Imposición de manos
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La imposición de las manos es una realidad que está presente tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Tratamos enseguida de vislumbrar cómo era este rito a través de algunos pasajes bíblicos para especificar claramente de qué se trata. La antigua Alianza contempla el gesto de la imposición de manos, tanto en relación con las ofrendas que ritualmente se presentaban al Señor, los sacrificios, como en la elección de los líderes que guiaban al pueblo de Dios.

El antiguo testamento

La expresión "imposición de manos" es un gesto que se realizaba en Israel en una situación de sacrificio. En un contexto no sacrificial demuestra quién es el objeto de la acción ritual. La mayoría de los ejemplos de este gesto se apoyan en el documento llamado Sacerdotal y se describe con el verbo hebreo samak (apoyarse contra, soportar). Fuera de la Tradición Sacerdotal, "la imposición de las manos" se encuentra dos veces, una vez con el verbo samak (2 Cro 29, 33) y otra descrita por los verbos sím y sit (Gn 48, 14. 17. 18). Estos verbos significan "colocar", "poner". Los ejemplos encontrados con el verbo samak pueden ser organizados en dos categorías distinguidas por el contexto del rito, su forma física y sus significados.

La primera categoría

La mayoría de los casos del gesto sucede en el contexto de sacrificio. Aquí el que trae la ofrenda pone una mano sobre la cabeza del animal que va a ser ofrecido (Lv 1, 4; 3, 2. 8. 13; 4, 4. 24. 29. 33). Si un grupo de gente realiza el gesto juntos, presumiblemente cada uno de ellos pone una mano sobre la cabeza del animal (Ex 29, 10. 15. 19; Lv 4, 15; 8, 14. 18. 22; Nm 8, 12; 2 Cro 29, 33). Esta forma de poner una mano en los sacrificios, está mejor explicada como ritual, atribuyendo el animal al oferente; ello indica que el rito sacrificial entero, pertenece a él o a ella, aunque otros (sacerdotes y otros auxiliares) participan realizando la ofrenda más tarde en el rito. Esta interpretación se confirma por el hecho que tiene sentido en la falta del gesto con aves y ofrendas cereales (Lv 1, 14-17; 2; 5, 7-13). Estas ofrendas son pequeñas y al ser llevadas por el oferente, no era necesaria la colocación de la mano.

Otra realidad muy distinta es la imposición de la mano sobre los levitas (Nm 8, 10) y debe ser entendida bajo el principio arriba mencionado. Por este gesto los israelitas muestran que sus levitas son ofrenda a Dios y que los beneficios del servicio de los levitas sería acumulado a ellos.

La segunda categoría

Tres casos del gesto en la Biblia descritos con el verbo samak son no sacrificiales y aparece para ser realizado con las dos manos, en vez de una. El ejemplo más claro está en el libro del Levítico (Lv 16, 21). Los otros dos lugares son menos claros con relación a cuántas manos son usadas (Nm 27, 18; Lv 24, 14).

Finalmente la imposición de manos, descrita con sím y sit, puede ser entendida como el último de los tres ejemplos, como un medio de designar quiénes son los recipiendarios de la bendición (Gn 48, 14-18). Un gesto referido a la imposición de manos para la bendición es la extensión de las manos de Aarón sobre el pueblo (Nm 9, 22).

El nuevo testamento

La expresión "imposición de manos" es una traducción tomada del griego de la versión griega de los LXX que depende de la versión hebrea que usa el verbo samak (presionar o imponer la mano sobre) o síít o sim (poner la mano sobre).

El Nuevo Testamento usa la expresión "imponer las manos", no con el carácter sacrificial del Antiguo Testamento, sino que los pasajes neotestamentarios se relacionan con curaciones, las bendiciones, el bautismo y el Espíritu. El contexto es siempre religioso, como demuestra la mención frecuente de la oración y obviamente "la imposición de manos" es una acción simbólica. Tanto en el Antiguo Testamento, como en la tradición rabínica la imposición de manos, jamás estaba asociada con las curaciones y seguramente este gesto no era parte esencial de los milagros.

Según San Marcos y San Lucas, Jesús ha curado a través de la imposición de las manos (Mc 5, 33; 6, 5; 7, 32; 8, 22-26; Lc 4, 40; 13, 13) y así hicieron los cristianos (Mac 16, 18) como Ananías (Hech 9, 12. 17) y Pablo (Hech 28, 8). Naturalmente, la curación es comunicada a través de la imposición de las manos.

Jesús también bendice a niños a través de la imposición de las manos (Mc 10, 13-16 y paralelos). El pasaje contempla a los niños como teniendo la actitud correcta para la recepción en el reino. Lc 24, 50: "y alzando sus manos los bendijo". Debería ser notado aquí a través del griego que no es "imposición de manos".

En el libro de los Hechos la imposición de manos se refiere a la recepción del bautismo y al Espíritu Santo. Hech 19, 5-6 se indica esto más claramente. En una escena evocadora de Pentecostés, Pablo impone las manos sobre aquellos que han recibido solamente el bautismo de Juan y son ahora bautizados en el nombre de Jesús, y el Espíritu Santo vino sobre ellos y hablan en lenguas y profetizan. Según Hech 9, 17 a través de la imposición de manos de Ananías Pablo no solamente recobra la vista sino que es llenado con el Espíritu Santo. Del mismo modo, refiere la recepción del Espíritu Santo a través de la imposición de manos (Hech 8, 16-19).

El mismo Jesús no ordena a los apóstoles a través de la imposición de manos, tampoco Matías es a través de la imposición de manos asignado para ocupar el lugar de Judas, entre los Doce. Sin embargo, la ordenación está asociada con la imposición de manos en el Nuevo Testamento. La ordenación cristiana debía también incluir la autoridad apostólica y estar acompañada por la oración.

Antonio Llamas