COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Ne 08, 02-04a. 05-06. 08-10

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1.

* Ambientación histórica.

-"Memorándum. El año primero de su reinado, el rey Ciro decretó a propósito del templo de Jerusalén: constrúyase un templo donde ofrecer sacrificios y echen sus cimientos..." (Esd. 6,3-12).

-"Años más tarde, durante el reinado de Artejerjes... Copia del documento que entregó el rey Artajerjes a Esdras... Dispongo que mis súbditos israelitas, incluidos sus sacerdotes y levitas, que deseen ir a Jerusalén puedan ir contigo..." (Esd. 7,1.11 ss.).

-El edicto de Ciro se promulgaba el año 538 antes de Cristo. El respeto de los monarcas persas por la idiosincrasia política y cúltica de los diversos pueblos hizo realidad el viejo sueño judío del retorno a su tierra añorada. Un laico, Nehemías, y un clérigo (tal vez levita), Esdras, son los encargados por la corte real para llevar a cabo la organización y reestructuración política y cúltica. Sus memorias las conocemos gracias a la labor editorial de un autor anónimo, llamado el Cronista, que las insertó en su obra literaria sin reproducirlas textualmente. La obra del Cronista abarca I y II Cron., Esdras y Nehemías, y nos presenta la síntesis histórica más amplia del A.T.: desde la creación de la humanidad hasta la vuelta del destierro con la instauración del judaísmo.

*Contexto literario.

-Neh. 1-7 nos habla de la reedificación de la ciudad con su templo y murallas. Tarea ardua y llena de dificultades, pero no la más importante. Por eso: -A partir del cap. 8 empieza la segunda fase de la restauración.

La reedificación de la ciudad sólo es un presupuesto indispensable para la auténtica restauración del pueblo: la espiritual.

-Parece ser que el Cronista compuso Neh. 8-9 basándose en las memorias de Esdras 7-10, sin reproducirlas textualmente.

* Texto.

-Neh. 8, 1-12 es uno de los textos más importantes para conocer el origen y desarrollo del culto sinagogal del judaísmo.

Desde un púlpito, Esdras pronuncia la bendición inicial, a la que el pueblo responde con un doble "amén" y una serie de gestos. La lectura es traducida del hebreo a la lengua hablada por el pueblo, el arameo (¿origen del Targum?) y comentada por la gente.

-Esta lectura pública de la ley (s.IV) sirve de preludio a la renovación de la Alianza. La Ley es recuerdo del encuentro salvífico de Dios con su pueblo (nada tiene que ver con nuestro concepto romano de ley); su lectura les hace ver que el Señor ha sido, es y será siempre su protector, especialmente en los momentos difíciles. Gracias a la intervención divina Judá jamás ha estado abandonada. Por eso el pueblo, si es agradecido, debe corresponder siendo fiel a esta ley. Esdras trata de imponer la ley (=¿Pentateuco?, ¿fuente P?...) como ley de Estado (es el nacimiento del judaísmo. Por eso han considerado siempre a Esdras como su segundo fundador, después de Moisés).

-El recuerdo de la ley y de su significado provoca el llanto de un pueblo sin fe que se reconoce infiel a Dios y se compromete a ser cuerdo protector del Señor; por eso debe ser un día de gozo y no de lloros (y en el gozo del banquete también debe participar el pobre: Dt. 16,11 ss).

* Reflexiones.

-La gran asamblea narrada en Neh. 8,1-12 constituye el marco de fondo histórico a la celebración sinagogal que nos narra hoy el Evangelio de Lucas. El gran encuentro salvífico de Dios con el pueblo se cumple hoy en Jesús de Nazaret. El es el Libro, la Ley.

-Gracias a la intervención de Jesús, el pueblo jamás está abandonado. El se presenta como el Ungido que trae la libertad a los cautivos, la luz a los ciegos... Jesús es el gran Liberador.

Es su tarea programática.

-Y nosotros lloramos: porque nuestra teología es aséptica, etérea, llena de monsergas espiritualoides. Y el llanto nos consume porque desde todas las esferas tratamos de echar zancadillas a esa Iglesia Iberoamericana que ha logrado entender el mensaje programático de Jesús.

