35 HOMILÍAS MÁS PARA EL DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO
1-8


1. CV/QUE-ES.

El domingo pasado leíamos en el evangelio el inicio programático que el evangelista Juan presenta referente al comienzo de la predicación de JC. Nos lo presentaba como el Cordero de Dios (es decir, el Siervo de Dios que escoge el camino que no se basa en el poder y el dominio, sino en la verdad y el amor), el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (es decir, lo vence).

Hoy hemos leído el comienzo programático que nos presenta el evangelista Mateo, el evangelista que escucharemos casi todos los domingos de este año. Y como hacíamos el domingo pasado con Juan, hoy podríamos hacer con Mateo: fijarnos en su definición del camino de JC. El camino que nosotros queremos continuar.

Primer aspecto que san Mateo subraya: JC comienza su predicación en Galilea. ¿Tiene ello alguna importancia para nosotros, más allá del hecho histórico? ¿No sería igual que la hubiera comenzado en otra región del país de los judíos? No sé si os habéis fijado en las palabras del profeta Isaías que cita Mt (palabras de Isaías que hemos escuchado más extensamente en la primera lectura). Nos dan una pista del sentido de esta insistencia en que JC inicia su predicación en Galilea. "El pueblo que caminaba en tinieblas -hemos leído en Isaías- vio una luz grande". Isaías y el evangelio de Mateo tiene una misma expresión para describir aquella región: "Galilea de los gentiles", es decir, de los paganos.

¿Cuál es el sentido de esta insistencia? Subrayar que allí donde JC inicia su predicación, allí donde permanecerá más tiempo, de donde saldrán la mayor parte de sus discípulos, es la región que ahora llamaríamos más descristianizada. Judea, con su capital Jerusalén, era la región de los más practicantes, de quienes se creían más fieles. En cambio, Galilea, era una región más paganizada.

Una expresión típica del evangelio de Mt será la de que JC vino a buscar las ovejas que estaban perdidas de la casa de Israel. Desde el comienzo de la predicación de JC esta característica queda clara: es LUZ para los que BUSCAN en tinieblas. Y para estos JC será causa de alegría inmensa, llamada a la liberación. Como también ahora la palabra de JC es sólo para los que buscan, aunque busquen en la oscuridad. También ahora es un anuncio de alegría y de libertad para cuantos viven en el dolor y la opresión. Para los satisfechos y tranquilos, la palabra de JC no tiene sentido. -¿Cómo resume Mt la predicación inicial de JC?: "Comenzó Jesús a predicar diciendo: `Convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos'". Dos cosas:

1-convertíos;

2-porque está cerca el Reino de los cielos. Examinemos una y otra.

-Primera: CONVERTÍOS. Que significa: renovaos, cambiad. Se trata de una llamada a una conversión personal. La conversión, en el N.T., incluye siempre dos aspectos que no podemos separar: uno, el arrepentimiento, lo que nosotros solemos entender por "penitencia", que implica reconocer que somos pecadores y que queremos caminar hacia una vida de más amor; dos, girarse hacia Dios, abrirse a su amor, dirigirse hacia Él. Es, por tanto, una renovación personal que abre a una Realidad: salir de las tinieblas para caminar en la Luz.

-Segunda: PORQUE EL REINO DE DIOS ESTA CERCA. La llamada a la conversión -una llamada siempre constante para el cristiano- no se apoya en nosotros, no es consecuencia de nuestros propósitos. Tiene una base más objetiva, más real, más poderosa: se basa en que Dios -todo lo que es de Dios- está cerca, es decir, se nos ofrece, es una posibilidad a nuestro alcance. Dicho de otro modo: la conversión es una RESPUESTA a un hecho. Este hecho -que es la Buena Noticia que JC anuncia- es que Dios nos ama, que su vida hecha de verdad y amor, de alegría y libertad, es una REALIDAD presente en nuestra vida y que puede ser aún más presente, más activa, más transformante.

Resumen: JC, en los inicios de su predicación -y ahora a cada uno de nosotros, a todos los que buscan- llama a conversión, a renovación. A girarse hacia Dios. No como si se tratara de buscar un Dios lejano, no para presentar una lista de méritos propios, sino para descubrir un Dios presente en nuestra vida. Un Dios presente, pero que pide más, ofrece más, espera más. Esta es la Buena Noticia de JC -siempre "buena", siempre "nueva"- para nosotros.

Por ello damos gracias y pedimos su Espíritu para corresponder.

