JUEVES  SANTO

 

1.

La celebración de esta tarde es una celebración "agradecida" -más fácil que la de mañana, con más asistencia que la Vigilia- pero ello no debe llevarnos a convertirla en la "mayor" celebración de estos días. Es el "inicio" y no la "culminación" de la celebración de la Pascua y como tal debemos presentarla. La Eucaristía "cumbre" será la de la noche de Pascua, no la de esta tarde. Subrayar -situar toda la celebración de esta tarde- como inicio o pórtico de la gran celebración de la muerte y resurrección -de la Pascua- ayudará a no reducirla a un "Día de la Eucaristía" o un "Día de la Caridad" y menos aún a un "Día del sacerdocio". Es, sobre todo, una memoria de la Cena, pero no debemos olvidar que la Cena -la Eucaristía- es siempre anuncio de la muerte y resurrección, sacramento del amor de Jesús, acción de gracias por el amor del Padre, comunión con el amor del Espíritu Santo que alimenta nuestro amor.

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1990, 8


2.

Dejarse interpelar por la palabra de Dios conduce a situaciones desconcertantes. Lo que la ocurre a Pedro ante el hecho de que Jesús se ponga a lavar los pies a sus discípulos, nos sucede a todos con frecuencia: no entendemos nada de lo que él hace. Nuestros esquemas mentales y nuestras pautas de actuación no coinciden con las suyas. Ahí está la dificultad del seguimiento de Jesús: no consiste en dar un sí verbal a su llamada, sino en adecuar nuestros sentimientos y nuestras actitudes vitales a los sentimientos y actitudes vitales del Dios encarnado.

Yahvé muestra su Alianza con el pueblo judío interviniendo activamente en su liberación de la opresión egipcia. Y el pueblo, agradecido, recuerda este hecho, cada año, en la cena pascual. El Dios de los judíos no es un Dios lejano, interviene en la historia y toma parte en favor de su pueblo, de los débiles y oprimidos. Esto da sentido a la vida y abre caminos de esperanza.

En el A.T. aparece claramente que Dios es siempre fiel a su pueblo, y aunque éste se aleje de Él, en los momentos difíciles siempre aparece Yahvé actuando para bien de Israel. No es un Dios neutral, es un Dios partidista. Con la aparición de Jesús en la historia humana cambia totalmente la relación de Dios con los hombres y tiene lugar su alianza definitiva con la humanidad. Esta Nueva Alianza, que es cualitativamente diferente de la Antigua, es la que conmemoramos en la Eucaristía, en la que Jesús explica su entrega total por el hombre, su donación amorosa hasta la muerte en la Cruz.

En esta actitud radical del Dios encarnado en favor del hombre está precisamente la llamada al seguimiento. La Eucaristía expresa de una manera viva el amor que Dios nos tiene. Pero nosotros ya no nos podemos quedar, como en la cena pascual, en una mera celebración. La participación en la Eucaristía nos exige, en una dinámica de amor, la puesta en práctica del amor fraterno. Estamos llamados a amarnos como Él nos ama.

Pero para que sea posible que vivamos ese amor, nos es necesario nacer de nuevo. No es posible tener esa actitud amorosa sin romper con todos nuestros esquemas anteriores. Para Dios lo importante es la vida de todo el hombre y de todos los hombres, y también debe serlo para nosotros. Esto es lo que no entendía Pedro porque no había cambiado sus esquemas vitales.

¡Naturalmente que es incomprensible que el Señor se ponga a servir a los suyos! Jesús en el lavatorio de los pies se manifiesta como el Señor y a la vez manifiesta cómo es su Señorío. Y nos dice, a sus discípulos, que hagamos lo mismo. Esto no es una representación teatral para impresionarnos ni una broma para desconcertarnos. Jesús nos muestra la naturaleza de Dios y nos anima a que también nosotros seamos así, pues estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. ¡Somos hijos!

Y, según Jesús, si vivimos este servicio amoroso mutuo, seremos dichosos. Seremos felices aquí y ahora. No se trata de ascesis ni de humillación. Se trata de descubrir que en el servicio a los demás está la auténtica felicidad. Es tener la experiencia del amor fraterno, con la seguridad de que un día llegará a su plenitud en la vivencia definitiva del Reinado de Dios y que ya adelantamos aquí y ahora.

A-H/FELICIDAD: Así es cómo nos desconcierta del todo el Dios Padre de Jesús y Padre nuestro. Ante tantas ofertas de felicidad que ofrece la sociedad consumista, ante tantas promesas de realización personal por medio de la competitividad y del poder, ante tantas voces que afirman que para poder vivir hay que tener muchas cosas y cuantas más mejor, aparece la buena noticia del Dios Encarnado anunciando que el único camino posible de felicidad es el amor fraterno, la entrega incondicional al otro, el servicio al prójimo.

Creo que para poder vivir esto, necesitamos tener, en primer lugar, sensibilidad. No una sensibilidad cualquiera, sino la sensibilidad de Jesús: sufrir con el sufrimiento del hermano, indignarse con cualquier explotación del hombre por el hombre, rebelarse cuando se oprimen vidas humanas en nombre de no sé qué dios. De ahí la necesidad que los cristianos tenemos de ser muy críticos con nuestra vida y con la sociedad concreta en que vivimos. El sufrimiento humano causado por las injusticias derivadas de unas estructuras sociales económicas y políticas creadas por nuestras acciones y por nuestras omisiones, la anulación de la dignidad personal y de los derechos humanos de millones de niños, mujeres y hombres en el tercer mundo y en el cuarto mundo, no es querido por Dios Padre y nos debe llevar a cuestionar nuestra propia forma de vivir.

Esta sensibilidad es capaz de vencer nuestro egoísmo y nuestra inclinación a realizarnos a costa de todo y a costa de todos. Desde esa empatía con el hermano podemos empezar a amar, a amar sirviendo, a amar entregándonos, a amar luchando para que sea posible la vida de todos los hombres. Sólo el amor es fecundo y sólo el amor crea vida. Y si vivimos amando así, no nos importará que el mundo nos llame locos o necios, porque estaremos experimentando la felicidad del Reino del Padre.

La vivencia comunitaria de nuestra fe nos ayudará a avanzar en el camino de la entrega amorosa. Para contrarrestar las múltiples ofertas de falsa felicidad que nos llegan continuamente, nos vendrá muy bien gustar, experimentar, el gozo de una vida comunitaria en la que nos expresamos el amor que nos tenemos y el amor que el Padre nos tiene. Esa vida comunitaria así vivida es el anuncio gozoso de que se pueden dar alternativas que hagan cambiar las situaciones injustas. (...)

JORGE ROSELL
DABAR 1990, 23


3. V/SENTIDO H/TIPOS  J/PASION/JUICIO

JUICIO A TODOS LOS HOMBRES.

Una tarea primordial ha tenido Jesús a lo largo de toda su vida, una tarea que podríamos resumir con estas palabras:

-convencer a los hombres de que Dios es de otra forma: Dios es, por encima de todo, Padre. Dios quiere, por encima de todo, que vivamos como hermanos. Con lo cual no ha pretendido dar al hombre un sentido de la vida distinto del que siempre tuvo, sino recordarle lo que por su egoísmo había olvidado.

