TEMA IV LA PROPIEDAD

 

OBJETIVO:

Reconocer a la propiedad privada como un derecho de la persona sobre el que existe, al mismo tiempo, una hipoteca social.

 

1.-         REVISIÓN DEL TRABAJO PERSONAL

 

Quienes participamos podemos comentar nuestras experiencias sobre la tarea anterior.

 

2.-         PARTIR DE LA EXPERIENCIA Y REVIVIRLA

Voluntariamente responderemos con sinceridad a las siguientes preguntas.

 

a)         Piensa en las personas más ricas que conozcas y responde: ¿tienen derecho a utilizar como lo hacen lo que tienen9 Si o no y por qué.

b)         Piensa en las personas más pobres de tu comunidad y responde si es justo que vivan como viven y por que

c)            ¿Presumo de mis posesiones, ya sean materiales, intelectuales, físicas o de mis cualidades?

 

3.-         DOCTRINA O CONTENIDO DEL TEMA

 

Lectura compartida: cada quien leerá un párrafo. Al final se harán los comentarios.

 

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,

El mundo y todos sus habitantes,

Pues Él la estableció sobre los mares,

Él la fundó sobre los ríos.

Salmo 23

 

EL DERECHO DE PROPIEDAD Y EL DESTINO UNIVERSAL DE LOS BIENES

Todos y todas tenemos derecho de llevar una vida digna y de contar con los medios suficientes para libremente desarrollarnos. Para ello tenemos necesidad de autonomía, tanto personal como familiar: un lugar donde vivir, ropa, muebles, diversas pertenencias... A esta necesidad se le considera como parte del derecho a la libertad, porque la propiedad privada, o por lo menos cierto dominio de los bienes materiales, nos asegura esa autonomía, esa libertad a la que tenemos derecho.

 

Sí, la propiedad privada es considerada como un derecho derivado de la propia naturaleza del hombre y reconocido por las leyes. Sin embargo, por su misma naturaleza, el derecho a la propiedad tiene también un aspecto social, cuyo fundamento se encuentra en el destino común de los bienes.

 

La tierra, el aire, el agua, el sol, los bosques, las plantas y los animales fueron creados para toda la humanidad. Dios nos dio la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir ni privilegiar a alguno. Esta es, pues, la raíz primera del destino universal de los bienes de la tierra.

 

Por ello, el hombre usando estos bienes, no debe considerar las cosas materiales que con todo derecho posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás.

 

Ayudar con lo propio superfluo, y a veces incluso con lo propio necesario, para dar al pobre lo indispensable para vivir, es nuestra obligación, puesto que los bienes de la tierra nos han sido entregados "gratis" por el Creador y lo que poseamos hemos de compartirlo. "Den gratis, porque han recibido gratis" (Mt. 10,8).

 

Con todo esto recordamos las palabras de Juan Pablo II que nos dice que sobre toda propiedad existe una hipoteca social.

 

Pero, además de la propiedad de la tierra o de los bienes materiales, existe otro tipo de propiedad: la propiedad del conocimiento, de la técnica y del saber.

 

Hace muchos años, los que poseían la tierra eran considerados como los ricos y poderosos de la sociedad; posteriormente, la riqueza de las naciones industrializadas se basó en el capital (dinero y medios de producción); actualmente, la riqueza la poseen aquellos que manejan el conocimiento y la técnica. Muchas de las empresas y los empresarios más ricos del mundo son, sobre todo, dueños de los medios de comunicación.

 

ALMA DE RICO, ALMA DE POBRE

 

La llamada comunicación cristiana de bienes, o sea, lo que hace efectiva la hipoteca social de estos bienes incluye compartir lo que tengo, lo que sé, incluso lo que soy.

 

¿Queremos medir nuestro corazón y saber si en verdad estamos cumpliendo el mandato divino del destino universal de los bienes? Analicemos qué tan apegados estamos a nuestras posesiones. 'Y recordemos la trase: la persona que tiene alma de rico siempre descubre a alguien más rico que ella; la persona con alma de pobre siempre descubre a alguien más pobre que ella".

 

LA "RIQUEZA" EN LA SOCIEDAD ACTUAL

Todos tenemos derecho a superarnos, a buscar mejorar nuestro nivel de vida y a adquirir aquellos bienes que nos ayuden a lograrlo. Sin embargo, en el camino para conseguirlo corremos graves peligros. La sociedad actual nos acorrala de tal forma que perdemos la proporción y vamos en pos de bienes materiales que la mayoría de las veces son superfluos.

 

En el mundo actual, cada día se inventan nuevas necesidades que creemos urgente satisfacer para lograr la felicidad, y caemos en el consumismo. "Compro, luego existo" es el título de un libro que muestra la neurótica compulsión del ser humano por comprar, adquirir, acumular bienes materiales en su afán de alcanzar la felicidad. "Tanto tienes tanto vales", se ha convertido en frase y en actitudes existenciales que lo único que hacen es llevarnos a una espiral de compra-insatisfacción-más compra-mayor insatisfacción.

 

Así, el nuevo tipo de economía en que vivimos, la globalización que nos ahoga, y el consumismo compulsivo que nos enajena nos han llevado a construir un concepto del hombre en el que lo valoramos por su riqueza, por su capacidad de compra, por su forma de vestir, por las marcas que adquiere, por el auto que maneja o la casa que habita.

