REFLEXIONES

1.

Las palabras más maravillosas que jamás yo he leído y probablemente las que menos sé comentar. Al hacerlo soy absolutamente consciente de que las marchito y las echo a perder.

Es nuestra pequeña gran tragedia de exégetas.

Lo que Jesús propone es una inversión de orden: Buscad "primero".

No niega ninguna de las búsquedas; sencillamente, las trastoca.

Ahora bien, sólo se busca lo que se valora como necesario. Jesús propone, en definitiva, una inversión en el orden de los valores, un ordenamiento distinto o, usando su vocabulario, una justicia distinta.

El ordenamiento de la vida basado en el dinero genera en la persona un estado angustioso de agobio que termina por aniquilarla. ¿Y no vale más la persona que todos los dineros juntos? Contempla los pájaros: su lozanía, su libertad, su alegría. ¡Ya lo creo que trabajan! Pero no hay en ellos el más leve asomo de angustia. Contempla una flor.

La propuesta de Jesús es una apuesta por la lozanía, la libertad y la alegría de todos y cada uno de nosotros. Una propuesta que no prejuzga una determinada forma de economía. Las palabras de Jesús no nacen de una determinada forma de economía. Las palabras de Jesús nacen de su descubrimiento de una persona, de su descubrimiento del Padre. Este descubrimiento no ahorra el trabajo (sería un ahorro triste y desgraciado); ahorra la angustia y el aniquilamiento personales. El descubrimiento del Padre genera seres adultos, personas hechas y derechas. Esta es la justicia, es decir, el ordenamiento del Reino de Dios. Con realismo, con los pies en la tierra: "El mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos".

DABAR/81/17


2.RIQUEZA/PROT

Una corriente de sociólogos de años pasados defiende la tesis de que en el origen del capitalismo se encuentra directamente la influencia de la teología calvinista: parece ser que la riqueza fue considerada como un signo de predestinación. Sea lo que fuere de esa teoría, no deja de sorprendernos que, de hecho, sean efectivamente los países más influidos por la Reforma, aquellos en donde el capitalismo ha llegado a su más alto desarrollo como sistema económico.

EUCA/87/11


3. OPIO/RELIGION:

-Sólo es libre el que sirve a Dios. Ciertamente, hay una religión que despoja al hombre de su propia vida, que lo enajena.

Ciertamente, hay una religión que es el opio del pueblo. Pero esta religión o religiones no son más que sucedáneos. La auténtica religión es muy distinta, pues Dios para ser Dios no necesita acabar con el hombre, sino todo lo contrario. Por eso el que sirve a Dios se libera y el que ofrece su vida a Dios la pone a salvo. Porque servir a Dios no es otra cosa que cumplir su voluntad, y esta es su voluntad: que nos amemos los unos a los otros. Y este amor, a diferencia del egoísmo, nos lleva al encuentro del hermano y al encuentro de cada uno consigo mismo. Nos lleva a la plenitud de la humanidad, a la constitución del "nosotros" delante del Padre, a una comunión de vida en la que es posible la justicia verdadera y, con ella, todo lo demás. Lejos de ser la verdadera religión un desentendimiento de la propia vida y de la vida de los otros hombres, es el único modo de entenderla y de tomarla a cargo responsablemente delante de Dios.

EUCA/78/25


4. D/OPCIÓN POR LOS POBRES.

-El Dios de la Biblia nunca se identifica con un emperador o con un sumo sacerdote, ni con un rico latifundista ni con un empresario...

-En el pobre se encuentra el Señor. Existe entre ambos una especie de parentesco. Los pobres son "consanguíneos de Dios", "mis hermanos menores".

-Desde el punto de vista objetivo, la pobreza material no es querida por Dios, no figura en su plan. Representa entonces una contradicción con su voluntad y, por eso mismo. un "pecado social" (Puebla 28). Por tanto, hay que erradicarla.

-El Reino es de los pobres. También hay en él lugar para los ricos, en la medida en que sean capaces de conversión y de confraternización con los pequeños.

-La comunión de fe trae consigo la "comunión económica" (Rm 12. 13). Materia esta peligrosamente inflamable porque nos conduce al disparadero de que "el camino de Dios pasa necesariamente para todos, sin excepción, por el camino del hombre, del hombre necesitado, sea cual fuere su necesidad: de pan o de palabra" (Pixley-Boff).

Compartir, pues, es la forma más clara de vivir el sentido evangélico de la pobreza y el cristiano servicio de las cosas. No se trata de tirar las riquezas al mar, sino de destinarlas a su función verdadera: repartirse entre todos. Lo malo no son las riquezas, sino su acumulación egoísta. "Vended vuestros bienes y dadlos en limosna" (/Lc/12/33; /Lc/11/41).

