COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Ha 1, 2-3. 2, 2-4

 

1.FE/MAL.

El texto de Habacuc, reducido aquí a unas frases demasiado breves, es uno de los más importantes del A.T., uno de los testigos más precisos, y más misteriosos, de la fe bíblica. Colocado frente a los trágicos desórdenes de la historia de su tiempo, el profeta pregunta a Dios. ¿Es posible este mal? ¿Cómo puede Dios aguantar el triunfo de semejante injusticia? A esta pregunta, expresada de dos maneras, responde Dios en dos veces. Una primera vez, para afirmar que Él sigue presente en el seno de la historia, aun cuando ésta parezca anárquica. Y una segunda vez, para decirle al profeta que, frente a la repugnancia que hace nacer el desorden del mundo, frente a la duda misma que suscita el mal, no hay más que una actitud posible: no la búsqueda de una explicación, sino la confianza obstinada. Ese abandono, al fin y al cabo más inteligente, es el que proporciona al creyente, al "justo", escapar a las últimas consecuencias del drama, y "vivir". Porque, dice el texto, "el justo vive", escapa al mal que intenta hundirle, por su fidelidad, por su obstinada confianza.

LOUIS MONLOUBOU
LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE LUCAS
EDIT. SAL TERRAE SANTANDER 1982.Pág. 268


2.

* Contexto histórico: Uno de los pocos datos ciertos que poseemos de este gran profeta es que asiste a la decadencia del poder asirio y al resurgir de Babilonia (622-612 a. de Xto). Es más o menos contemporáneo de Nahún, inmerso en una etapa de opresión y de violencias: ¿Por qué me haces ver crímenes, me enseñas trabajos, me pones delante de violencia y destrucción... y se alzan contiendas? (1,3).

Por sus escritos tampoco podemos deducir ningún acontecimiento histórico concreto al que puedan referirse sus oráculos. Y esta limitación tiene una gran ventaja: su mensaje aparece totalmente abierto a todas las generaciones. Su denuncia de la injusticia, abuso de poder, poco respeto a los derechos de la persona... continúa con plena vigencia hoy.

* Texto: Conviene leer, en su totalidad, el relato en forma de diálogo de 1,2-2,4: queja del profeta (1,2-4) respuesta del Señor (1,5-11), Habacuc pregunta de nuevo (1,12-17), respuesta del Señor (2,1-4). Un canto fúnebre contra el tirano es entonado por los pueblos oprimidos; es el justo castigo del opresor (2,5-20).

1,2-4: "¿Hasta cuándo, Señor...?" Súplica del inocente, que sufre injustamente, dirigida a Dios con el ansia de ser escuchado. Al no tener el relato connotación histórica alguna, el inocente puede ser cualquier hombre sufriente, de ayer o de hoy. ¿Por qué triunfa siempre la injusticia en la tierra? La violencia, guerra, crímenes, reyertas... es el pan nuestro de cada día; "...el derecho sale conculcado" (v.4) ¿Por qué Dios sigue callando? 1,5-11: Primera respuesta divina. Con toda probabilidad, aquí se describe el avance y victoria de los babilonios contra los asirios. La pintura es bella y expresiva al comparar a los babilonios con los animales de presa: "sus caballos son más veloces que panteras, más afilados que lobos esteparios. Sus jinetes brincan... volando como rauda águila sobre la presa (v.8). El Señor invita al profeta a contemplar esta visión y le manifiesta que es El mismo quien dirige los hilos de la historia: "Yo movilizaré a un pueblo cruel que recorrerá... la tierra conquistando poblaciones ajenas" (v.6), "es... terrible: -él con su sentencia sacará adelante el derecho" (v.7). ¿Será verdad? 1,12-17: Nueva pregunta del profeta. El derecho continúa sin triunfar, el inocente continúa sufriendo. Habacuc lo comprueba cotidianamente, no se muestra satisfecho con la primera respuesta divina. En lugar de implantar la justicia en el mundo, como era su intención, los vencedores babilonios se comportan como auténticos déspotas. Con el triunfo nace la arrogancia: "se mofa de los reyes, se burla de..., se ríe de..." (v.10) y termina erigiendo como Dios a su fuerza: "... su fuerza es su Dios" (v.11). ¿Qué tiene que decir Dios? 2,1-4: Ultima respuesta de Dios. El profeta espera, con ansiedad, esta respuesta ya que el cambio de poder político no ha sido una respuesta válida; los nuevos amos han instaurado una nueva era de violencias. El problema, ¿tiene alguna solución? Habacuc no lo sabe, pero adopta la postura de confianza en un Dios, juez justo, que castiga toda forma de opresión. "El arrogante tiene un alma torcida; el inocente, por fiarse, vivirá" (v.4).