El hombre, empeñado en vivir su vida "a su aire", llevado por su egoísmo, se ha dado unos objetivos en la vida que no son precisamente los que Dios había ideado en un principio; se ha formado un ideal y trata de alcanzarlo por todos los medios; y este ideal está hecho de un cóctel en el que tienen cabida solamente el poder, el prestigio, la riqueza, la fama, la categoría social...

J/H-PERFECTO: Jesús ha tenido en sus manos la posibilidad de alcanzar todo esto; ha tenido en sus manos la posibilidad de ser un "hombre perfecto" según los esquemas de los hombres. Sin embargo, ha rechazado sistemáticamente todas las oportunidades que se le han brindado para convertirse en esa clase de "hombre perfecto", dejando extrañados a unos, recelosos a otros, admirados a no pocos, y frustrado en sus expectativas a más de uno. Y, con estos rechazos, había conseguido llevar adelante la tarea que Dios le había encomendado; tarea, por otra parte, nada fácil. Porque esa tarea llevaba a los hombres a revisar completamente su imagen de Dios y, en consecuencia, la imagen de "hombre perfecto".

Con Jesús iban quedando rechazadas una a una las aspiraciones del egoísmo humano, esas aspiraciones que dominaban a no pocos y les llevaban a oprimir al prójimo, desvirtuando las relaciones con Dios y con los hombres. Un tipo de hombre queda descalificado, con Jesús, desde Dios. El tipo de hombre que busca con afán el poder y la riqueza, la fama y el prestigio; el tipo de hombre que quiere conquistar y dominar el mundo, que se aferra a esta vida como la única posibilidad de existencia, que quiere guardarla porque teme perderlo todo; el tipo de hombre que piensa que él debe ser el centro del universo. Ese tipo de hombre, que no está muy lejos de lo que somos frecuentemente los propios cristianos, queda fuera del plan de Jesús, porque una vida así entendida no da respuestas ni soluciones a las inquietudes más auténticas y profundas del hombre, como lo van demostrando día a día los hechos, como lo van demostrando día a día las vidas de quienes han optado por ese camino.

Sin embargo, Jesús, y a pesar de todas las apariencias, abre un nuevo horizonte para el hombre al superar la prueba a la que va a ser sometido. "A decir verdad no era Jesús el procesado, sino más bien los que le habían entregado y acusado (...). Pilato, en primer lugar, fue sometido a la prueba y resultó que le fallaban las cualidades indispensables (...). Caifás no fue capaz de estar a la altura del reto que suponía Jesús (...). La muerte de Jesús constituyó también un juicio contra los escribas, los fariseos y otras gentes que le rechazaron a sabiendas (...). Los propios discípulos tampoco se libraron de ser puestos a prueba... Judas le entregó, Pedro le negó y los demás huyeron (...). También el propio Jesús fue sometido a prueba... y la prueba fue difícil.

Sólo Jesús fue capaz de aceptar el desafío de aquella hora. Un desafío que le situó por encima de cualquier hombre, como la verdad silenciosa que juzga a todo hombre. Jesús murió en soledad, como el único hombre que había sido capaz de superar la prueba" (·Nolan-Albert: Quién es este hombre?, Sal Terrae, págs. 215-217).

Así fue realmente: no se trataba sólo de un juicio a Jesús, fue un juicio a todos los hombres; o mejor, era un juicio a las distintas posibilidades del hombre, a las distintas formas de entender y vivir la vida. Y como nos dice Nolan en la cita arriba transcrita, sólo hubo un triunfador: Jesús; todas las demás posibilidades, a las que tan frecuentemente nos aferramos los hombres, han quedado desacreditadas, no son válidas, no le aportan al hombre ni la vida que necesita ni ninguna otra cualidad o calidad.

Y en esta tarde de Jueves Santo, Jesús opta por la repetición, una vez más, de la misma enseñanza que ha ido transmitiendo continuamente a los suyos: amaos unos a otros. (...). El Maestro convertido en esclavo. Y una pregunta: "¿comprendéis lo que he hecho con vosotros?". Esa es la cuestión clave: ¿han comprendido aquellos amigos suyos lo que Dios quiere, lo que el hombre es? Si es así, "haced vosotros lo mismo", seguid anunciando a los hombres que así es Dios -y no como muchos se imaginan-; seguid anunciando a los hombres que así debe ser su vida: entrega, servicio, ayuda, promoción... aunque haya que dejar la vida en ello porque siga habiendo hombres que no acepten ni a este Dios ni esta forma de ser hombre. Ya una vez hubo un juicio y Dios dejó claro de qué lado estaba.

A-FRATERNO/DIA: La Iglesia celebra hoy el "Día del amor fraterno"; una hermosa jornada cuya pauta viene dada por la actitud de Jesús. Una jornada que nos recuerda lo que debe ser nuestro diario vivir.

Una realidad que, sin embargo, muchas veces no va más allá del sentimentalismo de un día. "El hecho es que nuestra sociedad, llena de palabras bienintencionadas, pregonera sin descanso de la justicia y de la solidaridad, de los derechos fundamentales de la persona, es una sociedad radicalmente injusta" (Ramón ·Echarren-R).

Frente a esta realidad, el cristiano tiene que poner el amor como empeño y tarea de toda la vida; "la solidaridad no es una palabra bonita sino una tarea bendita" (Cáritas, Pastor de tu hermano, 1986) y, en consecuencia, no podemos tomarla como cosa de una jornada o de un día, ni para los ratos libres, ni un complemento a las demás actividades del creyente. El amor es lo fundamental, aunque lo olvidemos frecuentemente.

L. GRACIETA
DABAR 1986 21


4. PAS/PRIMAVERA  PAS/FT-LIBERTAD D/CERCANO-AL-H

-La fiesta de la vida. La Primavera es la fiesta vital por excelencia. Es el tiempo en que la vida explota, nace o renace y la vida de unos seres hace posible la de otros. La tierra se abre y aparecen la hierba y las flores que a su vez son el alimento de animales, que cuidados por el hombre, harán posible su sustento y su alegría de vivir. El viejo pueblo nómada y pastor, como el siguiente pueblo agrícola y los campesinos de hoy celebran la primavera, no por el sentido romántico de las flores, sino por la conexión tan estrecha con la vida.

Con la primavera se acaban las estrecheces y la escasez, con la primavera la vida vuelve a comenzar, con ella brota la esperanza que pone fin a la dureza del invierno y anuncia el comienzo de una época nueva de alegría, de movimiento, de abundancia. Cesa el letargo, el sueño, la larga noche del oso, comienza la vida, la actividad, el largo día del sol.

-La fiesta de la libertad. Sobre esta fiesta colocaron los judíos su Pascua que era la celebración festiva de su propio nacimiento tras la tenebrosa experiencia de vivir sin libertad bajo el dominio y la tiranía de un sistema que les impedía ser y vivir como ellos querían. En aquella experiencia de libertad ellos habían descubierto a Dios como Alguien interesado por la suerte de los hombres, no ajeno a la realidad humana, ni instalado alegremente en el trono del cosmos viendo el espectáculo del mundo, sino participando en las tensiones y avatares de la Historia y tomando partido por los que llevan la peor parte. Un Dios humano, tremendamente humano, que sufre con los que sufren y se une a la lucha de quienes buscan conseguir y alcanzar lo necesario para desarrollar con dignidad su vida.

