COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Ez 34, 11-12. 15-17

 

1.PASTOR/SIMBOLO: /Sal/033: /Jr/23/01-10.

* La fuerza de un símbolo.-El pastor es una imagen de vieja raigambre en toda la literatura del Próximo Oriente Antiguo, para designar tanto a sus dioses como a sus dirigentes políticos y religiosos. También en la Biblia se usa para designar a Dios (vg. "El Señor es mi pastor..." Sal 33) y a David como rey, así como a sus sucesores (cf. Sal 78. 71; en Is 44. 18 se aplica a Ciro).

-En toda cultura agrícola-pastoril, el símbolo del pastor es de una gran riqueza. En la escala de valores del hombre urbano, el pastor puede ser el hombre zafio del zurrón y del cayado, considerado como torpe y de baja casta social..., pero en toda cultura agrícola, de forma especial en culturas primitivas, el pastor evoca a un ser solícito que procura por todos los medios a su alcance la comida y bebida reparadora a su grey; es además, su defensor ante el peligro del lobo, de... Su sola presencia, el mero olfatearle produce la paz, el sosiego entre el rebaño.

-Nuestros jefes religiosos también se han presentado con frecuencia, como pastores solícitos de su grey que cuidan con amor de los suyos... El hombre campesino piensa en un ser cercano y cariñoso..., y de repente se encuentra con un ser vestido de forma muy rara, frecuentemente adusto, lejano y que dice unas cosas de las que no entiende nada... ¿En qué ha quedado el símbolo del pastor? Lo hemos despojado de todo significado.

* Texto (se recomienda leer todo el capítulo. Prescindid del caprichoso recorte que hace la lectura litúrgica).

-Si leemos todo el capítulo 34, la raíz "pasc" (apacentar, apacentarse, pastor, pastos, pastorear...) se repite como un sonsonete que llega a cansarnos, pero que da unidad a los vv. 1-24. Jeremías, profeta contemporáneo aunque un poco mayor que Ezequiel, tiene un relato muy parecido a éste (Jr 23. 1-8).

-vv. 1-16: Contraposición entre los malos pastores del pasado (vv. 1-10) y el pastor del futuro (vv. 11-16).

El sentido de estos vv. es muy claro: el Señor en persona va a sustituir a los pastores humanos que han fracasado estrepitosamente en su misión de pastorear. La grey (=Israel) anda errante desde el año 587 a. de C, desde la conquista de Jerusalén por Nabucodonosor; pero el Señor no les abandona en el peligro, sino que los libera, los reúne y los reconduce a unos buenos pastos (=Nuevo Éxodo), los pastorea, les venda las heridas, cura a las ovejas enfermas (vv. 11-16; cf. por oposición el v. 4 y Za 11: imágenes muy vivas de los falsos pastores).

Los jefes religiosos y políticos, cuya única razón de ser es la de atender al pueblo, son los responsables del caos que impera entre la grey: en vez de pastorear se dedican a buscar su propio provecho ("os coméis su enjundia, os vestís con su lana, matáis las más gordas, y las ovejas no las apacentáis (v. 3), en vez de apacentar, se apacientan a sí mismos, ya que abusan de su poder, son crueles y egoístas, no están al servicio de su pueblo... Por eso la dispersión y el destierro es algo inevitable.

-vv. 17-22: Cambio de escena: los derechos de las ovejas débiles no sólo son pisoteados por los falsos pastores, sino también por las ovejas más robustas (=poderosos, ricos, hombres influyentes...). Pero aunque intenten manipular a los débiles, quebrantar sus derechos..., el Señor no lo va a consentir, y contra ellos dirige su juicio.

* Reflexiones.

-La misión de nuestros pastores (obispos, pastores...) es orientar, encarrilar, curar, vendar..., apacentar. Pero ¿apacientan o se apacientan? "¡Ay de los pastores que se apacientan a si mismos! ¿No son las ovejas lo que tienen que apacentar los pastores? Os coméis su enjundia, os vestís con su lana, matáis las más gordas..."

-Apacentarse, y no apacentar, es provocar la corrupción política, económica...; apacentarse, y no apacentar, es buscar el lucro por encima del interés del pueblo, es dar puestos de trabajo al compañero del partido por encima de la valía de otras personas mucho mejor preparadas; apacentarse, y no apacentar, es engañar al pueblo sencillo prometiendo y no dando; apacentarse, y no apacentar, es la actitud de esos jerarcas, más funcionarios que seguidores de Jesús, que no se dedican a proclamar el mensaje liberador de Jesús sino a anunciar a todos los vientos "sus verdades", queriendo que todos comulguen con estas ideas obsoletas y trasnochadas que nada tienen que ver con el mensaje del Evangelio.

-Apacentar, y no apacentarse, es estar cerca del oprimido, del pobre, del que no puede devolvernos nada porque nada tiene.

-Apacentar, y no apacentarse, es saber escuchar el balido débil de las ovejas marginadas, pisoteadas, de los que vagan por la vida sin rumbo fijo, sin pan ni vestido.

-Apacentar, y no apacentarse, es tratar con el marginado, con la prostituta, con el enfermo de sida, con el pobre extranjero que recorre nuestras calles para poder malvivir...

-Apacentar, y no apacentarse, es salir en defensa del desvalido frente a los poderosos y prepotentes de la vida, es...

-¿No tendrán parte de culpa, por descuido, los pastores de tantas desgracias y miserias que nos rodean?

