REFLEXIONES

 

1. PUEBLO/ALIENACION 

"Pan y circo: ha llegado a ser el epitafio sobre un pueblo que se preocupó por su estómago y por sus instintos, pero se inhabilitó para una empresa verdaderamente humana. "Pan y toros" podría muy bien ser la versión actual de todo el pueblo enajenado. "Pan-y-toros"... o "pan y fútbol", que aunque menos folklórico es más real.

Si el pan representa una preocupación razonable por la subsistencia, el fútbol y los toros empañan tan loable tarea por cuanto se han convertido en el símbolo de la alienación del pueblo que de esta guisa se distrae y abandona su quehacer humano.

Hay que reconocer que, por mucho que las circunstancias se opongan y desdibujen el ambiente, la vida del hombre no puede reducirse expeditivamente a comer y divertirse. Es éste el peor de los materialismos que pueden cosecharse en una sociedad.

Antes que el pan, hay que buscar la justicia, el "pan nuestro" que pedimos en la oración fundamental. El pan para todos ha de ser precisamente el principal elemento que sazone y haga nutritivo el pan que el hombre come.

Y antes que el fútbol y los toros... habría que poner muchas cosas. Y no porque el ocio y la distracción no sean componentes importantes de la existencia humana; sino porque se prejuzga la cuestión, al llenar el ocio con vacíos y distraer el pueblo de otros quehaceres más sustantivos para la convivencia.

Cuando los campos de fútbol y los plazas de toros se llenan hasta la bandera, y cuando el césped y la arena salpican hasta llenar la mayor parte de los periódicos, de los programas de radio y de televisión... y cuando, por otra parte, subsisten problemas profundos que están pidiendo la colaboración de todos los hombres, algo anda muy mal. O nos hemos olvidado de nuestra condición de seres razonables, de personas... o hay alguien muy interesado en no dejar espacios en el ocio para que el hombre piense.

¿Pan y toros?... También. Pero, por favor, ¡algo más!

EUCARISSTÍA 1973/46


2. H/DOMESTICADO:

Un hombre que solamente tiene hambre de pan es un hombre fácilmente domesticable. Sólo está libre de ser domesticado el hombre que, además del pan, siente también hambre de verdad, de justicia, de libertad.


3.

Introducción

Hermanos: Se dice que el hombre es un caminante que busca la vida. Pero, ¿en qué consiste esta vida? ¿Y cuánto es auténtica y total?

También se dice que para el cristiano Jesucristo es el pan de la vida eterna. Y nos preguntamos: ¿Qué significa esto? ¿Por qué quien cree en Cristo consigue la vida? ¿Y qué quiere decir creer en Jesucristo?

Estas inquietantes preguntas y otras más serán el telón de fondo de esta celebración eucarística que nos exigirá un momento muy especial de serena reflexión.

BENETTI-B/3.Págs. 177 ss.


4.

¿LLUEVE HOY "MANÁ" DEL CIELO?

¿Qué es el "maná", el pan del cielo, el pan de los ángeles, el pan de la vida? ¿Es el simple producto de la "tamerix mannifera", arbusto del desierto sinaítico, que al recibir incisiones en su corteza, dejaba salir un líquido de fuerte poder nutritivo, que se coagulaba rápidamente?.

Para la Biblia el "maná" es un símbolo complejo. Es signo de la prueba, es decir, de la llamada y elección que Dios ha hecho de su pueblo, sacándolo de Egipto y llevándolo al desierto, tierra sin caminos, para que aprenda a avanzar por la senda de la fidelidad. Es signo de la palabra de Dios, verdadero alimento, que hace comprender que el hombre no solo vive de pan, sino de todo lo que sale de la boca del Señor. Es signo milagroso del amor de Dios, de su cercanía para el hombre, pues desciende desde el cielo. Es signo de la llegada de los tiempos mesiánicos, en los que el hambre desaparecerá y todos gozarán de plenitud.

Frente a los alimentos perecederos, Jesús nos enseña que existe un alimento que perdura para la vida eterna. Frente a los dones concretos, materiales e inmediatos, que remedian el hambre física, es preciso valorar y descubrir el pan que transforma al hombre y le hace nueva criatura en la justicia y santidad verdaderas.

