COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 6. 24-34

Par:/Lc/16/13:/Lc/12/22-31

1.

El término "pagano" no tiene sentido peyorativo. Significa sencillamente los buenos hombres que no conocen a Dios, que no saben de Él, que no sienten su cercanía. Vosotros, en cambio, que sabéis de Él, ¿por qué no sois diferentes? Tendríais que ser diferentes. Buscadle a Él, buscad su justicia, y veréis cómo todo lo que tanto agobio os produce se os dará por añadidura.

El texto de hoy no es el de un iluso desfasado y poco práctico.

Se ha escrito atinadamente que Jesús apenas habla de Dios pero que siempre habla desde Dios, a quien siente, a quien ama, con quien vive. Hoy es uno de los pocos textos en los que, además, Jesús habla de Dios. ¡Qué sencillamente lo hace! ¡Qué maravillosamente! Este sí que es el Dios verdadero, el que hace posible que desaparezca el agobio por la comida, la bebida y el vestido, el que hace posible que todo esto sea superabundante.

A. BENITO
DABAR/87/17


2.

Tenemos aquí el enunciado general de esta instrucción sobre las preocupaciones de esta vida en relación con la premura del reino.

El v. 33 será la conclusión y pondrá de manifiesto la instrucción. Es muy importante no caer bajo el agobio de las preocupaciones de la vida, ya que el reino y sus contornos se diluirían con facilidad. No está prohibido trabajar sino hacerlo en la intranquilidad y la angustia. Dios se preocupa del que cree en eso que es esencial: la opción por el reino.

Este símil de los pájaros no viene aquí a resaltar su inactividad, sino su serena actividad, sin inquietudes ni agobios. Dios colma sobradamente la actividad pequeña y elemental de los pájaros. ¡Cuánto más colmará el deseo profundo del hombre! Dios solamente rompe el círculo opresor de la limitación y de la necesidad del hombre. Sólo Dios da continuidad y perpetuidad a la aspiración más íntima del hombre.

El segundo símil para aclarar la idea que se quiere exponer es este de los lirios, asimilados a la hierba en el v. 30 (cf. Sal 103. 15). Difícil de expresar de forma tan sencilla la fe de Jesús y de sus discípulos en Dios creador. Dios lejano, pero inmensamente cercano al hombre. Dios potente, pero delicado en su amor para cada hombre y cada cosa.

Para llegar a descubrir esta naturaleza fundamentalmente bienhechora de Dios y encontrar en ella una llamada a la confianza, es necesaria la fe (cf. 8. 26; 14. 31).

Este es el sentido general y la conclusión a la que se quería llegar. Lo mismo que los paganos "buscan" un tipo de vida lo más muelle posible, los creyentes "buscan" (el mismo verbo) gozosamente el reino. No se trata de una búsqueda apasionada e inquieta, sino que se tiene la seguridad de que el que busca encuentra (7. 8), ya que el término de todo es Jesús mismo. Todo esto no enseña una confianza pasiva en la providencia, ni el desprecio de las necesidades del cuerpo, como opuestas a las del alma, sino que llama a una búsqueda de lo esencial y, en consecuencia, a una sosegada simplificación del tren de vida que llevamos. Son dos concepciones diferentes de la vida, pero nunca una oposición entre trabajo y ocio. La confianza en Dios da al creyente una mayor actividad.

EUCA/87/11


3.

El punto central de los vv. 25-35 es la exhortación a buscar sobre todo el Reino de Dios: ésta debe ser la primera preocupación del cristiano, la única preocupación verdaderamente importante. En JC, que vive totalmente orientado hacia el Padre, se nos manifiesta el Reinado de Dios. La gozosa preocupación del discípulo consistirá, por tanto, en orientar su existencia hacia Dios: en esto consiste la justicia del Reino.

Si el discípulo vive -como vivió Jesús- orientado hacia Dios, participa también de esta fe y de esta gozosa confianza en el Padre que se refleja en estos versículos. Las palabras de Jesús ponen el acento en el hecho de no agobiarse, repetido como un estribillo ("no estéis agobiados por la vida...; ¿quién de vosotros, a fuerza de agobiarse...?; ¿por qué os agobiáis...?; no andéis agobiados pensando...; no os agobiéis por el mañana").

No agobiarse por la comida, la bebida o el vestido no significa vivir en una ingenua despreocupación. Agobiarse por esto significará comprometer toda la vida y las energías de la persona en la adquisición de los bienes materiales, y perseguir esto, como preocupación fundamental de la vida, es propio de paganos (para los oyentes de Jesús, la mención de los paganos debía ser una expresión muy fuerte).

