Mateo, Evangelio de
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SUMARIO: L ¿Quién es Mateo? - II. ¿Es Mateo el autor del evangelio? - lll. Otras cuestiones: a) ¿Dónde fue escrito?; b) ¿Cuándo fue escrito; c) ¿Para qué lectores fue escrito? - IV. Características Literarias: a) Vocabulario; b) Estilo. - V. Fuentes. - VI. Agrupación temática. - VII. Plan del evangelio: a) Estructura geográfico-cronológica; b) Estructura fundada en los cinco discursos; c) Estructura basada en las dos fórmulas. - Vlll. Estructura teológico-salvífica: 1. ¿Qué dijo Jesús y qué sigue diciendo. 2. ¿ Quién es Jesús? 2-1. Retrato de Jesús; 2-2. Concepto de historia de la salvación; 2-3. Títulos cristológicos: a) Cristo=Mesías, b) Hijo de David, c) Emmanuel, d) Hijo de Dios, d) Señor (Kyrios), t) Hijo del hombre. 3. La Iglesia: a) Algunas pistas, b) Desde Israel a la Iglesia, c) Hacia la Iglesia universal, d) Cruz e Iglesia, f) El verdadero Israel, h) La comunidad de Mateo, i) Doble característica.


Una tradición que se remonta a S. Ireneo (a. 180) hace que el evangelio atribuido a S. Mateo sea el más antiguo en el tiempo. Es también el primero en la lista o canon de los libros sagrados cristianos, y el más representado en las artes plásticas (pintura, escultura, miniaturas, mosaicos) o en símbolos que proyectan la unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Como ha demostrado E. Massaux, es el evangelio de Mateo, entre todos los escritos del N. T., el que ejerce una influencia más profunda y extensa en la Iglesia y en la literatura cristiana naciente. Se buscan en este evangelio las palabras del Señor, las líneas esenciales que definen el nuevo orden inaugurado por Cristo. Y esto porque el primer evangelio refleja mejor que ningún otro la vida de una comunidad con sus vivencias, conflictos, tensiones, preocupaciones. Tienen fundamento definiciones como éstas: «este evangelio es la carta de una sociedad que se organiza para durar» (Goguel); «evangelio eclesial» (TriIling).

1. ¿QUIÉN ES MATEO?

Mateo, que significa «don de Dios» o «Diosdado» (en griego «Teodoro»»), aparece en las cuatro listas de los Doce (Mt 10,3; Mc 3,18; Lc 6,15; Hec 1,13). Sólo en el evangelio de Mateo se le llama: «o telones»=recaudador=publicano. Jesús pasa junto a la oficina de recaudación, lo llama: «Sígueme», y Mateo lo sigue (Mt 9,9). A este recaudador, Marcos 2,14 y Lucas 5,27 lo llaman «Leví, hijo de Alfeo (Mc)», «un publicano, llamado Leví» (Lc). ¿Se trata de la misma persona? Bastantes exegetas en el campo protestante niegan la identidad. La gran mayoría de comentaristas hablan de una misma persona. Y la explicación puede estar en el hecho de que Mateo, como otros (hay siete apelativos o sobrenombres en las listas de los apóstoles) habría recibido un sobrenombre.

A esto se objeta que un judío no puede llevar dos nombres, y cuando los lleva, uno es griego o latino y el otro semita: José Justo (He 1,23), Juan Marcos (He 12,17,25), Saulo Paulo (He 13,9). Pero a veces el segundo nombre es también semita: Simón, llamado Cefas (Jn 1,42), José, llamado Bernabé (He 4,36), José, llamado Caifás (FI Jos, Ant. Jud 28,2,7). «Si hay razón para admitir que Mateo pudo tener una tradición especial diferente de Marcos a propósito de la vocación del publicano, lo más sencillo es suponer que el publicano se llamaba Leví y que recibió (¿de Jesús?) el sobrenombre de Mateo, es decir, "don de Dios"» (LEON DUFOUR, Introd. crítica el N. T., vol.!, 323).

R. Pesch (citado por Walker, cfr. bibl.) propone una solución bastante aceptable: «el autor del evangelio de Mateo ha cambiado de Leví a Mateo, porque para este autor una «vocación» significa necesariamente una llamada al discipulado, los discípulos son idénticos a los Doce, y así Leví no podría haber sido sujeto de «vocación», porque obviamente no era uno de los Doce».

II. ¿ES MATEO EL AUTOR DEL EVANGELIO?

La tradición eclesiástica, que así lo afirma, se inicia con el testimonio de Papías, a mediados del siglo II, conservado por Eusebio de Cesarea (Hist. Ecles. 111,39,16; PG 29,300): «Mateo compiló, (recogió, ordenó) en lengua hebrea los "logia" y cada cual los tradujo como pudo». ¿Cuál es el sentido de este texto? Dos palabras necesitan explicación: -Logia: Para unos, «logia» significa solamente «sentencias» y consideran que Mateo no escribió un verdadero evangelio, sino una simple colección de palabras y sentencias del Señor. Para otros: Mateo compuso una narración de hechos y dichos del Señor. Las razones: -la tradición posterior lo ha entendido así-; Papías, al hablar del evangelio de Marcos, habla de los hechos y dichos, y a estos hechos y dichos los titula «Ioguion kyriakon ezegueseos». Otros autores no admiten esta razón (Vaganay). -Ermeneuo: puede significar, por una parte: «interpretar, exponer, explicar»; por otra parte, «traducir» (a otra lengua). En el primer caso, nuestro evangelio sería una adaptación del evangelio de Mateo; en el segundo caso, sería una simple traducción del evangelio arameo de Mateo. «Esta observación es el comienzo de una tradición eclesiástica según la cual el evangelio de Mateo fue redactado primeramente en hebreo (o arameo) y más adelante traducido al griego» (H. Kóster, Introducción al N. T, Salamanca 1988, 688). Sin embargo, el evangelio de Mateo del canon neotestamentario fue escrito en griego, como luego veremos. El testimonio de Papías se fue difundiendo. Así, Ireneo (Ad, Haer. 111,1,1) afirma que Mateo escribió su evangelio entre los hebreos y en su lengua. Orígenes (Eusebio H. E. V1,25,4) menciona la tradición de que Mateo escribió en hebreo el Evangelio para los judeocristianos. El mismo Eusebio piensa de la misma manera (H. E. 111,24,6). Una tradición, pues, que se remonta a la primera mitad del siglo segundo admite entre el apóstol Mateo y el primer evangelio un parentesco literario. Más allá de esto, los pareceres difieren.

Las características del evangelio no favorecen la atribución a Mateo. -El análisis del evangelio «contradice claramente la afirmación de que su autor fuese discípulo de Jesús y testigo ocular de su actividad: -No escribe basándose en experiencias propias, sino que utiliza fuentes o documentos (Mc y Q) y tradiciones en lo que se llama material propio de Mateo para tejerlo todo en una obra bien estructurada; -Por la lengua griega del evangelio se deduce ser una obra original y no una mera traducción, aunque abunden no obstante los giros semitas (semitismos), pero éstos pueden deberse a la transmisión oral dentro de un esquema arameo. El evangelio de Mateo está bastante más cuidado y contiene a veces expresiones de estilo más elevado, con juego de palabras: «aphanizousin... hopos phanosim»= «desfiguran su cara para ostentar ante la gente que ayunan»» (6,16); «kakous apolesei»= «acabará de mala manera con esos malvados» (21,41); «kopsontai kai opsontai»=«se lamentarán y verán» (24,30): -el modo de citar el A. T., unas veces conforme a los LXX (citas comunes a Mc y Lc) y otras veces conforme al texto hebreo (propias de Mt) indica que no se trata de una mera traducción, sino que depende de fuentes; -la teología bastante evolucionada del evangelio parece suponer una etapa posterior a la primera generación apostólica. Por eso, la mayoría de los autores no da valor al testimonio de Papías y afirman que el autor del evangelio de Mateo no pudo proceder del círculo de los doce (H. KÓSTER, 688; E. LOHSEM, Introducción al N. T, Madrid, 1975, 136): U. Luz: «Yo presupongo, pues, que el apóstol Mateo no es el autor del primer evangelio. De serlo, ¿habría utilizado el libro de alguien que no era testigo ocular como fuente principal, siendo él mismo testigo ocular?», (Evangelio según S. Mateo, en Evangelios sinópticos y Estella, Hechos de los Apóstoles 1998, págs. 106 y 107). En esta línea está el reciente comentario de R. Aguirre, p. 267. Leon Dufour escribe algo muy sensato: «El evangelio de Mateo presenta los caracteres de un escrito griego, tanto en razón de su vocabulario como en razón de su estilo. Indudablemente estos helenismos no dirimen el pleito de la traducción, porque un buen traductor sabe adaptarse al genio de la lengua a que traduce. Pero la situación en su conjunto se pronuncia a favor de la redacción en griego. Los abundantes semitismos significan tan sólo que en Mt, lo mismo que en Mc y Lc, hubo un fondo arameo» (p. 324). (Db. cit.)