-Pero entre la grey cristiana nunca debe cundir el desaliento. El texto de Ez termina con la promesa de un nuevo pastor (vv. 23-25) que nunca nos abandona. Este pastor es Jesús, siempre fiel a su pueblo; no permitirá que sus ovejas anden errantes sin dirección, sin pastor.. El salmo 23 dice esto tan bonito que debemos meditar sin prisas: "El Señor es mi pastor: nada me falta; en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas, me guía por el sendero justo; aunque camine por cañadas oscuras, nada temo...; tu vara y tu cayado me sosiegan".

A. GIL MODREGO
DABAR 1990/57


2.

La imagen del pastor y su rebaño, profundamente arraigada en la experiencia de un pueblo de origen nómada y en una civilización de pastores (cfr. Dt 26,5), aparece frecuentemente en la biblia para explicar las relaciones entre los dirigentes y el pueblo (p.e. en Jer 23,1-4; Zac 11,4-17). Sirviéndose de esta metáfora el profeta Ezequiel denuncia vigorosamente, en todo este capítulo 34, los abusos de los "pastores" de Israel y anuncia después que el mismo Dios se hará cargo del rebaño: "Así dice el Señor , Yavé: Aquí estoy yo contra los pastores" (v.10); "Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él" (v.11).

El texto encuentra su situación histórica en la diáspora y en el exilio de Israel en Babilonia. El fracaso de la monarquía, la incapacidad de los dirigentes, fue la causa principal de la dispersión y el exilio de los hijos de Israel. Pero he aquí que el Señor, Yavé, no desistirá de su plan de salvación.

Precisamente en el fracaso de los hombres brillará con más fuerza la fidelidad de Yavé, que ahora se dispone a intervenir en persona como último recurso para salvar a su pueblo. El mismo será pastor y saldrá en busca de las ovejas descarriadas y dispersas por todas las naciones, y las reunirá, y las devolverá a la tierra de donde fueron alejadas.

Esta profecía que tiene sentido a diferentes niveles de profundidad, se cumplirá igualmente en momentos distintos de la misma historia de salvación: En primer lugar se ha de cumplir -se ha cumplido ya en buena parte- en Jesús de Nazaret que vino al mundo a "buscar y salvar lo que se había perdido" (Lc 19,10) y se ha presentado a los hombres como "el buen pastor" (Jn 10); pero esta profecía ha de cumplirse todavía cuando llegue el día del Señor, cuando el proceso en que estamos se termine y llegue la sentencia y el juicio se decida en favor de los justos.

Después de juzgar y condenar a los malos pastores, el Pastor juzgará entre oveja y oveja, esto es, el pueblo se dividirá claramente en dos clases: de una parte, las ovejas famélicas y, de otra, las gordas; aquí los explotados, y allí los explotadores; pues hay ovejas fuertes y grasas que comen hoy a todo pasto y "empujan con el flanco y con el lomo a todas las ovejas débiles y las topan con los cuernos hasta echarlas fuera" (v.21). Por eso habrá un juicio de Dios en favor de sus ovejas -que son los más débiles y explotados- y para exterminio de las "ovejas gordas y robustas" (v.16). De este juicio nos habla el evangelio de hoy.

EUCARISTÍA 1987/54


3. /Ez/34/07-16: /Ez/34/23-31

La imagen del pastor es frecuente en el antiguo Oriente para expresar las relaciones entre el rey y los vasallos. Y en la lectura de hoy (toda ella bajo la imagen del pastor) podríamos distinguir diversos momentos, aunque no se lea hoy todo el capítulo: primero se denuncian las injusticias o las culpas de los malos pastores (jefes del pueblo) (vv 7-10); por eso, Dios mismo apacentará a su pueblo (11-16) por medio de un nuevo pastor (23-34) hasta que llegue un tiempo nuevo, una era mesiánica.

El gran pecado de los malos pastores es precisamente el de no haber sido pastores, el de no ser auténticamente conductores de su pueblo, llevándoles hacia las verdaderas praderas, es decir por los caminos por los que Dios les quería conducir; y la causa de todo eso ha sido el buscarse a sí mismos, su propio provecho en lugar de buscar el bien y el bienestar de las ovejas, del pueblo. Por eso han sido incapaces de librar al pueblo de los peligros que le amenazan. En definitiva, los pastores no consideraban las ovejas como propias, no se preocupaban de ellas como hará Yahvé: siete veces se repite en los vv 7-10 la palabra «mío», refiriéndose al rebaño o a las ovejas. Es que Dios se interesa siempre por «su» rebaño. En el v 16 se nos indica cuál ha de ser la misión del buen pastor: buscar la oveja perdida, vendar a la herida; los malos pastores hacían precisamente lo contrario: la relación pastor-oveja no ha de ser una relación externa, de contrato, sino una relación familiar, de conocimiento mutuo. Las ovejas conocerán personalmente a Dios como Dios las conoce a ellas.

Por tanto, el pastor futuro ha de ser semejante a Yahvé; será un pastor que llevará el nombre de David (puesto muchas veces como modelo en la Escritura). Todo eso será realidad en la persona de Cristo, el buen pastor (Jn 10; Lc 1,32). Bajo su guía habrá un cumplimiento perfecto del pacto entre Dios y los hombres (25ss), el pueblo practicará el verdadero culto al único Dios, y éste les llenará de bienes. Todo eso llegará a plena realidad en la escatología.

El que tiene la misión de pastor, en este tiempo intermedio, aprende de Cristo, buen pastor: no sólo no aprovecharse de las ovejas, ni descuidar especialmente las más débiles, ni desentenderse de las perdidas, sino también guiarlas con prudencia, sacrificarse por ellas, sentirlas como propias, dar incluso la vida por ellas (Jn 10, 11ss).

J. PEDROS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 816 s.