DJN-1


Madre

Dios hizo a la mujer para que fuera madre (Gén 1,28). San Pablo quiere que las mujeres se casen y tengan hijos (1 Tim 5,14). La mayor gloria para una mujer israelita es ser madre (Gén 24,60; 30,1; 1 Sam 1,6; Sal 113,9). Esta es la felicidad de Isabel (Lc 1,24-25.41.58) y de María (Lc 1,46-47; 11,27). A la maternidad se llega por el dolor (Lc 23,29; Jn 16,21; Ap 12,2.4-5). La pérdida de los hijos es también para la madre causa de un inmenso dolor (Mt 2,18), como lo es la preocupación por ellos, por su alimento (Mt 24,19), por su porvenir (Mt 20,20). El amor de la madre es el más grande amor (Is 49,15), comparable al amor de Dios a Jerusalén (Is 66,13) y de Jesucristo (Mt 23,37). La madre tiene derecho a la piedad filial, debe ser requerida y honrada por sus hijos (Mt 15,4-G; Lc 18,20). Para un hijo sólo puede haber un amor superior al que tiene a su madre: el amor a Jesucristo (Mt 10,35-37; Lc 14,26). ->María, la madre de Jesús.

E.M.N.


Mal

El mal es la realidad opuesta al bien. Los evangelios hablan de un mal en el orden físico (Mt 6,34; 15,22; Lc 16, 25); de actos, pensamientos y deseos malos en el orden moral (Mt 9,24; 12,34-35; 15,19; 18,32; 21,48; 25, 26; Mc 7,21-23; Lc 3,19; 6,45; 11, 13; 19,22; Jn 3,19-20; 5-29; 7,7); del Malo, del Malvado, de Satanás (Mt 5,37; 6,13; 13,19.38; Jn 17, 15); de espíritus malos, malvados (Mt 12,45; Lc 7, 21; 8,2; 11, 26); de generación malvada (Mt 12,39.45; 16,4; Lc 11,29); del mal en sí mismo (Mt 5,11). Hay que evitar el mal como sea (Mt 5,39), aun a costa de los mayores sacrificios (Mt 6,23), y orar para no caer en el mal (Mt 6,13). El mal aparece también como un castigo por los pecados cometidos (Lc 13,1-5). El mal jamás puede proceder de Dios, que es bueno, sino del hombre, que desde el principio es malo (Gén 6,5; Mt 9,4; 12,34; 22,18; Mc 7,22; Lc 11,39). Jesucristo, vencedor del Maligno y de las fuerzas del mal (Mt 12,28), nos libera del mal que sigue habiendo en el mundo (Jn 17,15).

E. M. N.

Malaquías

Es un nombre desconocido en todo el A. T. El libro bíblico que lleva el título de Malaquías, por la palabra que lo encabeza (mal aki), y que tradicionalmente se ha venido atribuyendo al profeta menor del mismo nombre, es probablemente de un autor anónimo. En Mt 11,10 se hace una cita del libro de Malaquías.

E. M. N.

Maldición

Es una palabra de Dios, que produce la desgracia o la muerte sobre los hombres o las cosas a causa del pecado. En los demás pueblos de la antigüedad tenía un efecto mágico que se cumplía fatalmente. En Israel la eficacia de la maldición pronunciada por un hombre dependía deI Dios justo y, por tanto, se eliminaba el valor puramente mágico. Son eficaces e irrevocables las bendiciones y maldiciones de los patriarcas sobre su descendencia, por ser exponentes de los designios de Dios. Esta dependencia de Dios las hacía convertirse a menudo en deprecaciones («maldito seas», «maldígate Dios»). En la historia de la salvación, la maldición es secundaria, como una sustitución de la bendición, que era el primer plan de Dios. Son malditos los que rehúsan la bendición, es decir, los que quebrantan la Alianza, los infieles a los mandamientos, los pecadores. La Ley condena a los que la quebrantan (Di 11,26-29; 30,1.19; Rom 3,14; Gál 3,10; 2 Pe 2,14). Jesús prohíbe la maldición: hay que bendecir a los que nos maldicen (Lc 6,28), aunque él mismo maldice a la higuera infructuosa (Mc 11,21), a los que quebrantan la ley (Jn 7,49). San Pablo maldice a los que no aman al Señor (1 Cor 16,22). Jesucristo se hizo «maldito» (Gál 3,13); era maldito el que se oponía al designio de Dios, poniendo su salvación en la Ley. Jesús se sometió a esa situación de maldición para destruirla y proponernos el único camino de salvación: la gracia de su cruz recibida por la fe. Los que no la aceptan ni la hacen fecunda por la caridad oirán en el juicio último la maldición eterna (Mt 25,41).

