Fariseos
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SUMARIO: 1. Nombre. - 2. Origen. - 3. Características más notables. - 4. Creencias religiosas. - 5. Jesús y los fariseos: A) Las acusaciones de Cristo; B) ¿Estaban justificadas las acusaciones de Jesús?; C) La clave de la valoración y críticas está en Mt 23, 3.

1. Nombre. Fariseos (ferushim) proviene etimológicamente del verbo farash, que tiene un doble significado: explicar y separar, lo que responde muy bien a una doble característica de los fariseos: a su práctica asidua de comentar la Ley y a su estricta observancia de la misma, que los separaba no sólo de los gentiles, sino también dentro de los mismos judíos. Es posible que originariamente tal denominación provenga de su disgregación de los asideos, en los que tienen su origen, cuando Judas Macabeo usurpó el sumo sacerdocio.

2. Origen. Se encuentra en el movimiento de los asideos (=piadoso), que apoyaron la insurrección de los Macabeos. Los asideos se caracterizaban por su entrega a la observancia de la Ley y su oposición a la helenización que los seléucidas de Siria pretendieron imponer por la fuerza a los judíos. Pero se segregaron de ellos ante la usurpación del sumo pontificado por parte de Judas Macabeo el año 153 a. C. y la política prohelenista de los asmoneos. Los esenios (=piadosos), en los que hay que encuadrar a los monjes de Qumrán, se consideraron a sí mismos como los legítimos continuadores de los asideos, teniendo como apóstatas y segregados a quienes no los siguieran a ellos. Esto se podía aplicar a los fariseos quienes, por lo demás, a diferencia de los qumranitas, no eran un movimiento dirigido por sacerdotes, sino por laicos, cuyo grupo dirigente lo constituían doctores de la Ley que no eran sacerdotes. Tal vez fueron los esenios quienes dieron a estos segregados el título de fariseos, convertido después en título honorífico. Se opusieron a Juan Hircano (135-104 a. C.), que en un principio se apoyó en ellos, y a Alejandro Janneo (104-78) que los persiguió cruelmente.

En realidad, los fariseos son los herederos de los asideos de la época de los macabeos que mantuvieron a ultranza la Ley frente a la helenización impuesta sobre todo por Antióco Epífanes (175-164 a. C.) al pueblo judío. Después de unos 150 años de cierta política nacionalista, se centran, llevados de un alto ideal religioso, en la observancia rigurosa de la Ley y sus tradiciones orales. Y en tiempos de Cristo, en distinción a saduceos y zelotas, su comportamiento es estrictamente religioso.

3. Características más notables. Se dedicaban principalmente -contaban con numerosos doctores de la Ley- al estudio e interpretación de la Ley en una doble orientación: la halakah, comentario y actualización de las normas jurídicas, y la haggadah, de aspecto teórico y teológico. Estrictos observadores de la misma, con el fin de asegurar su cumplimiento, establecieron numerosos preceptos (248) y prohibiciones (365), que constituyen la tradición oral, con la misma obligatoriedad que la Ley. Venían a ser un valladar en torno a la Ley, con lo que se trataba de evitar la transgresión de la misma, aunque fuese por ignorancia.

- Provenían de las clases humildes de la sociedad. Había doctores que tenían a honra el ejercicio de un trabajo manual. Pero Shammai recomendaba recibir alumnos de las clases bien acomodadas. La condición de fariseo requería un conocimiento notable y meticuloso de la Ley y de las tradiciones orales, lo cual exigía autonomía económica y social, habida cuenta del tiempo que aquél requería. Al grupo de los fariseos podían pertenecer personas de todas las clases sociales, pero en su mayoría eran laicos. Encarnaban las aspiraciones y sentimientos de las gentes humildes en oposición a las clases aristocráticas. No ejercían oposición a los sacerdotes, pero le reprochaban su secularismo, su ambición y su intromisión en la política. Ellos, a pesar de su soberbia y desprecio con que miraban a los demás, eran estimados y admirados por celo en el cumplimiento de la Ley.

- Constituían la secta más prestigiosa en tiempo de Jesús. Según Flavio Josefo eran unos seis mil, a los que habría que añadir numerosos simpatizantes. Fue decisiva su influencia en el judaísmo, al que moldearon e imprimieron el sello característico que les permitió sobrevivir a las catástrofes de los años 70 y 135, mientras que desaparecieron de la escena los saduceos, esenios y zelotas, barridos «por el ciclón de la destrucción romana» (E Duci), quedando del judaísmo solamente el fariseísmo.

4. Creencias religiosas. Los fariseos fueron herederos de los profetas. Intérpretes de la Ley, su doctrina teológica y moral era muy elevada, tanto que no todas, pero sí muchas llevan el sello de la doctrina farisaica. Así lo afirma, en su obra citada al final, J. Klausner, profesor judío, buen conocedor de los Evangelios.