Como conclusión debe afirmarse que la atribución a tal o cual autor, a tal o cual apóstol ha perdido la importancia que tuvo antaño, desde el momento en que no se separa ya al autor del medio que refleja: lo que interesa es que ese libro refleje fielmente la fe, la tradición vital desde los orígenes, que proyecte el auténtico rostro de la comunidad religiosa. Probablemente el primer evangelio fue escrito por un judeocristiano palestinense, familiarizado con la exégesis bíblica, con formación lingüística griega y perteneciente a una comunidad vinculada con el apóstol Mateo. Así lo avalan: Los contactos del evangelio de Mateo con los Setenta y con las peculiaridades lingüísticas judías; la teología mateana, especialmente de la ley y el uso del AT.; el evangelio de Mateo llego a ser el más importante en la gran Iglesia y tuvo una historia especial en medios judeocristianos. «Nuestra tesis es que Mateo fue, de modo especial, el evangelio básico en su ámbito eclesial, que era el judeocristianismo» (¿petrino?) (U. Luz, 88-89).

III. OTRAS CUESTIONES

a) ¿Dónde fue escrito? La ubicación en el espacio se basa en argumentos muy débiles que no engendran certeza segura, aunque hay entre los autores cierto consenso para afirmar que procede del espacio sirio. Pero en ¿qué lugar concreto? La mayoría de autores se inclinan por Antioquía. «No es la peor hipótesis, pero no pasa de ser una hipótesis». Se han propuesto otros lugares: Fenicia, Cesarea del Mar (teoría defendida con gran entusiasmo por Viviano), Cesarea de Filipo, Jordania Oriental, Siria Oriental (Edesa). Ninguna razón es convincente; y la cuestión sigue abierta.

b) ¿Cuándo fue escrito? Terminus a quo (no antes de). No fue escrito antes del año 70, porque: -El evangelio de Mateo presupone el de Marcos; -Mt 22,7, en la parábola de las bodas reales, la frase «envió a sus ejércitos y arrasó aquella ciudad» se refiere sin género de duda, parece referirse al menos, a la destrucción de Jerusalén el año 70. Terminus ad quem (más acá de esa fecha). Es difícil de precisar, porque depende de la respuesta a la pregunta sobre dónde y por quién fue utilizado el evangelio. Lo que sí parece cierto es que la Didajé presupone la redacción de Mateo (VI11,2). Ignacio de Antioquia conoce el evangelio de Mateo (Mt 3,15=Sm 1,1; Phld. 3,1=Mt 15,23). Policarpo conoce a Mateo en su segunda carta (Poi. 2,3=Mt 7,10). Sólo se puede afirmar que era quizá conocido en Esmirna hacia el año 115 (U. Luz, 105). Gran parte de los exegetas modernos colocan la composición entre los años 80-85. Razones: -La elaboración teológica mucho mayor en Mateo: escenas de la Infancia que suponen una reflexión muy posterior sobre tradiciones previas; -la orden de bautizar y predicar (28,19-20) supone que la misión entre los paganos ha tomado ya cierto incremento (cfr 28,15); -las comunidades cristianas se hallan enfrentadas con las sinagogas, pero no definitivamente separadas de ellas.

c) ¿Para qué lectores fue escrito? Según la tradición el evangelio de Mateo se dirige a una comunidad judeocristiana, es decir, en frase de Orígenes «a los creyentes venidos del judaísmo» (cfr. HE, 6,25,4); esto mismo confirman los datos que nos entrega el mismo evangelio. Esto se ve a través del estudio de: -el vocabulario: abundan las expresiones de sabor semítico; por ejemplo, solamente en Mateo encontramos expresiones como éstas: «atar y desatar» (16,19; 18,18); «gehenna del fuego» (5,22); «de estos dos mandamientos penden toda la ley y los profetas» (22,40); las expresiones semitas no se suelen explicar como hace Marcos. Mateo explica sólo «Enmanuel» (1,23); «Gólgota» (27,33); «Elí, Elí...» (27,46). -Costumbres y usos aducidos: cita muchas costumbres del área de Palestina sin explicarlas. Mateo es el único que transmite costumbres como éstas: «llevar la ofrenda ante el altar» (5,23), «los sacerdotes en el templo quebrantan el sábado, sin hacerse culpables» (12,5); «alargan sus filacterias» (23,5); «no entréis en ciudad de samaritanos» (10,5); «pagáis los diezmos de la menta, del anís y del comino y descuidáis las cosas más importantes de la Ley» (23,23)...; -preocupaciones doctrinales: el mismo contenido doctrinal del evangelio está vaciado en moldes judíos: «no penséis que he venido a abrogar la Ley y los profetas» (5,17); «no he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (15,24)... (LEON DUFOUR, Introducción, 1,325 s). El evangelio de Mateo está fuertemente enraizado en la tradición judía: «hay que cumplir hasta un ápice o una tilde de la Ley» (5,18); «la justicia de los discípulos debe superar a la de los escribas y fariseos» (5,20). También los judeocristianos guardan la Ley y observan el sábado (24,20), dan limosna, oran y ayunan (6,1-18), respetan el templo y los sacrificios (5,23s; 17,24-27).

IV. CARACTERÍSTICAS LITERARIAS

a) Vocabulario El evangelio de Mateo tiene 1.071 versículos, de los cuales 338 no se encuentran en Marcos y Lucas. Es en estos vers. donde las palabras y las frases propias a Mateo se hallan con más frecuencia. Entre las expresiones favoritas citamos: a Dios se le llama «el Padre» o «Padre», con distintas expresiones: «nuestro Padre», «vuestro Padre», «mi Padre», «tu Padre», el «Padre celestial», «el Padre que está en los cielos». Al Reino se le llama «Reino de los cielos». Usa frecuentemente los verbos de movimiento, como «retirarse», «alejarse», «acercarse», «aproximarse». El griego de Mateo es inferior al de Lucas, mejor que el de Marcos y sobre todo de Juan. La pobreza de Mateo salta a la vista cuando se examinan los verbos compuestos de una radical y de una o más preposiciones. Como los otros evangelistas usa palabras latinas; entre las comunes con Marcos están «koustodia» (27,66; 28,11), «milla» (medida de longitud) (5,41); «aitia»=condición=causa o caso (19,10). Usa menos palabras hebreas que Marcos («talitha koumi», «abba», «Boanerges», «rabouni», «Hakeldama»). Por el contrario, «amen» se encuentra en Mateo 31 veces contra 13 en Marcos y 6 en Lucas. La expresión «he aquí» se encuentra 62 veces en Mateo contra 7 en Marcos y 57 en Lucas (de las cuales 10 en Lc 1-2).

