Imitación de Jesús
DJN
 

SUMARIO: 1. La utopia cristiana. -2. La terminología. - 3. El significado de los términos. - 4. Los modelos a imitar en el Nuevo Testamento.


1. La utopía cristiana

Una de las grandes utopías cristianas es la imitación de Cristo. Esta verdad pertenece al ámbito de la fe cristiana y por tanto, también al amplio campo de la ascesis verdadera, aquella que lleva consigo el discernimiento, es decir, darnos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor. La imitación de Cristo hemos de expresarla con todas las posibilidades razonables en el diálogo fe y razón, conjugando al mismo tiempo, la tradición neotestamentaria, para que configuremos nuestra propia identidad a la hora de manifestar nuestro propio seguimiento de Cristo. Jesús de Nazaret se manifiesta como Aquel que da razón de nuestra esperanza. De otra parte, los cristianos han de ser testigos en esta hora, con nuestra plena adhesión a Cristo y su mensaje, para adecuar nuestra vida en la medida de nuestras posibilidades a manifestar de manera clara el contenido de la Buena Noticia, realizada por Cristo, portador de la salvación y modelo a imitar por todos los que hemos sido regenerados en virtud de su muerte en una vida nueva.

La manifestación gozosa de dar a conocer con nuestra propia vida el rostro de Cristo que se encuentra configurado en las páginas de la Escritura Santa, sobre todo en el Nuevo Testamento, es una de las formas más razonables de imitarle en su manera de comprender al hombre, verdadera imagen de Dios, pero sobre todo, hacer de nuestra vida, una presencia de Aquel que quiso compartir con nosotros la existencia humana. Cristo es el modelo a seguir por el hombre cristiano y el Maestro a imitar quienes queremos ser en verdad discípulos e imitadores de sus gestos, de su propia manera de interpretar la realidad, desde la hondura del misterio de Dios, manifestado en El, Palabra de vida para todos los tiempos. No se trata de adherirse sin más, a la consecución de una tarea, sino de contemplar en el interior de la Palabra divina, el significado de seguir a Cristo en los orígenes mismos del cristianismo. Es obvio que el primitivo cristianismo ilumina el acontecer cristiano, a través de los dichos y hechos de Jesús y de las narraciones que describen los autores neotestamentarios para explicitar el acontecimiento eje de la historia, el Ministerio, la Muerte y Resurrección de Jesús el Mesías.

No tratamos el tema del seguimiento (discípulos) propiamente dicho, aunque roza de alguna manera nuestro propósito. Es cierto que para imitar a Cristo, hemos de seguirle como primera condición del verdadero discípulo. El seguimiento pertenece de por sí a ese campo de la imitación de Cristo, pero creemos que el análisis filológico y sobre todo, una explicación desarrollada del verbo "seguir" (akoloutheo) y sus compuestos, desbordaría nuestro objetivo. Nuestra tarea consiste principalmente en cuatro realidades. La primera será descubrir la terminología referida a la imitación. En segundo lugar, determinar cuál es su significado. En tercer lugar, cuáles son los modelos a imitar en el Nuevo Testamento.

2. La terminología

El Antiguo Testamento no manifiesta de manera concreta ningún modelo a imitar fuera de lo relacionado con el culto y los instrumentos o utensilios que se usan para dicho fin. Porque Dios es el que a través de su mediador o interlocutor se comunica con el pueblo. Pero el mismo Dios es inimitable. El hombre no llegará nunca a imitar a Dios, sería igual a El, la fe no tendría sentido así. Dios es el Amén (Is 65, 16), la persona humana un ser finito y fragmentado (Sal 8), dispuesto solamente a vivir el riesgo de la libertad y poder responder a la fidelidad y santidad divina desde la aventura siempre fascinante de la fe. Dios prohibe la idolatría y quiere que los creyentes se alejen de ellos (Dt 4, 3; 6, 14; 12, 30; 18, 9; Jc 2, 12; 1 Re 2, 3; 21, 26; Jos 22, 5). El códice de Santidad (Lv 17-26) especifica de alguna manera la norma de comportamiento y conducta del pueblo, en unas circunstancias depauperadas del pueblo de Israel. El estribillo del códice de santidad: "Sed santos, porque yo el Señor soy Santo" (Lv 11, 44-45; 19, 2; 20, 26). El códice de santidad, no manifiesta de por sí un modelo a imitar, sino más bien, aspirar a ir creciendo hacia Dios en la medida que los creyentes han asumido lo que dimana de la Alianza, como culminación de la etapa del Exodo.

Es posible que el seguimiento se haya expandido de tal modo en el dinamismo de la tradición neotestamentaria que la realidad de la imitación de Cristo, se nos escapa, aunque es cierto que a Dios, no se le puede seguir, sino que debemos imitarlo en la medida de nuestra propia capacidad. Dos son los términos que especifican de alguna forma, el tema de la imitación de Cristo. El primero de ellos es el verbo imitar, mientras que el segundo es el sustantivo imitador. Estos dos términos aparecen en la Nueva Alianza, pero de muchas maneras poco representados, es decir, aparecen once veces. El verbo "imitar" se encuentra solamente cuatro veces en la Nueva Alianza (2 Tes 3, 7. 9; Flp 3, 17; Hb 13, 7; 3 Jn 11). Mientras que el sustantivo "imitador" se repite en seis lugares (1 Cor 4, 16; 11, 1; Ef 5, 1; 1 Tes 1, 6; 2, 14; Hb 6, 12).