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1975/02


2. UNION/CRISTIANOS   I/UNIDAD.

Durante estos días se celebra el octavario por la unión de los cristianos. Entendido el ecumenismo como problema a ventilar entre las iglesias, esto es, como diálogo interconfesional, a duras penas moviliza la oración de algunas almas sensibilizadas y la reflexión de unos cuantos teólogos especialistas, sobre todo en un país como el nuestro, en el que la mayoría se dicen católicos y los que no lo son, o no se sienten identificados con la Iglesia Católica, llevan una vida generalmente fuera de las religiones institucionalizadas. En estas circunstancias, el ecumenismo aflora a la actualidad y a la conciencia pública de la iglesia una vez al año y se convierte en un fenómeno estacional, como la llegada de las cigüeñas a nuestras torres. El octavario por la unión de los cristiano pasa sin pena ni gloria.

Sin embargo el ecumenismo, rectamente entendido, es también y sobre todo el acuciante problema de la convivencia y de la unidad de los fieles cristianos y aún de los habitantes de la tierra y de cada uno de sus rincones, no obstante las diferentes ortodoxias que los separan. Porque es el problema de la tolerancia en una sociedad pluralista, de la coexistencia pacífica, de la colaboración y de la mutua aceptación y, para los que celebramos la eucaristía y compartimos un mismo pan, es el problema de realizar en la vida el amor fraterno que significamos en nuestros ritos y que no se detiene ante los propios enemigos.

"Poneos de acuerdo y no andéis divididos": Isaías anuncia que aparecerá una gran luz en la Galilea de los gentiles, y Mateo comenta que esto se refiere a la predicación de Jesús, que comenzaría diciendo en Galilea: "Convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos".

A gran distancia del comienzo del evangelio en Galilea nos preguntamos hoy: ¿Cómo es posible que, siendo uno este evangelio, sean muchas las iglesias que se llaman cristianas? ¿No deberíamos entender el evangelio como un rayo de luz que, al pasar por el prisma de múltiples situaciones humanas se diversifica en muchas interpretaciones? Sabemos que Pablo, al escribir a los fieles de Corinto, se lamentaba ya de la división de los cristianos. Porque algunos andaban diciendo que eran de Apolo, otros de Pedro, algunos de Pablo, y hasta los que se confesaban de Cristo lo hacían con un espíritu sectario excluyendo a los demás. De modo que "la cosa que comenzó en Galilea", a los pocos años, se entendía y se vivía en Corinto de muchas maneras, y no todos los cristianos tenían un mismo sentir y pensar. De ahí que Pablo recomienda a unos y otros volver a la unidad por encima de las diferencias y les dice que se pongan de acuerdo en el Señor, que es la cabeza, mientras todos los demás, incluyéndose a sí mismo, no pueden erigirse en cabecillas. Porque ni Pedro, ni Apolo, ni Pablo han muerto en la cruz, sino sólo Cristo, y éste, el único Salvador, no está dividido.

Pablo apela al Evangelio anterior a los evangelios y, en última instancia, a Cristo, que es Verdad encarnada y la fuente de toda tradición.

Construyamos la unidad: A nadie se le oculta que la tradición de Pedro en el evangelio de Marcos no es lo mismo que la de Mateo, que la de Lucas o la de Juan. De modo que en los evangelios escritos se expone el Evangelio de varias maneras y en el contexto de tradiciones y teologías distintas, aunque todas sean inspiradas. Y este hecho debiera ser para nosotros una advertencia y una lección. Una advertencia cuando sentimos la tentación de eliminar el pluralismo, y una lección de grandes consecuencias para el movimiento ecuménico. Jesucristo, proclamado según Mateo, según Marcos, según Lucas y según Juan, nos invita a responder con una misma fe, no obstante expresarla de varias maneras. Porque la fe cristiana es, en primer lugar, un encuentro con Cristo y una comunión con Cristo y no una simple coincidencia en unas cuantas fórmulas y unos cuantos ritos. Una fe así, menos apegada a la letra y más comprometida con el amor que ha sido derramado en nuestros corazones por la virtud del Espíritu que nos ha sido dado, nos ayuda a descubrir a Cristo en los hermanos y a construir la gran fraternidad de los hijos de Dios por encima de las diferencias y aún salvando las diferencias.

Queremos decir que esta fe católica -y, por lo tanto, abierta a la totalidad del Evangelio y a la plenitud de Cristo, que se ha hecho el hermano universal- lejos de ser un pretexto para no escuchar a los que no piensan como nosotros, es más bien una disposición para el diálogo, para la comprensión y, en especial, para aceptar a todas las personas que buscan la Verdad. Porque esta fe en Cristo es perfectamente consciente.

