NOCHE DEL JUEVES SANTO

ADORACIÓN
DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

J. URDEIX

El esquema que presentamos para esta adoración del Santísimo 
Sacramento en la noche del Jueves Santo se ha preparado 
teniendo presente las indicaciones del Misal Romano (Jueves Santo. 
Misa Vespertina de la Cena del Señor, n. 21) y las de la Carta de la 
Congregación para el Culto Divino sobre la Preparación y 
celebración de las fiestas pascuales (n. 56). 

INTRODUCCION

-Hermanos: hoy, al atardecer, nos hemos reunido junto al altar del 
Señor para celebrar la Eucaristía haciendo memoria, de manera 
singular, de aquella última Cena, en la cual el Señor Jesús, en la 
noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta el 
extremo a los suyos que estaban en el mundo, ofrecia a Dios Padre 
su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los 
entregó a los Apóstoles para que los sumiesen como alimento de 
vida eterna. 
Ahora nos hemos reunido, en actitud de adoración, ante el 
sagrario donde hemos depositado el sacramento admirable de la 
Eucaristía, por el cual Cristo ha querido permanecer realmente 
presente entre nosotros. Que nuestra plegaria esta noche junto al 
sacramento eucarístico nos ayude a comprender más y más el don 
que el Señor nos ha hecho de su Cuerpo y de su Sangre, para que 
siempre que participemos del convite pascual en el que comemos a 
Cristo seamos más conscientes de la gracia que entonces se nos 
da. 

Himno
Se canta entonces un himno eucarístico. 
Si se ha cantado el Pange, lingua al hacer la solemne reserva 
eucarística de este día, se pueden volver a cantar, para expresar la 
continuidad entre ambos momentos, las cuatro primeras estrofas de 
este himno (Cantoral litúrgico nacional, 02, pág. 90). 
O bien: Adoro te devote (Cantoral litúrgico nacional, 01, pág. 89). 


Oración
Oh Dios,
que en este sacramento admirable 
nos dejaste el memorial de tu pasión, 
te pedimos nos concedas venerar de tal modo 
los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, 
que experimentemos constantemente en nosotros 
el fruto de tu redención. 
Tú que vives y reinas con el Padre 
en la unidad del Espiritu Santo 
y eres Dios por los siglos de los siglos. 


LITURGIA DE LA PALABRA

- Hermanos: ahora, aquél a quien estamos adorando con nuestro 
corazón y nuestro canto, aquél a quien creemos realmente presente 
en el sacramento de la Eucaristía, será quien nos hablará y a quien 
nosotros escucharemos gracias a las palabras con las que, en el 
evangelio de san Juan, se despide de los suyos después de la 
última Cena. Jesús se nos mostrará como el camino para llegar al 
Padre, nos hablará de la caridad con la que espera que actúen los 
que creen en él y, sobretodo, lo escucharemos orando para que 
vivamos en la unidad más plena, en la comunión más total con él y 
con el Padre. Escuchémosle. 

1
Lectura de Juan 14,1-12: Yo soy el camino, la verdad y la vida.

Del santo Evangelio según San Juan.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
- No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mi. En la 
casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría 
dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio 
volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis 
también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino. 
Tomás le dice: 
-Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el 
camino? 
Jesús le responde: 
-Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por 
mi. Si me conocierais a mi, conoceríais también a mi Padre. Ahora 
ya lo conocéis y lo habéis visto. 
Felipe le dice: 
- Señor, muéstranos al Padre y nos basta. 
Jesús le replica: 
-Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? 
Quien me ha visto a mi ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: 
"Muéstranos al Padre?" ¿ No crees que yo estoy en el Padre y el 
Padre en mi? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El 
Padre, que permanece en mi, él mismo hace las obras. Creedme: yo 
estoy en el Padre y el Padre en mi. Si no, creed a las obras. Os lo 
aseguro: el que cree en mi, también él hará las obras que yo hago, 
y aun mayores. Porque yo me voy al Padre. 

