REFLEXIONES

1.

1.Como ya indicamos, el evangelio de hoy se sitúa inmediatamente después del evangelio del domingo pasado. Es un texto que puede parecer desconcertante: el Señor, que acaba de alabar a Pedro, ahora le dice ni más ni menos: "Quítate de mi vista, Satanás". Pedro, el discípulo por excelencia, ofrece en los evangelios esta imagen contrapuesta: es el creyente, el hombre que confía en Jesús; pero es también el que no entiende sus caminos y niega a su maestro.

2. Estas palabras son las mismas que Jesús dirigió al tentador (Mt 3, 10; Domingo 1 de Cuaresma). La coincidencia es significativa, y nos explica que la tentación no es sólo un hecho anecdótico, situado al comienzo de su ministerio, sino que acompañó a Jesús toda la vida. Pedro, como el tentador, quiere hacerlo caer, es decir, quiere desviarlo del camino que el Padre le indica, y aún cree hacerle un favor; ya no piensa como Dios, sino como los hombres.

3. Los estudiosos de los evangelios nos explican que este fragmento forma parte de un bloque importante y clave, que aparece en todos los tres sinópticos: la confesión de Pedro, el anuncio de la pasión, la llamada a seguirle por su mismo camino, la transfiguración. Si en el reto a Pedro hallábamos un eco de la respuesta al tentador, en la transfiguración hallamos -en la voz de la nube- un eco de la voz del cielo oída en el bautismo. Entonces estábamos en un momento importante: el inicio del ministerio público. Ahora estamos en otro también importante: al cabo de un cierto tiempo, ya se ve que la aventura no tiene el éxito que podía esperarse, se puede terminar mal. Es, pues, una hora propicia para la tentación, que Jesús también supera. Y una hora propicia para que el Padre confirme el camino del Hijo:

"Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle" (17, 5). Los discípulos deben escucharle, deben entrar por los caminos de Dios, y no querer llevar a Jesús según sus criterios humanos.

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1987/17


2. /SAL/062 "Tu gracia vale más que la vida" (salmo). Más que comentarios, el salmo de hoy pide ser saboreado. Es un creyente quien habla: uno que está enamorado de Dios y que es feliz a la sombra de sus alas. No se trata de razonamientos ilustrados; mil razonamientos no son capaces de comunicar una pizca de emoción. Sí: sabernos -sentirnos íntimamente- amados por Dios, esto es la gracia, ¡vale más que la vida! ¿Qué sentido tiene esforzarse en ganar todo el mundo o en salvar la propia vida? (evangelio). Vana pretensión. Dejémonos penetrar por el amor que Dios nos tiene.

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1987/17


3. MP/VCR:

La reacción de Pedro tipifica la crisis que provoca el misterio de la muerte y resurrección del Hijo de Dios. Es lógico que la figura del Servidor que sufre se estrelle ante los pensamientos humanos. No hace falta ser muy observador para darse cuenta de que nadie es amante de las dificultades; la misma vida personal es un buen testimonio. Incluso, en la primera lectura, se nos presenta a Jeremías como un hombre en crisis.

SFT/POR-QUÉ: La verdad es evidente: el misterio pascual se identifica con la existencia cristiana. El hecho de seguir al Señor incluye el realismo de la cruz. La vida hay que entregarla para poder participar de la resurrección. Y la crisis -nos lo asegura el evangelio- se transforma por medio de la gloria del Padre, que el Hijo del hombre dará como paga a sus servidores. Así queda explicado el misterio del dolor desde una perspectiva última (escatológica).

De hecho, el tema del sufrimiento adquiere hoy un relieve importante. Hablar del misterio pascual es bonito, pero su realidad llega a ser cruda. El dolor conduce al hombre a la rebelión y es difícil de asimilar.

En la vida humana aparece muchas veces un interrogante idéntico: ¿Por qué el dolor? Esta pregunta nos sugiere otras similares: ¿Qué significa un mundo lleno de enfermos, afligidos, atormentados, neurasténicos, tímidos...? ¿Por qué nos limitan las afecciones y las pasiones? ¿Por qué razón se encallan los proyectos y esperanzas...? Da la impresión de que nos movemos en un ambiente completamente hostil e ilógico. Lo que podríamos hacer si fuéramos equilibrados, si tuviéramos salud, etc. Esta falta de lógica ¿hay que atribuirla a Dios? Ahora se podría hacer referencia a la famosa frase paulina: "Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia." (/Col/01/24).

El ejemplo es importante. Un hombre prisionero y lleno de alegría, llamado a predicar y retenido por las cadenas. Es un caso clarísimo de tergiversación de proyectos. Hay una lección: existen los proyectos de Dios. Quien los capta encuentra la alegría.

Fijándonos en la exhortación: conviene descubrir el gran secreto de Dios. Conviene medir la identificación con Cristo. Esta no se da sin la muerte y la resurrección. Por eso "completar las tribulaciones de Cristo" adquiere su valor. Partiendo de la identificación Cristo-Iglesia, se debe explicar que la continuación de la obra de Cristo comporta sufrimiento y que el trabajo de los creyentes consiste en construir la imagen del Siervo en su corazón, proclamar la cruz con los actos: en definitiva, se trata de una predicación viva del Cristo crucificado-resucitado.