EUCARISTÍA 1978/05


3.

Este año coincide en domingo el último día de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que cada año se celebra del 18 al 25 de enero. Se trata de una iniciativa nacida fuera de la Iglesia Católica, pero que ésta ha hecho también suya, uniéndose así en la oración con todos los que confiesan a Jesús como el Señor y Salvador. Por ésto es oportuno hoy meditar unos momentos la segunda lectura, la llamada a la unidad que san Pablo hace a los cristianos de Corinto, y ver que todos estamos llamados a hacer un gran esfuerzo en este sentido.

-LA DIVISIÓN DE LOS CRISTIANOS, OBSTÁCULO A LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO

"¿Está dividido Cristo?" Esta pregunta de san Pablo a los Corintios, que hemos escuchado hace unos momentos, nos presenta, ayer y hoy, el contrasentido de que quienes nos confesamos discípulos del Señor y nos presentamos a los hombres como continuadores de su obra salvadora, estemos divididos o separados. Esta división contradice abiertamente la voluntad de Cristo y es una piedra de escándalo para el mundo y un obstáculo para la causa de la predicación del Evangelio.

San Pablo pedía, en nombre de Jesucristo, a los primeros miembros de la Iglesia de Corinto: "Poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir." Esta invitación, escuchada en nuestros tiempos, entre católicos y entre otros hermanos desunidos, hizo nacer un movimiento dirigido a restaurar la unidad de todos los cristianos. En este movimiento de unidad, llamado ecuménico, participan quienes invocan al Dios Trino y confiesan a Jesucristo como Señor y Salvador. Y ésto lo hacen -o, mejor dicho, lo hacemos- suspirando por una Iglesia de Dios única y visible, que sea verdaderamente universal -como dice el Concilio Vaticano II- y enviada a todo el mundo, con el fin de que el mundo se convierta al Evangelio, y se salve a gloria de Dios" (Decreto de ecumenismo, 1). Por eso, promover la restauración de la unidad entre los cristianos fue uno de los fines principales que se propuso el concilio Vaticano II. Desde entonces ya no se les trata como "herejes" y "cismáticos" sino como hermanos. Hermanos desunidos, sí; pero el Concilio dijo que justificados por la fe en el bautismo, quedan incorporados al Cristo y, por lo tanto, reciben el nombre de cristianos con todo derecho y son reconocidos justamente como hermanos en el Señor".

-EL RESPETO Y EL AMOR ENTRE CRISTIANOS, SIGNO POSITIVO PARA LA EVANGELIZACIÓN. El propósito de restablecer la unidad de todos los cristianos, como lo reconoce el mismo Concilio, excede las fuerzas y la capacidad humanas, pero todos nos hemos de sentir comprometidos en el esfuerzo ecuménico, "los fieles y los pastores, cada uno según su propio valer, en la vida diaria cristiana y en la búsqueda teológica e histórica".

Hemos escuchado como el apóstol san Pablo condena severamente las discordias y escisiones que ya se van produciendo en la Iglesia de Dios desde los primeros tiempos, a menudo por personalismos exacerbados: "Yo soy de éste, yo soy de aquél..." Huir de personalismos eclesiales y centrarse más y más en el Cristo es un buen camino para favorecer la unidad y la comunión.

El mismo Pablo quiere ponerse en primer término para hacer ver la contradicción de las actitudes excluyentes en nombre de líderes humanos: "¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? ¿Habéis sido bautizados en nombre de Pablo?" La primera exigencia ecuménica es centrarse más y más en Cristo y en el Espíritu.

Además, es preciso hacer una Iglesia más fiel a Jesús. En efecto, como escribe Mons. Torrella, arzobispo de Tarragona y que durante años fue vicepresidente del Secretariado vaticano para el ecumenismo: "La reforma o renovación de la Iglesia, de la cual ella misma, en cuanto que institución humana y terrenal, tiene necesidad, es de una extraordinaria importancia ecuménica. Podemos afirmar que cuanto más fiel es la Iglesia a la voluntad de Jesucristo, más avanza la causa ecuménica" (El anuncio del Evangelio hoy, 6).

El ecumenismo, con la gracia de Dios y la colaboración de los cristianos de buena voluntad, ciertamente avanza. Quizás no se producen resultados espectaculares, pero avanza. Por ejemplo, ha mejorado mucho el sentido del respeto mutuo e incluso todo el amor entre los cristianos. Y ésto ya es un factor muy positivo con vistas a la evangelización del mundo, a pesar de que no se haya conseguido todavía la plena comunión en la confesión de la fe común, y en la realización de la unidad visible.