"Opción por los pobres" es el nuevo rostro del amor: "amor de ojos abiertos y manos activas; amor fermento en la historia y semilla de una civilización alternativa, que es, precisamente, la "civilización del amor" (Pixley-Boff).

La civilización del amor exige y denuncia a gritos la urgencia de reducir las necesidades en lugar de aumentarlas. Cierta austeridad. El patrón de una sociedad humana y cristiana no es ni la opulencia -que embota la fe- ni la miseria -que divide, resabia y amarga al hombre- sino lo necesario para vivir con dignidad.

El reto del momento presente es que no se apegue el corazón a las cosas. Un hombre libre, sin esclavitudes afectivas, no se instala, vive siempre como invitado y huésped. Posee y disfruta pero no es poseído. Ni adora la riqueza ni la maldice; usa libremente de ella y la comparte fraternalmente en ilimitada mesa redonda. Para ello es necesario aprender la lección de Pablo en Filipenses 4. 11-13, la lección de "la libertad vestida de sabia y oportuna indiferencia".

Y ojalá que esto fuera una decisión gozosa de la propia voluntad y que ·Rahner-K se equivocara al afirmar que "la Iglesia sólo se hará pobre a la fuerza, pues ella es incapaz de convertirse solamente con exhortaciones morales: necesita el impulso de unos hechos físicos para que su conversión se realice según el ritmo necesario".

B. CEBOLLA
DABAR/90/16


5.

Parece que es un mal de todos los tiempos el del agobio y la superpreocupación por cosas que no están en nuestra mano: el stress de los negocios y las preocupaciones desproporcionadas, o el querer vivir más allá de nuestras capacidades y posibilidades. En una palabra, el desorden en nuestra vida se paga pronto o tarde. Se pierde la paz, crece la agresividad contra uno mismo y los demás. Y paradójicamente la inseguridad crece. Pendientes de llenar y guardar bien nuestros graneros.

Estas situaciones tan frecuentes de sobrecarga y tensiones hacen que la persona se desmorone encerrada en sí misma y sus agobios.

Ya no hay sujeto apto ni libre para bien decidir ni es posible disponer de sí mismo ni de su propia vida... para darla. Que de eso se trata. Nos presentamos ante los demás y les damos no más que un manojo revuelto de piezas rotas y cortantes. Imposible convivir, vidas cargadas de electricidad, cortocircuito seguro.

Nos vamos aislando y autodestruyendo, impacientes e impacientando. Hemos perdido el don más preciado, la Paz y su prima hermana la Confianza. Más que pobres de espíritu, nos hemos convertido en seres de espíritu empobrecido, consumidos por un mal vivir, desordenadamente.

Y Jesús quiere invitar a todo hombre en primer lugar a ser persona, a ser él mismo, señor de sí mismo y de sus circunstancias... para poder entonces dar el paso y ser para los demás instrumento de paz y de concordia. Invita a vivir en el cada día y en el cada asunto que valga la pena, desde una filial relación con Dios nuestro Padre. Una fe amorosa que es confianza y libertad, y derivará, si es verdadera, en fraterna relación de ayuda. Esto es imposible hacerlo desde el desasosiego y el agobio por la autosatisfacción.

Y por lo demás, más nos vale andar ocupados y hasta preocupados, porque los frutos del Reino maduren y crezcan, paciente pero perseverantemente: una nueva justicia y una joven esperanza.

"Sobre todo buscad el Reino de Dios y su justicia: todo lo demás se os dará por añadidura". Es una vida centrada en algo que valga realmente la pena, y por ello vivir y morir.

JUANJO MARTINEZ
DABAR/90/16


6. PO/SAL/015.

NO HAY DICHA PARA MI FUERA DE TI

Y yo le dije:
¡no hay dicha para mí fuera de ti!
Yo no rindo culto a las estrellas de cine
ni a los líderes políticos y no adoro dictadores.

No estamos suscritos a sus periódicos
ni inscritos en sus partidos
ni hablamos con slogans
ni seguimos sus consignas.
No escuchamos sus programas
ni creemos sus anuncios.
No nos vestimos con sus modas
ni compramos sus productos.
No somos socios de sus clubs
ni comemos en sus restaurantes.
Yo no envidio el menú de sus banquetes
no libaré yo sus sangrientas libaciones!

El Señor es mi parcela de tierra en la Tierra Prometida.
Me tocó en suerte bella tierra
en la repartición agraria de la Tierra Prometida.
Siempre estás tú delante de mí
y saltan de alegría todas mis glándulas.
Aun de noche mientras duermo
y aun en el subconsciente te bendigo!

ERNESTO CARDENAL