Salmo 22

- La bondad y la misericordia del Señor, gracias a Cristo, nos 
acompañan todos los dias de nuestra vida. El es el pastor de 
nuestras almas. El nos conduce al Padre por el camino que es él 
mismo para cuantos creen en él y de él se alimentan. Invoquémosle 
como pastor por quien nada nos falta. 

(Para el canto de este salmo: Libro del salmista, pág. 144)

R.- El Señor es mi pastor, nada me falta. 

El Señor es mi pastor, nada me falta: 
en verdes praderas me hace recostar, 
me conduce hacia fuentes tranquilas 
y repara mis fuerzas. 

Me gula por el sendero justo, 
por el amor de su nombre. 
Aunque camine por cañadas oscuras, 
nada temo, porque tú vas conmigo: 
tu vara y tu cayado me sosiegan. 

Preparas una mesa ante mi, 
enfrente de mis enemigos; 
me unges la cabeza con perfume, 
y mi copa rebosa. 

Tu bondad y tu misericordia me acompañan 
todos los dias de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor 
por años sin término. 


Letanía
(Puede cantarse con una de las músicas habituales del Cordero 
de Dios)

Cordero de Dios, que sacias nuestra sed con tu sangre,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que sacias nuestra sed con tu sangre,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que sacias nuestra sed con tu sangre, danos la 
paz.

Oración
Señor Jesús, Pastor de tu Iglesia, 
que preparas una mesa ante nosotros 
y te nos das a ti mismo como alimento: 
guíanos por los caminos de tu justicia, 
para que arrancados de las tinieblas 
y sin temer mal alguno 
podamos gozar para siempre 
del descanso de la casa del Padre. 
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. 

2
Lectura de Juan 15,9-17: 
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus 
amigos. 

Del santo evangelio según san Juan. 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
-Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced 
en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi 
amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre 
y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi 
alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud. 
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os 
he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por 
sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su 
señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi 
Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis 
elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que 
vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis 
el Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos 
a otros. 

Salmo 39
- Jesús, con la ofrenda de su Cuerpo, nos ha redimido y nos ha 
dado el mayor ejemplo de caridad. Es de él de quien hemos 
aprendido a llevar la ley del Señor en las entrañas y a ponerla en 
práctica llenos de gozo. Unidos a Cristo, y por el gran amor que él 
nos tiene, podemos decir también nosotros con total sinceridad: 
"Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad". 

(Para el canto de este salmo: Libro del salmista, pág. 193)

R.- Aqui estoy, Señor, para hacer tu voluntad. 

Yo esperaba con ansía al Señor; 
él se inclinó y escuchó mi grito; 
me puso en la boca un cántico nuevo, 
un himno a nuestro Dios. 

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, 
y, en cambio, me abriste el oído; 
no pides sacrificio expiatorio, 
entonces yo digo: "Aquí estoy." 

Como está escrito en mi libro: 
"Para hacer tu voluntad". 
Dios mio, lo quiero, 
y llevo tu ley en las entrañas. 

He proclamado tu salvación 
ante la gran asamblea; 
no he cerrado los labios: 
Señor, tú lo sabes. 


Letanía
Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres,
ten piedad de nosotros
Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres, danos la 
paz.

Oración
Señor Jesús, 
que te hiciste obediente hasta la muerte 
y muerte de cruz 
antes de ser ensalzado 
recibiendo el nombre que está sobre todo nombre: 
enséñanos a cumplir siempre 
la voluntad de tu Padre 
y concede a tus hermanos, 
santificados de una vez para siempre 
con la oblación de tu cuerpo, 
de esperar, desde el destierro de este mundo, 
las maravillas de tu amor. 
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. 


3
Lectura de /Jn/17/20-26:
Que sean completamente uno. 

Del santo evangelio según San Juan
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, Jesús dijo: 
Padre santo: no sólo por ellos ruego, sino también por los que 
crean en mi por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como 
tú, Padre, en mi y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, 
para que el mundo crea que tú me has enviado. 
También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, 
como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mi, para que sean 
completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has 
enviado y los has amado como me has amado a mi. 
Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén 
conmigo, donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, 
porque me amabas antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y 
éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y 
les daré a conocer tu Nombre, para que el amor que me tenías esté 
en ellos, como también yo estoy en ellos. 