Que la celebración del Memorial del Señor nos ayude a avanzar por los caminos del ecumenismo espiritual y del acercamiento de todos en el amor cristianos. Día tras día.

J. PIQUER
MISA DOMINICAL 1987/02


4. SGTO/DESPRENDIMIENTO 

El evangelio nos presenta un Jesús itinerante, siempre en movimiento. Y a su paso, Jesús pone también en movimiento a otras personas. No deja nada ni a nadie en su sitio. "Pasar" es el verbo típico de la encarnación. Es Dios que no está en su sitio, en el cielo. Sino que desciende al nivel del hombre para encontrarlo en su terreno y en sus trabajos. Y frente a este paso de Dios el hombre no puede estar parado, como un simple espectador. Tiene que tomar una decisión, tiene que hacer una elección. Jesús no pasa nunca junto al hombre de una manera neutral. Porque después de este paso la vida de ese hombre ya no puede ser la misma de antes. La llamada de los discípulos no sucede en un marco sagrado, como puede ser el del Templo, sino en un escenario profano: el lago de Galilea. Y esto empalma con el esquema habitual de las llamadas tal como se narran en el AT.

Moisés es llamado mientras pastorea el rebaño de su suegro Jetró. Gedeón está majando trigo en el lagar de su casa. David está pastoreando las ovejas de su padre. También Amós tiene el oficio de pastor.

-Jesús pasa y llama en el marco de las ocupaciones ordinarias. Leví está sentado en el despacho de impuestos. Los discípulos de quienes habla el evangelio de hoy están empeñados en colocar las redes.

Jesús encuentra al hombre en las cosas ordinarias de la vida. La vocación de los primeros discípulos se puede resumir en dos verbos: "vio y dijo". Una mirada y una palabra. Son las únicas armas de que dispone este maravilloso Maestro que, a diferencia de los demás maestros de Israel, elige él a sus discípulos. J/MIRADA: VIO. Para dirigirse a uno hay que verlo. Se trata de una mirada que enfoca a un individuo, una mirada que elige, escoge, arranca de la gente. "Esa es la persona que me interesa, que me conviene". No es una mirada lejana, fría. Es una mirada calurosa, llena de afecto. Y LES DIJO. Una voz que suena como ninguna, de timbre único, inconfundible. El discípulo escucha esa voz única y se callan todas las demás.VOCA/CR:

La vocación cristiana es una mirada y una llamada de Jesús. ¿Qué es lo que hace el discípulo? Simplemente, dar una respuesta:

-dejarse encontrar;

-dejarse hacer.

La iniciativa y la acción principal es siempre de Cristo.

La vida cristiana es respuesta a la acción de la gracia, no decisión autónoma. Si me decido, es porque he sido solicitado en este sentido por alguien que se ha decidido a favor mío. El hombre sólo puede ponerse en camino, después que Dios ha comenzado a caminar por los caminos de los hombres. No somos nosotros los que salimos a la búsqueda de Dios. Es Dios quien se pone a buscar al hombre. La vocación cristiana no es una conquista. Sino un ser conquistado. El discípulo no captura al Maestro. El es agarrado por el Maestro. La respuesta a la iniciativa de Jesús se expresa también con un verbo: "dejar". La decisión se manifiesta con un distanciamiento: de las redes, del oficio, de las cosas, de los lazos familiares, de un presente. Cristo debe ocupar el puesto de las cosas y de las personas. Se trata de dejarle espacio. Vacío en torno y dentro de la persona. No existe respuesta que no se traduzca en una separación, en una renuncia, en un alejamiento. Y estas operaciones jamás son indoloras. Y ni siquiera se pueden considerar acabadas de una vez para siempre. Hay distanciamientos (sobre todo de sí mismos), cortes que hay que realizar cada día. Y, además, nunca hay que separar el verbo "dejar" del verbo «seguir» . Dejar y seguir son dos actos de un gesto unitario. Indican el desplazamiento de los ejes de la propia vida. No se deja por dejar. Se deja para seguir. Se deja para no estar más "encorvados sobre sí mismos" (como dice Lutero), sino para salir fuera junto con él, para moverse detrás de él. Es necesario, por tanto, estar atentos para no poner el acento sólo en el "dejar". Discípulo no es uno que ha abandonado algo, ha renunciado a algo. Es uno que ha encontrado a alguien. La pérdida es absorbida abundantemente por la ganancia. El descubrimiento hace palidecer lo que se ha dejado a la espalda. El desprendimiento no es el fin, sino la condición del «seguimiento». También para nosotros, discípulos de hoy, que no participamos en la aventura terrena de Jesús, es válida la dimensión de «seguimiento», que algunos traducen por «imitación». Se trata de recorrer el mismo camino de Cristo, hacer las mismas opciones, repetir sus gestos, asumir sus pensamientos y sus posturas, inspirarse en sus criterios, tener sus preferencias.

