COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA

Proverbios 9,1-6

 

1.

En esta lectura, la Sabiduría divina se muestra ansiosa por comunicarse a los hombres: en su trascendencia, Dios no cesa de animar a todas las cosas desde dentro y de preparar así su encarnación. Pero para poder recibirla, el hombre tiene que ser pobre de espíritu y reconocer su ignorancia (v. 4; cf. Lc 6, 21; 1 Re 17, 1-15; Is 55, 1-3).

En el banquete es donde mejor se manifiesta la comunicación del huésped (v. 3) y la receptividad de los comensales (versículo 5), la riqueza y la abundancia del Dios que invita, la sencillez y la pobreza espiritual de los hambrientos de vida divina.

Así se comprende que haya sido fundamentalmente en el banquete donde Cristo ha comunicado a los pecadores la justicia de Dios (Lc 5, 29-32), donde ha revelado a los pobres el pan que viene del cielo (Jn 6, 56-59) y ha dado su propia vida (Lc 22, 14-20) a sus discípulos.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA V
MAROVA MADRID 1969.Pág. 271


 

2.

* Conexión con el Evangelio: Este es uno de los textos que tradicionalmente se han leído con referencia eucarística; por eso se lee hoy, atraído por el discurso de Jn 6, del que está tomado el Evangelio.

* Texto: 

-Hay que partir de la ecuación entre Sabiduría personificada y Mesías (cfr. 1 Cor. 1, 24), entre su casa y la Iglesia, entre los dos banquetes. No es difícil que en el texto bíblico haya un trasfondo de referencia cúltica al templo de Salomón, la mesa del altar, los banquetes litúrgicos. La parábola del banquete de Mt. 22, 1-14 recoge algunos motivos de este texto.

- La Sabiduría o Sensatez toma toda la iniciativa; como saber artesano, es capaz de construir una casa, amplia, sólida: eso nos dicen las siete columnas que aseguran la estabilidad y la belleza, y sugieren un tamaño de gran capacidad. Ella también como ama de casa (Gn 18, 6), prepara el banquete: con el alimento del pan y el gozo del vino, abundante, porque son muchos los invitados (compárese con Is. 25, 6).

-Ese pan y ese vino son la sensatez y la prudencia, que alimenta a los inexpertos, a cuantos tiene hambre del saber auténtico. Comiendo, se asimilarán la sabiduría, participarán de ella. Esto significa que la Sabiduría, en el pan y vino, se da a sí misma: es a la vez la que invita al banquete y el banquete ofrecido.

-Un pregón ciudadano anuncia el acontecimiento gozoso: todos están invitados, de balde. Especialmente los más necesitados, los que tienen hambre. Quizá los que se consideran sabios no tienen hambre y no asistirán al banquete. Las criadas de la Sabiduría tienen voz profética: parecen acusar de ignorancia o inexperiencia a los oyentes, y lo que pretenden es que los oyentes reconozcan su realidad menesterosa. Su mensaje es invitar: ellas no enseñan, no dan de comer sino que conducen a la sala del banquete.

-La sala del banquete no se presenta como escuela fatigosa, casi forzada; la sabiduría que se sirve a la mesa es enjundiosa y sabrosa. Aprender es un gusto; asimilar, una delicia. Al final del banquete, uno puede emprender "el camino de la prudencia".

* Reflexión. 

Así debería ser nuestra eucaristía: escuela sabrosa del camino cristiano, banquete gozoso en que Cristo, Sabiduría de Dios, se ofrece a todos sus ciudadanos.

A. GIL MODREGO
DABAR 1985, 42


 

3.

El libro de los Proverbios presenta la revelación del designio de Dios de manera verdaderamente "humanista". La importancia que el autor quiere darles viene subrayada al ponerlos bajo el patronazgo de un gran rey de la historia de Israel, Salomón. En este pasaje se personifica a la sabiduría de una forma singular: bajo el modelo de una mujer. La sabiduría inmanente en el mundo y en el hombre no sólo se limita a interpelar a este hombre, sino que también le ama. El cúmulo de tópicos del lenguaje amoroso se despliega en textos de Prov 1-9. Este ir más allá de la expresión externa de la sabiduría, este querer encontrar ese punto de arranque donde todo se comprende bajo la óptica del amor es la pregunta que el hombre plantea continuamente. Para el creyente habrá una respuesta en Jesús.