Salmo 33
- Jesús nos ha dado a conocer a Dios y su amor. Nos ha dado a 
conocer el amor de Dios que nos llama a vivir en la unidad de su 
vida. Y ha orado por nosotros para que esta unidad sea total. Es la 
unidad en la que nos ayuda a ir penetrando gracias a la Eucaristía, 
que es signo de unidad y vinculo de caridad. En la Eucaristía 
gustamos la bondad del Señor para cuantos a él se acogen. 

(Para el canto de este salmo: Libro del salmista, pág. 267).

R.- Gustad y ved qué bueno es el Señor. 

Bendigo al Señor en todo momento, 
su alabanza está siempre en mi boca; 
mi alma se gloria en el Señor: 
que los humildes lo escuchen y se alegren. 

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, 
ensalcemos juntos su nombre. 
Yo consulté al Señor, y me respondió, 
me libró de todas mis ansias. 

Contempladlo, y quedaréis radiantes, 
vuestro rostro no se avergonzará. 
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha 
y lo salva de sus angustias. 

El ángel del Señor acampa 
en torno a sus fieles y los protege. 
Gustad y ved qué bueno es el Señor, 
dichoso el que se acoge a él. 

Letanía

Cordero de Dios, que ruegas con amor por los tuyos, ten piedad 
de nosotros. 
Cordero de Dios, que ruegas con amor por los tuyos, ten piedad 
de nosotros. 
Cordero de Dios, que ruegas con amor por los tuyos, danos la 
paz. 


Oración

Señor Jesús,
tú eres el salvador de los humildes
y la felicidad de quienes en ti confían,
el alimento de los hambrientos
y la vida de tus fieles:
dígnate escuchar la alabanza agradecida de tu Iglesia,
haz resplandecer en su rostro
el gozo de tu presencia
y haz que gustemos en este mundo tu bondad,
de la que seremos saciados el día de la felicidad eterna.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Homilía
Si parece oportuno puede hacerse entonces una breve homilía o 
dejar una larga pausa de silencio para la meditación más personal. 

También, en lugar de la homilia, puede leerse el siguiente texto 
homilético de san Agustín (Sermón 217, PL 38,1083-1085). 

De los sermones de ·Agustín-SAN
Cristo el Señor, que nos oye juntamente con el Padre, se digna 
orar por nosotros al Padre. ¿Hay cosa más segura que nuestra 
felicidad, si ora por nosotros quien concede lo que pide? 
Escuchasteis lo que pidió para nosotros; más aún, expresó su 
voluntad. Padre, quiero que los que me diste... Quiero, Padre; yo 
hago lo que tú quieres, haz tú lo que yo deseo. Quiero. ¿Qué cosa? 
Que donde yo estoy, estén ellos también conmigo. ¡Oh casa 
bienaventurada! ¡Oh patria sin peligro alguno, libre de enemigos y 
epidemias! En ella vivimos en paz, sin ansias de emigrar, pues no 
encontraremos lugar más seguro. Cuanto eliges en esta tierra, lo 
eliges sabiendo que va a ser causa de temor, no de tranquilidad. 
Búscate para ti un lugar mientras te halles en este mal lugar, es 
decir, en este mundo, en esta vida llena de tentaciones, en esta 
mortalidad pletórica de gemidos y temores. Mientras te hallas en 
este sitio malo, elígete un lugar a donde puedas emigrar. No podrás 
emigrar del mal al bueno si no haces el bien mientras estás en el 
malo. ¿De qué lugar se trata? De aquél donde nadie siente hambre. 
Por tanto, si quieres habitar en aquel sitio bueno donde nadie siente 
hambre, reparte tu pan con el hambriento en este mundo. 
En aquel lugar dichoso nadie es peregrino, todos se encuentran 
en la propia patria; por tanto, si quieres estar en aquel lugar bueno, 
recibe en tu casa, mientras estás en el lugar malo, al peregrino, que 
no tiene a dónde entrar; dale hospitalidad en el lugar malo, para 
llegar al lugar bueno donde no puedes ser huésped. 
En aquel lugar bueno nadie necesita vestido, pues no hay ni frío 
ni calor; ¿qué necesidad, pues, de techo o de ropa? Pero he aquí 
que donde no habrá techo, sino protección, aun allí encontramos un 
techo: Me refugio a la sombra de tus alas. Así, pues, a quien no 
tiene techo en este lugar malo, otórgaselo tú, para hallarte en aquel 
lugar bueno donde tu techo será tal que no tengas que repararlo, 
pues allí donde está la fuente perenne de la verdad no llovizna. 
Pero esta lluvia alegra sin provocar humedad, lluvia que no es otra 
cosa que la fuente de la vida. ¿Qué significa: Señor, en ti está la 
fuente viva? y la Palabra estaba junto a Dios. 
Por tanto, hermanos, haced el bien en este lugar malo para llegar 
al lugar bueno, del que dice quien nos lo está preparando: Quiero 
que donde estoy yo, estén ellos también conmigo. El subió para 
prepararlo, para que nosotros lleguemos tranqullos estando ya todo 
dispuesto. El se prepara; permaneced en él. ¿Es Cristo para ti 
pequeña casa? Ya no temes ni a su pasión: resucitó de los muertos, 
y ya no muere, la muerte no tiene ya dominio sobre él. El lugar malo, 
los dias malos, no son otra cosa que este mundo; pero hagamos el 
bien en este lugar malo y vivamos bien en medio de estos dias 
malos. 
Tanto el lugar malo como los dias malos pasarán, y llegarán el 
lugar bueno y los dias buenos, uno y otros eternos. Los mismos 
días buenos no serán más que un único dia. ¿Por qué son aquí los 
dias malos? Porque pasa uno para que llegue el otro; pasa el hoy 
para que venga el mañana y pasó el ayer para que llegara el hoy. 
Donde nada pasa no hay más que un único dia, y ese día es Cristo. 