El discípulo está llamado a vivir como hombre de fe en Dios, de quien provienen todos los bienes, especialmente la vida ("¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?"). Y vivir con esta actitud de fe en Dios, que se preocupa incluso de los pájaros del cielo y de la hierba de los prados -sinónimo de algo pasajero- supone orientar la vida cara al Reino y trabajar con paz en el corazón y sin agobios -fruto de la fe en Dios y de la orientación de la vida hacia Él- por la vida de cada día.

J- ROCA
MI-DO/81/03


4. RIQUEZA/SEGUIMIENTO

El texto empieza anunciando la disyuntiva: o Dios o el dinero. El considerar "importante" la acumulación de dinero o riqueza es decididamente incompatible con servir a Dios, porque esta acumulación exige la dedicación del corazón del hombre, ocupa todo el hombre, y le hace imposible -por mucho que se lo propusiera- servir al mismo tiempo a Dios. El dinero, pues -con todo lo que implica de preocupación primordial por el propio provecho, por el bienestar como criterio definitivo, por el asegurar por encima de todo el tener más y más-, son el ídolo que resume todo lo que se levanta contra Dios: incluso, en el texto original de la lectura de hoy, se personifica el dinero con el nombre de "Mammón", para que quede claro que se trata de un ídolo que exige la misma lealtad que Dios.

Luego viene la explicación de este principio. Hay que evitar entender las explicaciones y comparaciones sobre los pájaros y los lirios como si Jesús exhortase a no preocuparse para poder vivir: su auditorio eran campesinos y trabajadores, a los que difícilmente les habría podido decir que no trabajasen o que no vigilasen las cosechas... Lo que Jesús les dice es que lo que vale la pena es la vida y el cuerpo, más que el alimento y el vestido. Y que, por tanto, hay que evitar el poner la vida al servicio de las cosas inferiores como la acumulación de alimento o de vestido -la acumulación de dinero, en definitiva-, sino que estas cosas hay que tenerlas en cuanto son necesarias, y preocuparse por tenerlas, porque son necesarias -los pájaros también trabajan duramente para lograr su comida...-, pero nada más.

La vida debe ponerse al servicio de lo que vale la pena: y lo que vale la pena no es el dinero -como piensan los paganos-, sino Dios. Por eso, el resumen de todo es la frase final: lo que hay que buscar es el Reino de Dios, y al servicio de esta búsqueda hay que poner todo lo demás. Porque si uno busca el Reino de Dios, lo demás, en última instancia, ya está asegurado: bastará con lo que haya.

Por ello, pues, no se puede servir simultáneamente a Dios y al dinero: porque si uno quiere servir al dinero, ya no puede subordinarlo todo a la búsqueda del Reino de Dios.

j. LLIGADAS
MI-DO/78/10


5.

-"Nadie puede estar al servicio de dos amos". El servicio de Dios reclama un desprendimiento respecto a los tesoros ilusorios y una decisión y entrega sin equívocos ni fisuras. Ahora se nos aclara el porqué: hay personas que imaginan que el servicio a diversos amos es posible. Pero el hecho es que uno está siempre al servicio exclusivo de algo o de alguien; no en el sentido de una ocupación concreta y mensurable, sino en el sentido de una disponibilidad profunda del ser del hombre.

-"Mirad a los pájaros: no siembran..." No conviene que esto sea leído como una invitación a una cierta gandulería piadosa que nos coloque en una posición de confianza inactiva hacia Dios. El ejemplo de los pájaros no es un caso de inactividad, puesto que vuelan y buscan; sino de libertad, vuelan libremente por los aires, más allá de las preocupaciones concretas y de las servidumbres de la tierra. Y con todo, Dios les da más de lo que les corresponde por su faena. "¿No valéis vosotros más que ellos?" Si éste es el comportamiento de Dios hacia los pájaros, mucho más lo será hacia los hombres. Dios es el creador y el señor de la vida, y la da a manos llenas. El hombre es invitado a la confianza alegre y no a la angustia desesperanzada, buscando él solo el sentido de su existencia.

J. NASPLEDA
MI-DO/90/05


6.

Existe una diferencia entre "servir a Mammon" y "preocuparse simplemente de lo que se va a comer". Esta última preocupación puede ser sana, no es necesariamente una esclavitud de Mammon. (...) La enseñanza que se desprende de esta perícopa es doble: por una parte, subraya la imposibilidad de servir a dos amos a la vez (v. 24); por otra, pone en evidencia la actitud cristiana ante la inquietud (vv. 25-33). En el primer caso, Cristo se dirige a los ricos (véase el contexto en el que Lc sitúa esta frase: 16.1-9/13-15); en el segundo, por el contrario, habla a los pobres que se hallan expuestos a la inquietud ante su desamparo y a perder por ello su libertad de espíritu. A pesar de todo, el Evangelio transmite un mensaje único: tanto si se es rico como si se es pobre, nuestra vida está orientada hacia el Reino, y esta orientación no puede ponerse en duda a base de requisitorias o de preocupaciones que eludirían esa opción fundamental.