Pero lo que caracteriza al discípulo es sobre todo la postura de fe. Aquí nos referimos a la fe en su aspecto esencial. Los discípulos, en efecto, no están «llamados» a suscribir, esencialmente, una lista de verdades que hay que creer. Están llamados a "fiarse de una persona". Confiarse totalmente a esa persona, establecer un vinculo, una relación personal y vital con Cristo. «Os haré pescadores de hombres». El oficio de pescadores de peces lo conocen. El otro, no. Y, sin embargo, responden a la llamada, si bien no miden, concretamente, todas las consecuencias de este paso. Aceptan vivir una aventura de la que no valoran con precisión las dimensiones y los riesgos. Cristo no exhibe el elenco detallado de las propias exigencias, no dice lo que quiere y adónde llevará esta postura. Pide una adhesión a priori, incondicionada. La fe así, se presenta como antídoto del cálculo, de la prudencia humana, de la irresolución para comprometerse. Ten presente que fe no significa, principalmente, «creer que...». Sino adherirse al «Señor tu Dios». Fiarte de él sin pedir muchas explicaciones.

ALESSANDRO PRONZATO
EL PAN DEL DOMINGO CICLO A
EDIT. SIGUEME SALAMANCA 1986 Pág. 115ss.


5. RD/J:

YA LLEGA EL REINO DE DIOS

Jesús recoge el mensaje de Juan Bautista y asume la tarea de continuar su proclamación: "Enmendaos, que está cerca el reinado de Dios". Dios llega para reinar sobre los hombres. El significado de este reinado de Dios se irá desvelando a lo largo de la actividad de Jesús e irá sorprendiendo a quienes tenían una idea preconcebida del mismo; ya desde el principio se ponen de manifiesto algunas de sus características: el reinado de Dios no será un asunto individual ni reducido a un único pueblo, sino que será comunitario y universal. Y sin privilegios para nadie.

NO AL EXCLUSIVISMO

El pueblo de Israel había sufrido en repetidas ocasiones, a lo largo de su historia, la opresión de los imperios extranjeros. Y repetidas veces había conseguido liberarse de ellos. En el gozo de la liberación aquel pueblo había sentido la acción del Señor de Israel. Pero esa experiencia de gozo estaba siempre mezclada con un componente de rencor, de deseos de una venganza cuya realización se la adjudicaban también a Dios (véanse, p. ej., Sal 3, 8-9: "Levántate, Señor; sálvame, Dios mío; tú abofeteaste a mis enemigos, rompiste los dientes de los malvados. De ti, Señor, viene la salvación y la bendición para tu pueblo"; Sal 137, 8-9: "¡Capital de Babilonia, criminal! ¡Quien pudiera pagarte los males que nos has hecho! ¡Quién pudiera agarrar y estrellar tus niños contra las piedras!").

En el momento en que Jesús empieza su predicación, Israel estaba dominado por el Imperio romano. Había en toda Palestina, pero especialmente en Galilea, la región en la que Jesús pasó la mayoría de sus años, movimientos de resistencia a los invasores, y se extendía la esperanza en una nueva intervención liberadora de Dios. Como era natural, según la mentalidad israelí, aquella liberación beneficiaría exclusivamente a Israel, quedarían excluidos todos los pueblos paganos y constituiría un severo castigo para los romanos...

El escenario que elige Jesús para iniciar su anuncio -"¡País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos!"- indica que el Reino que Jesús anuncia, el reino de Dios, no se limita a las fronteras del reino de David, sino que constituye una invitación para toda la humanidad, superando así una de las causas de la opresión de unos pueblos sobre otros: si Dios es aceptado como único Señor de todos los pueblos, ninguno de ellos podrá pretender convertirse en señor de los demás. Esto no quiere decir que Dios sea "neutral" ante la injusticia, ante la dominación de unos pueblos sobre otros; no, él está de parte de los que sufren; pero la propuesta que hace a través de Jesús va dirigida no a vengar, sino a superar la injusticia y la opresión.

