REFLEXIONES

 

1. PREDICACION/HOMILIA: EN LOS BANCOS DE LA IGLESIA HAY HOMBRES QUE LLEVAN UNA CRUZ Y TE PIDEN QUE LES AYUDES A LLEVARLA CON LA FUERZA DE LA PALABRA DE DIOS 

"Un religioso alemán me decía recientemente que aquello que los fieles piden de la predicación dominical es que les ayude a vivir, que contribuya a darles el aliento y la fuerza que tanto necesitarán durante la semana. En la nave de la iglesia hay cada domingo una gente como aquella de la que se compadecía el Señor. Unos hombres y mujeres que llevan encima, aunque tú no lo veas, una cruz, cada uno la suya. Y que te piden que tú les ayudes a llevarla. Con la fuerza de la palabra únicamente. Pero no de la tuya, sino de la de Dios. De ti esperan eso". Son palabras escritas años atrás -en "El Ciervo", en el ya lejano 1953- por mi hermano Lorenzo. Palabras que de algún modo -si se me permite esta confesión personal- han influido decisivamente en toda mi tarea de servicio a las homilías a través de los diez años de MD.

Y palabras que he recordado cuando, demasiadas veces, he oído como bastantes curas -desde la derecha hasta la izquierda- minusvaloraban esta ayuda a unos hombres y mujeres agobiados, cansados. Es decir, a los preferidos de JC, a los sencillos, (¿cuántas veces no preferimos hablar "a los sabios y entendidos"?).

Por eso, hoy, los responsables del servicio a la Palabra, antes de preparar la homilía de este domingo, nos preguntemos si sabemos predicar para aquellos a quienes el Señor predicaba. Si nuestra homilía es eco de las palabras de JC: "Venid a mí todos los que estáis cansados...". Me temo que muchas veces escogemos otros caminos (desde el moralismo de los mandamientos al moralismo del compromiso, desde las alturas mistico-teológicas al pietismo). Claro está que todos estos caminos pueden merecer su presencia, pero creo que nunca deberíamos olvidar que somos portavoces de Aquél que hablaba sencillamente a los sencillos, a los agobiados para darles descanso y fuerza. Es decir, amor, paz y esperanza. Amén.

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1978/13


2. 

- JESUS ORA: "TE DOY GRACIAS, PADRE..."

Jesús es hombre de oración. Y en el evangelio de hoy le encontramos orando. Esta alabanza agradecida al Padre expresa una experiencia: ya hace tiempo que el Maestro evangeliza; y sus discípulos también han sido enviados a presentar el Reino de Dios; y se han encontrado con todo tipo de gente, los que acogen y los que rechazan. Jesús pronto cae en la cuenta de quienes son los unos y quienes los otros. Y agradece al Padre que le haya parecido mejor que fueran los pequeños, los sencillos, quienes se abran al anuncio.

- ... E INVITA AL REPOSO: "VENID A MÍ"

Las llamadas de Jesús formuladas como exigencia -domingo pasado escuchábamos lo de "El que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí"- encuentran hoy un complemento importante en ésta que tiene tono de acogida y de descanso. Una llamada preparada por la primera lectura que presenta al "rey" que entra en Jerusalén "justo y victorioso, modesto y cabalgando en un asno".

- PARA PREPARAR LA CELEBRACIÓN DEBEMOS MIRAR LA VIDA

Si queremos que la celebración dominical sea un momento importante de oración agradecida por todo lo bueno que hemos encontrado en la vida, como la que aparece hoy en labios de Jesús, y que sea, a la vez, un momento de reposo en Jesús, después del "cansancio" de la semana, deberemos prepararla mirando la vida además de los textos que la liturgia nos propone. Jesús ora a partir de la experiencia evangelizadora. Y cuando invita a ir hacia él, lo hace sabiendo que hay muchas situaciones de cansancio, de falta de sentido, de deseo de felicidad.

