Hermano
DJN
 

Los hermanos, miembros de una familia, deben vivir en amor y en armonía (Lc 15,27). Pero el cristiano es un hombre libre y, por tanto, no debe estar atado por los lazos de sangre familiar. Cuando se ofrezca un banquete, no hay que invitar a los hermanos y a los parientes (Lc 14,12.26); el que deja la familia, padres y hermanos, por seguir a Jesucristo, heredará aquí el ciento por uno y luego la vida eterna (Mt 19,29; Mc 10,29-30; Lc 14,26; 18,29). Llegará un tiempo en que se harán la guerra hermanos a hermanos, padres a hijos e hijos a padres (Mt 10,21; Mc 13,12; Lc 21,16). En la otra vida no habrá hermanos y hermanas, esposos y esposas; todos constituiremos una familia universal, como los ángeles del cielo (Mt 22,24-30; Mc 12,19-25; Lc 20,28-36).

Hermanos de Jesús. - Los evangelios hablan de hermanos y hermanas de Jesús (Mt 12,46-47; 13,55-56; Mc 13,31-32; 6,3; Lc 8,19-20; Jn 2,12; 7,3.5.10). ¿Qué significado hay que dar aquí a la palabra «hermano»? Los críticos acatólicos afirman que se trata de verdaderos hermanos, hijos del mismo matrimonio; hay católicos que defienden que se trata de hermanos de padre y que San José tuvo en un matrimonio anterior. Ni una ni otra afirmación pueden ser probadas. Nosotros sabemos que la Santísima Virgen concibió virginalmente a Jesús por obra del Espíritu Santo y que permaneció siempre virgen. Digamos que el que Jesús sea llamado el «primogénito» sólo quiere decir que fue el primer hijo, pero no implica que la madre tuviera otros hijos. Digamos también que la palabra griega adelfos tiene prácticamente la significación de nuestra lengua: hermanos son los hijos del mismo matrimonio. Pero hemos de decir también que adelfoi traduce la palabra hebrea ah, la cual tiene el significado amplio de pariente de sangre, consanguíneo en el grado que sea. Así tenemos que a Lot se le llama indistintamente sobrino y hermano de Abrahán (Gén 13,8 y Gén 14,14). Aparte de estos hermanos, digamos mejor «parientes» de Jesús, hay otros, a los que el mismo Jesús llama hermanos, que somos todos los hombres, pero de una manera especial los pobres y los humildes (Mt 25,40), los apóstoles (Mt 28,10; Jn 20,17) y los que hacen la voluntad de su Padre (Mt 12,48-50; Mc 3,33-35; Lc 19,21).

E. M. N.