LOS ACHAQUES DEL PUEBLO

Por otra parte, según la predicación farisea, que tenía mucha aceptación en los tiempos de Jesús, todo era cuestión de que cada uno, individualmente, se comportase de acuerdo con la voluntad de Dios tal y como ellos la entendían; eso haría, según ellos, acelerar la intervención y la presencia de Dios en medio de su pueblo. La presentación que hace el evangelio de Mateo de los primeros pasos de la actividad de Jesús contradice esta idea: en un primer momento, él se dedica a sanar "todo achaque y enfermedad del pueblo". Sin duda que su acción curativa y vivificadora afecta a los individuos personalmente; pero sus padecimientos personales están causados por la falta de salud de la colectividad, por el pecado del mundo del que hablábamos el domingo pasado; por eso es al pueblo a quien se dirige primero la atención de Jesús.

LA HISTORIA SE REPITE 
SECTA/INDIVIDUALISMO
  FE/SOLIDARIDAD

De diez o quince años hacia acá se ha podido apreciar en aquellos lugares en los que se iba afianzando el sentimiento de solidaridad colectiva (p. ej.: en Centroamérica, como también en otros lugares de Europa) un resurgir de las sectas religiosas que predican el individualismo religioso: las relaciones del hombre con Dios, su salvación personal -dicen- son una cuestión puramente individual; el compromiso social, la solidaridad con los demás ciudadanos en la solución de los problemas colectivos son algo ajeno a la religión; lo único realmente importante para cada hombre es asegurar su salvación eterna...

Pronto se supo que muchas de estas sectas estaban financiadas por importantes grupos económicos de los Estados Unidos de Norteamérica. ¿A qué se podía deber este interés religioso del capital norteamericano (del capital, que, a la postre, no tiene patria)? La razón de este interés era ésta: los cristianos habían tomado conciencia de que era una exigencia de su fe preocuparse por buscar cura a todo achaque y enfermedad del pueblo. Y eso podía arruinar los negocios y acabar con los privilegios de unos pocos.

RAFAEL J. GARCIA AVILES
LLAMADOS A SER LIBRES. CICLO A
EDIC. EL ALMENDRO CORDOBA 1989.Pág. 111ss


6.

Se cumple el destino de Juan Bautista, que es detenido y encarcelado. Según Mateo, el arresto de Juan parece haber sido para Jesús la señal para empezar su actividad. "Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún". En este evangelista aparece Cafarnaún como tipo de la ciudad agraciada: en ella ha salido la luz, ella ha podido ver más milagros que ninguna otra ciudad, y sin embargo, no se ha convertido. Sobre ella tiene que recaer el juicio siguiente: Mt/11/23-24.

La primera ciudad en que residió Jesús, o sea, Nazaret, ha pronunciado sentencia sobre sí misma, porque no ha creído en el Hijo que había vivido entre sus muros, y por eso Jesús no obró allí ningún milagro (Mt/13/54-58.

La segunda ciudad donde residió Jesús, Cafarnaún, también queda sentenciada porque ha visto sus señales, pero no se ha convertido.

Hay otra ciudad, donde según el evangelista Juan, Jesús hace varias visitas y desarrolla gran parte de su actividad: Jerusalén. La ciudad santa, centro espiritual de Israel, porque Dios reside en ella, en el monte Sión, que ha escogido como morada. Mt/23/37-38. -Una gran luz resplandece en las tinieblas. El hombre no conoce el camino y está sentado en las tinieblas, como el ciego Bartimeo. No está iluminado por el sol de la vida, Jesús, luz del mundo.

"Convertíos porque está cerca el Reino de los Cielos". El Bautista había usado las mismas palabras. En Juan, el acento recaía en la palabra "convertíos"; ahora se recalca la segunda parte: "el Reino de Dios está cerca". Es una frase de alegría, de felicidad rebosante: expresa la voluntad inquebrantable de Dios de otorgar la salvación. El Reino de Dios está cerca, viene y no puede ser detenido, aunque no viene plenamente desarrollado, ni con toda su gloria. "Está cerca", es decir, está delante de la puerta, ante las murallas del mundo, ante el corazón de los hombres. No forzará al hombre ni a los pueblos. Dios llega, pero no viene si no es esperado ni aceptado por el hombre. A la invitación de Dios, corresponde la respuesta del hombre.

-Delante del llamamiento de la salvación está el llamamiento a la penitencia. "Convertíos". Tiene que cambiarse toda la vida. Sólo cuando esto suceda llegará el Reino. Entonces, el tiempo futuro se trocará en presente; entonces estará presente lo que antes estaba cerca. Esta es como una ley de la actividad salvadora de Dios. Dios procede primero y viene antes, pero el hombre tiene que proceder en segundo lugar y ha de venir después. No hay llegada de Dios sin transformación de la vida, no hay Reino de Dios sin destronar al hombre..." -Existen siempre dos posibilidades, dos respuestas en cierto modo instintivas que pueden darse a la proclamación del evangelio: unos están conmovidos hasta el fondo de su alma y perciben el llamamiento a cambiar de vida; otros se sienten amenazados y se colocan a la defensiva por el orgullo ofendido.