E. M. N.

Mammon

En los evangelios tiene la significación de riquezas justas e inicuas, que vienen a ser como un poder demoníaco, en abierta incompatibilidad con Dios: el que se entrega a Mammon se aparta automáticamente de Dios (Mt 6,24; Lc 16,9.11.13). -> pobres; ricos/riqueza.

E. M. N.

Maná

Comida misteriosa y providencial con que se alimentaron los israelitas en el desierto; un alimento que llueve de lo alto, del cielo (Ex 16,4); por eso es "pan del cielo" (Sal 105,40; Neh 9,15), "trigo de los cielos" (Sal 78,24), "pan de los ángeles" (Sal 78,25; Sab 16,20). San Juan ve en el maná un sentido tipológico del pan de vida que da Jesucristo (Jn 6,22-51); las expresiones de San Juan, "pan del cielo" (Jn 6,32), "pan de Dios" (Jn 6,33), "pan de vida" (Jn 6,35), "pan vivo" (Jn 6,51), son un fruto literario de las anteriores expresiones bíblicas veterotestamentarias. La razón fundamental y el fin último del milagro del maná fue la de mantener en la vida material al pueblo inexhausto; pero al propio tiempo entrañaba un sentido más alto: el de hacer comprender a los hebreos que "no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que procede de la boca de Dios" (Dt 8,3; Mt 4,1-4; Lc 4,1-4). ->eucaristía.

E. M. N.

Mandamientos

Los mandamientos son los preceptos de la Ley (Mt 5,19; 15,3; 22,36; Mc 7,8; 10,5; 12,28; Lc 23,56), preceptos de Dios que deben ser cumplidos (Mt 15,3; 19,17; 28,20; Mc 7, 8-9). Entre todos los mandamientos hay diez, los diez mandamientos, el Decálogo, que constituyen el llamado Código Mosaico (Ex 20,2-17; Dt 5, 1-22). La postura del hombre frente al Decálogo compromete su destino sobrenatural (Mt 19,17; Mc 10,19; Lc 18,20).

Entre los mandamientos hay una valoración jerárquica, una primacía. Los dos primeros son el amor a Dios y el amor al prójimo (Mt 22,36-40; Mc 12,28-31). San Juan afirma que el amor a Dios debe probarse con el cumplimiento de los mandamientos (Jn 14,15; 21,24); que no se puede conocer a Dios sin guardar sus mandamientos (Jn 2,3-4); que el que no practica la doctrina cristiana, se condena a sí mismo (Jn 12,47-48); que el cristiano debe practicar una ética practicante, la observancia de los mandamientos (Jn 14,15-21; 15,10); que sólo hay un mandamiento, el del amor (Jn 13,34; Jn 2,7-8), y que la señal del cristiano es el amor (Jn 13,35). —> decálogo.

E. M. N.

Mano

La mano y el brazo, en el pensamiento semítico, constituyen una unidad total. Los evangelios hablan de la mano en sentido propio, como extremidad del cuerpo humano (Mt 8,15; 9,25; 12,10; 15,2.20; 18,8; 26,23; 27,24; Mc 1,31; 3,1-5; 5,41; 7,2-5; 8,23; 9,27; Lc 6, 1-10; 8,54; 22,21; Jn 11,44). Emplean también el vocablo en sentido figurado: en expresiones perifrásticas (Mt 17,22); la derecha es símbolo de la autoridad: Jesucristo se sienta a la derecha del Padre (Mt 26,64; Mc 16,19) y los justos a la derecha de Jesucristo (Mt 25,33); la izquierda es símbolo de debilidad y de desgracia: los condenados estarán a la izquierda de Jesucristo (Mt 25,33); en general, la mano es símbolo de poder, de fuerza: la mano de Dios y de Jesucristo simbolizan la autoridad divina (Lc 1,66; 3,17); por eso hay que tener confianza en ella (Mt 4,6; Lc 4,11; 23,46; Jn 10,29). Dios Padre ha puesto todas las cosas en las manos de su Hijo Jesucristo (Mt 3,12; Lc 3,17; Jn 3,55; 13,3), las cuales, como las del Padre, se tornan todopoderosas (Mc 6,2; Jn 10,28-29; 17,12); poderoso era también San Juan Bautista, porque la mano de Dios estaba con él (Lc 1,66).

