COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mc 10, 35-45
Par.:
Mt, 20, 20-29  Lc 22, 24-27

1. J/PASION

Los versículos que encuadran los desarrollos centrales, presentan al mismo Hijo del hombre frente a la muerte. En el intermedio, se contraponen ciertas frases, que exponen las particularidades del texto. En el v. 33, el Hijo del hombre es "objeto" de una acción cuyos actores son algunos judíos y paganos.

Así, se Le entrega. se Le condena, se Le vuelve a entregar, se Le hace objeto de burla, se Le escupe, se Le azota y, finalmente, se Le mata. En el v. 45, al revés, todos estos actores han desaparecido; solamente persiste un sujeto, que es el Hijo del hombre: El viene y El da su vida. El cambio de actores es algo más que un detalle gramatical; se trata de dos maneras de presentar la Pasión y de expresar su sentido. En el v. 33, el Hijo del hombre vive la experiencia histórica de un hombre víctima de la maldad de los que le rodean, que actúan sobre él; pero este mismo Hijo del hombre que aquí padece, más adelante es el único que actúa. Vive la dependencia humana; pero la vive de modo tan magistral, que es él quien entrega lo que se le arrebata y en el momento mismo en que se le arrebata. Es entregado; y quien entrega su vida es él. ¡Asombroso personaje!.

LOUIS MONLOUBOU
LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE MARCOS
EDIT. SAL TERRAE SANTANDER 1981.Pág. 140


2.

-Lo que Jesús acaba de decir a Santiago y a Juan lo generaliza después dirigiéndose a los diez restantes y apoyándose sobre el tema del servicio (vv. 41-45). Jesús descubre la conciencia que El tiene de su misión: él es Mesías e Hijo del hombre, pero también el Siervo paciente inmolado por la multitud (v. 45; cf. Is 53, 11-12). Consciente de su misión de jefe y de la proximidad de su muerte, que le impedirá ejercer esta misión, Jesús deposita en Dios su confianza y descubre que sólo será Jefe después de haber servido como siervo de Yahvé.

Pero Jesús exige a sus apóstoles que sigan la misma evolución psicológica. Lo mismo que El ha descubierto su vocación de Siervo paciente, los apóstoles deben descubrir el sentido del servicio (vv. 43-44).

-El v. 45 es uno de los más importantes del evangelio de Marcos, pues es prácticamente el único de los relatos sinópticos que presenta a Jesús como rescate. La idea es probablemente primitiva y el texto auténtico: no sería la primera vez que Jesús se inspira en la teología del Siervo paciente y el valor soteriológico de la muerte (Is 53, 10 u 12; Sal 48/49, 7-9, 15; Dan 7, 14). El rescate designa lo que el hombre ofrece a alguien como compensación de aquello a que tendría derecho. Ahora bien: hay una cosa por la que el hombre no tiene ningún rescate que ofrecer: su propia vida, de la que se adueña la muerte sin posible compensación (Mc 8, 36-37), a menos que el mismo Dios proponga un rescate (Sal 48/49, 9 y 15; cf. Is 52, 3). Jesús es portador de ese rescate ocupando voluntariamente el lugar de personas no solo mortales, sino también culpables (Is 53, 10).

Como voluntaria que era ("dar su vida"), esa sustitución es, por el hecho mismo, sacrificial; es, además, universal ("por muchos"). Estas dos notas son específicas de Marcos y no tienen antecedente alguno en la tradición bíblica. Se da, además, una tercera nota: es ese "Hijo del hombre", ese Juez trascendente de Dan 7, quien, en lugar de juzgar y condenar, pagará el rescate que liberará a los culpables; carga sobre Sí, en cierto modo, su suerte y su condena. Mientras que en Dan 7, 14 el Hijo del hombre debía ser servido, en Mc 10, 45 está hecho para servir a los acusados. De ahí que Cristo no deje de creer que está llamado a una exaltación paralela a la del Hijo del hombre, pero sabe también cuál va a ser el camino de esa exaltación: el servicio y el sacrificio.

Este Evangelio considera, por tanto, a la pasión de Jesús y a su resurrección, en sus repercusiones sobre la vida cristiana: "es necesario" beber el cáliz para sentarse en los tronos, bautizarse en la prueba para juzgar a la tierra, servir para ser jefe. El sufrimiento entra de pleno derecho en la vida del discípulo y no solamente este sufrimiento accidental, moral y físico que forma parte de la condición humana, sino también el sufrimiento característico de la oposición y del abandono que llevó a Jesús a la cruz.