Así lo siguieron celebrando durante muchos siglos, como recuerdo agradecido a Quien había hecho posible su libertad y, también, como recuerdo exigente de no caer en nuevas tiranías y de no convertirse en dominadores y usurpadores de los bienes y derechos de otros.

Pero eso era difícil y duro. Tener que compartir con quienes carecían de medios las propias posesiones, renunciar a ser más que los demás. Era preferible celebrar aquel primer momento de libertad pero vaciarlo de contenidos comprometidos para el presente. Fiesta y agradecimiento, sí, compromiso y exigencia de solidaridad, no.

-La fiesta del Dios humano. En este ambiente de fiesta se reúne Jesús con sus amigos. Han preparado el cordero que simboliza la libertad y el esfuerzo necesario para mantenerla. Jesús quiere devolver a la fiesta el sentido original de agradecimiento y compromiso, pero sobre todo, de experiencia y descubrimiento siempre nuevo del Dios que, día a día, se pone del lado de quien sufre: opresiones o carencias, miedos o miserias, culpas o hambre. De las culpas y miedos interiores y profundos que pudieran atribuirse a Dios, Él insiste en liberarnos porque Dios no es como un poderoso que atemoriza sino que se hace amigo. De las carencias, miserias y hambre, Él nos invita a liberarnos por la solidaridad y el amor, como base de una nueva primavera de la historia, como punto de arranque de una sociedad nueva, luminosa, como final del largo invierno frío y oscuro para tantos de nuestros contemporáneos.

Jesús es el nuevo signo de la unión de Dios con los oprimidos y necesitados. Él es la esperanza de primavera definitiva. Sólo en él se manifiesta lo vitalista que es Dios tan preocupado por la vida de los hombres y del mundo. De ahí que el gesto de lavar los pies, de ser el servidor, no puede separarse de la cena.

Dios se hace presente entre nosotros cuando compartimos el pan y el vino y nos hacemos servidores de quien tiene necesidad.

-La fiesta del pobre. Como Pablo también nosotros hemos recibido una tradición para celebrar y transmitir. La fiesta de la vida, de la libertad y del Dios humano identificado con quienes se ponen a hacer favores desinteresadamente, con quienes hacen algo gratis por los otros, con quienes no tienen empaque y se rebajan, con quienes comparten el pan, el trabajo, el sudor y la alegría, con todos los que realmente se preocupan por los hombres. La Eucaristía no es para encerrarnos a adorar a Dios en la Iglesia sino el signo del Dios de la vida que nos invita a compartir la vida y sus preocupaciones. La Eucaristía es la gran fiesta del pobre que se alegra por verse acompañado, querido y ayudado por Dios a través de quienes se preocupan por él.

JOSÉ ALEGRE
DABAR 1987, 24


5.

El término eucaristía significa acción de gracias, indicando tanto el sentimiento interno de gratitud como su expresión externa. Literalmente: buen comportamiento del agraciado. El término enlaza con la acción de gracias de Jesús en la última cena.

La palabra misma nos plantea ya algunas preguntas. ¿Existe en nosotros ese sentimiento de gratitud? ¿Somos conscientes de que Dios nos quiere? ¿Cómo lo manifestamos exteriormente? ¿Sólo en ritos? Quienes gustan de la misma comida se hacen participantes de la misma sangre y de la misma fuerza vital, quedando de este modo unidos entre sí. El alimento conserva y aumenta la vida.

EUCARISTÍA 1989, 14


N-6. SENTIDO DE LA CELEBRACIÓN. CENA/CZ:

1. Una cierta ambigüedad -Hasta finales del siglo IV este quinto día de la Semana Santa no contaba con celebración alguna. Era un día alitúrgico. Un día más en la tensa espera del Resucitado. En la Jerusalén del siglo V se celebraba ya una misa, no precisamente en el lugar del Cenáculo -como hubiera sido de esperar-, sino junto a la roca del Calvario, en el lugar donde Jesús entregó su vida. Posteriormente la celebración de este día aparecerá más vinculada a la institución de la eucaristía y del sacerdocio, si bien los antiguos textos utilizados en esta ocasión apenas harán referencia a ese hecho. Todo demuestra una cierta incertidumbre en el enfoque de la celebración del Jueves Santo.

2. Celebrar la donación que Jesús hace de su cuerpo y de su sangre. -Por ahí hay que enfocar el sentido de la celebración de hoy. En realidad, lo que Jesús hizo el Jueves Santo, la víspera de su Pasión, no fue sino adelantar a nivel de símbolos rituales -la cena- lo que había de ocurrir al día siguiente. El pan roto y distribuido y el cáliz compartido por los discípulos son los símbolos sacramentales del sacrificio de Jesús entregando su vida en la Cruz para la vida del mundo, como gesto de amor inquebrantable a los hombres. Todo esto nos hace pensar que la cena del Jueves sólo tiene sentido en la medida en que conmemora y anticipa, en el misterio sacramental, el gesto cruento y dramático del Viernes. Por eso he dicho que la liturgia vespertina del Jueves se presenta estrechamente vinculada a la liturgia del Viernes Santo. Este es, además, el sentido que los nuevos textos litúrgicos dan a la liturgia de hoy.

3. EL MANDATO O LAVATORIO DE LOS PIES. La referencia a este gesto de Jesús, recogido sólo por Juan, es evocada en el evangelio. Por tanto, se celebre o no el rito del lavatorio de los pies en la misa, es preciso tenerlo en cuenta y hacer referencia a él. De hecho, la significación de este sorprendente gesto de Jesús no viene sino a reforzar la misma significación de la eucaristía. Los símbolos del pan y del vino, expresivos de la donación amorosa que Jesús hace de sí mismo, se completan con este otro gesto del Maestro, arrodillado a los pies de sus discípulos y lavándoles los pies. Es un gesto de servicio humilde y de entrega amorosa a los demás. Es muy significativo, por otra parte, que Juan haya omitido la mención de la cena, y en su lugar, haya incluido la evocación del lavatorio.

4. EL "MONUMENTO" Lo pongo así, entre comillas, porque la expresión, de uso popular, es muy significativa. En la mente de muchos fieles el monumento -que significa sepulcro- viene a ser una evocación del sepulcro donde Jesús fue puesto después de muerto. Por eso precisamente existe en muchos sitios la costumbre de montar una guardia para custodiarlo.

Sin embargo, el sentido es muy distinto. Se trata de un rito funcional previsto para proceder a la reserva eucarística que debe servir al día siguiente. La piedad popular y el desarrollo medieval, en torno a la devoción a la presencia real, han hecho de este rito un acto de exaltación eucarística. La reforma de 1955 prevenía ya contra los abusos e invitaba a la sobriedad en la ornamentación del lugar de la reserva eucarística. "Esta adoración, con todo, si se prolonga más allá de la media noche, debe hacerse sin solemnidad", indica el Misal.

JOSÉ MANUEL BERNAL
MISA DOMINICAL 1986, 7


7. LAVATORIO-PIES.

Jesús, con este gesto, expresa la actitud de fondo con que ha vivido toda su vida, el espíritu con que se enfrenta a los acontecimientos que están a punto de producirse, y el mensaje que quiere que quede claro para los suyos: "os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis".

El gesto del lavatorio de los pies, incorporado a la liturgia de este día desde hace siglos, vale la pena mantenerlo: es muy claro y visible, llama la atención, e invita a pensar en el estilo de Jesús que tiene que ser el estilo de sus seguidores, especialmente de los que son responsables de la comunidad.