-El servicio de Dios no admite componendas (Dt 6. 13; 10. 20; 11. 13); la opción de la fe exige una libertad interior respecto a todo lo demás, especialmente a todo lo que puede atar al mundo (1 Tm 6. 10).

-Por otra parte, si Dios vela con solicitud sobre criaturas tan insignificantes como los pájaros y las flores, aun cuando no hacen nada, qué cuidado no tendrá de esas criaturas más dignas que son los hombres, que colaboran eficazmente en su obra. Cristo libera a las almas de su inquietud (pero no les invita a imitar la despreocupación de los pájaros) con el fin de que puedan consagrarse con una total entrega y fidelidad a la búsqueda del Reino (vv. 31-33). En este punto de su argumentación introduce Cristo una mención del "Padre", dando así a entender que el sentimiento de confianza filial debe tranquilizar la natural inquietud. Y a quienes buscasen tan solo en una pertenencia material al Reino la tranquilización de su inquietud, Mateo les sale al paso añadiendo al texto de Cristo... "y su justicia" (como ya en Mt 5. 6/10) para subrayar que no se encontrará paliativo a la inquietud sino en la observancia de esa justicia nueva que vienen juntamente a definir las bienaventuranzas y el discurso en la montaña.

MAERTENS 2.Pág. 321


7.

Contexto. El sermón de la montaña. Mateo lo ha situado tras la invitación de Jesús a seguirle para ser "pescador de hombres". En el evangelio de Mateo, el sermón de la montaña tiene por función explicar qué significa eso de ser pescador de hombres. Texto. Principio general, justificación del mismo y nueva formulación del principio en términos personales y concretos (v. 24).

Consecuencia práctica (vs. 25-34). Díptico vida-alimento, cuerpo-vestido (v. 25). Explicación de la primera tabla del díptico (vida-alimento, vs. 26-27). Explicación de la segunda tabla (cuerpo-vestido, vs. 28-30). Doble conclusión que se saca de las explicaciones (vs. 31-33 y v. 34).

La consecuencia práctica gira en torno al verbo "estar agobiado", que se repite en cinco ocasiones (vs. 25, 27, 28, 31 y 34). La consecuencia práctica se formula de manera directa en la doble conclusión, sobre todo en los vs. 31-33.

El tono de los vs. 25-34 es personal y exhortativo. Son reflexiones afectuosas del Maestro, que saben a coloquio en familia. El estilo espontáneo, la viveza de las interrogaciones, el aliento de profundo sentido poético y humano hacen de estos versículos una página encantadora e inimitable.

Pre-texto. Dios y dinero: dos "amos" con intereses absorbentes y divergentes. Paganos: los no judíos, es decir, todos los que no tienen experiencia del Dios bíblico. Andar agobiado: estado de ánimo de quien, por haber exagerado en el horizonte de su existencia la perspectiva de los bienes materiales, compromete en su adquisición y acrecentamiento las energías del espíritu.

Sensibilidad estética como actitud y lenguaje poético como formulación. Sólo desde estos presupuestos se puede leer y explicar esta página evangélica. Sin estos presupuestos, mejor es renunciar a hablar este domingo. Estamos ante una obra de arte exquisita. ¡Por favor, no la estropeemos!

Sentido del texto. Se puede formular en estas dos proposiciones: el dinero esclaviza la libertad, sometiéndola al servicio de un ídolo (v. 24); el dinero angustia la existencia (vs. 25-34). "¡Pero más la angustia el no tenerlo!" En efecto, así es como hablan los paganos.

Frente a la fascinación del dinero, fácilmente entronizado a categoría de "dios", Jesús hace un llamamiento a la reorientación teocéntrica del vivir humano: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia". "Primero" no encabeza una ordenación cronológica (como si después hubiera necesidad de buscar el alimento y el vestido), sino que señala un valor supremo y único.

¡Gente de poca fe! ¿No radicará aquí nuestro fallo? Es decir, ¿no será que Dios es también para nosotros, los que nos decimos sus hijos, una sigla?

DABAR/78/33


8.