El aislamiento del cristiano actual en un mundo secularizado y ateo es, quizá, una situación previa a esta oposición, y también una manera de llevar la cruz con Jesús en la celebración de la Eucaristía.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VII
MAROVA MADRID 1969.Pág. 189


3.

Texto. Cuarto alto docente en el camino hacia Jerusalén. La enseñanza arranca de una nueva mención explícita de los acontecimientos de Jerusalén. Son los vs. 32-34, inmediatamente anteriores, con los que empalma el texto de hoy. Los destinatarios son los doce. El procedimiento es en parte similar al de los dos últimos domingos. la primera parte sirve para introducir el tema, objeto de la enseñanza de Jesús en la segunda.

-Primera parte (vs. 35-41).

Cuando Marcos desveló por primera vez el camino de Jesús y de sus seguidores, recogía una frase de Jesús en la que se hacía referencia a una llegada del Hijo del hombre envuelto en la gloria del Padre (Mc 8, 38). Santiago y Juan, dos de los doce, solicitan ahora una participación preeminente en esa situación. Esta solicitud viene a ser una segunda edición de la conversación sobre rango y prioridades reseñada en Mc. 9, 33-34. La solicitud ocasiona la indignación de los otros diez. La situación creada en el grupo determina la enseñanza de Jesús a los doce. Sin embargo, antes de esa enseñanza Jesús explica a Santiago y a Juan que lo que en realidad le están pidiendo es poder estar a su derecha y a su izquierda el día de Viernes Santo. En la globalidad de la obra de Marcos, la frase "está ya reservado" remite a 15, 27: "Estaban crucificados con él dos malhechores, uno a su derecha y otro a su izquierda".

Jesús les dice a Santiago y a Juan que el concederles esto no depende de él, sino de otros. Estas palabras no deben leerse a la luz del paralelo de Mateo, quien habla de un estar reservado por el Padre. En la versión de Marcos la referencia no es a Dios, sino a la instancia humana que dictará la sentencia de muerte de los dos malhechores.

La enseñanza a los doce comienza con una referencia realista a las situaciones de opresión propiciadas por el ejercicio del poder. La referencia le sirve a Jesús de contramodelo para los doce: Vosotros nada de eso.

En segundo lugar, Jesús les propone su propio modelo, que no es sino una nueva versión del propuesto en 9, 35: El que quiera ser grande, sea servidor; el que quiera ser primero, sea esclavo. Enunciado por paradoja, en la que los segundos miembros niegan a los primeros: servidor niega a grande; esclavo a primero.

Este modelo arranca y tiene su razón de ser en el ejemplo del Hijo del Hombre, que no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. La primera lectura de hoy nos ofrece el trasfondo de estas palabras (Is 53, 10-12).

Comentario. Los acontecimientos de Jerusalén proyectan toda su luz sobre el texto de hoy, más aún, son ellos los que en realidad configuran el texto. En primer plano el Calvario, con Jesús y los dos malhechores flanqueando la cruz de Jesús. Esta cruz es la gloria de Jesús, la irrupción poderosa del Reino de Dios, en una superposición de muerte y vida, cruz y resurrección.

Desde este trono, desde este servicio único de vida, arranca el modelo al que deben mirar los doce para negar con su actuación las categorías de grande y primero.

De las cuatro sesiones de enseñanza destinadas a los discípulos, Marcos ha dedicado dos al ejercicio de la autoridad por parte de los doce. El tema lo consideró importante y, tal vez, preocupante.

A. BENITO
DABAR 1988, 52


4.

Sentido del texto. Santiago y Juan formulan su petición desde los modelos habituales del poder. Pero ¿a donde conducen esos modelos? A matar. Así lo ve Marcos, puesto que nos remite a la escena de la crucifixión. Allí, en efecto, aparecen a derecha e izquierda de Jesús otros dos crucificados. El estar a la derecha o a la izquierda no es efectivamente algo que dependa de Jesús; es el poder quien reserva estos puestos. Por eso no saben lo que piden Santiago y Juan. ¡Qué critica tan fina al poder! Crítica, por otro lado, explícita en el v. 42.

