COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 07, 21-27

Par: Lc 6, 46-49

1.

Contexto. Final del sermón de la montaña. La última indicación, pues, para saber en qué consiste la función del discípulo de Jesús en cuanto "pescador de hombres".

Texto. Principio general formulado antitéticamente (versículo 21). Confirmación del primer miembro de la antítesis (v. 21a) con un caso concreto (vs. 22-23). Parábola conclusiva glosando el principio en lenguaje imaginativo (vs. 24-27). La parábola se compone de un díptico antitético en simetría prácticamente total (vs. 24-25 y 26-27).

Los verbos "cumplir" o "poner en práctica" (ambos traducen un mismo verbo griego) estructuran y dan unidad al texto, el cual, en su conjunto, tiene función de advertencia o amonestación.

Pre-texto. "Entrar en el Reino de los cielos": metáfora para designar la salvación última y definitiva (=escatológica). "Aquel día": término acuñado por los profetas para designar el futuro escatológico de juicio. Los vs. 21-23 están en la línea de las amonestaciones o conminaciones proféticas, cuya finalidad es la provocación de un cambio radical en los oyentes.

El v. 22 refleja cierta desconfianza de las primeras generaciones cristianas frente a movimientos carismático-taumatùrgicos, no avalados por el compromiso de vida. La parábola está en la línea sapiencial oriental antigua. La sabiduría o prudencia era la educación del sentido práctico de la vida humana, en orden a su fin y a partir de unas convicciones teóricas. Lo opuesto es la ignorancia o necedad. "Casa sobre arena": casa edificada junto al lecho de un torrente seco.

Sentido del texto. Advertencia o amonestación a la acción (actuación, compromiso, praxis). Frente a la ilusión de una seguridad religiosa apoyada en la profesión de una fe y aun en unos carismas extraordinarios, Jesús propugna la necesidad absoluta de cumplir la Voluntad del Padre (v. 21). Los vs. 22-23 abundan en esta necesidad desde la perspectiva del momento final del caminar humano. Aviso contra toda tentación de estaticismo, intelectual o sentimental.

No basta creer en Jesús ni recibir auditivamente su mensaje; es necesario hacer ese mensaje (vs. 24-27). No basta la sintonía "lógica" (oir); es necesaria la sintonía "operativa" (hacer).

Pidiendo que la palabra se oiga y se haga (v. 24). Jesús se aparta de un gnosticismo como de un pragmatismo. "La sabiduría del evangelio no admite el planteamiento de una disyuntiva entre la primacía de la palabra o la de la acción. No se pueden aislar como elementos independientes, debiendo integrarse ambos en una mejor actitud: la síntesis de la Palabra-en-acción." (Isidro Gomá, "El evangelio según San Mateo", edic. Marova, t. I, págs. 421 ss. Aprovechamos esta oportunidad para recomendar la lectura de este magnífico y precioso comentario a Mateo, en dos volúmenes, prestigio de la investigación bíblica española).

DABAR 1978/34


2.

Se ataca, en los v. 21-23, a un verbalismo religioso y a una vana pretensión que podían hacer estragos en la concepción de la fe primitiva (de hecho en las cartas a los corintios se comprueba esto). Se corta por lo sano la tendencia a hacer de la fe algo fácil y admirable, pero que no termina en una práctica consecuente. Mt quiere decir con su evangelio que es preciso situarse en un contexto de obediencia. Pero quiere también indicar que es preciso buscar caminos concretos de obediencia, una vida cristiana enraizada en el hacer diario. v. 23: Esta es una fórmula semítica para indicar que quien habla no quiere saber nada con el que le invoca, dada la separación real de posturas vitales que existe entre uno y otro (cf. Mt 26, 72-74). El verdadero profeta, el verdadero creyente, se distingue por su estilo de vida. Todo profeta que enseña la verdad sin ponerla en práctica es un falso profeta. La iglesia tiene aún mucho que aprender en este camino de la honradez evangélica.

La parábola de las dos casas nos describe una ley psicológica según la cual la obediencia a la ley renovada aseguraría la solidez del hombre. Aviso profético dirigido a todo aquel que está tentado de un quietismo espiritual. Aquí Mt se inserta en la más profunda vena veterotestamentaria de la sabiduría: ser sabio es creer sin olvidarse de obedecer. Así, la sabiduría se expresa en la acción: el hombre construye su vida, practicando lo que ha escuchado, lo mismo que construye una casa.

El hombre sabio se opone al insensato en un paralelismo frecuente en Mt (25, 2. 3. 8; 3, 17). La insensatez consiste en escuchar y no practicar. Se ha percibido el valor de las palabras de Jesús e incluso se deleita uno espiritualmente en ellas. Pero de ahí no pasa. Este tal está condenado a su propia esterilidad. Es preciso tener siempre en cuenta que todo, incluida la actividad cristiana, proviene del don de Dios (cf. 2. lectura). Pero también conviene tener presente que un vano diletantismo está condenado a la nada. Lección que la iglesia tiene que asimilar aún. La actualidad de las palabras de Jesús nos mueve a una celebración del domingo en la vida diaria. O viceversa, porque no se puede celebrar nada que antes no se haya vivido.

EUCARISTÍA 1978/26


3.

La respuesta que Jesús espera de sus discípulos no tiene que ver nada con las "fórmulas" y la simple confesión de boca, nada con los rezos rutinarios y el tráfico de un culto vacío. Lo que Jesús espera es que respondamos cumpliendo la voluntad del Padre, que esto es lo que ha venido a enseñarnos. El es el Maestro; no un maestro que enseña "verdades" y simple teoría, sino el Maestro que se compromete y nos compromete en la "praxis". El es el Maestro y el método, el camino; él es también la Verdad hecha carne. Jesús ha venido al mundo para cumplir la voluntad del Padre, y esto es lo que espera de nosotros y lo que debemos hacer si queremos entrar con él en el reinado de Dios.

Notemos cómo en estas palabras se expresa muy bien la conciencia que tiene Jesús de sí mismo: llama "mi Padre" a Dios, denotando la relación especialísima e incomunicable que le une con el Padre (Jesús, que nos enseñó a invocar a Dios diciendo "Padre nuestro", nunca invocó él mismo a Dios de esta manera); se hace llamar a sí mismo "Señor", y anuncia que ha de juzgar a los hombres al fin de los tiempos.

La alusión al juicio final nos recuerda que este juicio versará sobre el amor al prójimo (Mt 19, 31-46). Aquel día ni siquiera valdrá nada el haber hecho milagros en nombre de Jesús. Lo que hay que hacer en su nombre es amar al prójimo; esto es lo único que se tendrá en cuenta y lo que Jesús quiere de sus discípulos.

Estas dos breves parábolas son también una llamada a la "praxis", pues sólo en la vida adquiere solidez la doctrina. Por eso, el que escucha y no practica, edifica sobre arena; su existencia se apoya en la debilidad humana. Pero el que escucha el evangelio y lo pone en práctica, construye su vida sobre la roca, sobre la "roca de salvación" que es el mismo Dios. La fe es algo mucho más serio que la retención teórica de unas verdades; es una vida fundada siempre en la Verdad. Así, con estas parábolas, concluye el llamado Sermón de la Montaña.

EUCARISTÍA 1975/34