Si Dios vela con solicitud sobre criaturas tan insignificantes como los pájaros y las flores, aun cuando no hacen nada, qué cuidado no tendrá de esas criaturas más dignas que son los hombres, que colaboran eficazmente en su obra. Cristo libera a la almas de su inquietud (pero no les invita a imitar la despreocupación de los pájaros) con el fin de que puedan consagrarse con una total entrega y fidelidad a la búsqueda del Reino (vv. 31-33). En este punto de su argumentación introduce Cristo una mención del "Padre", dando así a entender que el sentimiento de confianza filial debe tranquilizar la natural inquietud. Y a quienes buscasen tan sólo en una pertenencia material al Reino la tranquilización de su inquietud, Mateo les sale al paso añadiendo al texto de Cristo..."y su justicia" (como ya en Mt. 5, 6-10) para subrayar que no se encontrará paliativo a la inquietud sino en la observancia de esa justicia nueva que vienen justamente a definir las bienaventuranzas y el discurso en la montaña.

MAERTENS-2.Pág. 321 s


9.

Nadie puede servir a dos señores. Dios y Mamona

24.02.17 | 08:31.

http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2017/02/24/p396378#more396378
 

Dom 8, tiempo ordinario, ciclo A. Mt 6, 24-34. Este evangelio es muy largo, y consta de dos partes. La primera (Mt 6, 34) trata de Dios y Mamona. La segunda (6, 35-34) de Dios y la preocupación. Hoy comentaré la primera parte, en dos días la segunda.
 

El ídolo primero, opuesto a Dios, no es el placer desordenado, ni siquiera el mismo Diablo, como existencia separada, sino Mamona, la riqueza en sí, entendida como capital, sentido y meta de la vida. Mamona no es el dinero material, sino como signo y compendio de un sistema destructor (de violencia y muerte), que no está al servicio de la vida, sino de la opresión organizada que se opone a lo divino. Dios es gratuidad, Mamona interés; Dios libera, la Mamona esclaviza y destruye (oprime). Dios es comunión, gozo de vida compartida, la Mamona separa, divide, mata:

6, 24 Nadie puede servir a dos señores, pues odiará a uno y amará al otro. O se apegará a uno y despre-ciará a otro. ¡No podéis servir a Dios y a Mamona!

Este pasaje ha sido formulado con precisión, de un modo solemne, con principio general, explicación y aplicación.

El punto de partida se aclara desde paralelos judíos y paganos: Existen dos realidades (¡dos señores!) que nos marcan y llenan de tal forma que no pueden compartirse. Pero más valioso, aquel a quien la tradición llama «único» (pues el otro no es, sino que que hace no-ser), en clave de monoteísmo radical, es Dios (Dt 6, 4; cf. Lc 10, 42), un bien que todos pueden compartir, sin robarlo, ya que él se entrega a todos.

Aquello que no-es y destruye, pues nos lleva al «deseo de dominio violento y al enfrentamiento, en línea de poder y posesión, es el dinero absolutizado o Mamona, que puede interpretarse como capital supremo y pecado del hombre .. Buen fin de semana.

Dos señores enfrentados

Esta revelación del carácter antidivino (diabólico) de Mamona es quizá la aportación teológica fundamental del Q (cf. Lc 16, 13), recogida aquí por Mateo, en el centro del Sermón de la Montaña (Mt 6, 24), como objeto falso de “fe”, aquello en lo que el hombre confía, entregándole su vida. En ese contexto, no se puede hablar de un Diablo separado; el Diablo, Mal supremo, el Anti-Dios es la misma Mamona entendida como principio universal de muerte, que puede situarse en tres niveles.

‒ Dos servicios, dos señores… Hay un señor y servicio que esclaviza y destruye (cf. 20, 24-29). Los grandes de este mundo no liberan de verdad, no ayudan a ser, sino que se imponen y oprimen, por más bienes que en otro plano puedan conceder. En esa línea, servir al poder o al dinero termina destruyendo a ser humano. No le libera, le aniquila. Por el contrario, servir a Dios es vivir libertad, es madurar en la luz, es desarrollar la vida en plenitud. En este contexto se entiende la gran palabra de la alianza, cuando Dios mismo dice a los israelitas en el desierto: Pongo ante ti el bien y el mal, la muerte y la vida (Dt 30, 15). El hombre es un ser que puede destruirse a sí mismo .

— Plano personal. El hombre es un viviente creado para transcenderse, para vivir abierto a la gratuidad. En ese nivel se sitúa la apertura a Dios, que es la Vida en la que el hombre puede asentarse, trascenderse, encontrar su realidad. El hombre vive en gratuidad o se destruye a sí mismo en aquello que él desea. Como dice el mismo Juan de la Cruz: “Más vive el hombre donde ama que allí donde alienta (CB, 8, 3). Vive el hombre en el amor que le fundamenta, o se destruye a sí mismo. Desde ese fondo se entiende la Mamona como “deseo o pasión”, que se puede expresar en forma de avaricia: Tener para asegurarme en mi mismo, es el Capital Primero, principio de todo Pecado.