Como sucedía en Mc. 9, 33-48, también en esta ocasión se dirige Jesús a los doce, es decir, a aquéllos que tienen la responsabilidad de mando dentro de la comunidad cristiana.

Y una vez más les exhorta a no ejercer ese mando según los modelos habituales del poder (vs. 43-44). Pero en esta ocasión la exhortación adquiere toda la grandeza y fuerza dramáticas de la última voluntad de una persona. En efecto, el v. 45 recoge las últimas palabras de la enseñanza de Jesús a los suyos. Son un grito y un ofrecimiento. Esta puede ser su paráfrasis: "Si no hacéis caso a mi vida, haced al menos caso a mi muerte. El poder me va a asesinar. Que mi cuerpo muerto sea la señal de lo que da de sí el poder. Que ese cuerpo os haga tomar conciencia de la necesidad de salir de unos sistemas mortíferos. Que ese cuerpo os rescate de esos sistemas". San Pablo lo ha entendido perfectamente cuando hace de la cruz el emblema cristiano. Todo esto es mucho más que una simple máxima ascética.

DABAR 1982, 52


5.

Jesús se siente lleno de valor y seguro de sí mismo, y camina delante de todos para ir a Jerusalén, donde le espera el suplicio. Al mismo tiempo trata de convencer a sus seguidores de que no hay esperanza alguna de conseguir un éxito político. ¿Quién seguirá hasta el final a un jefe que solamente promete la resurrección? ¿Cómo debe ser un jefe? ¿Cómo se portan los jefes, el jefe del equipo, el jefe de la familia? Los jefes de estado pasan sonriendo a la muchedumbre y abrazan al niño que les rindió homenaje, pero, ¿quién sirve y quién se hace servir? Jesús ha venido a servir, y su servicio a la humanidad será su muerte voluntaria: "Se hizo obediente, tomó la condición de esclavo y murió en una cruz" (Flp 2, 9).

Beber la copa y bautizarse son modos de decir que expresan en forma figurada los sufrimientos y la muerte de Jesús (cf. Notas a /Mt/20/20-28). A continuación, un breve poema de LAOTSE, sabio chino muy antiguo, referente a este mismo tema:

"¿Qué han hecho el río y el mar
para ser reyes de los cien valles?
Se han puesto debajo de ellos
y por eso reinan en los cien valles.
Si el santo quiere estar encima del pueblo,
que sepa primero hablar con humildad.
Si quiere encabezar el pueblo,
que se ponga en el último lugar.
Así está el santo encima del pueblo
y no le parece pesado,
dirige al pueblo
y no le parece pesado,
dirige al pueblo
y no hace sufrir al pueblo.
Con gusto lo ponen a la cabeza y no se cansan de él.
Como no rivaliza con nadie,
nadie puede rivalizar con él"

Tomado de la BIBLIA Latinoaméricana
 Ediciones Paulinas. Verbo Divino


6.

Jesús acaba de anunciar claramente a sus discípulos cómo ha de padecer y morir en Jerusalén para resucitar al tercer día (vv. 32-34). Sin embargo, y aunque no es la primera vez que les habla sobre este particular, sus discípulos siguen sin entender nada (cfr. 9, 32). Jesús marcha resueltamente delante de ellos, preocupado y sabiendo adónde va, pero los discípulos andan despistados y distraídos por cosas muy diferentes. Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se adelantan del grupo y dan alcance al Maestro. Van a pedirle nada menos que ocupar los dos primeros puestos en el reino que, según pensaban, iba a inaugurarse de un día para otro.

Jesús no les echa en cara propiamente su ambición, sino su ignorancia, pues no comprenden que el único camino que lleva a la gloria pasa por la cruz. "Beber el cáliz" es aceptar la voluntad de Dios, empaparse de la voluntad de Dios, aunque ésta sea un "mal trago" para los hombres; "ser bautizado" es tanto como sumergirse en la amargura de la muerte. Con estas palabras alude Jesús al martirio que le espera en Jerusalén y pregunta a los dos hermanos si van a ser capaces de seguirle hasta ese extremo. Porque esto es lo que debiera preocuparles y no sentarse en los primeros puestos. La ambición de los hijos de Zebedeo indigna a sus compañeros, y el grupo se divide.

Pero Jesús, dejando a un lado la cuestión de rangos y precedencias en el reino futuro, los reúne de nuevo y les enseña cómo deben comportarse ahora en el reino de la comunidad. En primer lugar, constata el hecho de que los jefes y los grandes tiranizan y oprimen a los pueblos. El abuso de poder es un hecho fácilmente comprobable en todos los pueblos, tanto que Jesús lo da por sabido.

