición de que ellos
se encuentren totalmente en comunión con el Ahora bien, ¿esto realmente tiene solo un
valor escatologico de cara al futuro9
Partiendo del supuesto de que el mundo es una creación de Dios y de que el hombre,
la naturaleza y la historia han sido puestos por el y están bajo su dirección, de tal
manera que el vela por el camino de cada momento y determina la meta y el futuro, al que
conociese la voluntad y el talante de este Dios, ¿no debería juntamente también
corresponderle, a modo de producto derivado, una clave para el conocimiento del
mundo y del hombre9 Pero esto significaría que, en la medida en que al hombre, situado
Para la praxis pastoral 314
en la posición justa ante Dios, se le facilitan puntos de referencia y anclajes para su
actividad intelectual iría adoptando su auténtica forma para él la realidad que él observa,
que quizás teme, pero en la que, en todo caso, ha de vivir y tomar decisiones. En la
medida en que él intentase paso a paso poner sus observaciones y experiencias a la luz de
lo que conoce a partir de Dios, derribaría prejuicios, limpiaría las ideologías de su
hojarasca y limaría asperezas en sí mismo y en los demás. De ese modo, introduciría
juntamente la sobriedad y la confianza en este mundo y lo acercaría así un poco más a la
verdad y la veracidad.
Ahora bien, el que es consciente de la provisionalidad de todo este conocer ha de estar
atento al peligro que supone el cientifismo, aquella religión moderna que otorga una
confianza ilimitada a la llamada investigación científica y deja de lado todo aquello que
no puede ser verificado. Pero, ¿quién nos garantiza que la realidad o la verdad totales
pueden descubrirse a través de la investigación puramente intelectual, científica, y que no
existen también otras cosas que pertenecen a una realidad totalmente distinta y que quizá
nos conciernen de un modo mucho más profundo?
Lo que obstaculiza al hombre en el conocimiento de la verdad no es tanto una
orientación intelectual falsa cuanto un perjuicio ideológico, cuasi-religioso, que se halla
más profundamente enraizado a nivel psíquico que p. ej. en el intelectual. Los pensamientos
perversos —así se expresa esta realidad en el NT— radican en el corazón, no p. ej. en
la mente. Allí tienen también su origen, de un modo inconsciente, los procesos intelectuales;
allí se sitúan las opciones previas fundamentales que prevalecen en la valoración y
sistematización de todos los demás conocimientos. ¿Cómo podría de otro modo explicarse
el hecho de que personas distintas, utilizando el mismo instrumental e idénticos
métodos y aplicándolos a idénticas observaciones y experiencias, lleguen a conclusiones
tan diferentes, que lo que para uno permanece totalmente ignorado, para otro resulta una
verdad incontrovertible? Es aquí donde habría que buscar la causa más profunda de que
la salvación del hombre (-> redención) no sea simplemente un acto de la razón y del
conocimiento intelectual. Así considerada, nunca alcanzaría su objetivo. Así como para
redimirnos se necesitó la entera vida de Jesús, el sacrificio de toda su existencia humana,
así también está él presente y llega con su influjo hasta las raíces mismas de toda nuestra
existencia. En efecto, nuestro mal no radica fundamentalmente en aquello que conocemos
y sobre lo que reflexionamos, sino en nuestra relación con Dios, en un fallo de
nuestra orientación existencíal. Que subsanar ese fallo y reorientar así nuestra vida, o lo
que es lo mismo, lanzarnos a la aventura de la -> fe, no es el resultado del esfuerzo
humano o de la correspondiente evolución, sino únicamente obra de Dios, es lo que se
oculta tras la afirmación del -» Espíritu santo. Pero en cuanto que la fe surge exclusivamente
de la -> palabra y está orientada hacia el mensaje de Dios (-» oír), necesita del
intelecto, tanto para su nacimiento como para su crecimiento y desarrollo. Es aquí donde
se abre amplio campo a la reflexión, y Dios ni nos exige en absoluto que renunciemos a
pensar, ni prohibe las preguntas que surgen del esfuerzo por una honradez intelectual.
Dios quiere que pongamos a contribución nuestra razón. Hay aquí, evidentemente,
límites más allá de los cuales no se promete ninguna respuesta. Pero estos límites no se
traspasan cuando superan las formulaciones de los dogmas eclesiásticos que provienen
de un conocimiento sujeto a la época, sino únicamente cuando se abandona el puesto
que, en cuanto criaturas, nos ha sido asignado ante el creador.
L. Coenen
315 Constituir, designar
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