COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 5, 1-12a 

Par: Lc 6 20-23 

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TODOS LOS SANTOS   
DOMINGO 06C

 

1. BITS/ALIENACION 

El versículo inicial, que da cuenta de la presencia de la gente y de los discípulos, ya había quedado preparado el domingo pasado con la invitación al seguimiento y con la actividad por toda Galilea. En la montaña y en postura docente, a semejanza de los rabinos rodeados de discípulos. Para el marco Mateo sigue sirviéndose del cliché del Éxodo: presenta a Jesús en la montaña a semejanza de Moisés, a quien Jesús da sentido y cumplimiento.

La enseñanza es cadenciosa, debido a la reiteración del adjetivo "dichosos" en cada comienzo de una enumeración de ocho miembros, que a su vez tienen todos una misma estructura: dichosos los ...porque... La cadencia se rompe en los dos últimos versículos con la presencia de la segunda persona, en referencia directa a los discípulos presentes.

La enumeración recoge ocho tipos diferentes de personas, cada uno de ellos designado por una situación o tarea que comportan sufrimiento y riesgo. En la enumeración propuesta por la traducción litúrgica (las ediciones críticas prefieren actualmente el orden inverso para el segundo y tercer miembro) los tipos de personas que se recogen son los siguientes: pobres en el espíritu, sufridos o no violentos, los que lloran, hambrientos y sedientos de justicia, misericordiosos o los que prestan ayuda, limpios de corazón, trabajadores o constructores de la paz y, por último, perseguidos por causa de la justicia.

Es importante observar que lo que se declara bienaventurado son las personas y no las situaciones. La observación es importante porque ello significa que las bienaventuranzas no convalidan o consagran situaciones sociológicas de injusticia y dolor, sino que alaban a personas activas, a personas que llevan adelante una tarea dolorosa o que han hecho una opción dolorosa. Esto es especialmente esclarecedor para la primera bienaventuranza, en la que se habla de pobres en el espíritu: se trata de personas que han optado por la pobreza como forma de vida.

En la segunda parte de cada uno de los ocho miembros de que consta la enumeración, Jesús promete en nombre de Dios a todas estas personas un final a su sufrimiento y dolor. En el pasado se ha querido ver en estas palabras de Jesús una proclama reaccionaria, adormecedora de conciencias y favorecedora del mantenimiento de situaciones de injusticia en beneficio de los dominantes. A la luz del análisis anterior queda bastante claro que una interpretación así supone un total desenfoque del texto. Nadie con seriedad la sostiene hoy.

Mateo ha dispuesto que estas palabras abran el conjunto de la enseñanza de Jesús. Se realza así la importancia de las mismas.

Dirigidas como están a los discípulos, el carácter programático de estas palabras ilumina el concepto de discípulo que Mateo tiene. Ser discípulo o seguidor de Jesús es para este autor llevar un estilo de vida caracterizado por la solidaridad con los que sufren y por la construcción de un orden de cosas diferente.

A su vez, las palabras de Jesús confieren a este estilo de vida una perspectiva trascendente. El seguidor de Jesús sabe que cuenta con Dios y que los riesgos y las dificultades no serán quienes tengan la última palabra. Por eso se sabe y se siente bienaventurado el seguidor de Jesús.

A. BENITO
DABAR 1990/12


2.

SENTIDO DEL TEXTO.-El ámbito de las bienaventuranzas es religioso. Es decir, presuponen una toma de posición previa por Jesús y por el reinado de Dios. Jesús se dirige exclusivamente a los que han tomado posición por él y por el Reino (=a los discípulos). Esta toma de posición previa le lleva al discípulo a adoptar posturas concretas. Estas posturas le colocan unas veces en situaciones penosas y otras en actividades cuya realización comporta una serie de dificultades. Tanto en unos casos como en otros el discípulo puede llegar a experimentar el desánimo, la tentación de mandarlo todo a paseo o puede incluso "quemarse". Es aquí, ante estas posibilidades muy humanas, donde interviene Jesús y le dice al discípulo: "No te desanimes. No eres ningún desgraciado. Todo lo contrario: eres un bienaventurado. Eres tú quien está construyendo el Reino y llegará un día en que esto aparezca con toda claridad". La perspectiva de futuro que Jesús introduce no es una evasión; es, sencillamente, la certeza que necesita el luchador de que su lucha no es una quimera, la certeza de que su lucha vale la pena porque efectivamente lleva a un término glorioso.

DABAR 1978/12


3. 

Los que se creen "salvados" por sus méritos y no por el amor y misericordia de Dios. Jesús envía un mensaje de esperanza a los desahuciados de este mundo. Pero esta esperanza no consiste sólo en que más tarde tendrán premio, como quien juega a una tómbola de eternas recompensas. Consiste en que ya aquí, en este mundo, su vida es un clamor que atrae el cariño de Dios. Y si las cosas estuvieran establecidas conforme al pensamiento divino muy otra sería su precaria condición.


4.

Las bienaventuranzas no son diferentes caminos para llegar al Reino de Dios, de manera que cada uno pueda elegir el que mejor le cuadre. No, Jesús ofrece desde perspectivas distintas el único camino. En primer lugar se señala una actitud inicial básica que se convierte en exigencia para llegar al Reino de Dios. El que adopta esa actitud es ya "dichoso", pues hay para él una promesa. En la primera y en la última bienaventuranza la promesa es expresamente el Reino de los Cielos, en las otras se trata de la misma realidad considerada bajo diversos aspectos.