Por eso la aspiración de sus discípulos no ha de ser el poder sobre los demás, sino el servicio a los demás. Ya que en esto consiste la única grandeza, y el que oprime a los demás es un miserable. A la "voluntad de poder" Jesús opone la "voluntad de servicio"; al imperio autoritario de los jefes y los grandes de este mundo, la "diaconía" (=servicio) evángelica. Cuando la iglesia se aparta de una estructura fraternal y, adaptándose a las formas de este mundo, se convierte en un instrumento de poder con rangos y escalafones, se aparta de la voluntad de Jesús.

Como ha de ser el servicio a los demás y hasta qué extremo, lo dice Jesús con su propia vida y con su muerte; pues él no ha venido al mundo para vivir como un señor, sino para morir como un esclavo. Jesús ha querido ocupar el último lugar de todos, la cruz, para servir a todos dando la vida por todos.

Estas palabras, en las que Jesús afirma el valor redentor de su muerte, son una clara alusión al texto de Isaías (53, 11s, de la primera lectura de hoy; cfr. Mc 14, 24). Jesús es el Siervo de Yavé, el "uno" que muere por "muchos", es decir, por todos. Tanto en el texto de Isaías como en otros lugares bíblicos (p. e. Rom 5, 12ss), la palabra "muchos" (que se contrapone a "uno") equivale a "todos". Por lo tanto, Jesús muere por todos los hombres y no sólo por los hijos de Israel. Lo cual debió extrañar sin duda a los judíos por las siguientes razones: a) Porque consideraban que sólo los hijos de Israel podían esperar la salvación prometida. b) Porque la idea de un Mesías que salvara con su muerte les era desconocida, a pesar de lo que había profetizado Isaías. c) Porque no creían que todo el pueblo de Israel necesitara ser redimido del pecado.

EUCARISTÍA 1982, 47


7.

Texto. 

Incide en la misma temática con la que Marcos, abría hace cuatro domingos, la enseñanza reservada a los discípulos (cfr. Mc 9, 30-37). Y como entonces, los destinatarios son también los doce. La ocasión es la pretensión de los hijos de Zebedeo y el malestar originado dentro del grupo por una tal pretensión. El autor recoge un incidente interno rigurosamente histórico y, a diferencia de Mateo, lo hace sin rodeos ni paliativos.

Marcos refiere la respuesta de Jesús a los dos hermanos con la mirada puesta en su posterior relato de la crucifixión. En la pluma de Marcos ese relato adquiere la paradójica forma de una entronización, en la que a derecha e izquierda de Jesús hay otros dos crucificados. Por ese motivo puede decir Jesús a los dos hermanos que no saben lo que están pidiendo y que de dicha entronización él no es responsable, sino otros. La frase "está ya reservado" no hay que leerla, como hacen algunos manuscritos, bajo el influjo del paralelo de Mateo. En Marcos Jesús no está refiriéndose en ella a su Padre, sino a los responsables de su muerte.

Por el mismo motivo puede hablar Jesús a los dos hermanos de un cáliz y de un bautismo a compartir con él. Esta es la gloria de la que Jesús sí puede hablarles y la que les ofrece y promete (recuérdese el "con persecuciones del último domingo). La enseñanza al resto del grupo de los doce es un desarrollo de la frase recogida en Mc. 9, 35: El que quiera ser el primero, que sea el último y el servidor. El desarrollo parte de un diagnóstico sobre los gobernantes de la época. El diagnóstico está hecho con la mirada puesta en la situación internacional. La expresión "los pueblos" era el término judío para referirse a los no judíos. El conocimiento de la historia demuestra lo certero y ajustado a la realidad de este diagnóstico.

Pero entre vosotros no debe ser así. Esta frase marca la necesidad de una línea divisoria. Entre vosotros no debe existir más grandeza que la del servicio a los demás. Y ello a imitación de un Maestro cuya vida es una oferta consciente de servicio para liberar a los hombres de la lacra del dominio de unos sobre otros.

Comentario. 

Resulta por sí mismo significativo que en un evangelio sin apenas enseñanzas de Jesús se repita la misma temática para abrir y cerrar las páginas reservadas a instruir a los discípulos. Las relaciones interpersonales y el ejercicio de la autoridad preocupó indudablemente a Marcos.