(Nótese que cambiar el lavatorio por cualquier gesto simpático que expresa buena relación comunitaria es cambiarle el sentido: el lavatorio es un gesto de servicio, de entrega personal al servicio de los demás, ¡hasta la muerte! Igualmente, hoy, si se ve oportuno, se podría remarcar que el gesto de la paz que hacemos cada domingo no es sólo un gesto superficial de simpatía, sino que expresa la voluntad de trabajar por una verdadera reconciliación, como exige la Eucaristía que vamos a recibir).

Dentro de este contexto, el otro rito peculiar de hoy, el traslado y la adoración del Santísimo, será de modo especial agradecimiento y valoración de este pan y de este vino que son, a través de los siglos, la presencia palpable entre nosotros de ese Jesús que muere para darnos vida. El es alimento para el camino (para que "lo hagamos como él nos lo ha hecho") y es, sobre todo, garantía de vivir un día totalmente su vida (cf. poscomunión).

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1988, 7


8. MP/PAS-JUDIA 

El primero de los meses del año, un cordero recién nacido y sin tara, comido con las sandalias puestas y el bastón en la mano, comido a toda prisa: señales de novedad, de salida hacia la libertad, de riesgo, de futuro. Detrás de todo, sosteniéndolo todo, la memoria imborrable de una liberación, cuando el Egipto poderoso sintió que Dios era más fuerte y estaba a favor de sus esclavos. Es en este contexto, en esta tierra abonada, donde nacerá la planta nueva del Evangelio. Y la planta nueva será ésta: llevar a plenitud, hacer total, aquella liberación que Dios obró con Israel. Porque ahora Dios no sólo da la mano a los esclavos: ahora Dios se hace esclavo, comparte la totalidad de la vida, y libera así la totalidad de la vida de cada hombre y de la humanidad entera. Este es el misterio pascual que nos disponemos a celebrar. Y nuestra cena de Pascua, la Eucaristía, significará lo mismo que la Pascua judía, pero metiéndosenos dentro: la novedad, la libertad, el riesgo, el futuro, es Jesucristo mismo que nos viene a llenar totalmente, que nos viene a cambiar, para hacernos como él.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1988, 7


9. MU-CRISTIANA.

"Sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre..." ¡Qué manera más hermosa de hablar de la muerte cristiana!


10. EUCARISTÍA MISTERIO DE FE-MEMORIAL-SACRIFICIO-BANQUETE-SERVICIO

J/HORA

LA HORA.

Es una de las palabras más significativas del Evangelio de Juan por la que podemos descubrir el talante interno con que Jesucristo esperaba el momento de entregarse al sacrificio de sí mismo como cumplimiento de la voluntad del Padre.

"Sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre" el Señor va a dejar a los suyos el signo permanente de su amor que, por una parte, anticipa el sacrificio doloroso de la Cruz, y por otra, nos lo hace presente a todos los cristianos, de una manera viva, misteriosa y eficaz.

Del mismo modo que nosotros nos comunicamos por "signos" así el Señor nos quiere comunicar su vida y su mensaje mediante un signo, "sacramento", que nos da lo mucho y variado que significa.

Siempre que celebramos la eucaristía actualizamos "la hora" de Jesús, el momento de su entrega al Padre por nosotros, el acto sacrificial de su filial obediencia.

Los nombres que recibe la Eucaristía pueden muy bien servirnos hoy de oración que nos lleve a vivir este Jueves Santo, comienzo de la Pascua de Jesucristo, "paso" de este mundo al Padre, dado para nuestra salvación.

EU/MISTERIO-FIDEI: Así se ha llamado frecuentemente el Sacramento de la Eucaristía y así debe ser vivido por los cristianos. En primer lugar, porque es una realidad que, desde todos los puntos de vista, trasciende la capacidad de comprensión humana. Porque sólo desde la fe, con todo lo que comporta de gratuidad y exige de agradecimiento, puede ser vivido. En segundo lugar, porque la Eucaristía expresa y realiza el misterio central de nuestra Redención. El Señor en ella renueva su entrega por los hombres, su obediencia al Padre, su Sacrificio Redentor, el cumplimiento de las promesas, su amor "hasta el extremo".

Y, en tercer lugar, porque la Eucaristía antes que una verdad a investigar, es un acontecimiento salvífico que debemos vivir, del que somos protagonistas con Jesucristo, Sacerdote y Víctima, que se ofrece al Padre por nosotros, en un gesto de amor infinito que reconcilia con El al mundo. No es la Eucaristía algo que se realice fuera de nosotros y a lo que asistamos con mayor o menor reverencia. Formamos parte de ella, aunque sólo desde la fe la podamos vivir.

EU/MEMORIAL: Es otro de los nombres que recibe la Eucaristía y que nos puede ayudar a vivir la misa en otro de sus muchos aspectos. Como "memorial" no es la Eucaristía un simple recuerdo nostálgico de unos acontecimientos que tuvieron lugar hace dos mil años y en los que se realiza la salvación de los hombres.

La Eucaristía es "memorial" porque nos introduce en el mismo acontecimiento que nos "recuerda". Porque es una experiencia de encuentro con Dios, en el amor y la entrega de su Hijo por todos nosotros. Propiamente la Eucaristía está abrazando al tiempo. Es, a la vez, la celebración de un acontecimiento pasado, por la cual se hace presente aquella experiencia dolorosa de la entrega sacrificial de Jesucristo como signo de su infinito amor a los hombres, y que nos lanza a los cristianos a vivir el futuro de un modo consecuente, haciendo realidad el Reino que motivó dicha entrega.

Antes de esta cena los judíos la celebran como memorial de aquella pascua hebrea que les abrió el camino hacia la libertad y la patria. Desde entonces, los cristianos nos reuniremos a "partir el pan" y a "beber el cáliz" como memorial de la Pascua de Jesús, a "renovar" su paso por este mundo al Padre, su pasión-muerte-resurrección, origen de nuestra liberación.

EU/SACRIFICIO  "Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros"; "éste es el cáliz de mi sangre que será derramada por vosotros".

Son palabras que nos recuerdan, como hemos proclamado en la lectura del Éxodo, el paso del Señor, la Pascua primera en la que la sangre del cordero era la señal de pertenencia al Pueblo de Dios y garantía de salvación.

Con estas palabras Jesús anticipa el sacrificio que va a realizar horas más tarde para la salvación de todos los hombres y se constituye "cordero de Dios" para quitar el pecado del mundo. Los sacrificios y holocaustos que el Padre no aceptó han sido sustituidos, de una vez para siempre, por el sacrificio de su Hijo Primogénito. Y los hombres, que no habíamos conseguido obtener por nosotros el perdón y la misericordia del Padre, encontrábamos en él nuestra definitiva reconciliación.

Su sacrificio, anticipado unas horas y perpetuado para siempre, nos ha reconciliado con el Padre, nos ha liberado de la esclavitud, nos ha constituido pueblo de Dios y nos ha puesto en camino hacia la Patria definitiva. Lo anticipado en el sacrificio del antiguo cordero pascual se ha hecho realidad en el Nuevo Sacrificio del Cordero.

EU/BANQUETE: Como la cena pascual de los judíos, nuestra Eucaristía es y se llama frecuentemente "banquete".

