Incredulidad
DJN
 

El término apistía (incredulidad) aparece once veces en el Nuevo Testamento (Mt 13, 58; Mc 6, 6; 9, 24;. 16, 14; Rm 3, 6; 4, 20; 11, 20; 1 Tim 1, 13; Hb 3, 12. 19). Esta palabra está relacionada a su vez con el verbo apisteo (ser incrédulo, ser infiel) que se repite ocho veces en los escritos neotestamentarios, mientras que el adjetivo apistós (incrédulo, infiel) recurre veintitrés veces.

En la lengua hebrea no encontramos términos equivalentes de estas formas privativas. No analizamos el verbo apisteo ni el adjetivo apistós. Nos atenemos estrictamente a la palabra "incredulidad".

El término apistía tiene dos significados infidelidad e incredulidad en los escritos del Nuevo Testamento.

Con el significado de infidelidad aparece en la Carta a los Romanos a través de una contraposición realizada por San Pablo entre la fe de Dios y la infidelidad de los judíos (Rm 3, 3).

Con el significado incredulidad designa en un sentido técnico el rechazo de los judíos al mensaje de salvación, manifestado en el evangelio (Rm 11, 20), aunque pueden ser incorporados si no rechazan el evangelio (Rm 11, 23). El apóstol San Pablo era perseguidor de la Iglesia de Cristo, cuando era incrédulo (1 Tim 1, 13). El mismo apóstol de los gentiles describe en un pasaje de la Carta a los Romanos el ejemplo del patriarca Abrahám que no cede a la duda con la incredulidad, sino con la fe en Dios (Rm 4, 20).

El evangelista San Marcos subraya la incredulidad en tres pasajes del evangelio. El primero subraya la desconfianza de los nazaretanos, ante la visita de Jesús porque se niegan a reconocerlo profeta y se escandalizaban de él, de ahí que Jesús no hizo allí ningún milagro (Mc 6, 3-6). San Mateo difiere de San Marcos y afirma que por su incredulidad hizo allí unos pocos milagros (Mt 13, 58).

El segundo pasaje de San Marcos pone en evidencia la fe como una tarea, es decir, la aventura fascinante de hacerla vida, precisamente ante la misma experiencia existencial, cuando surgen las dificultades y las dudas. Es la pregunta ante la fe misma (Mc 9, 24).

El tercer lugar marcano narra la reprensión de Jesús a los once discípulos ante la incredulidad que habían mostrado, sobre todo la dureza de su corazón, obstinados por no creer a los que le habían visto resucitado (Mc 16, 14).

El autor de la Carta a los Hebreos muestra un detalle que debe subrayarse: el predicador sugiere a la asamblea una actitud comunitaria. No se dirige a cada uno particularmente, sino que pide a todos los miembros de la comunidad de ayudar a cada uno a guardarse de la falta de fe (Hb 3, 12). -> fe.

E. M. N.