E. M. N.

Mansedumbre

Actitud personal, y en la convivencia, de apacibilidad, de dulzura. Jesús se presenta como ejemplo de mansedumbre (Mt 11,29; 21,5) y proclama bienaventurados a los mansos (Mt 5,5). ->bienaventuranzas; misericordia.

E. M. N.

Maqueronte

Fortaleza en la ribera oriental del mar Muerto, donde, según Flavio Josefo, Herodes Antipas encarceló y ejecutó a Juan Bautista (Mt 14,3-12; Mc 6,21-29). El año 70 d. de C., Maqueronte fue uno de los últimos baluartes de los judíos insurrectos contra Roma.

E. M. N.

Mar

El cielo, la tierra y el mar son las tres regiones del universo (Act 4,24; 14,15). La Biblia llama al mar Mediterráneo «el mar Grande» (Núm 34,6), «el mar de los Filisteos», puesto que los filisteos ocupaban la llanura colindante con él (Ex 33,31); «el mar Occidental», porque de hecho estaba en el Occidente (Dt 11,24). Mar es también el mar Muerto (Ex 47,18; Dt 3,17), el mar Rojo (Ex 10,19; Jue 11,16); incluso el río Nilo es un mar (Is 19,5) y el río Eufrates (Is 27,1; Jer 51,36). El mar es el lugar donde habitan los lugares demoníacos (Mt 8,32; Ap 7,2; 13,1). Jesucristo camina sobre el mar, pero Pedro, por falta de fe, se hunde (Mt 8,24-27; 14,25-27; Mc 4,37-41; 6,47-50; Lc 8,23-25; Jn 6,17-20).

E. M. N.

Marcos

Llamado también Juan (Act 12,12); hijo de María, en cuya casa se reunía la Iglesia (Act 12,12); era primo de Bernabé (Co 14,10); acompañó a Pablo y a Bernabé en Antioquía (Act 12,25) y en el primer viaje apostólico (Act 13,5), pero en Perge se separó (Act 13,13). Bernabé quería llevarle en el segundo viaje, pero, ante la oposición de Pablo, ambos se separaron (Act 15,38-39); luego hizo las paces con Pablo (Col 4,10; Flm 24; 2 Tim 4,11). Compañero de Pedro, que le llama "hijo" (1 Pe 5,13). Es autor del segundo evangelio, que lleva su nombre. ->evangelios.

E. M. N.

 

María (de Betania)

Hermana de Marta y de Lázaro, amigos de Jesucristo, que supo escoger la mejor parte frente a su hermana Marta (Lc 10,38-41). Su actitud contemplativa se manifiesta igualmente en San Juan (Jn 11,1-53). Unge a Jesucristo con el perfume del ungüento y del amor de su corazón en casa de Simón el leproso (Jn 12,1-8; cf. Mt 26,6-13; Mc 14,3-9). -> Marta y María.

E. M. N.

María (Madre de Santiago)

Esposa de Cleofás, que estuvo, junto a otras mujeres, al lado de la cruz de Jesucristo (Mt 27,56; 28,1; Mc 15,40; Lc 24,10; Jn 19,25); presenció el descendimiento de la cruz del cuerpo sacratísimo del Señor; visitó el sepulcro en la mañana de la resurrección y tuvo el privilegio de contemplar la aparición del ángel (Mt 27,61; 28,1-2; Lc 23,55).

