GNOSIS. GNOSTICISMO
DC


SUMARIO: I. Historia y concepto.—II. El Dios incognoscible.—III. La mediación entre Dios y el mundo: 1. A través de la Madre; 2. A través del Hijo; 3. A través del Hijo y de Sophía.


I. Historia y concepto

El término griego de uso común gnosis (conocimiento) ha pasado a designar un fenómeno religioso surgido en la antigüedad, caraterizado esencialmente por ofrecer la salvación en ámbito ultramundano mediante el conocimiento secreto de misterios en torno a Dios y al hombre, y el rechazo radical de este mundo. Aunque siguen siendo discutidos sus orígenes, a la luz de la documentación existente se percibe que en su inicio confluyen elementos de religiones orientales (mesopotámicas, iranies y egipcias), junto con un amplio bagaje de datos extraídos del AT (a través de la la apocalíptica judíay las especulaciones del judaísmo alejandrino en torno a Dios y la creación), y, asimismo, los conceptos de las filosofías helenistas (pitagorismo y platonismo medio). Esto muestra el carácter eminentemente sincretista de la gnosis y explica su manifestación en formas tan diversas. Responde a la situación religioso cultural surgida de las conquistas griegas en Oriente, y significa al mismo tiempo una reacción frente a las condiciones sociales creadas por el imperio romano. Aunque no se descarta que ya se encuentre un enfrentamiento a la gnosis en el mismo NT, su desarrollo más conocido se realizó en simbiosis con conceptos cristianos, llegando a ser un movimiento herético dentro de la Iglesia, que cuajó en diversas sectas, dotadas de cierta organización y extendidas por toda la cristiandad en los ss. II-IV. El término gnosticismo designa comunmente estas sectas, que los santos Padres y escritores eclesiásticos combatieron denodadamente desenmascarando sus doctrinas, y presentando en contraposición la imagen del verdadero gnóstico: el cristiano que a partir de la interpretación alegórica de la sagrada Escritura, y de la tradición apostólica, se deja transformar por el conocimiento de Dios. Se llegó así a la práctica desaparición de los gnósticos, si bien su herencia fue recogida en parte por el maniqueísmo, y, en ámbito extracristiano, permaneció el pequeño grupo de los mandeos que subsiste actualmente en Irak. El espíritu de la gnosis sin embargo, como medio de salvación reservado a una élite por el conocimiento de doctrinas secretas, pervive de algún modo a lo largo de la historia.

A la enorme variedad de los sistemas gnósticos, comparada por S. Ireneo a las cabezas de la hydra, subyace el presupuesto de que el conocimiento de Dios no puede adquirirse por actividad racional, pues Dios está más alla de todo lo conocido. El mundo creado, radicalmente malo, refleja la acción de un principio inferior, ignorante, que se opone al verdadero Dios. En algunos hombres (los gnósticos), sin embargo, se halla presente un elemento propiamente divino que les capacita para ver a Dios en una contemplación extático mística, liberadora de este mundo material, cuando mediante una revelación secreta llegan al conocimiento de lo que realmente son y del proceso por el que han caído en esta situación. A diferencia del maniqueísmo que admite dos principios originarios absolutos, positivo y negativo, el gnosticismo parte de un principio divino totalmente positivo, y explica la existencia de la materia y el mal mediante una degradación sucesiva, por la que se establece un marcado dualismo a nivel cosmológico y antropológico, no propiamente metafísico.


II. El Dios incognoscible

Siguiendo la forma de hablar del platonismo medio, a Dios se le presenta como absolutamente incognoscible, inefable e indescriptible, del que nada puede predicarse, ni siquiera la existencia'. Pero, puesto que de él procede, en último término, todo, se le llama "el Padre de la totalidad", y, dada su transcendencia, "el gran Espíritu invisible", y "el Abismo" (bythos). Porque recibe la existencia de sí mismo, los valentinianos le llaman asimismo Autopator, o Propator para distinguirlo del segundo eón llamado también Padre. Los ofitas le invocan como "Primer Hombre" (adamás) en cuanto que de él procede el componente divino del hombre; y los simonianos como Potencia (dynamis) infinita, o Fuego no engendrado. A partir de su misteriosa manifestación mediante otros eones del pléroma, se le atribuyen las propiedades de énnoia (reflexión interna), charis (impulso a generar eones) y siga (silencio, que otros gnósticos personifican como su consorte1', o mejor, elemento femenino de su ser andrógino"). Este Dios se identifica desde perspectiva filosófica con el Uno'', y en sentido cristiano con "el Padre" revelado por Jesucristo, mientras que al Dios del AT., denominado Yaldabaoth, Esáldaios o, en terminología platónica, Demiurgo se le sitúa fuera del ámbito de la divinidad.


III. La mediación entre Dios y el mundo

Por un misterioso designio, el Dios incognoscible emana fuera de sí una serie de eones que forman el mundo divino, el pléroma, salvándose así el abismo entre él y el mundo sensible. En lascomplejas descripciones de la composición del pléroma se percibe el carácter sincretista de la gnosis, y se ponen de relieve las grandes diferencias entre los diversos sistemas (o escritos) gnósticos.