7.

1.Galilea de los gentiles (1. lect. y ev.). Así como Samaria era un territorio "herético" (adoraban en Garizim y no en Jerusalén: Jn 4,9.20), para los habitantes de Judea, Gali1ea era un territorio mezclado, porque se había establecido en ella mucha población no judía. Pues bien, fue en esta "Galilea de los gentiles" donde se desarrolló básicamente el ministerio de Jesús, que era también galileo, de Nazaret. Los caminos de Dios son curiosos: no una familia imperial, sino una familia humilde; no la metrópoli, sino un colonia perdida; no Jerusalén, sino un pueblecito insignificante; no la Judea típica, sino la "Galilea de los paganos". Y así podríamos continuar y sacar nuestras aplicaciones. Como hace san Pablo en el texto de 1 Corintios: "Fijaos en vuestra asamblea".

2.¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? Ante las divisiones y los grupúsculos, Pablo no apela a ninguna consideración de orden táctico ni a ninguna autoridad de la comunidad, sino que se remonta a los fundamentos: "¿Está dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros?". El punto de referencia de todo cristiano y de toda comunidad cristiana es Jesucristo. No absoluticemos ninguna escuela, ni a ningún maestro, ni ninguna enseñanza. Lo único que cuenta es Jesús de Nazaret y su Evangelio.

3. Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos (ev.). El reino de los cielos (o de Dios) quiere decir el reino efectivo de Dios sobre nuestras vidas. A medida que Dios y su proyecto de amor y fraternidad van tomando cuerpo en nosotros, el Reino de Dios va siendo realidad. El Reino se halla en el centro de la predicación de Jesús. Y comporta un determinado tipo de relaciones con Dios y entre nosotros. Nos es ofrecido generosamente; es ofrecido a todo el mundo, sin distinciones, sin méritos previos; es ofrecido a los pobres, a los marginados... Pero sólo lo acogeremos si nos convertimos, si cambiamos de actitudes de fondo: de manera de hacer y de pensar; si abrimos nuestra vida entera a los criterios del Reino, que son los criterios de Dios. Cada domingo, la entrada en contacto con la Palabra de Dios y con el Evangelio de Jesús debe ir estimulándonos a esta conversión de fondo, que nunca habremos terminado del todo.

4. Venid y seguidme, y yo os haré pescadores de hombres. Jesús llama a los discípulos allí donde se encuentran: en su tarea de cada día, a la orilla del lago. El evangelio es escueto: presenta sólo dos trazos, la llamada y la respuesta. Pero entre una y otra hay un amplio espacio de maduración. Pedro, por ejemplo, dio mil y un rodeos y los evangelios no nos los esconden. Pero incluso así, el seguimiento de Jesús se fue imponiendo en su vida. Venid y seguidme: también a nosotros nos ha llegado, por mil y un caminos, la llamada de Jesús: familia, parroquia, escuela, grupo, compañeros, personas que nos han influido quizá sin saberlo... Y nos esforzamos por responder a ella como Pedro. ¿Qué quiere decir ser pescadores de hombres? No se trata de llenar el cesto, arrancando violentamente ahora a éste, ahora a aquél del agua en donde vive, se mueve y alimenta.

Los hombres no somos peces. Y Jesús no es el contra habitat donde morimos, sino el agua viva que da la vida.

5. Predicando el Evangelio del reino y curando las enfermedades y dolencias del pueblo (ev.). Enseñar y curar palabras de misericordia y obras de misericordia. La Iglesia ya ha escuchado el "id y enseñad". Pero quizá no ha prestado suficiente atención a la segunda parte: "Id y curad", abrirnos a las necesidades de los demás, a sus alegrías, esperanzas y temores, a sus enfermedades y deficiencias..., y esforzarnos por remediarlas.

Sólo a partir del amor real, es decir, concreto, de obras, podremos anunciar la buena noticia del amor de Dios. Cristianos, comunidades e iglesias: ¿cómo vamos con Jesús "anunciando el Evangelio de reino y curando 1as enfermedades y dolencias del pueblo"?