Si Moisés fue profeta para Israel porque les dio el "maná" en el desierto, Cristo es el gran y definitivo Profeta, porque él es el pan verdadero, bajado del cielo, la fuente de La vida divina para todos. Al decir Jesús: "Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mi no pasara nunca sed", esta proclamando su divinidad.

En la liturgia de este decimoctavo domingo ordinario el cristiano es invitado a descubrir y gustar el "maná" del amor y el pan de la vida, que le transforma en hombre nuevo. "¿Qué es esto?" preguntaban los israelitas al ver el maná", porque todo don de Dios es al mismo tiempo una pregunta. Y el cristiano debe interrogarse: ¿qué exigencias comporta creer que Cristo es Palabra y Eucaristía?.

Andrés Pardo


5. Para orar con la liturgia

Porque este pan y este vino han sido, según la expresión antigua "eucaristizados", "llamamos a este alimento Eucaristía y nadie puede tomar parte en él si no cree en la verdad de lo que se enseña entre nosotros, si no ha recibido el baño para el perdón de los pecados y el nuevo nacimiento, y si no vive según los preceptos de Cristo"

San Justino, Apol. 1,66,1-2


6. La iniciación a la vida litúrgica según el Catecismo de la Iglesia Católica

El banquete pascual:

"El altar, en torno al cual la Iglesia se reúne en la celebración de la Eucaristía, representa los dos aspectos de un mismo misterio: el altar del sacrificio y la mesa del Señor, y esto, tanto mas cuanto que el altar cristiano es el símbolo de Cristo mismo, presente en medio de la asamblea de sus fieles, a la vez como la víctima ofrecida por nuestra reconciliación y como alimento celestial que se nos da. "¿Qué es, en efecto, el altar de Cristo sino la imagen del Cuerpo de Cristo?", dice san Ambrosio (sacr. 5,7), y en otro lugar: "El altar representa el Cuerpo (de Cristo), y el Cuerpo de Cristo está sobre el altar" (sacr. 4,7). La liturgia expresa esta unidad del sacrificio y de la comunión en numerosas oraciones" (n. 1383; cf. n. 1382).


7.

La lectura del evangelio es la introducción al discurso sobre el pan de vida que Jesús pronuncia en la sinagoga de Cafarnaún, allí lo busca la gente después de la multiplicación de los panes.

Jesús sabe que lo siguen porque ha saciado el hambre de pan material y aprovecha la ocasión para poner al descubierto las intenciones de sus seguidores, dando el verdadero sentido a lo que ha realizado, orientándolos para que comprendan que él es el verdadero pan del cielo, y que es necesario trabajar para conseguirlo.

En nuestra vida cristiana puede suceder algo semejante, no trabajamos en ella por ir al fondo, por tratar de penetrar el mensaje de Jesús para identificarnos con él; hay que dirigirnos a lo que realmente puede darnos la vida auténtica, para ello debemos abrirnos a la gran noticia: Dios quiere que compartamos su vida y trabajando por el alimento que perdura nos dejemos transformar abriéndonos a la realidad de un amor que comparte con los hermanos.

Toda esta propuesta nos exige poner la mirada en Jesús, necesitamos creer en él, orar y hablar con Dios, para vivir y transmitir esperanza, amor y vida, libertad y dignidad humanas. De otra forma, sólo el pan material, el tener y el gastar, nuestras vanas ambiciones, nos dejarán interiormente vacíos.

Nuestra hambre de Dios nos debe llevar a buscarle para evitar convertirnos en sujetos egoístas, insatisfechos e inmaduros. La proclama de Jesús: «Yo soy el pan de vida», debe abrir nuestros corazones para recibir el amor de Dios y compartirlo con los hermanos de manera afectiva.

CE de Liturgia
PERÚ


8. PO/ALIENACION

SOMBRA DE HOMBRES
 

Mira estas pobres gentes que se duermen,
máquinas de dolor y de ignorancia.
Son lo menos posible: no se saben,
y van y vienen sin saber por qué
almacenando tiempo tontamente
para morir bajo un montón de días
igual a otros montones sin figura.
Les han robado a ellos, dulces bestias,
que hieren y acarician sin sentido.
Hijos de los instintos, nada aguardan,
ignorantes aún de su persona.
Tienen carne que da carne doliente
cuando cae semilla en sus entrañas.

                                                RAMÓN DE GARCIASOL