REFLEXIONES
 

1.

-TODA LA VIDA VIVIDA COMO SERVICIO

Los criterios de actuación, las "virtudes" que el evangelio de hoy nos propone, son el servicio y la acogida. Y el problema es que son palabras muy sabidas y que, por ello, se pueden convertir en muy superficiales.

Sería útil hacerse consciente del inmenso contraste que se da en la escena evangélica. Jesús, como el domingo anterior, ha hablado a sus discípulos del sentido de su misión, y de la dramática culminación que tendrá cuando morirá en la cruz: la primera lectura de hoy ayuda a captar más profundamente este dramatismo.

El domingo pasado, el anuncio de que la promesa de vida nueva del Mesías se realizaría a través del fracaso de la cruz había suscitado la reacción contraria de Pedro. Hoy, la reacción es mucho más lamentable y entristecedora: los discípulos ni siquiera han escuchado, sus preocupaciones se dirigían hacia el éxito personal, exactamente lo contrario de lo que Jesús intentaba explicarles. Y Jesús, pues, debe volver a explicar y a insistir en el estilo que él propone: se trata de querer vivir toda la vida como servicio; y se trata de saberlo reconocer a él no en los grandes y prestigiosos, sino en los humildes y débiles.

-ALGUNAS CONCRECIONES POSIBLES

1. El camino es la cruz. Hay que notar que se repite el tema del domingo pasado, y decir que eso nos hace caer en la cuenta de que un cristiano no puede hacer como si la entrega de Jesús hasta la muerte por amor fuera únicamente un hecho a recordar. La cruz de Jesús es el único camino para el cristiano, la única manera de llegar a la vida. La primera lectura nos recuerda, además, que la cruz es vejación, burla, tortura, fracaso. Por eso, sería bueno invitar al agradecimiento por el amor que Jesús ha mostrado con su entrega, afirmar nuestra fe en que de la cruz de Jesús brota vida inagotable, y reafirmar el convencimiento de que el camino de Jesús tiene que ser también nuestro camino.

2. Un estilo de vida. La propuesta de Jesús es un estilo que abraza toda la vida: por poner un ejemplo muy evidente, no seguiría en absoluto a Jesús quien en su casa pegara a la esposa y en cambio fuera muy solícito en ayudar a las ancianas a cruzar la calle: y ocurre que esta manera de actuar, que parece caricaturesca, se da, lamentablemente, más de lo que parece.

Sería conveniente que ayudáramos a concretar todo eso según las diversas circunstancias: en el trabajo, revisar si lo que uno pretende es únicamente escalar o si en cambio es capaz de ser solidario con los problemas aunque ello le comporte perjuicios; en casa, revisar si uno refunfuña siempre, o si siempre quiere tener razón, o bien si es capaz de reprimirse y ceder para una mejor convivencia; en el tiempo libre, revisar si uno únicamente busca la tele o cualquier otra evasión, o bien si es capaz de dedicar tiempo a la familia y a labores sociales del tipo que sean; cuando uno tiene dinero y poder, revisar si está convencido de que los menos afortunados tienen tanto derecho como él a vivir bien. Y así sucesivamente.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1991, 13


 

2. CR/COMPROMISO

"El hombre es invitado a compartir los sufrimientos de Dios a manos del mundo ateo. El hombre debe zambullirse en la vida del mundo incrédulo, pero sin pretender paliar su incredulidad con una apariencia religiosa y sin intentar transfigurarla... Ser cristiano no significa ser religioso de una manera especial, o cultivar una forma concreta de ascetismo. Ser cristiano significa ser hombre. Lo que convierte al cristiano en cristiano, no es un acto religioso particular, sino la participación en el sufrimiento de Dios en la vida del mundo... Jesús no nos invita a una nueva religión: Jesús nos invita a la vida. ¿Qué es esta vida y esta participación en la impotencia de Dios en el mundo?... Volveremos a hablar de ello otra vez".

DIETRICH BONHOEFFER

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(Pero para el escritor de estas líneas no hubo "otra vez". La Gestapo entró en su celda y se lo llevó. Así, en lugar de hablar sobre la participación en el sufrimiento de Dios en el mundo, él mismo participaba efectivamente).


 

3. AUTORIDAD/PODER

Sorprendente pero inexorablemente, el análisis del fenómeno de la autoridad ha desembocado en el estudio del poder. Pero autoridad y poder no son lo mismo. Ya Max-Weber distinguía con claridad entre el poder, o probabilidad que tiene uno de imponer su voluntad a los otros, y la autoridad, o probabilidad de que la voluntad de uno sea aceptada por otros.

Para tener "poder", basta con que uno pueda imponer a otro sus decisiones, aunque sea recurriendo a medios injustos (opresión, represión, tortura, amenazas, ejecución). Para tener autoridad, uno tiene que contar con la aceptación de los otros. El poder puede recibirse desde arriba; la autoridad sólo puede obtenerse desde abajo. El poder puede entregarse a dedo; la autoridad, sólo por elección de la base. El poder puede ejercerse despóticamente; la autoridad sólo puede ejercerse como servicio. Ahora bien, el servicio de la autoridad no es mandar, sino servir. Es decir, la función social de la autoridad, la que hace su ejercicio legítimo y razonable, no es la de mandar y funcionar como poder, imponiendo sus intereses, criterios y decisiones a los demás, sino la de servir a todos, haciendo posible que todos puedan jugar sus propios intereses y sus propias decisiones.

Para los cristianos está más que claro que la autoridad no puede ejercerse legítimamente como poder, sino como servicio. Y también está clarísimo que las celebradas "dotes de mando" son precisamente los vicios fundamentales que incapacitan para el ejercicio de la autoridad; pues no son aptos para el ejercicio de la autoridad los que sirven para mandar, sino los que están capacitados y tienen voluntad firme de servir. La autoridad, así entendida, es un auténtico servicio a la comunidad y puede ser conferida a una persona responsable; pero el poder no puede enajenarse en manos de nadie, sino que debe fragmentarse de tal modo entre los que mandan, que el pueblo nunca pierda el poder. Es su ruina.

EUCARISTÍA 1976, 52


 

4.

El camino del servicio a los demás hasta dar la vida se opone radicalmente al camino del dominio sobre los demás hasta no dejarles vivir. Por eso es tan difícil comprender el camino de Jesús, porque la ambición y la voluntad de poder están arraigadas fuertemente en nosotros. Y ésta es la razón también de un gran malentendido: Se dice que la autoridad es un servicio, y lo que se quiere decir con ello es que los que ostentan la autoridad sirven al pueblo mandando. Pero esto es justamente lo contrario de lo que pensaba Jesús cuando decía a sus discípulos: "Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos".

EUCARISTÍA 1976, 52