COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mc 10, 2-16 

Par: Mt/19/02-15  Lc/18/15-17

 

1.DIVORCIO/MA:

Según Mateo (19,3), se acercaron a Jesús unos fariseos exigiéndole que se definiera en una cuestión de escuela; esto es, en la polémica mantenida entre los rabinos Schammai (rigorista) e Hillel (laxista) sobre el motivo suficiente para repudiar a la mujer conforme a lo dispuesto por Moisés. Pero en este texto de Marcos, la cuestión planteada por los fariseos es la licitud o no del divorcio. Marcos escribe para los romanos, a quienes no les interesaba tanto la legislación mosaica sobre el libelo del repudio cuanto el problema más radical de la licitud del divorcio. De ahí la diversidad del planteamiento en uno y otro evangelio.

Jesús, sin esperar que le citen el Dt 24,1, les pregunta qué ordena Moisés al respecto.

Los fariseos responden correctamente, y así fija con claridad el estado de la cuestión. Y pasa a interpretar la ley de Moisés como una concesión necesaria por causa de la dureza de corazón de los judíos, incapaces de guardar un orden moral más elevado. En toda concesión, perfectamente legítima en determinadas circunstancias no hay que buscar nunca el ideal al que debe orientar tanto la legislación como la conducta humana. También esta concesión de Moisés implica una tolerancia y en cierto sentido una acusación. Jesús, que no condena a Moisés, denuncia la dureza de corazón de los judíos.

Y elevándose por encima de las leyes, siempre condicionadas por las situaciones históricas de un pueblo determinado, Jesús proclama lo que fue un principio y lo que debe ser el fin del matrimonio.

Lo mismo que en las famosas antítesis del Sermón de la Montaña (Mt 5, 21-48), Jesús no opone aquí propiamente una ley a otra, aunque, ciertamente, corrige y completa lo que era todavía imperfecto en la ética del A.T. Por lo tanto, la declaración de Jesús debe anunciarse como evangelio. Lo mismo que las bienaventuranzas. En ninguno de los dos casos el creyente debe desoir lo que se propone como expresión de la voluntad salvadora de Dios.

Lo que Jesús ha dicho originariamente, la palabra del Señor, se concreta luego en la comunidad de los discípulos ("en casa", una expresión que alude probablemente a la comunidad cristiana).

Pero Mateo, que presupone otro ambiente comunitario (el judeo-cristiano) recoge otra tradición en la que se concreta la misma palabra del Señor de una forma legal menos rigurosa (Mt 5, 32; 19,9). También la Iglesia, hasta nuestros días, se ha visto obligada a hacer concesiones sin renunciar nunca al ideal del matrimonio que proclama Jesús para todos los creyentes; por ejemplo, al admitir la separación conyugal sin nuevo matrimonio y, sobre todo, anulando el matrimonio rato y no consumado. Hay que notar que este matrimonio "rato" es verdadero matrimonio.

EUCARISTÍA 1982, 45)


 

2.

En este pasaje de Marcos se presenta a Jesús, sobre todo como el intérprete supremo del Antiguo Testamento. Al remitir a la Escritura, Jesús muestra una autoridad que le coloca, en cierto modo, en el mismo nivel de los textos sagrados, si es que no por encima de ellos.

Junta audazmente los dos versículos del Génesis relativos a la creación del hombre y de la mujer (Gn 1, 27 y 2, 24), añadiendo así a la tesis teórica, precisa pero fría, del primero, el calor vital del segundo. Después, relaciona el versículo del Génesis con el del Deuteronomio, citado por los fariseos, para hacerles juzgar al uno con el otro, o, más bien, para decidir que el uno juzga al otro y lo anula. Se considera al versículo del Deuteronomio como excesivamente "permisivo", influenciado por la estrechez de espíritu o la dureza de corazón de sus primeros destinatarios. Se otorga la diferencia al versículo del Génesis, más exigente. Así se refirió Jesús a las Escrituras, pero lo hizo con autoridad, decidiendo sobre el valor respectivo de los textos.