1. A TRAVÉS DE LA MADRE. Setianos y barbelognósticos presentan como primer eón emanado una figura femenina, denominada comunmente Barbelo en la que confluyen por un lado rasgos de la diosa madre mitológica, y por otro conceptos de la filosofía helenista convertidos en hipóstasis (énnoia, noús, sophía). En cuanto Madre concibe del Padre y da a luz al Hijo, entendido como el Cristo celeste preexistente y divino, o representado en una primera ogdóada. En cuanto Pensamiento del primer principio, ella procede del Uno y es la causa de la multiplicidad, equivalente al Logos. En el trasfondo resuena la tríada mitológica padre-madre-hijo; pero se aproxima en cierto modo a la Trinidad cristiana cuando la Madre es llamada "Espíritu Santo", o cuando la generación del Hijo viene presentada no de la Madre diosa sino directamente del gran Espíritu invisible, o cuando Barbelo aparece al mismo tiempo como voz del Padre" y como Logos, aunque siga siempre ocupando el segundo puesto en la tríada. También los simonianos personifican con rasgos femeninos a la énnoia como Pensamiento pasivo, Madre, eón salido afuera que aparece en lo bajo, en bipolaridad con el Intelecto activo masculino, noús, que aparece en lo alto; pero apuntan a una representación trinitaria cuando entienden a ambos eones como dos raíces procedentes de una sola: la magna dynamis en silencio, invisible e incomprensible.

2. A TRAVÉS DEL Hijo. Otros gnósticos ven la primera manifestación del Dios incognoscible en el Hijo, pero siguen presentando a la Madre como tercer miembro de la tríada divina. Así ofitas y naasenos consideran al Hijo como "Hijo del Hombre" o "Segundo Hombre", en relación al Padre o "Primer Hombre", y le llaman también "Autogenés" y "Logos", comprendiéndolo como intermediario entre el Dios supremo y el chaos o materia. Junto al Padre y al Hijo aparece el Espíritu Santo, llamado "Madre de los vivientes", del que, tras la unión con los anteriores, nacen el Cristo (Luz incorruptible, Tercer Hombre) y Sophía (Proúnikos). De esta manera el segundo principio, el Hijo, queda desdoblado, estableciéndose la separación entre él y el Cristo engendrado por el espíritu impersonal. La idea de la "Madre" se proyecta al Espíritu Santo que, como elemento femenino, viene a ser forma y delimitación de los dos primeros que propiamente constituyen una unidad. En la exposición gnóstica reflejada en el libro de Baruc, se mantiene un tercer principio femenino, denominado Edén, junto a los dos primeros: el Bien y el Padre o Elohim. De la unión del segundo, inengendrado como el primero pero privado de presciencia, con la semivirgen Edén nacen los ángeles, iniciándose así el camino de la degradación del elemento divino que será después rescatado por Elohim.

La figura del Hijo como revelación del Dios incognoscible es ampliamente desarrollada por Basílides al presentar el proceso de generaciones que a partir del Padre no engendrado llega a la formación de los 365 cielos: Primero el noús (el Intelecto), de éste el Logos, de éste el Pensamiento (phrónesis), y de éste la Sabiduría y la Potencia, generadores a su vez de las virtudes, arjontes y ángeles que forman los diversos cielos

Los tres primeros son generados en orden a la salvación que se realizará por medio del Intelecto, es decir, el Unigénito llamado Cristo; los dos siguientes representan al Primogénito y vienen a ser como otro aspecto de los primeros, en orden a la creación. De este modo quedan configurados el segundo y tercer principios, procedentes del Padre no engendrado, que corresponden en cierto sentido a las dos primeras filiedades del sistema de Basílides que transmite Hipólito. Según éste la manifestación de Dios no se opera a partir de sí mismo, sino de un semen emanado de él, que contiene toda la sustancia del mundo, y del que surgen tres filiedades consustanciales al Dios "no existente" en sucesiva degradación: la primera es el noús o el Hijo, la segunda el Salvador o Cristo, y la tercera, degradada ya en el mundo de la materia, los hombres espirituales o la Iglesia. Se mantiene en cierto modo el carácter femenino de la tercera filiedad, que ahora no se identifica con el Espíritu Santo, ya que éste es el "servidor" de la segunda, o las alas que la conducen a lo alto, quedando él mismo fuera del pléroma, como separación entre la región supramundana y el mundo