-Pero nuestro llanto no debe ser eterno. El cristiano ha de volver sus ojos a Jesús, a su mensaje programático... y ha de actuar. Entonces nos inundará el gozo de ser fieles a su auténtico mensaje (y no a opiniones muy discutibles que quieren imponernos como auténtica tradición).

A. GIL MODREGO
DABAR 1989, 10


2. BI/LECTURA

La lectura pública de la ley marca una fecha muy importante en la historia de Israel. Pues, hasta ese momento, el pueblo vivía su fe rezando, participando en las ceremonias del templo. Recibía de boca de los sacerdotes y profetas sentencias o prédicas. No sentía la necesidad de leer una Biblia.

Esdras entiende que, en adelante, la comunidad se desarrollará en torno a la lectura, la meditación y la interpretación del libro sagrado: la Biblia no estará guardada, sino que será libro de todos y la norma de su fe. Este paso religioso y cultural es parecido al que ha afectado a cristianos en diversos momentos de la historia. La fe cristiana no puede cobrar fuerza sino a partir de la palabra de Dios leída y escuchada en forma comunitaria.

La palabra proclamada ante el pueblo y aceptada por el pueblo, comentada después e interiorizada por cada uno, lleva a la responsabilidad y a la conversión de todos. Y los que han participado de una misma palabra, tomarán parte también de un mismo banquete para celebrar la fiesta de la reconciliación.

Nadie debe quedar al margen de esta fiesta, y menos que nadie aquellos que no tienen nada que llevarse a la boca, los pobres de Yahvé. La reconciliación con Dios y la aceptación de su voluntad implica necesariamente el amor entre los hombres y la acogida a los pobres, a los que ama el Señor.

EUCARISTÍA 1989, 5


3.

Estamos ante un texto de singular importancia para conocer los orígenes del judaísmo en sentido estricto. Concluido el exilio.

Artajerjes I aprobó la Ley de Moisés como ley real para todos los judíos repatriados y encargó a Esdras, que era escriba en su corte, la misión de organizar la vida pública en Palestina.

Esdras llegó a Jerusalén el año 453. El texto que comentamos utiliza como fuente el informe oficial que Esdras, una vez cumplida su misión, envió al rey Artajerjes I. De todo esto se desprende que la reforma de Esdras fue en realidad una restauración de acuerdo con la Ley de Moisés.

Para promulgar la ley, Esdras esperó que llegaran las fiestas del séptimo mes (septiembre-octubre), con las que acostumbraban los judíos a inaugurar el año nuevo. Con motivo de estas fiestas se reunía en Jerusalén un buen número de peregrinos, lo que facilitaba la convocatoria de una asamblea general.

Esdras lee la Ley sobre una tarima y rodeado de los principales del pueblo. Aunque se habla aquí de un libro -sin duda alguna el pentateuco tal como se conocía en aquellos tiempos-, no es de suponer que leyera todo su contenido, sino únicamente las prescripciones legales. En señal de respeto y de buena disposición para realizar lo que escuchaban, todo el pueblo se pone en pie apenas comenzada la lectura. El auditorio lo integran hombres y mujeres, incluso los niños, con tal que fueran capaces de comprender. Dios habla a su pueblo, a todo el pueblo.

Esdras, el sacerdote, concluye la proclamación de la Ley con una alabanza al Señor, y todo el pueblo responde con una aclamación y un asentimiento a la voluntad del Señor, alzando las manos y diciendo amén, amén. Es la renovación de la Alianza: Dios da su palabra y el pueblo se compromete a cumplirla. Su futuro depende de que así sea. Se pasa inmediatamente al adoctrinamiento en pequeños grupos, a fin de que la enseñanza se adapte mejor a las diversas necesidades y circunstancias. Esto permite hacer preguntas y respuestas, entablar un diálogo en el que se superan las dudas y se entrega la tradición. El texto nos ofrece un testimonio de la institución rabínica.

El conocimiento minucioso de la Ley provoca el temor del pueblo ante tantas obligaciones y las sanciones que se imponen a los transgresores. Pero Esdras y Nehemías, el gobernador, así como todos los colaboradores en la enseñanza de la Ley, animan al pueblo para que no se aflija y se alegre más bien en el Señor.

Porque el Señor es la fortaleza de Israel.