Oración de los fieles
- Adoremos a nuestro salvador, que en la última Cena, la noche 
misma en la que iba a ser entregado, confió a su Iglesia la 
celebración perenne del memorial de su muerte y resurrección. 
Oremos, diciendo: Santifica, Señor, al puebio que redimiste con tu 
sangre. 

- Cristo, Hijo de Dios vivo, que mandaste celebrar la cena 
eucarística en memorial tuyo: enriquece a tu Iglesia con la constante 
celebración de tus misterios. 

* Santifica, Señor... 

- Cristo, sacerdote único del Altísimo, que encomendaste a tus 
sacerdotes ofrecer tu sacramento: haz que su vida sea fiel reflejo de 
lo que celebran sacramentalmente. 

* Santifica, Señor... 

- Cristo, maná del cielo, que haces que formemos un solo cuerpo 
todos los que comemos del mismo pan: refuerza la paz y la armonía 
de todos los que creemos en ti. 

* Santifica, Señor... 

- Cristo, médico celestial, que por medio de tu pan nos das un 
remedio de inmortalidad y una prenda de resurrección: devuelve la 
salud a los enfermos y la esperanza viva a los pecadores. 

* Santifica, Señor... 

- Cristo, rey venidero, que mandaste celebrar tus misterios para 
proclamar tu muerte hasta que vuelvas: haz que participen de tu 
resurrección todos los que han muerto en ti. 

* Santifica, Señor... 

- Unidos fraternalmente, oremos al Padre de los cielos con la 
oración que su Hijo y Redentor nuestro nos enseñó:

- Padre nuestro...

Oracion 
Señor Dios todopoderoso, 
que para gloria tuya y salvación de los hombres 
constituiste a Cristo sumo y eterno sacerdote, 
concede al pueblo cristiano, 
adquirido para ti por la sangre preciosa de tu Hijo, 
recibir en la eucaristía, memorial del Señor, 
el fruto de la pasión y resurrección de Cristo. 
Que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. 

CONCLUSION
Después de recitada esta oración, todos se arrodillan y se cantan 
las dos últimas estrofas del Pange lingua (Cantoral litúrgico 
nacional, 02, pág. 90), o bien algún otro canto eucarístico 
apropiado. 

DOSSIERS-CPL/45
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