DJN-I


Idolatría

La idolatría estaba tajantemente prohibida en Israel. En la segunda ley del Decálogo (Ex 20, 3-6; Dt 5, 7-10) no sólo se prohibe hacer una imagen a Dios, sino plasmar en una imagen, de madera, de piedra o de metal, ninguna criatura del reino animal, vegetal o mineral. Todo resquicio a la idolatría quedaba totalmente cerrado. Las personas idólatras debían morir, y las ciudades en que se descubriera culto idolátrico debían ser arrasadas (Dt 13, 13-17; Gén 19). El mismo intento de inducir a la idolatría debía ser castigado con la pena de muerte (Dt 13, 2-6).

A pesar de estas penas durísimas, el pueblo de Israel ejerció en ocasiones la idolatría. Las invectivas de los profetas contra esta práctica son durísimas (ls 2, 8; 40, 17-20; 41, 7; 44, 9-20; Jer 10, 3; Os 8, 6) y ridiculizan a los ídolos como cosas impotentes, como imágenes muertas. La idolatría es como una infidelidad al amor a Dios, como un adulterio (Os 2, 8-9).

Israel ha cometido la mayor insensatez, porque, además, los ídolos no son nada; son tan sólo un pedazo de madera tallada, piedra esculpida o metal fundido: vanidad pura.

Los evangelios siguen la misma línea y se manifiestan contra la mayor idolatría, el ídolo máximo, Mammón, señor de las riquezas (Mt 6, 24; Lc 16, 9-13). San Pablo dice que hay que guardarse de las concupiscencias, que son también una idolatría (Ef 5, 5; Col 3, 5), y se mofa de los ídolos: imágenes del hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles (Rom 1, 23), pues los ídolos no son nada (1 Cor 8, 4).

E. M. N.

Iglesia

En su sentido etimológico, de asamblea o de reunión de fieles, aparece con frecuencia en el A. T. (Núm 19, 20; 20, 4; Dt 23, 1-2; Jue 20, 2; 1 Sam 17, 47; 1 Re 8, 14).

En el sentido del reino de Jesucristo, de comunidad de fieles cristianos, aparece sólo en San Mateo (Mt 16, 18; 18, 17). Jesucristo funda la Iglesia sobre los cimientos sólidos de los apóstoles y en especial de Pedro (Mt 16, 18; Act 5, 11; 8, 3; Rom 16, 1; 1 Cor 4, 7; 11, 16; 12, 28; Gál 1, 13; Ef 1, 22; 5, 23-32; Flp 3, 6; Sant 5, 4).

La Iglesia en San Pablo es el nuevo Israel, el cuerpo místico, cuya cabeza es Jesucristo (1 Cor 12, 27; 2 Cor 11, 2; Ef 1, 22; 5, 25; Col 1, 18; 2, 10; Ap 21, 9). El la adquirió con su sangre derramada en la cruz (Act 20, 28; 1 Cor 6, 20; 7, 23; Ef 2, 13; Col 1, 4; Heb 9, 12; 1 Pe 1,19;1 Jn 1, 7; Ap 1, 5; 5, 9; 14, 4; 5, 9; 14, 4).

Jesucristo es la cabeza de la Iglesia, que la asiste y la vivifica siempre; el Espíritu Santo es el alma; por estas razones la Iglesia no puede perecer, ni fallar nunca, ni jamás equivocarse en cuestiones de dogma o de moral (Mt 16, 18; 28, 20; Lc 22, 32; Jn 14, 16; 16, 36; 17, 11-12).