La palabra proclamada ante el pueblo y aceptada por el pueblo, comentada después e interiorizada por cada uno, lleva a la responsabilidad y a la conversión de todos. Y los que han participado de una misma palabra, tomarán parte también en un mismo banquete para celebra la fiesta de la reconciliación. Nadie debe quedar al margen de esta fiesta, y menos que nadie aquellos que no tienen nada que llevarse a la boca, los pobres de Yavé. La reconciliación con Dios y la aceptación de su voluntad, implica necesariamente la reconciliación entre los hombres y la acogida a los pobres a los que ama el Señor.

EUCARISTÍA 1986, 6


4.

* La primera lectura nos ofrece la visión de un pueblo que culmina su estructuración a la luz de la Palabra. El relato pone de relieve que la Ley es respetada, escuchada y recibida como "teofanía"; indica también que, proclamada de modo que se comprenda, mueve los sentimientos de los fieles. La Palabra da sentido a la fiesta y es la que engendra el "gozo del Señor que es nuestra fortaleza".

En la sinagoga de Nazaret, ante el pueblo reunido, Jesús, impulsado por el Paráclito y continuador de los profetas, proclama que El mismo es gracia, gozo, libertad, lucidez, reconciliación y plenitud salvífica. Todo cuanto había sido anunciado -la salvación- se está realizando en la persona de Cristo. Este "hoy" debe conducir a la Iglesia que proclama y actualiza, en el culto y en la vida, el misterio del Salvador.

Se podría insistir en el valor de la Palabra, en un momento en que muchas cosas en la Iglesia conocen la reestructuración.

También en el respeto que la proclamación de la Escritura debe merecernos (motivo de la puntualidad en las celebraciones); sería interesante señalar que el dinamismo y la guía de la vida cristiana residen en la Palabra y que, para que ella nos mueva, hay que ser receptivos (lo que se puede favorecer con la no improvisación, es decir, con la lectura personal previa a la celebración y después de la misma, durante la semana). La Escritura debe ser la fuente del gozo que nos da valentía; el contraste entre la vida y la Palabra nos libera (en el sentido de que nos convierte y ayuda nuestra autorrealización cristiana), conduciéndonos hacia el Cristo Salvador que debe inspirar todos nuestros actos. Podemos valorar la lectura eclesial de la Escritura, la familiar y la personal, así como la formación de los cristianos en este punto, animando a un estudio evangélico por grupos, por ejemplo en el tiempo cuaresmal.

Es bueno presentar la Palabra como la "teofanía" normal, como la relación más adecuada que Dios ha podido escoger para comunicarse con nosotros. Su acomodación la ha llevado a pronunciar nuestras mismas palabras y la Palabra hecha hombre.

JUAN GUITERAS
MISA DOMINICAL 1974, 3b


5.

La Biblia presenta la creación como obra de la palabra de Dios (Gn 1,3 ss.). A la palabra de Dios debe Israel su existencia como pueblo y en los momentos más trágicos de su historia encontrará su salvación en la palabra de Dios.

Nehemías para reconstruir la comunidad y dar al pueblo una nueva conciencia moral y política reúne a la comunidad y llama a Esdras para que proclame la palabra. En ella el pueblo redescubrirá sus relaciones con Dios.

Esdras ha recibido el encargo de comunicar al pueblo la ley de la comunidad. Es el escriba del rey del cielo (Esdras 7,12). La lectura que hace, en este texto, de la ley equivale a la ceremonia de la renovación de la alianza. Da origen a la fiesta de las tiendas. Aparte de las cuestiones históricas que el texto suscita es interesante notar el interés de que el conocimiento de la ley llegue a todos. Hay intérpretes, hay comentaristas. Cuando la palabra de Dios llega al pueblo produce su efecto=la conversión.

Una conversión que no se limita al llanto y al arrepentimiento.

Hace sentir el gozo de la presencia y de la acción de Dios. La renovación de la alianza es el reencuentro con Dios. Es comunión con Dios y con los hermanos expresada en la comida-banquete.

Israel ha descubierto que Dios realiza la salvación en la vida de cada día, que la salvación no es un recuerdo del pasado ni una proyección al futuro, sino una realidad presente. Toda la predicación deuteronomista insiste en recordar el "hoy" de la salvación. Con Cristo ha llegado el día de la salvación. El es la proclamación de la Palabra.

P. FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1986, 3