COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA

1 Co 11, 23-26

 

Este texto es la versión paulina de la Institución de la Eucaristía, que coincide con la versión de Lucas y se diferencia más de la de Mateo y Marcos, aunque, naturalmente, las cuatro dan los elementos básicos de la Institución.

En esta versión, por medio de detalles a primera vista insignificantes, se destaca el valor salvador de la Eucaristía.

La Eucaristía, según San Pablo, es una particular memoria y presencia de la muerte del Señor. El creyente que participa en ella se une al Señor muerto, es decir, al real, histórico, no únicamente imaginado. Por otro lado, como según la teología paulina, la Muerte y la Resurrección de Cristo son algo totalmente unido entre sí, cuando se menciona una, se está implicando la otra. Por eso, al hablar del Señor muerto, también se piensa en el Señor resucitado. Y, por tanto, también el comulgante establece comunidad con el Resucitado, participando de la nueva situación que Cristo ha establecido para sí y para los que se unen a él.

De todas formas no se puede pasar por alto nada, ni la muerte ni la Resurrección. En un momento de la vida se puede insistir más en una o en otra, pero sin olvidar aquel aspecto que no se acentúa en ese momento.

La unión con el Señor muerto y resucitado implica compromiso con El. El compromiso es vivible más en lo tocante a la muerte, al menos en algunas circunstancias. O, al menos, es lo que nos puede costar trabajo asumir, porque el compromiso con la Resurrección es más agradable y positivo. Si se tiene, cosa no tan frecuente, ya se vive. En cambio el de la muerte, puede arredrar y no querer comprometerse en toda su significación, por lo que tiene de sufrimiento y entrega.

Pero al comulgar lo estamos afirmando. Hasta que vuelva el Señor y supere toda negativa hoy día todavía presente.

F. PASTOR DABAR 1991, nº 20


2.

El contexto de esta perícopa es la motivación a la justicia y fraternidad ausentes en la comunidad de Corinto en la celebración de la Eucaristía. Para introducir y fundamentar el tema, Pablo recuerda un fragmento importante del anuncio de la Iglesia que él mismo ha recibido. En ello coincide con los Sinópticos, aunque es con Lc con quien tiene mayor afinidad en las fórmulas eucarísticas.

La Eucaristía aparece en esta formulación como memorial de la nueva alianza (v. 25), símbolo y presencia de la situación nueva creada por JC. Esta situación se vivencia e intensifica con la celebración de la Cena del Señor. Es la salvación actuada. La razón es la especial comunión que establece quien participa con Él. No es sólo un recuerdo sino una presencia. Es difícil describir o explicar la manera de esta presencia -término con connotaciones filosóficas- pero ciertamente el comulgante se une con JC de modo especial, distinto de los otros.

Otro tema importante es la relación de la Cena con la Muerte y la Resurrección, unida con ella en la teología paulina, aunque aquí no se mencione expresamente. El Cuerpo y la Sangre del Señor son Él mismo, pero con una especial relación con su Muerte y todo lo que ella implica de amor a los hombres, entrega y unión con el destino humano, elevación de este destino con la Resurrección. Se recuerda y se vive que la situación de salvación ha costado la Vida del Salvador. Aunque no se dice expresamente "cómo", ciertamente la vida y muerte de Jesús es en favor y en lugar de los hombres (v. 24).

Unión entre los que comen el mismo pan y beben de la misma copa. Es la razón de hablar aquí de la Eucaristía. La unión con Cristo es también unión con los demás, que forman un solo cuerpo con él.

Por último, dimensión escatológica. La obra de salvación y unión con JC comenzada, ya no está llevada a su culminación todavía. La Eucaristía lanza hacia la transformación del mundo y de la historia, hacia la Parusía. No es sólo el recuerdo de un pasado sino el esfuerzo y viático para el futuro.

F. PASTOR
DABAR 1987, 24


3. MEMORIAL:

"Memorial" no significa simple recuerdo del pasado, sino empalme del "paso de Dios" en el pasado con el paso de Dios que se realiza ahora.

J. SANCHEZ
MISA DOMINICAL 1989, 6


4.

A fin de hacer presente en la conciencia el sentido profundo de la cena del Señor, Pablo toma de nuevo las palabras que ya los corintios conocían y con las que Jesús había confiado el misterio eucarístico a su Iglesia. "Del señor las ha recibido él". Con esto no se refiere a una palabra inmediata del Señor, es decir, recibida sin intermediarios, sino a la tradición cultual que se remonta hasta el Señor mismo y que Pablo ha recibido de la primera comunidad para seguir trasmitiéndola.