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1993/02


8. UNION/CRISTIANOS:

Comienza la misión de Jesús. Brevemente, en la homilía, se podría presentar ante todo el mensaje de un Cristo que empieza a actuar como el Enviado de Dios. Isaías, a un pueblo sumergido en tinieblas y falto de alegría, el pueblo de Galilea, le anuncia los tiempos del Mesías. De parte de Dios le promete que vendrá la luz, la alegría y la liberación de toda esclavitud (se quebrará la vara del opresor). A esa página llena de poesía y optimismo, le responde san Mateo, narrando cómo Jesús empezó a realizar su misión profética precisamente en tierras de Galilea, anunciando y curando, siendo en verdad luz, alegría y liberación. A este Maestro es al que domingo tras domingo vamos a escuchar, en nuestra celebración: Cristo Jesús.

También se podría -sobre todo en ambientes en que el tema pueda resultar más actual- hacer alusión a la vocación: Jesús, ya desde el comienzo, llama como colaboradores suyos a personas que le siguen con generosidad, en este caso cuatro jóvenes, Pedro y Andrés, Santiago y Juan. Le ayudarán, le estarán al lado en su trabajo de evangelización de la Buena Noticia. Como luego, a lo largo de los siglos, seguirán la misma llamada tantos hombres y mujeres que han pensado que valía la pena colaborar con el Reino entregando toda su vida.

-El escándalo de la división.

Pero hoy la línea que podría desarrollar más, con ocasión de la segunda lectura y de la Semana de la Unidad, es la de la segunda lectura. La carta a los Corintios, que empezamos a leer el domingo pasado, y que continuaremos escuchando hasta la Cuaresma, presenta a una comunidad muy viva, con problemas internos y con dificultades para mantener su identidad en medio de un mundo pagano. Hoy, el problema interno es la falta de unidad. Las tensiones entre ricos y pobres, "fuertes y débiles", y también las tendencias partidistas eclesiales (unos se sienten más ligados a Pedro, otros a Pablo, otros a Apolo), hacen de la comunidad de Corinto un escándalo continuado por su falta de unidad. Pablo reacciona: "os ruego, en nombre de Nuestro S. J.C., poneos de acuerdo...". ¿Cómo puede estar dividida una comunidad en la que todos creen en Cristo, por la que ha muerto Cristo? Eso no pasaba sólo en Corinto. Ahora, ante el mundo, estamos dando un espectáculo escandaloso: cristianos que creen en el mismo Jesús y que sin embargo están desunidos: católicos, protestantes, ortodoxos orientales... Es más lo que nos une que lo que nos separa, y sin embargo no queremos unirnos. Esta semana de oración que del 18 al 25 de este mes estamos viviendo es una llamada a la unidad.

-La unidad empieza por casa. Pero no hace falta que nos extrañemos mucho de la falta de unidad que haya a niveles superiores, porque nosotros mismos seguramente estamos experimentando también la desunión: en nuestras comunidades parroquiales o diocesanas, en las casas de los religiosos, en el seno de cada familia, en la relación de jóvenes y mayores, de laicos y sacerdotes... ¿No vivimos a veces situaciones de tensión por tendencias, por sensibilidades distintas, por ideologías más o menos adelantadas o tradicionales, por partidismos eclesiales y conflictos de pareceres en todos los órdenes? A todos, la Palabra de Dios nos dice hoy que nos convirtamos al único que puede ser nuestra Luz, nuestra Paz, nuestro Guía: Cristo Jesús. En el nivel de las Iglesias, pero también en el de las personas y los grupos dentro de nuestras comunidades, convertirnos a Cristo es el único camino de la unidad. Cuando experimentamos el dolor de la discordia, una mirada a Cristo debe evitar que perdamos la caridad, el humor, la unidad, la ilusión de seguir creciendo en nuestra vida cristiana.

Lo cual no significa uniformidad: que todos piensen y sientan igual. En un coro no hace falta que todas las voces canten al unísono. En una orquesta no se trata de que todos los instrumentos sigan una misma línea melódica. Lo que sí se pide es que haya armonía y concordia en esa riqueza de matices y personalidades. Que haya unidad de fe, de caridad fraterna, de ilusión por el trabajo común, de empuje misionero.

Con todo lo que hay que hacer para llevar a este mundo la luz y la novedad del evangelio, y estamos divididos entre nosotros mismos. La falta de unidad nos condena a la ineficacia, a la esterilidad.

La Eucaristía, en la que cada uno de nosotros escuchamos la misma Palabra y comulgamos con el mismo Cristo, y en la que nos damos el gesto de la paz, como condición para recibir a Cristo, nos debe ayudar cada vez a crecer en sentimientos y en actitudes de paz y de unidad.

J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1990/02

HOMILÍAS 8-14