Para el evangelista, ahí está el punto esencial. Jesús es el intérprete autorizado del Antiguo Testamento. Los fariseos que le rodean no pueden dar más que una exégesis menguada y parcial.

Sólo Jesús expresa la auténtica verdad bíblica. Además, decide sobre la doctrina relativa al matrimonio. Recuerda la verdadera igualdad de los sexos, prevista por el Génesis, y de ella deduce consecuencias imprevistas. El autor del Génesis no había considerado la indisolubilidad del matrimonio; Jesús la lee en su texto, y la enseña. Con él, y a través del Antiguo Testamento adquieren sus plenas dimensiones, y se hacen definitivas; pues, como se sabe, "él tiene palabras de vida eterna".

LOUIS MONLOUBOU
LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE MARCOS
EDIT. SAL TERRAE SANTANDER 1981.Pág. 133


 

3.

La versión de Marcos concerniente a la discusión entre Jesús y los fariseos sobre el divorcio es ligeramente diferente de la de /Mt/19/01-09. El segundo evangelista, teniendo en cuenta a un público poco familiarizado con el juridismo de la ley judía y la Palabra de Dios, insiste más que Mateo en la ley de la naturaleza. Dice también que "Dios les hizo hombre y mujer" (v. 6), mientras que Mateo se refiere a una "palabra" de Dios a Adán y Eva (Mt 19, 5). Y mientras que Mateo distingue la ley de Moisés y lo que éste ha tolerado en algunos casos, Marcos hace referencia directamente a la voluntad de Dios (v. 9). Por último, descartando el inciso de Mt 19, 9, Marcos evita una seria dificultad de interpretación del pensamiento de Jesús.

Para él, el hombre no puede destruir una unidad inscrita en su naturaleza.

a) La discusión sobre el divorcio se sitúa en tres niveles sucesivos. Al comentar el Dt 24, 1, los fariseos habían ampliado considerablemente los motivos de ruptura, pero no se habían puesto de acuerdo en torno a la lista de éstos (cf. Mt 19, 3). El evangelista no alude a estas discusiones; únicamente supone que los fariseos acaban de preguntar a Jesús si está permitido repudiar a su mujer, pregunta un tanto sorprendente por parte de aquellos, ya que tal posibilidad era admitida por el Dt 24, 1. Marcos no ofrece, en este aspecto, la versión original.

El evangelista considera que los fariseos se refieren a la propia ley (v. 4). Pero esta prescripción, les dice Jesús, debe ser abolida y la solución ha de buscarse a nivel de la voluntad de Dios, inscrita en la naturaleza (Gén 1, 27; 2, 24), según la cual el hombre y la mujer deben permanecer unidos. Ningún hombre, incluido Moisés, tiene derecho de deshacer esta unidad radical del matrimonio (vv. 11-12).

b) Para comprender bien el alcance de esta perícopa no debe olvidarse que el mensaje que contiene forma parte del anuncio del Reino que viene bajo el aspecto de un paraíso por segunda vez encontrado. Marcos ha hecho ver ya que el Reino era una victoria sobre el pecado original (Mc 2, 1-10?), una victoria sobre la enfermedad y la muerte (Mc 5, 21-43).

En este pasaje, Marcos precisa que el Reino es también una reanudación del proyecto inicial, concerniente a la unidad del matrimonio por el amor.

La aventura conyugal es, en definitiva, uno de los terrenos privilegiados en que toma cuerpo la venida del Reino, con tal de que sea vivida con la máxima fidelidad a la iniciativa original de Dios.

