COMENTARIOS AL SALMO 67

 

1. INQUISICIÓN /Sal/067/02. FANATISMO.INTERESES.

Dios no necesita defensa. En los viejos escudos de la Inquisición se podía leer: "Levántate, Señor, y defiende tu causa". Pero esta causa no era la de Jesús, sino la de los intereses sacralizados de una parte de la sociedad. En nuestras reivindicaciones en pro de unas leyes con inspiración ética cristiana, ¿es al hombre y al débil a quien defendemos o, debajo de nuestra enmarañada argumentación, solo pretendemos, como Pedro, salvar a Dios? Triste sería, además, que bajo esa sagrada palabra se escondiesen sólo los intereses de un grupo social que la gente conoce como iglesia.

EUCARISTÍA 1987, 42


2.

PRIMERA LECTURA: CON ISRAEL

* Esta oda épica, salmo del reino, está dedicada "al Dios Rey". La ambientación es de una fantástica fiesta de victoria: después de una batalla victoriosa, el rey entra en su capital y escoltado por todo un pueblo alborozado, va a dar gracias al templo. Las alusiones al pueblo de Israel son numerosas.

SEGUNDA LECTURA: CON JESÚS

** Hay que ir más allá de las imágenes grandiosas de esta epopeya, y leerla con el corazón, como una interpretación de "la historia": el Dios de los "pobres", el que ha escrito en su tarjeta de visita: "Padre de los huérfanos y defensor de las viudas", pone todo su poder de "cabalgador sobre las nubes" al servicio de quienes ama con predilección, para pulverizar a sus enemigos. ¡La gran victoria de aquel Dios, es la cruz de Jesús! El triunfo del rey, su cortejo de victoria, es la subida a los cielos el día de la ascención, la verdadera ascensión de los pueblos a Jerusalén, es Pentecostés de la Iglesia. La verdadera "tierra prometida" a todos los hombres, no es otra cosa que este "santuario" en que Dios reside personalmente: su propia vida eterna. Todo esto merece el estilo exultante de esta marcha triunfal"... " A lo largo de las largas, largas llanuras, el pueblo inmenso avanza lentamente", cantaba el Padre Duval.

TERCERA LECTURA: CON NUESTRO TIEMPO

*** Ninguna época, como la época moderna ha sido sensible al "sentido de la historia". Este salmo nos revela, "hacia dónde" va la humanidad: los sobresaltos, los cambios de las civilizaciones, las guerras... Las absurdas violencias sanguinarias... La opresión en todas sus formas... El pecado, la muerte... Todo esto avanza hacia "la culminación de la historia" que será la victoria del amor: "las puertas de la muerte pertenecen a Dios". La historia es incomprensible sin el "acontecimiento central" presente en su corazón: la Resurrección de Jesucristo: "Vexilla regis prodeunt, fulget crucis mysterium". "Los estandartes del rey avanzan, y el misterio de la cruz resplandece".

¡Bendito sea Dios! ¡Levántate Dios, ven a salvarnos! 

NOEL QUESSON
50 SALMOS PARA TODOS LOS DIAS. Tomo I
PAULINAS, 2ª Edición
BOGOTA-COLOMBIA-1988.Págs. 126-129


3. DEL SINAÍ A SIÓN

Sabía que mi vida es una marcha, y siempre he querido que mi marcha sea del Sinaí a Sión, contigo como jefe. Sinaí era tu voz, tu mandamiento, tu palabra empeñada de llevar a tu Pueblo a la Tierra Prometida; y Sión es la ciudad firme, la fortaleza inexpugnable, el Templo santo. Mi vida también va, con tu Pueblo, de la montaña al Templo, de la promesa a la realidad, de la esperanza a la gloria, a través del largo desierto de mi existencia en la tierra. Y en esa marcha me acompaña tu presencia, tu ayuda, tu dirección certera por las arenas del tiempo. Me siento seguro en tu compañía.

«Oh Dios, cuando salías al frente de tu pueblo y avanzabas por el desierto, la tierra tembló, el cielo destiló ante Dios, el Dios del Sinaí; ante Dios, el Dios de Israel».

La peregrinación se hace dura a veces. Hay peligros y enemigos, está el cansancio de la marcha y la duda de si llegará alguna vez a su término, a feliz término. Hay nombres extraños a lo largo de la tortuosa geografía, reyes y ejércitos que amenazan a cada vuelta del camino. Los picos de Basán le tienen envidia a la colina de Sión, y la enemistad de los vecinos pone asechanzas al paso del Arca que lleva tu Presencia. Pero esa misma Presencia es la que da protección y victoria en las batallas diarias de nuestra peregrinación de fe.

«¡Se levanta Dios y se dispersan sus enemigos! Cantad a Dios, tocad en su honor, alfombrad el camino del que avanza por el desierto; su nombre es el Señor: alegraos en su presencia. Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece; sólo los rebeldes se quedan en la tierra abrasada».

Mi peregrinación se afirma al saber que también es la tuya. Tú vienes conmigo. Tú eres el Señor del desierto como eres el Señor de mi vida. Tú llevas contigo a tu Pueblo, y a mí con él. Me regocijo como el último miembro de esa procesión sagrada, el Benjamín entre las tribus de Israel.

«Aparece tu cortejo, oh Dios, el cortejo de mi Dios, de mi Rey, hacia el santuario. Al frente marchan los cantores; los últimos, los tocadores de arpa; en medio, las muchachas van tocando panderos. ¡En el bullicio de la fiesta bendecid a Dios, al Señor, estirpe de Israel! Va delante Benjamín, el más pequeño, los príncipes de Judá con sus tropeles, los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí».

Ese es mi gozo, Señor, y ésa es mi protección: andar en compañía de tu Pueblo. Sentirme uno con tu Pueblo, luchar en sus batallas, llorar en sus derrotas y alegrarme en la victoria. Tú eres mi Dios, porque yo pertenezco a tu Pueblo. No soy un viajero solitario, no soy peregrino aislado. Formo parte de un Pueblo que marcha junto, unido por una fe, un Jefe y un destino. Conozco su historia y canto sus canciones. Vivo sus tradiciones y me aferro a sus esperanzas. Y como signo diario y vínculo práctico de mi unión con tu Pueblo, renuevo y refuerzo la amistad en oración y trabajo con el grupo con el que vivo en comunidad en tu nombre. Célula de tu Cuerpo e imagen de tu Iglesia. Son los compañeros que tú me has dado, y con ellos vivo y trabajo, me muevo y me esfuerzo, trabajo y descanso en la intimidad de una familia que refleja en humilde miniatura la universalidad de toda la familia humana de la que tú eres Padre.

«Oh Dios, despliega tu poder; tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro. A tu templo de Jerusalén traigan los reyes su tributo».

En cierto modo, en fe y en esperanza, ya hemos llegado al fin del viaje. Ya estamos en Jerusalén, estamos en tu Templo, estamos en tu Iglesia. «Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría». La alegría de saber que tenemos ya prenda de lo que seremos para siempre en plenitud perfecta. La alegría de un viaje que lleva ya en su comienzo el anticipo de la llegada. La alegría del viajero unida a la satisfacción del residente. Somos a un tiempo peregrinos y ciudadanos, estamos en camino y hemos llegado, reclamamos tanto el Sinaí como Sión por herencia. Contigo a nuestro lado, peregrinamos con alegría y llegamos con gloria.

«Bendito el Señor cada día; Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación».

CARLOS G. VALLÉS
BUSCO TU ROSTRO
Orar los salmos
Sal Terrae, Santander 1989, pág. 127s.