b) Estilo: El estilo es más correcto y claro que en Marcos. -Repetición de fórmulas: hay una marcada tendencia a repetir una expresión o fórmula, por ejemplo: «desde entonces comenzó» (4,17; 16,21); «no penséis que he venido» (5,17; 10,34); «a las tinieblas de fuera» (8,12; 22,13; 25,30); «quien tenga oídos que oiga» (11,15; 13,9); el modo estereotipado de terminar los discursos (7,28; 13,53; 19,1; 26,11). A veces esta técnica es un modo de fijar una estructura en una perícopa (6,1-18) o una sección más amplia (5,21-28): «oísteis que se dijo, pero yo os digo». -Fórmulas de transición que no tienen valor cronológico: «entonces» (92 veces) en Mt contra 6 en Mc y 15 en Lc; «en aquel tiempo», «aquel día». -Fórmulas introductorias y cuestiones que están ausentes en Marcos «¿Qué os parece?» (18,12; 21,28); a veces la fórmula se convierte en diálogo (3,14-15; 18,21-22). -Indicaciones de lugares o topográficas: el evangelio de Mateo está plagado de alusiones al continuo ir y venir, a un continuo desplazarse para ofrecer la enseñanza: el desierto, la montaña, travesía del lago; desplazamientos a Genesaret, a la región de Tiro y Sidón, a orillas del lago, a Magadán, a la región de Cesarea de Filipo, Jesús se sienta «en la montaña» (5,1; 15,29), «a la orilla del mar» (13,1), «en una barca» (13,2), «en el monte de los Olivos» (24,3)... «La multiplicidad y la trivialidad de estas anotaciones indican su sentido: poner al sector en presencia de una existencia concreta y no de una colección de cuadros, de una aglomeración de ejemplos para ilustrar una doctrina. Se trata ante todo de una vida real» (Leon Dufour, ob. cit. 298). -Palabras-clave-gancho: ayudan a retener de memoria una serie de sentencias, sirven de eslabones para engarzar una serie de dichos, y al mismo tiempo dan el sentido de una unidad literaria: Mt 18,1 ss: «Niño» 4; «pequeño» 3; «escándalo», «escandalizar» 6, «hermano» 4, «perdonar» 4. -Agrupaciones neméricas: pueden tener doble finalidad: simbólica y nemotécnica; «se trata de un principio de sistematización literario y corriente en la instrucción oral»: ejemplos: número siete: -siete espíritus que intentan entrar de nuevo en casa (12,45); -siete panes, siete peces, siete cestos (15,34ss; 16,10); -siete hermanos que tuvieron una misma mujer (22,25ss); -perdonar setenta veces siete (18,22) -peticiones de la oración dominical (6,9ss); -siete parábolas en el capítulo central 13; siete invectivas contra los fariseos (23,13-36); -las generaciones desde Jesús a Abraham son tres grupos de catorce (1,17). -Número tres: 4,1-11; 6,1-18; 26,36-46: «oró por tercera vez repitiendo las mismas palabras»; tres negaciones de Pedro (26,69-75). -Número dos (cuando los otros evangelistas citan uno): dos endemoniados en Gadara (Mt 8,28); dos ciegos en el relato propio de Mateo (9,27); dos en el relato común a los otros evangelistas (Mt 29,29). -Número cuatro: dos series de cuatro bienaventuranzas (5,3,10): los caps. 8-9 dos series de milagros con cuatro en cada serie. -Paralelismo: Para dar variedad y fluidez al relato se desdobla el pensamiento en dos mitades, ordinariamente completas en sí exteriormente, pero complementarias interiormente, orientadas a esclarecerse una por la otra: puede ser: sinónimo: con otras palabras se dice lo mismo en las dos partes (10,24-25); antitético; en una parte se afirma lo contrario que en la otra (7,18); climático o progresivo: el sentido se va incrementando y enriqueciendo (10,40ss); quiástico: paralelismo circular o invertido: en dos unidades que tienen signos paralelos, el verso primero de la primera unidad corresponde al verso último de la segunda unidad; el verso segundo de la primera corresponde al verso penúltimo de la segunda y así sucesivamente: Mt 13,53-58.

Se marchó de allí (53b) A
y no hizo allí (58) A'

llegó a su pueblo (54a) B
sólo
en su pueblo (57b)

¿de dónde le viene a éste ese saber? (54b) C
¿de dónde le viene todo esto? C'

¿No es éste el hijo del carpintero? D (55-56 a)

Concisión. Mateo tiende a exponer los hechos con laconismo y concisión: omite datos circunstanciales de tiempo, de lugar, auditorio (Mt 9,1-8=Lc 5,17-26; Mt 8,14-15=Mc 1,29-31...). Esto se refiere a las narraciones, no a las palabras de Jesús. -Tendencia a generalizar: Multiplica el «todos», el «mucho», aun donde Marcos y Lucas los omiten (Mt 8,32; 9,35; 13,56; 14,35; 15,37, etc...). -Inclusiones: una técnica de narrar ya usada en el A. T. es la inclusión, que consiste en retomar el final de un relato o de un desarrollo, una fórmula o un término que se utilizó en el comienzo. La «inclusión» más espectacular, que abarca todo el evangelio, es la recuperación del nombre Enmanuel. «Dios con nosotros» (1,24) del principio, al final del escrito: «Yo estoy constantemente con vosotros hasta el fin del mundo» (28,20).

V. FUENTES

La mayoría de los exegetas modernos, al estudiar el evangelio de Mateo, se basan en la hipótesis de las dos fuentes. «El que quiera cuestionarla tiene que rechazar una buena parte de la investigación sobre los sinópticos orientada a la historia de la redacción y efectuada desde 1945, una postura realmente audaz que no me parece necesaria ni posible» (U. Luz, ob. cit. 48). ¿En qué consiste?: -Marcos es anterior a Mt y Lc; -Mt y Lc dependen de Marcos; -Mt y Lc tienen, además, una fuente común compuesta principalmente de dichos y sentencias del Señor, llamada comúnmente «Q»; -Mt y Lc son entre sí independientes, usando cada uno, además, tradiciones particulares (evangelio de la Infancia, apariciones..., etc.): -Mc no depende directamente de la fuente «Q». ¿En qué razones se apoya?: 1) Marcos se lee casi todo (excepto unos 60 vers.) en Mateo y Lucas con casi las mismas palabras; pero la narración de Marcos tiene aspectos más primitivos que la de Mateo y Lucas, como se deduce de la brevedad, de la exposición rústica y sencilla, de las descripciones vivas, detallistas, llenas de colorido local... 2) Mateo y Lucas contienen independientemente de Marcos abundante material común, que en parte coincide hasta en el tenor verbal (cfr Mt 10,26-36=Lc 12,2-9); de donde se deduce que utilizarían, además de Marcos, una segunda fuente escrita (Q), que contenía sobre todo palabras y dichos del Señor. Hay que admitir esta segunda fuente porque el material ausente de Marcos no pudo tomarlo Mateo directamente de Lucas ni Lucas directamente de Mateo. Una dependencia directa, en efecto, parece imposible, pues hay por una parte gran divergencia entre Mt y Lc en cuanto a las narraciones (cfr. narraciones de la Infancia y resurrección), y por otra parte el material común a ambos se presenta de manera muy diferente (cfr. Mt 11,2-27=Lc 18,28; Mt 25,14-30=Lc 19,12-27). Se supone que esta fuente (Q) era una fuente escrita, puesto que los textos de Mt y Lc coinciden con frecuencia (más del 50%) casi verbalmente y en el mismo orden de sucesión (Mt 3,7-10=Lc 3,7-9; Mt 7,7=Lc 11,9-13, etc...). En favor de una fuente escrita hablan también los «dobles», en cuanto que Mateo y Lucas aducen dos veces una serie de dichos del Señor. Una vez en el mismo texto de Marcos, y otra en discursos que sólo se hallan en Mt y Lc. (Cfr. Mt 13,12=Lc 8,18=Mc 4,25 y Mt 25,29=Lc 19,28; Mt 16,24s=Lc 9,23s=Mc 8,34s y Mt 10,38s=Lc 14,27). A pesar de que esta teoría es la más seguida por los exegetas León-Dufour y otros ponen una serie de dificultades, afirmando: «Es.posible que llegue un día en que la prioridad absoluta de Marcos aparezca como un apriorismo de una crítica que fue. (Introducción a la Biblia. ROBERT-FEUILLET, t. 20,273).

Las tradiciones particulares de Mateo son las que presentan más problemas. Este grupo de materiales tiene dos vertientes: Por un lado, es un material muy valioso, por ejemplo, la parábola de los deudores (18,23-35), la de los dos hijos (21,28-31), la de la perla, la del tesoro escondido en el campo y la de la red barredera (13,44-448); palabras aisladas de Jesús, como las relativas al homicidio y a la ira contra el prójimo (5,21ss), el adulterio (5,27s), la verdadera limosna, la oración, el ayuno (6,1-8). Por otro lado, entre el material narrativo hallamos en gran parte pasajes que dan la sensación de algo muy posterior (evangelio de la Infancia, guardias en el sepulcro (27,62-66; 28,11-15), la moneda en la boca del pez (17,24-27). El ámbito en que se conservó la tradición especial es un ámbito judeocristiano. Este cristianismo judío revela, por una parte, cierta vinculación con el judaísmo, y por otra, una polémica cada vez más acentuada con el fariseísmo. Así en el material de Mateo hallamos textos con acento favorable a los judíos (23,1s) y (18,15-17).