COMIDA/BANQUETE: Hay una gran diferencia entre una comida y un banquete. En la comida lo principal es alimentarse y eso es lo que propiamente significa. El "banquete" es algo más. El banquete significa muchas cosas juntas; indica fiesta y alegría; indica familia y comunión; indica amistad y el compartir asiento, alimento y vida.

El banquete eucarístico, para el cristiano, significa comunión y crea comunión. Presupone amor y fraternidad, se vive en unión de amistad y es fuente de un amor comunitario universal.

Los primeros cristianos vivían la Eucaristía como el centro de su vida comunitaria, "eran asiduos en el partir el pan", construían la comunidad sobre Jesucristo eucaristía. Participar en ella era integrarse plenamente en la comunidad.

LAVATORIO/SERVICIO: Es otro de los aspectos de la Eucaristía, inseparable y consecuencia de todos los anteriores. No deja de ser curioso que sea precisamente Juan el que, en su narración de la Cena del Señor, omita la institución de la Eucaristía y nos presente, en su lugar, a Jesús a los pies de los suyos en una actitud de servicio reservada a los esclavos. La razón es clara. Aparte de que ya nos habla de la eucaristía en todo el discurso del capítulo sexto, Juan escribe después de los otros evangelistas y de Pablo y quiere complementar la visión que ellos nos dan de aquella cena y quiere destacarnos la exigencia inmediata que el sacrificio de Jesucristo debe producir en nuestras vidas.

La nueva alianza "sellada con mi sangre" exige un mandamiento nuevo, que antes de formularlo quiere el Señor expresarlo con su ejemplo. "Os he dado ejemplo...". Juan parece aleccionarnos: donde no hay servicio no habrá eucaristía.

Pablo une ya eucaristía y comunidad: "El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?" Y en esa misma carta a los Corintios, después de narrarnos, en el capítulo 11, la institución de la Cena que precisamente hemos proclamado hoy, a continuación (cap. 12), y como si fuera una consecuencia lógica, nos habla de la comunidad, de la necesidad de vivir la unión de todos, de los carismas, todos ellos en orden del bien común, y, por último, en el cap. 13, como coronación de aquella institución de la eucaristía, nos ofrece el gran canto al amor, el himno de la Caridad.

La Eucaristía signo de amor de Dios por todos nosotros se convierte así en fuente y en exigencia de amor humano. Y como el sacrificio de Jesucristo nos ha hecho a todos hermanos, el día de la Eucaristía, el Jueves Santo, la fiesta del amor es para todos nosotros el DÍA DEL AMOR FRATERNO.

DANIEL ORTEGA GAZO
DABAR 1991, 20


11. EU/I:

La narración de Pablo, la más antigua narración escrita sobre la cena de Jesús. Lo que hacían los corintios, lo que Pablo les había enseñado tal como él había recibido, lo hacemos nosotros hoy de un modo significativo. ¡Hoy es el "nacimiento del cáliz", decían los antiguos! Nótese que Pablo insiste en el mandamiento: "Haced esto...". Para la Iglesia, celebrar el memorial del Señor es proclamar su muerte en la perspectiva gloriosa de la resurrección. Es una actualización del acontecimiento por el que, una vez por todas, hemos sido reconciliados con Dios. La Iglesia ha recibido este gesto de las propias manos del Señor, y lo acoge en la fe y la acción de gracias. El ministro que preside la celebración es el enviado de Cristo; él actúa en nombre de Cristo, es su presencia en la comunidad y ante la comunidad. El significa eficazmente que es Cristo mismo quien da la Eucaristía, y que la Iglesia no es propietaria de ella, sino que la recibe del Señor. Eucaristía y ministerio van unidos, en la Iglesia.

Pero la realidad profunda de la Eucaristía va más allá: es la entrega amorosa de Cristo por su Iglesia, y por todos los hombres, es el amor hasta el término (eis télos). El misterio del amor es el mismo contenido de la Eucaristía, no como una abstración, sino en el acontecimiento que lo revela: la Pascua de Jesús.

PERE TENA
MISA DOMINICAL 1980, 8


12. LAVATORIO.

-Y nosotros, ¿qué celebramos en nuestra Pascua? ¿A cuantos hombres sacamos de la servidumbre a la libertad, de la angustia a la alegría, del duelo a la fiesta...? ¡Lavamos unos pies que ya están inmaculados y nos quedamos tan ufanos! Lo que este gesto de Jesús nos exige es que metamos las manos en los duros problemas de la vida para tratar de aliviar, de algún modo, a los que los padecen. Lo otro, pura sensiblería.

A. GIL MODREGO


13. LAS CELEBRACIONES DEL TRIDUO-PASCUAL

Sería ofensivo para el lector que nos detuviéramos en recordar la importancia de estas celebraciones de los días cumbre del itinerario cristiano. Con todo, a todos la experiencia nos dice que no basta saber esta importancia; es preciso que nuestras celebraciones alcancen a expresarla para que así el cristiano que en ellas participa pueda vivirla mejor. Para ello, nos atrevemos a insistir en dos puntos que pueden ayudar muy mucho a conseguir esta adecuada expresividad, la que debe ser propia de cada una de estas celebraciones: 1) saber centrarse en el hecho decisivo que cada día se celebra: no celebramos dogmas, o mensajes, sino hechos, los grandes hechos que tejen la Pascua de Jesús, hechos de entonces que tienen una repercusión en nuestro hoy -por eso la celebración los revive actualizándolos; 2) saber dar una unidad a cada celebración, una unidad que viene del hecho celebrado, que ayude a acentuar en cada celebración las palabras y signos fundamentales del día, sin que los cubran aspectos secundarios.

HOY CELEBRAMOS UNA CENA, LA CENA DEL SEÑOR. En la Carta que en 1988 publicó la Congregación para el Culto sobre "La preparación y celebración de las fiestas pascuales" (un texto que será muy útil releer: ver Phase 1988, n. 168, o Cuadernos Phase n. 30) se recuerda que "con la Misa que tiene lugar en las horas vespertinas del jueves, la Iglesia comienza el Triduo pascual y evoca aquella última cena en la cual el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta el extremo a los suyos que estaban en el mundo, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los entregó a los apóstoles para que comiesen de ellos, mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio también los ofreciesen".

Queda claro, por tanto, que lo central es la evocación del hecho "última cena". Y que la evocamos celebrando nosotros también la cena del Señor que es a la vez nuestra cena de comunidad cristiana. De ahí que toda la celebración -cuidado sobre todo con la homilía porque podría ser el elemento más distorsionador- deba centrarse en evocar aquella cena y en subrayar nuestra cena como la renovación de aquella (al mismo tiempo que es también anuncio de la gran cena, del gran banquete del Reino celestial). Lo que decimos en cada misa antes de la comunión ("Dichosos los llamados a esta cena") adquiere hoy máximo relieve.