- Los fariseos creían en la venida del Mesías y en el establecimiento de su Reino. Se creyeron el verdadero Israel (como los esenios y los monjes de Qumrán). Sólo los judíos se salvan, pues solamente a Israel fue dada la Ley; no hay esperanza para los gentiles.

- Profesaban una decidida hostilidad respecto del ám-ha-ares (el «pueblo de la tierra»), el pueblo que no conoce la Ley y es, por lo mismo, maldito (Jn 7,49). Sostenían que «el castigo sólo ha venido al mundo por culpa del ám-ha-ares» (TB Baba Batra 8a). Y que todos los padecimientos y todas las calamidades de Israel provienen del ám-ha-ares. Este no tiene parte en el eón futuro. Cuando un fariseo era invitado a un banquete, primero se informaba de si asistían a él miembros del ám-ha-ares. En caso positivo rechazaba estar con ellos.

- Referente al ayuno -que los fariseos practicaban dos días a la semana, a pesar de que el ayuno era obligatorio solamente el día de la expiación (Lev 22,16s)- tenían ideas peculiares: se podía ofrecer por los pecados propios, por los de los demás y por los pueblos como tal. El ayuno expía los pecados, vuelve propicio a Dios y acelera la liberación de Israel. También la muerte expía los pecados. Si un hombre es condenado a muerte por sus delitos, la pena capital tiene valor expiatorio.

- Respecto del matrimonio tenían ideas diversas, por lo que se refiere al divorcio. Para que el hombre pudiera dar libelo de repudio a su mujer, según la escuela (laxa) de Hillel bastaba cualquier motivo: que la mujer dejase quemar la comida del marido, que la mujer saliese a la calle sin el rostro cubierto, que el marido la encontrase en la calle hablando con otro hombre...; según la escuela de Shammai (rigorista) era preciso una falta grave como el adulterio (cf Mt 19,1-9).

- Sobre el amor al prójimo, los fariseos tenían una doctrina muy elevada. Ante la indicación de Cristo sobre la observancia de los preceptos para conseguir la vida eterna, el joven rico contesta: «Todo eso lo he guardado desde mi juventud». Ante lo cual, Cristo «fijando en él su mirada, lo amó y le dijo: Una cosa te falta... vende lo que tienes... y ven y sígueme» (Mc 10,17-22). Ante la respuesta del escriba sobre lo que dice la Ley referente al primer mandamiento, Cristo le contesta: «No estás lejos del Reino de Dios» (Mc 12,28-34). J. Klausner advierte que Jesús dio virtualmente la misma respuesta que dieron Hillel y rabí Aqiba sobre una pregunta similar (o. c., 366). Cf. también la anécdota del pagano que va a Shammai y a Hillel con la propuesta de hacerse prosélito si le enseñaban la Ley durante el tiempo que él permaneciese apoyado en un solo pie. El primero le respondió con una regla de construcción que tenía en la mano; Hillel (hacia el año 20 a. C.), le contestó: «Cuanto te desagrade no lo hagas a otro: esto es toda la ley; lo demás no es más que la explicación». Los rabinos resumían la ley en el precepto: «no hagas a otro lo que tú no quieres que otros te hagan a ti». El rabino Aqiba declara el mandamiento de amor al prójimo como una norma muy importante de la Torá (Sifré, Lev 19,18). Y en el Testamento de los XII Patriarcas se recomienda: «Amad al Señor con toda vuestra vida y amaos entre vosotros con singular corazón» (Test. Xll Patr. Dan 5,2; y en otros lugares). Mandatos que están entre otras disposiciones de la misma importancia. No constituyen como ocurre en la enseñanza de Jesús «el mandato» por excelencia.

- Los fariseos creen finalmente en la resurrección, en la inmortalidad personal en un más allá, en los ángeles, en la Providencia. En cuanto a la resurrección, que ellos afirman frente a los saduceos, Cristo la demuestra según las normas de la argumentación rabínica (Mc 12,18-27). Creen en la vida perdurable y en la condenación eterna, con una teodicea singular: si a una persona injusta le va bien en la tierra, Dios le recompensa las cosas buenas que ha hecho (nadie hay tan malo que no haga algo bien). De modo que en el juicio sólo tendrá que imponerle el castigo. Si, de modo singular, a un justo tiene sufrimientos en esta vida es para que reciba aquí el castigo de las transgresiones que haya cometido, de modo que en el juicio Dios tenga que darle sólo recompensa.