La presencia de columnas en la casa de "Doña Sabiduría" hace como una referencia a los palacios reales y a los templos. Según el valor simbólico de la cifra siete, se puede pensar que esta morada de muchas columnas quiere afirmar que la Sabiduría posee una dignidad real, ya afirmada en el cap. 8. Son maneras de "adornar" la figura de esta señora para hacerla más atractiva, más capaz de sugestionar al hombre para hacer pasar de un simple conocimiento externo a una experiencia de eso último que es la pregunta de todo hombre. Sólo a partir de la vida puede plantearse bien la pregunta y sólo desde la vida podrá darse bien la respuesta.

La sabiduría no es algo deliberadamente oculto, sino que llama al hombre. Y lo hace de una manera pública, incluso "enviando criados a llamar". No habla en el ámbito de lo sagrado, sino en los sitios públicos más profanos. La última pregunta del hombre no se responde desde un ámbito diferente al del hombre mismo, sino desde lo hondo de la vida. Desde esa vida aceptada y amada es desde donde Jesús ha tratado de esbozar una respuesta para el que le acepta (cf. 3a. lectura).

La narración didáctica de Pr 7, 1ss muestra con gran plasticidad cómo seducían a los hombres las mujeres que habían hecho voto de fecundidad. Pero ir por ahí es ir a la muerte (Pr. 9, 13-18). La verdadera colaboradora que llama a los hombres es la sabiduría. Por eso esta llamada solamente es comprensible desde una postura de gran honradez humana. Construir cualquier tipo de fe desde lejos de lo humano, es correr el riesgo de caer en la vaciedad de una ilusión.

La imagen del banquete como la del "vino mezclado" están empujando al lector hacia ese ámbito del amor desde el que la sabiduría, el saber ser hombre, alcanza toda su plenitud. De ahí que el autor haga, a lo largo del libro, una ferviente llamada a llegar a amar la sabiduría y a dejarse amar por ella (Pr. 4, 8: 7,9); ese tal puede considerarse dichoso (Pr 9, 34). Merece la plena esforzarse en llegar a estos contextos hondos de vida donde se resuelve el verdadero ser del hombre. La persona viva de Jesús es el camino histórico que ha llegado a hacer realidad esta aspiración del hombre. Este es el Jesús que da vida (cf 3. lectura).

EUCARISTÍA 1985, 39


 

4.

Los capítulos 8 y 9 de los Proverbios forman un solo canto a la sabiduría. El autor sagrado la introduce en escena personificándola. Semejantes cantos y personificaciones ocurren con frecuencia en toda la literatura bíblica sapiencial, a cuyo género pertenece el libro de los Proverbios.

En el capítulo 8 aparece la Sabiduría como la primera criatura de Dios que le acompaña después en todas las obras de la creación.

Pero la personificación poética de la sabiduría no implica de suyo la afirmación de una persona realmente existente fuera de Dios: se trata de un canto de alabanza al Creador que hizo todas las cosas sabiamente. El sentido literal de este canto no dice tampoco nada sobre la existencia de la segunda persona divina, el Hijo de Dios y Sabiduría del Padre.

Siguiendo el juego literario de la personificación, el autor sagrado, en la segunda parte de su himno (c.9), nos habla de la Sabiduría que edifica su casa entre los hombres y prepara un banquete para todos los que lo desean. Así pues, en cualquier caso se trata de una sabiduría que viene de Dios para los hombres. Y ahora, viendo las cosas desde el N. T., especialmente desde el prólogo al Evangelio según san Juan, podemos descubrir una intención más profunda en este himno, sobre todo si tenemos en cuenta el dinamismo profético de unas palabras que son también palabras de Dios y no sólo del autor sagrado: Cristo es en realidad aquella Sabiduría (o Palabra) de Dios que "era ya en el principio de todas las cosas, por quien todas éstas fueron creadas", "que habitó entre nosotros", "en quien puso el Padre todas sus complacencias", que vino al mundo "para que tengamos vida y la tengamos abundante" y que invita a todos los hombres a sentarnos a su mesa: la mesa de la "palabra que da la vida" y del "pan bajado del cielo".