El hombre es un viviente de buenos deseos, pero cuando ellos se pervierten en forma de deseo supre-mo (voluntad y razón) de tenerlo todo (para mí, para mi grupo) a costa de los otros, surge la Mamona, que es el egoísmo pervertido: Asegurarme en algo externo a mí mismo, no en la gracia de la vida…aquello que la tradición de Pablo presenta como primer pecado (Col. 3, 5; Ef 5, 5; cf. Lc 12, 5).

‒ Plano económico-social (objetivo). Ese deseo-mamona se manifiesta en instituciones racionales (y pasionales) encarnadas en la Mamona, que es el “tesoro externo”, expresado en posesiones cada vez mayores, de cam-pos/casas o de bienes simbólicos, que se concretan en eso que actualmente se llama Capital (de cabeza), que desembocan en un tipo de Capitalismo. De esa manera lo que es bueno, la Biblia dice incluso muy bueno (árboles y campos, animales, comida y, sobre todo, otras personas) se convierte en lo muy malo.

La mamona, pecado de muerte

La Mamona es un pecado social, material, objetivado en cosas, tesoros materiales, armas para la gue-rra, oro, dinero, posesiones… La mamona se concreta, sobre todo, de un modo especial, en el dinero convertido en capital: Lo que es para mí en la cabeza de la que vivo, en el pensamiento del que pienso… Pensar y vivir sólo desde el capital que nos separa de los otros y de nuestro tesoro interior, y del mismo Dios. Esa es la gran destrucción.

‒ Plano religioso (intento de trascendencia). Tanto el deseo subjetivo como los bienes objetivos se “divinizan”, convirtiéndose en Dios, conforme a un proceso de idolatrización que han estudiado con rigor varios Padres de la Iglesia en el siglo IV. La Mamona se convierte de esa forma en el “Dios objetivado”, el único Señor que domina de verdad sobre la tierra .

Una parte considerable de la religión (entendida como idolatría) es el deseo de asegurar la vida en aquello que tenemos y que, al final, nos acaba teniendo, dominando. Ese Dios Mamona no es un poder irra-cional, como un Dios loco, sino que se presenta signo de una racionalidad muy atrayente, llena de reclamos, pero que nos termina oprimiendo. En general, la antropología filosófica de tipo griego había sido idealista, propia de hombres «ociosos» y ricos, que se hacían alimentar por sus siervos o esclavos. En contra de eso, la antropología bíblica ha sido y sigue siendo materialista: entiende al hombre desde la perspectiva de la gracia de Dios y, al mismo tiempo, por una inversión que es normal, desde el poder y riesgo del dinero.

Excurso. Dios y Mamona (Mt 6, 24)

En Mt 6, 24 culminan y se ratifican en los dos pasajes anteriores de Mateo: No atesoréis tesoros en la tierra (6, 19-20), no convirtáis vuestra luz en oscuridad (6,21-23). Sólo en ese contexto, retomando todo el argumento del Sermón de la Montaña, Mateo puede afirmar que lo opuesto a Dios es Mamona, cuando dice:¡No podéis servir a Dios y a Mamona! Éstos son sus riesgos principales.

‒ Caducidad que mata. Mamona es riqueza caduca, amenazada por el orín y la polilla. Dios hizo al hombre para la vida (para que busque eternidad, en comunión con los otros seres humanos), pero hombre tiende a cerrarse en una trama de muerte, que caracteriza y define todas las riquezas del mundo, incluidos ejércitos, imperios y sistemas económicos. Esta es la gran idolatría: vamos construyendo tesoros que el tiempo se en-carga de roer o apolillar, cayendo así en un tipo de ansiedad contradictoria, pues el deseo de asegurar nuestra vida en aquello que tenemos nos acaba haciendo esclavos de la muere.

‒ Envidia. Mamona es aquello que enciende el deseo de ladrones y competidores, suscitando así una guerra sin fin entre los que tienen y los que quieren tener. En este plano es imposible conseguir una paz externa, a no ser por dictadura de algunos (los triunfadores) o del sistema mismo que domina sobre todos. La desigualdad en el nivel de las posesiones materiales suscita siempre envidia: lo que uno posee crea en el otro un deseo de tenerlo o un rechazo que le lleva a destruirlo, de forma que surge y se expresa la gran antítesis teológica y social, antropológica y eclesial que ha puesto de relieve el evangelio.