E. M. N.

Médico

En el A. T. se piensa que la enfermedad es provocada por Dios, como castigo por los pecados cometidos (Ex 9,15; 15,26; Dt 32,39). Es, por tanto, inútil acudir a los médicos (2 Crón 16,12); es mejor acudir a los representantes de Dios (los profetas), para buscar por su medio la curación (1 Re 13,6; 17,17; 2 Re 2,20; 4,18; 5,3; 20,7; Is 1,6; 3,7; Jer 8,22; 30,13). En la época del N. T. se sigue pensando que la enfermedad es un castigo de Dios por el pecado (Jn 5,14). Jesucristo también cura enfermedades (Lc 4,19); el poder de curar es considerado como un carisma (Mt 10,8). Se manifiesta un claro escepticismo hacia los médicos, a los que no se trata nada bien (Mc 5,26; Lc 4,23; 8,43), aunque se reconoce el ejercicio de su profesión como útil e incluso necesario para los enfermos (Mt 9,12; Mc 2,17; Lc 5,31).

E. M. N.

Medidas

En Israel, lo mismo que en los demás pueblos antiguos, las medidas de Longitud más corrientes estaban basadas en los miembros del cuerpo humano: el codo, 0,444 m.; el palmo, 0,222 m.; el palmo menor, 0,074 m.; el dedo, 0,018 m.; la braza, 1,85 m.; el estadio, 190 m.; la milla, 1.500 m. No hay vocabulario especial para las medidas de superficie; si se trata de cuadriláteros, se indican las medidas de los lados, y si se trata de espacios circulares, se indica la medida del diámetro o del perímetro. Las medidas de los campos se hacen por los usos de la vida agraria: una yugada es la superficie que una yunta puede trabajar en un día.

Los nombres de las medidas de capacidad están tomados, generalmente, de los distintos recipientes que servían para conservar las mercancías. Las medidas para sólidos eran: homer, 4501. (Lc 16,7); letk, 225 1.; efá, 45 I. (Mt 13,33; Lc 13, 21); saeah, 151.; isaron, 4,5 1.; qob, 2,5 I. Medidas para líquidos: kor, 450 1.; bato, 45 1.; him, 7,51.; log, 0,6 I. En el N. T. se añade la metreta, 39,40 I. (Jn 2,6); el sextario, 0,46 1. (Mc 7,4); el modio (celemín), 8,751.; la bilibra, 1,10, I.

E. M. N.

Mejilla

Símbolo de la fuerza del hombre (Sal 3,8; ls 30,28). Pegarle a uno en la mejilla, abofetearle, es signo de gran afrenta y humillación, a lo que Jesús quiso someterse (Is 50,6; Mc 19,43; Jn 18,22; 19,43). Los cristianos tampoco deben rehuir esta afrenta, y cuando les den una bofetada en una mejilla, deben presentar la otra (Mc 5,39; Lc 6,29).

E. M. N.

Mendigo

Mendigar es lo último que le puede ocurrir al hombre: "mejor es morir que mendigar" (Eclo 40,28). A los enemigos se les lanzaba la maldición de mendigar (Sal 109,10). Tener que mendigar es una humillación y una vergüenza (Lc 16,3). Sin embargo, el hombre que carece de todo porque tiene una tara física, que no le permite trabajar (los cojos y los ciegos), no tiene más remedio que mendigar (Mc 10,46; Lc 18,35; Jn 9,8).

E.M.N.

Mentira

La mentira es la negación de la ver-dad; la mentira no puede ser de la verdad (1 Jn 2,21). La mentira nace del Diablo, que es su padre. Cuando el Diablo dice mentira, está hablando de su propio ser, nos está manifestando su propia esencia, pues posee una naturaleza mentirosa (Jn 8,44). Vivir en la verdad es estar con Dios y con los hombres (Jn 3,21; 14,6; 18,37), y vivir en la mentira es ponerse a espaldas de Dios y de los hombres, ser del Diablo (Jn 8,44).

E.M.N.