3. A TRAVÉS DEL HIJO Y DE SOPHIA. En la gnosis valentiniana, la más importante en los ss. II al IV, laformación del pléroma se desarrolla a partir del primer principio, el Padre bien considerado solitario, reflejo de la simplicidad de la mónada pitagórica, bien atribuyéndole como esposa al Silencio (sigé)— del que procede la díada formada por el Intelecto (noús) y la Verdad. El noús, y sólo él, conoce toda la grandeza del Padre; es el Unigénito, Pensamiento inmanente al Padre, logos endiáthetos, que con su pareja Verdad —con la que viene a constituir, entre algunos valentinianos, la primera tétrada junto con Abismo-Silencio (el Pa-, dre)—, emana al Logos, es decir, al Hijo de Dios vuelto hacia la creación, logos prophorikós, que, con su correlativo femenino, Vida, emana a su vez la sizigía Hombre —Iglesia, y es considerado "el padre de todos los seres que existen después de él, y el principio y formación de todo el pléroma"". Esta es la tétrada (equivalente a la tetráctys pitagórica) de la que proceden respectivamente una década (número perfecto) y una dodécada (número simbólico) de eones que constituyen el mundo pleromático de los treinta emanados en syzygías, o propiamente andróginos reflejándose en el elemento masculino su naturaleza y en el femenino su forma o cualidad dominante, y considerados distintos y separados del Padre no engendrado. Estos treinta eones, si' bien fluctúan en orden y nominación entre los distintos grupos valentinianos, reflejan las diversas funciones del ser intermediario entre el Dios supremo y el mundo de la creación.

La pretensión del último de los eones, Sophía, de conocer directamente la grandeza del Padre, o de engendrar por sí sola, como el Padre, sin su correlato masculino, Theletos, hace que parte del elemento divino sea alejado fuera del pléroma: la misma Sophía según algunos, o, según otros, una parte de ella, el deseo (enthymesis) y la pasión depuestos por Sophía fuera del pléroma (Sophía Achamot), y que por provenir unicamente del elemento femenino estaba privado de forma y perfeción'. Un nuevo eón creado por el Padre, o por el Padre a través del Intelecto, hace de separación entre el mundo divino y la confusión exterior al pléroma, y oculta al resto de los eones el aborto deforme de Sophía. Es el Límite (horos, staurós), cuyo carácter únicamente masculino resalta su transcendencia, y gracias al cual Sophía no fue absorbida por el mundo exterior. Para restaurar la paz entre los eones del pléroma55 y acudir en socorro de Sophía caída, la primera syzygía Intelecto-Verdad emanan, por disposición del Padre, una nueva: Cristo -Espíritu Santo que, según algunos valentinianos, vienen a completar los treinta eones del mundo pleromático" o se añaden a ellos formando asimismo parte del pléroma. Ellos muestran al resto de los eones que el conocimiento del Padre sólo se obtiene a traves del Intelecto (Unigénito) y les explican el misterio de las syzygías; ellos dan unidad a todos los eones del pléroma, que emiten lo mejor de sí mismos en un fruto, Jesús o el Salvador, que, traspasando el Límite, realiza la salvación de Sophía, viniendo a ser, él y sus ángeles acompañantes, el elemento masculino del que Sophía, como elemento femenino, engendra a los gnósticos, destinados a unirse a los ángeles, como Sophía al Salvador. De ahí que los gnósticos invoquen a Sophía como Madre", Madre de los vivientes, e incluso Espíritu Santo

El abismo entre el Dios incognoscible y el mundo creado se salva, entre los valentinianos, a través de la doble situación de Sophía, y de la intervención del Hijo de Dios, representado en los treinta eones del pléroma como Unigénito en el seno del Padre (Intelecto unido a Verdad), Logos creador unido a Vida, y Cristo salvador unido al Espíritu Santo. Andrógino en estas tres fases, aparece sin embargo como únicamente masculino frente a Sophía para engendrar a los gnósticos en el mundo sensible. Esta contemplación del misterio de Dios y del hombre no parte de los datos de la revelación cristiana, aunque utilice sus términos; sino de unos presupuestos heredados de la mitología pagana, y de la personificación de los principios asumidos de la filosofía de su tiempo.

En definitiva, para la gnosis, el conocimiento de Dios se identifica con el conocimiento de lo que es el hombre (el gnóstico): partícula divina caída en la materia, con ansia de lo divino y la experiencia del drama de su existencia en un mundo del que se siente extraño. El conocimiento de Dios no se obtiene mediante la fe, obediencia razonable a la revelación divina dirigida a todos los hombres, sino por medio de pretendidas revelaciones secretas transmitidas por hombres singulares como Adán, Seth, o el mismo Jesucristo, que tienen su correlato divino en el mundo pleromático. A Cristo se le presenta esencialmente desdoblado: por una parte el Cristo superior que pertenece al pléroma, y, por otra, el' Jesús nacido de María, que ha sido revestido transitoriamente del Salvador celeste, uno de los eones o fruto de todos ellos, para recordar al gnóstico lo que es, o despertarle de su sueño.

[ -> Angelología; Creación; Diosa-Madre; Dualismo; Esoterismo; Espíritu Santo; Filosofía; Hijo; Ireneo, san; Jesucristo; Logos; Misterio; Mística; Padre; Padres (griegos y latinos); Revelación; Salvación; Trinidad.]

Gonzalo Aranda Pérez