COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Os 06, 03b-06

1.

Con imágenes muy bellas (la lluvia, la nube mañanera, el rocío de madrugada...) el profeta toca el nudo de una constante bíblica:

La acción de Dios que hace fecunda la actividad humana. El hombre solo, con sus solos recursos, se evapora, se desvanece y se empobrece. Este empobrecimiento se manifiesta en holocaustos y sacrificios, es decir, en una piedad tapadera de una idolatría (ver Os. 5, 11). Su punto álgido es la opresión, la aflicción propia y ajena, la muerte. Así es como el hombre siente la ausencia de Dios. En cambio, la búsqueda de Dios y su amor para con el hombre (conocimiento de Dios, v.6b) se traslucen en amor hacia el otro, es decir, en vida (lo contrario de la piedad cúltica, que en hebreo es la misma palabra para dos realidades tan opuestas como aquí).

Finalmente, llama la atención en el texto la profunda humanidad de Dios: "¿Qué haré de ti, Efraím? ¿Qué haré de ti, Judá? Y su dominio soberano sobre la historia (v. 5).

DABAR 1978/35


2.

El profeta escribe probablemente a la vista de uno de aquellos días de penitencia nacional que tanto se prodigaban en Israel en los tiempos difíciles, sobre todo ante el inminente peligro de la invasión de los asirios (cfr. 1 Re 8, 31ss; Jer 3, 21ss; Jl 1s). Y es muy probable que se trate incluso de una composición pensada como "liturgia profética" para uno de esos días de penitencia.

El texto se divide en dos partes, en las que el pueblo y el Señor toman la palabra sucesivamente. Las palabras del pueblo reflejan ciertamente una actitud propicia a la conversión. Todos se animan a ella y se emulan en la búsqueda del Señor, en su conocimiento.

Les mueve la confianza de que el Señor vendrá con toda seguridad, como viene la aurora, y dictará su sentencia. Amanecerá la luz y la verdad, y la suerte del pueblo cambiará pronto como hace cambiar la lluvia el aspecto de los campos agostados. La lluvia temprana es la de otoño, que permite la siembra; la tardía es la que cae en primavera, y lleva a sazón lo que ha crecido. Así espera el pueblo que suceda con el adviento del Señor; todo nacerá y granará, y triunfará la vida donde ahora campea la desolación.

Sin embargo, muy distinto es lo que piensa el Señor. con su pregunta aprueba ciertamente los sentimientos del pueblo, pero no se contenta con ellos. El pueblo ha captado con realismo la peligrosa situación en la que se halla, y esto ha sido suficiente para despertar los ánimos a la penitencia. Pero todo es muy superficial. El pueblo no vive con la misma intensidad la presencia de Dios que juzga; está más impresionado por los asirios que por el mismo Dios. El estado del pueblo permite el culto penitencial y hasta la misericordia, que es lo verdaderamente importante; pero ésta es pasajera, como rocío de la mañana y como nube de verano que no resiste el sol de mediodía. Una penitencia predominantemente cultual y ocasional, cuando llega el peligro, no puede salvar al pueblo ni agradar a Dios. ¿Qué significa un año santo de reconciliación si no cambiamos la vida y la convivencia? Reconciliarse, hacer penitencia, no es un sentimiento, sino una acción revolucionaria. Un rito de reconciliación no es la reconciliación; un gesto conciliador y de misericordia superficial deja las cosas como están.

Nada hay tan peligroso como un culto vacío que no responde a la vida, que no tiene sus consecuencias prácticas en la vida. Dios abomina ese culto y todas nuestras prácticas de penitencia cuando sirven solamente para evadirnos del amor al prójimo y de la justicia. Nuestros rezos penitenciales no detendrán la catástrofe y el juicio de Dios, pues Dios quiere misericordia y no sacrificios.

EUCARISTÍA 1975/35


3.A/CULTO:

La presente lectura podríamos recordarla como la profecía de la conversión superficial. Las anteriores palabras condenatorias del profeta y las amargas circunstancias por que está pasando el pueblo han hecho nacer en ellos un buen deseo: "vamos a volver al Señor". (...).

Las apariencias engañan, parece responder Yahveh a estos poéticos propósitos. Conocedor del corazón humano, sabe que su piedad es "como nube mañanera, como rocío de madrugada". "¿Qué haré de ti?" Y en vez de responderles lo que piensa hacer, les manifiesta sencillamente lo que quiere. Ya se lo ha dicho por boca de los profetas con palabras hirientes y condenatorias. Pero no han hecho caso. Se lo repetirá una vez más. "Quiero misericordia y no sacrificios. Conocimiento de Dios más que holocaustos". La contraposición no puede ser más enfática y absoluta. Es el típico estilo semita utilizado para realzar unos valores en contraposición con otros. No es una condenación incondicional de los sacrificios y holocaustos, sino del modo cómo se realizaban, coincidiendo en ello con Amós, Isaías y Miqueas. Es la condena radical de la religión exterior cuando está vacía de interioridad. La repulsa a las manifestaciones de una fe cuando dichas manifestaciones se convierten en sustitutivo de la misma.

Por eso Dios exige conocimiento y amor, y en amor a Dios y al prójimo resumirá Jesucristo su evangelio. Por eso Mateo pone dos veces en su boca esta frase de Oseas: "yo deseo amor y no sacrificio" (Mt 9, 13; Mt/12/7). El mismo Señor la explicará en el sermón montano cuando nos dice que si al ir a ofrecer nuestra ofrenda en el altar, recordamos que nuestro hermano tiene algo contra nosotros... primero el hermano y luego la ofrenda. Primero el amor y luego el sacrificio. Primero la fe y luego sus manifestaciones.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 810 ss.


4.

Ante las incesantes invectivas del profeta Oseas, el pueblo, sin una conversión auténtica, organiza una ceremonia de expiación. Pero lo que Dios quiere es el cambio del corazón y de las actitudes hacia los demás.

MISA DOMINICAL 1990/06