Posiblemente, esta sentencia que opone a Dios y la Mamona provenga de Jesús y recoja su experiencia religiosa y social originaria, pero ella ha sido formulada por el Q, que había ofrecido su versión radical del evangelio en su relato de las “tentaciones” de Jesús (4, 1-11). Retomando lo ya dicho al hablar de las tentaciones, aquí expongo, de un modo general siete rasgos de mamona:

1. Lo contrario a Dios no es sólo el deseo subjetivo, sino una estructura objetiva construida y absolutizada por los hombres: la mamona (capital en su forma opresora). Lo malo no es el mundo; lo contrario a Dios no son las cosas de la creación finita como podría suponer un dualismo gnóstico, que condenaba la materia, el sexo. Desde una perspectiva “idealista”, en su Crítica de la Razón Práctica, al afirmar que lo único bueno es una buena voluntad, I. Kant estaba suponiendo que lo único malo es una mala voluntad, en línea subjetiva.
Pues bien, sin negar ese principio kantiano, nuestro pasaje añade que el mal se ha concretado (encar-nado) en una entidad trans-subjetiva, fabricada por los hombres, con su propia estructura de poder, en forma de sistema de dominio económico, es decir, como Mamona. Eso significa que el mal no es algo puramente interior, un movimiento de “deseo” de la voluntad, sino que tiene una entidad “objetivada”, contraria a Dios, es un “ídolo”. La Mamona, ése es el ídolo supremo. Ése es en el fondo el Diablo.

‒ Mamona, mal objetivado. Ciertamente, el mal brota de la mala voluntad (de la envidia/deseo de dominio de los hombres), pero no es sólo un rasgo de ella, sino que se objetiva y concreta a lo largo de la historia humana, y de esa forma puede recibir y ha recibido una realidad idolátrica, externa: La mamona. El mal es algo que el hombre mismo hace (construye) para luego quedar esclavizado por ello, en la línea de aquello que la Biblia llama ídolo (cf. Sab 13-15): representación que carece en sí misma de verdad o fuerza, pues no tiene más que aquella que nosotros le damos, y así termina dominándonos.
Eso significa que el mal no es creación positiva de Dios; pero tampoco es pura nada, sino que algo que nosotros construimos, cuando intentamos adueñarnos del árbol del paraíso (Gn 2-3), para construir de esa manera un tesoro que al fin nos sobrepasa y destruye. De esa forma “hacemos” la Mamona con la intención de dominarla (de “salvar” en ella nuestra vida), pero de tal forma que al fin nos domina ella. En este contexto no hace falta que hablemos de Satán o sus demonios, de Mastema y sus espíritus perversos (vigilantes invasores) como en 1 Henoc, pues la misma Mamona que hacemos nos des-hace, el demonio que creamos, nos des-crea.

2. Mamona, ídolo englobante, todos los “demonios”. Otros libros de la Biblia, como Sab 13-15 presentaban el tema de otra forma. El relato de las tentaciones (Mt 4, 1-11) interpretaba casi al Diablo como encarnación del mal, anti-Dios. Pues bien, nuestro pasaje le identifica con la Mamona, que así aparece como equivalente universal de un tipo de riqueza que nos enfrenta y domina, y de la oscuridad que nos per-vierte. Éste es el “pecado” estrictamente en sí, una construcción que los mismos hombres elevamos «contra Dios» (es decir, contra la gracia), como los falsos ingenieros de la Torre-Ciudad de Babel (Gen 11).
Este relato se mantiene así en la línea de aquello que Pablo (tan distinto de Mateo en otros planos) ha presentado como “pecado original” que es propio de los hombres, no de Satán o sus poderes perversos (cf. Rom 5).

Según este pasaje de Mateo, el pecado aparece como una especie de estructura de mal que se apodera de los hombres para destruirles. En esa línea, al identificar a la mamona con el antidiós, nuestro pasaje ha realizado una opción hermenéutica de grandes consecuencias: Lo que en plano de pecado une a los hombres no es la razón común que emplean para conocer, ni la pasión vital, ni algún tipo de ateísmo o anti-religión; lo que a todos iguala y destruye, en un nivel concreto (deseo de “tesoro” de este mundo) es el gran «edificio del capital», entendido como Torre de Babel en que los hombres quieren refugiarse sin lograrlo. Mateo no desarrolla una doctrina sobre el Diablo como poder personal perverso, sino sobre la Mamona, como anti-Dios objetivado.

3. Mamona es un ídolo engañoso que suele camuflarse en ropajes de piedad, libertad o sacralismo. Muchos de aquellos que “adoran” o sirven a Satán, que se revela en forma de Mamona, siguen entregándose a sus cultos de tipo social o religioso, pensando que es allí (en su religión particular) donde se expresa la verdad de su existencia. Así, de modo consiguiente, van al templo, diciendo que dialogan con Dios, pero Mt 21, 12-13 sabe que el mismo templo de Jerusalén se ha vuelto esclavo del dinero, bajo el dominio de Mamona, tesoro que queremos dominar y nos domina, pues «allí donde está tu tesoro está tu corazón» (cf. Mt 6, 21).
Los judíos habían adorado a Dios en un templo, griegos y romanos adoraban también a sus dioses; y, por su parte, filósofos y sabios posteriores han seguido trazando sus discursos conceptuales para defender de esa manera a su divinidad cósmica o racional. Pues bien, al fondo de esos dioses y del gran pensamiento de los sabios se ha escondido normalmente la materia pervertida de una adoración económica, un tipo de culto concreto a Mamona.