No es para menos, pues se trata de un problema que tiene sus raíces en la tendencia prácticamente instintiva que todos tenemos a dominar y que se manifiesta en cualquiera de los órdenes de la vida. Nos gusta tener a los demás debajo. Estos demás podrán ser pocos o muchos, pero en definitiva tenemos necesidad de sentirnos sobre alguien. ¡Y con qué intransigencia y dureza nos empleamos cuando esta necesidad parece escapársenos! El servicio a los demás es bastante más que una bella frase; supone la negación de un instinto que nos corroe. Por eso resulta tan difícil dar forma concreta a ese servicio. Sucede a veces que el servicio es la cara oculta del dominio o del orgullo. La enseñanza de este texto cuenta en nosotros con otro enemigo añadido: la impresión y, en ocasiones, el convencimiento de que estar al servicio de los demás resulta imposible hoy. Si nos halláramos ante una impresión y un convencimiento generalizados, existirían motivos más que suficientes para compartir la preocupación que llevó a Marcos a insistir en esto de la grandeza y del dominio y la necesidad de la línea divisoria seguiría siendo una urgencia.

A. BENITO
DABAR 1991, 50


8.

Este es prácticamente el único pasaje de los sinópticos que nos presenta a Jesucristo como "rescate" de los hombres. El rescate, en el Antiguo Testamento es la compensación económica que hay que pagar por un delito cometido (Nm 35, 30-31: el homicida culpable será condenado a muerte, y no se le aceptará rescate por su vida), o la cantidad pagada por la liberación de un cautivo o un esclavo (Lv 25, 51-52; cf. Is 45, 13). Pero el hombre camina inexorablemente hacia la muerte, y no tiene nada que ofrecer para asegurarse una vida sin fin: "¿Qué hombre podrá redimirse y pagar a Dios su rescate? La vida humana no tiene precio; no vale el dinero para adquirirla, para comprar el derecha de vivir eternamente y escapar de la muerte" (/Sal/049/8-10). Sólo Jesucristo, al "dar" voluntariamente su vida como rescate por "todos", nos abre las puertas de la vida eterna.

HILARI RAGUER
MISA DOMINICAL 1976, 18


9.

-"Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda": Vemos a los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, pidiendo un privilegio personal, precisamente después que Jesús haga un anuncio de la pasión que le espera en Jerusalén. Así el evangelista subraya la interpretación equivocada que aún tienen los discípulos del término del camino que los conduce a Jerusalén. Allá será el lugar de la revelación: pero, ¿cuál? La petición de los dos discípulos no se refiere, ciertamente, a un lugar de privilegio en un reino mesiánico de carácter temporal. Esta perspectiva no es la del evangelista. Se trata de pedir la participación en la gloria y en el juicio el día de la manifestación del Hijo del Hombre en los últimos tiempos. ¿Por qué es criticable esto? Lo es en cuanto pasan por alto que la revelación en Jerusalén será a través de la cruz.

-"¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?": El cumplimiento de la petición de los discípulos tiene una exigencia expresada con una doble imagen: el cáliz y el bautismo. A la luz del AT conviene entender la imagen del cáliz como referencia al destino que Dios da a las personas o a todo el pueblo, sea este destino bueno o malo. También designó el castigo sobre los impíos o más tarde el sufrimiento de los mártires. Es, pues, una alusión de Jesús a su pasión y muerte, que a la vez es juicio de salvación para los impíos. La imagen del bautismo también debe enmarcarse dentro de esta referencia: la pasión y muerte como una corriente de agua que arrastra y ahoga. Los discípulos deben participar a través de los sufrimientos y la misma muerte, a causa de su seguimiento de Jesús; está será la medida de los privilegiados. La afirmación de que los dos discípulos participarán de ella parecería indicar el conocimiento por parte del evangelista de su martirio (el de Santiago está en Hch 12, 2; el de Juan, es más difícil de precisar históricamente).

-"El que quiera ser grande, sea vuestro servidor": Frente a la reacción adversa de los demás discípulos ante los hijos de Zebedeo, está la enseñanza de Jesús: los gobernantes y los grandes "parecen" como si dominaran el mundo. Un poco de ironía en las palabras de Jesús: quien verdaderamente domina el mundo es el mismo Dios, los demás sólo se lo piensan. Pero la finalidad de la enseñanza se dirige al seno de la comunidad: el que quiere presidir debe actuar como servidor. Su fundamento no es otro que el servicio y la muerte del Hijo del hombre por todos. Trasfondo la 1. lectura: pero mientras allá se acentúa la realización del plan de Dios, aquí se subraya la entrega voluntaria de Jesús a la muerte.