5. Jesús y los fariseos. Hemos constatado antes la elevada doctrina que profesaban los fariseos, que algunas veces se acerca y otras coincide con la de Cristo. En cuanto a sus relaciones con Jesús, Lucas constata que, al menos, tres veces un fariseo invita a Cristo a comer a su casa (7,26; 11,37; 14,1). En una ocasión los fariseos advierten a Jesús que Herodes Antipas trama su muerte (Lc 13,31). En el relato de la pasión no se hace mención de los fariseos (sí de los sacerdotes y de los ancianos); habida cuenta de la hostilidad que aparece entre Jesús y ellos, el que no se haga mención de ellos, podría indicar que en cuanto tales no tuvieron influjo especial en la condena de Jesús. Nicodemo era fariseo (Jn 3,1) y también Gamaliel que defendió a los apóstoles en el Sanedrín (He 5,34ss). Y entre los primeros cristianos había fariseos, celadores de la Ley (He 15,5; 21,20). Podríamos añadir el testimonio de Pablo que presenta entre sus privilegios su condición de fariseo (Fil 3,5), proclama ante los judíos que él ha sido instruido a los pies de Gamaliel (He 22,3), y en el discurso de Pablo ante el Sanedrín los fariseos lo defienden frente a los saduceos (He 23,9). Sin embargo Cristo lanza contra ellos graves acusaciones.

A) Las acusaciones de Cristo. Ya el Bautista había increpado duramente a los fariseos (y saduceos) a quienes denomina «raza de víboras» (Mt 3,1-9).

- Cristo, que aparece muy pronto opuesto a ellos, desenmascara su formulismo religioso, les hace muy duras recriminaciones y les anuncia su reprobación.

• Al principio del Sermón de la montaña dice a sus discípulos: «Os digo que, si vuestra justicia no es mayor (de mejor condición) que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 5,20). Después rechaza las actitudes hipócritas de los fariseos en tres cosas importantes en la espiritualidad judía: la limosna, la oración y el ayuno. Realizan los actos correspondientes a ellas de manera ostentosa con el fin de ser vistos y tenidos por piadosos ante los hombres (Mt c. 6).

• En el c. 23 Mt les acusa de predicar el bien y no practicarlo, de jactarse por cumplir los mandamientos, de aumentar sus filacterias, de buscar los puestos de honor en la mesa y en las sinagogas, del gusto con que escuchaban ser llamados «Rabí». Les acusa asimismo de hipócritas, de purificar la copa y la fuente, mientras asolaban la casa de las viudas, de diezmar incluso la menta, el comino y el anís y luego no cumplen con los mandamientos de la Ley, como la justicia, la misericordia y la fe. Los describe como «ciegos conductores de ciegos», como hombres que «filtran el mosquito y dejan pasar el camello», como «sepulcros blanqueados», limpios por fuera, pero llenos de podredumbre por dentro. Engalanaban las tumbas de los profetas muertos y apedreaban a profetas semejantes vivos. Así recoge las acusaciones del c. 23 J. Klausner.

• Les anuncia su reprobación. En la parábola de los viñadores homicidas les dice que «Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos» (Mt 21,43). La parábola del banquete nupcial constata: «Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad» (Mt 22,7). En el Apóstrofe a Jerusalén, Cristo anuncia: «Se os va a dejar desierta vuestra casa» (Mt 23,38). Jesús va a ser rechazado, y Dios abandonará Jerusalén y su Templo. En Mt aparece más que en ningún otro evangelio la tríada: cumpla, castigo, reprobación (A. Anton).

B) ¿Estaban justificadas las acusaciones de Jesús? Hay quienes han dicho (muchos judíos y algunos cristianos) que Cristo no fue justo en sus acusaciones contra los fariseos. Pero los testimonios de la Mishná, del Talmud y de Klausner manifiestan que tales acusaciones estaban justificadas:

- La Mishná dice muchas cosas duras contra los diversos tipos de fariseos hipócritas: «Un hasid estúpido, un bribón astuto, una mujer santurrona y la plaga de los fariseos, en opinión de los tanaím (herederos ellos mismos de los fariseos) son los seres que destruyen el mundo». Cuando uno de los discípulos de R. Yehuda ha-Nasí fue víctima de un estafador, el Rabí, desconsoladamente, dijo: «En lo que respecta a este hombre, le aflige la plaga farisaica» (Mishná Sotá, III, 41).