VI. AGRUPACIÓN TEMÁTICA

Según hemos visto Mateo usa como fuentes a Marcos y Q y, además, material especial. Por eso su obra resulta notablemente más amplia que la de Marcos. Pero no hace una mera yuxtaposición de fuentes. Hay transformaciones radicales del material recibido de una tradición que permiten conocer los aspectos redaccionales según una determinada concepción teológica. La idea fundamental que unifica la obra de Mateo consiste en demostrar que Jesús de Nazaret es el Mesías esperado por el judaísmo; en él se han cumplido las Escrituras y, por tanto la comunidad cristiana es heredera de las promesas. Y esto lo consigue, primero presentando en el primer capítulo el árbol genealógico, entroncando a «Jesucristo con David y Abraham»; y en segundo lugar, con las llamadas «citas de reflexión», situadas estratégicamente en todo el libro (1,22; 2, 15, 17, 23; 4,14; 8,17; 12,17; 13,35; 21,4; 26,56; 27, 9). Se comprueba que en el destino de Jesús se están cumpliendo las profecías del A. T. con la frase: «Con esto se cumplió la palabra del Señor, por medio del profeta». En todas las citas aparece la palabra «cumplir», «cumplimiento». Dentro de este esquema se encaja la parte narrativa y la parte discursiva de la doctrina y acción de Jesús:

-Parte narrativa: -La Infancia de Jesús (1-2); -Primeros discípulos de la vida pública (3-4); -Agrupación de milagros (8-9); -Hechos diversos (11-12; 13,53; 17,27; 29-23); -Pasión y Resurrección (26-28).

Las acciones de Jesús que suelen denominarse «milagros» son para Mateo «obras del Mesías» (11,2), y alude, en este contexto a las promesas proféticas de la salvación mesiánica (Is 29,18; 35,5-6). Puesto que la predicación del evangelio a los pobres (11,5; Cfr Is 611), forma parte de las acciones mesiánicas, los caps. 8-10, en toda su amplitud, quieren probar que Jesús se manifestó como el Mesías predicho por los profetas. En cuanto a la «pasión», partiendo de los datos de Marcos, Mateo compuso el impresionante cuadro del rey-Mesías coronado de espinas y con una caña en la mano derecha. A pesar de que el título mesiánico «rey de los judíos» había tenido lugar fijo en la tradición anterior a Marcos, Mateo lo prepara mediante la historia de la infancia: la persecución y la amenaza de muerte acechan ya al «recién nacido rey de los judíos» (2,2,13-18). En cuanto a la «resurrección» de Jesús, la aparición pascual en Galilea con la que se cierra el evangelio manifiesta al resucitado como aquel que ha recibido del Padre «todo poder en el cielo y en la tierra» (28,18; cfr 11,27) (F. J. SCHIERSE, Introducción al N. T., 116).

-Parte discursiva: -Sermón del Monte (5-7); -Discurso de misión (9,35-10,15); -Discurso de las parábolas (13,1-53); -Discurso eclesial (18,1-35); -Invectivas contra escribas y fariseos (23,1-39); -Discurso sobre el fin (24-25).

Estos discursos presentan a Jesús como el Maestro mesiánico y profeta (23,10) que anuncia la plenitud del nuevo orden, con una justicia superior a la de la Ley antigua. Tanto el elemento discursivo como el narrativo giran en torno al capítulo clave del evangelio, en el que se explica con parábolas la naturaleza del reino. Estos discursos contienen predicaciones tal como se hacían en tiempos de Mateo. Aparecen, sin embargo, «como discursos de Jesús». Mediante un trabajo redaccional, el autor recoge los problemas y preguntas de su tiempo para responderlos y resolverlos dentro de un esquema teológico muy estructurado.

VII. PLAN DEL EVANGELIO

Cuestión importante, porque a través del plan o estructura se conoce la intención del autor y la densidad y variedad de su teología. Variados son los caminos propuestos por los distintos investigadores para determinar la estructura del evangelio de Mateo. Conviene decir que ninguna propuesta es exhaustiva ni completa, aunque todas proporcionan pistas o claves muy útiles de lectura y contribuyen a comprender mejor el rico y variopinto entramado ideológico, teológico, vivencial e interpelante del evangelio. Enumeramos algunas de las más significativas:

a) Estructura geográfico-cronológica: Fundamenta su teoría en los desplazamientos y en las alusiones de tiempo y espacio; -después de la sección de preparación para su ministerio (1,1-4,11), -Jesús actúa y predica en Galilea (4,12-13,58), -fuera de Galilea y con dirección a Jerusalén (14,1-20,34), -últimos días en Jerusalén (21,1-27,66), -la resurrección acontece en Galilea (28,7,10,16). (M. J. LAGRANGE, Evangile se/on saint Matthieu, Paris 1923; B. RIGAUx, Para una historia de Jesús, II. El testimonio del evangelio de Mateo, Bilbao 1969). Ponderación: Este plan conviene también a Marcos y Lucas y por lo tanto no indican propuesta original. Además, las alusiones geográfico-cronológicas tienen un marcado sentido teológico.

b) Estructura fundada en los cinco discursos (otros hablan de seis discursos, incluso de siete). Se funda en las fórmulas estereotipadas con que terminan los discursos: «Cuando Jesús terminó este discurso...» (7,28; 11,1; 13,53; 19,1; 26,1). La terminación de este ciclo de discursos se enuncia con la frase conclusiva: «Cuando terminó Jesús «todos» estos discursos» (26,1). De este modo se acota un conjunto de unidades literarias. ¿Aludiría el número cinco a los cinco libros de Moisés? Cuestión abierta (R BONNARD, Evangelio según San Mateo, Madrid 1976). Esta propuesta plantea un doble problema: «El primero, la dificultad de caracterizar las partes narrativas... los intervalos narrativos no tienen la misma unidad; por consiguiente resulta muy difícil designar los cinco libros distinguidos de este modo. El segundo problema: la dificultad de dar un título a cada una de las secciones; podríamos perfectamente agrupar cada uno de los discursos con la parte narrativa que la sigue más bien que con la precedente» (M. QUESNEL, Jesucristo según Mateo, 173-174).

c) Estructura basada en las dos fórmulas (4,17; 16,21). En dos ocasiones el evangelista escribe: «Desde entonces comenzó Jesús a predicar»; «a declarar a sus discípulos». En 4,17 Jesús se presenta públicamente a los judíos y les urge a entrar en el reino de los cielos. En 16,21 se presenta Jesús revelándose a los discípulos y manifestando la voluntad del Padre de que vaya a Jerusalén para sufrir, morir y resucitar. Ha sido el exegeta norteamericano J. D. Kingsbury, el más prolifero de todos los comentaristas del evangelio de Mateo, el que propone el siguiente plan de evangelio: 1) La persona de Jesús Mesías (1,1-4,16): se centra sobre el origen y consiguientemente el significado de la persona de Jesús Mesías. 2) Proclamación de Jesús Mesías (4,17-16,20). 3) Pasión, muerte y resurrección de Jesús Mesías (16,21-28,20). (J. D. KINGSBURY, Matthew: Structure, Christologie, Kingdom, Filadelfia 1975,40-127). Ponderación: «Las tres partes así determinadas tienen una extensión bastante desigual. Por otra parte, este plan depende en gran parte de la tesis principal defendida por Kingsbury, a saber, que la cristología mateana es una cristología del Hijo de Dios... Además, parece que semejante propuesta depende demasiado de la segunda gran sección de Marcos y de la teología marciana, y así no explicaría la originalidad del relato» (QuEsNEL, ob. cit. 174). Otras muchas teorías se han propuesto acerca de la estructura del evangelio de Mateo (cfr. M. QUESNEL, Jesucristo según San Mateo, 170-204). «Cualquier intento de planificación tiene bastante de arbitrario, ya que pretende romper y sistematizar una historia singular e irreductible. Sin embargo, una vez reconocido este límite, puede resultar fructuoso intentar buscar una organización del relato en la medida en que esto nos permite subrayar algunas de sus características» (J. ZUMSTEIN, Mateo el Teólogo, 9).

Animados por estas palabras y fundándonos en las aportaciones de numerosos investigadores, formulamos, aunque sólo sea como método de trabajo, un esquema, una «estructura teológico-salvífica», dentro la cual se encaja el rico contenido doctrinal y ético y, además, puede servir de clave útil de lectura.