Cierto que es importante que la oración, tanto si es de acción de gracias y alabanza (sobre todo la plegaria eucarística) como si es de petición (oración de los fieles), se haga siempre desde la experiencia concreta de los que oran. En este sentido, no es lo mismo hablar de oración personal, que fácilmente expresará lo que vive el orante, que hablar de oración comunitaria, en la que se reúnen vivencias muy diversas. Pero los que preparan la oración comunitaria no pueden caer en la trampa, con la pretensión de que se debe generalizar para que todos tengan cabida, de prescindir de las experiencias concretas precisamente porque son concretas. Es un equilibrio difícil que debemos afrontar y que se puede afrontar en cada sitio, en cada comunidad. Compartir un rato, el equipo de liturgia, las experiencias de la semana, lo que se respira en el ambiente concreto donde viven las personas de la comunidad, lo que más ha marcado desde los medios de comunicación, etc., ayudará a vivificar la celebración, a dar consistencia a la acción de gracias y a orar por todo el mundo, especialmente por los que más lo necesitan, desde la vida de los que celebran.

- LA HOMILÍA

Como siempre, deberemos escoger entre muchas posibilidades. No podemos pretender decirlo todo: no terminaríamos nunca. Algunas pistas posibles son las que siguen. En nuestra comunidad hay evangelizadores. Es un tema que quizás hemos tratado en semanas anteriores, cuando Jesús enviaba a los doce. Si no salió entonces, puede salir hoy con más extensión. Si ya apareció, hoy podemos hacer una simple referencia para ayudar a la comunidad, y a los mismos agentes del apostolado, a dar gracias por la misión. No por los "éxitos". Sino porque el Espíritu de Dios va actuando, porque el Padre se va mostrando a los pequeños. Ayudar a no valorar la misión por los éxitos o los fracasos sino por la medida en que hacemos que el Evangelio llegue a los sencillos.

Otras pistas vienen dadas por los dos temas que abrían esta página: la oración de Jesús y su invitación a seguirle en su humildad y mansedumbre. Ayudar a la gente a contemplar al Jesús que ora; a ver los motivos de su oración; a admirarnos de su comunión con el Padre... A acoger esta página del Evangelio con sencillez, dispuestos a aprender de él. Pero, sobre todo, dispuestos a que él, por el Espíritu que nos da y que "habita en nosotros" (segunda lectura), nos sitúe en su comunión y nos haga personas agradecidas. Y, si la homilía se centra más en la invitación de Jesús de ir hacia él, podemos aportar hechos y situaciones de la vida de las personas que necesitan un mensaje de paz y serenidad. No con la finalidad de presentar un Jesús o una fe que tenga una función de "adormecer", de anestesiar, de evadir de los problemas. Sino con el objetivo de hacer llegar el amor de Dios, que no nos deja nunca, tampoco cuando parece como si ausente se hallara.

JOSEP M. ROMAGUERA
MISA DOMINICAL 1999/09 35-36


3. REPOSO/DESCANSO:  BUSQUEDA/FELICIDAD: 

San Agustín, en el primer libro de las Confesiones, hace esta plegaria: "Tú me incitas a que me deleite en alabarte, porque nos has hecho para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no repose en Ti". Y en una carta afirma: "amamos el reposo, pero si no es amando a Dios no lo encontramos".

Aquel obispo de Hipona, en el siglo IV, tuvo una vida apasionada que le sembró vanas inquietudes en el corazón y le hizo caer en la cuenta del ansia de una Verdad para reposar espiritualmente.

Él buscaba, sentía la necesidad de conversión, pero su corazón regateaba con Dios. La experiencia de nuestro héroe de la santidad manifiesta los sentimientos de los corazones humanos de todas las épocas. Todos los hombres están en proceso de búsqueda. Todos querrían un punto que sostuviera y unificara el haz de los sentimientos y deseos. Uno se da cuenta de que hay una búsqueda de la felicidad, de la verdad y del sentido. Pero no siempre la gente acierta a encontrarlos.

