COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Dt 30, 10-14

 

1.- Contexto: Dt. 28, 69 - 29,27: Alianza en Moab.

-A grandes pinceladas, el autor recuerda las gestas salvíficas realizadas por Dios en favor de Israel: liberación de Egipto, peregrinación por el duro desierto, luchas contra otros reyes y pueblos durante su peregrinación.

-Y todos estos prodigios divinos, fruto de su amor entrañable a Israel, exigen una correspondencia de amor por parte del pueblo. Así se entra en alianza, en virtud de la cual el Señor "te constituye pueblo suyo y él será tuyo" (28, 12)

-El hombre de cualquier latitud y época deberá abrir los ojos de su inteligencia para captar estos prodigios y llevar a la práctica las estipulaciones de la Alianza. Si se obstina en no cumplir los mandatos, Dios lo castigará con el destierro.

-Texto: 

-Dt. 29, 28-30, 14 forman una unidad literaria bien precisa: una introducción (29, 28) y una conclusión (30, 11-14) encierran tres unidades centrales que terminan con una fórmula muy parecida: necesidad de convertirse, escuchar, guardar los preceptos, amar a Dios... con todo el corazón y con toda el alma (vs. 2.6.10). La meditación o reflexión sobre el castigo infligido por Dios deben llevar al israelita a la conversión, al cumplimiento del pacto con toda sinceridad. Así Dios se compadecerá de Israel y hará prosperar todas sus empresas.

-Los vs. 11-14 se refieren a la comprensión/incomprensión de los mandatos divinos y no hacen más que desarrollar el pensamiento de la introducción: lo oculto de Dios el hombre no puede descubrirlo por sí mismo, pero se hace claro y manifiesto porque la palabra divina lo ha revelado en forma de mandatos y de preceptos (29, 28).

-A los que estamos acostumbrados a contraponer "espíritu y ley", "Iglesia de amor e Iglesia jurídica"... nos suenan muy mal a los oídos los términos: mandatos, decretos, preceptos... Es cierto que el pueblo de Israel hizo uso de categorías jurídicas para expresar sus relaciones con Dios (vg. Alianza), pero nunca debemos olvidar que el derecho, la ley israelita, difieren en gran medida de nuestro Código de Derecho Canónico, ya que, bajo conceptos jurídicos, los israelitas expresaban algo muy personal: la relación hombre-Dios como correspondencia de amor. Si leemos el cap. 5 del Dt. podremos ver que los "mandatos y decretos" de 5, 1 se identifican con las mismas "palabras" que Dios dirige al hombre recordándole su amor y fidelidad y exigiéndole a la vez una respuesta de amor (5, 22).

-El Israel de todos los tiempos no tiene excusa alguna al pretender ignorar este amor y dedicarse a servir y a adorar a otros dioses. Conocer la voluntad divina no exige hacer proezas: el mandato no está en el cielo o más allá del mar (=algo imposible), sino al alcance de la mano. Basta con abrirse a la palabra de Dios (cfr. Rom. 10, 6-8).

-El mandato divino es una palabra dinámica capaz de crear una alianza, pero el hombre puede cerrarse culpablemente a esta palabra no obedeciéndola. Por eso, Dios mismo se encargará de grabar su palabra en el corazón humano para que éste la acepte y pueda desplegar todo su dinamismo (Jr. 31, 33).

*Reflexiones: 

-El error más grave que puede cometer el cristiano es cerrarse a la palabra de Dios, al mensaje bíblico. En tiempos pasados fue muy clara esta cerrazón: en nombre de Dios la Iglesia oficial prohibió la lectura de la palabra divina a los fieles.

EU/BIBLIA: ¿Entienden ustedes la paradoja? Incluso llegó a hacerse axioma entre el pueblo que la Biblia era lo característico del protestante, mientras la Eucaristía lo era del católico. El Concilio Vaticano II puso coto a este burdo error al hablar del "pan de vida" distribuido a través de la Palabra y de la Eucaristía. Pero todavía hay mucho recelo contra la Biblia en muchas esferas de la Iglesia; la Biblia es libro temido... o al menos relegado a un segundo plano: para muchos jerarcas tiene más importancia un discurso del Pontífice que la misma Biblia. Y si en teoría no lo dicen, en la práctica lo hacen. Obstinación, y culpable, al cerrarse a la palabra de Dios. Ni siquiera se molestan en leerla.

-Error grave el de los cristianos que no correspondemos al amor que Dios nos ha profesado a lo largo de la historia. Muchas veces meditamos los signos de los tiempos, pero no nos convertimos a El. Le tenemos miedo a sus exigencias y preferimos adorar a los baales; sacrificamos nuestra vida en el ara de realidades y motivos intrascendentes, renunciando así a la correspondencia de amor del Dios liberador.