Hay otro aspecto: el dolor como intimidad con el Señor y, por lo tanto, como mayor posibilidad de compasión, consuelo y afecto para los demás. No se puede olvidar el aspecto de intercesión salvadora que es propia del dolor.

Es bueno tener muy presente que el misterio pascual es el elemento unitario de la vida cristiana. Así pues, toda la vida eclesial (sacramentos, ascética...) es una actualización de esta realidad, evidentemente, para profundizarla en el corazón de los que han muerto y resucitado con Cristo por el bautismo.

Todavía se puede considerar otro elemento: el seguir al Señor es duro, pero también es verdad que nada puede alejar de la opción de la fe a aquel que ha experimentado el fuego de Dios (recordad Jeremías).

J. GUITERAS
MISA DOMINICAL 1975/16


4.

1. SITUACIONES LÍMITE DE JEREMÍAS Y JESÚS

Tanto en la primera lectura como en el evangelio encontramos expresiones duras y exclamaciones contundentes, seguramente fruto de angustias y de tensiones interiores de Jeremías y de Jesús.

En efecto, Jeremías ora al Señor desde su sufrimiento: "Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar: ¡Violencia! Me dije: No hablaré más en su nombre. Pero la palabra del Señor era en mis entrañas fuego ardiente". Y Jesús, con el grupo de confianza de los primeros discípulos, no se siente comprendido y apoyado por ellos lo suficiente. Al contrario, "Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: -¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte". Y la tensión interior de Jesús explota con vehemencia: "Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios".

Tanto el pueblo de quien Jeremías es profeta como la incipiente comunidad cristiana necesitan entrar en una segunda conversión.

También nosotros, todos los cristianos, y la misma Iglesia entera, siempre necesitamos entrar en una segunda conversión.

2. NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN

El cristiano en el camino de la fe pasa por situaciones oscuras y de límite. A veces estamos decepcionados de muchas cosas, de personas, de la comunidad, de nosotros mismos, a veces nos sentimos algo inútiles y no encontramos demasiado sentido a la vida. Quizás hemos trabajado mucho y bien, hemos sido generosos y nos parece que nuestro amor a Dios y al prójimo merecería un mejor resultado. Parece que deberíamos sentirnos felices y contentos, esperanzados. .. Y en cambio padecemos como un vacío, una tibieza y endurecimiento de corazón, nos sabe mal habernos esforzado tanto para nada. En estos momentos nos entran mejor las palabras del evangelio de hoy, pero al revés: "¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?". Nosotros, en cambio, diríamos: ¿De qué le sirve a un hombre servir a Dios y a los hermanos, si arruina su vida? Procuramos ser buenos los unos con los otros, y parece como si no quedara bondad para nosotros mismos, para amarnos a nosotros mismos. ¿Quién cuida de nosotros? Así nos puede entrar una depresión profunda y puede minar mucho nuestro tono vital y nuestra fe.

3. LA SEGUNDA CONVERSIÓN: "EL QUE QUIERA VENIRSE CONMIGO...

El cristiano no llega a Dios a base de hacer muchos esfuerzos y tener una gran ambición de perfección, de ser el mejor y el más santo. Si quiere ser sobrehumano y fuerza mucho su persona, puede llegar a un agotamiento o a un orgullo espiritual muy pernicioso. Debemos abrirnos y dejarnos invadir por la presencia de Dios, del Espíritu, que haga mella en nosotros y nos transforme con su acción. Debemos desembarazarnos de la preocupación por nosotros mismos ("que se niegue a sí mismo") y vaciar nuestra voluntad de poder para dejar que Dios sea Dios en nosotros y nos ilumine.

"Es entonces cuando Dios viene a nuestra vida como el niño que crece en el seno de la madre y cada vez ocupa más espacio. Esta operación no se hace sin náuseas ni un cambio de costumbres. La depresión espiritual es la cara nocturna y dolorosa de toda segunda conversión, como un nuevo nacimiento" (André Gromolard, La segunda conversión, Sal Terrae, Santander 1999, págs. 83-84).

4. UN CURSO QUE EMPEZAMOS: HAGAMOS PASTORAL DE LA SEGUNDA CONVERSIÓN

Empezamos el curso ... Podemos pensar en cómo enfocarlo de cara a vivir el estilo cristiano de la segunda conversión en nuestras comunidades y acciones pastorales.

Como oración para este principio de curso nos va como anillo al dedo la segunda lectura de este domingo: "Por el amor de Dios, por la misericordia de Dios, presentémosle todo lo que somos. Este es el culto verdadero". Y adentrémonos por los caminos de la segunda conversión durante el curso, durante este curso que empezamos y siempre.

Anticonformismo, transformación, renovación y cambio, para reconocer lo que es bueno, agradable a Dios.

JOSEP HORTET
MISA DOMINCAL 1999/11