Mes

El mes israelita era el lunar. Como las lunaciones duraban 29 días, 12 horas y 44 minutos, los meses lunares tenían 29 y 30 días, alternativamente. En un principio, Israel adoptó los nombres cananeos, que relacionaban los meses con las estaciones del año. La Biblia habla de cuatro: Abib, el mes de las espigas (Ex 13,4; 23,15; 34,18; Di 16,1); Zib, el mes de las flores (1 Re 6,1.37); Etanim, el mes en que corren las aguas permanentes (1 Re 8,2); Bul, el mes de las lluvias abundantes (1 Re 6,38). En los medios rurales se empleaba una nomenclatura especial, que relacionaba los meses con los distintos períodos del año agrícola: mes de la siembra, mes de la poda, mes de la recolección del lino, del trigo, de la cebada, etc. Antes del exilio empezaron a designarse los meses mediante un sistema numeral ordinal que, partiendo de la primavera, iba del primero al undécimo mes. Finalmente fueron adoptados los nombres babilónicos, que sobreviven en el judaísmo actual. He aquí su orden y equivalencia aproximada en nuestro calendario: 1, Nisán (antiguo Abib), marzo-abril (Neh 2,1; Est 3,7); 2, lyyar (antiguo Zib), abril-mayo; 3, mayo-junio (Est 8,9); 4, Tammuz, junio-julio; 5, Ab, julio-agosto; 6, Elul, agosto-septiembre (Neh 6,15); 7, Tisri (antiguo Etanim), septiembre-octubre; 8, Marjesvan (antiguo Bul), octubre-noviembre; 9, Kisleu, noviembre-diciembre (Neh 1,1; Zac 7,1); 10, Tebet, diciembre-enero (Est 2,16); 11, Sebat, enero-febrero (Zac 1,7); 12, Adar, febrero-marzo (Esd 6,15; Est 3,7).

Los evangelios usan la palabra Mes en los siguientes lugares: Lc 1,24.26. 36.56; 4-25; Jn 4,35).

E.M.N.

Mesa

En el N. T. el vocablo significa, en primer lugar, la mesa para comer (Mt 15,27; Mc 7,28; Lc 16,21; 22,21.30); designa también la mesa del altar, del culto (1 Cor 10,21); designa asimismo la mesa de los cambistas (Mt 21,12; Mc 11,15; Jn 2,15) e incluso la misma banca o banco (Mt 25,27; Lc 19,23).

E. M. N.

Mesías -> Cristo; Jesucristo

En el A. T. son mesías todos los ungidos: el rey (Sal 89,21; 1 Sam 10,1; 16,13; 2 Sam 2,4.7; 5,3.17), el sumo sacerdote (Lev 4,3.5.16; 6,15), los sacerdotes en general (2 Mac 1,10), los patriarcas (Sal 105,15).

Jesús de Nazaret es el Mesías anunciado por los profetas y esperado en Israel. El Mesías tenía que ser rey (1 Crón 17,11.14), y Jesús lo es (Jn 1,49; 18,37); tenía que ser profeta (Dt 18,15), y Jesús lo es (Jn 4,19.44; 6,14); tenía que ser Hijo de Dios (Sal 2,7), y Jesús lo es (Jn 1,49; 11,27); tenía que ser Dominador universal (Mlq 4,1-2; 5,1-4), y Jesús lo es, pues funda un reino en el que tienen cabida todos los hombres y no sólo los judíos (Jn 4,22-24; 8,39-40; 12,32); tenía que ser el enviado de Dios (Is 7,14), y Jesús lo es (Jn 5,37; 6,44; 7,28); tenía que ser el Salvador del mundo, y Jesús lo es (Jn 4,42); tenía que ser, y Jesús lo fue, «Hijo de David» (Mt 12,23; 15,22; 20,30). Por eso el título de Mesías (gr. Xristós) fue añadido al nombre de Jesús: Jesucristo (Mt 27,17.22; Mc 1,1).

E. M. N.

Mina

Moneda griega, que tenía 100 dracmas y un peso de 436 gr. de plata (Lc 19,13-25). E.M.N.

Mirra

Sustancia resinosa y olorosa que sale de una clase de terebinto. La mirra pura es un aroma exquisito (Ex 30,23) y un don preciado (Mt 2,11). Se suele mezclar con otras sustancias; mezclada con aceite es un ungüento aromático (Cant 1,13), con vino es una bebida anestésica (Mc 15,23), y con áloe un ingrediente para embalsamar (Jn 19,39).