VIII. ESTRUCTURA TEOLÓGICO-SALVÍFICA

El texto clave, desde el cual creo que pueden descubrirse los rasgos doctrinales típicos de Mateo es la conclusión del evangelio: «Jesús se acercó a ellos y les dijo estas palabras: Se me ha dado todo el poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y convertid en discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a observar todo cuanto os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros cada día hasta el fin del mundo» (Mt 28,18-20). Dos verbos deben tenerse en cuenta: («terein=observar, seguir, practicar, hacer») (cfr 23,3 donde «terein» se pone en paralelismo con moiein», «Entello»=ordenar, mandar», corresponde a la expresión joánica «guardar sus mandamientos» (Jn 14,15; 15,10): se trata, pues, de la doctrina y de las acciones de Jesús (por ejemplo 5-7; 8-9) en el marco de 4,23 y 9,35. Jesús envía a sus discípulos a enseñar no los mandamientos de Moisés, «sino todo lo que os he mandado». Y esto lo deben realizar a través del bautismo y a través de la enseñanza, pero de una enseñanza que lleva a la práctica. «La comunidad, con su modo de obrar y su fidelidad al mensaje de Jesús constituye la escuela de iniciación para los nuevos adeptos» (F. Mateos-E Camacho, Evangelio de Mateo, 287): «Por consiguiente, cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos, aun de los más insignificantes, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será el más pequeño en el reino de los cielos» (Mt 5,19).

Según este texto, hay que destacar dos realidades estrechamente unidas:

  1. La comunidad tiene la convicción de que el Mesías terrestre es el Señor exaltado que vive y actúa entre ellos.

  2. Lo que Jesús manda comunicar y enseñar a todas las gentes es lo que en el evangelio de Mateo Jesús ha mandado observar a sus propios discípulos. (Más adelante trataré la cuestión propuesta por algunos sobre si la expresión «lo que os he mandado» alude solamente a las enseñanzas del pasado o también incluye una presencia salvífica fruto de la resurrección y el don del Espíritu).

Desde esta perspectiva pueden proponerse y explicarse los temas fundamentales que comprendían toda la realidad del acontecimiento cristiano tal como se expone en el evangelio de Mateo:

  1. Qué dijo Jesús y qué sigue diciendo.

  2. Quién es Jesús.

  3. Cómo debe vivirse su mensaje de una manera dinámica hasta el final del tiempo, en las diferentes circunstancias, en los condicionamientos históricos de las comunidades.

Estas proposiciones pueden orientarnos para hacer más inteligible la estructura, los rasgos singulares, la cristología y eclesiología del evangelio y el carácter siempre interpelante del mismo.

1. ¿Qué dijo Jesús y qué sigue diciendo?

El carácter didáctico de la obra se manifiesta en que el autor agrupa las palabras y dichos de Jesús en grandes unidades, en grandes bloques en torno a un tema determinado, fijándose más en la sucesión lógica y probativa que en la cronológica (cfr. Supra, p. 11). Mateo construye su obra en torno a la palabra; pero es una palabra que interpela, que pide respuesta, que llama a la acción (1,23; 16,27; 22,1ss; 25,14ss; 25,1ss). «En Mateo el término «Maestro» encierra un acento ético pronunciado. No se trata de enseñar los secretos maravillosos de un conocimiento esotérico, como los esenios, ni de enseñar a los hombres a razonar sobre las cosas y sobre sí mismos. La misión cristiana no tendrá por finalidad dar a «conocer» un Cristo puramente espiritual, sino darlo a conocer tal como aparece en el evangelio, sobre todo en Mateo, llamando a todos los hombres a seguirlo en su interpretación de la Ley de Dios, interpretación de la que los caps. 5-7 presentan algunos ejemplos» (R BONARD, Evangelio según San Mateo, 625).

2. ¿Quién es Jesús?

Esta conciencia de que Jesús exaltado vive y actúa en la comunidad explica los aspectos teológicos propios de Mateo: -retrato de Jesús; -concepto de historia de la salvación; -títulos cristológicos.

2.1. Retrato de Jesús: El retrato muy humano que Marcos ha hecho de Jesús halla múltiples retoques en Mateo: La persona de Jesús aparece con mayor majestad, más hierática y alejada de la multitud (comp. Mt 19,14=Mc 10,13; Mt 13,55=Mc 63). Ejemplo típico, la escena de la tempestad calmada: (Mt 8,23-27=Mc 4,35-41=Lc 8,22-25). Este retrato tiene una base cristológica: Mateo describe a Jesús en su evangelio según la forma en que su Iglesia lo conocía. Por eso, a diferencia de Lucas, no narra la Ascensión de Jesús ni hace una teología desarrollada del Espíritu Santo. Y la razón está en que en el esquema de Mateo el Cristo terrestre, que vivió con sus discípulos, continúa presente y preside la Iglesia como Señor exaltado (18,20; 28,20).

2.2. Concepto de historia de la salvación: En el esquema de Mateo no se encuentra, estrictamente hablando, ninguna época semejante a «el tiempo de la Iglesia», porque «este tiempo» está comprendido en el «último día» o «los últimos días» inaugurados por Juan y Jesús. El tiempo, pues, de Jesús comprende los ministerios de Juan, de Jesús y de los discípulos primitivos (10,1-9) y continuando con sus sucesores hasta la parusía (24,14; 26,13; 28,18-20). La fusión del tiempo de Jesús y del de la Iglesia en la teología de Mateo, en última instancia, está motivada por la prepascual-postpascual continuidad de la persona de Jesús: el Mesías terrestre es el Señor exaltado. Esta realidad explica:

a) el que Mateo considere la muerte-resurrección de Jesús como un único evento escatológico, significando el paso de lo antiguo y la irrupción de lo nuevo.

En 27,52-5 (exclusivamente mateano) el evangelista pinta la resurrección de los muertos como teniendo lugar anticipadamente en la muerte de Cristo, aunque sólo aparecen en la Ciudad Santa después de la resurrección de Cristo. Mateo retrotrae la resurrección de los «santos» a la crucifixión porque considera la muerte-resurrección como un único evento escatológico (J. P. METER, Salvation History en Matthew CBQ (1975)).

b) Continuidad-discontinuidad: Todo esto nos sitúa estratégicamente para comprender la afirmación fundamental de la enseñanza de Jesús: «No penséis que he venido a eliminar la Ley y los Profetas; no he venido para eliminar sino para perfeccionar. Porque os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que pase una tilde o un ápice sin que todo se haya cumplido (5,17-20). No hay eliminación sino «cumplimiento» a través de una «justicia superior»; «cumplir» significa descubrir su «sentido pleno», su sentido auténtico. Cuál sea éste nos lo dice no sólo de una manera compendiada el relato de las «antítesis» (5,21-48), sino el resto del evangelio. De lo que se trata no es de atenuar, sino de realizar más plenamente la voluntad de Dios en su intención original. Condensada en el amor, la Ley no queda disminuida, sino que manifiesta ahora, en la interpretación que le da Jesús, toda la radicalidad de sus exigencias (F. Fusco, Nuevo Dicc. de Teol. Bíblica, 1152) (NDZB).

c) Presencia salvífica como fruto de la resurrección: Dejamos pendiente la cuestión propuesta (cfr. p. 14) sobre la expresión «enseñándoles a observar todo cuanto os he mandado» (8,20). ¿Alude solamente a las enseñanzas del pasado o también incluye una presencia salvífica, fruto de la resurrección y el don del Espíritu? Según Marxen (ob. cit, 160) el Jesús de Mateo es el Jesús terrestre que nos ha dejado unas enseñanzas que practicar y no una presencia salvífica siempre actual. En la misma línea está G. Strecker (Selecc. de Teología, 33 (1970), 48-49).

Sin embargo, en primer lugar, las dos partes de la frase «observar todo cuanto os he mandado» y «yo estoy constantemente con vosotros hasta el fin del tiempo» se explican desde la convicción de que el Mesías terrestre es el Señor exaltado que vive y actúa entre ellos. Por eso Mateo no presenta a Jesús enviando a los suyos a dar testimonio de su resurrección o a comunicar el Espíritu Santo para el perdón de los pecados. En los textos que hablan del origen de Jesús y del Bautismo (1,18-25; 3,17) Jesús es presentado como Hijo de Dios, el único mediante el cual Dios esta «con nosotros»; Dios se complace en él y mediante él salva a su pueblo de sus pecados. Esta promesa del «Dios con nosotros» encuentra su realización en el «estoy constantemente con vosotros...» En segundo lugar, todo el contexto vital de la frase (28,20) indica presencia activa, influyente, salvífica. En tercer lugar, todo el evangelio (episodios, milagros, curaciones) habla de la salvación como fruto del encuentro existencial con Cristo mediante la fe. (J. D. KINGSSURY, Th Significance of the Cross within the Plot of Matthew's Gospel... en C. FOCANT, The Sinoptics Gospels, 263-280).

