Castidad
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SUMARIO: 1. La castidad en el AT y en general. - 2. La castidad según Jesús en los evangelios y el NT.

1. La castidad en el AT y en general

Por castidad se entiende la virtud que ordena la conducta sexual de la persona, que, en un sentido más amplio, se puede designar también con el nombre de continencia. Se distingue del celibato y virginidad por los que se renuncia al matrimonio temporalmente o para siempre, mientras que la castidad debe practicarse siempre, tanto en la vida matrimonial como celibataria. La castidad se puede considerar positivamente en cuanto exige determinadas acciones y la observancia de ciertas reglas o negativamente en cuanto prohibe los pecados y actitudes opuestas a ella.

Todas las religiones han tratado de regular, de alguna manera, la conducta sexual de sus adeptos. Para las religiones monoteístas el instinto sexual forma parte de la creación, por lo cual religión y sexo en ellas no se oponen sistemáticamente, si bien determinadas personas por razón de su función religiosa o de las circunstancias puedan estar obligadas a guardar castidad.

En el Israel más antiguo se toleraban sólo la prostitución femenina y la relación sexual del señor con su esclava (Gén 16,1-2). La prostitución en los templos paganos del dios cananeo Baal, en cambio, fue combatida despiadadamente por los profetas, pues era considerada apostasía de la fe yahvista (Os 1,2; 2,4-15; 4,12-14; Jer 3,1-13; 5,7-8; Ez 16,1-58). De esta lucha implacable contra la prostitución o apostasía del pueblo de Israel, a consecuencia del influjo cananeo, trae su origen la posterior prohibición de toda clase de prostitución en Israel: "No profanarás a tu hija, prostituyéndola; no sea que la tierra se prostituya y se llene de incestos" (Lev 19,29). Lo cual no quiere decir que no hubiera en la práctica de cada día prostitución en Israel, incluso en los tiempos de Jesús, como indican los mismos evangelios.

En el AT el adulterio estaba considerado como un pecado contra la castidad (Ex 20,14.17; Dt 5,18.21), si bien la mujer era castigada más severamente que el varón (Jn 8,1-11). La observancia temporal de la castidad podía venir impuesta por razones cultuales (Lev 18). En los libros sapienciales se alaba la castidad dentro del matrimonio (Sap 3,13-14; 4,1; Si 26,14-15). José (Gén 39,7-23); Sara (Tob 3,14) y Susana (Dan 15,23) entre otros son puestos como ejemplo de vida casta.

2. La castidad según Jesús en los evangelios y el NT

La castidad es, según el NT, un aspecto esencial del mensaje evangélico de Jesús, sin la cual no puede darse verdadera vida cristiana ni alcanzarse la vida eterna, aunque en los evangelios no sea puesta de relieve explícitamente. Esto se debe a que el valor de la castidad no está en sí misma como método ascético, como en las religiones dualísticas que consideran el instinto sexual malo, sino que se funda en la creación o voluntad de Dios, cuya practica Jesús ratifica en su predicación: "Conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio..." (Mc 10,19; cf. Mt 19,18-19; Lc 18,20). Según la tradición que se remonta a Jesús, la castidad no se reduce a la guarda meramente exterior del sexto y noveno mandamiento, sino que afecta al corazón, es decir, a las intenciones más profundas de la persona: ya en la intención firme y deseo decidido de pecar se puede pecar gravemente contra la castidad (Mt 5,28; Mt 15,10-20 Mc 7,14-23; cf. también Mt 5,8; 6,22-23).

Según la ley judía, las prostitutas, como los publicanos, estaban excluidas del pueblo de Dios y la salvación (Mt 21,31; Lc 7,37-39; cf., sin embargo, Heb 11,31; Sant 2,25). La diferencia entre la ley judía y Jesús está en que, si bien es cierto que Jesús no atenúa la gravedad de la prostitución (Mc 7,21), Jesús otorga a las prostitutas arrepentidas el perdón y no las excluye de la salvación (Lc 7,47; Jn 8,10-11).

Jesús rechaza el divorcio absolutamente, a diferencia de los rabíes de su tiempo, que lo admitían, aunque unos, siguiendo al rabí Sammai, exigieran razones graves y para otros, como los partidarios de Hillel, más liberales, bastasen motivos leves. Según Jesús está prohibido absolutamente el divorcio tanto al varón como a la mujer, estando ambos obligados de igual manera a la guarda de la castidad (Mt 19,9/Mc 10,11-12; Mt 11,32/Lc 16, 18Q). Jesús como Juan Bautista condenaron absolutamente el divorcio y el adulterio (Mt 14,3-4; Mc 6,18).