JOAN NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1988, 30


10. I/PODER 

La pregunta de los hijos del Zebedeo es interpretada por Jesús en dos tiempos. El primer tiempo se refiere a la posibilidad de que los discípulos lo acompañen en su gloria. El segundo tiempo alude al eventual privilegio de poder reservar los primeros puestos a favor de dos determinados discípulos, como si fuera algo debido a ellos. Al primer tiempo Jesús responde sencillamente: llegar a la gloria es posible, pero antes hay que pasar por el "bautismo" de Jesús y beber su "copa". Ambas imágenes se refieren claramente a la superación de dificultades, incluso la muerte.

Sin embargo, la respuesta al segundo tiempo es dura. El derecho a la reserva de los primeros puestos es una pretensión del orgullo humano, que no va bien con la "teología de la gratuidad" tal como es insistentemente presentada por nuestro evangelista.

A continuación, tras la indignación de los "diez", Jesús les presenta las razones profundas de esta nueva economía de la "comunidad-sin-poder". Jesús contrapone la comunidad mesiánica a la sociedad civil, más concretamente al Estado.

En el Estado están "los que son considerados jefes". Ellos "dominan con dureza" y "hacen sentir el peso de su autoridad". Este subrayado del aspecto negativo y del carácter prevaricador del poder es conservado por Mateo, pero profundamente suavizado por Lucas. Mateo conserva los dos verbos de Marcos: "katakyriéousin, katexousiádsousin" (Mt 20, 25); por el contrario, Lucas suprime la preposición "kata", que da la idea del abuso y de la prevaricación, y dice simplemente: "kyriéousin exousiádsontes" (Lc 22, 25); aún más, añade una especie de atenuante: el que ejerce el poder a veces es llamado "bienhechor".

Naturalmente la figura opuesta al que manda es la del que sirve. Pues bien, en la comunidad cristiana los "jefes" tendrán paradójicamente la tarea de "servir". Por lo tanto, una iglesia que sea una imagen trastocada del Estado no corresponde realmente al proyecto esencial de su fundador. Por eso, el gravísimo pecado de la Iglesia es precisamente el organizarse a imagen y semejanza del Estado o de insertarse como parte integrante de su estructura.

La razón última de este planteamiento en la Iglesia está precisamente en el hecho de que "el hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate de la humanidad". Para entender este importantísimo versículo, tenemos que partir de un hecho seguro; el gesto de servir y de darse en rescate constituye la motivación de esta eclesiología paradójica. Efectivamente, el versículo 45 empieza con una casual ("kai gar", o sea "porque").

¿Qué quería decir Jesús con la alusión al "rescate"? "Rescate" ("lytron") es el precio dado para liberar a un prisionero de guerra o a un esclavo. Pero ¿de qué rescata Jesús a la humanidad? Lógicamente, ateniéndonos al contexto inmediato, debemos pensar que el rescate concierne a la situación de servidumbre y opresión, a la que está sometida la humanidad a causa de los que ejercen sobre ella un poder abusivo. Según la descripción del evangelista, nuestro mundo es un mundo de esclavos; Jesús no viene a rescatar estos esclavos convirtiéndose él, con su iglesia, en un nuevo "rey", ni siquiera un "rey bienhechor", sino convirtiéndose paradójicamente en un esclavo. Diríamos que la cura propuesta por Jesús no es alopática, sino homeopática (similia similibus curantur): la esclavitud del hijo del hombre y de su iglesia actúa como una especie de vacuna.

En este caso, el rescate se da, por así decirlo, no a Dios sino al príncipe de este mundo (Jn 12,31; 16,11; 1 Jn 5,19), al dios de este mundo (2 Cor 4,4 ), que en la tentación le dice expresamente a Jesús, tras haberle hecho ver en un momento todos los reinos de la tierra: "te daré todo este poder y la gloria de estos reinos, porque me ha sido concedida y la concedo a quien quiero" (Lc 4, 6). El diablo es el gran emperador del mundo, que nombra, como lugartenientes suyos, a los jefes de Estado. Cono vemos, en el NT, especialmente en san Pablo, es constante la idea de que el poder es un espacio de tentación.

