BUENAVENTURA, SAN
DC


SUMARIO: I. Entorno espiritual y doctrinal.—II. Itinerario de la mente a la Trinidad: desde el mundo sensible; desde el espíritu humano; desde la historia de salvación; desde las ideas eternas.—III. El Padre, plenitud fontal de la deidad.—IV. Inteligencia, vivencia y glorificación de la Trinidad.


I. Entorno espiritual y doctrinal

Desde las profundidades del siglo XIII en que vive san Buenaventura (c.1217-1274) se produce un intenso y ascendente movimiento trinitario, tanto a nivel vivencial y cultual, como doctrinal y teológico. Se consolida y universaliza la celebración de una fiesta peculiar en honor de la Trinidad. En este contexto surge la «Orden de la SS. Trinidad para redención de cautivos», aprobada por Inocencio III en 1198. Este papa se muestra en sus escritos muy ocupado por el misterio trinitario. El magisterio oficial se ocupa del mismo en el concilio Lateranense IV (1215) y en el Lugdunense II (1274). La "contemplación"de la historia sagrada desde la perspectiva trinitaria y, en especial, sus profecías sobre la próxima era del Espíritu, aunque bastante fantasiosas y deshilachadas en la mente del abad Joaquín de Fiore, contribuyeron, con todo, a fijar la atención sobre ciertos aspectos marginados del misterio. Es claro que san Buenaventura no desconocía estos hechos. El doctor seráfico ha sido calificado como «la conciencia teológica y filosófica de san Francisco de Asís». Pienso que un ejemplo paradigmático que confirma el aserto es la doctrina trinitaria de Buenaventura. Se ha subrayado que Francisco vive su vida religiosa en torno almisterio de la Trinidad. Su "Dios" es de continuo el Dios Padre-Hijo-Espíritu Santo'. Se percibe en él el culto preferencial por la persona del Padre. De su amor paternal proceden, como dones suyos a los hombres, el Hijo y el Espíritu. Su paternidad sobre la creación, crea vínculos de hermandad entre todas las criaturas2. El lector de sus obras advierte con facilidad que todos estos motivos han sido intensamente pensados y vividos por Buenaventura. Por lo que se refiere al ambiente doctrinal, hay que contar en toda la edad media con una fuerte presencia e influencia de la doctrina trinitaria de san Agustín. Pero Buenaventura se enriquece y diversifica sus fuentes con las aportaciones de Anselmo de Canterbury y de Ricardo de san Víctor. Y de forma más abundante, directa y querida se deja influir por la Summa Halesiana, de reciente aparición (1245). Mediante ella, pero también por contacto personal, acepta influencias del pensamiento trinitario de los Padres griegos. En este ambiente doctrinal y vivencial Buenaventura accede al misterio trinitario con tal amplitud e intensidad que se ha podido hablar de la obsesión trinitaria de san Buenaventura. Manifestada en sus escritos espirituales y de libre redacción personal, pero también en sus textos escolares y profesorales. Subrayamos un par de características de su abundantísima enseñanza trinitaria.


II. Itinerario de la mente a la Trinidad

El que haya leído el conocido opúsculo bonaventuriano «Itinerario de lamente a Dios» comprenderá el motivo de por qué, en nuestro título, hemos sustituido la palabra «Dios» por la palabra «Trinidad». En realidad el «Dios» de Buenaventura es siempre el Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, la Trinidad beatísima. Ella es la creadora y fabricante del universo de los seres, su causa eficiente, ejemplar y final. En cada ser creado y en cada categoría de seres deja su huella o su imagen la Trinidad creadora. Por ello, resulta imposible una inteligencia adecuada y plena de cualquier realidad creada si no se comprende desde su dimensión trinitaria'. De ahí el empeño/obsesión bonaventuriana por señalar por doquier estructuras ternarias de la realidad que nos lleven desde cada realidad a contemplar el misterio trinitario, y desde el misterio de la Trinidad a ver el fondo último de cada ser.

Tenemos, en primer término, el mundo sensible objeto de nuestra experiencia. Todas las realidades que lo pueblan las considera Buenaventura marcadas por las huellas, vestigios de la Trinidad; tanto en su estructura óntica como en el despliegue de su dinamismo. Los seres sensibles todos son señales por medio de las cuales somos remitidos a la Trinidad creadora. Más aún, los seres sensibles son símbolos que contienen en sí y que nos permiten leer en su interior el misterio trinitario.

Subiendo un poco más en la jerarquía ontológica de los seres nos encontramos con el espíritu humano, creado a imagen y semejanza de la Trinidad. Aquí la marca de la Trinidad es mucho más clara, vivaz y profunda. Ya por el hecho mismo de la creación como «imagen», y por el hecho de la elevación será semejanza más expresa por la gracia. El espíritu humano articulado en unidad de esencia y trinidad de potencias —memoria, inteligencia y voluntad— y luego en el despliegue de su dinamismo, es un reflejo claro de la vida divina intratrinitaria. Recogiendo una idea tradicional, pero reavivada por las elucubraciones de Joaquín de Fiore, Buenaventura ofrece también textos para investigar y contemplar el misterio de la Trinidad a través del movimiento de la Historia Sagrada y, dentro de ella,de la historia entera del universo. En la secuencia del AT, del NT, en la actividad y estructura de la Iglesia encuentra Buenaventura señales, vestigios de la presencia e influencia allí del Padre, Hijo y Espíritu Santo, actuando según su propiedad personal dentro de la comunidad perfecta`. Finalmente, Buenaventura se eleva a la investigación de la Trinidad en las ideas eternas. Es decir, en las perfecciones puras y nobles en cuanto éstas se realizan en Dios y son alcanzables a la inteligencia del hombre creyente. Desde cualquier perfección noble, en cuanto se realiza en forma intensivamente infinita en el Ser divino, el hombre creyente que piensa de Dios altísima y piadosísimamente, no puede menos de llegar a comprenderlo como trino en personas. Dentro de los atributos nobles todos pueden reducirse a la bondad/caridad/amor. La caridad en cuanto está en forma intensamente infinita e infinitamente difusiva y fecunda en la persona del Padre es la razón por la cual hay en la deidad Trinidad de personas y, para nuestra inteligencia, la clave hermenéutica del misterio en la medida de lo posible.