El Talmud (=Talmud) enumera siete tipos de fariseos de los que sólo dos (tal vez uno) merecen la opinión favorable de los tanaím: «Hay siete clases de fariseos: el fariseo shijmi (jorobado), el fariseo kizzi (teneduría de libros), el fariseo nipki (golpeador o prestatario), el fariseo medojia (semejante a la peste), el fariseo «haré lo que es mi obligación», el fariseo «por temor» y el fariseo «por amor». (J. Sofá 111, 4). No es fácil determinar el sentido de algunos de estos términos, que los Talmudes interpretan de modo muy diferente. «Al Talmud -dice Klausner- le disgustan todos estos tipos (quizá con la excepción del fariseo «por amor» que podía exagerar su piedad farisaica con una intención perfectamente buena), y llama a sus maneras extremistas, ascéticas y autosatisfechas «la plaga farisea». Considera el fariseísmo extremo como la conducta de un «jasid estúpido», y su hipocresía y orgullo como propios de «un bribón astuto» y de una «mujer santurrona»; su gazmoñería y mojigatería equivalen a las de una «virgen en ayuno o una viuda casquivana» (p. 207).

Hay un relato análogo en Rabí Eleazar que dice: «Y la plaga de los fariseos, es decir, de los que aconsejan a los huérfanos que se hagan mantener por las viudas», lo que corresponde a Mc 12,40; Lc 20,47.

- Joseph Klausner, recoge las acusaciones, en la forma antes indicada, y dice que no se puede negar la razón de las mismas y tenerlas por invenciones. «No vale la pena negar estos cargos y afirmar, como la mayor parte de los judíos eruditos de tendencia apologética, que son meras invenciones» (p. 206). «Debemos admitir -escribir- que el fariseísmo tiene efectivamente un defecto serio que permite a los más hipócritas la jactancia del mero cumplimiento de los mandamientos, defecto que justifica el ataque de Jesús, qua (como) judío, e incluso qua fariseo. Pues, aunque no haya sido un fariseo completo, Jesús tenía como todo Rab o maestro de aquellos días, mucho más de fariseo que de saduceo «los esenios no eran más que exponentes de ciertos extremos del fariseísmo» (p. 208).

Lógicamente J. Klausner, como buen judío, trata de disculparlos en la medida de lo posible. Toda sociedad, dice, tiene tiempos o situaciones de relajamiento o deformación, miembros que no se mantienen fieles a su Fundador. Lo que ocurría entonces en Israel. Pero una religión, advierte,-debe ser juzgada por sus principios y por sus mejores maestros, más que por sus miembros indignos; debe ser juzgada por lo mejor que posee y no por lo peor. Y añade: «¿Qué pensarían los eruditos cristianos si juzgáramos al cristianismo, no por su Fundador, ni por sus primeros Padres y Santos que murieron como mártires, sino por la multitud de cristianos hipócritas y mojigatos que ha habido en todas las generaciones?» (p. 208).

C) La clave de la valoración y críticas está en Mt 23,3: «Haced lo que ellos dicen, no lo que ellos hacen».

- Hemos puesto de relieve que los fariseos eran los intérpretes de la Ley y la elevación de su doctrina y que muchas sentencias de Cristo llevan el sello de la doctrina de los fariseos. Klausner llega a afirmar: «Sin el fariseísmo, la carrera de Jesús es incomprensible e incluso habría sido imposible, y que a pesar del antagonismo cristiano hacia los fariseos, las enseñanzas de éstos constituyeron la base de la primitiva doctrina cristiana, hasta la época en que esta última comenzó a recoger elementos de fuentes no judías» (p. 209). Así tenía que hablar un judío. El cristiano sabe de dónde viene la doctrina netamente cristiana.

- Pero no hagáis lo que ellos hacen. Los testimonios antes citados y los Evangelios nos dicen que los fariseos eran hipócritas, amigos de la ostentación con el fin de ser vistos por los demás como justos y observadores de la Ley. Habían reducido la religión a un formulismo exterior. Las acusaciones de Cristo no iban contra los fariseos en cuanto tales, ni contra su doctrina, sino contra las formalidades externas en las que hacían constituir la religión (J. Bonsirven). Además imponían a sus adeptos una red de minuciosas observancias que ellos mismos se las ingeniaban para soslayarlas (Mt 12,11; Lc 13,15; Jn 7,22-24). También R. Jojanán Ben Zacai condenaba severamente a «quienes exigen el bien y no lo practican» (Jagiga, 14a). -> contexto; grupos; literatura intertestamental; enemigos.

BIBL. — JOSEP KAUSNER, Jesús de Nazaret. Su vida, su tiempo y enseñanza. Ed. Paidos, Buenos Aires 1971; MANUEL REVUELTA SAÑUDO, Enemigos de Cristo, Desclée, Bilbao 1960, 81-99 y 184-202; JOHANNES LEIPOLDT y WALTER GRUNDMANN, El mundo del Nuevo Testamento, v. 1 Cristiandad, Madrid 1973, 283-299; AUGUSTÍN GEORGE y PIERRE GRELOT, Introducción crítica al Nuevo Testamento, Herder, Barcelona 1983, 153-158; CHRISTIANE SAULNIER, Fariseos, en Diccionario Enciclopédico de la Biblia, Herder 1993, 602.

Gabriel Pérez