A. GIL MODREGO
DABAR 1989, 37


2.

El Deuteronomio en esta sección se adentra, por su parte, en ese terreno de la comprensión-incomprensión (Dt 29, 3. 28) y define la ley como una mediación que hace accesible al Dios distante; sólo que entonces pudiera ella misma revestir su misterio. La predicación afirma que la ley no es "tan misteriosa que te exceda, ni tan distante que te sea inaccesible"; no está en el alto cielo o en Dios mismo, ni a distancias espaciales, que no sea dado recorrer. La ley ha sido "dada" y ha sido "promulgada"; está dentro del pueblo de la alianza, y éste la puede pronunciar con su boca, memorizarla y meterla en su interior. La dialéctica entre la objeción y la respuesta pone de relieve dos aspectos de la ley: su origen divino y su encarnación en la palabra humana.

Por ella viene Dios en el Sinaí al encuentro del pueblo, en una maravillosa conjugación de trascendencia e inmanencia, de distancia y cercanía. El pueblo es requerido a ir al Dios distante por el Dios cercano, el que ha venido a su encuentro.

Pero la facilidad de la alianza no está solo en que haya sido dada y promulgada en su ley. Está en que el destinatario haga suya la palabra de la ley. Esta idea de interiorización de la ley remite a Jeremías y equivale a su "alianza nueva" (Jer 31, 33).

La ley de la alianza es realmente fácil y está cercana, cuando se la ha hecho algo propio. Sin ese grado de apropiación es carga insoportable. Cuando es expresión de la urgencia de responder al Dios que se ha revelado salvador, la ley viene impulsada desde dentro. Es como la voz de Dios que habla en el interior de la persona. Entonces no hay distancia entre el hombre y la ley; ni es la mera fuerza humana la que se despliega en la tarea de cumplirla, sino la fuerza de Dios que anima al hombre. Las expresiones "en tu corazón", "en tu boca" aluden a ese estar de la ley dentro del hombre. Es Dios mismo el que está en la vida de la persona, el que pronuncia la palabra que toma cuerpo en la ley, y el que da también la fuerza para poder responder con facilidad a esa palabra.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA
MADRID 1976.Pág. 285 s.


3./Dt/30/01-20

El carácter tardío de este pasaje (una especie de «homilía a los desterrados») se advierte en su preocupación por los que han desobedecido y han ido al destierro. El carácter cultual aparece en la reiteración de la palabra «hoy» (siete veces), en la experiencia de la cercanía de la palabra de Dios («la palabra está cerca de ti»: v 14) y en el enfático llamamiento a la conversión. Es probable que el texto date de la época del destierro y que esté influido por la promesa de una «nueva alianza» (Jr 31,31).

Si Israel es capaz de meditar sobre la causa del exilio que padece y se convierte sinceramente a Yahvé (vv 1-2), «Yahvé tu Dios, cambiará tu suerte, volverá y te reunirá sacándote de todos los pueblos...» (3). Algunos comentaristas rabínicos deducen del verbo volverá que la divina presencia habitó con Israel en toda la angustia del exilio, de modo que al volver ellos volverá también la presencia (Rashi, ad loc. = Sifré Nm 35,34). La «circuncisión del corazón» que hará el mismo Yahvé con su pueblo (6) subraya la necesidad de una nueva alianza, escrita en el corazón: una radicalización e interiorización de toda la antigua tradición de la alianza. La cercanía de la palabra se expresa con gran elocuencia, con fuerza y cadencia rítmica: «El precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda..., no está en el cielo...; ni está más allá del mar... El mandamiento está a tu alcance, en tu boca y en tu corazón» (11-14).

Los dos grandes «instrumentos» para renovar radicalmente al pueblo que sufre el destierro son, pues, la escucha de la palabra (apertura al exterior) y la circuncisión del corazón (salud interior). Los profetas Jeremías y Ezequiel, contemporáneos del redactor del Dt, prometen una total transformación del pueblo mediante la palabra y el Espíritu: «Escribiré mi ley en sus corazones» (Jr 31,33); «Os infundiré un espíritu nuevo» (Ez 36, 26). Estas promesas del Antiguo Testamento tendrán su cumplimiento en el Mesías Jesús: «... ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido» (Hch 2,33), de suerte que quienes se conviertan y bauticen «recibirán el don del Espíritu Santo» (Hch 2,38) que los guiará desde dentro (Rom 8,14). Pablo aplicará a Cristo el tema de la «cercanía de la palabra» (Dt 30,14): «A tu alcance está la palabra..., es decir, la palabra de la fe que proclamamos» (Rom 10,8).

R. VICENT
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 548 s.