RESCATE/PODER 

El mundo, pues, es un mundo de esclavos, manipulados por fuerzas autoritarias que, en el fondo, son demoníacas. Jesús no viene a quitarles el poder a los que de hecho lo ejercen: en el plan misterioso de Dios ellos continuarán ejercitando su poder, más o menos opresivo, hasta el fin de la historia. Sin embargo, Jesús, ya desde ahora, inicia el rescate de la humanidad, dándose a sí mismo como víctima del poder y convirtiéndose a sí mismo en el siervo de todos. Es una liberación paradójica: su iglesia no deberá ofrecerle al "poder demoníaco" la alternativa de un "poder cristiano". Esta sería la mayor y más peligrosa tentación. Ella deberá existir como comunidad, en cuyo seno no exista el cáncer del poder, ni eclesiástico ni civil. Solamente una comunidad de "siervos", sin ambiciones políticas, podrá ayudar eficazmente a la humanidad a liberarse de las fuerzas que la oprimen.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITÚRGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1178 ss.


11. ACI DIGITAL 2003

35. Estos "hijos del trueno" (3, 17) recordaban los doce tronos (Mat. 19, 28) y pensaban como los que oyeron la parábola de las minas (Luc. 19, 11), como los del Domingo de Ramos (11, 10), como todos los apóstoles después de la Resurrección (Hech. 1, 6), que el Reino empezaría a llegar. Jesús no condena precisamente, como algunos han creído, esta gestión que su primos hermanos intentan por medio de su madre la buena Salomé (Mat. 20, 20) y que, si bien recuerda la ambición egoísta de Sancho por su ínsula, muestra al menos una fe y esperanza sin doblez. Pero alude una vez más a los muchos anuncios de su Pasión, que ellos, como Pedro (Mat. 16, 22), querían olvidar, y les reitera la gran lección de la humildad, refiriéndose de paso a arcanos del Reino que San Pablo habría de explayar más tarde en las Epístolas de la cautividad.

39. Ese bautismo a que Jesús alude no parece ser sino el martirio. Véase Luc. 12, 50. Ambos apóstoles lo padecieron (Hech. 12 y nota), si bien Juan salió ileso de su "bautismo" en aceite hirviendo. Cf. Juan 21, 22 y nota: Jesús le respondió: "Si me place que él se quede hasta mi vuelta, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme". S. Agustín interpreta este privilegio de Jesús para su íntimo amigo, diciendo: "Tú (Pedro) sígueme, sufriendo conmigo los males temporales; él (Juan), en cambio, quédese como está, hasta que Yo venga a darle los bienes eternos". La Iglesia celebra, además del 27 de diciembre, como fiesta de este gran Santo y modelo de suma perfección cristiana, el 6 de mayo como fecha del martirio en que S. Juan, sumergido en una caldera de aceite hirviente, salvó milagrosamente su vida. Durante mucho tiempo se creyó que sólo se había dormido en su sepulcro (Fillion).

42. Véase Luc. 22, 25 - 27: "Pero El les dijo: "Los reyes de las naciones les hacen sentir su dominación, y los que ejercen sobre ellas el poder son llamados bienhechores. No así vosotros; sino que el mayor entre vosotros sea como el menor; y el que manda, como quien sirve. Pues ¿quién es mayor, el que está sentado a la mesa, o el que sirve? ¿No es acaso el que está sentado a la mesa? Sin embargo, Yo estoy entre vosotros como el sirviente".

45. Véase Luc. 22, 27 y nota: "Pues ¿quién es mayor, el que está sentado a la mesa, o el que sirve? ¿No es acaso el que está sentado a la mesa? Sin embargo, Yo estoy entre vosotros como el sirviente". ¡Como el sirviente! No podemos pasar por alto esta palabra inefable del Hijo de Dios, sin postrarnos con la frente pegada al polvo de la más profunda humillación y suplicarle que nos libre de toda soberbia y de la abominable presunción de ser superiores a nuestros hermanos, o de querer tiranizarlos, abusando de la potestad que sobre ellos hemos recibido del divino Sirviente. Cf. Mat. 23, 11; Filip. 2, 7 s. y nota; I Pedro 5, 3; II Cor. 10, 8; III Juan 9 s.