E. M. N.

Moisés

Natural de Egipto, perteneciente a la tribu de Leví; su madre se llamaba Yokebed (Yahvé es trascendente). Fue salvado de las aguas por la hija del Faraón (Ex 2,10) y educado en la corte egipcia, lo que no fue para él obstáculo para mantener relaciones íntimas con los de su pueblo esclavizado. Fue elegido por Dios para ser el gran libertador de su pueblo y luego el gran fundador y legislador de Israel, desde el momento mismo en que Israel entra en la historia como pueblo independiente. La tradición le constituye como el mediador a través del cual Dios da la Ley a su pueblo; como autor, por tanto, del Pentateuco (Mt 22,24; Mc 7,10; 10,3-4; Lc 20,28; Jn 1,17; 7,19.22) Sabemos que Moisés no escribió el Pentateuco, pero lo que sí sabemos es que él estableció las leyes fundamentales y las cláusulas de la Alianza, a las que las demás leyes debían ajustarse. Durante la marcha por el desierto, Moisés no ejerció nunca el mando militar ni desempeñó las funciones religiosas; fue siempre el gran amigo de Dios (Ex 24,9-18; 33,18-34,9), transmisor al pueblo de la voluntad divina, el personaje más importante de todo el A. T.

El N. T. considera que Moisés prefiguraba a Jesucristo: Moisés es el tipo y Jesucristo el antitipo, con la singularidad de que el antitipo es muy superior al tipo (Mt 17,30; Jn 1,17.45; 6,32; Act 7,35; 13,38).

E. M. N.

Molino

El molino, compuesto de dos piedras, la inferior, que estaba fija, y la superior, llamada muela, se utilizaba para hacer la harina; en un principio era de mano y lo trabajaban las mujeres y los esclavos (Ex 11,5; Is 47,2; Mc 24,41); más tarde se introdujo el molino de asno (Mt 18,6; Mc 9,42).

E. M. N.

Moneda

Dinero acuñado y garantizado por el Estado, que sirve para facilitar transacciones comerciales, representando un valor o precio convencional. La moneda hizo su aparición en Asia Menor en el siglo III a. de C. y se extendió lentamente por el Oriente Medio, sobre todo bajo el imperio persa. La Biblia empieza a hablar de monedas a partir del destierro. Antes de ese momento, los cambios, los contratos, el pago de tributos, el comercio en general, se hacían en especie o mediante lingotes de oro, plata o cobre, que podían recibir la forma de discos, barras, anillas u otras similares.

De la época persa, la Biblia conserva el recuerdo de dóricos de oro (Esd 8,27), siclos de plata (Neh 5.,15), cuyo peso era de 8,41 gr. y 5,60 gr., respectivamente. Judea, al igual que las demás provincias persas, tenía permiso para acuñar monedas. A partir de Alejandro Magno, Palestina estuvo sometida al sistema monetario griego, que era el siguiente: dracma de plata (Lc 15,8-9), que pesaba 4,36 gr.; el didracma (Mt 17,24), 8,60 gr.; el tetradracma, 17,40 gr.; la dracma tenía seis óbolos, y el óbolo ocho calcos; estaba también en uso la mina, que tenía 100 dracmas, y el talento (Mt 18,24; 25,16.20.22.24.25.28), que tenía 60 minas (Lc 19, 13. 16. 18. 20. 24. 25). Los romanos introdujeron en Palestina su moneda. La unidad era el denario (Mc 18,28; 20,2-13; 22,19; Mc 6,37; 12,25; Lc 7,41; Jn G,7), que en un principio equivalía a 10 ases y luego a 16. El as (Mc 10,29; Lc 4,6) tenía dos múltiplos, el dipondio y el sestercio, equivalentes a dos y cuatro ases, respectivamente, y dos submúltiplos, el semis y el cuadrante (Mt 5,26; 12,42), equivalentes a un medió y a un cuarto de as, respectivamente. El cuadrante tenía dos ochavos o leptos (Mc 12,42; Lc 12,59; 21,2). El peso del denario romano no fue siempre uniforme: en un principio pesaba 4,53 gr.; luego, 3,88 gr., y bajo Nerón, 3,43 gr.; el denario romano equivalía, más o menos, a la dracma griega. -> dracma.