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Una de las invitaciones más cordiales del Evangelio: "Venid a mí..." Una invitación conmovedora. Uno adivina que las palabras de Jesús, sin duda, son el secreto de la coherencia de la propia vida. No es complicado. Es cuestión de sencillez, de dejarse arrebatar por la persona de Cristo. A fin de cuentas, ofrece reposo. Él hace que el corazón de los que se entregan, confirmado, avance serenamente por las rutas que el Espíritu tiene trazadas para cada bautizado. Y, para que no todo quede en bellas palabras, valdría la pena meditar esta semana sobre este evangelio. Convertirlo en oración personal. Hacer el propósito de confiar a Xto las preocupaciones, las fatigas, los desencantos, las trabas de la vida... Aprender a encontrar algún momento diario de silencio para confiarse al Señor a través de la contemplación de su existencia reflejada en los evangelios.

(·GUITERAS-J._MI-DO/90/14)

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4.ESCUCHA/SENCILLEZ: AUTOSUFICIENCIA:

-¿Quién entiende el evangelio? ¿los sabios, los letrados, los que han estudiado....?, ¿los curas, los teólogos? ¿son estos los que entienden a Jesús, los que entienden el evangelio? hay razones para dudarlo. Sobre todo si apenas han hecho otra cosa que estudiar.

Lo primero que hace falta para comprender el evangelio es escucharlo, y lo segundo, semejante a lo primero e inseparable con lo primero, es ponerlo en práctica. Pues el que no hace lo que escucha no ha entendido nada. Por eso dice Jesús: "Dichoso el que escucha la palabra de Dios y la pone en práctica".

-No "los sabios y entendidos": Pues la capacidad de escuchar de un hombre cualquiera depende de la necesidad de preguntar. De modo que el "sabio y el entendido", el que vive sin problemas y cree que todo lo tiene resuelto, el satisfecho, el situado en bienes y opiniones, el que se cree justo y juzga a los demás, el autosuficiente..., no pregunta, no busca, no escucha ni puede escuchar. Y menos aún escucha un mensaje como el evangelio que habla de salvación, de liberación, de perdón. Para él la mejor noticia no es la Buena Noticia, sino la ausencia de toda noticia y el parte que diga una y otra vez: "sin novedad".

EUCARISTÍA 1978/31


5. NO TENDREMOS EXPERIENCIA DE LA SUAVIDAD DEL YUGO DE XTO MIENTRAS NO NOS RESULTE APLASTANTE EL YUGO DE NUESTRO EGOÍSMO.


6.LEY/LIBERTAD: LIBERACION/LEY:

Cuando un pueblo ha soportado la grandeza y la gloria de reyes y señores, le es fácil convencerse de que no debe esperar nada, ni alivio ni salvación alguna de manos de los poderosos. Porque el poder termina siempre avasallando, que es lo suyo. Y ya se sabe, la cabra siempre tira al monte.

Por eso, para enamorarse de la esperanza y soñar con la salvación, a los judíos y, luego a a los cristianos, se les anunció un señor o rey de manera muy distinta a como se presentan los poderosos de esta tierra.

Ahora bien, hace ya muchos años, muchos siglos, que los cristianos hemos olvidado la lección de humildad y mansedumbre de Jesús. Y la iglesia se dejó seducir por el poder, glorificándolo y consagrándolo. La restauración del poder y su gran prestigio en la iglesia y la cristiandad, en los países de origen cristiano nos lleva a recaer bajo la ley, al culto a la ley. Así, los discípulos de Jesús se han hecho herederos de los viejos fariseos. Sin embargo, Jesús ya había dicho a eso que no. No es que él quisiera acabar con todas las leyes, pero sí establecer un nuevo tipo de relación con Dios y de convivencia fraterna entre los hombres basada en el amor.