Reflexiones: Y las guerras, las violencias, las disputas... aún no han terminado. Y nuevos "Habacuc" preguntan: ¿Hasta cuándo...? El hombre de todas las edades espera una respuesta divina, ¿por qué siempre sale conculcado el derecho? ¿por qué siempre los grandes perdedores son los pobres e inocentes? El cambio de poder político nunca suele solucionar el problema: los indigentes, pobres... siempre cargan con la peor parte. Además con el triunfo nace la arrogancia, la prepotencia y hacen de su fuerza su Dios. Y ante el altar de este Dios todo el mundo debe humillarse. No admiten réplica ni oposición. La injusticia nunca puede derrocarse con las armas de fuerza, del querer imponer una ideología del tipo que sea (con gran humor expone estas ideas Cantinflas en la película "Su Excelencia").

A. GIL MODREGO
DABAR 1989/49


3. POLITICA/CAMBIO:

El cambio político no ha conducido a nada; todo ha quedado en meros "slogans" y el inocente sigue sufriendo en nuestro mundo todo tipo de injusticias. La fuerza, el poder, la imposición de una ideología, de cualquier tipo, no pueden derrocar la injusticia en nuestro mundo, al menos es muy difícil. ¿Qué solución le da Habacuc a este problema? El v.4 contiene el mensaje definitivo de la visión, pero su interpretación es muy discutida. El arrogante que confía en su fuerza y poder no posee la solución al enigma. Por el contrario, el que se dedica a la práctica de la justicia, ayudando al prójimo, edificando un mundo mejor, obtiene la vida; si el inocente, a pesar de los grandes fracasos presentes, continúa haciendo el bien (=fidelidad), su trabajo no será baldío. La justicia sólo puede conducir a la felicidad. Y "aunque tarde espérala que ha de llegar sin retraso".

DABAR 1983/50


4.Ha/PROFETA:

Habacuc es un profeta que ha olfateado la catástrofe final, pero que, a diferencia de Nahúm, ha contemplado también la aurora de un porvenir más feliz (escribe hacia los años 625-612).

De todos modos, el profeta ha perdido el sentido de la actuación de Dios en la historia. No entiende el desarrollo de los acontecimientos; no sabe conjugarlos con la acción de Dios. Por eso lanza al cielo esta primera llamada (v.2-11), este primer desgarrador "¿hasta cuándo?". El hombre interroga a Dios desde su desgracia, desde su propia limitación, buscando ansiosamente una respuesta. Solamente en la fe hay "solución" para los momentos extremos del acontecer humano.

Las tablillas son el soporte al uso para conservar un testimonio escrito (cf.Ex 24,12;27,8;Is 30,8; y simbólicamente Jr 17,1;Prov 3,3;7,3). El que este pequeño oráculo (v.2-4) haya de ser grabado en tablillas da a entender que es el corazón del libro, lo más esencial, lo que debe permanecer. En él se presume que va a encontrar una salida a su angustiosa situación existencial. El mismo testimonio quedará en pie para los que se hagan similares preguntas en tiempos posteriores.

El "alma" viene a designar en la mentalidad hebrea toda la persona (también puede designar "la garganta", como en el v.5).

Se esboza aquí la figura del opresor que va a ser descrita en el resto del capítulo (v.20) y que es motivo de cinco fuertes maldiciones por parte del profeta. Este verso antitético condensa toda la teología de la historia. Viendo lo inicuo del hombre impío, resalta más lo justo del que se apoya solamente en Dios.

La mitad de los textos griegos lee "por la fidelidad a mí". Esta palabra de "fidelidad" adquiere en el NT el contenido de la fe.