4. El descubrimiento del carácter antidivino de Mamona tiene rasgos de revelación. No se descubre su “mentira” con discursos conceptuales o teorías cósmicas que siguen inscritas en lenguajes de «talión», que es en el fondo una expresión de la Mamona (es decir, de aquello que se compra). Solo podemos descubrir el carácter anti-divino de Mamona si subimos de plano, abriéndonos a una revelación más alta del poder de gratuidad de Dios, como principio de amor que fundamenta de manera amorosa la existencia de los hombres. Eso es lo que ha hecho Jesús, cuando nos muestra y enseña con su vida que lo opuesto al mesianismo de la gracia es el deseo de “tener”, es decir, la lucha por el dominio de los bienes del mundo.

Otros “dioses” (o revelaciones) nos siguen manteniendo en un nivel de “adoración cósmica”, buscando un equilibrio entre diversos poderes del mundo. Pues bien, en contra de eso, Jesús nos ha mostrado (revelado) la verdad de Dios, haciéndonos ver que Satán (enemigo de Dios) es Mamona, el deseo de seguridad que se expresa a través de unos bienes que se destruyen (nos destruyen) y nos llevan al enfrentamiento o lucha de unos contra otros .

5. Mateo 6, 24 contrapone revelación de Dios y mamona. Dios es creador, Vida que se regala; Mamona, en cambio, ha sido creada por los hombres (y se aprovecha de ellos y quiere devorarles, como el Dragón de Ap 12). Dios nos hace libres, para que podamos ser de forma autónoma. Mamona, en cambio, nos posee (como el diablo) y nos convierte en siervos al introducimos dentro de una especie de cada de hierro de mérito y negocio, de ganancia y juicio donde vale más el que más tiene, aunque al final todos acaban siendo esclavos del mismo sistema. Dios nos ama de manera personal y, al dirigimos su palabra de llamada, espera una respuesta.

En contra de eso, el dinero nos permite gozar y poseer pero al final nos esclaviza, sin dejar ya que podamos responderle, pues vive de nosotros y así nos enfrenta (nos divide) y nos entrega en manos de la muerte. Ciertamente, al oponer entre sí a Dios y a la Mamona, Mateo se mantiene fiel al monoteísmo israelita: «Escucha, Israel, Yahvé nuestro Dios es un Dios único; amarás a Yahvé tu Dios con todo tu corazón...» (Dt 6, 45; cf. Mt 22, 34-40). Esa palabra (amarás a Dios…) sigue siendo valiosa, pero resulta insuficiente allí donde ese “amor” no se expresa en forma de superación de la Mamona y de todo lo que de ella deriva.

6. Lo opuesto al Dios del hombre es la Mamona o capital divinizado. En línea de Mamona, el mundo acabaría convirtiéndose en un puro mercado, con una moneda que lo compra y maneja todo, de manera que todos se midan (se igualen y distingan) por ella, y de esa forma se negocian, en un juicio inmenso donde el «juez» (que dicta sentencia de lo bueno y malo) es el mismo dinero. En esa línea, los hombres acaban siendo esclavos de un instrumento de cambio (de juicio) que ellos mismos han creado. Cesa el valor de la persona, pues ellas se compran y venden, como se compra el trabajo. Se pierde así el valor absoluto de la vida, y todo resulta al fin equivalente en el negocio de la nada (de aquello que al fin es nada).

Éste es el talión final: ojo por ojo, dinero por dinero, en un proceso de oposición y negocio que lleva siempre a la muerte. En contra de eso, el conocimiento de Dios se expresa en el despliegue de la vida en forma de gracia compartida, como ha venido mostrando el Sermón de la Montaña. Eso significa que Dios es más que pura emoción o sentimiento, más que idea, pues descubrirle implica descubrir y potenciar un tipo de existencia que se opone a los modelos que se imponen y extienden por dinero (capital), en un mundo donde sólo se valoran las empresas productivas (obras) y al final todo se adquiere y rechaza en el mercado.

7. El Dios del hombre, anti-Mamona. Frente al desvalor universal de la mamona (forjada en clave de juicio y compraventa) ha de expresarse la apertura universal del Dios que es gracia y que se expresa como unión gra-tuita. Este Dios humano, propio del evangelio de Jesús, se define (revela) como fuente de diálogo, amor y gracia para todas las personas. Pasan a segundo plano otros principios de vinculación social fundados en tradiciones populares o identidades de grupo. Lo que de verdad relaciona a todos es lo opuesto a la mamona: la gracia que libera a los hombres y les capacita para unirse en amor. En contra de Mamona, que es anti-gracia, principio de oposición y muerte, Dios se revela como Gracia Creadora, es Aquel que da Vida y nos permite regalarla y compartirla.