EUCARISTÍAA 1970, 48


 

5.Pr/09/01-18

La primera parte del libro de los Proverbios acaba aquí, antes de comenzar en el capítulo 10 la parte central, llamada salomónica, de breves sentencias y proverbios. Esta primera parte concluye con una doble metáfora, con representaciones antagónicas de un banquete.

El banquete, especialmente en el mundo oriental antiguo era signo de esplendidez y de gratuidad, de comunicación y participación. Quien participaba en él se identificaba con el que lo ofrecía, entraba en la misma atmósfera y compartía no sólo la mesa, sino también la conversación, el pensamiento, la alegría.

El autor nos muestra la sabiduría ofreciendo un gran banquete; también la insensatez o necedad ofrece el suyo. Las dos invitan, quieren comunicar lo que son y lo que tienen; pero la diferencia es manifiesta. La sabiduría ofrece su banquete en una casa grande y rica, adornada de siete columnas que le dan la belleza y solidez de un palacio en el que caben todos, en su banquete no falta nada que sea suculento y festivo, signo de todas las apetencias del corazón; la sabiduría invita a los más necesitados, recomendando que sigan el camino recto, donde se encuentran la instrucción y el aliento vital. Ofrecen pan y vino, base de la alimentación humana y de la alegría, signos de la plenitud de una existencia bien orientada, sin rupturas destructoras en su interior.

El contraste es grande cuando se trata luego del banquete de la necedad: las palabras de invitación son semejantes a las de la sabiduría; pero luego aparece el vacío y la falsedad del banquete: aguas robadas, pan a escondidas, es decir, nada que sea auténtico, sano, sincero; falta incluso el vino de la alegría; todo conduce a valles tenebrosos que no tienen esperanza ni alegría.

En esta doble comparación podemos ver qué es la sabiduría y la necedad, qué ofrecen la una y la otra: una vida abierta a Dios y a los hombres y, por el contrario, una negación y frustración de lo que constituye la felicidad y la plenitud del hombre.

Esta conclusión nos recuerda la doble metáfora con que acaba el Sermón de la Montaña: el que escucha la palabra de Dios y la pone en práctica, y el que no lo hace; el uno se asemeja al que construye una casa sobre roca; el otro, al que la construye sobre arena (Mt 7,24-27). El paralelismo es impresionante: lo que importa es escuchar la palabra del Señor, que nos asegura el camino del bien y de la vida; fuera de él no hay sino soledad y destrucción.

J. M. VERNET
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 291 s.


 

6. Proverbios 9,1-6. Venid a comer mi pan y a beber el vino que he mezclado

Los nueve primeros capítulos del libro de los Proverbios forman la introducción general de la obra. Son la parte más reciente del libro, obra del último redactor, en la época postexílica. Y constituyen una invitación al alumno-lector para que ponga atención a los contenidos de la obra. En esta introducción se entrecruzan una serie de temas: la necesidad de escuchar para adquirir entendimiento, la huida de las malas compañías y de las mujeres extrañas, la necesidad de disciplina para forjarse en la vida.

El tema de la mujer es típico en la literatura sapiencial, hasta el punto de que la misma Sabiduría divina se personifica en la mujer ideal (cf. Pr 31,10-31). Nuestra perícopa es un ejemplo concreto. El capítulo 9 contrapone dos damas: la Sabiduría y la Necedad, y ambas invitan a los jóvenes a su banquete. El banquete de la primera consiste en pan y vino que proporcionan vida y sensatez. Mientras que la segunda ofrece las delicias de los manjares robados que conducen a la muerte y a la vergüenza. Dos mujeres, dos estilos de vida, dos recompensas.

El contexto eucarístico de estos domingos nos mueve a fijarnos en el banquete de la Sabiduría como prototipo del banquete cristiano: el pan y el vino que nos presenta Cristo contienen la Vida y la Sabiduría de Dios, siempre y cuando nos compremetamos en nuestro proyecto de vida.

El Salmo responsorial (33) es el mismo del pasado domingo, pero ha cambiado el centro de atención: en consonancia con la lectura de Proverbios, nos presenta al Señor que satisface las necesidades de aquellos que le buscan y nos instruyen en el "temor del Señor", esto es, en la fe que llega a ser vida.

JORDI LATORRE
MISA DOMINICAL 2000, 11, 7