La doctrina de Marcos es, pues, muy clara: el matrimonio no es solamente un contrato facultativo entre dos personas, sino que está implícito en él la voluntad de Dios, inscrita en la complementariedad de los sexos. No basta la sola voluntad de los esposos para explicar el matrimonio y su unidad: la propia voluntad de Dios y su unidad son parte interesada en el matrimonio. Esta es la razón por la que el divorcio no es solamente una injusticia contra el consorte perjudicado; es también una injusticia contra el mismo Dios. Aún se puede preguntar si la armonía de las voluntades es hasta tal punto clara que lleva consigo realmente -con todas las posibles limitaciones de los compromisos humanos- una unión natural aceptable y, como consecuencia, la expresión de la voluntad divina.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VII
MAROVA MADRID 1969.Pág. 140


 

4.

Otra dimensión esencial de la nueva comunidad mesiánica será la renuncia al orgullo. El relato de los niños es bastante claro a este respecto: los discípulos no reñían a los que llevaban niños porque pudieran molestar al maestro, sino precisamente porque los niños no representaban nada.

Según ellos, el reino de Dios era un asunto de adultos; y para alcanzarlo era necesario hacer opciones conscientes, tener determinados méritos, realizar las obras correspondientes. Jesús piensa todo lo contrario: el reino de Dios tiene que ser recibido, o sea es una iniciativa divina. Por lo tanto, la única postura apta para "recibir" es la de los niños: el reino de Dios se recibe primero, después se entra en él.

A lo largo de los siglos la ascética cristiana ha abusado no poco de este texto, queriendo presentar el infantilismo irresponsable como la auténtica actitud de un cristiano.

Ahora bien, según esta ascética equivocada, esta "irresponsabilidad" se ejerce frente a unos hombres determinados que imponen tiránicamente sus ideas: o mediante una seducción personal de tipo iluminista o mediante el chantaje de los intereses económicos, sociales y políticos.

Jesús habla de todo lo contrario, o sea del reino de Dios. Este es un subrayado constante del segundo evangelio: en aquellas primitivas comunidades ya apuntaba el peligro de presentarse como el "sucedáneo" de Jesús. Según este texto, la resurrección habría colocado a Jesús en una altura inaccesible, dejando su puesto vacío a disposición de unos responsables puramente humanos que tendrían que hacer lo mismo que Jesús. El segundo evangelista se rebela constantemente contra esta perspectiva: la resurrección de Jesús ha hecho que siga presente en la comunidad cristiana y que su puesto no pueda ser ocupado por nadie. Solamente él puede tener el "capricho" de llamar discípulos sin dar ninguna razón.

Los discípulos de Jesús serán niños, sí, pero solamente ante Dios; ante los demás deberán ser conscientes y responsables, e incluso no deberán permitir que se produzca esa intromisión de los dirigentes eclesiales cuando se hacen pasar por "sucedáneos" de Jesús, creando para ello una cristología evasiva y una consiguiente eclesiología triunfalista.

De aquí también se deduce que una inspiración cristiana de la pedagogía deberá buscar ansiosamente que este estado de infantilidad se mantenga solamente ante Dios, no ante ningún poder terreno. Esta es la pedagogía liberadora: el monopolio de Dios sobre la conciencia del hombre obliga a los creyentes a no tolerar que nadie ponga sus manos sobre la libertad del ser humano, incluso desde sus primeros balbuceos.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1175 s.


 

5.

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre

Era muy viva entre los rabinos del tiempo de Cristo la discusión sobre la interpretación que había que dar a los pasajes del Pentateuco en los que se legisla sobre las posibilidades que tiene el hombre de repudiar a la mujer (cf. Dt 24,1), y los fariseos querían saber la opinión de un maestro cualificado como Jesús. Por eso, en el texto paralelo de Mt (19,3) se añade si el repudio puede ser "por cualquier motivo", que es la cuestión que realmente se planteaba en la polémica rabínica. Pero Mc, que escribe para un ambiente muy alejado de los problemas legales judíos, convierte el tema en una enseñanza general sobre el matrimonio y el divorcio. Por eso, añade también al final, paralelamente a la crítica contra el divorcio promovido por el hombre (única posibilidad entre los judíos), la crítica contra el promovido por la mujer (posible en las leyes de los países paganos).