En este mundo de intereses encontrados y tan variados, sumamente conflictivo y lleno de complicaciones, los hombres no pueden vivir sin leyes; pero esta necesidad que tenemos no es razón suficiente para divinizar la ley y convertirla en un valor en sí misma, pues la ley vale en tanto sirve a la justicia, la paz, la convivencia, la igualdad, la fraternidad, la libertad... Cuando el hombre descubre el carácter relativo de la ley, se siente aliviado interiormente, pues reconoce que no es el hombre para la ley, sino la ley para el hombre. Y desde esta liberación interior adquiere la posibilidad real de criticar cualquier orden legal que no se muestre como servicio a los valores humanos. Y así puede y debe denunciar con valor aquella injusticia estructural de un orden establecido para mantener las desigualdades y reducir la libertad de los oprimidos.

Es más, en una sociedad de clases, el peso de la ley lo soportan sobre todo los pobres, tanto más cuanto más pobres sean. Por eso, si un orden legal ha de servir a la liberación de todos y si pretende que todos sean iguales ante la ley, lo primero que debe hacer es tratar con desigualdad a los que son desiguales por ahora y, después, dictar leyes eficaces para acabar con todas las discriminaciones sociales. ¿Es esto posible? Esta es la única posibilidad que vale la pena y que debe mover a todos los hombres que sientan hambre de justicia. Esta es la posibilidad y la única tarea de la historia auténticamente humana, que es historia de emancipación hacia la plena libertad de los hijos de Dios.

Jesús se opuso clara y, en muchos casos, provocativamente, al legalismo de unos cuantos. Quiso ser para la gente sencilla, para un pueblo abrumado por tantas leyes, alivio y liberación. Dijo e hizo: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré".

EUCARISTÍA 1987/32


7. /Mt/11/30

Cargas indispensables

Para el cristiano solo hay una: el Evangelio de Cristo, la carga de su palabra y la carga de su amor. Si analizamos las leyes vigentes hoy en la Iglesia, quizá encontraríamos muchas, muchísimas cargas, que no son tan indispensables. Cuantas más leyes, más infantilismo y menos libertad.

-El yugo de la palabra

La palabra es yugo, porque te llevará adonde tú no quieras; pero es yugo suave, porque te llena de fuerza para querer lo que no quieres e ir adonde se te pida. Es yugo, porque te hiere; pero es yugo suave, porque te hace crecer.

-La carga del amor

El amor es el peso menos pesado. Es peso, porque te fuerza, porque echa sobre ti los pesos de los otros, porque te compromete, te responsabiliza y, a veces, te tritura. Pero es el peso menos pesado, porque te regala una energía inmensa, porque es más fuerte que la muerte, porque te sientes feliz y gratificado. El que ama se transciende.

Esta es la única carga indispensable. Por eso Jesús, en la despedida de sus discípulos, les habla de guardar su palabra y de vivir en el amor. "EI que me ama guardará mi palabra, y vendremos a él y haremos morada en él". Fijaos qué carga, infinita y llevadera a la vez: el que ama carga con Dios. Dios, nuestro único peso y la fuerza para sobrellevar todos los pesos. Dichoso el que va siempre con esta carga divina.

CARITAS
FUEGO EN LA TIERRA
CUARESMA Y PASCUA 1989.Págs. 184 s.


8.

Introducción

Hermanos: estemos alegres en esta celebración eucarística porque hoy se nos ha de anunciar una de las páginas más consoladoras de todo el Evangelio. A Dios se llega por el simple camino de nuestra propia humanidad; la religión cristiana no está hecha para los doctos y los eruditos, sino para todo hombre de buena voluntad que quiere encontrar a Dios a través de la experiencia de su propia vida. Y todo esto es motivo de alegría y de esperanza. Somos hombres: he ahí un buen motivo para que podamos encontrarnos con Dios.

SANTOS BENETTI
CRUZAR LA FRONTERA. Ciclo A
Tres tomos EDICIONES PAULINAS
MADRID 1977.Págs. 116


N-9.