E. M. N.

Monte de los Olivos

El monte de los Olivos dista como un kilómetro de Jerusalén, al este. Su altura es de 800 m. sobre el nivel del mar. Tiene tres cimas: el monte Scopus, en la parte norte; la cima central y la cima meridional, que es el monte de los Olivos propiamente dicho. En la falda meridional está Betania, y en la oriental, Betfagé. En el monte de los Olivos se sitúa la ascensión de Jesucristo (Act 1,12), el lugar donde Jesucristo enseñó a orar a sus discípulos con el Padrenuestro (Mt 6,9-13; Lc 11,1-4), donde pronunció el discurso escatológico (Mt 24,1-51; Mc 13,1-37; Lc 21,5-36), donde solía retirarse el Señor (Lc 21,37; Jn 8,1), donde comenzó la marcha triunfal hacia Jerusalén (Mt 21,1; Mc 11,1; Lc 19,29; Jn 12,12), por donde pasaba la calzada romana de Jericó a Jerusalén; hacia la mitad de la pendiente occidental sitúa la tradición el "Dominus Flevit" ("el Señor lloró" sobre la ciudad de Jerusalén), y más abajo, lamido ya por el torrente Cedrón, está el huerto de Getsemaní ("lagar de aceite"), donde tuvo lugar la agonía del Señor (Mt 26,36-46; Mc 14,32-42). --> Getsemaní; Betfagé.

E. M. N.

Morada

Indica permanencia y estabilidad frente a todo lo pasajero y caduco. Una morada estable era el ideal del israelita nómada o hijos de nómadas. Dios puso su morada entre los suyos, primero en el tabernáculo (Ex 33, 7-11) y en el templo después (2 Re 8,10-11), como señal de su presencia y como apoyo inconmovible de la fe en que sólo en El, el Eterno, se realiza el ideal de permanencia. Esta idea se acentúa en el N. T. En la persona de Jesucristo vino Dios a habitar entre nosotros, es decir, literalmente a poner su tienda o su morada (Jn 1,14), para arrancarnos de este mundo que pasa. Por la fe en Jesucristo y por la acción del Espíritu Santo, que derrama la caridad en los corazones, el cristiano mora en Dios, cumpliendo sus mandamientos, y Dios mora en él, como un anticipo de su morada eterna con Dios en el cielo. ->templo.

E. M. N.

Mostaza

Es una semilla minúscula, cuya planta llega a alcanzar hasta 2 ó 3 m. de altura. Con la parábola de la mostaza (Mt 13,31-32; Mc 4,30-32; Lc 13,1819), Jesucristo quiere poner de relieve la desproporción entre la humildad de los comienzos deI reino (pues la diminuta mostaza era tenida como la más pequeña de todas las semillas y como símbolo de las cosas insignificantes) y la etapa final de un desarrollo sorprendente, pues la planta se hacía la más grande de todas las hortalizas. -> parábola.

E. M. N.

 

Mudo

Enfermo que ordinariamente es también sordo (sordomudo). El Evangelio nos habla de varias clases de mudos: unos se han quedado mudos como castigo a su incredulidad (Lc 1,22); otros, que estaban poseídos de demonios (Mt 9,32.33; 12,22; Mc 9,25; 11,14); cuando Jesucristo expulsa el demonio, el mudo puede hablar; otros, por fin, de los que sólo se dice que son mudos y curados también por Jesucristo (Mt 15,30.31; Mc 7,32). ->enfermedad/curación.

E. M. N.

Muerte

La muerte fue considerada al principio no fatalista, sino serenamente, como la terminación natural de la vida humana. La existencia del pueblo de Dios, religada a la Alianza, tenía un valor social, más que individual: cada cual continuaba su vida en la de sus descendientes. Por eso preocupaba menos la muerte individual. Posteriormente la muerte se considera como un castigo, como una consecuencia del pecado (Rom 5,12.17; 6,23; 1 Cor 15, 21-22), como una obra de Satán (Jn 8,44; Act 2,14), ya que Dios hizo sólo la vida, no la muerte. Pero Jesucristo, al morir en la cruz como rescate por todos los hombres (Mt 20,28; Mc 10,45; Lc 22,27), ha vencido a la muerte, al pecado, a Satán. Con su resurrección obtiene el triunfo definitivo y final sobre ellos. El cristiano muere con Cristo en el bautismo (Rom 6,3-5) y es incorporado a la vida de Jesucristo resucitado. La muerte, lejos de ser una derrota, es un paso a la vida con el Señor triunfante y glorioso.

E. M. N.

Murmuración

Murmurar, en sentido figurado, es hablar entre dientes, manifestando desaprobación, queja o enfado (Jn 6,41. 43); conversar en perjuicio de un ausente, censurando sus acciones (Mt 20,11; Lc 15,2; 19,7). Las murmuraciones deben evitarse (1 Cor 10,10).

E.M.N.