3. El significado de los términos

El verbo imitar es un verbo deponente y expresa los significados de imitar, emular, seguir a alguien, es decir, la semántica del verbo indica que se trata de imitar a un modelo. El sustantivo imitador en cambio, manifiesta claramente que se quiere imitar a un modelo. El término en la Nueva Alianza se usa siempre con los verbos ser, estar y el verbo llegar a ser. El sustantivo expresa el sentido de uno que llega a ser un imitador de alguien, siempre expresado en caso genitivo. Estos significados hemos de constatarlos, en cada uno de los pasajes a los que antes hemos aludido. Sólo así podremos comprobar hasta qué punto, tanto el verbo como el sustantivo obedecen a la realidad que expresan o por el contrario necesitan para su comprensión de otros términos afines que señalen y ayuden a los lectores a la comprehensión más exacta y concreta del término "imitación", es decir, la acción que lleva consigo aquel que quiere significar en su vida a un modelo determinado. Esto lo decimos porque ya aludimos también a otros términos, como el verbo seguir y sus compuestos que expresan la idea de seguir, ir en seguimiento, ir detrás de alguien, ir detrás, obedecer, seguir una directriz, acompañar, caminar junto a algo, seguir una cosa investigándola. Teniendo presente esta constelación terminológica sí podemos aproximarnos a la idea que ha querido expresar el Nuevo Testamento.

4. Los modelos a imitar en el Nuevo Testamento

Algunos pasajes neotestamentarios muestran la idea de "imitad lo bueno", como en el caso de la Tercera Carta de San Juan: "Querido, no imites lo malo sino lo bueno. El que obra el bien es de Dios, el que obra el mal no ha visto a Dios" (3 Jn 11). El apóstol realiza un apóstrofe que es como una transición a un nuevo motivo, y éste es alegre: el ejemplo de Demetrio. La breve exhortación tiene dos vertientes: una mira al ejemplo nefasto de Diotrefes; la otra a la buena conducta de Demetrio: "no imites lo malo, sino lo bueno". El autor da la razón y la explica en la segunda parte del verso: "El que hace el bien es de Dios; el que hace el mal no ha visto a Dios". Las expresiones "ser de Dios" y "ver a Dios" manifiestan la comunión con Dios, es decir, con lo bello, lo bueno, un tema querido por San Juan (1 Jn 3, 10; 4, 4; 5, 19).

Del igual manera dos lugares de la Carta a los Hebreos, manifiestan de una parte la fe de los pastores de la comunidad (Hb 13, 7) de los que hay que imitar su fe (imitad su fe), sobre todo, porque esa fe ha sido expresada en una vida de testimonio. Y también en otro pasaje del escrito, el autor recuerda a los cristianos que "no os hagáis perezosos, sino imitadores de los que por la fe y la paciencia heredan las promesas" (Hb 6, 12). El subrayado del autor con el sustantivo "imitadores", está precedido del verbo "llegar a ser".

San Pablo habla de la imitación, se refiere en algunos de los pasajes ya aludidos o a una cualidad del creyente en la vida de la comunidad, a una actitud en la conducta y la vida de la comunidad o a la imitación de un modelo (2 Tes 3, 7. 9; 1 Cor 4, 16; Flp 3, 17). San Pablo estaba convencido de que imitándolo a él, los cristianos tenían que emular a Cristo (1 Tes 1, 6; Flp 2, 5) a quien el mismo Apóstol imita (1 Cor 11, 1). La imitación de San Pablo no debe ser exhaustiva, sino en tanto en cuanto que conduce a los cristianos al modelo de la fe que es Jesucristo (2 Tes 3, 9). En este caso, de la Segunda Carta a los Tesalonicenses, se trata de que los cristianos de Tesalónica deben imitar a sus misioneros y ganarse su propio alimento cotidiano. San Pablo pone como ejemplo tanto a sus compañeros de misión como a sí mismo. La razón la explicita el apóstol más adelante, cuando afirma: "el que no trabaje que no coma" (2 Tes 3, 12). --> discipulado; seguimiento.

BIBL. -1-1. BALZ / G. SCHNEIDER, Diccionario Exegético deI Nuevo Testamento, vol. U, 287-291. G. D. FEE, Paul's Letter to the Philipians, Michigan 1995. F. MONTAGNINI, Lettera agli Efesini, Brescia 1994. L. MoRRIS, The First and Second Epistles to the Thessalonians, Michigan 1991. ROBERTSON / A. PLUMMER, The First Epistle of St Paul to the Corinthians, Edinburgh 1999.

Antonio Llamas