-UN EVANGELIO "IMPORTANTE"

Alguien ha definido este evangelio de hoy como el "Magnificat de Jesús". Son palabras importantes de Jesús. Ponen de manifiesto al Jesús que ora. Expresan una experiencia: hace ya tiempo que el Maestro evangeliza y ha encontrado de todo, gente que acoge y gente que rechaza. Muy pronto se da cuenta de quiénes son unos y otros. Y agradece al Padre que se complazca en que sean los pequeños, los humildes, los que se abran a él. El texto acaba invitando al seguimiento, con palabras amables, dirigidas a los que están cansados de "maestros" que no les conducen a ninguna parte. El les ofrece el ser personas, les ofrece lo que todo hombre desea: el sentirse precisamente persona, tratado como tal.

La primera lectura, que es una anticipación del evangelio, nos habla de la humildad del rey. Y habla de ello con alegría. Describe su estilo: "Cabalgando en un asno"; "dictará la paz a las naciones". Jesús da cumplimiento a esta esperanza de los humildes. La carta a los romanos es una reflexión sobre la acción del Espíritu en los bautizados, que les infunde vida y les hace morir a las obras del cuerpo.

-EL ESTILO DE JESÚS

Este cántico de Jesús que hoy nos es regalado nos pone ante una serie de características del Maestro. Es un texto, pues, que ilumina la vida de la Iglesia, que debe ser Maestra, y ha de serlo al modo de Jesús. Seria bueno que en la preparación de la celebración de hoy, aquéllos que están al frente de la comunidad (pastores y otros responsables) pudieran hacer una sencilla reflexión sobre el estilo evangelizador que adoptan. Siempre es bueno dejarse interrogar por el Maestro manso y humilde de corazón, que quiere entrañablemente a los humildes, que nos revela al Padre-Amor. Preguntarnos, pues, si somos mansos y humildes ante la gente, especialmente con los más humildes, con los más pobres; si comunicamos paz; si ofrecemos el Evangelio como una propuesta humanizadora, liberadora, que rompe las ataduras de otros seguimientos esclavizadores. Hacer esta reflexión antes de la celebración puede ayudar a darle un tono determinado. Nos puede hacer dar cuenta que las mismas celebraciones deben inspirarse también en este estilo de Jesús: la sencillez de ritos, de gestos, de actitudes... por parte del sacerdote y los demás ministros, es muy importante; procurar que el pueblo de Dios halle en la celebración una "actualización" (si es que puede llamarse así) del "descanso que tanto deseaba", debería ser siempre un objetivo.

Esta reflexión, por otro lado, será bueno que la hagamos, como Jesús, en actitud de oración, de acción de gracias al Padre por el don que hace a la humanidad del Evangelio. Dándonos cuenta que nosotros, los responsables de la evangelización, estamos al servicio, llamados por él, de este don.

-LA HOMILÍA

Un punto puede ser el describir el "retrato" de Jesús que aparece en este evangelio. Para los cristianos conocer cada vez más a Jesús es muy importante: seguimos a una persona no una idea.

Otro punto posible, que puede desprenderse del anterior, es el desarrollar alguno de los aspectos descritos, implicándolo en la vida de la comunidad concreta que tenemos delante:

- la importancia de la oración, y de la oración de acción de gracias por los que nos rodean, por la gente sencilla...

- la humildad como característica del discípulo, o, en otras palabras, el tener un corazón totalmente abierto al Amor, a Dios y a los demás, y no ser orgulloso, creyendo que lo tenemos todo;

- ¿a quién seguimos más?: a Jesús que nos ofrece la paz, el descanso, la felicidad, una vida "humana"... o bien otras propuestas de la sociedad de consumo, por ejemplo, o propuestas individualistas, insolidarias...; aquí se puede hacer una referencia a la segunda lectura: el Espíritu nos empuja en una dirección y no en otra.

En los lugares donde haya gente que se disponga a empezar las vacaciones, se puede invitar a que sea un tiempo para aprovechar mucho "el descanso en Cristo", no "hacer vacaciones" de seguirle.

Sea como fuere, la homilía podría acabar exhortando a poner la vida en manos del Maestro "manso y humilde de coraz6n", a darle gracias en la Eucaristía de hoy y a seguirle con alegría a lo largo de la semana que empieza.

JOSEP M. ROMAGUERA
MISA DOMINICAL 1993/09