E. M. N.

Imagen

La imagen está hecha para recordar a la persona que representa. La segunda ley del Decálogo reza así: "No te harás imagen alguna de Dios" (Ex 20, 4). La ley prohíbe que el hombre represente a Dios, haciendo de El una imagen material. La razón profunda de esta prohibición está en que la imagen, hecha tan sólo para recordar a la persona que representa, puede, con el tiempo, convertirse en objeto de culto (cf. Sab 14, 12-21). El culto a Dios en el A. T. debe estar desprovisto de imágenes, porque El es trascendente, invisible, inaccesible. Nadie ha visto nunca a Dios (Jn 1, 18). Ni se le puede exactamente traducir en lenguaje humano, ni se le puede presencializar en una imagen. Es el irrepresentable. Entre Dios y el hombre hay una distancia insalvable; presencializarle en leño labrado, piedra esculpida o metal fundido es prácticamente un sacrilegio. Nadie puede fabricar una imagen de Dios (Dt 4, 15-19). La única imagen viva de Dios es el hombre (Gén 1, 26-27; Rom 8, 29). Imagen de Dios, en sentido perfecto, es Jesucristo (2 Cor 4, 4; Flp 2, 6). Las imágenes están prohibidas por cuanto pueden recibir culto idolátrico. Deben hacerse únicamente para recordar a la persona representada, jamás para sustituirla (Mc 12, 16; Lc 20, 24). En San Pablo se prohíbe sólo la adoración de imágenes paganas (1 Tes 1, 9; 1 Cor 5, 10; 10, 7). En las catacumbas aparecen ya las primeras imágenes del cristianismo. -> revelación.

E. M. N.

Impiedad

Impiedad es lo mismo que irreligión. Impío es, por tanto, el que no practica la religión. -> piedad.

E. M. N.

Impuestos —> Contexto 2.3

Incienso

Sustancia resinosa, proveniente de Sabá (1 Re 10, 2. 10; 2 Crón 9, 19; Is 60, 6; Jer 6, 20), extraído de un arbusto blanco que no existía en Palestina. Los magos se lo ofrecieron al Niño Jesús (Mt 2, 11). Se empleaba como mezcla en los perfumes y en los aromas; y en el templo al ofrecer el sacrificio (Lev 2, 1. 15; 24, 7; Lc 1, 9-11; Act 9, 4; Ap 18, 13).

E. M. N.

Infierno

En el A. T., la palabra seol, de origen incierto, indicaba un lugar de sombras, en el fondo de la tierra, donde bajaban todos los muertos, buenos y malos, sin distinción alguna, del que no pueden subir y en el que llevaban una vida disminuida, olvidada y sin posibilidad de alabar a Dios. Este lugar fue poco a poco considerado como el reino de la muerte. Al progresar la doctrina sobre la resurrección, el seol, traducido por hades en la versión griega y usado así en el N. T. Progresivamente se va definiendo más. Se suponen ya compartimentos, que separan a los buenos de los malos (cf. Lc 16, 19-31). Cristo «bajó a los infiernos» (dogma del credo cristiano), es decir, a esta morada de los muertos, para triunfar de la muerte con su resurrección y llevar consigo en esperanza el triunfo de sus redimidos (cf. Act 2, 24-31; Ef 4, 9; 1 Pe 3, 19-21; 4, 6). Desde entonces el hades o la muerte no tiene poder y ha de soltar a sus muertos. Su poder, indirecto, sólo abarcará a los impíos, los que hayan rechazado a Jesús y su victoria. Para éstos, el castigo del hades será como el infierno, identificado a veces con la gehenna (adaptación griega del hebreo gehnnón, «valle de Hinnon»), al sur de Jerusalén, maldito por el culto idolátrico a Molok, donde la literatura judía localizaba el castigo, por el fuego, de los impíos (cf. Mt 5, 22-30; 10, 28; 23, 15; Mc 9, 4347; Lc 12, 5); lugar de suplicio de fuego (Mt 3, 12; 5, 22; 13, 42. 50; 18, 8; Mc 9, 43-47); un fuego eterno que no se acaba nunca (Mt 13, 12; 18, 8; 25, 41; Mc 9, 33. 47; Lc 3, 17), donde será el llanto y el crujir de dientes (Mt 13, 50; 24, 51), donde hay un gusano que corroe eternamente a los que allí están (Mc 9, 48), lugar, por fin, de tinieblas (Mt 8, 12; 22, 13; 25, 30). Con todo este lenguaje literario se quiere indicar el tormento espantoso que allí sufrirán los condenados. Pero el seol, el hades, el infierno o los infiernos, reino y poder de la muerte, ha sido abierto y vencido por la bajada a él de Jesucristo y por su resurrección. Desde entonces queda como infierno eterno con suplicio sólo para los que rechacen a Jesucristo. -> apocalíptica.