Y estas palabras las repite e inserta Pablo en el marco de unas exhortaciones que dirige a una comunidad dividida en bandos y cuyas reuniones debían ser continuamente fuente de fricciones por problemas de muy distinto orden e importancia, pero, en cualquier caso, indignas de unos cristianos que, como tales, habían recibido el encargo del Señor de celebrar su eucaristía. Los abusos que cometen con la celebración de la misma (unos separados de otros, o unos comiendo y otros no, quedando humillados) chocaban frontalmente contra el mandato de un Jesús que en esa cena se puso a lavar los pies a sus discípulos.

El cuerpo "entregado" y la sangre "derramada", por vosotros, para formar un solo cuerpo con una misma vida... haciendo memorial para que, cuantas veces se recuerde, se vuelva a realizar tal cual: la entrega del Señor por todos, actualizando el pacto o alianza con Dios que libera, que salva.

EUCARISTÍA 1988, 17


5. EU/I/C:

Los corintios celebran la Eucaristía en la parte central de un ágape, pero este último origina, con mucha frecuencia, divisiones entre la comunidad, ya que los provistos de buena comida se reúnen todos en las mismas mesas y no comparten con los pobres sus buenas comilonas (vv. 18-22). Para poner fin a estos abusos, Pablo cree conveniente llamar la atención sobre la institución de la Eucaristía por Cristo (vv. 23-26) y revelar los lazos estrechos existentes entre Eucaristía e Iglesia, entre el cuerpo sacramental y el cuerpo místico (vv. 27-29; cf. 1 Cor. 10, 16-17).

El pasaje de Lc. 22, 19-20 parece ser el más antiguo de los referentes a la Cena. Refleja perfectamente la práctica litúrgica judía por la cual toda comida se inicia con una bendición del pan, seguida de su participación y acaba con una acción de gracias sobre una copa que se llama "copa de bendición". De este modo recuerda que, en la Cena, la fracción del pan y la distribución de la copa han sido separadas de toda la comida ("después de la comida").

Por el contrario, Pablo, en 1 Corintios, da testimonio, ya entonces, de una disciplina más avanzada, pues la bendición sobre el pan se hace en ese tiempo al fin de la comida, casi al tiempo de la bendición de la copa. Mas este estadio se ve ya superado en la redacción de Mateo y de Marcos, que yuxtaponen de nuevo los dos ritos, pero independientemente de toda comida.

Con la extensa versión de Lc. 22, 15-18, se abre un nuevo estadio, por el cual, antes del rito de la Cena, se introduce de nuevo una comida pascual, con su bendición propia, testimonio, sin duda, de una corriente doctrinal que acentuaba el carácter pascual de la Eucaristía cristiana.

* * * *

a) La cita de la institución es, en la pluma de Pablo, bastante parecida a la versión que de ella hace San Marcos (Mc. 14, 22-25), pero está ya más helenizada y adopta una factura que manifiesta claramente su uso litúrgico (tal vez antioqueno). De esta fórmula empleada por San Pablo merece destacarse especialmente la repetición del mandato de Cristo: "Haced esto en memoria mía" (vv. 24-25). En la versión paulina muy bien pudiera tratarse de realizar una acción simbólica (haced esto) que sirviera de memorial del Señor. Pero, en una versión más próxima al arameo, el mandato de Cristo podría tener el siguiente significado: "En la acción de gracia que hacéis por la comida y en la que se traen a la memoria las maravillas de Dios en la antigua economía, añadid a partir de ahora un recuerdo de mi obra". Al dar al memorial una significación más helénica y al repetir por dos veces el mandato de reiteración, Pablo insiste sobre el carácter real del recuerdo de la muerte de Cristo, y el versículo 27 confirma -no se puede decir más claramente- que él cree en la presencia del cuerpo y la sangre del Señor en la acción eucarística de la Iglesia.

b) Por otra parte, si es cierto que el v. 29 puede ser interpretado como una afirmación de la presencial real, queda por decir que su sentido obvio, sobre todo si se piensa en la doctrina sobre el cuerpo, contenida en la primera carta a los corintios (cf. 1 Cor. 12, 22-26), pretende demostrar principalmente cómo una celebración indigna de la Eucaristía desemboca en el menosprecio del Cuerpo místico de Cristo constituido por la asamblea (cf. 1 Cor. 11, 22, donde el menosprecio recae sobre la Iglesia de Dios). La perspectiva de Pablo es, en efecto, la de la significación de la asamblea litúrgica: ¡esta es el símbolo de la reunión de todos los hombres en el reino y en el Cuerpo de Cristo! Una asamblea en que sus miembros se dispersan en mesas separadas no puede dar testimonio de esta unión y viene a ser un contrasentido.