El evangelio, pues, de Mateo no describe fundamentalmente cómo el mensaje pasa de Israel a las naciones, sino cómo Jesús viene a salvar a su pueblo de sus pecados, aunque haya alusiones de lo primero y también al estado actual de la comunidad, a la que se exhorta a la práctica de la fidelidad, a la perseverancia en la vivencia religiosa. «Mateo, al narrar de nuevo a su comunidad la historia de Jesús como historia del «ser con nosotros» de Dios y al cimentar en ella la voluntad de Dios, confirió una nueva • dimensión al anuncio de la gracia» (U. Luz, ob. cit., 100).

2.3. Títulos cristológicos: Es en el evangelio de la Infancia (caps. 1-2) donde aparecen más numerosos los títulos cristológicos y con una carga de sentido mayor para indicar la actividad futura de Jesús y la finalidad teológica del evangelio. En la introducción (1,1-17), la finalidad del evangelio con relación al origen geneológico de Jesús Mesías es resumida por los títulos genealógicos «Hijo de David» (1,1) e «hijo de Abrahan» (1,1). El lugar de Jesús en la línea real-mesiánica demuestra que él es verdaderamente «el Mesías» (1,1.16.17). En la sección (1,18-4,17), el evangelista demuestra que las circunstancias que rodean «el origen de Jesús Mesías» (1,18) -genealógicas y geográficas-son en cumplimiento de las profecías del A. T. acerca del Mesías «Hijo de David, Hijo de Abrahan» (1,1,), que la genealogía prueba que es Jesús. El origen genealógico de Jesús con los nombres «Hijo de David» (1,20), «Emmanuel» (1,23). El propósito del origen geográfico de Jesús Mesías se resume con los nombres de «Belén» (2,1,5,6,8,16), «Egipto» (2,13.14,15,19), «Nazaret» (2,23; 4,13), «el desierto» (3,1,3; 4,1), y «Cafarnaún» (2,13,14; 4,13) (C. BARNES TATUM, The Origin of Jesús Messiah (Matt 1,1-18a), JBL (1977).

a) Cristo=Mesías: No es, pues extraño que el primer título del evangelio mateano sea «Jesucristo», la profesión de fe de la Iglesia primitiva: con ello indica lo que el evangelista quiere probar. Doce veces emplea Mateo, sin paralelos con otros evangelios, el término «Cristo» (1, 1.16. 17, 18; 2,4; 11,2; 16,20; 22,42; 24,5; 26,68; 27,17.22). La expresión «Jesús, el llamado Cristo» en 1,16 al final de la genealogía interrumpe esta genealogía, lo que indica que José no es padre natural de Jesús, sino solamente legal (igual significado en 27,12.22). Es curioso que los dos empleos del doble nombre «Jesús Cristo» (1,1; 1,18) se pongan en relación con el hijo de María. Expresa su identidad humana, identidad análoga a la que todo hombre nacido normalmente recibe de su padre, según las concepciones de toda la antigüedad semita (M. QUESNEL, ob. cit, 21). Mateo quiere afirmar que Jesús es el Mesías esperado: la sucesión de generaciones portadoras de la promesa que comenzó con Abraham ha alcanzado en Jesús el fin planeado por Dios.

b) Hijo de David: El punto de partida para comprender este título aplicado a Jesús es la concepción mesiánica del A. T. y del judaísmo, según la cual el Rey de los tiempos de la salvación sería descendiente de David y en su misión y actividad se cumplirían las promesas (de 2 Sam 7,12-14; Is 9,1-6; 11,1-10). De las diez veces que emplea Mateo este título, una se lo aplica a José (1,20) y las demás a Jesús: 1,1; 9,27; 12,23; 25,22; 20,30.31; 21,9.15; 22,41-46. Mateo usa el título «Hijo de David» asociado al motivo de obstinación y ceguera en puntos estratégicos dentro del evangelio para destacar la ceguera de Israel que rechazó al Mesías. Los posesos son liberados y los ciegos ven. Mateo, al doblar la figura del ciego y del endemoniado, sigue un sistema de motivos por el cual interpreta el significado del choque de Jesús con Israel como su Mesías. El doble tiene un trasfondo forense: los curados dan testimonio contra Israel. El pueblo, al presenciar las curaciones, se plantea la pregunta: «¿No será este el Hijo de David?», porque, según la mentalidad contemporánea, en cualquier momento podía llegar la nueva era con la venida del Mesías, no tanto por su genealogía, sino por la misión que realizaría. Igualmente la expresión «Hosanna al Hijo de David», exclusiva de Mateo (21,9; 22,15). Jesús acoge en el templo a los cojos y ciegos que David había excluido (2 Sam 5,8). El Mesías está aquí con su mensaje universal.

c) Emmanuel (=Dios con nosotros): Una exclamación de confianza que el profeta Isaías emplea en una situación histórica comprometida (7,14; 8,10). Mateo emplea la frase para indicar la generación divina del Hijo de Dios (1,18-21; 24-25) y dentro de la serie de «citas de reflexión» que sitúan la historia de Jesús en el plan unitario de salvación anunciado ya por los profetas. Jesús viene como Salvador, y así en él Dios se manifiesta como el «Dios con nosotros». Al final del libro (28,20) se retorna la frase del principio (1,23) y se proyecta hacia el futuro su carga salvífica. De este modo toda la historia terrestre de Jesús, su entera actividad y la historia postresurreccional está vivificada por esta presencia salvífica del «Dios con nosotros». Esto es lo que describe el evangelio: Jesús ha salvado a su pueblo de sus pecados, y ya puede iniciar una nueva misión que se funda en su universal autoridad y en su presencia permanente. La Iglesia, comunidad de discípulos, es el lugar donde Jesús vive, enseña y actúa (18,20; 28,20) N. R. G. LOADER, Son of David, Blindness, Possession, and Duality in Matthew, CBQ, 1982).

d) Hijo de Dios: Después de presentar a Jesús corno hijo de Abrahán e hijo de David (1,1), el evangelista, para indicar que Jesús como Mesías cumple la promesa del A. T., nos dice (1,18-25) que Jesús es el «Hijo de Dios», porque su origen está en Dios (su concepción es por obra del Espíritu Santo, nacimiento virginal, José no tiene relaciones sexuales con María, en Jesús Dios habita con su pueblo (Emmanuel). Jesús es por naturaleza Hijo de Dios (Bautismo 3,17; tentaciones 4,3,5). En el mundo humano solamente puede ser usado este título para dirigirse a Jesús por el pueblo creyente, a no ser que se use blasfemamente, y transmite cuál es para la Iglesia de Mateo el misterio más profundo de la persona de Jesús, a saber, que en él Dios habita como en cosa propia. Es un título «confesional» (J. D. KINGSBURY, Kyrios

in Matthews Gospel JBL (1975). La primera vez que los hombres confiesan a Jesús como «Hijo de Dios» es en la escena de la «marcha sobre las aguas» (14,22-33). Esta escena prepara la confesión de Pedro (16,13-20). «Los hombres», a quienes Jesús se presenta como «Hijo del hombre», lo ven como un personaje importante de la historia de la salvación. «Pedro», en cambio, a quien Dios revela el misterio profundo de su persona, lo ve como «Hijo de Dios», como «el Hijo de Dios». La confesión, pues, esencial de la Iglesia es ésta: Jesús es el Hijo de Dios y solamente la puede hacer el pueblo creyente iluminado por la luz de lo alto.