E. M. N.

Ingratitud

El hombre debe ser agradecido. Jesucristo se queja de que de los diez leprosos curados sólo uno, y además samaritano, le demostrase el agradecimiento, y de que los demás fueran unos ingratos y desagradecidos (Lc 17, 16-18). A pesar de todo, Dios siempre es bueno, incluso con los ingratos y perversos (Lc 6, 35).

E. M. N.

Iniquidad

Unas veces es la traducción del griego anomia (sin ley) y se refiere, en general, a los que obran mal, al margen y en contra de la ley; de una manera más concreta, a la oposición a Dios, a la incredulidad (cf. Mt 7, 23; 13, 41; 23, 28; 24, 12). Otras veces es la traducción de adikia (sin justicia, injusticia), y se refiere tanto a la falta de justicia, es decir, de santidad en las relaciones con Dios, como a la injusticia interhumana, en las relaciones sociales con los hombres (Mt 20, 13; Lc 13, 27; 16, 8-11; 18, 6; Jn 7, 18).

E. M. N.

Injusticia -> justicia; situación

Inmortalidad

En el A. T. no se emplea nunca la palabra inmortalidad; únicamente en el libro de la Sabiduría (Sab 3, 4; 4, 1; 8, 13; 15, 3), para significar el estado de la otra vida, en el que el hombre está libre ya de la muerte. En sentido estricto, es decir, para significar la imposibilidad de morir, sólo Dios es inmortal (Rom 1, 23; 1 Tim 1, 17; 6, 16). La experiencia dice que el hombre es mortal, que muere (Sab 7, 1); y, sin embargo, Dios hizo al hombre inmortal, pero por el pecado perdió la inmortalidad (Gén 2; Sab 1, 13; 2, 23; Rom 5, 12; 1 Cor 15, 21). El N. T. habla de inmortalidad en el estado que sigue a la resurrección, cuando nuestro ser mortal se revista de inmortalidad (1 Cor 15, 53-54). --> muerte.

E. M. N.

Intertestamental -> Literatura intertestamental

Isabel

Del hebreo "eli-seba": Mi Dios es plenitud. Es la esposa del sacerdote Zacarías, madre de Juan Bautista y tía de la Santísima Virgen (Lc 1, 5-57).

E. M. N.

Isaías

El profeta Isaías nació hacia el año 765 a. de C. Era oriundo de Jerusalén y debió de pertenecer a una familia aristocrática. Su ministerio duró más de cuarenta años, bajo los reinados de Ocías, Joatán, Ajaz y Ezequías. El libro apócrifo que lleva el título de Ascensión de Isaías dice que fue martirizado, partido en dos, bajo el reinado de Manasés: Es difícil precisar el valor de esta tradición. El libro de la Biblia que lleva su nombre es el más citado en el N. T. Los primeros treinta y nueve capítulos se atribuyen al profeta Isaías, llamado Protoisaías; el Deuteroisaías (segundo Isaías) comprende del capítulo 40 al 55; es de la época del exilio y se llama también "libro de la consolación". El Tritoisaías (tercer Isaías), que abarca del capitulo 56 al 66, pertenece ya a la época de después del destierro.

E. M. N,

Iscariote ->Judas

Israel

Como nombre de persona, es el de Jacob (Gén 32, 39; 37, 3. 13; 43, 6. 1; 46, 1; 47, 31; 48, 10-13). Significa también a la familia (Gén 34, 7; 47, 2; y a los descendientes de Jacob (Gén 32, 32; 36, 31; 45, 21; 46, 8).

Como designación étnica, denomina el reino del Norte (2 Sam 5, 3; 1 Re 12, 19).

Como patronímico, designa al pueblo elegido, el pueblo de las promesas; a un hijo del pueblo y a todos los israelitas (Gén 49, 7. 16.24; Ex 1, 9; 4, 22; 5, 2; 6,5; Dt 5, 1; Is 41, 8; Mt 2, 6; 19, 28; Lc 1, 54; 22, 30; Jn 1, 47). San Pablo distingue entre el Israel de Dios (Gál 6, 16) y el Israel según la carne (1 Cor 10, 18).

E. M. N.

Iturea

Territorio y reino pagano, situado al noreste de Palestina, perteneciente a la tetrarquía de Filipo. La capital era Calquis (Lc 3, 1). -> Galilea.

E. M. N.