* * * *

La atención que Pablo presta a la asamblea eucarística es tanto más manifiesta cuanto los pasajes paralelos, entre los sinópticos, fijan su atención, por el contrario, en los Doce. El relato de Pablo va dirigido a toda una asamblea y le recuerda lo que debe ser y lo que debe hacer para conmemorar la Pascua del Señor. Es el texto más antiguo. Los relatos de los sinópticos van dirigidos ya a jefes de asamblea y les detallan los gestos y las palabras que deben hacer o pronunciar para asegurar la continuidad entre la Cena y la Eucaristía que los miembros de la asamblea reciban.

En el texto de Pablo, las actividades comunitarias de beber y comer cobran toda su importancia, mientras que la función ministerial de la distribución del pan y del vino pasa a un segundo plano, a la inversa de los relatos sinópticos.

Finalmente, en Pablo, el mandato de celebrar la institución de la Cena es manifiestamente percibido como una prescripción que concierne a toda la comunidad. La perspectiva paulina concede capital importancia al momento en que el pueblo de Dios redescubre la celebración eucarística como quehacer de todos. La creatividad en liturgia no es un monopolio del sacerdocio ministerial y el sacerdote debe ejercer en él su tarea como un servicio a los demás, a fin de que todos los miembros de la asamblea puedan ofrecer a Dios la acción de gracias que le agrada.

Pero si la totalidad de la asamblea es responsable de la celebración es para que en esta tengan un lugar las preocupaciones concretas de sus miembros y toda la densidad de sus compromisos. De ahí la importancia, para una comunidad local, de poder adaptar su liturgia a la exigencias de su propia vida.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III
MAROVA MADRID 1969.Pág. 264 ss.


6.

Este antiquísimo texto eucarístico recoge el sentido de la nueva Pascua y el gesto que hizo el Señor para recordarla, para que nos sirviera de memorial.

Ahora el Paso de Yahveh se realiza por medio de Jesucristo, que pasó haciendo el bien, que pasó de la muerte a la vida en entrega de amor, que pasó para liberar a su pueblo de todas las esclavitudes. Ya no se sacrifican corderos, porque se inmoló por todos el Cordero de Dios. Pero ahora Dios no sólo pasa, sino que se queda.

Y esta inmolación del Cordero es lo que se recuerda y actualiza con los signos del pan partido y del vino ofrecido. Recordamos y renovamos todo el amor de Cristo, que deja romper su cuerpo y derrama su sangre para nuestra definitiva liberación. Hay también en el gesto una añoranza de presencia, una súplica para que vuelva. El banquete eucarístico es también un anticipo del banquete del Reino.

CARITAS
UN AMOR ASI DE GRANDE
CUARESMA Y PASCUA 1991.Págs. 140 s.


7.

Es el documento más antiguo sobre la celebración de la Eucaristía en la Iglesia. En él se fustiga la incoherencia de todos aquellos que celebran lo que no viven. "Proceden ante la comunidad con mentira, porque quieren participar de un cuerpo "entregado" y de una sangre "derramada", sin estar ellos mismos entregados a sus hermanos". (Bibl. Inic. Crist.).


8.

1 Corintios 11,23-26. Cada vez que coméis y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor.

Ante las divisiones y escándalos morales surgidos en la comunidad de Corinto, Pablo, poco después de transcurridos 20 años desde la muerte de Jesús, apela a la celebración central del cristianismo: la Eucaristía.

Este fragmento es célebre e históricamente importante porque se traslada al año 50, cuando ya existía un relato oficial, con estilizaciones litúrgicas y autentificación apostólica, de la última cena de Jesús. Nos hallamos, pues, ante la más antigua narración literaria de la Eucaristía, anterior incluso al texto de los Sinópticos. Este de Pablo presenta evidentes analogías con el texto del evangelio de Lucas, lo que nos remontaría a una tradición común procedente de la comunidad de Antioquía, de la cual dependerían tanto Pablo como Lucas.

"Haced esto en memoria mía" es una expresión que nos acerca al memorial de que nos habla la primera lectura. El recuerdo de la última cena es sobre todo actualización del carácter salvífico de la entrega de Jesús en el pan y el vino.

"Hasta que vuelva" nos recuerda que la actitud del cristiano en la Eucaristía es esencialmente itinerante, supone saberse en camino, como israelita con bastón y sandalias la noche de la Pascua.

JORDI LATORRE
MISA DOMINICAL 2000, 5, 38