En esta misma línea está la confesión del centurión (27,54). Subrayar también que el tema central de la escena de Jesús en la Cruz es el de Jesús como «Hijo de Dios» (27,38-54).

d) Señor (kyrios): Mateo es el evangelista que más veces usa el título «Señor», con distintos sentidos. Debe notarse que sólo los discípulos llaman a Jesús «Señor» (8,21,25; 26,22) y también Pedro (14,28; 16,22; 17,4), y también lo usan personas que recurren a él con fe para ser curadas (9,28; 20,30-31; 8,2-6; 15,22-25). Los que no son discípulos emplean el vocativo «didaskale»=maestro (8,19; 12,38; 19,16; 22,16,24,36), porque el nombre «Señor» no es una mera designación honorífica o reverencial, sino que tiene carácter «confesional» para atribuirle autoridad y un estado de exaltación. Mateo emplea la palabra Señor (Kyrios) bajo tres aspectos: tratamiento de respeto y autoridad (27,63); en lugar de Dios (4,7; 9,38...) y como título cristológico:

  1. para describir a Jesús como una figura con mayor autoridad que la atribuida por los judíos al Mesías (22,42-45);

  2. con autoridad para mandar y curar (9,27-31; 15,21-28; 20,29-34);

  3. con autoridad para salvar y enseñar (14,22-33; 17,1-9);

  4. con autoridad para regular el sábado (12,8) y juzgar (24,42).

f) Hijo del hombre: Además de Hechos 7,56 la expresión «Hijo del hombre» solamente se menciona como título en los evangelios y siempre en labios de Jesús. Para descubrir la naturaleza de este título partimos de tres textos significativos: (1-1): Confesión de Cesarea (16,13-15): Jesús pregunta: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» La respuesta es muy variada: Una figura insigne entre tantas de la historia de la salvación. Y vosotros... «¿quién decís que soy yo?». Pedro responde: «tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». El Hijo del hombre se relaciona con los de fuera, con la gente, no con los de dentro, es decir, con los discípulos, lo que indica que no es un título confesional, sino público. (1-2): 13,37-38: El mundo es el lugar donde el Hijo del hombre actúa, lo que indica el carácter «público» del título. (1-3): Diálogo de la Última Cena (26,17-25). El título se relaciona con los no creyentes en Jesús. Los discípulos se relacionan con el título «Señor»; los oponentes tratan a Jesús como «Maestro= Rabbi=Hijo del Hombre».

El título «Hijo del hombre» se relaciona con las tres fases de la actividad de Jesús: -ministerio público (8,20; 11,19; 12,8); -Pasión, muerte y resurrección (12,40; 17,9; 12,22...); -Parusía (10,23; 13,41; 25,31...). El punto en que los títulos Hijo de Dios e Hijo del hombre se unifican es la exaltación del Resucitado a un señorío absoluto. Como «Hijo de Dios», Jesús preside y reside en su Iglesia hasta el final del tiempo (28,18-20)... pero desde la perspectiva de la humanidad en general puede decirse que él gobierna sobre el mundo habitado como Hijo del hombre (13,37-38,41). El hace surgir en el mundo «hijos del Reino» (13,38), lo que significa, desde el punto de vista de Mateo, que los hombres son hechos discípulos de Jesús y ocupan su lugar en la comunidad que lo confiesa como «Hijo de Dios» (14,33; 16,15-17; 28,16-20). (J. D. KINGSBURY, The Titie «Son of Man» in Matthews Gospel, CBQ 37 (1975) 193-202).

3. La Iglesia

¿Cómo debe vivirse el mensaje de Jesús de una manera dinámica hasta el final del tiempo...? La afirmación de Trilling, «Mateo, el Evangelio eclesial», no se funda sólo en el hecho de que Mateo es el único que emplea la palabra «Iglesia» (ekklesia=asamblea) (18,18; 18,17) y presenta la función de Pedro referente a la misma «ekklesia» con las imágenes de «roca-piedra», «llaves», «atar y desatar», (16,18-19), sino porque todo el libro transpira un carácter eclesial generalizado. El punto de arranque es descubrir cuál es la trama fundamental del evangelio de Mateo. Esta se concreta así: Demostrar que Jesús de Nazaret es el Mesías esperado, pero luego rechazado por su pueblo, especialmente por sus dirigentes y finalmente crucificado: quienes lo escuchan y creen en él son el nuevo pueblo de Dios.

a) Algunas pistas: El evangelio de Mateo se mueve dentro de un horizonte de negación e incredulidad: -signos de incomprensión (nacimiento=«Herodes se turba y toda Jerusalén con él» (2,3), adoración de los magos, huida a Egipto); -El judaísmo oficial (con los diversos grupos) rechaza a Jesús. Mateo intenta marcar la distancia entre la muchedumbre que sigue a Jesús «como profeta» (16,14; 21,26,46) y los dirigentes «que matan a los profetas y apedrean a los enviados» (23,37). Esta distancia se anula de golpe en 27,35: «Todo el pueblo respondió: «Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos». -En la sección de controversias (=tres parábolas (21,28-22,14) y siete invectivas contra los fariseos obstinados en contra del plan de Dios (c. 23), tanto los dirigentes como el pueblo rechazan este plan (21,23s: dirigentes; 21,45-46: dirigentes; 21,1-14 todos rechazan la invitación al banquete); -culminación de la incredulidad (27,15-26); -el rechazo se prolonga después de la crucifixión (27,62-66; 28,11-15).

b) Desde Israel a la Iglesia: «Lo específico de la proclamación del evangelio de Mateo está en la tensión entre el sello judeocristiano de su tradición y ambiente y el horizonte cristiano universal de su mensaje que abarca a toda la gentilidad» (TRILLING, Mateo, el Evangelio eclesial, en SCHREINER Forma y Propósito del N. T, 227). Aunque el testimonio más importante de la universalidad es el mandato postresurreccional (28,1920), todo el evangelio está entreverado de alusiones universalistas (5,3-10: ocho primeras bienaventuranzas: ninguna restricción; 8,10-12: el centurión; 15,21-28: la mujer cananea; 15,29-31: contexto de las curaciones; 15,32-38: la salvación realizada por el poder de Jesús y el ministerio «pleno» de los discípulos desborda ya los estrechos límites de Israel. Por otro lado, hay pasajes importantes que tienen un estricto horizonte particularista (10,5-6; 15,24). En estos textos Jesús limita su ministerio y el de los suyos a la casa de Israel, pero este mismo Jesús es el mismo que como Señor exaltado encomienda una misión universal a los Doce-Once. Esta yuxtaposición no puede deberse a impericia del autor, sino más bien indica que Mateo propone una economía de salvación: primero los judíos y luego los gentiles.

c) Hacia la Iglesia universal: Mediante su incredulidad los judíos han perdido el derecho a la soberanía real de Dios; las promesas de Dios se han cumplido en Cristo; por tanto, el verdadero Israel es el que Jesús Mesías llamó y fundó; a él ha pasado la vocación de ser luz de los pueblos y salvación de los hombres: -8,12: Si los «Hijos del Reino son rechazados es para hacer sitio a los paganos de Oriente y Occidente»; -21,41: La «viña» se arrienda a otros que entreguen los frutos a su tiempo, y el «Reino de Dios» se da «a un pueblo que produzca frutos» (21,43=propio de Mateo); -En la parábola de la boda (22,1-14) los que tenían derecho a la invitación la han rechazado y se hacen indignos de ella. Los «buenos y malos» que la aceptan representan al nuevo pueblo que constituye el Israel mesiánico (cfr. 21,43). Hay una intención muy clara de afirmar que la Iglesia es el nuevo pueblo de Dios, el verdadero Israel (1,21; 2,6).

d) Cruz e Iglesia: La pasión de Jesús, el aspecto salvífico de la Cruz explica singularmente la existencia de un nuevo pueblo, dentro del cual se halla la comunidad de Mateo. La cruz de Jesús es el lugar donde la historia de Mateo llega a su culminación, porque realiza la universal salvación. Al final del evangelio «encarga» el Señor resucitado convertir en discípulos a «todas las naciones». Con seguridad la expresión «todas las naciones» incluye a los gentiles, pero, además, también al pueblo y a los dirigentes de Israel. El texto clave es 27,38-54: Mateo sugiere que Dios pone de lado el templo y su culto, porque Jesús es el Hijo perfectamente obediente y fiel que ha vertido su sangre para expiación de los pecados (20,28; 26,28). Dios, mediante la obediencia y fidelidad del Hijo, ha restablecido la alianza por la cual ofrece la salvación y el perdón de los pecados a todos los hombres (1,21; 1,18-25; 3,13-17) (J. D. KINGSBURY, The Significance of the Cross..., en C. FOCANT, The Sinoptics Gospels, 19-3, pgs. 263-269).