 

Pero no sólo eso, también valoramos a la persona por los títulos académicos que posee (el colmo es cuando lo hacemos hasta por los supuestos y ridículos títulos nobiliarios), por el puesto que ocupa o el cargo que ostenta, o incluso por los amigos que presume tener.

 

LOS DUEÑOS DEL CAPITAL

 

La propiedad de los medios de producción, tanto en el campo industrial como agrícola, es justa y legítima cuando se emplea para un trabajo útil que beneficia a quienes en él participan, incluyendo de manera especial a los obreros y campesinos, y a la sociedad en general. Pero esa propiedad privada resulta ilegítima cuando no es valorada o

sirve para impedir el trabajo de los demás u obtener unas ganancias que no son fruto de la expansión global del trabajo y de la riqueza social, sino más bien de la explotación ilícita, de la especulación y de la ruptura de la solidaridad en el mundo laboral.

 

El tipo de propiedad de empresas, campos agrícolas e industrias que busca únicamente obtener ganancias personales para el dueño, y que impide el trabajo de los demás o que explota a los empleados y trabajadores, o se basa en la especulación, en la corrupción y el fraude no tiene justificación alguna y constituye un abuso ante Dios y ante los hombres.

 

CONCEPCIÓN INTEGRAL DEL HOMBRE

 

Pero hay que tomar en consideración que, así como la persona se realiza plenamente en la libre donación de sí misma, así también la propiedad se justifica moralmente cuando crea, en los debidos modos y circunstancias, oportunidades de trabajo y crecimiento humano para todos.

 

Es necesario dejarse guiar por una concepción integral del hombre, que respete todas las dimensiones de su ser y que subordine las dimensiones materiales e instintivas a las interiores y espirituales. No es malo el deseo de vivir mejor, pero es equivocado el estilo de vida que se presume como mejor, cuando está orientado a tener y no a ser, y que quiere tener más, no para ser más, sino para consumir la existencia en un goce que se propone corno fin en sí mismo.

 

4.-         ENCUENTRO CON LA PALABRA DE DIOS

 

Nos ponemos de pie.

Alguien lee el siguiente pasaje de la Sagrada Escritura.

 

"Vendan sus posesiones y den limosna. Acumulen aquello que no pierde valor, tesoros inagotables en el cielo, donde ni el ladrón ronda, ni la polilla destruye. Porque donde está tu tesoro, ahí estará tu corazón".

 

Lc. 12,33.

"Jesús dijo:

 

"Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en los cielos. Luego ven y sigueme.

 

"Al oir esto, el joven se fue muy triste porque poseía muchos bienes. Jesús dijo a sus discípulos: Yo les aseguro:

es difícil que un rico entre en el reino de los cielos. De nuevo les digo: es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios".

 

Mt. 19,21-24.

5.-         SILENCIO Y REFLEXIÓN

Reflexionemos en silencio para que la palabra de Dios transforme nuestra vida.

6.-         CONFRONTAR NUESTRA REALIDAD PERSONAL CON LA PALABRA DE DIOS

Los participantes comentarán voluntariamente las reflexiones que hayan hecho en su encuentro con la Palabra de Dios y responderán a las siguientes preguntas:

 

a)      ¿Utilizo mis posesiones para el propio desarrollo y el de los demás? Sí o no, y por que.

b)      ¿Qué puedo hacer para que todo aquello que poseo aproveche también a los demás?

c)      ¿Existen divisiones (aunque sean muy sutiles) en nuestro grupo apostólico entre los que tienen más y los que tienen menos, entre los que saben más y los que saben menos?¿Qué podemos hacer para evitarlo?

 

7.-            ORACIÓN COMUNITARIA

Quienes gusten harán en voz alta y voluntariamente la oración que Dios haga surgir en su corazón.

 

8.-            TAREA

¿Qué acción podemos emprender en nuestro grupo apostólico, en nuestra familia y en nuestro barrio para compartir lo que tenemos, lo que sabemos y lo que somos?

 

Escojamos una y empecemos a ponerla en práctica.

 

9.-            ORACIÓN Y DESPEDIDA

 

Cuando yo estaba sin alojamiento, tú me abriste las puertas.

Cuando yo estaba cansado, tú me ofreciste reposo.
Cuando yo andaba inquieto, tú calmaste mis tormentos.
Cuando yo era pequeño, tú me enseñaste a leer.
Cuando yo estaba solo, tú me diste amor.
Cuando yo estaba en prisión, tú viniste a mi celda.
Cuando yo estaba enfermo, tú me cuidaste;
en un país extranjero, tú me acogiste;
desempleado, tú me encontraste empleo;
herido en el combate, vendaste mis heridas
buscando la bondad, me tendiste la mano.
Cuando yo era negro, o amarillo o blanco, insultado y abochornado, tú llevaste mi cruz.
Cuando yo era anciano, me ofreciste una sonrisa.
Cuando yo estaba hundido, tú compartiste mis penas.
Tú me has visto cubierto de sangre y de salivazos.
Tú me has reconocido bajo mis sudores fatales.
Cuando se reían de mí, estuviste a mi lado,
Y cuando yo era feliz, tú compartiste mi alegría.

 

Madre Teresa de Calcuta.

Fuente

TALLER DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Responsable de Contenido:

Guadalupe Chávez Villafaña

Lic. en Periodismo y Maestría en Comunicación Social.

Directora del boletin Acción Femenina

Responsable de Edición:

 

Unión Femenina Católica Mexicana