ASPECTOS DE ESTA CENA DEL SEÑOR. La definición/descripción de la Carta citada, ayuda a recordar aspectos de la extrema riqueza de contenido de esta cena que convendrá expresar en nuestra celebración:

-"comienza el Triduo pascual", "en la noche en que iba a ser entregado". El Jueves Santo no es una celebración de la Eucaristía o del amor del Señor separada de su momento histórico. La misa de esta tarde inicia la celebración del paso de Jesús a través de su muerte en cruz hacia la Resurrección. En bastantes lugares hay hoy mayor asistencia que el Viernes o la vigilia: la celebración de la cena debe introducir en la celebración del hecho pascual;

-"habiendo amado hasta el extremo a los suyos". El aspecto del amor de Jesús, manifestado en la cena y que nos deja como herencia, fidelidad y mandato (el mayor mandamiento, en realidad y en el fondo, el único) es fácil de destacar. Por fidelidad al Señor, convendrá subrayar que se trata de un amor sencillo, humilde, servicial. Y ello tiene su signo en el lavatorio de los pies (pensamos que donde se ha dejado de hacer, convendría "redes- cubrirlo", realizándolo con agilidad y verdad);

-"ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre... y los entregó a los apóstoles..." La catequesis de la eucaristía -de la misa, en concreto- debe realizarse siempre en relación con la última cena. ¿Cuántos cristianos dirían espontáneamente que la misa es una cena? Hoy es el gran día para expresarlo y decirlo. Cena, comida, pero "sacrificial". Esto es ya más difícil de transmitir pero también hoy es un día propicio: el amor de Jesús que le lleva a darnos su pan/vino (hoy la comunión debe ser con las dos especies) como signo/realidad de su comunión con nosotros, es el mismo que le lleva no a querer pero sí a aceptar plenamente la muerte en cruz: por entrega hasta el fin (hasta la muerte, hasta hacerse comida);

-"mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio también lo ofreciesen". Convendría abstenerse de utilizar la palabra "institución" -de la Eucaristía, del ministerio sacerdotal- porque hoy suena como algo jurídico. Lo importante es subrayar el don que nos hace el Señor como memorial suyo, como memorial de su muerte hasta que El vuelva -2. lectura- y también como alimento para el camino de liberación, como fiesta -1. lectura-. Y al servicio de este gran don está el ministerio sacerdotal: el sacerdote que preside la eucaristía es signo de Jesucristo no por poder o privilegio sino porque como El sirve a la comunidad, toda ella pueblo sacerdotal.

MISA DOMINICAL 1992, 5


14. ORIENTACIONES PARA LA CELEBRACIÓN

-EUCARISTÍA «PASCUAL»

Con la Misa vespertina de hoy da inicio el Triduo Pascual. Esto da a la celebración un sentido especial: la Eucaristía de este Jueves se entiende -como todas, pero más que todas- desde la muerte pascual de Cristo en la Cruz.

Como la Ultima Cena fue un «prólogo» de lo que luego iba a pasar en la Cruz, anticipando la entrega del Cuerpo y Sangre de Cristo con el sacramento del pan y del vino, así la Eucaristía de hoy es un prólogo que ya inicia la celebración de la Pascua de Cristo, su Muerte y Resurrección . La de hoy, por más emotiva que resulte al recordar la Ultima Cena de Cristo, no es la Eucaristía más importante: lo será la de la Vigilia Pascual. En la celebración de hoy todo debe orientar a la Pascua que se inaugura. No es un «día o jornada» aparte (de la caridad, del sacerdocio o de la Eucaristía): todo eso se recuerda hoy entrañablemente, pero unido a la muerte pascual de Cristo. Celebramos «aquella memorable Cena en que tu Hijo, antes de entregarse a la muerte...» (oración colecta). O como dice el canto de entrada: «Nosotros hemos de gloriarnos en la Cruz...»

-PECULIARIDADES DE LA CELEBRACIÓN

Clásicamente se destacan en esta Eucaristía:

a) el canto del Gloria, si se quiere con campanillas,

b) el lavatorio de los pies, gesto significativo por demás, si se hace bien, y que tiene, en su claro sentido de amor servicial, una fuerte relación con la muerte del Siervo, el que se ha entregado por los demás; habría que recuperar este gesto, si es que por diversos motivos se había dejado perder;

c) «los donativos para los pobres, que se han podido reunir durante la Cuaresma como fruto de la penitencia, pueden ser presentados durante la procesión de ofrendas» (Carta sobre las fiestas pascuales, Roma 1988, n. 5; cf. Cuadernos Phase 30);

d) hoy es conveniente proclamar el Canon Romano, con las glosas propias de este día;

e) es uno de los días en que más sentido tiene la comunión bajo las dos especies, poniendo los medios para que se realice con fluidez y orden; en el prefacio decimos: «Su Carne, inmolada por nosotros, es alimento que nos fortalece; su Sangre, derramada por nosotros, es bebida que nos purifica»;

f)también es un buen día para enviar, con los ministros oportunos, la comunión a los enfermos (Carta, n. 53);

g) al final, hay la procesión de reserva, con los actos de culto eucarístico que duran hasta medianoche.

-TEMA CENTRAL: LA EUCARISTÍA Y LA PASCUA

Las lecturas de hoy nos hablan de la Pascua, en sus dos dimensiones: como hecho histórico y como celebración memorial.

Para los judíos la Pascua histórica es el éxodo y liberación de la esclavitud, con el paso del Mar Rojo y la alianza del Sinaí. Cada año celebran gozosamente su memorial en la cena pascual. La 1ª lectura nos introduce en esa perspectiva.

Para los cristianos eso es profecía de la Pascua nueva, la de Cristo, con su paso a través de la muerte a la vida nueva de Resucitado. Y en la Eucaristía celebramos, por encargo del mismo Cristo, y como nos dice Pablo, el memorial de ese Exodo/Tránsito suyo (cf. el inicio del evangelio de Juan: la hora de pasar al Padre). Es lo que hacemos en cada Eucaristía que celebramos, de modo especial hoy, y sobre todo en la noche misma de Pascua.

-LA CARIDAD FRATERNA

En la Ultima Cena de Cristo, y por tanto en esta Eucaristía del Jueves Santo, hay un aspecto que se destaca, junto al sacerdocio y la Eucaristía: la entrega por los demás, la caridad.

Resaltar la caridad fraterna hoy, en la línea del evangelio, nos ayudará a entender una dimensión esencial tanto de la Pascua (Cristo entregado hasta la muerte) como de la Eucaristía (mi Cuerpo por vosotros): la actitud de fraternidad y entrega. La fraternidad no es algo añadido a la Eucaristía o una consecuencia moral: es algo que le está dentro. Pablo define la Eucaristía como memorial del que se ha entregado por todos. Por eso en la preparación a la comunión se acumulan los gestos para que recordemos esta dimensión de la Eucaristía: en el Padrenuestro el «perdónanos como nosotros perdonamos», el gesto de la paz, la fracción de los panes. Y hoy, además, el lavatorio de los pies.

La Eucaristía obedece a un encargo: «Haced esto en memoria mía». Pero el lavatorio de los pies tiene también la misma recomendación: «Lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis: lavaos los pies los unos a los otros». El se entregó hasta el final: hoy se despoja del manto y lava los pies. Mañana se despojará de todo: de la vida misma. Se trata de que aceptemos el doble testamento: la Eucaristía y la caridad.