A tenor de lo dicho y muy a estilo bonaventuriano podemos señalar tres tipos de argumentación, tres itinerarios para acceder al misterio. a) argumento cosmológico, tomado de las huellas de la Trinidad en el mundo sensible. Piensa Buenaventura que es el camino seguido por los griegos. El tambien los utiliza, pero conoce su menor valiosidad. b) argumento psicológico: es el itinerario/ espejo ofrecido por Agustín, que parte de la consideración del espíritu humano como imagen-semejanza de la Trinidad. Buenaventura también lo utiliza, pero reconoce que hay un camino mejor y expresamente abandona a Agustín en este momento. Y propone c) el espejo mayor: un argumento ontológico para mostrar y contemplar la Trinidad: desde las perfecciones más nobles del ser divino, especialmente si se le considera como bondad/amor liberal/caridad intensivamente infinita e infinitamente fecunda, se llega a la inteligencia del misterio en cuanto es dado al creyente viador.


III. El Padre, plenitud fontal de la deidad

«La consideración del Padre como "fuente primordial" (fontalis plenitudo) de la vida divina (en sí misma y en sus comunicaciones ad extra) constituye la idea-clave para la interpretación de la doctrina trinitaria de san Buenaventura, en lo que ella tiene de más valioso y original». Al desarrollar el argumento ontológico antes aludido, Buenaventura concentra toda la plenitud de ser intensivamente infinito, toda su vida, dinamismo y fecundidad productora en la persona del Padre. Él, movido de infinito amor de liberalidad, comunica su ser al Hijo por la via de «naturaleza» y, en unión con el Hijo, por via de «voluntad» y amor al Espíritu Santo. Puesto que sólo existen dos modos nobles de comunicar el ser a otro, sólo existen en Dios dos procesiones, basadas en la fecundidad «natural» del Padre y en la fecundidad de la «voluntad» en el Padre y el Hijo. Así se nos da a entender y contemplar que haya en Dios sólo dos procesiones y tres personas, así como los rasgos característicos de cada procesión y de cada persona. Esta plenitud fontal del Padre, la subraya Buenaventura cargando de gran densidad de contenido a estas fórmulas aplicadas a la primera persona: manantial primordial de la divinidad; poseedor en principalidad, primordialidad, primidad del ser divino; propiedad suya es la «innascibilidad» en su sentido plenario, que recuerda a la «Agennesía» tan importante y cara a los Padres griegos. La vida divina se contempla poseida en grado intensamente infinito y fecundo en el Padre "Fons Trinitatis". En un segundo momento mental el Padre la dona con liberalidad natural al Hijo y luego, por el Hijo —con liberalidad «voluntaria»—, al Espíritu Santo. Luego los TRES, cada uno según su propiedad personal y en perfecta compenetración vital (=circumincesión) difunden la Bondad Paternal en el universo de los seres según diversas categorías ontológicas. La creación entera con la fuerza del Espíritu, por medio del Verbo, impulsa al hombre —y en él a las criaturas todas— hacia la «unidad congregadora del Padre», donde encuentra el descanso". Es dificil encontrar un teólogo donde el esplendor de la Paternidad divina haya logrado tan amplia e intensa difusión.


IV. Inteligencia, vivencia y glorificación de la Trinidad.

En su acceso al misterio trinitario tenemos un caso paradigmático del modo bonaventuriano de hacer teología cumplida. Afirmado el misterio por la fe, el espíritu humano emprende la tarea: a) de la perscrutatio: investigación, búsqueda de razones que hagan internamente necesaria la existencia de tal verdad. Es la tarea específica de la teología escolástica. Sigue luego b) la contemplatio: meditación religiosa, sapiencial, experiencia) de la verdad, propugnada por la teología monástica. Para terminar c) en la glorificatio: alabanza, gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como lo hace el culto público de la Iglesia. Y lo debe hacer cada creyente en su relación personal con el Dios cristiano. «De aquí resulta que la vida eterna consiste sólo en esto: en que el espíritu racional que mana de la Santísima Trinidad y es imagen de la Trinidad, como realizando un círculo mental vuelva, por la memoria, inteligencia y voluntad, por la deiformidad de la gloria, a la Santísima Trinidad».

[-> Agustín, san; Amor; Anselmo, san; Antropología; Atributos; Concilios; Creación; Doxología; Espíritu Santo; Experiencia; Fe; Hijo; Historia; Joaquín de Fiore; Instituciones trinitarias; Misterio; Padre; Padres (griegos y latinos); Propiedades; Ricardo de san Víctor; Teología y economía; Trinidad; Verbo.]

Alejandro Villalmonte