COMENTARIOS AL EVANGELIO

Mc 6, 30-34

1.

Texto.
El versículo inicial, informando sobre el retorno de los doce, empalma con el relato de su envío el domingo pasado. La traducción litúrgica parece presuponer un empleo técnico del término apóstol, pero probablemente va demasiado lejos. En Marcos el término tiene todavía la acepción normal de enviado. El retorno de los enviados viene envuelto en el calor del Maestro ante la afluencia de la gente. Esta mención del gentío viene a sumarse a las muchas otras menciones con que Marcos ha jalonado su relato. Puedes comprobarlo en Mc. 1, 33; 2, 213; 3, 7-8.20; 4,1-2; 5-21. En una de ellas. Mc. 3, 20, se hace referencia, lo mismo que hoy, a la dificultad de poder comer. Otras tres menciones, Mc. 2, 2.13; 4,1-2, presentan la misma secuencia de escenas que hoy: afluencia-enseñanza de Jesús. Como viene siendo habitual, tampoco hoy explicita Marcos la enseñanza. La única excepción a la regla ha sido la enseñanza en parábolas sobre el Reino de Dios en el cap. 4. Pero, como buena excepción, viene a confirmar la regla de que cuando Marcos no explicita la enseñanza es porque ésta se refiere a la llegada del Reino de Dios, enseñanza que Marcos ha colocado programáticamente al comienzo de la actividad de Jesús en 1, 14-15.

Lo que Marcos no había hecho en las menciones del gentío anteriores a la de hoy era valorar el hecho de la afluencia de la gente. Esta es la novedad y el interés central del texto de hoy. "Jesús vio la multitud y le dio lástima, porque andaban como ovejas sin pastor". Esta valoración reproduce la situación reflejada en 1R/22/17. "Estoy viendo a Israel desparramado por los montes, como ovejas sin pastor". Se trata de una imagen clásica en la literatura bíblica y que, salvo en Nm. 27, 17, aparece siempre en contextos de acusación a los pastores. La primera lectura litúrgica de hoy es un buen ejemplo. En el breve texto de hoy Marcos presenta a Jesús y a sus enviados como pastores del Pueblo de Dios en cuanto docentes de la llegada del Reino de Dios.

Comentario.
En la literatura bíblica el pastor va delante ahuyentando los miedos del rebaño. Estos miedos se pueden tipificar en una escisión o lucha entre el ansia de libertad por una parte y el deseo o necesidad de seguridad por otra. El pastor bíblico tiene en cuenta ambos deseos (libertad, seguridad) y no sacrifica ninguno de los dos. Por esta razón, la seguridad que ciertamente da el pastor bíblico está siempre ataviada de novedad y de imprevisión. Un ejemplo: Moisés y el pueblo en el desierto camino de la tierra anhelada. Las quejas del pueblo eran absolutamente razonables. El hambre y la sed estaban ahí, eran una realidad. El pueblo necesitaba agua y pan, sencillamente porque se estaba muriendo de sed y de hambre. Moisés, el pastor de ese pueblo, tenía que dar una solución. El pueblo le ofrecía una muy concreta: el agua y el pan de Egipto. ¡Pero eran el agua y el pan de la esclavitud! Moisés no la aceptó y a cambio les dio un agua y un pan inéditos, nuevos, imprevistos para el pueblo. En el evangelio de Marcos lo seguro y lo inédito o nuevo se concentran en una frase: el Reino de Dios ha llegado (Mc. 1, 15).

ALBERTO BENITO
DABAR 1988, 39


 

2.

Texto.
Marcos recoge en los primeros versículos el retorno de los doce de su primera actividad como enviados. Es un retorno al Maestro que los ha enviado y que los acoge con cariño y solicitud maternales. La escena rezuma lozanía y autenticidad, algo que no se encuentra en los paralelos de Mateo o Lucas. Marcos está dando así forma a la imagen de Jesús pastor, que constituye el verdadero centro de interés del conjunto del texto. Este es absolutamente necesario leerlo desde el telón de fondo de Jeremías 23, 1-6 (primera lectura del día) y, sobre todo, de Ezequiel 34. El texto de Ezequiel está a la base no sólo del texto de hoy, sino del relato siguiente sobre el alimento ofrecido por Jesús a la multitud que le busca. En concreto, sería conveniente leer Ez. 34, 11-16. Marcos ha escrito su texto desde la certeza de que Jesús da cumplimiento a esos seis versículos de Ezequiel.

Comentario.
Una vez más Marcos no nos ofrece contenidos doctrinales, sino que pone ante nosotros una persona: Jesús. En esta ocasión no con los rasgos imponentes de quien se enfrenta a la enfermedad y a la muerte (cfr. Mc. 5, 21-43), sino con la delicadeza de quien venda una herida y la solicitud de quien busca a un ser querido perdido en la montaña. Marcos nos ofrece así una nueva razón para depositar en Jesús nuestra confianza y nuestra fe. Jesús es, en efecto, alguien absolutamente creíble. Dar con él es la mejor recompensa para el que busca sentido a la vida.

A. BENITO
DABAR 1991, 27