J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1993, 5


15. OBISPO/POBRES 

En el siglo III, la Didascalia de los Apóstoles, escrita en siríaco, nos proporciona una instrucción muy clara y que nos impresiona más por concernir al obispo, en quien la Didascalia ve al mismo Cristo y al apóstol. En el capítulo 12, se lee:

"Si cuando estás sentado llegan, de ahí mismo o de otra asamblea, algunas personas, hombres o mujeres, que en el mundo reciben trato honorífico, estando tú, oh obispo, predicando la Palabra de Dios, escuchando o leyendo, no incurras en acepción de personas, no abandones el ministerio de la palabra para disponerles un sitio; permanece en paz como estás, y no interrumpas la palabra: ya les recibirán los hermanos, y, si no hay sitio, aquel hermano que esté lleno de amor y de afecto para con sus hermanos y quiera hacerles honor, se levantará y les cederá el sitio... Si el que viene es un pobre o una pobre o alguien de otra parroquia, sobre todo si son de edad avanzada, y no hubiere sitio para ellos, a ésos hazles sitio de todo corazón, oh obispo, aunque tengas que sentarte en el suelo, para que así no caigas en acepción de personas delante de los hombres y tu ministerio sea acepto delante de Dios.

(_Didascalia de los Apóstoles, cap. 12)

EU/FRATERNIDAD  De este modo recalca la Iglesia la obligación de una fraternidad concreta entre los cristianos, máxime en la celebración de la eucaristía. San Juan nos ha referido las admirables palabras del Señor después de la Cena, y de ese capítulo 13, en el que da el Señor a sus discípulos un mandamiento (mandatum) nuevo, procede este hermoso ritual del lavatorio de los pies con el que, mediante una acción, se pretende ilustrar lo que ha de ser esencial en la conducta de un cristiano. Al rito mismo se le ha dado el nombre de "el Mandato", el mandamiento nuevo que será la señal distintiva del cristiano: "La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros" (Jn/13/35). El mandamiento nuevo es simplemente una imitación del amor mismo de Cristo: "Que os améis unos a otros como yo os he amado (Jn 13, 34).

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 4
SEMANA SANTA Y TIEMPO PASCUAL
SAL TERRAE SANTANDER 1981. Pág. 61


16.

Introducción

Hermanos: No hay festividad cristiana más íntima, más profunda y más comprometedora que la del Jueves Santo.

Hoy es jueves santo, el día en que el amor supremo de Jesús se hizo pan entregado y sangre derramada para que la nueva alianza sea una realidad.

Hoy el Reino de Dios se manifiesta en la humildad de una mesa tendida, en un abrazo de paz, en el gesto de lavar los pies a los hermanos, en el partir y compartir el mismo trozo de pan.

Hoy la Iglesia se siente una sola, porque uno es el cuerpo de Cristo, uno el pan, una la mesa, una la fe y una la salvación.

Hoy los cristianos recibimos el nuevo y gran mandamiento: el de amar al prójimo como Cristo nos ha amado.

Hoy descubrimos la sencillez de nuestra fe, la simplicidad de nuestros ritos, la profundidad de nuestro compromiso, la exigencia del proyecto divino de salvar al hombre y a las estructuras humanas del egoísmo, del vicio y de la corrupción. Jueves santo, día del amor, día del sacerdocio de Cristo y del servicio sacerdotal de los presbíteros. Día de oración, de reflexión, de unidad.

SANTOS BENETTI
EL PROYECTO CRISTIANO. Ciclo B
Tres tomos EDICIONES
PAULINAS.MADRID 1978.Págs. 113


17. J/SOLIDARIO

Comunicado con motivo del Jueves Santo, Día del Amor Fraterno Los obispos españoles señalan que la solidaridad da sentido a la vida humana

Un año más, los obispos españoles de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, con motivo de celebrarse el Jueves Santo el "Día del amor fraterno", han dirigido a la comunidad cristiana y a toda la sociedad española un comunicado en el que quieren compartir sus preocupaciones e inquietudes ante la falta de sentido transcendente y de solidaridad en todo el mundo, a la vez que hacen una reflexión sobre el sentido de la vida, que no es sólo una cuestión filosófica o un tema de tertulia, sino un problema existencial que puede marcar fuertemente la vida, traumatizándola o iluminándola.

Los obispos nos recuerdan que "todos conocemos casos de personas que nunca encontraron sentido a su vida y se perdieron en la oscuridad de la noche. Es el problema de muchos jóvenes o de personas en paro que no saben qué hacer y se consumen en la monotonía, la vaciedad y el sinsentido. Por el contrario, conocemos también a personas que no sólo realizan su vida en positivo, sino que incluso orientan la vida de los demás y le dan un pleno sentido".

Personas que sirvan de guía

Personas como monseñor Oscar Romero, el asesinado arzobispo de San Salvador que, con su vida y su muerte, sirvió de guía y ejemplo para su pueblo y para la humanidad, o la Madre Teresa de Calcuta que siempre señaló el camino de la solidaridad y del amor fraterno, el comunicado nos dice que "necesitamos, tanto las personas como los pueblos, hombres-guía que nos prohíban los caminos equivocados, aunque sean tentadores, y nos señalen el camino recto, aunque sea difícil. Nos recuerda el documento que desde la fe sabemos que Cristo es la respuesta última y que el Jueves Santo recordamos los ejemplos y los gestos más hermosos de su solidaridad, cuando habla del amor extremado que tiene a los suyos y les dirige las palabras más amistosas está manifestando una solidaridad afectiva e intensa. Cuando exhorta a los discípulos, pide por ellos y les promete protección, está demostrando una solidaridad lúcida y responsable. Cuando les sienta a la mesa y les lava los pies, prueba una solidaridad servicial y dignificadora Cuando parte el pan y ofrece la copa muestra una solidaridad transcendida por el amor. Y cuando se deja comer y beber por sus amigos , alcanza el grado máximo de solidaridad.


18.

Nos alerta la liturgia del Jueves Santo a los que queremos profundizar en el conocimiento del misterio de Cristo, que quien desee seguirle tiene que sentarse a su mesa y, con máximo recogimiento, ser espectador de todo lo que aconteció 'en la noche en que iban a entregarlo'.

San Juan presenta a Jesús 'sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía' pero que, ante cada hombre, siente tal amor que, igual que hizo con sus discípulos, se arrodilla y le lava los pies, como gesto inquietante de una acogida incansable.

San Pablo completa el retablo recordando a todas las comunidades cristianas lo que él mismo recibió: que aquella memorable noche la entrega de Cristo llegó a hacerse sacramento permanente en un pan y en un vino que convierten en alimento su Cuerpo y Sangre para todos los que quieran recordarle y esperar su venida al final de los tiempos. Tanta entrega de Cristo sólo encuentra respuesta adecuada en la comunidad de los suyos cuando se convierte en mutua acogida y en amor fraterno.

Antonio Luis Martínez


19.

- LA EUCARISTÍA QUE INAUGURA LA PASCUA

Con la misa vespertina de hoy damos inicio al Triduo Pascual. Hasta esta hora, el Jueves pertenece a la Cuaresma. Con la Eucaristía de esta tarde entramos ya en la Pascua. Como la Ultima Cena fue un "prólogo" de lo que luego iba a pasar en la cruz, anticipando la entrega del Cuerpo y Sangre de Cristo en el sacramento del pan y del vino, así la Eucaristía de hoy es un prólogo de la Pascua de Cristo, su Muerte y Resurrección. La de hoy, por más emotiva que resulte, al recordar la Ultima Cena de Cristo, no es la Eucaristía más importante: lo será la de la Vigilia Pascual, pasado mañana.

Todo, en la celebración de hoy, debe orientar a la Pascua que se inaugura. No es un "día o jornada" aparte (de la caridad, del sacerdocio, de la Eucaristía): todo eso se recuerda hoy entrañablemente, pero unido a la muerte pascual de Cristo. Celebramos "aquella memorable Cena en que tu Hijo, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el banquete de su amor" (oración).