La primera comunidad cristiana recurre a ella cuando quiere definir la situación del creyente respecto a Jesucristo. Las citas de Hab 2,4 por el NT (Rom 1,17;Gál 3,11;Heb 10,38) extienden la significación del término central de fidelidad para expresarlo en el de fe. Lo mismo los Padres de la antigua Iglesia. El hombre creyente experimenta una auténtica liberación interior cuando llega a saber que en la fe en Jesús tiene la clave de su propia historia y vida.

EUCARISTÍA 1989/46


5.

El profeta comienza su obra con un interrogante que es, al mismo tiempo, una lamentación. "¿Hasta cuándo... por qué...?" Las fórmulas son comunes, pero no tópicas. A través de la situación concreta del profeta que ha de contemplar desgracias, trabajos, violencias, catástrofes, luchas y con- tiendas sin que Dios dé muestras de percatarse de su situación, que es la de su pueblo, como si fuera impotente o distraído sólo sabe repetir: ¿por qué... hasta cuándo...? Es el interrogante que brota de la experiencia del mal humano cuando no aceptamos vivencialmente la respuesta de la fe dando sentido al dolor. En Habacuc este interrogante tiene fuerza de tragedia, porque para él no existía aún la Cruz ni la resurrección.

La respuesta de Yahveh en los versículos siguientes, no recogidos por esta lectura, es que va a suscitar a los caldeos o babilonios como instrumento de su justicia. Pero el profeta sigue expresando sus dudas, la lógica en el actuar de Dios. Si Yahveh es un Dios santo desde antiguo, ¿cómo puede castigar al malo con quien es peor que él? Si a su pueblo le ha castigado mediante los asirios y a éstos por los caldeos... ¿hasta dónde ha de llegar la malicia del hombre y esta cadena de instrumentos divinos de punición?

"¿Seguirá matando pueblos sin compasión?" Este pensamiento latente en la tradición judía, expresado poéticamente en Job a nivel particular y en Habacuc a nivel internacional, adquiere en nuestro texto el colorido de una especie de parábola en acción.

El injusto agresor es como un pescador y los pueblos son sus peces. Ante el engaño de su anzuelo, al que ofrece sacrificios, y de su red, a la que quema incienso, símbolos de sus divinidades con toda la pomposidad de su culto y liturgia, que deslumbró a los mismos hebreos, los pueblos pican inocentes sometiéndose a tributos y exigencias, "con ellos cogió rica presa y comida abundante". Sigue vaciando sus redes, sigue pescando y matando... haciendo de su poder un dios y el verdadero Dios, director de esta pesca, "¿sigue contemplando en silencio a los bandidos, cuando el malvado devora al inocente?" Y el profeta, con un gesto valiente, reta a Dios a que le dé una respuesta. Sus palabras son el eco del sentir de su pueblo. El, como vigía y centinela, permanecerá en pie hasta que Dios le responda. Hermosa imagen de la auténtica oración, de ese incircunstancial estar a la escucha de la Palabra de Dios.

La respuesta llegó. Dios le habló a él y mediante él a todos los hombres. Por eso se lo mandó poner por escrito y en grandes caracteres, para que todos pudiéramos leerla. En primer lugar, paciencia (PACIENCIA). Todo "ha de llegar sin retrasarse, pero, si tarda, espera". El tiempo no cuenta en el eterno presente de Dios. Junto a la certeza de la intervención divina, la inseguridad del momento. Durante esta expectación, "el injusto se hincha", diviniza su red, pero la hinchazón no es sino viento y vacío. En cambio, "el justo vivirá por la fe", salvará su vida mediante la confianza plena y única en Yahveh, con su fiel perseverancia en el cumplimiento de las exigencias divinas. Esta perla escondida del libro de Habacuc sirvió a san Pablo de base para afirmar la eficacia de la fe en Cristo (Rom 1,17; Gál 3, 11) y toda su doctrina sobre la justificación por la fe. El contenido paulino, como es obvio, desbordó el viejo envase teológico literario de Habacuc.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 869 s.