Juan Bautista comenzó su predicación anunciando el juicio inminente de Dios, Jesús comienza proclamando las bienaventuranzas del Reino sobre aquellos que, a los ojos de todo el mundo y de los dirigentes de Israel, eran los desdichados, los despreciados, los perdidos. ¿No es esto también un juicio? Ciertamente lo es para los ricos, los poderosos y los satisfechos si no entran por el camino de las bienaventuranzas. En este supuesto Jesús pronunció también las malaventuranzas (/Lc/06/24-26). Se ha dicho que Mateo hace una corrección al texto de Lucas, en el que se habla simplemente de los "pobres". Pero Mateo no espiritualiza a Lucas ni reduce la pobreza a una simple actitud del espíritu, lo que hace es destacar esta actitud sin negar su expresión social. El análisis de la tradición bíblica de los "anawim" (los "humildes de la tierra" en expresión de Sofonías, primera lectura de hoy), que es el contexto en el que debe interpretarse el mensaje de las bienaventuranzas, nos da un concepto de pobreza en el que se encuentran los dos aspectos: los justos pertenecen de hecho a la clase social más baja.

En esta última bienaventuranza Jesús se refiere directamente a los discípulos, que serán sus testigos. Las anteriores se refieren a los pobres, a los sufridos, a los que tienen hambre y sed de justicia, etc...; por lo tanto, a muchos hombres que no serán siempre expresamente cristianos.

EUCARISTÍA 1987/07


5.

-"...al ver Jesús al gentío, subió a la montaña...": Desde la montaña, como desde un nuevo Sinaí, Jesús proclama ante las multitudes y no sólo para el grupo restringido de los discípulos, la nueva ley del Reino, convocando al pueblo de la Nueva Alianza. La bienaventuranza o felicidad proclamada es escatológica, pero también presente ya de una manera latente en quienes viven según el programa del Reino; sólo por la fe puede percibirse.

-"Dichosos los pobres en el espíritu...": La primera y la última bienaventuranza enmarcan el conjunto de las otras seis (tres referidas a situaciones de sufrimiento y tres referidas a actitudes en bien del hombre). La primera es una invitación a optar por la condición de pobre. El término "en el espíritu" no es ningún intento de aguar su fuerza social: indica que se trata de una pobreza que abraza lo más profundo de la persona y que, por tanto, no se puede reducir a una situación sociológica fruto de la necesidad ni a un sentimiento de desprendimiento de carácter interior. Contra la idolatría del poder del dinero se trata de una opción fundamental por Dios. De aquí que la promesa sea la entrada en el Reino, en el ámbito de la realeza única de Dios.

-"Dichosos los que lloran...": Las tres bienaventuranzas siguientes hablan de situaciones de sufrimiento fruto de la opresión y de la injusticia. Los términos para expresarlo provienen del AT: los que lloran (los oprimidos) reciben la recompensa del consuelo de la liberación (Is 61,2); los humildes, los sufridos, (los desposeídos de la tierra), la alegría de poseer el país; y los que tienen hambre y sed de realización de la justicia de Dios, verán cumplidos su deseo con el establecimiento del Reino.

-"Dichosos los misericordiosos...": Las otras tres bienaventuranzas hablan de las actitudes activas de la compasión, de la misericordia y de la pureza de corazón que son el indicativo de una conducta sincera hacia los demás y ante Dios, y de la creación de situaciones de paz como anticipación del Reino mesiánico y definitivo en el que todos serán hijos de un mismo Padre.

-"Dichosos los perseguidos...": La última de las bienaventuranzas tiene estrecha relación con la primera. La opción contra el poder y el dinero, contra la idolatría, provoca la persecución. Pero este fracaso de los discípulos en el mundo es también prenda de felicidad. Comparten la misma suerte de los profetas y del Maestro, que deviene un indicativo de que están en el camino que conduce a la verdadera felicidad de la vida del Reino.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1990/03


6.

Al proclamar estas tres o cuatro bienaventuranzas primitivas, Jesús no enunció probablemente condiciones para entrar en el Reino. Más aún: debió de proclamar a la manera profética que determinadas situaciones desgraciadas (las más típicas habitualmente consideradas en el estilo profético) habían por fin provocado la atención benevolente de Dios, que sin tardar y gratuitamente iba a hacer llegar su Reino.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA II
MAROVA MADRID 1969.Pág. 136


7.

La "obertura" del sermón de la montaña es una proclamación, una promesa, una llamada cordial a la felicidad que viene de Dios. Las bienaventuranzas son como un retrato del verdadero pueblo de Dios.

Los pobres, entre los que podemos incluir a los que lloran, y a los humildes, son esta categoría de personas desvalidas, conscientes de que solos no pueden salir de su situación y que no quieren salir de ella a base del poder y la fuerza. De hecho, algunos autores afirman que se podría explicar el término "humildes" diciendo "no-violentos". Son aquellos que tienen a Dios por rey, según la expresión de Isaías y del salmo que hemos leído. La "justicia" va más allá de lo que entendemos normalmente por justicia. Es la relación correcta con Dios, con los demás y con el mundo. Practicar la justicia es hacer la voluntad de Dios, que a menudo se contrapone a los deseos humanos, lo que provoca la persecución para los que quieren ser justos.

Los "misericordiosos" son los que se ponen en la piel del otro y actúan en consecuencia: dan de comer al que tiene hambre, etc.

Los "limpios de corazón" son los que viven la actitud contraria a lo que entendemos cuando hablamos de fariseísmo.

Hay que entender a "los que trabajan por la paz" como aquellos que trabajan positivamente por la paz, entendida como la plenitud de vida que Dios quiere para todos los hombres.

El resto del sermón de la montaña y todo el evangelio de Mateo irán concretando esta proclamación inicial del modo de ser de los discípulos de Jesús.

Una proclamación acompañada de una promesa que, resumiendo, es el Reino de los cielos, el Reino de Dios, es decir, la vida en Dios. Podríamos ponerle como título el que encontraremos más adelante: "Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto".

J. M. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1993/02