A diferencia de Mamona, Dios es gratuitamente Vida: No se compra ni se vende (no es dinero), siendo, sin embargo, esencia radical y fuente de todo lo que existe; es creatividad gozosa, que ofrece libertad y acompañando en amor a lo creado. La Mamona no crea, sino que mantiene bajo su poder a lo creado (a las cosas que ya existen), y lo hace por la fuerza, con envidia: cada uno quiere lo que el otro tiene, para apoderarse de su savia, como puro parásito, sin jamás saciarse. De esa forma, la Mamona «fabrica» pobres: suscita la desigualdad entre los hombres, en proceso de competencia que lleva al enfrentamiento y a la opresión de los perdedores. En contra de eso, Dios es amigo de los pobres, principio de gracia, que se goza en dar precisamente a los que menos tienen, en proceso de generosidad gratuita .

Desde ese fondo, superando el nivel del juicio y la mamona, afirmamos que Dios es gracia y comunión, y que por su parte, al mismo tiempo, el hombre verdadero es también gracia. En ese plano, la vida no es simple mutación, sino creación. Ciertamente, en un plano, parece que las cosas no son más que un proceso de mutaciones, organizadas quizá en un proceso evolutivo (al menos en el nivel de los vivientes). Pero, en un plano de evangelio, la vida es más que evolución, es creación de algo nuevo, en libertad personal, gratuita.

Ésta es la experiencia clave, la gran mutación que está en el fondo del Sermón de la Montaña y que formula como posibilidad y camino de nueva creación. Eso significa que, según el evangelio, los hombres no podemos volver al esquema anterior de la evolución de la vida, de la que procedemos, pues en ella nada se crea, sino que se transforma sin cesar, sin que nada ni nadie permanezca, pues todo muere. Tampoco podemos refugiarnos en la cultura de la Mamona, que se expresa en forma de opresión de los más fuertes, matando y/o marginando a los más débiles. La vida humana es creación del mismo Dios en y por los hombres. En ese contexto, de un modo aproximado, podemos distinguir, desde una perspectiva bíblica, tres planos de realidad:

‒ Talión. En un primer nivel, el mundo es equilibrio de fuerzas: una estructura donde cada elemento necesita del otro, conforme a una ley de correspondencia. Ningún elemento puede subsistir por aislado. Cada uno sólo existe y actúa en relación con otros, dentro de un «juego de fuerzas» que podríamos definir como talión, al interior de un equilibrio tensional o de un proceso donde nada se crea y nada se destruye, sino que todo se trasforma, conforme a una ley de acción y reacción que la escolástica llamaba de generación y corrupción.

‒ Mamona. El hombre ha querido superar un tipo de talión donde todo es relativo, creando una especie de absoluto, una Mamona que parece superior, como un “dios” que no se identifica ya con el todo cósmico, sino el Capital que los hombres producen y divinizan. En esa línea no se mantiene ya la equivalencia, como en el plano anterior, donde nada se crea ni destruye, sino que surge un desnivel, pues el Capital se eleva sobre todo lo demás, y se impone sobre hombres, y les condena a la lucha por los bienes y a la destrucción de los más débiles. De esa manera, al “salir” del equilibrio natural anterior, el hombre, que debía ser “más que puro mundo” corre el riesgo de hacerse menos que mundo, y destruirse a sí mismo, al someterse a la Mamona que él mismo ha producido (no creado, pues la Mamona no es creación sino anti-creación). El talión cósmico tendía a equilibrarse por sí mismo, pero allí donde supera ese nivel de equivalencia natural, al convertir su mundo en objeto de capital y mercado (Mamona), el hombre corre el riesgo de quedar sometido bajo un poder que le destruye .

 

‒ Dios. Superando el nivel del puro mundo (talión), y la anti-creación de la Mamona, viene a situarse el Dios de Mateo, que no es naturaleza cósmica (talión), ni es Mamona que el hombre ha creado y que le encierra en manos de la muerte, sino gratitud creadora, sobre el talión, en contra de la Mamona: Dios se da a sí mismo y se regala, gratuitamente, sin necesidad de esperar o recibir nada a cambio. Dios no forma parte del sistema cerrado de fuerzas; no es talión, y así supera la ley de acción y reacción (generación y corrupción) de los poderes cósmicos. Pero Dios no es tampoco Mamona, creación humana en línea de poder-capital, sino principio creador de vida, gratuidad generosa y perdón, es Padre .