6./Ha/01/01-17:/Ha/02/01-04

De Habacuc sólo podemos afirmar que profetizó probablemente durante la invasión de los caldeos, finalizada con la conquista de Jerusalén el año 586. Pero los sentimientos de Habacuc quedan bien reflejados en el primer capítulo del libro. El problema del mal y del ejercicio de la justicia de Dios le atormenta. El ejército caldeo, que no tiene Dios ni ley, lo arrastra todo en su avance victorioso. A los ojos del profeta, lo que queda detrás de esos soldados no son personas; los súbditos rebeldes son tratados como bestias: «Amontonan prisioneros como arena» (v 9); "él los saca a todos con el anzuelo, los apresa con sus mallas, los coge en sus redes, y por ello se alegra y regocija" (15). Por Jeremías y Ezequiel sabemos que el pueblo de Israel no era entonces un pueblo limpio de culpa. Pero Habacuc nos recuerda que el flagelo de la guerra entonces (y siempre) castiga también al inocente. Por eso Habacuc se extraña sobre todo de la actitud de Dios: «¿Por qué, pues, miras a los pérfidos y callas, mientras el impío devora al inocente?» (13). Es sólo un grito valiente y sincero delante de Dios. El texto no pretende explicar el sufrimiento del justo. Por eso es todavía más incisivo el grito de Habacuc, el grito del justo ante la injusticia.

Los caldeos son un criminal «que hace de la fuerza su dios» (11). No tienen otro dios sino ésta. Por eso dice el texto: «ofrece sacrificios al anzuelo, incienso a sus redes» (16). Y no por el placer espiritual de someterse a un culto religioso, sino simplemente «porque por ellas acrecienta su provisión y es pingüe su comida» (ibid.). Idolatrar la fuerza y el poder es siempre productivo en nuestro mundo. De aquí que esta religión tenga tantos adeptos. A la fuerza física, al dinero, al poder político.... ¿quién no les tributa un día u otro homenajes? A veces por miedo. Por miedo del mañana, por falta de confianza en la ayuda definitivamente salvadora de Dios.

Pero Habacuc podía seguramente colocarse entre la larga serie de justos sufrientes. Por eso, porque Habacuc era un hombre básicamente justo, conserva -a pesar de todo- la confianza en la salvación de Dios: «El arrogante tiene un alma torcida; mas el inocente, por fiarse, vivirá» (2,4) La confianza de Habacuc es en todo caso aleccionadora: a pesar de lo bien que viven los orgullosos idólatras del poder, su camino lleva a la muerte, mientras que el justo vivirá si se mantiene fiel al pacto de la alianza. Aleccionador, porque Habacuc desconoce toda idea de resurrección o de inmortalidad. No recomienda, pues, vivir bien para adquirir el premio de la vida eterna. Para él sólo merece el nombre de vida la que se lleva de acuerdo con la impronta que ha infundido Dios creador y legislador en las criaturas. Amar a Dios y sentirse amado por él. Este es el premio de Habacuc. Si parece poca cosa, quizá es que no lo merecemos.

L. A. ARMENGOL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 783 s.


7.

En estos breves fragmentos del corto libro del profeta Habacuc encontramos el resumen de todo su mensaje.

No hay un acuerdo total a la hora de situar históricamente este libro. Mientras unos lo sitúan antes de la caída de Nínive (612 a. C.), la capital de la potencia opresora asiria, otros lo sitúan poco antes del primer sitio babilonio sobre Jerusalén (557 a. C).

Sea como fuere, la cuestión que trata el profeta es: ¿por qué Dios ha escogido a un pueblo extranjero para castigar a su pueblo? ¿Por qué unos injustos son el instrumento de Dios contra el pueblo que él mismo se ha escogido? En el fondo, podríamos decir que se trata del problema del mal en las relaciones internacionales.

El profeta, como hacen también Jeremías y algunos salmos, interpela a Dios, le pide explicaciones: ¿Por qué? ¿Hasta cuándo? La respuesta de Dios hay que grabarla con claridad para que quede como testimonio de que no es difícil de entender. Es una palabra con un dinamismo interno, que lleva a la realización segura.

La frase final, que es la "visión" que hay que grabar para que se pueda leer fácilmente y que se realizará con toda seguridad, es difícil de traducir. Parece que el sentido va en la línea de la traducción litúrgica: sólo hay un camino: el de la fidelidad a Dios; el que "tiene el alma hinchada" acabará sucumbiendo; sólo vivirá el justo, es decir, el que confía en Dios y, por eso, se mantiene fiel a su alianza. Esta frase servirá a Pablo para hablar de la "justificación por la fe".

J. M. GRANE
MISA DOMINICAL 1992/13