Hay momentos de la misa de hoy que hay que cuidar más:

* el lavatorio de los pies, gesto muy expresivo de la actitud de servicio a los demás, imitando a Jesús, el Siervo,

* la plegaria eucarística I, con las glosas propias,

* la procesión de dones, sobre todo del pan y del vino que se van a consagrar para hoy y para mañana, y también de lo que se haya ahorrado con el ayuno cuaresmal a favor de los pobres,

* la comunión bajo las dos especies (¿cuándo con más razón que hoy?),

* la comunión enviada a los enfermos,

* la procesión de la reserva (para poder comulgar mañana), con el culto a Cristo Eucaristía hasta la medianoche.

- LA DOBLE HERENCIA DE CRISTO: LA EUCARISTÍA "PASCUAL"...

Jesús, como memorial de su entrega en la Cruz, nos dejó, hasta el fin de los tiempos ("hasta que vuelva") la Eucaristía. Para los judíos (1a lectura), la Pascua es la celebración anual del gran acontecimiento de su primera Pascua, su éxodo, su liberación de la esclavitud, con el paso del Mar Rojo y la alianza del Sinaí.

Para los cristianos (2a lectura), esta celebración adquiere un nuevo sentido: es la Pascua de Jesús, su muerte y resurrección, de la que hacemos, por encargo del mismo Cristo, un memorial: la Eucaristía, en forma de comida. En ese pan partido y en esa copa de vino, nos ha asegurado él mismo que nos da su propia persona, su Cuerpo y su Sangre, para que tengamos su propia vida.

Nunca le agradeceremos bastante que nos haya dejado esta herencia: que él mismo, además de ser nuestro Maestro y Guía, haya querido ser, a lo largo de nuestro camino, el alimento de vida eterna. Sobre todo en nuestra Eucaristía de cada domingo.

- ...Y LA CARIDAD FRATERNA

Pero en esta noche nos dejó también otra herencia: el encargo de la fraternidad, la entrega por los demás, la caridad. Es una dimensión tanto de la Pascua (Cristo entregado hasta la muerte) como de la Eucaristía (mi Cuerpo por vosotros). La fraternidad, la actitud de servicio, no es algo añadido a la Eucaristía, a modo de consecuencia moral: es algo que le está dentro. Es "memorial del que se ha entregado por todos". Por eso, en la preparación a la comunión, se acumulan cada vez los gestos que nos hacen recordar esta dimensión de la Eucaristía: el Padrenuestro ("perdónanos como nosotros perdonamos"), el gesto de la paz y la fracción del pan.

Hoy, además, nos lo recuerda el lavatorio de los pies. Por parte de Jesús fue un gesto de suprema elegancia espiritual: él, el maestro y guía del grupo, se ciñe la toalla y se humilla, lavando los pies a sus discípulos. Y como el gesto eucarístico lo concluye diciendo "haced esto en memoria mía", también el gesto del lavatorio lo comenta del mismo modo: "Haced vosotros otro tanto: lavaos los pies los unos a los otros".

La medida la tenemos muy cerca y es muy exigente: amaos como yo os he amado. A lo largo de la vida tenemos mil ocasiones para mostrar nuestra servicialidad para con los demás y de dar testimonio de que, como seguidores de Jesús, no sólo celebramos su Eucaristía, sino que también queremos imitar su actitud vivencial de entrega generosa por los demás.

Recordando y celebrando esta doble herencia de Jesús, es la mejor manera de dar comienzo a la Pascua esta tarde del Jueves.

J. ALDAZÁBAL
MISA DOMINICAL 1999, 5,


20.

Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein, 1891-1942) carmelita descalza, mártir, co-patrona de Europa

Conocemos por los relatos evangélicos que Cristo oraba como oraba un judío creyente y fiel a la Ley...Que Jesús rezó las antiguas oraciones de bendición, que todavía hoy se rezan sobre el pan, el vino y los frutos de la tierra, nos lo atestigua el relato de su última cena con sus discípulos, que estuvo dedicada al cumplimiento de uno de los más sagrados deberes religiosos: a la solemne cena pascual, a la conmemoración de la liberación de la esclavitud de Egipto. Y quizá nos ofrece precisamente esta cena la visión más profunda de la oración de Cristo y la clave para entender la oración de la Iglesia...

La bendición y la distribución del pan y del vino eran parte del rito de la cena pascual. Pero ambas reciben aquí un sentido completamente nuevo. Con ellas comienza la vida de la Iglesia. Sin duda, será a partir de Pentecostés cuando aparezca abiertamente como comunidad llena de Espíritu y visible. Pero es aquí, en la cena pascual, cuando tiene lugar el injerto de lo s sarmientos en la vid que hace posible la efusión del Espíritu. Las antiguas oraciones de bendición se han convertido en boca de Cristo en palabra creadora de vida...Por la última cena del Señor la comida pascual de la Antigua Alianza se ha convertido en la comida pascual de la Nueva Alianza.


21.

Comentario: Mons. Josep Àngel Saiz i Meneses, Bisbe Auxiliar de Barcelona

«Si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros»

Hoy recordamos aquel primer Jueves Santo de la historia, en el que Jesucristo se reúne con sus discípulos para celebrar la Pascua. Entonces inauguró la nueva Pascua de la nueva Alianza en la que se ofrece en sacrificio por la salvación de todos.

En la Santa Cena, al mismo tiempo que la Eucaristía, Cristo instituye el sacerdocio ministerial. Mediante éste, se podrá perpetuar el sacramento de la Eucaristía. El prefacio de la misa crismal nos revela el sentido: «Él elige a algunos para hacerlos partícipes de su ministerio santo; para que renueven el sacrificio de la redención, alimenten a tu pueblo con tu Palabra y lo reconforten con tus sacramentos».

Y aquel mismo Jueves, Jesús nos da el mandamiento del amor: «Amaos unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34). Antes, el amor se fundamentaba en la recompensa esperada a cambio, o en el cumplimiento de una norma impuesta. Ahora, el amor cristiano se fundamenta en Cristo. Él nos ama hasta dar la vida: ésta ha de ser la medida del amor del discípulo y ésta ha de ser la señal, la característica del reconocimiento cristiano.

Pero, el hombre no tiene capacidad para amar así. No es simplemente fruto de un esfuerzo, sino don de Dios. Afortunadamente, Él es Amor y —al mismo tiempo— fuente de amor, que se nos da en el Pan Eucarístico.

Finalmente, hoy contemplamos el lavatorio de los pies. En actitud de siervo, Jesús lava los pies de los Apóstoles, y les recomienda que lo hagan los unos con los otros (cf. Jn 13,14). Hay algo más que una lección de humildad en este gesto del Maestro. Es como una anticipación, como un símbolo de la Pasión, de la humillación total que sufrirá para salvar a todos los hombres.

El teólogo Romano Guardini dice que «la actitud del pequeño que se inclina ante el grande, todavía no es humildad. Es, simplemente, verdad. El grande que se humilla ante el pequeño es el verdaderamente humilde». Por esto, Jesucristo es auténticamente humilde. Ante este Cristo humilde nuestros moldes se rompen. Jesucristo invierte los valores meramente humanos y nos invita a seguirlo para construir un mundo nuevo y diferente desde el servicio.