Bautismo
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Los baños fueron desde la antigüedad un rito sagrado de las diversas religiones, como símbolo de purificación. En la Biblia nos encontramos con prescripciones de baños y lavatorios, siempre como una fuerza purificadora de impurezas legales o rituales. El judaísmo impuso el bautismo a los prosélitos, como rito purificador y como requisito previo, para ser incorporados a la comunidad judía, pues los gentiles eran siempre tenidos como impuros (Jn 18,28). Los esenios practicaban diariamente este rito en forma de baño como manifestación simbólica de su esforzado propósito por llevar una vida pura.

El bautismo de Juan (Mt 3,1-12; Mc 1,1-8; Lc 3,1-18; Jn 1,19-28) se administraba en el río Jordán; se confería a todo el mundo, sin discriminación alguna; se recibía sólo una vez; era una llamada a la penitencia, a la conversión, al cambio de vida; por eso iba acompañado de una predicación al estilo de los profetas (Is 1,6; Ez 36,25; Zac 13,1); era sólo un preludio del bautismo cristiano, pues no confería el Espíritu Santo, ni era garantía para entrar en el Reino de Dios. Los discípulos de Jesucristo practicaron al principio el bautismo de Juan (Jn 4,1-2). Después de la muerte del Bautista, algunas sectas siguieron practicándolo (Act 18,25). El mismo Jesucristo quiso ser bautizado por Juan (Mt 3,13-17; Mc 1,9-11; Lc 3,21ss) al principio de su vida pública. Con este acto, Jesucristo quiere solidarizarse con los pecadores, ya que El vino a cargar con todos los pecados y fue hecho pecado por nosotros (2 Cor 5,21). Entonces tuvo lugar una famosa teofanía en la que se ponen bien de manifiesto estas realidades: 1) Jesús es el Mesías. 2) Jesús es el Hijo de Dios. 3) El Espíritu Santo desciende sobre Jesucristo para permanecer en El. Jesucristo instituye el sacramento del bautismo como requisito para pertenecer al Reino de Dios y recibir la salvación (Mt 28,18-20; Mc 16,15-16). La Iglesia, desde el principio, consideró que el bautismo era una institución permanente y que debía ser recibido por cuantos abrazaran la fe cristiana (Act 8,37; 22,16). El bautizado pertenece a Jesucristo, participa de su propia vida y se compromete a llevar una vida cristiana (Gál 3,27); al integrarse en la comunidad, debe mantener una perfecta comunión con todos. San Pablo dice todo esto con esta expresión: "ser bautizados para un solo cuerpo" (1 Cor 12,13). Mediante el bautismo, se recibe una nueva creación, una vida nueva (Jn 3,5; 2 Cor 5,17) en virtud de la muerte y de la resurrección de Jesucristo; se pasa de la muerte a la vida; se recibe el perdón de los pecados y la comunicación del Espíritu Santo (Jn 3,5; Act 2,37-38; 22,16; 1 Cor 12,23). Los evangelistas emplean, por fin, el término bautismo para designar metafóricamente la pasión de Jesucristo, que supone para El el paso de la muerte a la vida (Mc 10,38-39; Lc 12,50). -> Juan Bautista; sacramentos.

E. M. N.