e) Si la Iglesia es el nuevo pueblo de Dios, nada tiene que ver con la sinagoga; está constituida por todos los pueblos (5,13s; 8,10-12; 12,18-21; 13,36-43; 24, 14; 26,13)-

f) El verdadero Israel tiene su propia «constitución»: en él hay ministerios y organizaciones eclesiales: escribas, profetas, sabios, pequeños... El sabio es el que posee habilidad, pericia, conocimiento técnico, conocimiento de lo que es moralmente bueno en la vida cotidiana. Escriba (13,52; y posiblemente 23,24) asegura la unión entre la herencia recibida (lo antiguo) y las enseñanzas de Jesús; y también la relación entre estas enseñanzas y la observancia de la comunidad. Justos: junto a los profetas, escribas y sabios se nombra también a los «justos»» (10,41). Podrían ser discípulos que se significaban por el estricto rigor de su conducta ética. Los textos de Mateo llaman justos a todos los discípulos que son aceptados en el juicio final (13,43. 49; 25,37. 46). Pequeños: la designación más característica de la comunidad de Mateo es la expresión «uno de esos pequeños» (10,42); en el cap 28 (=llamada «constitución de la comunidad»=tres veces); 25,40. En 23,8-12 se prohíbe a la comunidad el uso de títulos honoríficos: sólo el «pequeño» es grande ante Dios: «El mayor entre vosotros sea vuestro servidor» (23,8-11). Profetas (10,41; 23,34; 23,8-12). ¿Cuál fue su actividad? Importante ciertamente, pero debemos reconocer que los límites entre las funciones de los ministerios o carismas están muy difuminados: «todos son por principio sabios, escribas, justos, pequeños»... aunque el Señor puede capacitar a algunos de modo especial para el ministerio de la predicación profética, para aconsejar en circunstancias determinadas, interpretar la Escritura ante nuevos problemas, curar enfermedades o vivir una vida que sirva de ejemplo a los demás» (E. SCHWEIZER, La Iglesia primitiva, 49). Cuestión importante: Tanto G. Theissen (Sociología del movimiento de Jesús, 13) como E. Schweizer, hablan de predicadores ambulantes y de profetas itinerantes, carismáticos ambulantes que han abandonado todo (=sin hogar, 8,20; 9,9; 19,29); (=sin familia, 8,22; 10,21,37...); (=sin posesiones, 6,19-21,25-34).

g) Sin embargo, el estudio socioeconómico evidencia que la comunidad de Mateo era económicamente fuerte, urbana, estabilizada: compárense entre otros los siguientes textos: Mt 5,3=Lc 6,20; Mt 10,9=Mc 6,8 (cf par Lc); Mt 25,14-30 («talentos»)=Lc 19,11-27 («minas»); Mt 22,9 («buenos y malos»)=Lc 14,15-25 («pobres, tullidos, ciegos y cojos»)... Los vocablos «plata», «oro», «talento» ocurren 28 veces en Mateo, en Marcos una vez «plata» y 4 en Lucas (J. ALONSO Díaz, ¿El evangelio de Mateo, evangelio para ricos?, Sal Terrae 61/1 (1973-enero) 3-22). Además, también hay huellas claras de una institucionalización inicial: en 18,15 Mateo presenta rasgos fundamentales de una medida disciplinar eclesial: la asamblea de la comunidad local tiene el derecho de llevar adelante un proceso disciplinar contra un miembro díscolo, y también puede ejercer el poder de «atar y desatar», despedir o readmitir a un miembro de la comunidad, prometido a Pedro en 16,19. (Véase los arts. Atar y Desatar y -Pedro, en este «Diccionario»). A la luz de estas sugerencias es improbable que gran número de la comunidad de Mateo fuesen itinerantes que habían dejado todo...

h) La comunidad de Mateo tiene una doble acusada característica: Por una parte, es una comunidad urbana, instalada, que vive pacíficamente de la presencia y eficacia del Señor exaltado, y que actualiza el mensaje en función de unas nuevas circunstancias: de este modo: -su ética es una «superior justicia» (5,20); -llamado por el Bautismo (28,19), el cristiano es aquel que cumple la voluntad del Padre celestial (7,21; 12,50) y a quien se invita a ser perfecto como el Padre celestial es perfecto (5,48; 19,21); el amor al prójimo resume todo el comportamiento religioso (7,12; 22,38-40); -reinterpreta el radicalismo primitivo del seguimiento según los contextos socioeconómicos y sociológicos: Mateo es el único que inserta una frase peculiar respecto a la cuestión del divorcio (5,32; 19,9); -en esta comunidad hay escribas o maestros encargados de proponer la enseñanza, de interpretarla (13,52; 23,8ss), de solucionar problemas; -en la comunidad se realiza el perdón de los pecados (art. «Perdón de los pecados», en este Diccionario). Por otra parte, en la comunidad cristiana siguen vivas las exigencias radicales del mensaje cristiano (4,20; 8,19-20. 22. 23; 9,9; 10,38...).

i) Esta doble característica, tensión dialéctica entre la seguridad y el desprendimiento, intensifica en el presente la responsabilidad personal del cristiano. Ni siquiera el «verdadero Israel» recibe para sus miembros con la fe y el bautismo (28,19) la garantía de la salvación y el don del Reino de Dios. Se trata de dar prueba de sí mismo en la vida práctica, y, en definitiva, en el cumplimiento del amor (7,23; 16,27). De lo contrario será uno rechazado como el invitado sin vestidura nupcial (22,11), como el criado perezoso (25,30) o como las doncellas que no tenían aceite en las lámparas (25,1lss). Sólo la fe, realizada en la acción y en la vida, podrá subsistir en la tempestad del juicio, en la que desembocan todos los discursos. En la composición concreta del Reino se hallan juntos buenos y malos, cizaña en medio del trigo, desamor y escándalo (24,10-12; 13,24-30; 36,43). «Porque Mateo está plenamente convencido de la seriedad y carácter definitivo del juicio divino, exhorta a los creyentes a la paciencia, para con la «cizaña» que crece entre el trigo, para correr en busca de la «oveja perdida», para corregir al hermano y perdonar en todo momento (18,12-35). La situación eclesial de Mateo se refleja también en la controversia con los «falsos profetas», alertando a la comunidad para que no se deje engañar (7,15s; 24,5,11. 23. 24). ¿Cuál es el principio de discernimiento? -Los frutos (7,16-20). Esto incluye: -su vida no está acorde con lo que predican; -olvidan la exigencia ética en su predicación; -consecuencias de su doctrina: si contribuyen a la propagación de la «anomía» (maldad) (7,23; 24,12); si enfrían o destruyen el amor, bien por su actitud «sectaria» que rompe la fraternidad, la unidad, bien por su llamada a la violencia que va contra la ley del amor, compendio de la Ley y los Profetas (7,12). No basta con oír, sino que del oír ha de brotar la acción (7,24-27) que tiene su fundamental proyección en el seguimiento de Jesús. De este modo el lector del evangelio de Mateo se propondrá la cuestión fundamental: ¿qué significa para mí en términos de fe, de obediencia, de comportamiento? Y la otra no menos importante: ¿Cómo debe vivirse el mensaje de Jesús de una manera dinámica hasta el final del tiempo, en las diferentes circunstancias y en los condicionamientos históricos de las comunidades? ->evangelios; iglesia.

BIBL. - E. SCHWEIZER - A. DÍEZ MACHO, La Iglesia primitiva. Medio ambiente, organización y culto, Salamanca, 1974; W. TRILLING, El verdadero Israel. La Teología de Mateo, Madrid, 1974; P. BONARD, Evangelio según San Mateo, Madrid, 176; I. MATEOS - F. CAMACHO, El evangelio de Mateo. Lectura continuada, Madrid, 1981; P. ROSSANO, Nuevo Diccionario de Teología Bíblica (NDTB), Madrid, 1990; M. QUESNEL, Jesucristo según Mateo, Estella (Navarra), 1993; J. ZusTEIN, Mateo el teólogo, CB (Cuadernos Bíblicos) 58, Estella (Navarra); U. Luz, El evangelio según San Mateo (1-7), Vol. I., Salamanca, 1993; H. BALZ - G. SCHNEIDER, Diccionario exegético del Nuevo Testamento (DENT), Vols. 1-II, Salamanca, 1996.

Carlos de Villapadierna