Jesús responde al problema presentando el ideal de plenitud mesiánica, como había hecho en otros momentos (cf. el sermón de la montaña), ideal que consiste en la plena aplicación del plan de Dios sobre el hombre. Efectivamente, la ley de Moisés, que contenía la concesión de la posibilidad del repudio, estaba hecha para regular la vida de los hombres en un mundo sometido al pecado y en el que los corazones no estaban plenamente impregnados de la voluntad de Dios. Pero ahora, en la nueva época mesiánica, cuando como habían anunciado los profetas el amor de Dios será grabado en el corazón de cada hombre, el planteamiento de toda esta cuestión tendrá que ser otro: tendrá que ser la plena realización de lo que Dios había dicho al principio, cuando el pecado aún no había llegado al mundo y no había puesto el veneno capaz de destruir la unión de hombre y mujer: que esta unión hace que el hombre y la mujer sean una sola carne, algo inseparable. Y esto por este motivo, hecho realidad al menos como ideal: porque el pecado destructor ha sido superado, y los corazones de los hombres han sido transformados por Dios.

JOSEP LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994, 13


 

6.

El capítulo de Marcos nos presenta a Jesús de camino. Se aleja lentamente de su Galilea natal, hasta llegar a Judea y a Jerusalén, meta de su peregrinación. La tensión sube gradualmente. La confrontación con los dirigentes judíos va en aumento y la incomprensión de los discípulos se hace más evidente. Todo. desembocará en la soledad del Gólgota.

Hoy, y en los tres próximos domingos, leeremos las cuatro perícopas de este capítulo de Marcos. No se ha de perder la visión de su conjunto, para entender mejor cada una de ellas: la "prueba" de los fariseos, el desengaño del joven rico, las pretensiones de los Zebedeos y la curación del ciego de Jericó.

La legislación judía ha admitido siempre el divorcio. La "prueba" de los fariseos consiste en obligar a Jesús a tomar partido en favor de una de las tendencias de la época: la rigorista, que tan sólo admitía el divorcio en casos graves; o la liberal, que la aceptaba por cualquier causa. Jesús opta por una huida hacia adelante. Basándose en la Escritura y mediante un método de argumentación típicamente rabínico, se coloca en el ideal del proyecto querido por Dios en Génesis 2.

Esta perícopa no constituye tanto una página de Derecho Canónico, como una una interpelación dirigida a todos, célibes y casados, para que revisemos y confrontemos nuestra vida de cada día con el proyecto de vocación al que Dios nos llama desde siempre.

JORDI LATORRE
MISA DOMINICAL 2000 12 43


7. ACI DIGITAL 2003

3. Véase Mat. 10, 16 y nota: "Mirad que Yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas".

4. Ni saludéis: Los orientales son muy ceremoniosos y para ellos saludar equivale a detenerse y perder tiempo. Véase Mat. 10, 9 s. y nota.

12. El rechazo de los predicadores del Evangelio es para Jesús el peor de los agravios (Juan 12, 47 s.).

13. Él ¡ay! del Señor se ha cumplido de modo espantoso. Las ruinas de esas ciudades lo denuncian hasta hoy. Cf. 11, 21 - 23: "Cuando el hombre fuerte y bien armado guarda su casa, sus bienes están seguros. Pero si sobreviniendo uno más fuerte que él lo vence, le quita todas sus armas en que confiaba y reparte sus despojos. Quien no está conmigo, está contra Mí; y quien no acumula conmigo, desparrama".

16. Véase Mat. 10, 40: "Quien a vosotros recibe, a Mí me recibe, y quien me recibe a Mi, recibe a Aquel que me envió"; Juan 13, 20: "En verdad, en verdad, os digo, quien recibe al que Yo enviare, a Mí me recibe; y quien me recibe a Mí, recibe al que me envió".