En el EvMt se encuentra una cláusula que permite el divorcio en caso de "prostitución" o "relaciones sexuales extramatrimoniales" (en griego porneia) de la mujer (5,32; 19,9). Los exegetas no están de acuerdo a cuál de los dos casos se refiere el texto mateano. Si la porneia se debiera entender en el sentido de "prostitución" significaría que, si después de consumado el matrimonio se descubre que la mujer antes del matrimonio había practicado la prostitución, estaría permitido al marido despedirla. Otros exegetas opinan que porneia debe entenderse en el sentido de moijeia, es decir, "adulterio"; en este caso, en la iglesia mateana se habría permitido el divorcio. No parece que esta cláusula -por lo menos según esta segunda interpretación- se remonte a Jesús, ya que invalidaría toda su argumentación anterior en el texto evangélico (Mt 19,4-9; Mc 10,6-12). Es más probable que se trate de una adaptación mateana de la prohibición de Jesús en un ambiente judeocristiano, en el que se refleja, tal vez, la discusión entre las escuelas de Hillel y Sammai -en el caso de que se debiera traducir porneia por "adulterio"-, o quizá de una aclaración según la cual, en el caso de prostitución anterior al matrimonio, éste no habría sido válido y estaría permitido el despido de la mujer, sin contravenir la prohibición absoluta de Jesús acerca del divorcio. Según la doctrina de la Iglesia católica se trataría en este segundo caso de una declaración de nulidad del matrimonio. Así ha entendido también P en 1Cor 7,10-11 las palabras del Señor acerca de la prohibición del divorcio e indisolubilidad del matrimonio, si bien el Apóstol añade una excepción, la llamada "privilegio paulino", según el cual, si la parte no cristiana decide separarse; el cónyuge cristiano queda libre y puede volverse a casar (v.12-16; cf. Rom 7,1-3).

En He 24,25 se alude al adulterio del procurador Félix y Drusila: "Y al hablarle P de la justicia, de la continencia y del juicio futuro, Felix, aterrorizado, le interrumpió". Drusila, judía de nacimiento, que se había separado de Antíoco Epífanes y luego de Aziz, rey de Emesa, terminó por unirse ilegítimamente a Félix.

Las palabras más empleadas por P para referirse a las "relaciones sexuales prohibidas" son "fornicación" (porneia: 1 Cor 5,1; 6,13.18; 7,2; 2Cor 12,21; Gál 5,19; 1Tes 4,3), "fornicar" (pornéuein: 1Cor 6,18; 10,8), "prostituta" (porne: iCor 6,15.16) y "fornicario" (pornos: 1Cor 5,9.10.11; 6,9), mientras que los términos que significan "adulterio" aparecen exclusivamente en la carta a los Romanos, excepto 1 Cor 6,9, en un sentido algo abstracto, que no parecen aludir a situaciones concretas de la iglesia romana.

De todas las comunidades fundadas por P es la comunidad de Corinto donde más gravemente se plantea el problema de la promiscuidad de parte de algunos miembros: "Temo que en mi próxima visita... tenga que llorar por muchos que anteriormente pecaron y no se arrepintieron de sus actos de impureza, fornicación y libertinaje" (2Cor 12,21). En este comportamiento de algunos cristianos han influido el ambiente inmoral de Corinto, gran ciudad portuaria, y una mentalidad laxa que se refleja en el eslogan cínico "todo me está permitido" (1Cor 6,12). No muy lejos de Corinto se enseñaba a los visitantes la tumba del filósofo Diógenes el cínico, que caracterizaba hasta cierto punto el ambiente inmoral y libertino de la ciudad. "El espíritu inmundo" (Mt 10,1; cf. Gál 5,17-21) de la impureza es incompatible, según P, con el espíritu de Cristo resucitado que habita en los cristianos (1 Cor 6,19-20; Gál 5,16-26). Según el Apóstol, la persona humana no se puede dividir dualistamente en un cuerpo del que se puede abusar y un alma a la que no afectan en absoluto las acciones impuras del cuerpo (6,12-13). El cristiano es una realidad indivisible que Cristo ha redimido y le pertenece totalmente por el bautismo: el pecado de impureza significa despojar a Cristo de sus derechos sobre la persona que peca contra la castidad (v.14-17). La fornicación está considerada en el NT como uno de los pecados capitales más característicos del mundo pagano (5,1; Ap 9,21; 14,8; 17,1-5; 18,3.9; 19,2; 21,8; 22,15). -> celibato; cuerpo; virginidad.

Miguel Rodríguez Ruiz